lunes, 29 de agosto de 2016

CAPÍTULO 3: SIETE AÑOS AUSENTE


CAPÍTULO 3: SIETE AÑOS AUSENTE


El embarazo de Chi-Chi parecía estar desarrollándose con normalidad, a pesar de que la concepción había sido algo anómala. Al principio, Chi-Chi, que siempre se ponía en lo peor, había temido que el feto se dividiera en dos, pero no como en un embarazo gemelar, sino porque su bebé también fuera una fusión, como su padre. O que la criatura se transformara en super sayan dentro de su vientre, pero eso también lo había temido con Goten y ya debería haber sabido que no era así como funcionaban las cosas.

-         Chi-Chi, ya te he dicho que convertirse en super sayan es muy difícil. Requiere entrenar mucho – intentaba tranquilizarla Goku.

-         ¡Pues Goten lo hizo siendo pequeño, y no pareció costarle esfuerzo!

-         Bueno, sí, siendo pequeño sí, pero no siendo un bebé, y mucho menos antes de nacer.

Ella tuvo que aceptar la palabra de Goku. De todas formas estaba demasiado cansada incluso como para preocuparse. Estaba ya de siete meses y se sentía hinchada y llena de líquido.

-         Vegeta está viniendo – anunció Goku. Había sentido su ki acercándose. – Vendrá con Bulma.

Chi-Chi puso una mueca. No había terminado de aceptar eso de tener un hijo de dos padres. A veces quería negarlo, pero sabía que era inútil. Tras muchas pruebas, Bulma y su padre, que eran científicos, habían determinado que la técnica de la fusión conllevaba una combinación a nivel nuclear, de tal forma que incluso el ADN se modificaba durante los treinta minutos que duraba la unión. El bebé llevaba el ADN de Goku, y también el de Vegeta.

Minutos después, el aereodeslizador de Bulma aterrizaba cerca de su casa. Vegeta iba en el techo y no dentro, como era su costumbre. No necesitaba esa máquina para volar.

-         Vaya, Vegeta, es la segunda vez este mes que nos visitas. Nunca te había visto tanto tiempo en mi casa – se sorprendió Goku.

-         Tsh – respondió el orgulloso sayan. Bulma le había obligado, y además le había instado a ser amable.

-         Pues acostúmbrate. Cuando nazca ese pequeño tendréis que veros a menudo.

Goku sonrió, para él no era ningún problema, pero Vegeta puso una expresión horrorizada.

-         No entiendo por qué es necesario que yo esté aquí. El niño ni siquiera ha nacido todavía – repuso Vegeta, huraño.

-         Ya sabes por qué estamos aquí – replicó Bulma. – La casa de Goku y Chi-Chi es pequeña para tres niños, así que hay que hacer un anexo para Gohan.

-         ¡Pues que lo haga Kakarotto!

-         A-yu-dar, Vegeta, se llama ayudar, y verás qué bien te sienta hacerlo de vez en cuando – replicó Bulma. – Lo haréis más rápido los dos que Goku solo, y el tiempo apremia, porque a ese niño le queda poco tiempo para nacer.

Vegeta maldijo en voz baja, y salió de la habitación con pose orgullosa.  Se detuvo en el umbral de la puerta.

-         ¡Kakarotto! – le llamó, secamente.

-         ¡Sí!

Los dos salieron de la casa para ponerse manos a la obra. El anexo iría pegado a una de las paredes e iba a ser el espacio ideal para un adolescente, puesto que le iba a dar a Gohan cierta independencia. Chi-Chi estaba segura de que ahí podría estudiar mejor, sin Goten molestándole a cada rato.
- No consigo que Goku se ponga a ello salvo cuando venís vosotros – protestó Chi-Chi – Siempre está entrenando, ¡siempre! Es como si pensara que la habitación va a construirse sola.

-         Ya sabes cómo son los sayans – suspiró Bulma, en un tono que evidenciaba que la entendía perfectamente.

Goku y Vegeta se remangaron y comenzaron a crear una argamasa para recubrir la estructura que habían hecho anteriormente, que vendría a ser las paredes de la nueva habitación.

-         ¿Y por qué no te ayuda el chico? Va a ser su cuarto ¿no?  – siguió refunfuñando Vegeta, refiriéndose a Gohan. En verdad sabía perfectamente que Goku no necesitaba ayuda alguna, y que Bulma hacía aquello en un intento de hacer que se llevaran mejor, ahora que compartían un hijo.

El rostro de Goku, habitualmente alegre, se ensombreció un poco, pero luego recuperó su sonrisa habitual.

-         Bueno, él y yo no nos llevamos muy bien últimamente – admitió, rascándose la cabeza con algo de vergüenza.

Vegeta le miró con cierta curiosidad, porque siempre había creído que Kakarotto tenía una de esas estúpidas relaciones cercanas con sus hijos. En su opinión, los hijos de Kakarotto eran unos mimados, que por eso mismo no alcanzaban todo su potencial en la batalla, pero debía admitir que creía que ellos  le adoraban. Todos el mundo parecía venerar a Kakarotto y hasta Bulma lloró cuando se murió.

-         No sé qué le pasa  - continuó Goku, como si él le hubiera dado pie a ello. Vegeta le miró con horror. ¿Acaso pretendía hablar de críos con él? – Antes de irme, estábamos bien, creo. Pasamos mucho tiempo entrenando para vencer a Célula y nunca hubo tensión entre nosotros, que yo recuerde. Pero desde hace unos días evita cruzarse conmigo… Le pregunté si quería venir a entrenar y ni siquiera me respondió…

-         Eso es porque es un vago. – opinó Vegeta, mientras mezclaba el cemento. – En estos siete años ha descuidado su entrenamiento, tú mismo te diste cuenta cuando le viste.

-         Sí, lo sé… Pero a veces me da la sensación de que el problema no lo tiene con el entrenamiento, sino conmigo… Mírale, ahí está. ¡Gohan! ¡Gohan! – le llamó. El chico le miró, y luego siguió andando en dirección opuesta.

-         ¡Gohan, ven a construir esta cosa! – le dijo Vegeta. Gohan le ignoró a él también, alejándose. Vegeta frunció el ceño. – Eso fue grosero.

-         ¿Ves? A eso me refería. Esta raro. 

-         Yo jamás permitiría que Trunks me ignore así y se vaya cuando le llamo.

-         Ya se le pasará. Chi-Chi grita más a menudo desde que está embarazada, tal vez solo sea eso – respondió Goku, restándole importancia.

En ese momento Gohan les miró con enfado, y lanzó una pequeña bola de ki contra una roca cercana, reduciéndola a pedazos. Gohan rara vez tenía arrebatos como ese. Bulma y Chi-Chi salieron de la casa precipitadamente, alarmadas por el ruido que Gohan produjo.

-         ¿Qué pasó? ¿Nos atacan? – preguntó Chi-Chi, temiendo que Buu hubiera vuelto o algo así.

-         Tranquila, Chi-Chi, no pasó nada, solo fue Gohan – dijo Goku.

-         ¡Gohan! ¡Os tengo dicho que si vais a entrenar lo hagáis lejos de la casa, mira nada más…Gohan! ¡GOHAN! – gritó, porque el adolescente la dejó con la palabra en la boca y se elevó en el aire, volando lejos de allí.

-         Ese chico está pidiendo una paliza… - murmuró Vegeta.

-         ¡Ay, Vegeta, cómo eres! ¡Estando de ese humor no creo que quiera entrenar conmigo! Además, si le gano se pondrá peor. – dijo Goku.

-         No me refiero a ese tipo de paliza – gruñó Vegeta.

Goku le miró sorprendido.

-         ¿Te refieres a….? Chi-Chi lo hizo alguna vez, cuando era niño. Yo prefería no meterme… Cuando está enfadada me da miedo hasta a mí…

-         ¡Goku, ve a buscarle! – instó Chi-Chi. Era imposible decir si estaba enfadada o preocupada.

-         Ya volverá, Ch….vale, vale – rectificó Goku, al ver la mirada de su mujer.

Se echó a volar detrás de su hijo, pero Gohan iba verdaderamente rápido, como para asegurarse de que no le alcanzaban. Tras unos minutos volando a increíble velocidad, Goku se dio cuenta de que ya estaban demasiado lejos, y optó por usar su técnica de teletransportación para cortarle el paso a su hijo. Se llevó dos dedos a la frente y se materializó delante de Gohan, que tuvo que frenar su vuelo en seco para no chocarse.

-         ¡Qué te pasa, papá, casi nos chocamos! – protestó Gohan.

-         Era la única forma de alcanzarte. Hijo, vamos a casa… No sé por qué estás tan molesto, pero…

-         ¡Pues deberías saberlo! – le interrumpió Gohan.

Goku parpadeó confundido. Así que sí era por él que Gohan estaba así.

-         ¿Es por lo que pasó con tu madre y Gogeta? – preguntó, algo incómodo. Goten era pequeño, pero Gohan, con sus dieciséis años, entendía perfectamente las implicaciones de lo que había pasado y por qué el nuevo bebé iba a tener dos padres.

-         Eso es entre ella y tú – replicó Gohan.

-         Bueno, ¿entonces qué es? Estoy en blanco, hijo.

-         Sí, así has debido de estar siempre. Tu cerebro solo funciona para comer y entrenar – le soltó Gohan.

Goku se sorprendió por oírle hablar así. Aquello no era propio de Gohan, él siempre era muy educado y correcto. Chi-Chi le había enseñado bien. Aunque ahora iba a un instituto con otros chicos… Antes había estudiado desde casa, tal vez el contacto con otras personas de su edad  había cambiado su forma de hablar. Tampoco le dio mucha importancia. Goku no era precisamente un ejemplo de formas y buena educación, aunque sí intentaba no ofender a nadie.

-         Ay, no sé por qué estás tan enfadado – reconoció Goku, con una mueca algo graciosa. - ¿He olvidado algo? Me pasa a menudo, como aquella vez que te prometí ir a pescar y no te llevé…

-         Sí, en concreto has olvidado siete cumpleaños, el nacimiento de tu segundo hijo e incontables momentos padre e hijo – estalló Gohan.

Goku parpadeó unos instantes, procesando sus palabras.

-         ¿Estás enfadado conmigo por no haber estado en los últimos siete años? – preguntó, como si necesitara confirmación.  - ¡Pero si estaba muerto!

-         ¡Porque tú quisiste! ¡Íbamos a resucitarte con las bolas de dragón, pero dijiste que no! Dijiste que el mundo estaría más en paz si tú no estabas.  ¡Y mamá y yo no tuvimos más que aceptarlo, como siempre!  ¿Qué hay de nosotros? ¿Nosotros también íbamos a estar más en paz? Por no hablar de que cuando volviste fue para el maldito torneo. ¡Para un torneo! ¡Siete años, y no vuelves para darle una sorpresa a mamá, o para verme a mí, sino para participar en un torneo de lucha! ¡No hay nada más que eso para ti! ¡Has sido mi entrenador más que mi padre! ¡Piccolo ha estado más presente que tú!

Goku observó a su hijo con atención. No estaba muy acostumbrado a los tiempos de paz, que le permitían pasar tiempo con su familia. Cuando más había interactuado con Gohan fue durante el año que pasaron en la Sala del Tiempo, entrenando para vencer a Célula. Para él había sido un gran año, pero empezaba a comprender que para Gohan tal vez no. Le estaba reclamando el no pasar tiempo con ellos y los siete años de ausencia. ¡Ni que él hubiera querido morirse! Pero si quiso permanecer muerto, para entrenar en el otro mundo… Alguna vez Bulma, estando muy enfadada, le había llamado egoísta. Chi-Chi también, aunque con otras palabras. Solo en ese momento, comenzó a pensar que quizás lo era. En algún punto, su deseo de volverse más fuerte para proteger a la tierra y a su familia había entrado en conflicto con el hecho en sí de tener una familia.

-         Me… me alegro de que tuvieras a Piccolo – dijo al final. Sabía que su hijo tenía una relación especial con el namekiano, que a veces era como un segundo padre y por lo visto había llegado a ser como el primero.

Gohan respiraba con cierta agitación. Se había quedado muy a gusto después de soltar aquello, y ya tenía menos rabia contenida, aunque empezaba a sentir cierta culpabilidad por haberle hecho aquél reproche a su padre. Goku era un héroe, para todos y en especial para él. Durante aquellos siete años le había recordado únicamente con afecto, pero ahora que le tenía de vuelta necesitaba sacar el dolor que había sentido al perderle.

-         Piccolo está bien, pero hay cosas que no puedo hablar con él. No entiende nada de mujeres – dijo Gohan, en un intento de tener una conversación más cordial.

Goku rió suavemente.

-         Bueno, yo tampoco, aunque ya sé lo que sientes por Videl, y sé que ella te corresponde.

Gohan se ruborizó muchísimo y se rascó la cabeza en un gesto que le hizo parecerse más que nunca a su padre. Goku se rió más, ante el bochorno de su hijo.

-         Volvamos a casa, seguro que tu madre se preocupó.

-         Glup…. Estará muy enfadada – suspiró Gohan. Chi-Chi no soportaba que la dejaran con la palabra en la boca. – Desde que estás tú nunca se ha enfadado en serio… Ojalá le dure todavía la alegría…

-         Ya sabes cómo es, se le pasará enseguida. El que debería preocuparte es Vegeta – dijo Goku, sin poder contener una sonrisa.

-         ¿Vegeta? ¿Por qué?

-         Porque me sugirió que te diera una azotaina. Por suerte para ti, me parece que estás grande para eso.

Gohan comenzó a toser, como si se hubiera atragantado. Pocas veces había sentido tanta vergüenza. No solía hablar mucho con Vegeta, era serio y poco conversador, pero jamás habría pensado que podía sugerir algo como eso. Se sentía incapaz de mirarle de nuevo a la cara.

-         Ay, hijo, deberías verte la cara – se rió Goku, apretándose los costados para sujetarse las costillas, que amenazaban con estallarle por los espasmos.

-         ¡Papá! – protestó Gohan.

-         Eres demasiado vergonzoso.

-         Y tú no tienes vergüenza. – gruñó Gohan.

Tomaron el camino de vuelta, volando esta vez más despacio y el uno al lado del otro. Gohan puso especial atención por aterrizar lejos de Vegeta y en seguida entró en la casa para no tener que mirarle. Se le había olvidado que, dentro, de quien debía preocuparse era de su madre.

-         ¡Gohan! – chilló Chi-Chi, con los brazos en jarra, a modo de regaño.

-         Ma…Mamá. Perdona, yo…

Chi-Chi vio entrar a Goku y estudió el lenguaje corporal entre ellos dos. La tensión que Gohan emanaba al ver a su padre durante los últimos días parecía haber desaparecido en gran medida. No sabía qué había pasado, pero se alegró de que estuvieran bien. Si iba a criar un hijo a medias con Vegeta, iba a necesitar a sus dos hombrecitos.

-         No vuelvas a irte así – le dijo. Antes de que nadie se diera cuenta, le dio un golpecito medio cariñoso en el muslo, con la cuchara de madera que usaba para cocinar. – Ve a estudiar. Pronto tendrás el anexo para ti, y allí te concentrarás mejor.

Un pensamiento asaltó a Goku mientras veía a Gohan frotarse suavemente donde había impactado la cuchara.

-         Gohan… ¿quieres que la nueva habitación sea tu cuarto o prefieres quedarte aquí? – le preguntó.

Un instinto de padre que estaba recuperando le dijo que en parte el enfado del chico había sido porque ahora se sentía desplazado. Justo cuando su padre volvía, llegaba un nuevo hermano que le “echaba” de la casa.  Gohan no respondió, pero su silencio fue muy elocuente.

-         Chi-Chi, el anexo será un cuarto de invitados. Por si Bulma y Vegeta se quedan alguna vez, o incluso Videl. Gohan puede seguir en su cuarto, y Goten puede dormir con el bebé. Estaremos bien, de todas formas los niños pasan casi todo el día fuera de la casa.

Chi-Chi iba a protestar, diciendo que Gohan necesitaba un lugar tranquilo para estudiar, pero por primera vez Goku había tomado una decisión como padre y eso la gustó tanto como para no discutir. Tal vez fuera mejor tener a Gohan más cerca, no fuera a ser que esa noviecita se colara en su habitación alguna noche.

-         Está bien.

- ¡KAKAROTTO, YA BASTA DE ESCAQUEARTE! ¡No pienso hacer el trabajo por ti! – gritó Vegeta desde el exterior.

Goku y Vegeta trabajaron en el anexo el resto de la mañana y Chi-Chi insistió para que Bulma y Vegeta se quedaran a comer. Los sayans tienen un apetito voraz, pueden llegar a comer diez veces lo que una persona normal, pero Chi-Chi ya estaba acostumbrada. Sabía que tenía que hacer cantidades ingentes de comida, y así lo hizo.

Vegeta tenía que admitir que, aunque Bulma tenía chefs privados que podían cocinarle a cualquier hora del día, la comida de Chi-Chi  sabía realmente bien. Él y Goku comieron como si no hubiera un mañana y Gohan y Goten tampoco se quedaron atrás.

Trunks se había quedado con sus abuelos, así que Goten se aburría un poco, al faltarle su compañero de juegos. Cuando acabaron de comer se fue a su cuarto y no encontró nada divertido para hacer. Gohan estaba estudiando, así que tampoco podía contar con él para entretenerse. Como los adultos parecían ocupados hablando, pensó que nadie iba a notar su ausencia si salía por la ventana y se iba a buscar a Trunks. Pero cuando estaba poniendo en marcha su plan y tenía ya medio cuerpo fuera a punto de emprender el vuelo, alguien le agarró por el pie.

-         Ma…mamá…

-         Goten, ¿qué estabas haciendo? – preguntó una voz, pero no era la de Chi-Chi, sino la de Goku. Goten se relajó visiblemente.


-         Iba a ver a Trunks.

-         ¿Se lo dijiste a tu madre?

-         No…

-         No puedes irte sin decirle a nadie. Yo antes tampoco entendía por qué, pero por lo visto la gente se asusta mucho cuando lo haces – le dijo Goku. Ese niño le recordaba tanto a sí mismo…

-         Pero lo he hecho muchas veces.

-         Ya, y te han dicho que lo dejes de hacer ¿no?

-         ¡Pero es que mamá no me dejará ir! Dirá que tengo que estudiar o que no puedo ir con Trunks si sus padres no están…

-         Pues entonces, tendrás que ver a Trunks otro día – dijo Goku, como diciendo “qué le vamos a hacer”·

Goten puso una mueca de disgusto. Luego, sacudió la cabeza.

-         No le digas a mamá y listo – dijo con una sonrisa.

-         Mmm. En otra ocasión te cubriría, pero yo tampoco quiero que  te vayas ahora. Vegeta y yo acabaremos enseguida y después había pensado que podríamos entrenar un rato.

-         Prefiero entrenar con Trunks.

Goku suspiró. No tenía nada en contra de Trunks, pero lo cierto es que creía que Goten podría desarrollar más su potencial si entrenaba con alguien más fuerte de vez en cuando, y no siempre con un chico de su edad. Trunks entrenaba con Vegeta, pero Goten nunca quería entrenar con él.

-         Eso puedes hacerlo otro día, Goten.

- ¡Pero yo quiero hacerlo hoy!

Goku se rascó la cabeza, confundido.

-         Pero… no puedes.

-         ¡Sí puedo!

Cuando Chi-Chi le decía que no a algo, Goten no discutía, pero Goku ya se había fijado en que él no tenía tanta suerte. No le había dado importancia en los meses que llevaba viviendo con ellos, pero Gohan le había hecho ver que no siempre se comportaba como su padre, y que tal vez tenía que empezar a hacerlo. Él, después de todo, había crecido sin padres, pero no quería lo mismo para sus hijos. A él le había ido bien, pero le hubiera gustado conocer al hombre que le había dado la vida y luego la había perdido por él.

-         Hoy no salgas de casa ¿de acuerdo? Si tienes paciencia, prometo que luego te enseñaré algunas de mis técnicas, como el Kame-Hame-Ha. ¿Qué dices?

-         ¿El Kame-Hame-Ha?- preguntó Goten, con los ojos brillantes de ilusión. - ¡Vale!

Goku sonrió, se le subió a hombros con ánimo juguetón, y se despidió momentáneamente de él para seguir trabajando en el anexo.  Gracias a la ayuda de Vegeta, y a que los dos podían ser increíblemente rápidos e increíblemente fuertes, ya casi lo habían terminado. Solo quedaba amueblar la habitación, pero de eso se encargarían Goku y Chi-Chi otro día. Contento por haber terminado más rápido de lo que creía, Goku fue a buscar a Gohan y después a su hijo pequeño.

-         Ey, Goten, tu hermano y Vegeta se nos van a unir en… ¿Goten? – se extrañó Goku, porque en el cuarto de su hijo no había nadie. La ventana estaba abierta y se sorprendió a sí mismo al notar que estaba enfadado por el hecho de que Goten no le hubiera obedecido. Recordó que durante la lucha con Buu su hijo cometió varias imprudencias y de pronto tuvo claro que lo de obedecer no iba mucho con Goten, al contrario que con Gohan.

Goku cerró los ojos para sentir el ki de su hijo y le percibió no muy lejos de allí. Se teletransportó al lugar que le indicaban sus sentidos y así encontró a su hijo en una situación un tanto peculiar. Goten estaba dentro de un nido de dinosaurio, junto a unos huevos que presentaban grietas, como si un animal estuviera a punto de salir de ellos. No había signo de la madre por ningún sitio, pero cada uno de esos huevos era tan grande como Goten, así que uno podía imaginar el tamaño del bicho al que pertenecían.

-         ¡Mira, papá, ya están saliendo! – anunció Goten entusiasmado, cuando le vio.

Goku olvidó su molestia por unos instantes, primeramente enternecido por la emoción inocente de su hijo, y después emocionado él mismo, porque también le gustaba presenciar esas cosas.

-         ¿A ver?  - se acercó. Esperó por un rato, pero el huevo solo daba pequeños temblores. Golpeó con suavidad uno de los cascarones. – Vamos, amiguito, que tienes público. Sal de ahí ya.

Goten observaba el huevo tumbado sobre las ramitas que conformaban el nido, con la cabeza apoyada en las manos y los pies cruzados en el aire.

-         Vengo aquí todos los días, esperando a que nazcan – le dijo a su padre. – Antes venía con Gohan, pero ahora está muy ocupado con Videl.

Goku se quedó en silencio, pensando que había pasado tanto tiempo luchando para salvar el mundo que había olvidado lo bonito que era el mundo que salvaba. Cuando tenía la edad de Goten también le gustaba observar las cosas que pasaban en la naturaleza, pero en algún momento había dejado de hacerlo.

Un pico acabó por emerger de uno de los cascarones, y muy pronto un pequeño pterodáctilo se presentó ante ellos, con un suave gruñidito a modo de saludo. Los otros dos huevos no tardaron en romperse.  Ni Goku ni Goten estaban preocupados por el tamaño de las criaturas, ni de la madre que no debía andar muy lejos, porque un dinosaurio no era rival para ellos. Ante su fuerza, no eran más que animalitos inofensivos.

Se quedaron un rato jugando con los bebés. Goten había visto el nacimiento de muchos de los dinosaurios de la zona y nunca parecía cansarse de ello. Era una de las pocas aficiones que tenía. Goku disfrutó tanto o más que su hijo, pero cuando la madre volvió, decidió que era hora de volver.  Goten estaba algo cansado, así que Goku le llevó a su espalda, porque de todas formas él volaba más rápido. Sonrió al recordar que cuando Gohan era pequeño también le llevaba así. Pero perdió la sonrisa conforme se iban acercando a su casa. Chi-Chi ya se había dado cuenta de su ausencia, pero no parecía excesivamente preocupada, porque Goten solía hacer eso a menudo. Nunca iba a lugares peligrosos o que ella le hubiera prohibido, así que había terminado por conformarse con el hecho de que de vez en cuando dejara los estudios e hiciera una escapadita, aunque se sentía mucho más tranquila cuando Gohan le acompañaba. Aquella vez era Goku el que estaba molesto, porque él le había dicho que no saliera de la casa, se lo había dicho expresamente, y el niño no le había hecho caso. Le bajó de su espalda y le dejó en el jardín y Goten corrió a contarle a Gohan las novedades respecto a los huevos. El aprovechó para ir a hablar con su esposa.

-         ¿Ya volvió a salir? – preguntó Chi-Chi, con cierta resignación.

-         Lo hace a menudo, ¿verdad? – quiso saber Goku.

-         Sí… A veces me pide permiso primero, pero otras veces, si me descuido, cierra los libros y sale por la ventana.

Goku nunca había entendido la obsesión de Chi-Chi porque los chicos estudiaran, pero siempre la había respetado. En un acuerdo tácito, él delegaba en Chi-Chi esa clase de decisiones, y solo se oponía al estudio de los chicos cuando estaban bajo alguna amenaza y necesitaba que ellos lucharan. El trato era que en tiempos de paz, tenían que estudiar. Con Gohan no era mucho problema, él quería ser científico, pero el interés de Goten por los libros parecía ser el mismo que el de Goku: ninguno. Por no saber, Goku no sabía ni hacer las cuenta básicas, como multiplicar o dividir.

-¿Y no te enfada que haga eso? – preguntó Goku, con incredulidad. Con el carácter que tenía su mujer…

-         Al principio sí, pero seguía haciéndolo igual, y no dejaba de recordarme a ti… Siempre que te digo que tenemos que sembrar el campo te las arreglas para salir volando, diciendo que tienes que entrenar y que ya lo harás. Me sorprende que haya conseguido que hagas el anexo.

A Goku no le pasó inadvertido el tono de reproche, pero como no tenía nada que decir a su favor, decidió ignorarlo.

-         Supongo que si es verdad que se parece mucho a mí…  Pero yo le dije expresamente que no lo hiciera. Le dije que hoy no saliera y que luego íbamos a entrenar juntos. No creo que a ti te desobedezca cuando le prohibes algo expresamente.

-         Pues no…

-         Ya lo noté en la lucha con Buu, me desesperé un par de veces porque no me hacía caso… ¿Por qué será?

-         ¿Te extrañas, Goku? Apenas te conoce. Has estado muerto los siete años de su vida. Solo en estos meses ha empezado a conocerte, y aún así creo que te ve más como a un compañero de juegos que como a un padre. Tú eres quién entrena con él, quien juega en la bañera y quien le enseña cosas divertidas. Yo soy quien le pone las normas y le dice que no.

-         Es que no me gusta regañarlo – se justificó Goku, en un tono muy infantil. – Además, tú te enfadas por todo.

-         Ahora la enfadada no soy yo – le recordó Chi-Chi, con una media sonrisa de victoria. Por fin, Goku parecía estar despertando a la paternidad.

-         ¡KAKAROTTO! ¿VAMOS A ENTRENAR O NO? ¡SI LLEGO A SABER QUE ME VAS A HACER ESPERAR TANTO ME VUELVO A MI CASA! – gritó Vegeta, desde fuera de la casa.

-         Como vuelva a gritar le…le… - se exasperó Chi-Chi. Y pensar que iba a tener que acostumbrarse a la presencia de Vegeta...

-         Le gritas tú de vuelta y seguro que le asustas – bromeó Goku, y salió, tanto para evitar las represalias de Chi-Chi, como para apaciguar a Vegeta. - ¡Ya voy, ya voy! Primero tengo que hablar con Goten.

-         Dijiste que me ibas a enseñar el Kame-Hame-Ha, papá – le recordó Goten.

-         Dije que lo haría si me esperabas ¿no? Pero eso no fue lo que hiciste.

Goten le miró sin entender.

-         ¡Dijiste que me enseñarías!

-         Y tú que no ibas a salir de casa.

-         ¡Pero no fui a ver a Trunks! – protestó Goten.

-         No, pero igual saliste. Y yo te dije que no.

Goten hinchó los carrillos ligeramente, con evidente enfado.

-         ¡Me da igual lo que digas! ¡Si no me enseñas el Kame-Hame-Ha ya no te voy a creer nunca más!

Goku retrocedió un par de pasos ante la indignación de su pequeño. Nunca le habían tachado de mentiroso y no se tenía por uno, pero entendía lo que sentía Goten. Vegeta, que estaba presenciando la escena, les dedicó una mueca de desprecio.

-         ¿Por qué saliste de casa, Goten? ¿Por qué saliste si yo te dije que no?

-         ¡Porque me dio la gana!

-         ¡Goten! ¡No le hables así a tu padre! – intervino Chi-Chi.

Goku ya había escuchado suficiente para confirmar que efectivamente el niño no le veía como su padre. Sin decir nada, agarró a Goten con un solo brazo y le llevó en volandas dentro de la casa. Con la mano libre cogió una silla del comedor y, pensando que la situación podía ponerse fea, le llevó al anexo, que aun no estaba amueblado y por tanto no había objetos susceptibles de ser tirados.

-         ¿Qué haces? ¡Suéltame!

-         No me hables así, Goten – dijo Goku, con voz calmada. No estaba enfadado con su hijo, solo estaba decidido a conseguir que le obedeciera.

-         ¡Te hablo como quiero, porque me has mentido!

-         Yo no te he mentido. Te dije que haríamos algo si tú me hacías caso, pero no me lo hiciste. – le explicó, pausadamente. – No estoy enfadado. Me gustó mucho ver salir a los dinosaurios contigo, pero me hubiera gustado más si me lo hubieras dicho antes de irte. Así habríamos ido juntos desde el principio.

-         ¿Habríamos ido? – preguntó Goten, inseguro. No sabía qué esperar de él. No estaba acostumbrado a tener un padre, ni entendía qué tipo de cosas iban a hacer juntos. Por lo que sabía, a Goku solo le gustaba entrenar.

-         ¡Claro! Iremos a donde tú quieras. Solo avísame con tiempo para que yo convenza a tu madre – le dijo, y le guiñó un ojo.

Goten cambió su expresión y sonrió un poco. Goku le sonrió de vuelta, pero luego se puso serio otra vez.

-         Cuando yo te pida que hagas algo, tienes que hacerlo, Goten. No basta con obedecer solo si lo que te digo te gusta. Cuando tu madre te dice algo, siempre la haces caso.

-         Porque sino me castiga – protestó Goten.

-         Pues conmigo lo mismo.

-         ¡Tú no puedes!

-         Yo sí puedo, Goten, porque aunque hayas crecido sin mí, soy tu padre. Y lo seré para siempre. – declaró Goku. Pocas veces en su vida había hablado tan en serio. Dejó la silla en medio del cuarto y trató de recordar lo que decía su abuelo Gohan, cuando él tenía solo cuatro años y no podía estarse quieto y rompía algo importante. – Quiero que te sientes en esta silla a pensar en lo que pasó. – dijo, intentando sonar firme.

Olvidó el pequeño detalle de que Goten tenía siete y no cuatro años, y de que su abuelo Gohan había sido su figura paterna durante los cuatro primeros años de su vida, mientras que él para Goten aún no era eso. Miró la silla sin ninguna intención de sentarse en ella.

-         ¿Por qué? – preguntó, extrañado.

-         Por… porque… Porque te portaste mal, y quiero que pienses sobre ello.

-         ¿Y de qué servirá pensar sobre ello? – siguió extrañándose Goten. Tenía la misma manía que Goku de preguntarlo todo.

-         Para que no lo hagas de nuevo.

Goten se quedó en silencio unos segundos y Goku pensó que ya se habían acabado las preguntas, pero entonces el niño volvió a la carga.

-         ¿Y por qué no me pegas y ya?

-         ¿Pe…pegarte? – inquirió Goku. Ahora el extrañado era él.

-         Si mamá se enfada conmigo me…

-         Ya sé lo que hace tu madre. – le interrumpió Goku - Pero no creo que esta vez hayas hecho nada tan malo y además no quiero hacerte daño. – le explicó, siempre sincero hasta el extremo. Él era el hombre más fuerte del mundo, y aunque su hijo también era bastante fuerte, le daba miedo calcular mal su fuerza y hacerle daño. Una cosa era pelear con él cuando entrenaban, y los dos se estaban defendiendo, y otra golpearle cuando estaba indefenso.

Goten le miró, luego miró la silla y decidió que no se iba a sentar.

-         ¡Me voy a jugar con Gohan! – anunció.

-         ¡No, no puedes irte!.

Goku se dio cuenta de que esto no estaba funcionando. Si quería que le hiciera caso tenía que ser capaz de reflejar cierta autoridad. Vegeta y Piccolo parecían hacerlo bastante bien, no podía ser tan difícil.

-         Vas a venir aquí y me vas a obedecer – sentenció.

-         ¡No me voy a sentar en la silla! – replicó Goten.

-         Entonces me sentaré yo – respondió Goku, y agarró a su hijo por el brazo. No estaba muy seguro de cómo hacer aquello, porque jamás lo había hecho, pero sí había visto a Chi-Chi hacerlo un par de veces.

Mover a Goten le resultó muy sencillo, porque era más fuerte que él. Le tumbó encima de sus piernas y reparó en que al hacerlo el niño dio unos cuantos pataleos, pero luego se calmó. Goku se aseguró de no emplear absolutamente nada de su fuerza superior, descendiendo su ki al de un humano normal. Le sorprendió comprobar que Goten también lo hacía. Levantó su mano con torpeza, y la dejó caer sobre los pantalones naranjas del niño, una réplica en miniatura de la ropa que usaba él.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

-         Au… - protestó Goten, en voz baja.

PLAS PLAS

-         Empezarás a hacer caso a todo lo que te diga, ¿está claro?

-         Sí, papá.

-         Bien. – suspiró Goku, y le dejó levantarse. Le observó con curiosidad y cierto orgullo, porque comprendió que Goten nunca abusaba de su fuerza con su madre. Entendía la diferencia entre una pelea y un castigo y supo que Chi-Chi lo había hecho bien con él durante aquellos años.

Goten se frotó con un puchero. Su madre a veces era más dura con él de lo que había sido su padre y no le había dolido mucho, pero le molestaba particularmente que fuera Goku quien le había castigado. Gohan siempre hablaba de él como si fuera alguna especie de super hombre que nunca se enfadaba y él, en los pocos meses que le conocía, había descubierto que Goku podía ser muy divertido. Trunks le hablaba a menudo de su padre y Goten siempre se había sentido un poquito mal por eso, pero ahora él podía hablar de su padre también, y contar las cosas chulas que hacía con él.

Se enfadó con Goku por haberle pegado, y antes de que este pudiera hacer nada por impedirlo, Goten salió del cuarto corriendo, rumbo al jardín, medio lloriqueando.

-         ¡Tío Vegeta, Tío Vegeta! – llamó, y se empotró contra él en un placaje.

-         ¿Qué pasó, Goten? – preguntó el sayan, con seriedad. A ese niño le tenía más paciencia que a otros, quizá porque estaba acostumbrado a verlo por su casa.

-         Papá me pegó – acusó, aunque empezó a sentir que no había ido con la persona indicada. Sabía que Vegeta y su padre no se llevaban demasiado bien, así que creyó que se pondría de su parte, pero Trunks a veces le contaba cosas que le hacían pensar que tenía suerte de que Vegeta no fuera su padre.

Goku salió en ese momento y no dio crédito ante el hecho de que su hijo escogiera refugiarse precisamente en Vegeta. Además, ¿no había sido él el que se había extrañado de que no le pegara en primer lugar? ¿Quién entendía a los niños?

-         Goten, ven aquí. – le llamó. Para su sorpresa, Goten lo hizo de inmediato. Le cogió en brazos, y le sonrió, para indicar que todo estaba bien entre ellos. Le sentó en su hombro, tal como sabía que al niño le gustaba. – ¿Así que me acusas con Vegeta? Eso es un golpe bajo. ¿Y si yo te acusara con Chi-Chi de todas las travesuras que haces? Pensé que había un código entre nosotros.

-         ¿Ah, sí?

-         Claro.

-         ¿Ya no estás enfadado?

-         Nunca he estado enfadado – le aseguró Goku. - ¿Quieres que le enseñemos a Vegeta los dinosaurios que hemos visto nacer?

-         ¡No, que a lo mejor se los come! – dijo Goten, horrorizado. Goku se quedó congelado un segundo, y luego empezó a reír estruendosamente, por las ideas de su hijo.

Vegeta les dedicó una mirada asesina. Tal hijo para tal padre. Grr. Y pensar que su retoño iba a compartir la sangre con semejante espécimen.





4 comentarios:

  1. Me encantó. Recorde el capi cuando logran la fusion correcta de Gotenks y se enfrentan a Buu sin permiso y Milk lo castiga. 😧 lo se soy una frik jeje pero tu historia me encantooo.

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  2. Jajaja que ocurrencias de ese pequeño!! Comerse a los dinosaurios jajaja...
    Me gusta mucho la historia!!...
    Que buenos tiempos los que pasábamos viendo este anime....

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  3. Genial historia. AMO ESTA SERIE, LA VERDAD me pidieron que escribiera de esto, pero tiempo es lo que me falta, adoro a Goku y a Goten siempre me hubiese gustado la relación de padre e hijo que pudieron llevar, bueno no pensé que lo castigara. Goku no parece el tipo de padre que castiga es tan flemático jajajaja, pero Goten vaya que si lo merecía demasiado caprichosito. Amo a Vegeta y como trata a KAKKAROTTO Genial.... mas por favor en el futuro quizas me anime a escribir la versión latina...

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  4. Genial historia. AMO ESTA SERIE, LA VERDAD me pidieron que escribiera de esto, pero tiempo es lo que me falta, adoro a Goku y a Goten siempre me hubiese gustado la relación de padre e hijo que pudieron llevar, bueno no pensé que lo castigara. Goku no parece el tipo de padre que castiga es tan flemático jajajaja, pero Goten vaya que si lo merecía demasiado caprichosito. Amo a Vegeta y como trata a KAKKAROTTO Genial.... mas por favor en el futuro quizas me anime a escribir la versión latina...

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