Jesús se cambio de ropa, sabía que lo
habían pillado. No hacía falta ser ningún Einstein. No había hecho nada malo,
nada tan malo que hiciera que sus padres quisieran hablar con él en el
despacho. Lo único que se le ocurría que había hecho y podía enfadar
tanto a sus padres era haberles hecho creer que había pasado la noche en la
playa junto a los padres de Fran.
Jesús tenía unas enormes ganas de
llorar, y puede que en el pasado lo hubiera hecho. Pero ya tenía 14 años, ya no
era un mocoso llorón, además estaba seguro que acabaría llorando, de ese
despacho nadie sale con una sonrisa. Su padre les tenía prohibidísima la
entrada a su despacho. Y solo entraban para recibir los peores sermones y
digámoslo claro para recibir los peores castigos.
Cuando tenía la edad de Samuel,
recordaba que cuando su padre llamaba a alguna de sus hermanas al despacho,
después estaban varios días que apenas se les oía respirar. Y aunque dos años
antes de ir a la Universidad Elena parecía estar de uñas siempre con sus padres
solo era cuando realmente la cagaba que acababa en el despacho. Como aquella
vez que la pillaron besuqueándose con su novio en el sofá, mientras se suponía
que debía de estar vigilando a él y a Samuel.
Aquella fue sonada. Es más Jesús
estaba convencido que su hermana Elena estuvo sentándose en un cojín casi una
semana entera. Su última experiencia en el despacho fue cuando llamaron de la
escuela porque no estaba haciendo sus tareas. Jesús estaba convencido que al
estar ahora en el instituto, a nadie le importaría si hacía o no sus tareas, se
equivocó, vaya si se equivocó, y como siempre fue su pobre trasero quien pagó
por sus errores. Fue entonces a él a quien le tocó comer sentado sobre un
cojín. De eso hacía ya 8 meses, se había llevado varias nalgadas y muchas
broncas, pero nada que le asegurase un viaje directo al despacho.
Jesús respiró hondo y decidió que no
sería buena idea hacerles esperar, al fin y al cabo su tumba ya estaba
escavada.
Toc toc (picó Jesús con timidez,
quizás se había obrado el milagro y sus padre habían sido teletransportados a
otro planeta).
- Pasa (la voz seca
de su padre sonó a través de la puerta. No, no se había obrado el
milagro. Jesús respiró hondo y abrió la puerta. Y allí estaba su padre con cara
de perro rabioso y su madre con cara de haber olido un pedo. Jesús entró pero
no se alejó demasiado de la puerta, como si esos pocos pasos que le separaban
de sus padres le fueran a salvar el trasero). Hijo, hoy tu madre
al recoger a Samuel de la escuela, se ha enterado de una cosa que espero por tu
bien que sea solo una gran mentira (Jesús tragó saliva), porque
yo sé que mis hijos no son unos embusteros, ni tu madre ni yo os hemos educado
así ¿no? (Jesús lo miraba hipnotizado sin atreverse ni a parpadear. A
esas alturas tanto su padre como su madre sabían que no se trataban de ningún
chisme mal intencionado, la cara de su hijo gritaba culpable). Te lo voy a
preguntar solo una vez y quiero un si o un no. ¿No hace falta que te diga
que quiero la verdad, no?
- No, señor (si la cara no era
suficiente, el hecho que Jesús les dijera señor o señora era ya la señal
definitiva que el chico había hecho algo malo, muy malo).
- ¿El otro día
estaban los padres de Fran o de alguno de los otros chicos con vosotros en la
playa? (Fran solo bajó la cabeza, no podía mirar a los ojos a su padre, sabía
que si lo miraba se desmoronaría y empezaría a llorar. Y ahora sobre todo
quería convencer a sus padres que era suficientemente maduro para ir solo a una
fiesta en la playa con sus amigos en vez de ser un mocoso llorón). ¿Jesús? Te
estamos hablando, es de muy mala educación no mirar a la gente cuando te hablan
(dijo Ismael tan seco como una mojama).
- No (solo le salió un
hilito de voz).
- ¡NO! (puso el santo en
el cielo su madre) ¡NO! Pero en que demonios estabas pensando tú, a
caso no ves la televisión, cada año hay un montón de heridos en las fiestas
patrias. Es por eso que insistimos que vayáis con adultos. Para que os vigilen
y sobre todo para que vigilen que no os pase nada malo.
- Mamá, ya no soy un
niño pequeño, sé cuidarme bien solo (protestó automáticamente Jesús).
- Jesús tienes
catorce años, quizás te creas todo un hombrecito pero no lo eres. Te queda
mucho, y el hecho que nos mintieras a tu padre y a mí para hacer algo que sabía
perfectamente que no te dejamos, solo hace que reafirmar que aún te queda mucho
para que te consideremos un chico responsable.
- Pero, no es justo.
A todos los dejan ir solos. Y no hicimos nada, y no pasó nada (Jesús empezó
a alzar la voz).
- Jesús, ya estás
bajando esos humos. (le amonestó su madre como si fuera un párvulo, cosa que aún lo enojó
más) Hijo, no pasó nada por que dios no quiso. Pero no siempre va estar
la suerte de tu lado. La playa de noche y en fiestas está lleno de peligros,
hay que estar con los 5 sentidos.
- ¡Y lo estábamos!
- ¡Jesús! No me
chilles, ya estoy muy enfadada contigo, no lo empeores.
- ¿Empeorarlo? ¿Cómo
si no hubierais decidido ya rustirme el trasero? Eres tan hipócrita, mamá.
- Se acabó (Ismael dio un
manotazo en la mesa). Discúlpate con tu madre de inmediato (Jesús
volvió a la realidad, se había enfrascado tanto en la discusión con su madre
que había olvidado por completo a su padre).
- Lo siento,
mamá (dijo bajando la cabeza pero apretando fuerte los puños, era tan injusto
que encima que sus padres lo trataban como a un bebé le fueran a él a quien
iban a zurrar)
- Ayer tuve que
lavarle con jabón la boca a tu hermano por faltarle al respeto a tu madre ¿He
de hacer lo mismo contigo?
- No, señor (dijo sin
mirarle a los ojos porque ahora mismo odiaba a su padre con tanta intensidad
que estaba seguro que iba a decir algo bien gordo que iba a ser su condena).
- ¿Dime Jesús crees
que está bien mentirnos?
- No, pero no me
dejáis más remedio, no me dejáis hacer nada.
- ¿disculpa? Haces todo lo
que quieres.
- Si, claro (dijo
burlonamente)
- Sí, señorito. Si.
El señorito quiere hacer baloncesto, ahí están los tontitos de sus padres
pagando cada mes los entrenamientos. El señorito, ahora quiere una
guitarra, y ahí están otra vez los tontitos de sus padres comprándole una
guitarra. El señorito quiere ir a esquiar con sus compañeritos de clase, y una
vez más y ahí están otra vez los tontitos de sus padres llevándolos a la sierra
para que esquíen. El señorito quiere ir al cine a ver los últimos estrenos
y ¿Y adivina, quién corre con los caprichos del señorito?
- Pues no haberme
tenido.
- Pues mira hijo si
me llego a imaginar que me hubiera salido un hijo tan ingrato y tan
desconsiderado como tú
- ¡Ismael! (le riñó su
esposa)
- No, Eugenia, ¿No es
tan mayorcito? Pues que vaya enterándose que todos sus caprichos nos cuestan
bien caros, que nos deslomamos para que ni a él ni a sus hermanos les falte de
nada. Y que no esperemos que nos estén dando las gracias cada 5 minutos, pero que
encima tengamos que aguantar desplantes, exigencias y tonterías eso ya es
demasiado (Ismael miraba un poco enfadado a su esposa que estaba convencido que
por ser los pequeños y varones siempre los estaba consintiendo). Mira
Jesús, somos tus padres, nos encargamos de que no te falte de nada, y tu a
cambio solo tienes que comportarte y cumplir con tus estudios. Y ni una cosa ni
otra. Que no te creas que se me ha escapado que en los últimos exámenes no has
pasado del aprobadillo raspado.
- Pero estás siendo injusto, me
tratáis igual que a Samuel, ¡Y Samuel tiene 8 años!
- No digas, tonterías Jesús, a Samuel
no le dejaría ir a la playa sin nosotros, aunque fueran los padres de todos los
demás chicos. A ti en cambio si te dejamos. Además, no dejé a tus hermanas ir
solas hasta que no tuvieron 16 ¿Qué te hacía pensar que a ti te dejaríamos ir
antes? (Jesús sabía perfectamente que su padre no le dejaría ir a su aire hasta
los 16 e incluso en algunas cosas ni entonces. Si a sus hermanas que ya estaban
en la universidad aun les pedía explicaciones él como había dicho su padre no
iba a ser diferente).
- ¡Pero no es justo, a mis amigos les
dejan ir! (dijo Jesús viendo que por ese camino no lograría nada).
- Yo no soy el padre de tus amigos,
soy el tuyo, y sabes muy bien que no te dejo ir solo. Lo que hagan o dejen de
hacer vuestros amigos me la trae floja, ya os lo he dicho muchas veces. Te diré
una cosa Jesús, te diré lo que ha pasado aquí, tú querías ir a esa fiesta y
sabías perfectamente que ni tu madre ni yo te dejaríamos, así que decidiste
engañarnos y hacer lo que se te antojaba. ¡Nos mientes y nos desobedeces!
- ¡No tendría que hacerlo si vosotros
fuerais más razonables! (dijo Jesús ya rojo de rabia).
- Y ahora encima nos echas
en cara que es culpa nuestra. Mira mocoso, en esta casa hay unas normas y se
respetan. Sino eres capaz de hacerlo porque tienes la madurez suficiente para
darte cuenta de porque están esas normas lo vas a hacer por esto (y
Ismael abrió un cajón del escritorio y sacó una pequeña pala. Jesús abrió
muchos los ojos e instintivamente se cubrió la retaguardia).
- Jesús de verdad que estamos muy
decepcionados contigo (dijo su madre), no esperaba que tendría que
estarte vigilando a estas alturas, que pena es saber que no puedes confiar ni
en tu propio hijo.
- Mamá, por favor no (mirando a su madre
casi suplicando por su vida, o al menos la vida de su trasero). Castigadme,
quitadme la paga, ponedme más tareas de la casa, pero por favor la pala no.
- Jesús, eso lo debiste pensar antes
de mentirnos y desobedecernos (dijo Eugenia poniéndose las
manos en las caderas). No parece que tuviste ningún problema por
mentirnos a la cara, como dice tu abuela “Tú hiciste la cama, pues ahora
túmbate en ella.” (Jesús ya no pudo más y empezó a llorar).
- Por favor, por fa, no la pala
no…duele.
- ¿En serio? (dijo
Ismael) Perfecto, porque no estoy pensando en darte caricias
precisamente. Ven (le dijo haciéndole una señal con el dedo para que
se acercara).
- Por fa, no…juro que nunca más os
desobedecerá ni os mentiré.
- Me agrada oír eso, porque así no
tendremos que volver a tener esta charla.
- Venga Jesús, obedece, ve (le dijo su
madre más dulcemente, porque sabía que si se ponía tozudo y su marido tenía que
ir a por él se iba a llevar aún más nalgadas de las que ya se iba a llevar.
Jesús volvió a mirar a su madre, todo lloroso, esperando que en el último
segundo su madre lo salvara).
- ¿Jesús? (dijo su padre
alzando una ceja, la poca paciencia que le quedaba se había esfumado por
completo ya)
- Papaaaaá (puso su
mejor carita de pena sin importarle ya que eso resultara demasiado infantil
para un chico de 14 años).
- ¿He de ir yo a por ti? (esa fue la
última advertencia. En aquella casa todos sabían que cuando sus padres tenían
que perseguirlos para castigarlos solo se conseguía un trasero aún más
adolorido. Así que con el alma en un puño se acercó hasta su padre. Cuando su
padre empezó a quitarle el cinturón del pantalón Jesús ya rompió en un sonoro
llanto, no quería para nada que su padre lo castigara, pero sobre todo no
quería que lo castigara con la pala). Guarda esas lágrimas de
cocodrilo, Jesús, que de aquí nada las vas a necesitar de verdad (a
Ismael le molestaba mucho que sus hijos siempre intentaran hacerle chantaje
emocional, si no había sucumbido a las lágrimas de sus niñitas cuando eran
pequeñas, no lo iba a hacer ahora con todo un chavalito de 14 años. Ismael le
desabrochó el pantalón sin mediar ni una palabra más y de un tirón le bajó los
pantalones hasta la rodilla).
- Por fa nooo, por fa, por fa
papiiiii (Jesús no uso el papi para dar pena, simplemente le salió, estaba
asustado. Ismael conocía bien a sus hijos y sabía que esta vez no era un papi
para sacarle algo, sino un papi auténtico y no pudo evitar pensar que ese
mocoso que ahora le llamaba papi hacía ni 5 minutos estaba reivindicando que ya
era todo un hombrecito para hacer lo que quisiera sin dar explicaciones a
nadie).
- Venga Jesús, antes empecemos, antes
acabaremos (como si eso sirviera de algún consuelo. Jesús se recostó sobre
las rodillas de su padre y se agarró fuerte a las patas de la silla).
Ismael esperó que el chico estuviera
bien puesto y entonces le bajó el calzoncillo. Cosa que hizo que Jesús se
pusiera aún más tenso, Ismael miró a su esposa y ella le indicó con la cabeza
que estaba de acuerdo. Aquel era el pistoletazo inicial para el castigo de
Jesús. Ismael alzó la mano y empezó a nalguear al chico. Jesús no esperaba
sentir el contacto de la mano de su padre, eso significaba que no solo iba a
recibir con la pala sino que su padre le iba a poner el culo como un tomate con
la mano y después aún recibiría con la pala. Jesús estaba convencido que sus
padres estaban siendo super injusto y super estrictos, pero en esa posición por
supuesto que no iba a decírselo.
Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
Plass Plass Plass Plass Plass Plass plas plass (a diferencia
de sus hermanas y de Samuel, Jesús siempre intentaba permanecer estoico ante
las nalgadas de sus padres, pero era una ilusión que duraba bien poco) Plass
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass
plass (Ismael iba dejando caer su mano sobre las nalgas y muslos del
chico asegurándose que no se dejaba ni un pedacito de piel sin calentar)Plass
Plass Plass (no llevaba ni 2 minutos azotando el trasero de su hijo
cuando Ismael se percató que Jesús había empezado a morder el cuello de la
camisa para ahogar los quejidos. El chico tenía demasiado amor propio como para
dejar que nadie se enterara que sus padres lo estaban nalgueando). Plass
Plass Plass Plass Plass Plass (Ismael siguió un minuto más hasta que
vio que el trasero del chico ya estaba de un color rosadito intenso, entonces
agarró la pala y respiró hondo, esa era la parte más dura, el niño ya estaba
llorando y se le partía el corazón y aún tenía que seguir, porque sabía por
propia experiencia que si se deja un castigo a medias es mucho peor).
- Por favor papá, ya
no más, no más, ya duele mucho bwuaaaaa ya aprendí, no lo vuelvo a hacer nunca,
nunca lo juro bwuaaaa (Jesús se apresuró a decir viendo que su padre se había detenido y
que había agarrado la pala).
- Jesús, mientras
viváis bajo mi techo y mientras sea yo quien paga vuestras facturas (eso iba por
sus hijas, que aunque no estaban presentes, ellos siempre las tenían en mente) nos
obedeceréis y nos respetaréis. Y sabes muy bien que tanto a tu madre como a mi nos
da mucho coraje que nos tomen el pelo.
- Sí, lo juro, lo
juro, seré bueno, seré obediente, nunca más os mentiré, pero ya no más, papá,
por favor, te lo ruego.
- Eso espero porque
ya no eres ningún nene pequeño para no entender que todo lo que hacemos tu
madre o yo lo hacemos por tu propio bien ( y tras esa frase
Ismael golpeó con la pala la zona donde nalgas y muslos se unen, haciendo que
Jesús diera un berrido que imposible que Samuel no lo oyera des del salón).
PLAFFF
- Aaaaaaaaaaaaaaaau
noooooo bwuaaaaa (la maldita pal dolía horrores, Jesús la aborrecía
con todas sus fuerzas, pocas veces su padre la había usado con él, pero las
pocas veces que lo había hecho había echo mella en su memoria. No robar dinero
a mamá del monedero, no darle patadas a Samuel y no insultar a sus hermanas, ni
en broma).
- PLAFF PLAFF PLAFF
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau
ay ya ya noooo auuu duele, duele
- PLAFF PLAFF PLAFF
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau
auuuuuuuuu noooo auuu duele, duele
- PLAFF
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau
ay ay papi nooo nooo auuu ya noooo más me duele,
- PLAFF
- AHHHHHHHHHH
BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA (Jesús lloraba a moco tendido, su
padre dejó la pala sobre el escritorio y empezó a acariciarle el pelo, para
calmarlo. Al cabo de 10 minutos Jesús ya volvía a respirar con normalidad, ya
no estaba agitado, en cuanto estuvo más tranquilo su padre aprovecho para
subirle los calzoncillos, esa era la señal definitiva que todo había acabado.
Jesús se levantó del regazo de su padre y se subió pudorosamente rápidamente
los pantalones y corrió a abrazarse a su madre para que lo consolara. Ismael se
preguntaba si cuando tuviera 20 años haría lo mismo. Lo más probable es que si
y sonrió),
- Anda deja ya los
papelitos (dijo Ismael al cabo de un rato) y ve a lavarte, lo que queda
del mes te toca a ti poner y quitar la mesa ¡Y fregar los platos!
- Pero si me
habéis (y la mirada que le echaron tanto su padre como su madre valió más que
1000 palabras) valeeeeeeeeeeeeeeeeeeee (dijo a regañadientes y se
fue a lavarse la cara no quería que Samuel lo viera llorar porque sus padres lo
había castigado).
- Y tú decías que los
chicos eran distinto de las chicas ¿eh? (le dijo Ismael a su esposa) pues
no se donde ves tu la diferencia, cariño (dijo guardando la pala en el
cajón).
- Y por lo general
lo son, pero que culpa tengo yo nuestras hijas han salido a ti.
- Sí, son muy guapas.
- Y unas listillas,
como todos en esta casa. Anda ve a cambiarte tú también, esta noche te toca a
ti preparar la cena (sabiendo que cuando su marido cocinaba dejaba toda la cocina como
si fuera un campo de batalla y le tocaba a Jesús recoger).
PS: gracias
me gusto mucho este cap, espero mas querida little, vaya que se porto mal jesus, ya me imagino dps a su hermanito chinchandole por el castigo, sigue mas porfiss¡¡
ResponderBorrarLittle tu eres una de mis escritoras favoritas no sabes cuanto te extrañe y lo feliz que estoy de volver a leer tus historias por fis sigue escribiendo no te olvides de Dick y sus hermanos.
ResponderBorrarGloria
¡me gustó mucho! mas,mas,mas!
ResponderBorrarpobre Jesús,igual y le salió largo el castigo.
agradezco el capítulo Little
cariños Marti
me encantas estos hermanitos <3 mas capi xfa
ResponderBorrarpobecito mi bebe... pero que injustos estos padres como no entienden a mi pequeño incomprendido
ResponderBorrarLitlle, un placer, no te olvidesd e mi Hans
Te quedo increible, me encantan tus historias, todas
ResponderBorrarPero de mis favoritas son las de Supernatural
Que bueno que regresaste
estrella
Little para cuando otro capitulo???
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