CAPÍTULO 3:
SIETE AÑOS AUSENTE
El embarazo de Chi-Chi parecía estar
desarrollándose con normalidad, a pesar de que la concepción había sido algo
anómala. Al principio, Chi-Chi, que siempre se ponía en lo peor, había temido
que el feto se dividiera en dos, pero no como en un embarazo gemelar, sino
porque su bebé también fuera una fusión, como su padre. O que la criatura se
transformara en super sayan dentro de su vientre, pero eso también lo había
temido con Goten y ya debería haber sabido que no era así como funcionaban las
cosas.
-
Chi-Chi, ya te he dicho que convertirse en super
sayan es muy difícil. Requiere entrenar mucho – intentaba tranquilizarla Goku.
-
¡Pues Goten lo hizo siendo pequeño, y no pareció
costarle esfuerzo!
-
Bueno, sí, siendo pequeño sí, pero no siendo un
bebé, y mucho menos antes de nacer.
Ella tuvo que aceptar la palabra de Goku. De
todas formas estaba demasiado cansada incluso como para preocuparse. Estaba ya
de siete meses y se sentía hinchada y llena de líquido.
-
Vegeta está viniendo – anunció Goku. Había sentido
su ki acercándose. – Vendrá con Bulma.
Chi-Chi puso una mueca. No había terminado de
aceptar eso de tener un hijo de dos padres. A veces quería negarlo, pero sabía
que era inútil. Tras muchas pruebas, Bulma y su padre, que eran científicos,
habían determinado que la técnica de la fusión conllevaba una combinación a
nivel nuclear, de tal forma que incluso el ADN se modificaba durante los
treinta minutos que duraba la unión. El bebé llevaba el ADN de Goku, y también
el de Vegeta.
Minutos después, el aereodeslizador de Bulma
aterrizaba cerca de su casa. Vegeta iba en el techo y no dentro, como era su
costumbre. No necesitaba esa máquina para volar.
-
Vaya, Vegeta, es la segunda vez este mes que nos
visitas. Nunca te había visto tanto tiempo en mi casa – se sorprendió Goku.
-
Tsh – respondió el orgulloso sayan. Bulma le había
obligado, y además le había instado a ser amable.
-
Pues acostúmbrate. Cuando nazca ese pequeño tendréis
que veros a menudo.
Goku sonrió, para él no era ningún problema,
pero Vegeta puso una expresión horrorizada.
-
No entiendo por qué es necesario que yo esté aquí.
El niño ni siquiera ha nacido todavía – repuso Vegeta, huraño.
-
Ya sabes por qué estamos aquí – replicó Bulma. – La
casa de Goku y Chi-Chi es pequeña para tres niños, así que hay que hacer un
anexo para Gohan.
-
¡Pues que lo haga Kakarotto!
-
A-yu-dar, Vegeta, se llama ayudar, y verás qué bien
te sienta hacerlo de vez en cuando – replicó Bulma. – Lo haréis más rápido los
dos que Goku solo, y el tiempo apremia, porque a ese niño le queda poco tiempo
para nacer.
Vegeta maldijo en voz baja, y salió de la
habitación con pose orgullosa. Se detuvo
en el umbral de la puerta.
-
¡Kakarotto! – le llamó, secamente.
-
¡Sí!
Los dos salieron de la casa para ponerse
manos a la obra. El anexo iría pegado a una de las paredes e iba a ser el
espacio ideal para un adolescente, puesto que le iba a dar a Gohan cierta
independencia. Chi-Chi estaba segura de que ahí podría estudiar mejor, sin
Goten molestándole a cada rato.
- No consigo que Goku se ponga a ello salvo
cuando venís vosotros – protestó Chi-Chi – Siempre está entrenando, ¡siempre!
Es como si pensara que la habitación va a construirse sola.
-
Ya sabes cómo son los sayans – suspiró Bulma, en un
tono que evidenciaba que la entendía perfectamente.
Goku y Vegeta se remangaron y comenzaron a
crear una argamasa para recubrir la estructura que habían hecho anteriormente,
que vendría a ser las paredes de la nueva habitación.
-
¿Y por qué no te ayuda el chico? Va a ser su cuarto
¿no? – siguió refunfuñando Vegeta,
refiriéndose a Gohan. En verdad sabía perfectamente que Goku no necesitaba
ayuda alguna, y que Bulma hacía aquello en un intento de hacer que se llevaran
mejor, ahora que compartían un hijo.
El rostro de Goku, habitualmente alegre, se
ensombreció un poco, pero luego recuperó su sonrisa habitual.
-
Bueno, él y yo no nos llevamos muy bien últimamente
– admitió, rascándose la cabeza con algo de vergüenza.
Vegeta le miró con cierta curiosidad, porque
siempre había creído que Kakarotto tenía una de esas estúpidas relaciones
cercanas con sus hijos. En su opinión, los hijos de Kakarotto eran unos
mimados, que por eso mismo no alcanzaban todo su potencial en la batalla, pero
debía admitir que creía que ellos le adoraban.
Todos el mundo parecía venerar a Kakarotto y hasta Bulma lloró cuando se murió.
-
No sé qué le pasa
- continuó Goku, como si él le hubiera dado pie a ello. Vegeta le miró
con horror. ¿Acaso pretendía hablar de críos con él? – Antes de irme, estábamos
bien, creo. Pasamos mucho tiempo entrenando para vencer a Célula y nunca hubo
tensión entre nosotros, que yo recuerde. Pero desde hace unos días evita
cruzarse conmigo… Le pregunté si quería venir a entrenar y ni siquiera me
respondió…
-
Eso es porque es un vago. – opinó Vegeta, mientras
mezclaba el cemento. – En estos siete años ha descuidado su entrenamiento, tú
mismo te diste cuenta cuando le viste.
-
Sí, lo sé… Pero a veces me da la sensación de que el
problema no lo tiene con el entrenamiento, sino conmigo… Mírale, ahí está.
¡Gohan! ¡Gohan! – le llamó. El chico le miró, y luego siguió andando en
dirección opuesta.
-
¡Gohan, ven a construir esta cosa! – le dijo Vegeta.
Gohan le ignoró a él también, alejándose. Vegeta frunció el ceño. – Eso fue
grosero.
-
¿Ves? A eso me refería. Esta raro.
-
Yo jamás permitiría que Trunks me ignore así y se
vaya cuando le llamo.
-
Ya se le pasará. Chi-Chi grita más a menudo desde
que está embarazada, tal vez solo sea eso – respondió Goku, restándole
importancia.
En ese momento Gohan les miró con enfado, y
lanzó una pequeña bola de ki contra una roca cercana, reduciéndola a pedazos.
Gohan rara vez tenía arrebatos como ese. Bulma y Chi-Chi salieron de la casa
precipitadamente, alarmadas por el ruido que Gohan produjo.
-
¿Qué pasó? ¿Nos atacan? – preguntó Chi-Chi, temiendo
que Buu hubiera vuelto o algo así.
-
Tranquila, Chi-Chi, no pasó nada, solo fue Gohan –
dijo Goku.
-
¡Gohan! ¡Os tengo dicho que si vais a entrenar lo
hagáis lejos de la casa, mira nada más…Gohan! ¡GOHAN! – gritó, porque el
adolescente la dejó con la palabra en la boca y se elevó en el aire, volando
lejos de allí.
-
Ese chico está pidiendo una paliza… - murmuró
Vegeta.
-
¡Ay, Vegeta, cómo eres! ¡Estando de ese humor no
creo que quiera entrenar conmigo! Además, si le gano se pondrá peor. – dijo
Goku.
-
No me refiero a ese tipo de paliza – gruñó Vegeta.
Goku le miró sorprendido.
-
¿Te refieres a….? Chi-Chi lo hizo alguna vez, cuando
era niño. Yo prefería no meterme… Cuando está enfadada me da miedo hasta a mí…
-
¡Goku, ve a buscarle! – instó Chi-Chi. Era imposible
decir si estaba enfadada o preocupada.
-
Ya volverá, Ch….vale, vale – rectificó Goku, al ver
la mirada de su mujer.
Se echó a volar detrás de su hijo, pero Gohan
iba verdaderamente rápido, como para asegurarse de que no le alcanzaban. Tras
unos minutos volando a increíble velocidad, Goku se dio cuenta de que ya
estaban demasiado lejos, y optó por usar su técnica de teletransportación para
cortarle el paso a su hijo. Se llevó dos dedos a la frente y se materializó
delante de Gohan, que tuvo que frenar su vuelo en seco para no chocarse.
-
¡Qué te pasa, papá, casi nos chocamos! – protestó
Gohan.
-
Era la única forma de alcanzarte. Hijo, vamos a
casa… No sé por qué estás tan molesto, pero…
-
¡Pues deberías saberlo! – le interrumpió Gohan.
Goku parpadeó confundido. Así que sí era por
él que Gohan estaba así.
-
¿Es por lo que pasó con tu madre y Gogeta? –
preguntó, algo incómodo. Goten era pequeño, pero Gohan, con sus dieciséis años,
entendía perfectamente las implicaciones de lo que había pasado y por qué el
nuevo bebé iba a tener dos padres.
-
Eso es entre ella y tú – replicó Gohan.
-
Bueno, ¿entonces qué es? Estoy en blanco, hijo.
-
Sí, así has debido de estar siempre. Tu cerebro solo
funciona para comer y entrenar – le soltó Gohan.
Goku se sorprendió por oírle hablar así.
Aquello no era propio de Gohan, él siempre era muy educado y correcto. Chi-Chi
le había enseñado bien. Aunque ahora iba a un instituto con otros chicos… Antes
había estudiado desde casa, tal vez el contacto con otras personas de su
edad había cambiado su forma de hablar.
Tampoco le dio mucha importancia. Goku no era precisamente un ejemplo de formas
y buena educación, aunque sí intentaba no ofender a nadie.
-
Ay, no sé por qué estás tan enfadado – reconoció
Goku, con una mueca algo graciosa. - ¿He olvidado algo? Me pasa a menudo, como
aquella vez que te prometí ir a pescar y no te llevé…
-
Sí, en concreto has olvidado siete cumpleaños, el
nacimiento de tu segundo hijo e incontables momentos padre e hijo – estalló
Gohan.
Goku parpadeó unos instantes, procesando sus
palabras.
-
¿Estás enfadado conmigo por no haber estado en los
últimos siete años? – preguntó, como si necesitara confirmación. - ¡Pero si estaba muerto!
-
¡Porque tú quisiste! ¡Íbamos a resucitarte con las
bolas de dragón, pero dijiste que no! Dijiste que el mundo estaría más en paz
si tú no estabas. ¡Y mamá y yo no
tuvimos más que aceptarlo, como siempre!
¿Qué hay de nosotros? ¿Nosotros también íbamos a estar más en paz? Por
no hablar de que cuando volviste fue para el maldito torneo. ¡Para un torneo!
¡Siete años, y no vuelves para darle una sorpresa a mamá, o para verme a mí,
sino para participar en un torneo de lucha! ¡No hay nada más que eso para ti!
¡Has sido mi entrenador más que mi padre! ¡Piccolo ha estado más presente que
tú!
Goku observó a su hijo con atención. No
estaba muy acostumbrado a los tiempos de paz, que le permitían pasar tiempo con
su familia. Cuando más había interactuado con Gohan fue durante el año que
pasaron en la Sala del Tiempo, entrenando para vencer a Célula. Para él había
sido un gran año, pero empezaba a comprender que para Gohan tal vez no. Le
estaba reclamando el no pasar tiempo con ellos y los siete años de ausencia.
¡Ni que él hubiera querido morirse! Pero si quiso permanecer muerto, para
entrenar en el otro mundo… Alguna vez Bulma, estando muy enfadada, le había
llamado egoísta. Chi-Chi también, aunque con otras palabras. Solo en ese
momento, comenzó a pensar que quizás lo era. En algún punto, su deseo de
volverse más fuerte para proteger a la tierra y a su familia había entrado en
conflicto con el hecho en sí de tener una familia.
-
Me… me alegro de que tuvieras a Piccolo – dijo al
final. Sabía que su hijo tenía una relación especial con el namekiano, que a
veces era como un segundo padre y por lo visto había llegado a ser como el
primero.
Gohan respiraba con cierta agitación. Se
había quedado muy a gusto después de soltar aquello, y ya tenía menos rabia
contenida, aunque empezaba a sentir cierta culpabilidad por haberle hecho aquél
reproche a su padre. Goku era un héroe, para todos y en especial para él.
Durante aquellos siete años le había recordado únicamente con afecto, pero
ahora que le tenía de vuelta necesitaba sacar el dolor que había sentido al
perderle.
-
Piccolo está bien, pero hay cosas que no puedo
hablar con él. No entiende nada de mujeres – dijo Gohan, en un intento de tener
una conversación más cordial.
Goku rió suavemente.
-
Bueno, yo tampoco, aunque ya sé lo que sientes por
Videl, y sé que ella te corresponde.
Gohan se ruborizó muchísimo y se rascó la
cabeza en un gesto que le hizo parecerse más que nunca a su padre. Goku se rió
más, ante el bochorno de su hijo.
-
Volvamos a casa, seguro que tu madre se preocupó.
-
Glup…. Estará muy enfadada – suspiró Gohan. Chi-Chi
no soportaba que la dejaran con la palabra en la boca. – Desde que estás tú
nunca se ha enfadado en serio… Ojalá le dure todavía la alegría…
-
Ya sabes cómo es, se le pasará enseguida. El que
debería preocuparte es Vegeta – dijo Goku, sin poder contener una sonrisa.
-
¿Vegeta? ¿Por qué?
-
Porque me sugirió que te diera una azotaina. Por
suerte para ti, me parece que estás grande para eso.
Gohan comenzó a toser, como si se hubiera
atragantado. Pocas veces había sentido tanta vergüenza. No solía hablar mucho
con Vegeta, era serio y poco conversador, pero jamás habría pensado que podía
sugerir algo como eso. Se sentía incapaz de mirarle de nuevo a la cara.
-
Ay, hijo, deberías verte la cara – se rió Goku,
apretándose los costados para sujetarse las costillas, que amenazaban con
estallarle por los espasmos.
-
¡Papá! – protestó Gohan.
-
Eres demasiado vergonzoso.
-
Y tú no tienes vergüenza. – gruñó Gohan.
Tomaron el camino de vuelta, volando esta vez
más despacio y el uno al lado del otro. Gohan puso especial atención por
aterrizar lejos de Vegeta y en seguida entró en la casa para no tener que
mirarle. Se le había olvidado que, dentro, de quien debía preocuparse era de su
madre.
-
¡Gohan! – chilló Chi-Chi, con los brazos en jarra, a
modo de regaño.
-
Ma…Mamá. Perdona, yo…
Chi-Chi vio entrar a Goku y estudió el
lenguaje corporal entre ellos dos. La tensión que Gohan emanaba al ver a su
padre durante los últimos días parecía haber desaparecido en gran medida. No
sabía qué había pasado, pero se alegró de que estuvieran bien. Si iba a criar
un hijo a medias con Vegeta, iba a necesitar a sus dos hombrecitos.
-
No vuelvas a irte así – le dijo. Antes de que nadie
se diera cuenta, le dio un golpecito medio cariñoso en el muslo, con la cuchara
de madera que usaba para cocinar. – Ve a estudiar. Pronto tendrás el anexo para
ti, y allí te concentrarás mejor.
Un pensamiento asaltó a Goku mientras veía a
Gohan frotarse suavemente donde había impactado la cuchara.
-
Gohan… ¿quieres que la nueva habitación sea tu
cuarto o prefieres quedarte aquí? – le preguntó.
Un instinto de padre que estaba recuperando
le dijo que en parte el enfado del chico había sido porque ahora se sentía
desplazado. Justo cuando su padre volvía, llegaba un nuevo hermano que le
“echaba” de la casa. Gohan no respondió,
pero su silencio fue muy elocuente.
-
Chi-Chi, el anexo será un cuarto de invitados. Por
si Bulma y Vegeta se quedan alguna vez, o incluso Videl. Gohan puede seguir en
su cuarto, y Goten puede dormir con el bebé. Estaremos bien, de todas formas
los niños pasan casi todo el día fuera de la casa.
Chi-Chi iba a protestar, diciendo que Gohan
necesitaba un lugar tranquilo para estudiar, pero por primera vez Goku había
tomado una decisión como padre y eso la gustó tanto como para no discutir. Tal
vez fuera mejor tener a Gohan más cerca, no fuera a ser que esa noviecita se
colara en su habitación alguna noche.
-
Está bien.
- ¡KAKAROTTO, YA BASTA DE ESCAQUEARTE! ¡No
pienso hacer el trabajo por ti! – gritó Vegeta desde el exterior.
Goku y Vegeta trabajaron en el anexo el resto
de la mañana y Chi-Chi insistió para que Bulma y Vegeta se quedaran a comer.
Los sayans tienen un apetito voraz, pueden llegar a comer diez veces lo que una
persona normal, pero Chi-Chi ya estaba acostumbrada. Sabía que tenía que hacer
cantidades ingentes de comida, y así lo hizo.
Vegeta tenía que admitir que, aunque Bulma
tenía chefs privados que podían cocinarle a cualquier hora del día, la comida
de Chi-Chi sabía realmente bien. Él y Goku
comieron como si no hubiera un mañana y Gohan y Goten tampoco se quedaron
atrás.
Trunks se había quedado con sus abuelos, así
que Goten se aburría un poco, al faltarle su compañero de juegos. Cuando
acabaron de comer se fue a su cuarto y no encontró nada divertido para hacer.
Gohan estaba estudiando, así que tampoco podía contar con él para entretenerse.
Como los adultos parecían ocupados hablando, pensó que nadie iba a notar su
ausencia si salía por la ventana y se iba a buscar a Trunks. Pero cuando estaba
poniendo en marcha su plan y tenía ya medio cuerpo fuera a punto de emprender
el vuelo, alguien le agarró por el pie.
-
Ma…mamá…
-
Goten, ¿qué estabas haciendo? – preguntó una voz,
pero no era la de Chi-Chi, sino la de Goku. Goten se relajó visiblemente.
-
Iba a ver a Trunks.
-
¿Se lo dijiste a tu madre?
-
No…
-
No puedes irte sin decirle a nadie. Yo antes tampoco
entendía por qué, pero por lo visto la gente se asusta mucho cuando lo haces –
le dijo Goku. Ese niño le recordaba tanto a sí mismo…
-
Pero lo he hecho muchas veces.
-
Ya, y te han dicho que lo dejes de hacer ¿no?
-
¡Pero es que mamá no me dejará ir! Dirá que tengo
que estudiar o que no puedo ir con Trunks si sus padres no están…
-
Pues entonces, tendrás que ver a Trunks otro día –
dijo Goku, como diciendo “qué le vamos a hacer”·
Goten puso una mueca de disgusto. Luego,
sacudió la cabeza.
-
No le digas a mamá y listo – dijo con una sonrisa.
-
Mmm. En otra ocasión te cubriría, pero yo tampoco
quiero que te vayas ahora. Vegeta y yo
acabaremos enseguida y después había pensado que podríamos entrenar un rato.
-
Prefiero entrenar con Trunks.
Goku suspiró. No tenía nada en contra de
Trunks, pero lo cierto es que creía que Goten podría desarrollar más su
potencial si entrenaba con alguien más fuerte de vez en cuando, y no siempre
con un chico de su edad. Trunks entrenaba con Vegeta, pero Goten nunca quería
entrenar con él.
-
Eso puedes hacerlo otro día, Goten.
- ¡Pero yo quiero hacerlo hoy!
Goku se rascó la cabeza, confundido.
-
Pero… no puedes.
-
¡Sí puedo!
Cuando Chi-Chi le decía que no a algo, Goten
no discutía, pero Goku ya se había fijado en que él no tenía tanta suerte. No
le había dado importancia en los meses que llevaba viviendo con ellos, pero
Gohan le había hecho ver que no siempre se comportaba como su padre, y que tal
vez tenía que empezar a hacerlo. Él, después de todo, había crecido sin padres,
pero no quería lo mismo para sus hijos. A él le había ido bien, pero le hubiera
gustado conocer al hombre que le había dado la vida y luego la había perdido
por él.
-
Hoy no salgas de casa ¿de acuerdo? Si tienes
paciencia, prometo que luego te enseñaré algunas de mis técnicas, como el
Kame-Hame-Ha. ¿Qué dices?
-
¿El Kame-Hame-Ha?- preguntó Goten, con los ojos
brillantes de ilusión. - ¡Vale!
Goku sonrió, se le subió a hombros con ánimo
juguetón, y se despidió momentáneamente de él para seguir trabajando en el
anexo. Gracias a la ayuda de Vegeta, y a
que los dos podían ser increíblemente rápidos e increíblemente fuertes, ya casi
lo habían terminado. Solo quedaba amueblar la habitación, pero de eso se
encargarían Goku y Chi-Chi otro día. Contento por haber terminado más rápido de
lo que creía, Goku fue a buscar a Gohan y después a su hijo pequeño.
-
Ey, Goten, tu hermano y Vegeta se nos van a unir en…
¿Goten? – se extrañó Goku, porque en el cuarto de su hijo no había nadie. La
ventana estaba abierta y se sorprendió a sí mismo al notar que estaba enfadado
por el hecho de que Goten no le hubiera obedecido. Recordó que durante la lucha
con Buu su hijo cometió varias imprudencias y de pronto tuvo claro que lo de
obedecer no iba mucho con Goten, al contrario que con Gohan.
Goku cerró los ojos para sentir el ki de su
hijo y le percibió no muy lejos de allí. Se teletransportó al lugar que le
indicaban sus sentidos y así encontró a su hijo en una situación un tanto
peculiar. Goten estaba dentro de un nido de dinosaurio, junto a unos huevos que
presentaban grietas, como si un animal estuviera a punto de salir de ellos. No
había signo de la madre por ningún sitio, pero cada uno de esos huevos era tan
grande como Goten, así que uno podía imaginar el tamaño del bicho al que
pertenecían.
-
¡Mira, papá, ya están saliendo! – anunció Goten
entusiasmado, cuando le vio.
Goku olvidó su molestia por unos instantes,
primeramente enternecido por la emoción inocente de su hijo, y después
emocionado él mismo, porque también le gustaba presenciar esas cosas.
-
¿A ver? - se
acercó. Esperó por un rato, pero el huevo solo daba pequeños temblores. Golpeó
con suavidad uno de los cascarones. – Vamos, amiguito, que tienes público. Sal
de ahí ya.
Goten observaba el huevo tumbado sobre las
ramitas que conformaban el nido, con la cabeza apoyada en las manos y los pies
cruzados en el aire.
-
Vengo aquí todos los días, esperando a que nazcan –
le dijo a su padre. – Antes venía con Gohan, pero ahora está muy ocupado con
Videl.
Goku se quedó en silencio, pensando que había
pasado tanto tiempo luchando para salvar el mundo que había olvidado lo bonito
que era el mundo que salvaba. Cuando tenía la edad de Goten también le gustaba
observar las cosas que pasaban en la naturaleza, pero en algún momento había
dejado de hacerlo.
Un pico acabó por emerger de uno de los
cascarones, y muy pronto un pequeño pterodáctilo se presentó ante ellos, con un
suave gruñidito a modo de saludo. Los otros dos huevos no tardaron en
romperse. Ni Goku ni Goten estaban
preocupados por el tamaño de las criaturas, ni de la madre que no debía andar
muy lejos, porque un dinosaurio no era rival para ellos. Ante su fuerza, no
eran más que animalitos inofensivos.
Se quedaron un rato jugando con los bebés.
Goten había visto el nacimiento de muchos de los dinosaurios de la zona y nunca
parecía cansarse de ello. Era una de las pocas aficiones que tenía. Goku
disfrutó tanto o más que su hijo, pero cuando la madre volvió, decidió que era
hora de volver. Goten estaba algo
cansado, así que Goku le llevó a su espalda, porque de todas formas él volaba
más rápido. Sonrió al recordar que cuando Gohan era pequeño también le llevaba
así. Pero perdió la sonrisa conforme se iban acercando a su casa. Chi-Chi ya se
había dado cuenta de su ausencia, pero no parecía excesivamente preocupada,
porque Goten solía hacer eso a menudo. Nunca iba a lugares peligrosos o que
ella le hubiera prohibido, así que había terminado por conformarse con el hecho
de que de vez en cuando dejara los estudios e hiciera una escapadita, aunque se
sentía mucho más tranquila cuando Gohan le acompañaba. Aquella vez era Goku el
que estaba molesto, porque él le había dicho que no saliera de la casa, se lo
había dicho expresamente, y el niño no le había hecho caso. Le bajó de su
espalda y le dejó en el jardín y Goten corrió a contarle a Gohan las novedades
respecto a los huevos. El aprovechó para ir a hablar con su esposa.
-
¿Ya volvió a salir? – preguntó Chi-Chi, con cierta
resignación.
-
Lo hace a menudo, ¿verdad? – quiso saber Goku.
-
Sí… A veces me pide permiso primero, pero otras
veces, si me descuido, cierra los libros y sale por la ventana.
Goku nunca había entendido la obsesión de
Chi-Chi porque los chicos estudiaran, pero siempre la había respetado. En un
acuerdo tácito, él delegaba en Chi-Chi esa clase de decisiones, y solo se
oponía al estudio de los chicos cuando estaban bajo alguna amenaza y necesitaba
que ellos lucharan. El trato era que en tiempos de paz, tenían que estudiar.
Con Gohan no era mucho problema, él quería ser científico, pero el interés de
Goten por los libros parecía ser el mismo que el de Goku: ninguno. Por no
saber, Goku no sabía ni hacer las cuenta básicas, como multiplicar o dividir.
-¿Y no te enfada que haga eso? – preguntó
Goku, con incredulidad. Con el carácter que tenía su mujer…
-
Al principio sí, pero seguía haciéndolo igual, y no
dejaba de recordarme a ti… Siempre que te digo que tenemos que sembrar el campo
te las arreglas para salir volando, diciendo que tienes que entrenar y que ya
lo harás. Me sorprende que haya conseguido que hagas el anexo.
A Goku no le pasó inadvertido el tono de
reproche, pero como no tenía nada que decir a su favor, decidió ignorarlo.
-
Supongo que si es verdad que se parece mucho a
mí… Pero yo le dije expresamente que no
lo hiciera. Le dije que hoy no saliera y que luego íbamos a entrenar juntos. No
creo que a ti te desobedezca cuando le prohibes algo expresamente.
-
Pues no…
-
Ya lo noté en la lucha con Buu, me desesperé un par
de veces porque no me hacía caso… ¿Por qué será?
-
¿Te extrañas, Goku? Apenas te conoce. Has estado
muerto los siete años de su vida. Solo en estos meses ha empezado a conocerte,
y aún así creo que te ve más como a un compañero de juegos que como a un padre.
Tú eres quién entrena con él, quien juega en la bañera y quien le enseña cosas
divertidas. Yo soy quien le pone las normas y le dice que no.
-
Es que no me gusta regañarlo – se justificó Goku, en
un tono muy infantil. – Además, tú te enfadas por todo.
-
Ahora la enfadada no soy yo – le recordó Chi-Chi,
con una media sonrisa de victoria. Por fin, Goku parecía estar despertando a la
paternidad.
-
¡KAKAROTTO! ¿VAMOS A ENTRENAR O NO? ¡SI LLEGO A SABER
QUE ME VAS A HACER ESPERAR TANTO ME VUELVO A MI CASA! – gritó Vegeta, desde
fuera de la casa.
-
Como vuelva a gritar le…le… - se exasperó Chi-Chi. Y
pensar que iba a tener que acostumbrarse a la presencia de Vegeta...
-
Le gritas tú de vuelta y seguro que le asustas –
bromeó Goku, y salió, tanto para evitar las represalias de Chi-Chi, como para
apaciguar a Vegeta. - ¡Ya voy, ya voy! Primero tengo que hablar con Goten.
-
Dijiste que me ibas a enseñar el Kame-Hame-Ha, papá
– le recordó Goten.
-
Dije que lo haría si me esperabas ¿no? Pero eso no
fue lo que hiciste.
Goten le miró sin entender.
-
¡Dijiste que me enseñarías!
-
Y tú que no ibas a salir de casa.
-
¡Pero no fui a ver a Trunks! – protestó Goten.
-
No, pero igual saliste. Y yo te dije que no.
Goten hinchó los carrillos ligeramente, con
evidente enfado.
-
¡Me da igual lo que digas! ¡Si no me enseñas el
Kame-Hame-Ha ya no te voy a creer nunca más!
Goku retrocedió un par de pasos ante la
indignación de su pequeño. Nunca le habían tachado de mentiroso y no se tenía
por uno, pero entendía lo que sentía Goten. Vegeta, que estaba presenciando la
escena, les dedicó una mueca de desprecio.
-
¿Por qué saliste de casa, Goten? ¿Por qué saliste si
yo te dije que no?
-
¡Porque me dio la gana!
-
¡Goten! ¡No le hables así a tu padre! – intervino
Chi-Chi.
Goku ya había escuchado suficiente para
confirmar que efectivamente el niño no le veía como su padre. Sin decir nada,
agarró a Goten con un solo brazo y le llevó en volandas dentro de la casa. Con
la mano libre cogió una silla del comedor y, pensando que la situación podía
ponerse fea, le llevó al anexo, que aun no estaba amueblado y por tanto no
había objetos susceptibles de ser tirados.
-
¿Qué haces? ¡Suéltame!
-
No me hables así, Goten – dijo Goku, con voz
calmada. No estaba enfadado con su hijo, solo estaba decidido a conseguir que
le obedeciera.
-
¡Te hablo como quiero, porque me has mentido!
-
Yo no te he mentido. Te dije que haríamos algo si tú
me hacías caso, pero no me lo hiciste. – le explicó, pausadamente. – No estoy
enfadado. Me gustó mucho ver salir a los dinosaurios contigo, pero me hubiera
gustado más si me lo hubieras dicho antes de irte. Así habríamos ido juntos
desde el principio.
-
¿Habríamos ido? – preguntó Goten, inseguro. No sabía
qué esperar de él. No estaba acostumbrado a tener un padre, ni entendía qué
tipo de cosas iban a hacer juntos. Por lo que sabía, a Goku solo le gustaba
entrenar.
-
¡Claro! Iremos a donde tú quieras. Solo avísame con
tiempo para que yo convenza a tu madre – le dijo, y le guiñó un ojo.
Goten cambió su expresión y sonrió un poco.
Goku le sonrió de vuelta, pero luego se puso serio otra vez.
-
Cuando yo te pida que hagas algo, tienes que
hacerlo, Goten. No basta con obedecer solo si lo que te digo te gusta. Cuando
tu madre te dice algo, siempre la haces caso.
-
Porque sino me castiga – protestó Goten.
-
Pues conmigo lo mismo.
-
¡Tú no puedes!
-
Yo sí puedo, Goten, porque aunque hayas crecido sin
mí, soy tu padre. Y lo seré para siempre. – declaró Goku. Pocas veces en su
vida había hablado tan en serio. Dejó la silla en medio del cuarto y trató de
recordar lo que decía su abuelo Gohan, cuando él tenía solo cuatro años y no
podía estarse quieto y rompía algo importante. – Quiero que te sientes en esta
silla a pensar en lo que pasó. – dijo, intentando sonar firme.
Olvidó el pequeño detalle de que Goten tenía
siete y no cuatro años, y de que su abuelo Gohan había sido su figura paterna
durante los cuatro primeros años de su vida, mientras que él para Goten aún no
era eso. Miró la silla sin ninguna intención de sentarse en ella.
-
¿Por qué? – preguntó, extrañado.
-
Por… porque… Porque te portaste mal, y quiero que
pienses sobre ello.
-
¿Y de qué servirá pensar sobre ello? – siguió
extrañándose Goten. Tenía la misma manía que Goku de preguntarlo todo.
-
Para que no lo hagas de nuevo.
Goten se quedó en silencio unos segundos y
Goku pensó que ya se habían acabado las preguntas, pero entonces el niño volvió
a la carga.
-
¿Y por qué no me pegas y ya?
-
¿Pe…pegarte? – inquirió Goku. Ahora el extrañado era
él.
-
Si mamá se enfada conmigo me…
-
Ya sé lo que hace tu madre. – le interrumpió Goku -
Pero no creo que esta vez hayas hecho nada tan malo y además no quiero hacerte
daño. – le explicó, siempre sincero hasta el extremo. Él era el hombre más
fuerte del mundo, y aunque su hijo también era bastante fuerte, le daba miedo
calcular mal su fuerza y hacerle daño. Una cosa era pelear con él cuando
entrenaban, y los dos se estaban defendiendo, y otra golpearle cuando estaba
indefenso.
Goten le miró, luego miró la silla y decidió
que no se iba a sentar.
-
¡Me voy a jugar con Gohan! – anunció.
-
¡No, no puedes irte!.
Goku se dio cuenta de que esto no estaba
funcionando. Si quería que le hiciera caso tenía que ser capaz de reflejar
cierta autoridad. Vegeta y Piccolo parecían hacerlo bastante bien, no podía ser
tan difícil.
-
Vas a venir aquí y me vas a obedecer – sentenció.
-
¡No me voy a sentar en la silla! – replicó Goten.
-
Entonces me sentaré yo – respondió Goku, y agarró a
su hijo por el brazo. No estaba muy seguro de cómo hacer aquello, porque jamás
lo había hecho, pero sí había visto a Chi-Chi hacerlo un par de veces.
Mover a Goten le resultó muy sencillo, porque
era más fuerte que él. Le tumbó encima de sus piernas y reparó en que al
hacerlo el niño dio unos cuantos pataleos, pero luego se calmó. Goku se aseguró
de no emplear absolutamente nada de su fuerza superior, descendiendo su ki al
de un humano normal. Le sorprendió comprobar que Goten también lo hacía.
Levantó su mano con torpeza, y la dejó caer sobre los pantalones naranjas del
niño, una réplica en miniatura de la ropa que usaba él.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
-
Au… - protestó Goten, en voz baja.
PLAS PLAS
-
Empezarás a hacer caso a todo lo que te diga, ¿está
claro?
-
Sí, papá.
-
Bien. – suspiró Goku, y le dejó levantarse. Le
observó con curiosidad y cierto orgullo, porque comprendió que Goten nunca
abusaba de su fuerza con su madre. Entendía la diferencia entre una pelea y un
castigo y supo que Chi-Chi lo había hecho bien con él durante aquellos años.
Goten se frotó con un puchero. Su madre a
veces era más dura con él de lo que había sido su padre y no le había dolido
mucho, pero le molestaba particularmente que fuera Goku quien le había
castigado. Gohan siempre hablaba de él como si fuera alguna especie de super
hombre que nunca se enfadaba y él, en los pocos meses que le conocía, había
descubierto que Goku podía ser muy divertido. Trunks le hablaba a menudo de su
padre y Goten siempre se había sentido un poquito mal por eso, pero ahora él
podía hablar de su padre también, y contar las cosas chulas que hacía con él.
Se enfadó con Goku por haberle pegado, y
antes de que este pudiera hacer nada por impedirlo, Goten salió del cuarto
corriendo, rumbo al jardín, medio lloriqueando.
-
¡Tío Vegeta, Tío Vegeta! – llamó, y se empotró
contra él en un placaje.
-
¿Qué pasó, Goten? – preguntó el sayan, con seriedad.
A ese niño le tenía más paciencia que a otros, quizá porque estaba acostumbrado
a verlo por su casa.
-
Papá me pegó – acusó, aunque empezó a sentir que no
había ido con la persona indicada. Sabía que Vegeta y su padre no se llevaban
demasiado bien, así que creyó que se pondría de su parte, pero Trunks a veces
le contaba cosas que le hacían pensar que tenía suerte de que Vegeta no fuera
su padre.
Goku salió en ese momento y no dio crédito
ante el hecho de que su hijo escogiera refugiarse precisamente en Vegeta.
Además, ¿no había sido él el que se había extrañado de que no le pegara en
primer lugar? ¿Quién entendía a los niños?
-
Goten, ven aquí. – le llamó. Para su sorpresa, Goten
lo hizo de inmediato. Le cogió en brazos, y le sonrió, para indicar que todo
estaba bien entre ellos. Le sentó en su hombro, tal como sabía que al niño le
gustaba. – ¿Así que me acusas con Vegeta? Eso es un golpe bajo. ¿Y si yo te
acusara con Chi-Chi de todas las travesuras que haces? Pensé que había un
código entre nosotros.
-
¿Ah, sí?
-
Claro.
-
¿Ya no estás enfadado?
-
Nunca he estado enfadado – le aseguró Goku. -
¿Quieres que le enseñemos a Vegeta los dinosaurios que hemos visto nacer?
-
¡No, que a lo mejor se los come! – dijo Goten,
horrorizado. Goku se quedó congelado un segundo, y luego empezó a reír
estruendosamente, por las ideas de su hijo.
Vegeta les dedicó una mirada asesina. Tal
hijo para tal padre. Grr. Y pensar que su retoño iba a compartir la sangre con
semejante espécimen.
Me encantó. Recorde el capi cuando logran la fusion correcta de Gotenks y se enfrentan a Buu sin permiso y Milk lo castiga. 😧 lo se soy una frik jeje pero tu historia me encantooo.
ResponderBorrarJajaja que ocurrencias de ese pequeño!! Comerse a los dinosaurios jajaja...
ResponderBorrarMe gusta mucho la historia!!...
Que buenos tiempos los que pasábamos viendo este anime....
Genial historia. AMO ESTA SERIE, LA VERDAD me pidieron que escribiera de esto, pero tiempo es lo que me falta, adoro a Goku y a Goten siempre me hubiese gustado la relación de padre e hijo que pudieron llevar, bueno no pensé que lo castigara. Goku no parece el tipo de padre que castiga es tan flemático jajajaja, pero Goten vaya que si lo merecía demasiado caprichosito. Amo a Vegeta y como trata a KAKKAROTTO Genial.... mas por favor en el futuro quizas me anime a escribir la versión latina...
ResponderBorrarGenial historia. AMO ESTA SERIE, LA VERDAD me pidieron que escribiera de esto, pero tiempo es lo que me falta, adoro a Goku y a Goten siempre me hubiese gustado la relación de padre e hijo que pudieron llevar, bueno no pensé que lo castigara. Goku no parece el tipo de padre que castiga es tan flemático jajajaja, pero Goten vaya que si lo merecía demasiado caprichosito. Amo a Vegeta y como trata a KAKKAROTTO Genial.... mas por favor en el futuro quizas me anime a escribir la versión latina...
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