miércoles, 14 de junio de 2017

Special Improvement Academy III



Special Improvement Academy
    III
-         ¡No me abras la puerta como si viniera al club, que sabes perfectamente a que vengo! – de pronto escucho unos gritos afuera de la academia - ¡Ah y no creas que por estar blindada la puerta es demasiado pesada para mí! – escucho que sigue gritando el chico antes de azotar la puerta de la camioneta en la que acaba de llegar.
 Ring Ring
Sé perfectamente quién es el chico que acaba de llegar, César de la Torre Villarreal, hijo de un empresario viudo que está demasiado ocupado administrando su fortuna como para ocuparse de la educación de su vástago, pero que cree que de vez en cuando le hace falta una mano dura. Viene más o menos una vez al mes por orden de su papá para expiar sus culpas.
-         Hola César- le digo mientras le abro la puerta
-         ¿Cómo supiste que había llegado?
-         Con el escándalo que hiciste allá afuera. Por cierto César, no es necesario que trates mal y les grites a tus escoltas, no es su culpa que estés aquí. – pero el chico solamente me contesta con una especie de bufido y entra.
 Las primeras veces que vino hace unos dos años, cuando todavía tenía doce, no fue nada fácil. Nunca lo habían disciplinado físicamente, y estaba acostumbrado a hacer y tener casi todo lo que quisiera. Pero se fue acostumbrando, y hacía unos 5 meses que cuando venía ni siquiera tenían que bajarse sus escoltas, sino que sólito cooperaba, recibía el castigo, yo le mandaba a su papá un email para confirmar que la corrección se había llevado a cabo y él se iba a seguir su vida de manera normal.
Entramos y le pido que se siente para platicar
-         No así está bien
-         No César, por favor siéntate, vamos a platicar tantito, estás muy alterado.
-         Mghhhf. Bueno. – se sentó refunfuñando un poco – es que estaba el otro día con unos amigos en una fiesta, casi no habíamos tomado, y bueno, a alguien se le ocurrió hacer un juego de retos y como perdí me tocó escaparme en el carro de un amigo y perder mis escoltas antes de regresar. No me mires así, yo ya sé manejar carros automáticos y casi no habíamos tomado, osea no estaba borracho. – yo solamente sacudí la cabeza en desaprobación
-         Bueno ¿y qué pasó?
-         Pues no podía negarme porque parecería un marica, así que arranque el Audi de mi amigo y como esperaba Robert y mis otros escoltas me siguieron para tratar de detenerme. Me alcanzaron con la camioneta al final de la cuadra y no se como pero me acorralaron y al final acabamos en un choque leve pero aparatoso. Y ahí acabó mi aventura. Nunca había visto a mi papá tan enojado conmigo. Me gritó que cómo se me ocurría correr un carro borracho, que me podía haber muerto o matado a alguien, yo le dije que no estaba borracho y se enojo todavía más, se sacó el cinturón que traía y le pidió a mis escoltas que me sujetarán porque el mismo me iba a dar la paliza de mi vida ahí. Yo estaba muy asustado y le pedí y le rogué que se esperara, que me la dieras tú. Así que lo convencí de que no me pegara ahí después de prometerle que vendría contigo y me darías una paliza memorable.
-         ¿Una paliza memorable? ¿Con esas palabras exactas te lo dijo?
-         Sí, y no sé si me arrepiento de haber pospuesto mi castigo.
-         Bueno, es demasiado tarde para considerarlo chico. Pasemos al castigo y ojalá te sirva para que no vuelvas a hacer una locura así.
Entramos al salón de corrección. Él solito se baja el jeans y el bóxer negro y se coloca en posición. Yo coloco las correas y le levanto un poco la polo naranja que me impide tener acceso total a su retaguardia.
Me detengo un momento, lo observo mientras pienso que debo hacer con eso de la “paliza memorable”. En esa posición su complexión delgada se nota más, su cabeza se mantiene hacia adelante pero en posición de expectativa preocupación, mientras que su cabello castaño, su polo naranja y su piel bronceada en donde está expuesta al sol y muy clara en donde nunca lo está hacen una combinación peculiar. Hasta me siento mal de verlo tan vulnerable, pero ni modo, es mi responsabilidad corregirlo. Decido que lo ideal para lograr un resultado  más efectivo es utilizar el Tawse (una correa corta de piel con la punta dividida en dos correas más pequeñas), así que la sacó de un cajón especial que tengo y me dirijo al lado de la moderna banca especial.
SWASH
AYY!-le sorprende el primer impacto
SWASH
Auuuu!- definitivamente le está doliendo más de lo ordinario
SWASH
Ayy, para, ¡por favor!
SWASH
AYYY! YA AAUAAH – En este punto comienza a cambiar su reacción pues como que empieza a llorar un poco .
SWASH
Auuu, por favor, auah ahh – comienza a llorar de verdad
SWASH
Auuu, por...favor…-me implora entre lágrimas y tratando de recobrar el aliento, pero yo no puedo detenerme todavía
SWASH
UUaah, ya, por favor, buaaa
Había pensado darle un poco más, pero me detengo porque veo que el efecto esperado del castigo ya se produjo. Realmente fue un castigo duro, y sus lágrimas lo demuestran.
-         Ya, César, ya acabo chico.- le digo mientras desato las correas. Pero él se queda unos segundos acostado mientras se recupera del dolor, aunque lo primero que hace cuando lo suelto es llevarse las manos atrás y frotarse su maltratado trasero para tratar de aliviar un poco la sensación de escozor.
-         Vístete y lávate la cara, te espero afuera chico. – le digo mientras guardo el Tawse en el cajón respectivo y me salgo hacia la estancia para darle un poco de espacio.
Sirvo dos vasos de limonada mientras espero en la estancia que salga César. Finalmente aparece.
-         Ouch, todavía me duele, ¿qué era ese látigo que es como si mordiera?
-         No es un látigo, es un Tawse, pero aún así sí es muy doloroso, lo tengo guardado para casos graves, espero que te sirva para no volver a hacer una locura de nuevo.
-         Seguro que sí – me dice mientras me acepta el vaso de limonada – no se te olvide mandarle la notificación a mi papá de que me diste una “paliza memorable”
-         No te preocupes, no se me olvida.
-         Bueno, ya me voy.
-         Ok, chico y pórtate bien para que no vengas en un rato, ¿sale? – le digo mientras le abro la puerta
-         Sale. Y bueno, ya sabes, mi papá te paga, solo mándale el correo. Imagínate, ¡pagarte por que me pegues! ¡Qué absurda es la vida, no?
-         Sí, sí. ¡Cuídate César!
-         Bye – se despide antes de treparse a su camioneta.

Observo cómo se alejan y no puedo evitar negar con la cabeza y al mismo tiempo sonreír. Este chico es todo un caso.

4 comentarios:

  1. uuuff prefirió que un desconocido se lo suene...
    Pero me gusta la historia...
    Y que loco el chico por lo que hizo mm no sé que tanto duela un azote con eso pero creo que fueron pocos jejeje

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    Respuestas
    1. Aunque casi siempre es mejor que sea un papá y no un desconocido, en este caso el chico vio que su papá se había vuelto loco y no iba a saber medirse. Además para este chico, que no es su primera vez, el Señor de la academia es como un tutor, no un completo desconocido. Y aunque 7 parecen pocos, con el Tawse no suele ser poco.

      Gracias por comentar

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