Capítulo 2
¡Qué aburrida es la
clase de historia! El profesor habla sin parar y yo siento que de nuevo voy a
dormirme, ayer estuve jugando otra vez con la consola hasta tarde y tengo
sueño. Hace rato que oigo pero no escucho, tengo que esforzarme por mantener
los ojos abiertos y en eso estoy enfocando la poca energía que tengo.
Profesor: ¡Adrián!
¿Me estás escuchando?
Nico me da una patada y
me mira, ¿es a mí?
Adrián: Ah, sí señor.
Profesor: Entonces,
¿podrás decirme de qué estaba hablando?
No tengo ni idea, lo
último que recuerdo es que hablaba de la primera guerra mundial. Miro a Nico
confundido y veo que me está haciendo alguna señal pero no se que significa.
Adrián: ¿Que hubo una
guerra en Europa donde participaron muchos países?
La clase entera empieza
a reír.
Profesor: Estaba
recordando la pauta del proyecto que tenéis que entregar la próxima semana,
¿qué tema has decidido investigar? ¿Has empezado a buscar la información?
¿Proyecto? No tengo ni
idea de que habla, no tengo anotado ningún proyecto de historia para la próxima
semana.
Profesor: ¿Se te ha
comido la lengua el gato?
Veo que Martina me está
mirando y noto como empiezo a sonrojarme. Me da mucha rabia que me pase esto y
todo por culpa del estúpido del profesor que me está avergonzando, ¿por qué no
me deja en paz?
Adrián: ¿Por qué
siempre me lo pides a mi? ¡Déjame en paz!
Ups, creo que eso no ha
sido muy inteligente.
Profesor: Adrián,
¿qué te pasa? No escuchas en clase, te duermes, no haces tus tareas y suspendiste
el último examen. ¿Y ahora contestas así? El curso pasado participabas en
clase, mostrabas interés por la asignatura y sacabas buenas notas.
Adrián: No es
necesario dedicarle tiempo a esta estúpida asignatura, si quiero saber algo
puedo leerlo en cualquier libro, y escucharte es muy aburrido.
Profesor: Ya basta,
no voy a tolerar faltas de respeto. Sal al pasillo, en cuanto termine la clase
iremos al despacho del director.
Salgo al pasillo dando
un portazo, estoy de muy mal humor, haber dormido pocas horas no me ayuda
precisamente a pensar con claridad. Una vez fuera decido ir al baño que hay al
final del pasillo para lavarme la cara y despejarme, estoy un rato ahí, cuando
salgo me encuentro con el profesor.
Profesor: Te dije que
me esperaras en el pasillo.
Adrián: No me he ido,
solo necesitaba ir al baño.
Profesor: Acompáñame.
El profesor me conduce
al despacho del director, llama a la puerta y entramos. Le explica todo lo
sucedido, cuando lo oigo de su boca me doy cuenta de lo mal que he reaccionado.
El director me pregunta por mi versión, le digo que no tengo nada que añadir,
todo ha pasado como el profesor ha dicho. El profesor se va, el director me
echa la bronca y dice que va a llamar a mi padre, como si fuera a cogerle el
teléfono.
Director: Buenos
días, ¿puedo hablar con el señor Fuentes? Soy el director del colegio de su
hijo.
Supongo que está
hablando con Natalia, ahora le pedirá que le explique a ella porque llama y
disculpará a mi padre por no atenderle.
Director: Sr.
Fuentes, siento molestarle.
¿Cómo? ¿De verdad está
hablando con mi padre? Escucho como le explica todo lo sucedido. Un rato de
silencio y le habla de mis notas y de las faltas de disciplina que me han
puesto durante el curso.
Director: Gracias por
atenderme, así quedamos que usted se encarga de hablar con Adrián. Buenos días.
Y cuelga el teléfono.
Aún no me lo puedo creer, creo que el director nunca había conseguido hablar
directamente con mi padre, y este curso le ha llamado varias veces. El director
me pide un cambio de actitud y me manda de nuevo a clase.
Llego a mitad de la
clase de matemáticas, esta materia la llevo bien y solo han estado corrigiendo
los ejercicios que mandó ayer por lo que no me he perdido nada y puedo seguir
la clase. Es la última de la mañana, cuando estoy recogiendo se me acerca
Martina, algo sonrojada me ofrece su cuaderno de historia con todos los apuntes
del tema y la explicación del proyecto que debemos entregar la próxima semana.
Lo acepto y se lo agradezco algo avergonzado, le prometo que mañana se lo
devolveré. Me dice que si tengo alguna duda puedo preguntarle.
Salimos de clase, Nico y
yo nos dirigimos al comedor, ambos comemos en el colegio, Martina y Shaila van
a comer a su casa.
Nico: ¿De qué
hablabas con Martina? ¡Ambos os habéis sonrojado!
Adrián: Sólo me ha
ofrecido su cuaderno de historia para ponerme al día con el tema y el proyecto.
Nico: ¿Y dices que no
le gustas? ¡Mira cómo se preocupa por ti! Por cierto, te has pasado con el
profe de historia, ¿qué ha pasado en el despacho del director?
Adrián: Se me ha ido
la olla, no estaba pensando lo que decía. El director me ha echado la bronca y
ha llamado a mi padre, como siempre.
Después de la comida el
chofer ya me está esperando, hoy tengo clase de tenis en el club, me gusta
mucho este deporte y hace tres años pedí a mis padres empezar a practicarlo. El
entrenador nos hace sudar bastante, el entrenamiento me sirve para despejarme y
aclarar las ideas. Cuando acaba la clase me ducho y salgo, el chofer me está
esperando y me lleva a casa.
Estoy en mi habitación
copiando los apuntes de historia que me ha prestado Martina cuando llega mi
padre, entra en mi habitación sin llamar a la puerta y su cara me muestra que
está enfadado.
Adrián: Hola papá.
Carlos: Hola, tenemos
que hablar seriamente.
Adrián: Sí papá, lo
siento.
Mi padre se sienta en mi
cama, giro mi silla hacia él.
Carlos: ¿Qué es lo
que sientes Adrián? ¿No atender en clase? ¿Ser grosero con el profesor? ¿Las
sucesivas faltas de respeto?
Adrián: Sé que he
reaccionado mal, no volverá a pasar.
Carlos: Hablamos
sobre tu actitud en el colegio hace solo tres días y hoy me llama el director
por una nueva falta, mi primera norma es que debes ser respetuoso y hoy no lo
has sido con tu profesor. Además no estabas atendiendo en clase, por lo que me
ha contado el director estabas a punto de dormirte, ¿a qué hora te acostaste
Adrián?
Adrián: No lo sé,
supongo que tarde.
Carlos: ¿Tarde? ¿Qué
estabas haciendo? Y no quiero mentiras.
Adrián: Estuve
jugando a la consola.
Carlos: Bien, nueva
norma, a partir de ahora a las diez te quiero en la cama, y como muy tarde a
las once tienes que estar dormido. Y por una semana, me voy a quedar la
consola.
Adrián: Sí papá, lo
siento.
Carlos: ¿Y entendí
que tienes un proyecto de historia para la próxima semana que ni siquiera has
empezado?
Adrián: Sí papá.
Veo como mi padre
respira hondo, como para calmarse, y me mira fijamente.
Carlos: Ok, después
te ayudaré con el proyecto, ahora levántate, bájate el pantalón y túmbate sobre
mis rodillas.
¿Qué? ¿Qué se supone que
va ha hacer? ¿Va a pegarme? ¡No soy un crío!
Adrián: ¿Qué?
¿Piensas pegarme?
Carlos: Te dije que
habría nuevas normas y, que si te las saltabas, habría nuevas consecuencias. Te
voy a castigar para que recuerdes que pasa si incumples las normas.
Adrián: No papá, no
puedes hacerlo, no soy un puto crío.
Carlos: Sin groserías
hijo. Si no eres un crío no te comportes como uno. Ahora hazme caso y ven.
Adrián: No, mamá no
estaría de acuerdo.
Sé que eso es un golpe
bajo pero no quiero que me pegue. Mi padre deja escapar un suspiro y aunque
tiene sus ojos fijos en mí noto su mirada perdida.
Carlos: Adrián,
tienes que creerme si te digo que sé que tu madre estaría de acuerdo con lo que
voy a hacer, ya que a ella no le puedes preguntar. Hablamos mucho sobre ti y como
queríamos educarte cuando aún no habías nacido, y ambos estábamos de acuerdo en
utilizar el castigo físico si llegaba el momento en que fuera necesario. Hasta
hace muy poco ni se me había pasado por la cabeza utilizarlo pues tu
comportamiento había sido siempre ejemplar, y antes de llegar a esto he
intentado con otro tipo de castigos, pero ya has pasado todos los límites.
Adrián: Pero yo no
quiero.
Carlos: Lo sé, es un
castigo, no debes quererlo. Te va a doler, no lo voy a negar pero no te quedará
ninguna marca y en un rato el dolor pasará. Serán 40 nalgadas, 20 con el bóxer
y 20 sin ninguna protección.
Estoy paralizado, no me
lo puedo creer. Mi padre se levanta, con suavidad coge mi mano, me ayuda a
levantarme y me acerca a él, me desabrocha el pantalón y me tumba sobre sus
rodillas, apoyándome medio cuerpo sobre la cama. Noto cómo me arden las
mejillas, seguro que estoy completamente sonrojado, me avergüenza mucho lo que
va a hacer y al mismo tiempo siento un nudo en el estómago, estoy algo
asustado. Me empieza a acariciar la espalda.
Adrián: No papá, por
favor.
Carlos: Adrián, dime
porqué te voy a castigar, debo saber que lo has entendido.
Mi padre sigue
acariciándome la espalda.
Adrián: Por no
atender en clase, ser grosero y faltar al respeto al profesor.
Noto que deja la mano
quieta y me sujeta, deja caer la otra mano sobre mi trasero, duele pero puedo
soportarlo.
PLAS, ai, PLAS, PLAS, no
papá, PLAS, au, PLAS, por favor, PLAS, PLAS, ai, para, PLAS, PLAS, PLAS, au, no
volveré a hacerlo.
Noto como se me llenan
los ojos de lágrimas, no voy a poder aguantarlo.
PLAS, PLAS, au, PLAS,
ai, PLAS, PLAS, auch, para, PLAS, PLAS, papá, PLAS, PLAS, por favor, PLAS,
buaaa
En este punto ya estoy
llorando, duele más de lo que esperaba. Mi padre para, pero solo para bajarme
el bóxer, intento detenerlo pero me sujeta la mano. Sigue con el castigo, yo
solo sigo llorando.
PLAS, PLAS, buaaa, PLAS,
PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa,
PLAS, PLAS, buaaa, PLAS,
PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, buaaa,
buaaa
No sé en qué momento ha
terminado, empiezo a calmarme y entonces me doy cuenta que de nuevo me está
acariciando la espalda, tomo conciencia de mi desnudez y rápidamente me levanto
y me visto. Cuando ya estoy vestido mi padre se levanta y me abraza, vuelvo a
llorar y, sin poder evitarlo, me froto el trasero en un gesto que se me antoja
muy infantil.
Carlos: Shh, ya está
Adrián, ya hijo, ya pasó.
Me sigue acariciando un
rato hasta que me calmo y le devuelvo el abrazo, entonces me mira a la cara, me
quita las lágrimas y me seca los ojos.
Carlos: Ve al baño y
lávate la cara.
Hago lo que me dice, me
duele el trasero, está bastante rojo. Cuando vuelvo me pregunta por mi día,
hablamos un rato y me ayuda con el proyecto de historia.
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