Nuevas reglas, nuevos castigos
Capítulo 31
Hoy es un día muy triste, hace exactamente dos años del
accidente de mi madre. Me levanto y voy al comedor, mi padre ya está allí
tomando café. Es sábado, normalmente mi padre pasaría gran parte del día en su despacho
trabajando pero hoy se ha tomado el día libre y lo pasaremos juntos.
Carlos: Buenos días,
Adrián. ¿Cómo estás?
Adrián: Buenos días,
papá. Estoy bien, ¿y tú?
Me acerco a él y lo abrazo, me lo devuelve, me acaricia
la espalda y me da un beso.
Carlos: Bien,
gracias. Ayer le pedí a María que nos hiciera tortitas, las caliento y las
traigo.
Vamos a la cocina y las ponemos en el microondas para
calentarlas, las de mi padre las ha rellenado con jamón y queso, las mías con
chocolate y fruta. Las ponemos cada uno en un plato y a la mías les echo nata
por encima. Mi padre me prepara un zumo exprimido de naranja. Tomamos el
desayuno sin hablar demasiado.
Después del desayuno me ducho y me visto, hoy no me pongo
la ropa informal que llevo normalmente sino que me pongo unos pantalones negros
largos, una camisa blanca y una corbata fina, también negra, la misma que usé
en su funeral.
Recuerdo bastante bien como
empezó ese día, hace dos años. Yo estaba en unos campamentos, con Nico y
Sergio, era el cuarto día, estábamos en el bosque, participando en un juego de
equipos. Un monitor me llamó y me dijo que debía acompañarlo, le pregunté qué
quería pero sólo me dijo que lo siguiera. Fuimos hacia la casa donde nos
alojábamos, el monitor me hizo pasar a una pequeña sala donde encontré a mi
padre esperándome, y nos dejó solos. Mi padre vino hacia mí, parecía muy triste
y tenía la mirada perdida, y me abrazó.
Adrián: Hola papá,
¿qué haces aquí?
Carlos: Tu madre ha
tenido un accidente con el coche.
Adrián: ¿Qué? ¿Cómo
está mamá? Quiero verla.
Carlos: Tenemos que
ser fuertes, vamos a superarlo juntos, ¿vale?
Mi padre empezó a llorar y yo también, no tuvo que decir
nada más, entendí perfectamente qué quería decirme.
A partir de ahí los recuerdos se vuelven algo borrosos.
Estuvimos un buen rato abrazados, hasta que mi padre se separó, se limpió los
ojos y me los limpió a mí. Salimos de la sala, creo que nos encontramos con el
mismo monitor que me había acompañado, tenía mi mochila con todas mis cosas.
Salimos y vi que estaba el chofer esperándonos, subimos al coche y nos llevó a
casa. Todo el trayecto estuve llorando abrazado a mi padre. Esa misma noche
llegaron mis tíos y primos y se instalaron con nosotros, ellos junto con
Natalia, María y Rafa se encargaron de todo. Dos días más tarde fue el funeral,
lo tengo bastante borroso, vino mucha gente, todos nos daban el pésame, me
abrazaban, me decían que tenía que ser fuerte, que todo iría bien, que el dolor
pasaría … y yo sólo quería irme de allí y estar a solas con mi familia. Mis
tíos estuvieron unos días con nosotros, nos aconsejaron ver a un psicólogo para
que nos ayudara a pasar el duelo, y fuimos durante casi medio año. Tengo que
reconocer que me ayudó mucho, pero también me ayudó que mi padre dejara el
trabajo un par de meses, hasta que comencé el curso y volví a mi rutina.
Me encuentro de nuevo con mi padre y vamos a una
floristería, donde hemos encargado un ramo de flores, para después ir al
cementerio. Nos encontramos en la puerta con mis tíos y primos, ellos también
llevan un ramo de flores. Queremos recordar a mi madre en una ceremonia íntima
delante de su tumba, le ponemos las flores en unos jarrones, mi padre limpia la
lápida y decimos algunas palabras, no puedo evitar que me caigan algunas
lágrimas cuando me toca hablar. Mi tía me atrae hacia ella y me da un fuerte
abrazo, veo que ella también tiene los ojos llenos de lágrimas, ella y mi madre
eran amigas desde la secundaria.
Salimos del cementerio y nos despedimos de ellos. Mi tío
le pregunta a mi padre si vamos a estar bien y si queremos estar solos o que
nos acompañen. Mi padre prefiere que nos dejen solos, ya nos veremos mañana. Mi
tío y mis primos me abrazan antes de irse, Víctor me dice que si necesito
cualquier cosa sólo tengo que llamarlo, se lo agradezco. Mi padre y yo vamos a
pasear por un parque cercano, me coge por los hombros en un medio abrazo y
caminamos muy juntos mientras hablamos.
Adrián: Papá, te
quiero mucho. Pero también echo mucho de menos a mamá, no quiero olvidarla
aunque cuando la recuerdo a veces me duele.
Carlos: Yo también
te quiero, campeón. Y pienso en tu madre cada día, nunca la olvidaré. Pero,
para que duela menos, intento recordar siempre que fuimos muy felices, y tú
debes saber que lo que más feliz la hizo en su vida fuiste tú.
De nuevo se me llenan los ojos de lágrimas, mi padre me
abraza y me da un beso.
Adrián: Este último
año no habría estado demasiado contenta conmigo, no salgo de un lío para
meterme en otro.
Carlos: Tu madre
siempre estuvo muy orgullosa de ti y lo seguiría estando, eso seguro, te quería
mucho. Sólo que hubieras conocido como era ella cuando se enfadaba y te
hubieras calado más regaños de los que estabas acostumbrado.
Me mira sonriendo y me seca los ojos, le devuelvo la
sonrisa.
Adrián: Lo siento
papá, sé que últimamente te he dado muchos dolores de cabeza. Al principio lo
hacía a posta para enfadarte y que me hicieras caso, pero ahora no es así, es
que a veces se me va la olla.
Carlos: Algunas
canas sí que me has sacado este año pero lo importante es que ahora te
esfuerzas para hacer las cosas bien y que nuestra relación ha mejorado mucho.
Me gustaría que llegaras a sentirte tan unido a mí y me tuvieras tanta
confianza como tenías con tu madre, aunque sé que eso es difícil pues ella te
dedicó todo su tiempo durante trece años y yo recién empiezo a hacerlo.
Nos abrazamos fuerte y seguimos caminando. Volvemos a
casa para comer, cuando llegamos está Natalia que nos ha preparado la comida,
se queda hablando con mi padre mientras voy a mi habitación a cambiarme de
ropa. Cuando bajo ella ya no está, la mesa está puesta y la comida servida.
Después de comer vamos a la sala de cine para ver una película de mi madre.
A media tarde me llama Martina para saber cómo estoy. Le
pregunto a mi padre si puedo quedar con ella un rato y me dice que sí. Quedamos
en el centro, me lleva mi padre y me dice que nos encontraremos en el mismo
sitio en dos horas.
Martina me abraza y nos damos un beso, paseamos un rato
cogidos de la mano, no tengo muchas ganas de hablar y Martina lo respeta, sabe
por qué hoy estoy triste. Nos sentamos en una terraza a tomar un refresco. De
lejos me parece ver a mi padre, ¿con Natalia y cogidos de la mano? No, no debe
de ser él, giran por una esquina y ya no los veo, seguro que me he confundido.
Mañana hemos quedado con mis tíos y primos para hacer una
salida todos juntos. Iremos a un pueblo, a una hora y media en coche de donde
vivimos, donde hay unos islotes que son reserva natural por su biodiversidad
submarina, allí daremos una vuelta en un barco que tiene visión submarina para
ver los peces, algas y corales que hay en la zona y, después, los que queramos,
haremos snorkel. Pasaremos allí todo el día. Le pregunto a Martina si quiere
venir, le parece un buen plan pero tiene que preguntar a sus padres, después me
lo dirá.
Vuelvo dónde he quedado con mi padre, él ya está allí.
Nos vamos a casa, le digo que he invitado a Martina a la salida de mañana, sé
que no le he preguntado pero espero que no le importe. Me dice que no hay ningún
problema en que venga si sus padres le dan permiso. Martina me manda un mensaje
diciéndome que sí puede venir, quedamos para mañana.
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