Ponte en mis
zapatos: 3 De 3
Tatiana
no se separó del lado de Héctor ni un instante mientras el doctor observaba las
magulladuras de la pelea. El médico, al ser un niño, no quiso jugársela y le
mandó a hacer placas y una eco. Y no fue hasta que vio las radiografías y la
ecografía y ser cercioró que los daños eran meramente externos que les permitió
salir de la consulta con unas recetas para agilizar la curación y calmar el dolor.
No
era la primera vez que Héctor llegaba a casa lleno de cardenales, el chico era
bajito comparado con el resto de compañeros, era muy bravucón y era de otro
país. Aquella ciudad era pequeña y no recibía tanta inmigración como otras
ciudades, así que la gente desconfiaba de los extranjeros. Tatiana siempre
decía que era cosa de racismo, pero tras cambiarlo 3 veces de escuela, tuvo que
darle algo se razón a Santiago. Héctor era un bocazas Y le encantaba provocar a
la gente, el complejo de perro chico que decía Santiago. Fidel era bajito
también, también extranjero y nunca se había metido en una pelea. Fidel era más
tranquilo que su hermano y no le gustaba el barullo, así que cuando algún
compañero lo había insultado, el simplemente lo había ignorado. Y con el tiempo
los chicos se cansaron de insultarle y dejaron de hacerlo. Fidel era como su
madre, prefería hacer como si las cosas malas no existieran y se centraba en
las buenas. Y Santiago daba gracias a que Fidel fuera así en la escuela, con
Héctor ya tenían las manos muy ocupadas.
-
Estoy furiosa contigo, jovencito. No sólo te has vuelto a meter en una peles en
la escuela, sino que además le has dado
un puñetazo a Jorge! (dijo casi gritando nada más arrancar el coche).
-
Mami yo no fui quien inicio la pelea, fue el otro, es de los mayores y la tomó
conmigo sin más (dijo poniendo carta de
perrito abandonado porque sabía que eso ablanda ba el corazón de su madre).
-
Mira, Héctor, voy a hablar con los padres de ese otro chico y como me enteré
que hubo la más mínima provocación por tu parte, voy a agarrar el cinto de tu
padre y te voy a dar una buena zurra por provocador y por mentiroso (dijo sin
retirar la mirada de la carretera pero Héctor vio como le lanzaba una mirada
letal por el retrovisor) ¿Mantienes que ese chico empezó a golpearte sin más?
(Héctor se dio cuenta que no habían tomado el camino de vuelta a casa y pensó
que su madre se dirigía a casa de los padres del chico aquel que lo había
zurrado. Aunque el chico lo había mirado mal, fue él el que lo insultó primero
y se rió de él delante de todos sus amigos. Y sabía que de enterarse por los
padres del otro chico su madre pasaría tal vergüenza que después seguramente lo
matará y o ultra el cadáver en el jardín).
-
Me miró mal.
-
¿Te miró mal? (dijo intentando centrarse en la conducción y no girarse para
plantar le un par de nalgadas bien dadas) ¿Y después de mirarte mal qué pasó?
-
Yo me reboté un poco, no iva a dejar que me mirase como si fuera un mierda
delante de toda la escuela (en ese momento Tatiana apretó fuerte el volante.
Ese niño había salido a su puñetero padre, y precisamente ese era uno de los
mucho defectos de su ex que ella detestaba). Así que lo reté y bueno él no dijo
nada solo empezó a golpearme con todas sus fuerzas, es de los mayores,
Mami, no pensé que fuera a volverse, lo
juro. No era mi intención (y empezó a llorar y a pedir disculpas).
-
Entonces mejor no me paso por casa de ese chico ¿no? Vaya que sea a mí a quien
saquen los colores por haber criado tan mal a mi hijo ¿no? Pensarán que tus
padres son unos desentendido o que vives en una casa de maleducados y de
violentos ¿no? (dijo Tatiana y Héctor empezó a llorar más fuerte porque sabía
que su madre estaba realmente enfadada con él y a llegar a casa le iban a
rustir el trasero).
-
Bwuaaaaaaaaa perdona mami, bwuaaaa no lo vuelvo a hacer más bwuaaaa lo siento
-
Guárdate esas lágrimas de cocodrilo para cuando lleguemos a casa, allí ya te
apañará tu padre.
-
Bwuaaaaaaaaa nooooooooo papá me va a pegar mucho porque golpeé a su principio.
-
¡Héctor! ¿Qué os tengo dicho de llamarle así a Jorge?
-
Él no está aquí snif snif
-
¡Me da igual! No quiero volver a oírte ni a ti ni a Fidel que lo llamáis así. Y
Todo lo que te dé tu padre será poco con lo que te mereces, mira que golpear
así a Jorge, no te das cuenta Que ahora es de la familia, que es tu hermano. Y
lo que más me enciende es que sé porque le pegaste y Eso si que me da pena,
hijo.
-
mami bwuaaaaaaaaa
-
Hijo, estoy muy decepcionada. Jorge es el hijo de Santiago, Si Ahora Santiago
es vuestro padre (Héctor y Fidel
recordaban como uno de los días más felices cuando Santiago los adoptó) Jorge
es vuestro hermano. Puede que ahora no
te guste mucho Jorge, lo entiendo. Y me consta que a Jorge no le hace mucha
gracia eso de tener hermanos. Pero hasta Jorge puso hoy a un lado sus rencillas
contigo y salió a defenderte y después se preocupó por como estabas. ¿Y sabes
porqué? Por que ahora somos su familia.
Cuando Héctor y Tatiana llegaron al fin a casa era
casi la hora de cenar, y Santiago estaba ayudando a Fidel, preguntándole la
lección de Ciencias Naturales, ya que al día siguiente tenía un examen y a
Fidel le gustaba que le hicieran preguntas para si había lago que no se
acordaba su padre se lo volvía a explicar y entonces ya no tenía que estudiarlo
de nuevo. Fidel pensaba que engañaba a sus padres, pero no era así, ambos
sabían porque el niño insistía tanto en que le repasaran las lecciones o las
tareas de la escuela, y le hacían creer que hacer eso era hacer “trampas”
aunque en realidad tan solo era otra forma de estudiar.
Tatiana nada más cruzar la puerta se dio cuenta que aunque Santiago intentaba
actuar como siempre no estaba bien. Así que con la excusa de que no llegaba a
lo más lato de la alacena, lo llamó a la cocina para hablar con él.
-
¿Qué pasa? (dijo con ternura Tatiana, en cuanto estuvieron a
solas)
-
Es la primera vez que riño a Jorge, ya sabes, algo más serio
que no agarres eso o no corras, o acábate la verdura de tu plato (Santiago
parecía que viniera del campo de batalla).
-
¿Te acuerdas la primera vez que castigaste a Héctor? (dijo
con una media sonrisa, esa era la misma cara que puso la primera vez que tuvo
que darle algo más que un par de nalgadas a Héctor por hacer una tremenda
pataleta en un restaurante).
-
Si claro que lo recuerdo, pensé que el niño no volvería a
quererme en la vida…
-
¿y? (dijo Tatiana alzando una ceja)
-
Que esa misma tarde ya se le había pasado (dijo con media
sonrisa, al recordar lo idiota que había sido) pero no es igual, Fidel y Héctor
siempre han querido que yo fuéramos una familia. Jorge está aquí porque su
abuela murió, si Victoria siguiese viva, él ni pensaría en vivir con nosotros
como una familia. Tatiana, no soy idiota, sé que mi hijo piensa que vivir aquí
es parte de la desgracia de haber perdido a su abuela.
-
¡No seas melodramático, Santiago! Tu hijo te quiere, lo que
pasa es que igualito a su padre y le cuesta expresar sus sentimientos
(Santiago fingió poner una mueca de
disgusto, pero no engañaba a nadie). Mira, vamos a hacer una cosa, si de aquí
una semana Jorge se comporta de forma distinta de lo que ha hecho hasta hoy,
nos sentamos y hablamos con el niño. Pero ya te adelanto, que vuelves a hacer
una montaña de un grano de arena.
-
Vale (y le dio un beso tierno en la mejilla) ¿qué haría yo
sin ti?
-
Nada bueno jajaja eso ni lo dudes. Y hablando de hijos (se
puso seria) hemos de hablar de Héctor…sé que siente unos celos tremendos por
Jorge, no lo estoy excusando, pero creo que después de castigarlo deberías
hablar con él, aclararle algunas cosas.
-
Estamos apañados, Jorge siente Celso de Héctor y Fidel y
ellos de él.
-
Son niños, todos los hermanos sienten celos los unos de los
otros. Pero creo que deberías de volver a tener la conversación que tuvimos cuando
decidiste traerte a Jorge a casa.
-
¿Entonces el puñetazo fue por puros celos, no?
-
Eso y lo de siempre, tiene una idea mal sana de lo que es la
hombría. La culpa es de mi ex, era un condenado bravucón, que le gustaba más
una pelea que a un tonto un gorrito. Detestaba eso de mi ex, y Héctor ha tenido
que sacar precisamente eso de su padre…grrrr
-
También ha sacado cosas de su madre, como ese sentido del
humor tan fino y esos preciosos ojos en los que uno quisiera perderse para no
volver nunca más (Santiago la volvió a besar).
-
Zalamero (y le sonrió con picardía).
-
¿Y la pelea con el otro chico? (Santiago no necesitaba
confirmación, sabía que lo más seguro Héctor hubiera empezado esa pelea de
alguna manera, aunque que un chico mayor zurrara de esa manera a un niño no
tenía tampoco perdón de dios).
-
Lo de siempre (dijo suspirando hondo y entristeciéndose ambos
un poco).
-
¿Qué vamos a hacer con este niño?
-
No lo sé, de verdad que no lo sé. Quizás con el tiempo se
vaya calmando…(dijo Tatiana pero ni ella se creía eso, sabía que con los años
iba a ir a peor, y no quería tener que sufrir cada vez que su hijo saliera por la puerta).
-
Creo que esta vez
aparte de darle una buena zurra, deberíamos castigarlo…sé que vosotros
no sois mucho de castigos, pero no perdemos nada por intentarlo.
-
Eso lo dices porque no eres tú el que tiene que lidiar con
ellos en casa, llegas ya casi a la hora de cenar, justo cuando ya están
cansados. Cariño, conozco bien a mis hijos, y castigarlos sería más un castigo
para mí que para ellos.
-
Probémoslo una vez (dijo mirándola a los ojos) prometo que el
fin de semana me ocuparé yo de que cumpla el castigo, tú no tendrás que ni
rechistar ni una vez.
-
Grrrr bueno, por probar…eso si, señor, le tomo la palabra, el
fin de semana te encargas tú de él, por completo.
-
Que si mujer, que si…
-
¿y cómo piensas castigarlo? (dijo Tatiana llena de curiosidad
en su país no se estilaba mucho eso de los castigos eran más de un buen grito o
una buena palmada a tiempo, lo único que sabía de castigos era lo que había visto
en la televisión).
-
Pues ya sabes, nada de tele, juegos y demás cosas
entretenidas. Y cuando llegue de la escuela directo a hacer las tareas de la
escuela, y cuando acabe, se le pone tareas extras, ya sabes, más ejercicios de
lenguaje, que buena falta le hacen y…
-
Ves, a quien le das más tarea es a mi…
-
Ya los dejaré yo preparados (dijo rodando los ojos) tu solo
te aseguras que los haga. Y nada de postres o golosinas mientras esté
castigado. Y bueno ya iremos viendo…
-
Buffff espero que funcione esta vez.
-
Esa es la idea (y le dio un beso en la mejilla) estoy seguro
que Héctor no va a querer estar castigado más en su vida jejejeje
-
Eso seguro jejeje
-
Bueno, creo que ya lo hicimos esperar demasiado ¿no?
-
Sí, le dije que te esperara en nuestro dormitorio, imaginé
que Jorge no querría salir de su habitación.
-
Es que aparate de guapa eres lista
-
Deja de darme coba, sigo sin estar muy contenta con eso del
castigo.
-
Ok, te lo compensaré ¿qué te parece si para el próximo puente
dejamos los niños con mi hermana y nos fugamos tú y yo a la playa?
-
Si, un compañero del trabajo tienen un apartamento en la
playa, y me lo ha ofrecido varias veces, así que le tomaré la palabra.
-
Eso sería fantástico Santiago, hace más de dos años, que no
nos vamos tu y yo solos a ninguna parte.
-
Pues ala, ves mirando bikinis y vestiditos playeros (dijo
dándole otro beso y levantándose para ir a “charlar” con Héctor).
Cuando
Santiago entró en su dormitorio vio a Héctor echado sobre la cama llorando. No
era algo extraño, Héctor siempre lloraba cuando sabía que le iban a calentar el
trasero. Santiago se acaklró la garganta para que el niño se diera cuenta que
estaba allí. Héctor giró la cabeza tímidamente y al comprobar que era Santiago,
volvió a ocultar la cara bajo la almohada y llorar, pero esta vez más fuerte.
-
Héctor (le llamó en un tono bastante tranquilizador) venga,
campeón. Deja ya las lágrimas.
-
Nooooo me vas a pegar
-
Bueno, hijo, no es como si no te hubiéramos avisado ya muchas
veces. Sabes que tu madre y yo no nos gusta nada que andes en peleas.
-
Pero el idiota ese ya me hizo mucho daño, yo no quiero que me
pegues también bwuaaaaaaaaa
-
Bueno, sino lo hubieras provocado ese “idiota” no te hubiera
hecho nada ¿no? Hijo, realmente es agotador tener esta charla una y otra vez
contigo.
-
Me miró mal bwuaaaaaaaaaaaa ¿qué iba a hacer?
-
Sabes muy bien lo que debiste hacer, (le regañó) ¿qué debiste
hacer, Héctor? (pero Héctor puso morros y volvió a dejar escapar unas
lagrimitas) ¿Héctor? (Santiago dijo en un tono de voz un poco cansado mientras
se ponía ambas manos en la cintura).
-
Debí ignorarlo.
-
Eso es. Lo sabes. Y eso es lo que más coraje me da, hijo, que
aunque sabes bien lo que debes hacer, no lo haces (Santiago siguió riñéndole).
-
Lo siento bwuaaaa (dijo entre hipos)
-
Hijo ¿Te acuerdas de lo que hablamos la noche antes que
viniera Jorge a casa? (a Héctor se le transformó al oír el nombre de Jorge.
Santiago dio un suspiró y continuó) Os dije a tu hermano que viniera Jorge no
iba a cambiar lo que sentía por vosotros, para mi sois tan hijos como Jorge, no
hago diferencias entre sanguíneo y adoptivo. Y que esperaba que al igual que yo
no iba a hacer diferencia alguna, vosotros os comportarais con Jorge como os
comportabais entre vosotros. Entiendo
que la convivencia hace que haya riñas, yo también tenía hermanos y siempre
estábamos peleándonos. Pero una cosa es pelearse fraternalmente y otra bien
distinta es darle un puñetazo sin venir a cuento solo porque te pregunta cómo
te encuentras. Hijo, quiero que sepas que estaría igual de enfadado si ese
puñetazo en vez de dárselo a Jorge se lo hubieras dado a Fidel.
-
Fidel nunca me dejaría en ridículo delante de toda la
escuela.
-
¿Qué Jorge te dejó en ridículo? (preguntó asombrado, ¿Qué
parte de la historia se le había escapado?)
-
Si, él salió en mi defensa como si yo solo no me bastara
(dijo furioso Héctor)
-
Creo que tu cara deja claro que no te bastabas
-
Ese era mi problema, él no debió salir a socorrerme, no soy
un bebé. Y encima derribó a ese gigante, des de que llegara todos están que no
cagan con el chico de la capital, y ahora esto, ahora todos creen que es un
superhéroe o algo más chulo. Ahora todos quieren ir con él y de mi piensan que soy
un perdedor. Llega y me lo quita todo, mi habitación, mis padres y ahora
también mis amigos.
-
Ey ey ey alto ahí (dijo Santiago). Puede que no conozca a
Jorge tan bien como oso conozca a Fidel y a ti, pero estoy seguro que Jorge
pasa de la fama y de lo que opinen los demás. Si te fue a ayudar es porque
creyó que no era justo que un chico mayor pegara a uno más pequeño. Y porque, y
metete esto en la cabeza, de forma inconsciente, os ve como su familia, y sus
abuelos le enseñaron que a la familia se la defiende con uñas y dientes (eso
era lo que decía Anabel, y Santiago sonrió dulcemente al recordarlo). Así que
ya estás olvidando todas esas ideas rocambolescas de complots y demás.
-
Eso lo dices porque lo prefieres a él.
-
Héctor (dijo ya enfadado) no prefiero a nadie. Rectifico, lo
cierto es que ahora mismito a quien prefiero es
a Fidel, es el más pequeño de los tres y es el que parece tener la
sesera mejor moblada.
-
Es un cobarde (dijo flojito para si mismo, pero Santiago lo
oyó perfectamente y aquello acabó de enfadarlo más aún. Agarró por el brazo a
Héctor y lo obligó a levantarse de la cama y le dio 10 palmadas bien fuertes en
el trasero) PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS QUE SEA
LA ÚLTIMA VEZ QUE TE OIGO LLAMAR COBARDE A TU HERMANO. Héctor confundes
cobardía con sensatez. Ese es tu problema. Pero no pienso tirar la toalla
contigo, voy a meter algo de cordura en esa cabecita tuya aunque en el proceso
me quede calvo (dijo aún enfadado Santiago mientras el niño se sobaba el
adolorido trasero).
-
Lo siento (y aunque lo dijo entre sollozos, lo dijo de
corazón)
-
De acuerdo, hijo (dijo Santiago esta vez más calmado) ya que hemos empezado
acabemos con esto, te prometí una buena zurra si volvías a meterte en una
pelea, y es eso lo que te vas a llevar. Pero como no solo te peleaste con otro
chico sino que también le diste un puñetazo a Jorge, que es, y grávatelo bien,
tu hermano. Vas a estar un mes castigado,
-
¿Castigado? (lo miró sorprendido, nunca antes le había
castigado su madre o su padre, en la escuela cientos de veces, pero en casa
nunca)
-
Si, nada de salir, ni diversión de ningún tipo, no tele, no
teléfono, no videojuegos, no pelota, no juegos de mesa o del cualquier tipo. Si
quieres entretenerte leyendo un libro no te lo prohibiré, pero ese será tu
único divertimento
-
¿Leer? ¿Divertido? (dijo como si acabará de decir la mayor
estupidez del mundo)
-
Le dejaré tareas a tu madre para que hagas cuando hayas
acabado los deberes de la escuela, y más vale que estén acabadas antes de la
cena, porque sino mi nano y tu trasera se las van a ver, y al día siguiente
habrá le doble de tareas.
-
Eso no es justo, no puedes castigarme
-
Oh si que puedo, soy tu padre…es más no solo puedo, sino que
debo y voy a hacerlo, y hablo en serio, como le des la tarde a tu madre y te
pongas cabezón con lo de castigo después te vas a ir a la cama bien calentito.
-
Te odio (dijo dándole un empujón para salir corriendo, pero
Santiago lo agarró y no le dejó irse)
-
No tan rápido, aún no hemos acabo tú y yo, jovencito. Puedes
odiarme todo lo que quieras, no me importa, yo te quiero tanto que nada de lo
que digas o hagas puede hacer cambiarlo (dijo alzándole la barbilla para que lo
mirara a los ojos). La última vez que llamaron de la escuela porque te había
peleado con un compañero, te dije que si volvían a llamar en vez de mi mano,
sería la zapatilla la que diera cuentas contigo (dijo agachándose para alcanzar
la zapatilla de los píes de la cama).
-
No papi , no por favor no, lo juro no volveré a pelearme con
nadie (decía Héctor mientras intentaba zafarse del agarre de su padre con todas
sus fuerzas).
-
Esa cancioncita ya me la he oído yo muchas veces (Santiago
dejó la zapatilla con cuidado encima de la cama y empezó a desabrochar el
pantalón de Héctor, tarea que estaba siendo bastante complicada porque el niño
no colaboraba lo más mínimo) ¡Héctor, para ya! Sabes muy bien que te has ganado
estos azotes a pulso.
-
Nooooo (suplicaba con los ojos llorosos nuevamente). Por
favor, papi, por favor, no. Si me queires no me pegues.
-
Oh, hijo te quiero, te quiero muchísimo. Y porque te quiero y
no quiero que acabes en el hospital o la cárcel por no saber controlar ese
temperamento tuyo, es que voy a darte esta zurra. Héctor no somos animalitos,
los animalitos se mueven por sus instintos, nosotros usamos la cabeza para
hacer aquello que más nos conviene (y al fin logró bajar hasta los tobillos
pantalones y calzoncillos al muchacho. Santiago sabía que debía ser rápido
antes que Héctor empezara de nuevo a luchar con él, así que se sentó al borde
de la cama y colocó rápidamente a Héctor sobre sus rodillas, lo sujetó bien,
para que no saliera huyendo y agarró la zapatilla) plaff (el primer zapatillazo
cayó, Héctor no se lo esperaba para nada, y mucho menos esperaba que quemara de
la forma que le quemó, nada que ver con la mano o con el cepillo de su madre)
-
Aaaaaaaaaaaaaaay noooo dueleeeee (se quejó a pleno pulmón
Héctor)
-
Se acabaron las peleas, Héctor. No más peleas, ni discusiones
ni insultos ni provocaciones plaff plaff plaff plaff plaff plaff (y Santiago
esperó unos segundos antes de dejar caer una ráfaga rápida de 6 zapatillazos
sobre el trasero de Héctor)
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaa nooo no bwuaaaaaaaa duele, duele
mamaaaaaaaaaaaaaaa (como siempre Héctor llamaba a su madre cuando Santiago le
daba algo más que un par de azotes) mamiiiiiiiiiiiiiiii mamiiiiiiiiiiiii
socorrooooooo auuuu bwuaaaaaaaaaaa
-
Hijo, no entiendes que esa no es forma de ir por la vida? No
puedes ir como un perro rabioso, la gente se alejará de ti, nadie quiere estar
cerca de una persona que le van las peleas (Santiago esperó unos minutos a que
Héctor dejara de pedir auxilio a su madre y volviera a estar atento a lo que le
decía antes de volver a dejar caer 6 zapatillazos más) plaff plaff plaff plaff plaff plaff
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaaa auuuu malo
auuuuuuuuuuuuuu no, auuuu duele, au lo siento, lo siento, perdóname papi,
perdona auuuuu
-
Hijo, no quiero que esto se repita, no quiero más peleas
porque no quiero tener que castigarte, pero sobretodo porque con esa
actitud solo te perjudicas a ti mismo
plaff plaff plaff plaff (y esos últimos
4 zapatillazos fuero justo a los muslos, donde Santiago sabía que no era
peligroso pegar pero que dolía más).
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaau bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaa
(Héctor estuvo casi 10 minutos llorando como si la vida le fuera en ello.
Santiago sabía que había sido duro con Héctor, más duro que nunca, pero también
sabía que Héctor solía llorar de forma muy ostentosa para dar pena y hacerse
perdonar antes, cosa que solía funcionar)
-
Shhhh ya Héctor, Ya, ya acabó, shhhhh hijo, ya está, ya no
más lágrimas, venga, hijo (dijo ayudándolo a levantarse y a colocarse de nuevo
la ropa). Hijo, quiero que vayas y te disculpes con Jorge, y después de cenar
directo a la cama.
-
¿Qué? (dijo indignado olvidando las lágrimas, aunque no el
picazón de su pobre trasero)
-
Estás castigado, después de cenar directo a la cama, si
quieres puedes leer un libro hasta que sean las 10 (dijo con ternura Santiago
como si no estuviera diciéndole que
estaba castigado).
-
Pero papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (empezó a protestar)
-
Ni lo intentes, no te va a funcionar, sigo muy enfadado
contigo…así que más vale que vea un cambio de actitud durante el tiempo que
estés castigado, porque sino quizás me plantee en alargarte el castigo un mes
más
-
¡Nooooooo! (dijo horrorizado, Santiago tuvo que hacer un
esfuerzo titánico para contener la risa) ya voy, ya (y salió a toda prisa de la
habitación).
Héctor
se disculpó con Jorge, sabía que sino lo hacía aún estaría en más problemas,
seguramente su madre se pusiera como un basilisco y quisiera tomarla con su
pobre trasero también. Pero una cosa era disculparse con el principito y otra
bien distinta que se fueran a hacerse amiguitos del alma. Jorge tampoco tenía
muchas ganas de ser amigo de Héctor, lo
cierto es que ambos chicos les tomó su tiempo en enterrar los prejuicios y
darse una oportunidad. Y con tiempo, quiero decir, mucho tiempo. Pero lo que si
que es cierto es que a partir de entonces los chicos se dieron cuenta de una
cosa. Que en aquella casa cuando se trataba de castigos no había favoritismos.
Cuando la cagaban todos acababan igual, sangre o no sangre de por medio. Y
teniendo muy en cuenta eso, empezaron a encubrirse los unos a los otros,
haciendo así que la predicción de su padre se cumpliera, eran ellos tres contra
ellos dos.
FIN
Me fascino por favor continúala.
ResponderBorrarQuerida Litlle.... Como siempre maravillada con la plasticidad de tu trabajo, este relato ha sido sublime como siempre, plagado de ternura y travesura y esos bonitos celos de hermanos..
ResponderBorrarSe que el anuncio decia uno de tres dos de tres y tres de tres .... Me entiendes? pero yo te agradeceria infinitamente que nos obsequiaras un capitulito mas...
Y abusando de tu nobleza que retomaras las historias que imagino factor tiempo y demasiafas responsabilidades interrumpiste sin indicios de vver sobre ellos
Pero apelo a tu talento y tu enorme corazon
Con cariño
Marambra
No hay caso... no hay forma que me ponga a favor de "tus" padres, ajajaja.... Es que tus personajes son tan lindos, jjejeje....Aunque Héctor sea todo un buscapleitos, pero... me pongo de su lado, total, a sus papás les toca corregirlos, =P
ResponderBorrarLittle, me han encantado los tres capítulos, el 1 y el 2 mucho más porque me gusta más el personaje de Jorge, y además porque el 3 es el último capi y eso NO me gusta.... pero muy bellos en sí todos, la historia, la trama, todo! FELICIDADES!!!
Me encanto tu historia...lastima que se acabo...aunque realmento espero que recapacites jajajajaja
ResponderBorrarlinda la historia pero me gustaría que no terminara aquí :( ... fue muy corta
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