El
ficc original de temática Spank de parejas disfrútenlo y como siempre recuerden
que es para mayores de edad :D
Mia había pasado
una noche sensacional, cena, teatro y ahora iban a ir a una discoteca. Una de
sus amigas había conseguido pases para la sala VIP del CASABLANCA una discoteca
que no hacía mucho que había abierto y donde los famosillo del momento solían
dejarse caer.
Hacía meses que
no salía, Paul estaba preparando para presentar la tesis doctoral y se sentía
culpable por apartarlo de la tesis así que solo salían a tomar algo o hacer
algo en plan relajado y aun así, siempre
regresaban enseguida a casa.
Las amigas de Mia
llevaban semanas intentando convencerla de salir las 4 solas, noche de chicas,
que decían, y aunque Mia se moría de ganas de salir con sus amigas como hacía
antes de conocer a Paul, también sentía remordimientos por pasárselo bien,
mientras el pobre Paul se moría de asco en casa estudiando.
Pero tenía 24
años, aún era joven, y quería reír, bailar y beber y bueno, en fin, pasarlo
bien con sus amigas. Cuando llevaba ya una hora con las chicas se dio cuenta
cuanto necesitaba salir. Se lo estaba pasando genial y entendía perfectamente
porque aquel local había subido como la espuma en tan poco tiempo, era un sitio
realmente estupendo, buenos cócteles, buenos camareros, muy grande, muy buena
música y todo era acogedor pero sin que te dieran ganas de quedarte apalancado.
Mientras iban por la segunda ronda Sara recibió un mensajito, era David su
“nuevo” novio. Y como toda relación que empieza estaban en la fase lapa. Para
separarlos necesitabas fórceps. Entonces Mia pensó en su Paul y decidió hacer
como Sara y mandarle un mensajito
Mia says: “ hola cielo, me lo estoy pasando muy bien, ¿qué
haces?”
Paul Says: “me alegro mucho, cielo, no bebas mucho,
estoy en casa, estudiando, avanzando materia”.
Mia says: “¡Ese es mi chico listo! Te quiero, no trabajes hasta
muy tarde”
Paul says: “ jajaja ¿ya vas pedo? Ya
sabes que de noche rindo mejor, ¿nos vemos mañana por la tarde?”
Mia Says: “no, apenas bebí do el coktel que daban con la entrada
y ahora nos pedimos una cerveza, la bebida es muy cara aquí. Sí mañana sobre
las cinco paso a recogerte a tu casa y
vamos a dar un paseo así te da un poco el aire”.
Paul says: “Ok, cielo, pasadlo bien y
no hagáis mucho el loco, te quiero”.
Says: “te quiero”
Y guardó el
teléfono después de que las chicas empezaran a decir que Sara y ella estaban
atontadas pérdidas con sus respectivos donjuanes. Antes de empezar con la
tercera cerveza Mia decidió que mejor iba al baño, después se iba a poner
imposible y sabía que tres cervezas era su tope, después, si o si, tendría que
ir al cuarto de baño. Fue bajando las escaleras para ir a la planta de abajo
cuando vio a todo el grupo de amigos de Paul. Mia sonrió feliz, el mundo era un
pañuelo, los llamaría para que se les unieran a ellas ya las chicas, todos eran muy simpáticos y
seguro que se lo iban a pasar genial. Mañana cuando se lo contara a Paul, se
iba troncar de la risa. Fue cuando se
iba acercando que se dio cuenta de que Paul también estaba en el corrillo. La
cara se le transformó, ella sintiéndose fatal por haberle dejado en cas
estudiando mientras ella salía con sus amigas, y resultaba que el muy…estaba
dando brincos, cubata en mano, haciendo el animal en la discoteca. Cuando al fin logró llegar hasta donde estaba
Paul y el grupito de amigos, Mia ya estaba más que furiosa. Paul siempre ponía
excusas para no ir a la discoteca con ella, decía que odiaba esos sitios que
sentía claustrofobia y que no soportaba la música tan fuerte. Y allí estaba él
dándolo todo en la pista de baile, pasándoselo como un enano en la mañana e
Navidad.
Cuando Paul al
fin vio a su novia, tragó saliva y dejó e hacer el payaso de golpe. La cara de Mia
era un poema, se hizo un silencio incómodo entre sus amigos. Mia solo dijo, te
espero fuera. Y salió hacía la salida. Paul parpadeó un poco, y enseguida
corrió tras de ella. Una vez en la calle vio que Mia acababa de escribir unos mensajes
por el teléfono y finalmente guardaba el teléfono en el bolsito y lo volvía a
mirar con esa cara de puro odio.
-
¿trajiste el coche?
-
No, vinimos en taxi.
-
Ok, llama a uno,
entonces.
-
¿qué? ¿Nos vamos?
-
Sí, nos vamos, a mis e
me quitaron las ganas de fiesta ¿a ti no? (esa era una pregunta retórica,
estaba claro que no esperaba respuesta, solo esperaba que su novio llamara el
taxi como le había pedido. Y así lo hizo Paul. Llamó un taxi y se montaron en
él. No cruzaron ni una palabra dentro del taxi, Mia solo abrió la boca para
decir la dirección de su piso. Paul no dijo nada, no fue hasta que llegaron al
portal del bloque de pisos donde vivía Mia que Paul abrió la boca. normalmente
quedaban en casa de Paul, porque Mia compartía piso con un chico y una chica.
La chica era una amiga de la infancia y el chico un estudiante de intercambio
que solo estaría un año allí.
-
¿Está Norma en casa?
-
No lo sé, es viernes
por la noche, supongo que no 8le respondió sonando molesta).
-
¿Y el coreano?
-
No, está de fin de
semana con sus compañeros de curso (dijo aún más molesta, mientras buscaba las
llaves en el bolso).
Finalmente
Mia encontró las llaves ya rió la
portería, nada más abrir la portería, le dio una palmada bien fuerte a Paul en
el trasero, le preguntó si llevaba su juego de llaves, Paul se buscó en el
bolsillo y sacó el llavero con sus llaves y las llaves del piso de Mia. Mia
hizo un pequeño gruñidito de enfado, porque teniendo todo el rato las llaves en
el bolsillo le había hecho estar casi tres minutos buscando las suyas en el
bolso. Mia respiró hondo y cerró los ojos y contó hasta 100, después los abrió
y lo más calmada que pudo le dijo que subiera y que le esperara desnudo en su
habitación. Paul se sorprendió, Mia parecía realmente furiosa, no se esperaba
que fueran a tener sexo esa noche, lo cierto es que se estaba esperando una
bronca de esas que hacen historia.
Mia
salió a la calle de nuevo y se fumó un cigarrillo para acabar de
tranquilizarse, hacía una noche realmente buena, corría un poco de aire que hacía
que la calor del verano no fuera tan insoportable. La noche anterior los
termómetros no habían bajado de los 42 grados y había sido casi imposible
conciliar el sueño. Mia acabó el cigarrillo y subió por las escaleras en vez de
por el ascensor como acostumbraba. Al llegar a la puerta de su piso, respiró
lenta y profundamente un par de veces y finalmente abrió la puerta y entró en
su piso. Recorrió el largo pasillo que daba a su habitación y abrió la puerta.
Allí estaba Paul todo desnudo como le había pedido, pero estaba en la cama
estirado en plan sexy.
-
Esta noche, vamos a
jugar a un juego, Paul (Paul sonrió) si quieres jugar bien y sino te vistes y
te vas, pero Paul, si te vistes y te vas deja la llave en la mesita, porque ya
no querré saber más de ti (Paul cambió la cara de felicidad y excitación por la
de consternación)
-
¿Pero qué dices, cielo?
-
No soporto los
embustes, Paul. Lo sabes des del primer día, no los soporto, si querías salir
con tus amigos, solo tenías que decirlo, estoy cansada de decirte que tienes
que salir y pasártelo bien, que no todo en esta vida es esa maldita Tesis. Pero
tú siempre me vienes que lo de salir no es lo tuyo, que debes centrarte en tus
estudios. Y yo tonta de mi me siento como una mierda porque sí, quiero salir,
quiero salir y pasármelo bien. Estaba allí arriba con mis amigas y me lo estaba
pasando bien, Paul, pero no podía evitar pensar de vez en cuando y decirme a mi
misma “pobre Paul, él encerrado estudiando mientras tú estás tomando y riendo
con unas amigas, que mala novia eres”.
-
Yo te dije que salieras
con tus amigas, Mia (empezó a decir Paul).
-
Sí, lo dijiste, y también
dijiste, sal tú, yo me tengo que quedar trabajando en la tesis, diviértete, yo
aprovecharé y le daré un empujito a mi trabajo.
-
Esa era la idea pero,
llamaron mis amigos y…
-
No me vengas con
mierdas Paul, hace un rato me dijiste (sacando el teléfono y enseñándole en la pantalla
la conversación) que estabas en casa estudiando, que ibas a pasarte al noche
estudiando, que te concentrabas más de noche.
-
Cariño, ¿qué quieres
que te dijera? No he salido contigo y tus amigas, pero si con mis amigos?
-
Si, joder, si. Paul. No
tengo problemas con que salgáis vosotros solos, joder, yo salgo con mis amigas
solas y te lo digo, no te miento ni me invento historias. No tolero las
mentiras Paul, puedo soportar que casi no salgamos fuera, puedo soportar
quedarme en casa viendo la tele mientras tu estudias y solo aprovechar los
descansos para tener algo de sexo y seguir diciendo que somos novios. Puedo
soportar que no tengas ni un detalle conmigo. Pero las mentiras, eso si que no.
Y lo sabes, sabes que las detesto con toda el alma.
-
Lo siento, Mia, te juro
que no volverá a pasar.
-
No, no lo vas a hacer,
porque hoy te voy a dejar bien claro lo que pienso de los mentirosos.
-
¿a qué te refieres?
-
Tienes dos opciones
como te he dicho una te largas y lo nuestro se acabó o dos te quedas y
apechugas con el castigo.
-
¿castigo? (preguntó
mirándola receloso, no sabía si aquello era en serio o hablaba de algún
jueguecito erótico).
-
Si castigo, Paul,
castigo, eso que recibe uno cuando se comporta mal o hace algo malo.
-
Jajaja ¿Cómo? ¿Cómo unas
nalgadas?
-
Exactamente eso, Paul.
Tú decides, lo dejamos o te haces responsables de tus malaa acciones.
-
Espera, Mía. Creo que
esas mierdas que leéis ahora las mujeres te han trastocado la…
-
Paul, no voy a
tolerarte que me insultes, te he dicho lo que hay, si no estás de acuerdo, deja
las llaves y ya sabes dónde está la puerta.
-
Mia, no puedes estar
hablando en serio. ¡Tengo 27 años! Soy un adulto, por el amor de dios.
-
Sí, pero lo que hiciste
esta noche, mentirme como si fuera tu padre que no te fuera a dar permiso para
salir…soy tu novia, Paul, no me tienes que pedir permiso, como has dicho tienes
27 años puedes entrar y salir cuando te venga en gana, así que no hay necesidad
alguna en mentirme.
-
Cariño ¿lo que me estás
diciendo es que si quiero continuar contigo he de dejar que me pegues?
-
Sí, eso es exactamente
lo que te digo, si me has hecho mucho daño esta noche, no te imaginas hasta qué
punto me siento traicionada y herida, o sales de mi vida o asumes las
consecuencias.
-
Mia ¿te estás
escuchando? Lo que dices es…es…es una auténtica locura.
-
Sí, eso crees, deja las
llaves y vete (y se cruzó de brazos y lo miró muy duramente).
-
No digo que sí, pero sí
dijera que sí, qué es exactamente lo que me harías.
-
Te pondría sobre mi
regazo y te daría una buena zurra con el cepillo, también puede que te dé
alguna palmada con mi mano, después te haría reflexionar desnudo en esa
esquina, después haríamos las paces y todo estaría perdonado.
-
¿cara la pared? Jajaja
(negando con al cabeza, pero Mia no reía).
-
Sí, de rodillas cara la
pared, brazos de tras la nuca. Como en la escuela ¿recuerdas?, pero desnudo. Y
después haríamos las paces (dijo una vez más Mia. Paul no había hecho caso la
primera vez a eso “de hacer las paces” pero ahora sí que había estado atento y
sabía que significaba eso de hacer las paces, significaba sexo, sexo del bueno.
Y entonces su cabeza de abajo respondió en el nombre de él y su trasero).
-
De acuerdo, sí así es
la única forma de salvar lo nuestro.
-
Lo es (dijo muy seca y
se sentó en el filo de la cama. Paul se la quedó mirando sin hacer nada).
¿necesitas una invitación? (pero Paul no entendía. Mia rodó los ojos y resopló)
que te pongas sobre mis rodillas.
-
¿en serio? (dijo
atónito Paul, la mirada que le echó Mia, le hizo entender que sí, que lo decía
en serio).
-
Paul, aún estás a
tiempo de echarte atrás y largarte. Te aviso una vez empiece no me detendré
hasta que crea que has recibido tu merecido.
-
¿y eso cuánto será?
-
Eso depende
-
De qué
-
De ti. Cuando vea que
realmente has aprendido la lección y que nunca más vas a mentirme, entonces daré por acabado el
castigo. Te colocarás en la esquina y reflexionarás sobre lo que hiciste y
después…
-
Haremos las paces (dijo
Paul con una media sonrisa).
-
Sí, haremos las paces (Paul
se quedó un rato de pie delante de ella sopesándolo, pero amaba demasiado a Mia
para acabar con esa relación, además estaba todo el rato pensando en eso de
“hacer las paces” ya estaba con una erección, imposible de ocultar puesto que
estaba desnudo y además de niño había recibido alguna que otra zurra y sabía
que dolía un poco pero que nadie moría de eso. Paul no dijo nada más y se
colocó sobre las rodillas de Mia. Lo hizo de una forma muy torpe, Mia tuvo que
reacomodarlo bien antes de empezar). Paul quiero que et quede claro dos cosas
una es que sí te levantas y rehúsas ser castigado, hemos roto. Y dos, que no
toleraré ninguna mentira más ¿entendiste?
-
Sí (dijo Paul seco,
seguía excitado como un mandril pero la voz fría de Mia también le causaba un
poco de recelo).
-
Entonces no se hable
más.
Mia
alzó la mano y le plantó una palmadita en el trasero, Paul sonrió, por un
segundo había pensado que Mia le iba a
dar una zurra de verdad. Mia le dio unas 20 o 30 palmaditas suaves en el
trasero, mientras lo miraba con perversión, la erección de Paul estaba ya en su
climas, había empezado a segregar líquido pre seminal, cuando una palmada
especialmente cayó sobre su trasero. Paul dio un respingo, giró la cara para
ver a Mia y se rió. Pensó que Mia quería jugar un poco, pero Mia no sonrió,
solo dejó caer otra palmada igual de fuerte. Paul dio otro respingo y se puso
algo tenso, pero aún creía que estaban en medio de un juego erótico. Mia dejó
caer una tercera palmada aún más fuerte, arrancándole una aullidito a Paul. Paul
le dijo que esa había dolido, y ella dijo que las demás le dolerían más y bajó
de nuevo la mano. Y Efectivamente la siguiente nalgada dolió más. A partir de
esa Mia empezó a castigar el trasero de Paul ya no con parsimonia y dulzura,
sino con un ritmo bastante rápido y una fuerza considerable. Es más Paul se
hacía cruces que las manitas de Mia pudieran causar ese dolor. Cuando Paul
empezó a tener problemas para aguantar el ritmo y empezó a erguir su espalada y
tensar todos su músculos para aguantar el dolor de forma estoica. Mia decidió
que era hora de tomar otro rumbo. Le dejó descansar un breve lapso de tiempo,
no más de un minuto, minuto y medio, y agarró el cepillo de pelo. Le dijo muy
seca “no más mentiras Paul Jean Hanger”
y dejó caer el cepillo sobre su ya rosado trasero con mucho ímpetu, el sonido
del cepillo sonaba en esterero en el pequeño dormitorio de Mia. Paul dio un
gran aullido al sentir el alcance del cepillo, aquel dolor era indescriptible,
picaba, quemaba, dolía, y todo a la vez. Mia le mandó que bajara el volumen,
que lo iban a escuchar todos los vecinos de la escalera. Paul agarró uno de las
almohadas de Mia y la mordió para apagar los gritos. Mia esperó y recolocó a Paul
una vez más y continuó con la tunda. Mia era metódica e implacable, estaba
castigándole el trasero a conciencia, no dejaba ni un recodo que el cepillo no
hubiera besado al menos tres o cuatro veces. Al final de la zurra Paul ya se convulsionaba
a cada golpe. Mia dejó el cepillo y le manoseó el culo un rato al principio dolía
pero después empezó a ser agradable, Mia entonces le metió uno de sus dedos en
la boca a Paul, como él le había hecho a ella cientos de veces, Paul le relamió
todo el dedo, instintivamente. Una vez Paul dejó de llorar Mia, le apartó el
dedo de la mano y empezó a masajearle la entrada del ano. Paul hizo el ademán
de girarse pero solo recibió un duro manotazo. Mia le dijo que aún no había
acabado. Entonces Mía lentamente le introdujo un dedo por el ano a Paul lo iba
entrando y sacando primero lentamente, después más rápido, y después con
brusquedad , no tardó en meterle el segundo dedo, repitiendo la acción una y
otra vez hasta que hubo metido cuatro. Paul que jamás habría dejado que nadie
le tocar ahí, estaba relinchando como un caballo, pero ya no de dolor sino de
puro placer, de no estar en las circunstancias que estaba jamás hubiera dejado
que su novia le hiciera eso. Una vez Paul se corrió, Mia respiró, hondo y le
indicó que se fuera al rincón al reflexionar. Paul protestó, no le podía dejar
así, ella solo le dijo las manos en “la nuca y me esperas, y pobre de ti que
vea que te tocas, no tienes permiso para tocarte ni delante ni detrás”. Paul
que volvía a estar excitado, se levantó
de encima del regazo de su novia y se fue al rincón como había ordenado. Cuando
estuvo de rodillas de cara a la pared y con las manos en la
nuca, Mia salió de la habitación. Al cabo de un rato Paul escuchó el agua de la
ducha. Mientras estaba allí de rodillas Paul pensaba, pero no pensaba sobre sus
actos, sino sobre los actos de Mia y sobre cómo se había excitado con todo.
¿Acaso era él masoquista? No claro que no, le había dolido horrores y en cuanto
el dolor de verdad empezó la erección se vino abajo, pero jamás se había
sentido tan excitado como se sentía ahora. Hubiera podido violarla en ese mismo
momento, entrar en la ducha y aplastarla contra la pared y violar cada hueco de
su ser. Pero no, algo en él decía que debía de esperar, debía de esperar y ver
qué era lo que Mia tenía preparado para él. Al fin y al cabo tocaba hacer las
paces. Al acabo de 20 minutos el agua de la ducha cesó, fue entonces cuando el
pene de Paul empezó a recuperarse vigorosamente de la última corrida. Solo de
pensar en Mia, entrando por la puerta se ponía a mil.
Mia
entró en la habitación envuelta en su toalla se sentó en la cama y estuvo
trasteando en los cajones, Paul deseaba girarse y ver que era lo que hacía su
novia. Finalmente Mia lo llamó.” Paul puedes levantarte, aun no te gires ni
muevas las manos de donde están, pero ya puedes ponerte de píe” le dijo como si
fuera una dura institutriz. Como le ponía esa fantasía. Mia se le acercó de espaldas y dejó caer la
toalla, Paul podía notar la piel desnuda de su novia, a pesar que ni se
rozaban, Mia empezó a masturbar a su chico, le iba susurrando todo de guarradas
al oído, Paul, no quería correrse, solo quería tirarla en la cama y hacerle el
amor a lo bestia, sin miramientos, sin tapujos, puro instinto animal. Pero no
se movió, no lo hizo, se dejó hacer y una vez más acabó corriéndose, esta vez
en la mano e su novia. Paul pudo oír perfectamente como Mia se relamía la mano,
se estaba relamiendo con su semen, hacía años que no tenía esa facilidad para
volver a empalmarse. Mia lo mandó girarse pero no le dejó que bajara las manos.
Paul contemplaba el cuerpo desnudo de su novia, lo había visto muchas veces
antes, pero jamás le había parecido tan hermoso, tan apetecible, tan prohibido.
Mia
empezó a masturbarse delante de él ella también estaba muy excitada y deseaba
que Paul la tocara pero, debía castigarlo aún más. Paul estaba fuera de sí, no
podía creer que Mia estuviera delante de él gimiendo y gozando mientras se
masturbaba delante de él. Mia le ordenó que se sentara en la cama, Paul no dudó
en obedecerla, Mia se sentó encima de Paul y con sus manos ayudó al pene de Paul
a encajar en su vagina. Se ensamblaron a la perfección y Mia empezó a
cabalgarlo de una forma dura y violenta. Paul creyó que le iba a romper el pene
en cualquier momento con esos movimientos tan secos y duros. El ruido de sus sexos
chocando resonaba en toda la habitación. Mia le tapó la boca para que apagar
sus gemidos y siguió montándolo con violencia hasta que notó que Paul estaba
por venirse una vez más. Entonces se levantó y empezó a lamerle los testículos
y el ano de nuevo. Paul estaba como loco, Mia se tragó todo su pene como sífuera
un faquir o algo así, y empezó a hacerle una mamada de campeonato, Paul no
tardó ni tres minutos en venirse en la boca de Mia, Mia jugueteó en su boca con
el semen que había echado el pene de Paul, después de tantas corridas no era
mucho, ni muy espeso y apenas tenía sabor, pero aun así lo disfrutó como si
fuera un gran manjar. Después le dijo que se estirara en la cama, Paul estaba
seguro que no podría con otra erección más, pero no hizo falta, Mia puso su
sexo en su cara y le ordenó lamerlo y hacerla venirse solo con su lengua y sus
dedos, fue entonces que le dio permiso al fin para quitar sus manos de la
nunca. Paul no perdió tiempo y empezó a sobar a Mia por todas partes y
finalmente empezó a comerle todo su sexo impregnándose de fluidos, él no era el
único excitado como un animal en celo, Mia estaba tan mojada que sus dedos se
deslizaban como un guante en su interior. Mia tardó un poco más que Paul, pero
también tuvo un enorme orgasmo que estalló en toda la boca de Paul. Después de
eso, solo se recostó al lado de Paul, que permanecía inmóvil aun asimilando lo
que acababa de pasar.
Los
dos se quedaron profundamente dormidos al cabo de unos minutos. A la mañana
siguiente Paul despertó como siempre mucho antes que Mia, estaba lleno de energía
y felicidad, no se había sentido así de bien desde ….des de nunca, se sentía
como si fuera capaz de comerse el mundo. Salió de la habitación fue a mear al
lavabo y al salir escuchó un ruido en la cocina, pensó que era Mia, y se quitó
los calzoncillo para darle una “sorpresita”. Pero al entrar en la cocina se
encontró tomando una tostada y con el café en la mano a Tamy, la compañera de piso. En seguida se
cubrió sus partes por reparo y vergüenza. Tamy solo rió y salió de la cocina.
Al salir de la cocina Tamy le dijo, bonito trasero, entiendo que Mia le haya
dado lo bueno, pero la próxima vez, sed un poquito más silenciosos, chicos. O
avisad, y os dejo la casa para vosotros solos”. Paul pasó por todos los
colores. Rojo, azul, blanco, verde, amarillo…La habitación de Tamy era la
contigua a la de Mia y las paredes eran tan
finas que parecían de papel. Dios, lo había oído todo, no podría volver a mirar
a esa mujer en la cara en su vida.
Hola muy bueno , Realmente muy bueno no hay una continuacion donde Paul Reciba una buena azotaina de Tamy la compañera de piso de mia estaria buenisimo continuar la historia muchas gracias por el relato
ResponderBorrarquerida Little
ResponderBorrarcomo siempre disfruto con lo que escribes... me encato este fic donde el spnk va mas alla de la relacion padre hijo, sino que el respeto y el dominio traspasa las fronteras de la edad y los lazos de sangre ajjajaja
y oye, poner al chico con el traste rojo al final delante de la amiga, fue todo un detalle jjjj