CAPÍTULO 9: HERMANOS
Chiyo tenía ya seis
meses y nada en su desarrollo se salía de lo normal, ni para bien, ni para mal.
Ser el resultado de una fusión no estaba afectando en nada a su organismo, pero
tampoco parecía afectado por su parte sayan. Chi-Chí había decidido escuchar a
Bulma, todavía era demasiado pronto para sacar conclusiones, pero no podía
silenciar ese sexto sentido que le decía que su hijo tenía la misma fuerza que
cualquier bebé terrícola. Gohan había sido así durante sus primeros años, pero
había tenido rabo y el pelo en punta y su fuerza vino después, con el
entrenamiento.
En cualquir caso,
cuidar de dos muchachos (tres, si contaba a su marido, que en muchos sentidos
era como un niño más) y de un bebé, no la dejaba mucho tiempo para las cavilaciones.
Además, se había visto ocupada por la cercanía de un acontecimiento importante:
el cumpleaños de Goten. El primero que el niño pasaría junto a su padre. Apenas
podía creer que su pequeño fuera a cumplir ocho años.
Invitaron a todos sus amigos a la celebración: Piccolo, Krilin, el maestro Muten Roy, incluso a Satán, Buu y Videl, gracias a la insistencia de Gohan. Por supuesto, tampoco faltaron Bulma, Vegeta y Trunks.
Bulma aprovechaba cada ocasión que tenía para coger a Chiyo en brazos, porque Chi-Chí seguía siendo muy territorial en torno al pequeño. Vegeta, en cambio, apenas mostraba interés por el bebé.
Invitaron a todos sus amigos a la celebración: Piccolo, Krilin, el maestro Muten Roy, incluso a Satán, Buu y Videl, gracias a la insistencia de Gohan. Por supuesto, tampoco faltaron Bulma, Vegeta y Trunks.
Bulma aprovechaba cada ocasión que tenía para coger a Chiyo en brazos, porque Chi-Chí seguía siendo muy territorial en torno al pequeño. Vegeta, en cambio, apenas mostraba interés por el bebé.
- Vegeta, ¿no quieres
cogerle? - ofreció Bulma.
- Tsh.
El sayan ni siquiera se molestó en responder. ¿Para qué iba a querer coger a la bola blanda de llanto y deshechos? Kakarotto podía jugar a ser el padre de la criatura hasta que aprendiera a andar. Entonces Vegeta cogería el relevo y le enseñaría a volar como le correspondía al hijo de un príncipe sayajin.
- Tsh.
El sayan ni siquiera se molestó en responder. ¿Para qué iba a querer coger a la bola blanda de llanto y deshechos? Kakarotto podía jugar a ser el padre de la criatura hasta que aprendiera a andar. Entonces Vegeta cogería el relevo y le enseñaría a volar como le correspondía al hijo de un príncipe sayajin.
Con motivo del
cumpleaños de Goten, Chi-Chí había preparado cantidades ingentes de comida de
toda clase. Le había costado retener a sus hijos -y a su marido- hasta que
llegaran los invitados, pero una vez llegaron no hubo nada que pudiera hacer
para evitar que se abalanzaran a por los platos como si no hubieran comido en
varias semanas. Goten tenía órdenes estrictas, sin embargo, de no acercarse al
pastel todavía. Por eso Chi-Chí montó en cólera cuando vio que a la tarta le
faltaba un gran pedazo.
- ¡GOTEN! - gritó, silenciando de golpe todas las conversaciones paralelas que había en ese momento en el jardín.
- ¿Mamá? - preguntó el niño, acercándose.
La mujer puso sus manos en las caderas y trató de calmarse. No quería regañar a su hijo en su cumpleaños.
- ¿No te dije que no podías comer el pastel todavía?
- Y no lo hice, mamá – protestó el niño.
Chi-Chí sintió que le temblaba una ceja, por el esfuerzo que estaba haciendo por no enfadarse. Odiaba las mentiras. Sus hijos eran bastante sinceros, herencia de Goku, y Goten especialmente siempre decía la verdad.
- Tu padre no se ha apartado de las hamburguesas ni Gohan de Videl, así que has tenido que ser tú – le dijo y respiró hondo. - No pasa nada, cariño. Sé que cuando estás contento te entra hambre. Siempre tienes hambre, en realidad, pero no es de buena educación comer sin esperar a los demás. Y el pastel debías comerlo con todos después de soplar las velas.
- ¡Pero mamá, yo no he sido! - insistió Goten.
- No me mientas. Las mentiras hacen daño, Goten, hacen que la gente pierda la confianza – sermoneó Chi-Chí, dispuesta a utilizar aquella travesura sin relevancia para reforzar el valor de la sinceridad.
- ¡Yo no miento! - chilló Goten. - ¡No he comido tarta!
- Hijo, no le grites a tu madre – intervino Goku, suavemente y con la boca medio llena.
- ¡Pero papá es que yo no he sido! - se quejó el niño, al borde de un llanto rabioso.
- Chi-Chí, yo le creo. De todas formas no tiene importancia. Es su cumpleaños, puede comer pastel si quiere.
- No se trata de eso, Goku. No está bien que nos mienta descaradamente.
La mayoría de invitados intentó desviar la mirada de la escena, incómodos y con el ambiente festivo en pausa por el momento. Goten se enfureció porque duraran de su inocencia y, como había estado practicando la transformación en super sayan para poder hacerlo cada vez más rápido, su ki empezó a aumentar progresivamente. Goku captó la repentina acumulación de energía y decidió llevarse al niño, porque sí se transformaba en supersayan allí mismo, las mesas con la comida saldrían volando y Chi-Chí enloquecería.
Voló con Goten firmemente agarrado y le soltó cuando estuvieron a una distancia prudencial
- Cálmate, hijo. Controla tu ki – le pidió, con voz tranquila.
- Papá, yo no comí tarta. ¡No lo hice!
Goku le miró a los ojos durante unos segundos.
- Te creo, Goten. Hablaré con tu madre. Pero no vas a dejar que tu fiesta se arruine por esto, ¿verdad?
Goten negó con la cabeza, más calmado al ver que su padre le creia.
- Buen chico. Volvamos entonces.
Goku se subió al niño a la espalda y emprendió el regreso con él, pero a medio camino se toparon con una manchita de pelo azul. Al mirar a Trunks, Goku se dio cuenta de quién había sido el culpable de la desaparición del pastel: el hijo de Vegeta tenía los labios manchados.
- Mira nada más, misterio resuelto – le dijo a Goten.
El niño siguió la dirección de su mirada y vio a su amigo con las pruebas del delito por toda su cara. La rabia le volvió a encender y esa vez no la controló. Se transformó en supersayan y se abalanzó sobre Trunks.
- ¡Por tu culpa me regañaron a mí! - le gritó.
Trunks reaccionó a tiempo de transformarse él también para frenar un puñetazo de Goten. Y así los niños comenzaron una pelea de dimensiones destructivas, como todas las que sucedían entre dos sayans.
- ¡Trunks, Goten, no peléeis! ¡Los amigos no pelean por tonterías! ¡Solo fue un poco de tarta!
No le hicieron caso y Goku no quiso ni imaginar cómo se pondría Chi-Chí si regresaban con la ropa sucia y alguna herida en el rostro. Se interpuso en medio de los dos y les separó, pero para eso tuvo que transformarse él también porque lo cierto es que tenían mucha fuerza.
- ¡Basta ya! - les dijo, medio riendo. Sus ojos azules chispearon divertidos ante lo que para él era una escena infantil inofensiva, pero Goten estaba furioso de verdad y siguió atacando. Como no podía contra su padre, aumentó su transformación hasta el supersayajin tres. Si le daba un golpe a Trunks en ese estado le haría daño, así que Goku perdió la sonrisa. - Goten, suficiente.
El tono serio de su padre impactó al niño, poco acostumbrado a escucharle con ese tono, así que se quedó quieto y regresó al estado de supersayajin uno.
- Dejad de pelear, no hay motivo. Tu madre se va a preocupar, se supone que estamos celebrando tu cumpleaños. Volvamos a casa.
- ¡No! - gritó Goten.
- ¡No, primero vamos a terminar, a ver quién gana! - dijo Trunks.
Sin ganas de discutir, Goku dejó caer una palmada sobre el trasero de cada niño.
PLAS
- ¡Au! - protestó Goten.
PLAS
Trunks no dijo nada, pero se ruborizó ligeramente porque fuera Goku quien le reprendiera.
- Haced caso – les pidió, sin pizca de enfado en la voz. Tomó la mano de su hijo y, por inercia, hizo lo mismo con la de Trunks, antes de emprender el vuelo tirando de ellos.
- Le diré a mi padre que me pegaste – acusó Trunks, más infantil de lo que solía permitirse ser.
- ¿Sí? ¿Tú crees que a Vegeta le moleste? - preguntó Goku, sin pizca de sarcasmo, sino con genuina curiosidad.
- Probablemente no – admitió Trunks, decaído.
- Vamos, no fue nada – dijo Goku. - Solo quería que dejarais la pelea. Sois amigos, prácticamente hermanos ahora. Los hermanos no pelean por un estúpido pastel.
Trunks y Goten se miraron. Con su pelo rubio y sus ojos azules, dado que aún no habían vuelto a la normalidad, parecían más hermanos que nunca. Chiyo era hermano de los dos y sus padres iban a criarle juntos.
De pronto, sonrieron.
Siempre habían querido ser hermanos y ahora se hacía realidad.
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