lunes, 18 de enero de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 2

 

Capítulo 2

 

¡Qué aburrida es la clase de historia! El profesor habla sin parar y yo siento que de nuevo voy a dormirme, ayer estuve jugando otra vez con la consola hasta tarde y tengo sueño. Hace rato que oigo pero no escucho, tengo que esforzarme por mantener los ojos abiertos y en eso estoy enfocando la poca energía que tengo.

Profesor: ¡Adrián! ¿Me estás escuchando?

Nico me da una patada y me mira, ¿es a mí? 

Adrián: Ah, sí señor.

Profesor: Entonces, ¿podrás decirme de qué estaba hablando?

No tengo ni idea, lo último que recuerdo es que hablaba de la primera guerra mundial. Miro a Nico confundido y veo que me está haciendo alguna señal pero no se que significa.

Adrián: ¿Que hubo una guerra en Europa donde participaron muchos países?

La clase entera empieza a reír.

Profesor: Estaba recordando la pauta del proyecto que tenéis que entregar la próxima semana, ¿qué tema has decidido investigar? ¿Has empezado a buscar la información?

¿Proyecto? No tengo ni idea de que habla, no tengo anotado ningún proyecto de historia para la próxima semana.

Profesor: ¿Se te ha comido la lengua el gato? 

Veo que Martina me está mirando y noto como empiezo a sonrojarme. Me da mucha rabia que me pase esto y todo por culpa del estúpido del profesor que me está avergonzando, ¿por qué no me deja en paz?

Adrián: ¿Por qué siempre me lo pides a mi? ¡Déjame en paz!

Ups, creo que eso no ha sido muy inteligente.

Profesor: Adrián, ¿qué te pasa? No escuchas en clase, te duermes, no haces tus tareas y suspendiste el último examen. ¿Y ahora contestas así? El curso pasado participabas en clase, mostrabas interés por la asignatura y sacabas buenas notas.

Adrián: No es necesario dedicarle tiempo a esta estúpida asignatura, si quiero saber algo puedo leerlo en cualquier libro, y escucharte es muy aburrido.

Profesor: Ya basta, no voy a tolerar faltas de respeto. Sal al pasillo, en cuanto termine la clase iremos al despacho del director.

Salgo al pasillo dando un portazo, estoy de muy mal humor, haber dormido pocas horas no me ayuda precisamente a pensar con claridad. Una vez fuera decido ir al baño que hay al final del pasillo para lavarme la cara y despejarme, estoy un rato ahí, cuando salgo me encuentro con el profesor.

Profesor: Te dije que me esperaras en el pasillo.

Adrián: No me he ido, solo necesitaba ir al baño.

Profesor: Acompáñame.

El profesor me conduce al despacho del director, llama a la puerta y entramos. Le explica todo lo sucedido, cuando lo oigo de su boca me doy cuenta de lo mal que he reaccionado. El director me pregunta por mi versión, le digo que no tengo nada que añadir, todo ha pasado como el profesor ha dicho. El profesor se va, el director me echa la bronca y dice que va a llamar a mi padre, como si fuera a cogerle el teléfono.

Director: Buenos días, ¿puedo hablar con el señor Fuentes? Soy el director del colegio de su hijo.

Supongo que está hablando con Natalia, ahora le pedirá que le explique a ella porque llama y disculpará a mi padre por no atenderle.

Director: Sr. Fuentes, siento molestarle.

¿Cómo? ¿De verdad está hablando con mi padre? Escucho como le explica todo lo sucedido. Un rato de silencio y le habla de mis notas y de las faltas de disciplina que me han puesto durante el curso.

Director: Gracias por atenderme, así quedamos que usted se encarga de hablar con Adrián. Buenos días.

Y cuelga el teléfono. Aún no me lo puedo creer, creo que el director nunca había conseguido hablar directamente con mi padre, y este curso le ha llamado varias veces. El director me pide un cambio de actitud y me manda de nuevo a clase.

Llego a mitad de la clase de matemáticas, esta materia la llevo bien y solo han estado corrigiendo los ejercicios que mandó ayer por lo que no me he perdido nada y puedo seguir la clase. Es la última de la mañana, cuando estoy recogiendo se me acerca Martina, algo sonrojada me ofrece su cuaderno de historia con todos los apuntes del tema y la explicación del proyecto que debemos entregar la próxima semana. Lo acepto y se lo agradezco algo avergonzado, le prometo que mañana se lo devolveré. Me dice que si tengo alguna duda puedo preguntarle.

Salimos de clase, Nico y yo nos dirigimos al comedor, ambos comemos en el colegio, Martina y Shaila van a comer a su casa.

Nico: ¿De qué hablabas con Martina? ¡Ambos os habéis sonrojado!

Adrián: Sólo me ha ofrecido su cuaderno de historia para ponerme al día con el tema y el proyecto.

Nico: ¿Y dices que no le gustas? ¡Mira cómo se preocupa por ti! Por cierto, te has pasado con el profe de historia, ¿qué ha pasado en el despacho del director?

Adrián: Se me ha ido la olla, no estaba pensando lo que decía. El director me ha echado la bronca y ha llamado a mi padre, como siempre.

Después de la comida el chofer ya me está esperando, hoy tengo clase de tenis en el club, me gusta mucho este deporte y hace tres años pedí a mis padres empezar a practicarlo. El entrenador nos hace sudar bastante, el entrenamiento me sirve para despejarme y aclarar las ideas. Cuando acaba la clase me ducho y salgo, el chofer me está esperando y me lleva a casa.

Estoy en mi habitación copiando los apuntes de historia que me ha prestado Martina cuando llega mi padre, entra en mi habitación sin llamar a la puerta y su cara me muestra que está enfadado.

Adrián: Hola papá.

Carlos: Hola, tenemos que hablar seriamente.

Adrián: Sí papá, lo siento.

Mi padre se sienta en mi cama, giro mi silla hacia él.

Carlos: ¿Qué es lo que sientes Adrián? ¿No atender en clase? ¿Ser grosero con el profesor? ¿Las sucesivas faltas de respeto?

Adrián: Sé que he reaccionado mal, no volverá a pasar.

Carlos: Hablamos sobre tu actitud en el colegio hace solo tres días y hoy me llama el director por una nueva falta, mi primera norma es que debes ser respetuoso y hoy no lo has sido con tu profesor. Además no estabas atendiendo en clase, por lo que me ha contado el director estabas a punto de dormirte, ¿a qué hora te acostaste Adrián?

Adrián: No lo sé, supongo que tarde.

Carlos: ¿Tarde? ¿Qué estabas haciendo? Y no quiero mentiras.

Adrián: Estuve jugando a la consola.

Carlos: Bien, nueva norma, a partir de ahora a las diez te quiero en la cama, y como muy tarde a las once tienes que estar dormido. Y por una semana, me voy a quedar la consola.

Adrián: Sí papá, lo siento.

Carlos: ¿Y entendí que tienes un proyecto de historia para la próxima semana que ni siquiera has empezado?

Adrián: Sí papá.

Veo como mi padre respira hondo, como para calmarse, y me mira fijamente.

Carlos: Ok, después te ayudaré con el proyecto, ahora levántate, bájate el pantalón y túmbate sobre mis rodillas.

¿Qué? ¿Qué se supone que va ha hacer? ¿Va a pegarme? ¡No soy un crío!

Adrián: ¿Qué? ¿Piensas pegarme?

Carlos: Te dije que habría nuevas normas y, que si te las saltabas, habría nuevas consecuencias. Te voy a castigar para que recuerdes que pasa si incumples las normas.

Adrián: No papá, no puedes hacerlo, no soy un puto crío.

Carlos: Sin groserías hijo. Si no eres un crío no te comportes como uno. Ahora hazme caso y ven.

Adrián: No, mamá no estaría de acuerdo.

Sé que eso es un golpe bajo pero no quiero que me pegue. Mi padre deja escapar un suspiro y aunque tiene sus ojos fijos en mí noto su mirada perdida.

Carlos: Adrián, tienes que creerme si te digo que sé que tu madre estaría de acuerdo con lo que voy a hacer, ya que a ella no le puedes preguntar. Hablamos mucho sobre ti y como queríamos educarte cuando aún no habías nacido, y ambos estábamos de acuerdo en utilizar el castigo físico si llegaba el momento en que fuera necesario. Hasta hace muy poco ni se me había pasado por la cabeza utilizarlo pues tu comportamiento había sido siempre ejemplar, y antes de llegar a esto he intentado con otro tipo de castigos, pero ya has pasado todos los límites.

Adrián: Pero yo no quiero.

Carlos: Lo sé, es un castigo, no debes quererlo. Te va a doler, no lo voy a negar pero no te quedará ninguna marca y en un rato el dolor pasará. Serán 40 nalgadas, 20 con el bóxer y 20 sin ninguna protección.

Estoy paralizado, no me lo puedo creer. Mi padre se levanta, con suavidad coge mi mano, me ayuda a levantarme y me acerca a él, me desabrocha el pantalón y me tumba sobre sus rodillas, apoyándome medio cuerpo sobre la cama. Noto cómo me arden las mejillas, seguro que estoy completamente sonrojado, me avergüenza mucho lo que va a hacer y al mismo tiempo siento un nudo en el estómago, estoy algo asustado. Me empieza a acariciar la espalda.

Adrián: No papá, por favor.

Carlos: Adrián, dime porqué te voy a castigar, debo saber que lo has entendido.

Mi padre sigue acariciándome la espalda.

Adrián: Por no atender en clase, ser grosero y faltar al respeto al profesor.

Noto que deja la mano quieta y me sujeta, deja caer la otra mano sobre mi trasero, duele pero puedo soportarlo.

PLAS, ai, PLAS, PLAS, no papá, PLAS, au, PLAS, por favor, PLAS, PLAS, ai, para, PLAS, PLAS, PLAS, au, no volveré a hacerlo.

Noto como se me llenan los ojos de lágrimas, no voy a poder aguantarlo.

PLAS, PLAS, au, PLAS, ai, PLAS, PLAS, auch, para, PLAS, PLAS, papá, PLAS, PLAS, por favor, PLAS, buaaa

En este punto ya estoy llorando, duele más de lo que esperaba. Mi padre para, pero solo para bajarme el bóxer, intento detenerlo pero me sujeta la mano. Sigue con el castigo, yo solo sigo llorando.

PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa,

PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, buaaa, buaaa

No sé en qué momento ha terminado, empiezo a calmarme y entonces me doy cuenta que de nuevo me está acariciando la espalda, tomo conciencia de mi desnudez y rápidamente me levanto y me visto. Cuando ya estoy vestido mi padre se levanta y me abraza, vuelvo a llorar y, sin poder evitarlo, me froto el trasero en un gesto que se me antoja muy infantil.

Carlos: Shh, ya está Adrián, ya hijo, ya pasó.

Me sigue acariciando un rato hasta que me calmo y le devuelvo el abrazo, entonces me mira a la cara, me quita las lágrimas y me seca los ojos.

Carlos: Ve al baño y lávate la cara.

Hago lo que me dice, me duele el trasero, está bastante rojo. Cuando vuelvo me pregunta por mi día, hablamos un rato y me ayuda con el proyecto de historia.

 

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