SI ODIO TODO SOBRE USTED, PORQUE DEBO
AMARLO?
CAPITULO 13
Era domingo, muy de mañana,
Andres Felipe, Angélica María y Juan Andres, después de tomar un rico desayuno,
vestidos con ropas deportivas, salieron en la Bestia, con rumbo a la ciudad de
Tunja, en el departamento de Boyacá.
Habían decidido tomarse unos
buenos días de auténtico descanso, lejos de la capital y toda su parafernalia,
Andres y Angélica, querían privacidad, para disfrutar uno del otro y de su
hermoso hijo, en familia, los tres solitos.
Después de un viaje de
carretera de cerca de dos horas, Andres Felipe, tomo una vía secundaria, un
camino rural muy poco transitado.
Luego de un silencioso recorrido
de media hora, estaban estacionando el vehículo en una hermosa y cómoda cabaña
de dos plantas, la cual estaba ubicada en un claro de un bello y denso bosque,
junto a un hermoso lago el cual tenía un muelle de madera.
El militar lucia algo cansado
y muy pensativo, después de la tremendamente ocupada semana que había
transcurrido, cuya culminación había sido la gran cena organizada por su madre
la noche anterior.
Además no había podido dormir
muy bien, pensando en el mensaje de texto enviado por su mejor amigo, El
capitán Camilo Prieto, había hecho clara alusión a algo sumamente delicado que
debía contarle en persona en cuanto fuera posible.
Angélica María, también lucia
cansada, tampoco había logrado conciliar muy bien el sueño, aquella noche, aun
retumbaban en su mente las cosas horribles que le había contado con total
crueldad y desprecio, Hernando Contreras Whitemore.
Como algo así de retorcido y cruel era posible?, ese
señor era maldad pura, la maestra había
sentido mientras bailaban ese vals, alrededor de ese hombre, envolviéndolos, un
frio y obscuro vacío, como el de una tumba.
Él era el padre de Andres
Felipe, y de sus hermanos Patricia y Mauricio Hernando, había sido esposo de la
encantadora doctora Lina Patricia, como alguien así de dañado, retorcido y toxico,
podía ser el padre de una familia tan unida y amorosa?
Aún más extraño y preocupante
era para Angélica María, lo que esa misma noche, después de haberse tomado
varios margaritas, en medio de una amena conversación, le había confiado de
forma muy discreta, pero con una profunda pena y algunas lágrimas en los ojos
su futura suegra.
Ella había conocido, se había
enamorado, se casó y tuvo tres hermosos hijos, con un hombre dulce, detallista,
tierno, comprensivo, honorable y completamente comprometido con su carrera
militar.
Con un hombre básicamente bueno,
pero increíblemente competitivo y ambicioso, el cual había extraviado el buen
camino en algún momento, pocos meses después de nacer Andres Felipe.
Súbitamente, luego de un
extraño y sorpresivo viaje de dos meses a Alemania, supuestamente por algún
asunto de la OTAN, su otrora dulce esposo, había regresado al país, pero ya no
era nada parecido al hombre que conocía y amaba.
Se había convertido en el
“Dragón” Contreras, intempestivamente se
alejó de ellos por completo, se mostraba
evasivo, frio, distante incluso cruel.
Se obsesiono completamente con
el trabajo, con reuniones extrañas hasta altas horas de la madrugada, durmiendo
en instalaciones militares distintas cada noche, como si no tuviera su propia
casa.
A partir de ese extraño viaje,
el mundo de Hernando Contreras, cambio por completo, se desenvolvía en las más
altas esferas del poder político, económico y militar.
Se había convertido en un ser
maquinador, inexpresivo, poco comunicativo, y totalmente maquiavélico.
En el proceso de convertirse
en ese obscuro ser, la arrogancia, la maquinación, el orgullo y la crueldad, se
habían convertido en el motor de su existencia.
Todo el tiempo, mostraba un
horrible fulgor amarillo dorado, acompañado de una fiera mirada en sus bellos
ojos, ojos que normalmente eran de color miel y de expresión amable.
La doctora Lina Patricia, le
manifestó que ella era una mujer de ciencia, progresista, que no creía en
supercherías conspirativas, pero podría jurar que su otrora dulce esposo, desde
aquella época, estaba involucrado con una retorcida y peligrosa sociedad
secreta.
Aun recordaba con pánico la
horrorosa marca que el general Hernando Contreras portaba oculta en la muñeca
izquierda, debajo de su reloj rolex.
Era algo grabado con fuego en
su piel, una marca que ella había descubierto por casualidad mientras el dormía
profundamente.
Aquello la había impactado
demasiado, y al investigar la procedencia de aquel horrible logo, descubrió que
era la marca de los iniciados en la tenebrosa sociedad secreta internacional de
los Skulls (cráneos).
Averiguo también que en esa
secta de desquiciados, había empresarios multimillonarios, políticos, militares,
científicos, gente poderosa e influyente de todo el mundo.
En sus obscuras reuniones,
celebraban todo tipo de rituales extraños, aunque no había logrado obtener más
información al respecto.
Además había decidido dejar el
asunto de ese tamaño, ya que le resultaba terriblemente sórdido todo aquello.
Los más perjudicados con esta
espantosa metamorfosis, habían sido sus hijos mayores, los cuales de improviso
habían perdido de golpe a su amoroso y comprensivo padre, sintiéndose
rechazados, abandonados a su suerte.
La doctora Caicedo, le confió
a Angélica, que trato de confrontar a su esposo en muchas ocasiones, para
exigirle que le explicara que le sucedía.
Por qué se comportaba de
semejante forma, obteniendo solo evasivas de su parte.
Situación que eventualmente,
termino por destruir a su matrimonio y la unidad y felicidad de su familia.
Hernando Contreras Whitemore,
totalmente ausente de ellos, solo se limitaba, por medio de algún subordinado,
a depositar mensualmente, enormes cantidades de dinero en las cuentas familiares.
Según el para cubrir los
gastos de la casa, de su esposa y sus tres hijos, dinero que jamás les hiso
falta, ya que ella trabajaba desde siempre ejerciendo su profesión, además era
la dueña de la clínica fundada por su padre.
Pero de ahí en más, jamás
estuvo con ellos, Hernando Contreras Whitemore, se alejó de sus vidas por
completo.
Andres Felipe, era muy
pequeño en ese tiempo para resentir el extraño cambio en la forma de ser de su
padre.
Además fue acogido, educado y
amado por su abuelo materno, el Doctor Alberto Caicedo.
Quien cuido con Esmero de la
formación del pequeño niño, desde su más tierna infancia, al igual que de sus
nietos mayores.
Razón por la cual no resintió
tanto la ausencia absoluta de su padre, esto hasta que a la edad de doce años, cuando
súbitamente perdiera a su “nonito”, como con absoluto amor llamaba a su
abuelito, debido a un infarto fulminante.
Todo aquello, le revolvía la
mente a la maestra, sobre todo el asunto aquel del brillo amarillo intenso que hacía
tiempo había notado en los ojos de Andres Felipe y de Juan Andres, cuando
sentían verdadera rabia por alguna razón.
Acaso aquello, ese feo fulgor
en sus ojos, era algún tipo de reacción bioquímica en sus cuerpos que los
hacia comportarse de forma agresiva?, reacción que parecía ser desatada por
causa de la adrenalina.
Pero si ese era el caso, como
lo sospechaba, como carajos había sucedido?
Porque además de ocurrirle
aquello a aquel detestable hombre, también le pasaba aunque hasta ahora, en
menor escala a Andres Felipe y a Juan Andres?
Angélica María, observaba a
sus hombres con un infinito amor, pero también con muchísimas dudas y algo de
angustia.
Ya estaba más que al tanto
del comportamiento de Andres Felipe, en el área de operaciones militares, de su
tendencia casi obsesiva a ir al frente de la batalla, liándose siempre en los
más violentos e intestinos combates.
También la preocupaba sobre
manera, el súbito cambio de comportamiento que podía llegar a ocurrirle a Juan
Andres, ya que su normalmente dulce y tierno niño.
Cuando algo o alguien lo
ponía furioso, era capaz de comportarse muy agresivo, mostrando una fuerza
física y una determinación de lastimar que no eran propias de un niño a punto
de cumplir trece años.
Rogaba al cielo que lo que
fuera que hubiera ocurrido con el padre de su amado, se limitara solo a él, y
no fuera a trascender a su valiente amor, ni a su hermoso hijo.
Ella se casaría en cuestión
de días con Andres Felipe, lo amaba con locura y estaba decidida a averiguar a
fondo que estaba ocurriendo, que obscuro secreto se escondía detrás de Hernando
Contreras Whitemore.
Si el problema se limitaba solo
a su futuro suegro, o lo que fuera que este miserable hubiera hecho con la
bioquímica de su cuerpo, también afectaba por el enlace sanguíneo de parentesco
a Andres Felipe y a Juan Andres.
Aunque de ser así, no tenía
idea de cómo iba a enfrentar aquello, pero por amor a su esposo, a su hijo
mayor y al bebito que venía en camino, hallaría la forma de protegerlos de
“eso”, fuera lo que fuera.
Juan Andres, tampoco había
pasado una noche tranquila, de madrugada en la soledad de su habitación, había
llorado amargamente.
Había estado sumido en medio
de los más profundos y preocupantes pensamientos, las dudas, el temor, los
celos, lo habían asaltado de repente.
No era justo Joder, como era
posible que el tuviera tan mala suerte, apenas acabando de recuperar a su
padre, cuando ELLOS TRES, estaban tan felices juntos.
Cuando todo un mundo de
posibilidades divertidas, estaba al alcance de su mano en compañía de su papa y
mama, ahora resultaba que venía otro niño en camino a arruinarlo todo.
El no deseaba un hermanito
menor, ellos tres eran felices así como estaban, para que alguien más?, Gelica
y Master Chief, eran suyos, solo suyos
maldición.
Él no era un niño egoísta,
claro que no, fácilmente sin hacerse líos podía compartir su bicicleta, un
balón de futbol, la x-box 360, incluso prestar dinero a algún amigo, aun a
sabiendas de que seguro no lo devolvería.
Pero compartir a sus papas
eso sí que no estaba dispuesto a hacerlo, nadie tenía derecho de venir a
disputarle el amor de sus padres.
El niño estaba trasnochado, cansado,
de pésimo humor y bastante dolido por todo aquello, sus ojos lucían brillantes,
bastante amarillos y algo húmedos.
Se sentía traicionado por
Andres y Angélica, pensando que seguramente el nuevo bebe, eclipsaría por
completo el amor y la atención de sus padres, sobre si, relegándolo a el a un
segundo plano.
Cuando los Contreras Torres,
estuvieron instalados en la acogedora cabaña junto a aquel lindo lago, Angélica
le pregunto a Andres Felipe, si aquel idílico sitio también era de su familia.
Era de mi nonito(abuelito), Alberto,
contesto Andres Felipe, con una expresión algo triste, lleno de añoranza, aquí
pase la época más feliz de mi vida amor.
Afirmo el militar, mientras
su amada observaba enternecida una antigua fotografía, que estaba en un porta
retratos de plata bellamente confeccionado, sobre la chimenea de leña del
lugar, la cual Andres Felipe, se apresuró en encender, para calentar la cabaña.
En esta imagen se podía
observar a su amado muy niño, de unos once o quizás doce años, de la mano del
doctor Alberto Caicedo, justo en el muelle frente a la cabaña, la mirada de
Andres Felipe, era de absoluta admiración por el adulto mayor que lo sostenía
con ternura de la mano.
Mira qué curioso no? Pregunto
Juan Andres, con bastante ironía y una mirada muy seria, dirigiéndose
directamente a su padre, en esa foto, estabas descalzo, junto a tu abuelito,
lucias cómodo y feliz “pa- pi-to”.
Juan Andres, había encontrado
la excusa perfecta, para estallar y sacar a flote toda la rabia, el miedo y la
hostilidad que traía atrapadas desde la noche anterior y su padre seria el
pagano.
PFFFFF, Podría apostar que tu
abuelo, no te reñía, ni te trataba de forma horrible por caminar descalzo por
este bonito lugar, o acaso si lo hacía?
Andres Felipe, noto la
completa molestia y hostilidad hacia el de parte del niño, cosa que lo tomo por
sorpresa, pero decidió, manejar aquello con calma y conversarlo tranquilamente
con su retoño.
Al mismo tiempo Angélica
María, con un gesto bastante serio, le decía a su niño, Juanito, vete con
cuidado amorcito, ese tonito y esa mirada con el papito, no me está gustando de
a mucho, no vayas a embarrarla de nuevo mi cielo.
De ninguna manera haría eso,
ma-mi-ta, dijo el mocoso, al tiempo que también le dedicaba a su madre una
mirada llena de odio, cosa que dejo a Angélica a cuadros, jamás había visto ese
comportamiento en su normalmente tierno hijo.
Príncipe de mi corazón, nos
quieres contar que te tiene así de molesto? Pregunto con suavidad Andres
Felipe, a su amado hijo mayor, ven bebe, sentémonos en la sala juntitos y nos
cuentas.
Sea lo que sea, seguramente
lo podemos conversar y solucionarlo juntos, como familia mi niño lindo, estoy
más que consiente de que se me paso demasiado la mano contigo en gran estación
aquella noche.
Pero creí que ya lo habíamos
solucionado, yo te pedí disculpas amor, eso estuvo pésimo de mi parte bebe, no
te lo voy a negar, aunque pensé que ya estaba todo perdonado y olvidado.
Soy tu padre pero jamás he
pretendido ser infalible ni impositivo contigo mi cielo, yo también cometo equivocaciones.
Claro, todos nos equivocamos
papa, contesto completamente frio Juan Andres, pero me pudre sobre manera, que
la gente actué de forma hipócrita, en especial mi propio padre.
Tú predicas tus absurdas reglas,
pero evidentemente no las aplicas en ti mismo, mira cómo te comportaste
conmigo, por una tontería como andar descalzo en el apartamento en Bogotá.
Pero tú si podías caminar
descalzo por aquí, feliz, cómodo, sintiéndote libre, sin que ningún pelmazo
hipócrita y traidor, te impusiera su opinión de lo que está bien y de lo que no
lo está.
JUAN ANDRES CONTRERAS TORRES,
intervino Angélica María, completamente molesta con su hijo mayor, me haces el
favor y te disculpas Con tu papa pero de inmediato, mira que la acabas de
embarrar pero por completo jovencito, que es esa grosería me puedes explicar?
GENIAL, dijo Juan Andres, rodando
los ojos, ahora resulta que decir lo que piensas es una “grosería”, espeto con
un gesto y mirada llenitos de odio, dejando fríos a sus asombrados padres,
Pero qué bonita familia la
que tenemos, que tristeza tan grande ser el hijo mayor de un par de hipócritas,
traidores y solapados mentirosos como
usted y su marido licenciada Torres.
Habrase visto, semejante
grosería, espeto Angélica María, absolutamente ofendida con el comportamiento
de su niño, resoplando molesta, la maestra.
Te lo voy a pedir por última
vez Juan Andres, córtala pero de inmediato y discúlpate con nosotros jovencito,
porque tu trasero está corriendo peligro ahora mismo.
Claroooo, la solución más
práctica, sencilla y conveniente para todos los problemas verdad?, contesto con
furia el niño, pues saben que ustedes dos? Muélanme a palos ahora mismo si les
da la puta gana, porque no me pienso retractar de nada de lo que dije.
Como has dicho, mocoso del
carrizo? Pregunto iracunda Angélica María, la cual salto de su silla hecha una
furia, completamente decidida a cruzarle el rostro a su mocoso con un sonoro y
fuerte bofetón.
Siendo interceptada por
Andres Felipe, el cual de forma muy suave pero con unos reflejos casi felinos,
se lo impidió a su adorada, al tiempo en que con mucha calma le pedía que no
hiciera eso y que tratara de calmarse un poco.
WOAAA, amor mío, mi vida
serénate un poco, decía el militar con suavidad, al tiempo que la abrasaba
firmemente, por favor calmémonos los
tres, mira que los ánimos se alteraron muy feo, piensa un poco en él bebe,
tener esas rabias no les hace bien.
Juan Andres, había quedado
petrificado al ver la reacción iracunda de su mami, estaba consciente de que la
estaba cagando pero en grande, de todos modos no le importaba hacerlo, se
sentía demasiado dolido, traicionado, desechado como un trasto viejo.
PERO AMOR, ESCUCHALO, LAS
BARBARIDADES QUE NOS ESTA DICIENDO, grito Angélica María, completamente dolida,
al tiempo que sendos lagrimones rodaban por su bello rostro.
Mi vida hermosa, contesto
Andres Felipe, claro que lo escuche, pero trata de calmarte amor mío, te repito
que ponerte furiosa no les hace nada bien al bebe ni a ti muñequita preciosa.
Calémonos todos porfa, el
militar decía esto mirando a los angustiados ojos de su amada, con una mirada
absolutamente amarilla, centelleante de furia pura, pero sin siquiera alzar un
poco la voz o perder la compostura.
Bien, perfecto Andres Felipe,
me voy a tratar de calmar, espeto la maestra con una fingida tranquilidad,
aunque en realidad estaba que echaba chispas. Me voy a ir para arriba a
recostarme un rato y tomarme unas gotas de valeriana, a ver si logro relajarme
alguito después de semejante contrariedad.
Pero me haces el favor y
mientras yo recupero un poco la compostura, me le das a este carajito grosero, la
señora tunda que a pulso se ganó.
A ver si de una buena vez por
todas, aprende a respetar a los papas y deja la pataleta tan horrible que tiene
ahora mismo, sentencio con frialdad Angélica María, mirando con indignación y
dolor a su bello hijo, al tiempo que subía furiosa por las escaleras.
En ese punto Juan Andres,
solo lloraba en silencio sentado en una poltrona de la sala de aquella cabaña,
estaba furioso, sus papas lo habían desechado, ya no lo querían más, a la
primera oportunidad le habían buscado reemplazo.
Andres Felipe, dio media
vuelta, respiro profundo y se sentó al frente de su hijo, al tiempo que se
pasaba ambas manos por el rostro, Juancho, me quieres contar que está pasando
hijo?
Porque te estas comportando
así mi niño? Si algo te está molestando por favor cuéntamelo, hablémoslo con
calma, deseo saber tus motivos antes de decidir hacer algo más.
Ya le dije a Gelica y te lo
repito a ti papa, contesto en tono absolutamente hiriente y con total desafío
en los ojos el niño, hagan lo que quieran, yo no pienso cambiar de opinión.
Así que adelante Capitán,
muélame a palos de una buena vez, con eso deja satisfecha a su mujer.
Como tú quieras hijo, afirmo
triste Andres Felipe, que lastima que no confíes en tus papitos y que tengas
una opinión tan horrible sobre nosotros, si somos unos padres tan terribles
para ti,… lo lamento de veras.
Pero somos todo lo que tienes
hijo mío, aun así, por esa razón o la
que fuera, no te vamos a pasar por alto que seas así de irrespetuoso con
nosotros.
Sin decir nada más Andres
Felipe, con suavidad, tomo por un brazo a su rebelde retoño, lo puso de pie
justo a su lado, al tiempo en que con completa calma, sin ser brusco, le bajaba
la sudadera deportiva que tenía puesta el niño, para después seguir con el
bóxer.
Acto seguido Andres Felipe, lo
puso con calma sobre sus rodillas, levantando un poco más de lo normal su
pierna derecha, con lo que el trasero de Juan Andres, quedo en pompa, dejando
expuesta la parte donde terminan los muslos y comenzaban las nalguitas del
infante.
Iniciando a adminístrale el
castigo de nalgadas, a su adorado hijo mayor, estaba aplicando un poco más de
fuerza en esta ocasión, aunque sin excederse.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, UMMMM, GRRRRR, esas diez primeras fueron
administradas con firmeza y calma por parte del militar al niño.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, Juan Andres, puso las manitos en el piso, para no
perder el equilibrio, completamente decidido a no hablarle a su padre mientras
este lo castigaba.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
AYYYY, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, JODER como escocían, en ese instante
sentía su traserito en llamas, sus bellos ojitos estaban anegados en lágrimas,
pero no pensaba ceder un centímetro frente a su padre.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, las nalgadas seguían cayendo de forma pasmosa,
pero dura sobre sus nalguitas.
El niño apretaba los puños, y
se mordía el labio inferior, obligándose a no articular palabra alguna.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,
ARRRGGG, PLAS, PLAS, PLAS, UFFFF, PLAS, AYYY, PLAS, una y otra vez su padre, trajo la mano fuerte contra sus
nalgas, que revotaban con cada golpe y se marcaban en rojo con la forma de su
fuerte mano.
Le estaba doliendo, Andres Felipe, con una
profunda pena en su alma, sintiendo como se apretaba su corazón dentro del
pecho, podía escucharlo gemir bajito y sentirlo estremecerse.
Las lágrimas, ya rodaban sin control por las mejillas de
Juan Andres, aquellas nalgadas le habían dolido un montón.
Andres Felipe, dejo de
nalguearlo, pero sin levantarlo aun de su regazo, tomo primero la pierna
derecha del niño al nivel del tobillo y le quito el tenis deportivo que traía
puesto al igual que el calcetín corto.
Para después repetir la
operación con el pie izquierdo, dejando a Juan Andres, descalzo.
Acto seguido, le termino de
quitar la sudadera y el bóxer, para luego de esto, sin decir palabra, hacerlo
levantar, para después guiarlo suavemente de un brazo, dejándolo en una esquina
mirando de cara a la pared.
El piso del lugar estaba
entapetado, y la chimenea encendida a toda capacidad, así que no temía por los
bronquios de su niñito rebelde.
Te vas a quedar ahí
quietecito en esa esquina, hablo por fin Andres Felipe serenamente a su hijo.
Mirando de cara a la pared,
con las manos cruzadas detrás de la cabeza, pensando en lo que hiciste, en tu
pésimo comportamiento de hoy, el cual es el motivo de que estemos en medio de
esta cagada de situación.
Dicho esto, el militar se
dirigió directamente a la cocina de la cabaña, sentándose allí, en una banca al
lado del mesón, necesitaba recuperar la compostura y beber algo helado, ya que
detestaba sobre manera hacerle aquello a su bebito, pero el mocoso no le había
dejado más opción.
Juan Andres, estaba descalzo,
semi desnudo de la cintura para abajo, además de cara a la pared, llorando
copiosamente pero sin hacer demasiado ruido, las lágrimas de dolor, pena y
rabia, no paraban de rodar por sus mejillas.
Después de media hora, en esa
incómoda posición y cuando aún sentía sus lindas nalguitas como brazas de
carbón al rojo vivo, escucho la voz de su Padre tras de él, llamándolo.
Pidiéndole que se acercara a
donde se encontraba, al girar el niño para observar a su padre, vio que estaba
de pie, al lado del amplio sofá de la sala de la cabaña.
Andres Felipe, tomo firmemente a su hijo detrás
del cuello y lo llevo al lado del dichoso sofá, luego lo hiso inclinarse boca
abajo, en uno de los brazos del mismo, quedando, de nuevo con su hermoso traserito
completamente en pompa, y dispuesto para el resto de su castigo.
Después de aquello, Andres Felipe, tomo con su
mano derecha, una espátula de madera que había traído de una de las gavetas de
la cocina, y acto seguido comenzó a zurrar de nuevo, las ya muy castigadas
nalgas de su niño con aquel aparejo de cocina.
CRACK, CRACK, CRACK, comenzaron a sonar los
golpes de la madera al hacer contacto con los redondos y firmes glúteos del
niño. CRACK, CRACK, CRACK, el oficial militar se detuvo en seco, ya era más que
suficiente de aquello, al tiempo que hablaba completamente dolido con su amado
hijo.
Juancho, mi príncipe hermoso, por favor hablemos,
cuéntame que te hiso enojar tanto, para decirle esas cosas tan feas a los
papitos.
No sé porque estás pensando algo tan horrible
sobre la mamita y sobre mí, pero quiero que te quede claro, Juancho, que te amo
con toda la fuerza de mi alma, eres la luz de mis ojos, eres la razón más
poderosa que tengo para vivir mi niño.
Escuchar aquello había sido demasiado duro, aun para
el fuerte enojo del niño, razón por la cual, traicionándose a sí mismo rompió
en el más sentido De los llantos, BUAHHH, BUAHHH, BUAHHHH, PAPITOOOO, ME DUELE
MUCHISIMOOOO, BUAHHHH, me castigaste muy fuerte, eres malooo, en ese punto ya nada
importaba, a la mierda el orgullo y la rabia, después de aquello, él estaba
necesitando a su papito con urgencia.
Andres Felipe, de inmediato soltó la espátula de
madera en el suelo y se apresuró a ayudar a levantar a su hijo del brazo de
aquel sofá.
Acto seguido, aun estando ambos de pie, abraso a su
pequeño profundamente, incrustándolo contra
su pecho, el pequeño al inicio rechazo aquella muestra de cariño de su padre.
Por lo que trato de forcejear, para que Andres
Felipe, lo soltara, aunque sin hacer demasiada fuerza en ese intento, BUAHHH, BUAHHHH, DEJAMEEEE, SUELTAMEEEE,…PA…PITOOO,
BUAHHHH, LA MAMA Y TU YA NO ME QUIEREN, BUAHHHHH.
Pero de que carajos estás hablando mi niño? pregunto
completamente alterado y con los ojos llenos de llanto Andres Felipe.
SIIII, LA GELICA Y TU YA NO ME QUIEREN, ME VAN A
CAMBIAR POR OTRO NIÑO, ME VAN A DEJAR DE LADO, COMO SI YO FUERA UN TRASTO
VIEJO, BUAHHH, BUAHHHH.
Queeee?, como se te ocurre decir semejante locura
mi vida?, Juanito, ven le dijo el militar, al tiempo que tomaba asiento
nuevamente en aquel sofá, sentando a su vez a su hombrecito en su regazo con
demasiado cuidado de no irlo a lastimar más.
Juanito, hijito mío, niño de mi corazón, jamás en
la vida la mamita o el papito, podrían dejar de amarte siquiera un poquito mi
sol.
Si, vamos a tener en unos meses otro bebecito, pero
no es otro niño como estas diciendo, es tu hermanito mi ángel.
Pero ten en cuenta que tú fuiste, eres y siempre
serás el primero, nuestro bien amado y hermoso primogénito, el digno heredero
de mi apellido, de mi fuerza, de mi espíritu
y de casi todo lo que tengo mi vida.
El número uno en nuestro corazón de padres mi
angelito, nuestro niñito más especial, y
eso jamás va a cambiar por nada del mundo, tengamos uno o dos hijos más.
Estas hablando en serio papi? ISHH, ISHH, ISHH,
pregunto el mocoso con los ojitos aun inundados de lágrimas, sorbiendo algunos
moquitos con la nariz. Mirando a su padre a la cara, al tiempo en que hacia el
pucherito más tierno pero triste del mundo.
Palabra de honor mi vida, contesto con seriedad
pero mirada muy dulce el oficial militar, nada entre nosotros va a cambiar, eso
jamás, antes por el contrario todo será aún mejor mi príncipe hermoso.
Todo este rollo tan horrible, fue por causa del
anuncio del embarazo de la mamita anoche mi amor? Tenías celos mi vida?
Ashhhh, sii, papito, perdóname, ISH, ISH, ISH, soy
un completo bobo verdad?
Nop, para nada, diría más bien que eres un nenito
muy celoso con sus papitos, mi angelito rebelde y grosero.
Después de aclarar las cosas con su hijo, de
despejarle con infinita paciencia y amor todas sus absurdas dudas y miedos, el
militar se dedicó con esmero a mimar Juan Andres, en su regazo, secándole el mismo
las lágrimas de sus hinchados ojitos.
Abrasándolo fuertemente, dándole muchísimos besos
en las mejillas, en la cabecita, acariciándole la espalda, para luego acostarlo boca abajo en el sofá y masajearle
con bastante loción mentolada las maltrechas nalguitas, por más de una hora
hasta que todo rastro del castigo había desparecido de su blanca piel.
Con posterioridad a todo aquello, ayudo a
vestirse de nuevo, con absoluto cuidado a su hijo y lo subió alzado a tun tun,
sobre su espalda, hasta el segundo piso, entrando a la habitación principal en
donde Angélica María, los esperaba muy llorosa.
Hola hijito precioso de la mamita, ya te paso el
enojo que tenías con nosotros mi cielo?, pregunto a Juan Andres, mimosa y con
rostro dulce la maestra, simplemente no podía permanecer enojada con su
angelito con cuernitos y colita, lo amaba demasiado.
Si, mamita, ya se me paso, contesto Juan
Andres, con un tierno pucherito en el
rostro, queriendo lucir un poco lastimero, el papa se encargó de quitármelo a
punta de nalgadas, me dio una señora tunda por ser un grosero con ustedes mami,
me perdonas?
Por supuesto que te perdono mi sol, contesto con
infinita dulzura Angélica María, al tiempo que abrasaba a su adorado hijo
mayor, acostándolo a su lado en la cama, para poderlo colmar de besos y mimos.
Casi de inmediato el capitán Contreras, se unía
al abraso familiar, en la cama del cuarto principal de la cabaña, para al cabo
de diez minutos de estar Angélica y Andres, llenando de amor y mimos a su hijo,
el cual había quedado en medio de ambos, quedarse los tres profundamente
dormidos, el ajetreo del sábado anterior, sumado a la noche en vela y la
pataleta de Juan Andres, les había pasado factura, estaban agotados.
Me encanto, continúala pronto por favor quiero saber que va hacer niño o niña.
ResponderBorrarDeben de sombrear con el mouse, las partes en donde aparecen las lineas blancas, parece que algo salio mal al momento de cargar el texto y esas partes no se ven a simple vista, espero les guste.
ResponderBorrarOuch... el capitán complació a Angélica... menuda tunda le dieron al peque...joooo...
ResponderBorrarDespués de esa se medirá al hablar pero bueno los celos traen eso. La parte oscura del abuelo es intrigante... por demás.
Ese chiquito si que no se mide al hablar...pero bueno espero que haya aprendido la leccion...auch pobrecito
ResponderBorrarAndreeeesssss, te diré que odio a Angélica cuando pide que Andrés F. castigue a su hijo, grrrr... y el otro muy obediente que le hace caso, verdad?! No me gusta eso, y ya lo pidió en otra oportunidad, como que se lavara las manos ella! ¬¬...
ResponderBorrarMe encanta Juanito, por eso lo defiendo, ejejeje... y yo tampoco quiero un hermanito! Que sea él solito!!!!! =P
Muy linda va la historia!!!