miércoles, 26 de septiembre de 2018

Chema Venegas, del Señor de los Cielos





Hola! Somos de nuevo London Wayne y Konohaflameninja, esta vez con una historia del Chema Venegas, del Señor de los Cielos :)

Para los que no se han puesto al día con la serie, en estas últimas temporadas se reveló que el Chema tuvo un hijo del que no sabía nada con una mujer de su pasado. Al enterarse de quién era su padre, el muchacho, Leonardo, decide que quiero conocerlo y, con la ayuda de Mónica Robles, logra que lo lleven hasta la casa del hombre.

En esta historia cambiamos algunas cosas:
Rutila está soltera (en la serie onda con el SúperJavi pero realmente no nos gusta esa pareja).
Mónica, el Chacorta y Victor siguen vivos.
Victor, Luzma y Leonardo no son tan grandes. Luzma y Carlitos tienen aproximadamente 10 u 11 años, mientras que Victor y Leonardo tienen 14.

No encontramos fotos de Victor chavito, lo pusimos lo más joven que encontramos. Y para Leonardo pusimos foto de un chavito que sí se puede parecer al Chema, ya que no vimos fotos del actor chavito tampoco.

Quizás hicimos muchos cambios, pero fue para que la historia saliera lo mejor posible :3
Ojala les guste!

ESDLC FOTOS

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Humbertito e Isidro

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Victor Casillas Jr.

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Leonardo Venegas
 José María Venegas azotó la puerta de la camioneta al bajar. Acababan de estacionarse después de un viaje de varias horas por las zonas más concurridas de la ciudad, es decir las más riesgosas para la gente como él. Y no es que al Chema le hubieran dado de repente ganas de pasear por ahí como un buen ciudadano común y corriente, para nada, sino que de nuevo había tenido que salir forzosamente a buscar al muchacho que había llegado hace no más de un año a su casa.


El capo de los túneles hizo una seña a su gente de seguridad para que se desaparecieran de su vista al menos durante varias horas. Desgraciadamente, era obvio que tenía que hablar con el mocoso y como que no estaba de humor para que un puberto asqueroso le faltara al respeto frente a sus empleados. Y es que al Chema le gustaba pensar que su supuesto hijo no era un mal muchacho, pero vaya que sí había sacado todo su carácter.

-¿Estuvo bueno el paseo?- fue lo más civilizado que pudo soltar, y es que el descaro de ese huerco era digno de admirar. Todavía que lo hacía pasar puro problema, y se ponía de digno y ofendido.

El chamaco en cuestión ni siquiera volteó a verlo.

-Pues sí, ¿por?- tampoco iba a estar haciéndose el arrepentido cuando lo único que le pesaba era tener que estar encerrado en esa aburridísima hacienda día y noche.

-"Sí, ¿por?"- lo imitó el hombre, tratando de conservar la poca paciencia que tenía- Lo que es no tener vergüenza...- sólo lo alteró más que el huerco grosero ese se atreviera a rodarle los ojos.

-¿Vergüenza por querer salir?- quizás no parecía muy arrepentido, pero se estaba abofeteando por dentro. No sabía con exactitud qué es lo que había esperado al querer conocer a su dichoso padre, pero vaya que no se había imaginado que fuera mil veces más paranoico que su mamá con todo eso de la seguridad y con no poner un pie en la calle.

-Por arriesgarnos a todos con tus idioteces, Leonardo- que no se hiciera pendejo.

-¿Idioteces es no quedarme aquí encerrado toda la vida?-

El hombre soltó una mordaz risotada que no disimulaba en lo absoluto su molestia.

-Oite, "toda la vida"- se pasó la mano por el rostro- No llevas ni un año aquí y ya te andas quejando de tu triste suerte-

El crío no le respondió pero era obvio por su expresión que tampoco estaba de lo más contento ni con el hombre ni con la situación.

-Que sea la última vez que tengo que interrumpir mis... Compromisos para ir a buscarte. Estoy muy ocupado como para estar jugando a las escondidas cada que te aburres- y esque no entendía cuál era el bendito problema, es decir, ¿Cómo demonios podía aburrirse el huerco ese en una casa tan grande como esa, con tantas televisiones y albercas?- Y ni me hagas caras-

El muchacho se abstuvo de rodar los ojos justo a tiempo.

-Pues esque nadie te pidió que fueras a ningún lado, yo nada más salí a distraerme y ya-

El hombre bufó.

-No creo que estés tan pendejo como para no saber que cuando uno sale "a distraerse" avisa antes y dice a dónde-

-¿Para qué? Obviamente no ibas a querer- al principio, su supuesto padre había estado entre confundido y descolocado, después había estado de lo más contento, y por un tiempo Leonardo también, al menos hasta que se dio cuenta de que siempre que mencionaba la opción de salir, el hombre cambiaba de tema y trataba de desviar la conversación. Con el paso de los días, se volvió obvio que estaba implícitamente prohibido salir de ahí si no era con la compañía ya fuera del hombre o de sus mil escoltas.


-Pues no, claro que no- el Chema estaba haciendo un esfuerzo titánico para no quitarle esa mueca de la cara a bofetadas- Y menos si quieres ir a esta hora a cualquier lugar de mala muerte-

-Era una fiesta-

-Una fiesta… Mejor te llevo a las cocinas y es menos peligroso-

-Pues con tal de salir, no me molestaría- 

El Chema rodó los ojos, pero cuanto drama con los pubertos ridículos de esos días. Si estaba bien claro que tantos teléfonos y computadoras sí secaban el cerebro.

-Que sea la última vez que te sales a lo pendejo de esta casa, eh chamaco, porque así te va a ir- el huerco no era tonto y había crecido con su mamá, quien también estaba en el negocio, estaba claro que el muchacho sabía que si no estaba en la casa era porque estaba en una vuelta importante, el Chema no podía estar dejando sus negocios tirados a cada rato por ir a buscarlo nada más porque al niño se le había antojado irse de fiesta- No voy a andar batallando-

-¿Batallando?- nada más eso le faltaba al muchacho- ¿Batallando con qué? Ni que tuvieras que andarme cuidando-

-Pues parece que sí-

-Ay, como quiera ni lo haces- replicó, rodando los ojos- Llevo varios meses aquí y en total te he visto como menos de quince días, no me digas que “batallas” mucho conmigo- soltó en tono burlón. Y esque era el colmo, para empezar nadie le pedía que fuera a recogerlo, Leonardo feliz de quedarse en la fiesta hasta que se acabara, era perfectamente capaz de regresarse solo, y además, ¿de qué se quejaba el señor ese? Como si ir a recogerlo una o dos veces (cuando nadie se le había pedido) fuera “batallar”.

-¿A ti qué te pasa, chamaco igualado?- el hombre ya había tenido bastante- Dejar el trabajo tirado para andarte persiguiendo es batallar, y no me importa si sufres mucho estando aquí- rodó los ojos- Porque aquí vives ahora y no vas a andarte saliendo solo a donde quieras cuando se te pegue la gana. Y ya, no quiero que me estés rezongando, que mientras vivas aquí, haces lo que yo te diga-

…………………… ………………………… ……………………….

Nadie podía decir que, al menos con Rutila, el Chema Venegas no era un rogón de lo peor, pero una cosa era ir a rogarle y otra a que lo humillaran como justo en ese momento.

-Mira, mija, sí estás muy bonita y todo, pero no tengo porque andarte dando explicaciones que a ti ni te importan. Yo nada más vine por el chamaco- ahora está le andaba preguntando que por qué el huerco no quería vivir con él como si fuera muy su asunto.

-Puedes decir lo que quieras, pero por algo Leo no quiere vivir contigo...- soltó Rutila.
El Chema la vio entre divertido e irritado. Ahora ya era "Leo"…

-¡¿Y?!- lo que le faltaba- Mira, más bien te callas y le hablas al chamaco, pero ya- le tronó los dedos, es decir, si no lo dejaba pasar del recibidor pues que ella fuera por el huerco- Y date de santos que no me llevo también al Chemita, porque con eso de que tú eres tan buena madre...-

-Ay, tú muy chingoncito, ¿no? A mí no me vienes a dar órdenes, pendejo, voy a ver si Leo te quiere recibir- le cerró la puerta en la cara.

El hombre volvió a tocar como poseído. A él nadie le cerraba la puerta, y menos frente a todos sus escoltas y gente de seguridad.

-¡RUTILA!- 

Pero la mujer lo ignoró enojada mientras caminaba al cuarto donde se estaba quedando Leonardo, ¿Qué se creía ese pendejo al hablarle así?

-Qué pasó?- el muchacho dejó de jugar con su hermanito y le vio la cara luego luego.

-El Chema está allá afuera- Rutila rodó los ojos.

-¡¿Qué?! ¿Por?- Rutila no tenía cara de rata chismosa.

-Pues no lo sé, huerco, ni creas que me gusta que esté aquí-

-Entonces dile que se vaya- él se la estaba pasando mejor ahí en dos días que con su padre en meses- Tú dijiste que podía quedarme aquí-

-Y te puedes quedar, pero él no se quiere largar-

-Y entonces?-

-Pos no sé, conociendo al idiota de tu papito, no creo que se vaya-

-Y qué vas a hacer?- es decir, no podían nada más ignorarlo hasta que se fuera, ese era un tipo muy necio.

-Pues no lo sé- soltó Rutila pensando.

-¡RUTILA, VOY A TIRAR LA PUERTA!- se escuchó desde el piso de abajo, y vaya que Leonardo había visto al tipo no muy contento varias veces, pero nunca lo había escuchado tan... Así- ¡TORO, TRÁETE LA BAZUCA!-

-Le voy a abrir la puerta- rodó los ojos fastidiada- Cuida a Humbertito de mientras-

Leonardo se abstuvo de rodar los ojos, y regresó con su hermanito

-Espérate- Rutila abrió la puerta- Por qué siempre tienes que ser tan bestia?-

El Chema suspiró de mal humor.

-Me vale madres, ¿Dónde está ese chamaco malcriado? Ahorita me va a oír-

-No quiere verte- los escoltas del Chema casi se ríen.

-Es que no le estoy preguntando, así que a ver morra, o te mueves o te muevo-

Rutila ahora sí se rio.

-Ay sí, ¿me vas a matar o qué?-
 
El Chema se río de vuelta.

-Tan dramas como siempre. Si sólo quiero que me dejes pasar para llevarme al mocoso ese- miró a su escolta- Ya deberíamos de estar adentro, pero para ayer-

-Yo le dije que se podía quedar aquí-
 
-¡No me importa! No es lo que tú le hayas dicho, sino lo que YO YA TE DIJE QUE HARÉ-

-No seas histérico. Digo, también ponte a pensar porque no quiere estar en tu casa-
 
-A mí no me vas a decir que tengo que hacer, morra, ¡Déjame entrar!-

-Pásale, pero nada más tú y a la sala-
 
-Ándale, sí- respondió, entrando de mal humor.

-Y no armes panchos- cerró de malas- Podemos hablar tranquilos y ya-

-Ya te dije que no me vas a decir que hacer porque..- y lo interrumpieron.
 
-¿Qué diablos haces aquí?- le gruñó el mocoso.

-Leo, te dije que se esperaran en el cuarto- le reclamó Rutila.

-Es que no entiendo qué carajos haces aquí, ¿eh?- dijo el muchacho envalentonado- Mejor lárgate- pero antes de que pudiera seguir repelando, le cayó una sorpresiva y pesada bofetada en medio lado del rostro. El muchacho no se lo esperaba y se llevó la mano a la cara antes de fruncir el ceño- ¿Qué te pasa?-

-Qué te pasa a ti? Bueno, ¿no te ha quedado claro que no puedes poner un pie afuera de mi casa sin autorización o cómo?-

-No me importa, ya no vivo contigo-

El hombre se le quedó viendo estupefacto sin realmente saber qué decir.

-No seas pendejo, Leonardo- se decidió al fin.

El muchacho resoplo.

-Ya lo decidí-

El Chema no podía creerse tanta estupidez, es decir, ¿así eran todos los adolescentes o nada más el suyo?

-Esque me viene valiendo madres lo que según tú hayas decidido- le explicó despacio para que se le quedara de una vez- Tú no tienes ni voz ni voto hasta que tengas 18, si bien te va, y para eso todavía te faltan varios años-

-¿Según quién?- sonrió divertido- ¿La ley? No me importa lo que tú quieras, yo no me muevo de aquí-

-Según yo, y no te estoy preguntando- comenzó a quitarse el cinto, para horror y objeción de Rutila.

Leonardo se hizo para atrás, si tampoco es que supiera que haría pero vaya que se lo imaginaba.

-¡¿Qué te pasa, Chema?! ¡¿Estás pendejo o qué?!- menos mal al parecer el Humbertito se había quedado en el cuarto.

-Pendejo está este, ya me cansé- gruñó enojado el hombre.
-De qué cosa si ni se ven?! Ya cálmate o te sales de mi casa-

-Uy claro, me voy a salir con este huerco, les guste o no- lo tomó del brazo.

-¡Suéltame!- se jaló el adolescente.

-¡Ya basta! Menos mal que ni te dejo al Humberto porque quién sabe cómo me lo regreses-

El Chema le apretó el brazo al muchacho.

-Ya cállate, pinche alcahueta-

-Pues es la verdad, ya déjalo-

-¡Bueno pues!- lo soltó- Pero muévete pero ya para el carro- le tronó los dedos.

-No- respondió Leo.

-Déjalo que se quede, ¿para qué lo quieres ahí de mueble en tu casa?-

-Cállate tú, ¡Muévete que te llevo a cuerazos!-

-Ya te dije que no!-

-No le vas a pegar al hermano de mi hijo-

-¡Que ya te calles, Rutila! No te estoy pidiendo tu pinche opinión- tomó nuevamente al muchacho del brazo y comenzó a arrastrarlo a la puerta

-Suéltame, ranchero retrógrada!-

El Chema se contuvo de soltarle otra bofetada.

-Te estoy diciendo que me sueltes- se jaló el muchacho.

-Ya cállate- prácticamente sólo lo ignoró y lo jaló más fuerte.

Rutila, por su parte, lo miraba furiosa... no es que estuviera cómoda con la idea de dejar que el idiota de su ex se llevara al adolescente, pero tampoco quería empezar un posible pleito cuando su hijo  estaba adentro de la casa.

-¡Carajo! Que me sueltes- siguió jalándose el muchacho- ¡Eres un idiota!-

El Chema hizo un esfuerzo titánico por no voltearle la cara.

-Toro, lárguense todos para la casa, pero ya- si no se quería ir todavía, bien, le daba la zurra ahí, pues total...

-¡Suéltame!- le gritó nuevamente el muchacho.

El hombre espero muy pacientemente a que sus escoltas y su gente de seguridad siguieran sus instrucciones antes de zarandear el brazo del escuincle.

-¡¿Que te pasa?!

-Ya cállate, tu griterío ya me tiene harto- se lo llevó casi arrastrando a la puerta de la casa de rutila y de nuevo tocó como si fuera a cobrar los recibos.

-Pues suéltame- gruñó.

Rutila abrió.

-¿Qué? Deja de agarrarlo así, bruto-

-¿Qué?- bufó- Pues que nos quedamos un rato más- pasó como si fuera su casa- Eso querías, ¿no?-

¿Y a ese pendejo que le pasaba?

-No, quiero que lo dejes aquí, no te quiero a ti aquí-

Leo le arrebato por fin su brazo.

-Déjame tranquilo-

-Pues uno no siempre puede tener todo lo que quiere y aparte como quiere- cerró la puerta y volvió a agarrar al muchacho.

-Ya suéltame, carajo- maldijo el muchacho enojado.

El hombre ignoró a la que hace no mucho fue su mujer y echó a andar escaleras arriba, llevando al muchacho prácticamente a rastras. El tipo entró a la primera habitación que vio, gracias a Dios estaba vacía, y cerró la puerta.

-Ya suéltame, ¿qué te pasa?- se jaló. El muchacho comenzaba a sentirse bastante nervioso, no sabía que esperar pero sí que tenía algunas intuiciones- Déjame tranquilo-

-Estoy hasta la madre de que quieras hacer lo que te venga en gana-

El muchacho suspiro de mal humor.

-Pues no es mi culpa que me quieras tener encerrado todo el tiempo-

-Esque llevo años en esto, yo voy a dejar que salgas cuando mi experiencia me diga que es seguro, no cuando un Junior de 14 años me lo exija-

-Pues ya te deshiciste de mí, así que ya déjame tranquilo.

-No digas babosadas, Leonardo, obviamente no te voy a dejar decir dónde quieres vivir nomás porque te pegó la gana-

-Es que no te estoy preguntando-

-¿Perdón?-

-Que no te estoy pidiendo permiso-

-Como sé que nunca antes has tenido papá, voy a tener la consideración de explicarte- ¿pues qué se creía o qué?- Yo te digo que hacer, tú lo haces, y a lo mejor en algún momento te puedo preguntar si estás de acuerdo o te parece, pero es más que nada de cumplido-

-Pues no me importa, no voy a irme contigo, estés o no estés de acuerdo-

-¿Quieres ver que sí?- ahora sí se quitó el cinto, el chamaco ese nunca se le había puesto en un plan tan hocicón
.
Sin embargo, fue cuando Rutila pudo encontrar la llave de la recámara y entrar. Leonardo se alivió de verla ahí.

-¿Bueno y a ti que te pasa, eh?- le gritó al idiota de su ex.

-A ver, mija, este es un asunto familiar, no tiene nada que ver con ex esposas metiches-

-Esta es mi casa y aquí no le pones un dedo encima, pendejo-

-Pues digo, ni él ni tú quieren que nos vayamos a la mía-

-Ya, déjalo en paz-

-Ya te pedí que no te metas, esto lo arreglamos entre mi hijo y yo-

-No me importa, no le vas a pegar nomás porque se te hinchan los huevos-

-No mames, lo dices como si no se hubiera salido tres pinches días sin avisar ni nada-

-¡Pues no quiere estar contigo! Ni lo pelas, ni nada, ¿Para qué chingados lo quieres ahí?-

-Ay no jodas, ¿tú qué vas a saber? Ni que vivieras ahí-

-No necesito vivir ahí para creerle, y para saber que eres un imbécil-

-Pues él también se está portando como un imbécil y no te veo diciéndole nada-

-¿Pues cómo quieres que se porte si tú eres su padre?-

-Ay no mam... Mira, mejor ya ábrete y deja que me haga cargo de este huerco prepotente-

-Ya te dije que no le pones ni un dedo encima en MI CASA-

-Bueno, pos nos vamos entonces, y ni te apures que vengo el viernes por el Chemita- había estado demasiado desaparecido esos últimos meses, pero la morra esa no le iba a estar diciendo cómo tratar a su hijo mayor ni impidiendo que estuviera con el menor.

-¡No voy a ir a ninguna parte!- soltó Leo.

-Tú cállate, Leonardo, que estoy hablando con la mamá de tu hermano, no contigo-

-Cállate tú- respondió el muchacho-

El Chema le soltó un manazo quizás un poco muy fuerte en la boca.
 
-¡José María!- gritó Rutila.

El muchacho sintió un dolor punzante en la boca, pero se tragó el nudo en la garganta y se quedó callado.

-¿Qué?- el hombre volteó a ver a Rutila.

-Deja de pegarle- ordenó bastante molesta- Ya, lárgate de mi casa, pero YA- le tronó los dedos.

El Chema rodó los ojos.
-Como sea, te veo el viernes- tomó el brazo del muchacho de nuevo, y a pesar de que el muchacho no dijo nada, siguió poniendo resistencia. Sin embargo, Leonardo no consiguió soltarse y el hombre lo subió a la camioneta de todos modos.

-¡Dejame bajar!

-Ya no grites-

-Pues dejame bajar!

El hombre rodó los ojos.

-No tienes ni idea de la bronca en la que estás metido por andarle jugando a Don Chingón-

-Mira como estoy de preocupado- soltó sarcástico

El Chema apretó los dientes e intentó disimular su enojo de la mejor manera posible, tampoco se trataba de darle la satisfacción al pendejete que al parecer tenía por hijo.

Leo empezó a intentar abrir la puerta para bajarse aunque la camioneta estuviera en movimiento, pero no podía

-Tiene seguro para niños- era muy útil en los levantones.

El muchacho opto por abrir la ventana entonces pero tampoco se podía.

-Carajo, déjame bajar-

-Sí, en la casa-

-¡No, ya abreme!-

Sin embargo, no obtuvo respuesta y el Chema siguió en silencio hasta que se estacionó. Ya le había dado la orden al toro de que todos estuvieran fuera de la casa, tampoco necesitaba que se le quedaran viendo espantados cuando agarrara a cuerazos al chamaco.

-Vete a tu cuarto-

-No vivo aquí- aún se sentía valiente.

-Vete al cuarto donde has dormido las noches que has pasado aquí- no iba a discutir por esas tonteras.

-No- se cruzó de brazos.

-Vas o te llevo, pero ya- se bajó a abrir la puerta.

-Pues no me voy a mover-

Eso era el colmo… El hombre se lo echó al hombro y echó a andar escaleras arriba.

-¡Bájame!- comenzó a patear el muchacho.

El Chema gruñó por lo bajo y le soltó una punzante palmada en los muslos. EL huerco ese lo acababa de patear.

-¡AUUU!- gritó para sorpresa del tipo.

-Y síguele para que veas cómo te va-

-¡Pues bájame, chingado!-

Pero por supuesto que el Chema no iba a andar siguiendo órdenes de un huerquito insolente, y no lo bajó hasta que llegaron a la recámara donde se quedaba el muchacho.

El muchacho iba refunfuñando. Ese tipo era un idiota....
 
-Ya déjame tranquilo…-

-Sabes qué? No voy a andar batallando- comenzó a quitarse el cinturón de nuevo, y es que sólo eso le faltaba, que estuviera pasando tanto lío sólo para ponerle un hasta aquí al muchacho.
No es como que él tampoco supiera qué hacer, es decir, al Humbertito nunca le había soltado unos cuerazos obviamente, pero tampoco iba a dejar que el otro chamaco se le trepara, y si tenía que soltarle una chinga, pues bueno. Aparte, el huerco ese ya se había pasando de lanza... Una cosa era salirse algunas horas y otra muy distinta salirse varios días y de repente decidir que se iba a quedar a vivir en otro lado.

Leonardo se hizo para atrás, nunca había recibido una paliza, pero vaya que estaba seguro de que no le iba a gustar.

-Ven para acá- dobló el cinto.

-No- si pendejo no era.

-Ven para acá o te van a tocar más-

-No-

-Pues tú sabes- se le acercó amenazante y, por milésima vez ese día, lo tomó muy fuerte del brazo.

-¡Suéltame! Ya estoy aquí...-

Pero en lugar de soltarlo, el hombre descargó con fuerza el cinturón justo en el trasero del chamaco.

-¡Ayyyy!- maldijo por lo bajo- ¡Ya suéltame!-

-Síguele, huerco fregado- soltó varios más.

-¡Auuuu! ¡Que ya!- se jaloneo.

-¡¿En qué chingados pensabas, eh?!-

-En que no quiero vivir aquí- respondió enojado, aunque luego se arrepintió cuando empezaron a caer más cuerazos.

-Pinche chamaco malagradecido- soltó otra serie- Te he tenido aquí meses y te he tratado de la mejor manera posible-

-¡Ayyyy! ¡Ya déjame!-

-Y ahora resulta que no te gusta vivir aquí- bufó.
-¡Pues no! ¡Y no por eso tienes derecho a pegarme!

-Tengo el derecho de hacer lo que se me pegue la gana, por algo soy tu padre- ¿o había estado chingue y chingue a la Mónica con que quería conocer a su papá para nada?

-¡Ya! ¡Suéltame!-

En lugar de soltarlo, el Chema comenzó a soltar los correazos en donde el trasero y el muslo se juntaban.

-Y luego irte con la Rutila...-

-¡AUUUU! ¡Carajo!- le picaban los ojos, vaya que le estaba doliendo.

-Esa sí que fue una pendejada. Si lo que querías era humillarme, ahí sí se te hizo, chamaco del demonio-

El muchacho se intentó zafar.

-Ya déjame-

El Chema le bajó los pantalones de un jalón como si nada y prosiguió aún más fuerte.
Y esque no le había bastado con tenerlo buscando varios días, sino que para rematar lo había puesto de pechito para que la Rutila le gritoneara todo lo que quisiera.

-¿Estás loco? Ya suéltame- se jaloneó aún más.

-Ya cállate- ¿Es enserio que seguía de hocicón? El hombre se lo llevó a jalones hasta la cama, donde se sentó y prácticamente lo tumbó sobre su regazo. Tampoco iba a andar batallando- No puedo creerlo... ¿Te tratamos muy mal aquí o qué?-

-Ya suéltame- algunas lágrimas le corrían por las mejillas

-No, pues contéstame, digo, para de perdido saber qué fue lo que te cagó tanto de estar aquí-

-¡No me gusta estar encerrado, maldita sea!

-¿Por no irte de fiesta todas las pinches noches? En otras palabras, armaste este vil numerito por berrinche, ¿no?-

-Piensa lo que quieras- siguió jalándose.

-No, pues sí, bien fácil... No veo el problema si lo tienes todo aquí- le tapizó el trasero de correazos.

-¡Ayyyyyy! Ya déjame!-

-¿O qué? Digo, que yo me acuerde te he dado todo lo que has pedido desde que pusiste pie en mi casa-

-¡Ya te dije que quiero salir!-

El Chema lo levantó un poco para exponer más los muslos del chamaco y comenzó a soltar correazos cada vez más rápido. Ya se había cansado de escuchar excusas sin sentido. El "no me dejas salir" no justificaba el fugarse como lo había hecho ese huerco atrabancado ni hablarle así tampoco.
No le importaba nada de lo que dijera ese mocoso si no era una disculpa por ingrato.

-¡Auuuuuuu! ¡Yaaa!- comenzó a llorar un poco más, vaya que eso le estaba doliendo y enserio.

El Chema disminuyó la frecuencia de los correazos, pero comenzó a dejarlos caer cada vez más pesados.

-¡Yaaa, me duele!-

-Pues sí, de eso se trata- lo agarró más fuerte y siguió como si nada. Una disculpa era lo mínimo que esperaba.

-¡Ya! Ayyy- se quejó el muchacho- Ya suéltame.... por favor-

-¿Cómo? Perdón, no escuché lo que dijo el amo y señor- porque con eso que ahora él decía y disponía...

-Yaa, suéltame...- gimoteó el mocoso.

El Chema rodó los ojos y soltó una pesada serie de cintarazos.

-Nos podemos pasar todo el día así si quieres, mijo- ¿pues a él qué? Problema de Leonardo- Para que no digas que aquí lo que pides no se te da-

-¡Yaaaa! ¡Auuuu! ¡Por favor!- soltó con toda la rabia del mundo.

El Chema se detuvo pero no lo dejó levantarse.

-¿Tienes una puta idea de todos los líos en los que me metiste con tu último numerito?-

-Ya déjame levantar- trató de levantarse.

El Chema lo detuvo ahí apoyando un brazo contra la espalda del muchacho.

-No. Me hiciste quedar mal con mucha gente y perder mucho dinero, además de que me pusiste de pechito para que la pinche Rutila me gritoneara todo lo que se le diera la gana. ¿Tú crees que esa es forma de agradecer todo lo que se te ha dado en esta casa o qué?-

El muchacho tenía muchas ganas de decirle que se fuera a la chingada, pero con el dolor en el trasero y la posición en la que estaba sabía que no le convenía-

-Lo siento, ¿está bien?-

Pero el Chema no era ningún estúpido.

-No, no está bien. Vete a parar en esa esquina hasta que te arrepientas de verdad- lo dejó levantarse. Ya le había soltado una buena paliza, tampoco es como que en serio le pudiera estar pegando todo el día.

-Pero que... No soy un mocoso- se levantó y se recogió la ropa.

-Y yo no soy una niñera, pero aquí me tienes, persiguiéndote como tu pendejo- no es como que tuviera muchas espero en la esquina esa, ¿pero qué más hacía? Quitarle la actitud a cuerazos iba a estar difícil y el chamaco ya traía el trasero bien amoretoneado.

-Nadie te pidió que lo hicieras- ya se lo había dicho, ¿no?

-¿Y te dejo andar por ahí como si nada? No mames-

-Pues a mí no me gusta estar encerrado aquí.

-Bueno nimodo, muchos adolescentes tampoco tienen tantos permisos de salir y no hacen las idioteces que tú haces-

-Como si tú supieras algo de eso...- resopló.

-Y como por qué no iba a saberlo?-

-Porque no puedes ver más allá de tu nariz, siempre piensas que todo es acerca de ti, y de lo chingón que eres-

El Chema lo miró incrédulo. ¿Todavía en ese momento se atrevía a hablarle así? Sí era bien chingón, pero eso no significaba que fuera un perro egoísta.

-Y tú qué sabes de mí, ¿eh? ¿Tú qué puedes saber si llevas aquí prácticamente nada, puberto ridículo? -

El muchacho algo envalentonado a pesar de la paliza, le sostuvo la mirada.

-Pues lo mismo te digo yo-

-¿Sabes qué? Para haber estado chingando tanto con que querías conocerme, te pones en un plan como si hubiera tratado de lo peor-

-Tampoco has hecho un gran trabajo, y ya sé, pendejo yo de haber querido conocerte-
-Ahora resulta que yo he sido el que está mal todo el tiempo-

-Pues solo sé que conozco más a Rutila en los tres días que pase con ella, que a ti que te la pasas ladrándome-

El Chema hizo una mueca de incredulidad. Pinche chamaco ridículo...

-Qué te pasa? Claro que no...-

-¡Claro que sí!-

-No, pues que horrible ha de ser nada más pedir y recibir en tu casa donde no te falta nada-

El muchacho rodó los ojos.

-Ay ya, equis-

-Nada de equis, vete a parar a la pinche esquina- ahora resulta que por hablarle bonito un par de días la Rutila era la mejor persona del mundo- Chamaco ingrato...-

-Pobre de ti...- murmuró yéndose a la esquina- Pinche ridiculez-

-Ya cállate, Leonardo, no tienes una puta idea de lo enojado que estoy- porque ahora aparte de todo se atrevía a reclamarle que no la había pasado bien viviendo ahí.

El muchacho se dio la vuelta.

-Pues no eres el único-

-Si tú, muy ofendido... Dime una sola cosa que sea mejor en casa de Rutila que aquí-

-¿Sólo una?- alzó una ceja.

El hombre bufó.

-Pues dudo que halles más-

-Pues... me platicó cosas sobre ella, sobre ustedes, conviví con el Humberto, pude salir sin que me ladraran que no podía, pasamos ratos juntos- Rutila se había portado buena onda- Y no estaba solo como perro enjaulado-

-No seas ridículo- hizo una mueca- Hablas como si aquí estuvieras en cautiverio y tampoco es cierto-

-Claro que sí- gruñó.

-Ahora resulta... Si te desagrada tanto vivir así, no sé para qué viniste-

-Era obvio que no esperaba semejante sorpresa. De haber sabido esto, no habría venido-

-Tampoco te estoy diciendo eso-

-Yo creo que sí, pero me quiero largar, ni te apures-

-Bueno, ya, ya te dije que no te vas a ir. Y pues lástima que prefieras estar con la Rutila, pero pues el pasto siempre es más verde al otro lado del río, ¿no?-

-Pues ya veremos si no me voy-

-Sí, y yo valgo sorbete, ¿no?-

Leonardo se encogió de hombros, y el hombre salió de la recámara y marcó el número de la Rutila bastante molesto.

2 comentarios:

  1. Wow, eso es ciertamente el abuso infantil en algún nivel. Espero que Leo se escape pronto.

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  2. Hola nena, ya había leído tu historia y decirte que me encanta y aunque creo que se le paso un poquito la mano al Chema, creo también que ese grosero se merecía esos azotes para que le bajara al tono, el otro día vi un amigo viendo la serie, se ve interesante, pero no me da tiempo de seguirla, pero el actor del Chema Venegas es un papasito, rico y lindo! en espera de tus otras historias. Un abrazo

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