lunes, 17 de junio de 2013

Una familia entre la ley… Y el desorden!!


Una familia entre la ley… Y el desorden!!

Capítulo 1: Asumiendo responsabilidades!!!

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Con el verano recién instalado y las clases concluidas oficialmente hacía casi una semana, los niños y adolescentes de San Pedro, cual libres pajaritos en el viento, se habían apoderado de las calles de la ciudad, poblándolas de juventud, alegría… y, demás está   decir, travesuras por doquier!!!
Todos ellos, en sus distintas edades estaban ansiosos por empezar a disfrutar de sus vacaciones y no estaban dispuestos a perderse ninguna oportunidad para pasarla bien!!!
Éste prometía ser un verano para el recuerdo… y para cierto muchachito de ojos celestes, ciertamente, así iba a ser!!

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Con esa idea de diversión en mente, un par de adolescentes, entre bromas y carcajadas, culminaban los planes de encuentro para ese mismo día.
-Quedamos con que iríamos  a Las Pepas...- Anunció el muchacho al otro lado de la línea.
-Ok! Papá ya me dio permiso, así que puedo ir!!-Respondió su interlocutor.
-Jejeje!! Nene de papá!!- Bromeó Mateo.
-Mat… ya!!!!-
-Jajajajaj!!! Lo siento Ben, no pude evitarlo!!!
-Grrrr… Lo sé!!!- Contestó Ben con un gruñido, pero no le quedó más que reírse. Después de todo, Mateo tenía razón!!
-…entonces nos vemos ésta tarde, amigo. No faltes!!!- Remarcó Mat.
-Sii, no te preocupes, hermano. Ahí estaré!!! Nos vemos!!!- Contestó el jovencito muy alegremente.
Y así, Marcos, Mateo, Rodri, Maxi y Benicio se encontraron esa tarde en una de las confiterías más populares de la zona Norte de San Pedro. Habían planeado celebrar el cumple de Maxi y el mejor lugar para hacerlo era Las Pepas…
Los muchachitos disfrutaron de una tarde espléndida en aquel moderno lugar. Es que… cómo no hacerlo?! Si todo era perfecto allí. La comida, la música, la atención, todo. Y si bien el día aún estaba en pañales, a los chicos el tiempo se les pasó volando…
Estaban tan sumidos en una agradable charla de planes de viajes y encuentros en la playa que parecía que las horas se habían detenido para esos jovencitos, que ya iban por la cuarta o quinta ronda de coca colas y sandwuchitos de jamón y queso, hasta que uno de los adolescentes -el más joven y guapo de todos ellos-  se puso de pie con cara de espanto y empezó a correr hacia la salida ante las miradas de asombro de sus compañeros… no sin antes dejar el dinero para cubrir su cuenta, claro!!
-Benicio, vuelve!!!!... Si, amigo, ven… todavía es temprano!!!! –Le gritaron los chicos, pero el niño continuó su camino, negando con la cabeza, pensando únicamente en una cosa… “Papá va a matarme, papá va a matarme, papá va a matarme…”- con ese panorama desolador en mente (pero sin más alternativa que tener que enfrentarlo), el muchacho tomó su motocicleta de donde la había estacionado, se puso el casco y emprendió el largo y temeroso regreso a casa.

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A varias cuadras del lugar, en una hermosa casa de estilo colonial, de frente blanco y tejas rojas, el experimentado abogado Eduardo Robles, lejos de llegar a dominar el estrés que estaba haciendo estragos en su pobre espalda, empezaba a sentir los efectos de la angustia, el enojo y la preocupación creciendo cada vez más en su interior, amenazando con estallar en el preciso momento en que sus manos lograran posarse en el menor de sus hijos que, por esas horas, brillaba por su ausencia.
Desde hacía casi una hora que Don Eduardo había emprendido una inútil caminata por medio de la inmensa sala –que a estas alturas ya le estaba quedando pequeña- yendo de un extremo al otro, en un infructuoso intento por bajar la ansiedad que le carcomía por dentro.
Anteriormente, había pasado más de media hora sentado a la par de la mesita del teléfono, esperando que sonara, rogando que sonara… ordenándole al bendito aparato que sonara, pero como esto no sucedía y su enojo parecía haber escalado a niveles peligrosos, se puso de pie y empezó el obligado ejercicio que hasta éstos momentos nadie se atrevía a interrumpir!!! Sin embargo, en vez de tranquilizarse,  el doctor Robles sentía su presión, además de su descontento, ir en aumento con cada paso que daba. De tanto en tanto, echaba una dura mirada al enorme reloj de madera tallada que adornaba la pared del living, mientras sus ojos se nublaban con frustración cuando veía que las horas avanzaban y él ni novedades tenía de su Benicio.
Si bien Benicio, de 17 años, había pedido permiso para salir con sus amigos a tomar unas gaseosas en la tarde, el chico sabía que debía estar en casa antes de las 7, pero las insistencias de sus amigos y lo bien que la estaba pasando, lo hicieron olvidarse por completo de los compromisos que tenía que cumplir ese atardecer, con el severo de su padre y con su hijita de sólo meses de vida.
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Con el incansable correr de los minutos, los pasos de Eduardo se hacían cada vez más firmes y continuos, mientras él ceñía y soltaba sus puños, murmurando algo para sí mismo. Por enésima vez durante la tarde, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y volvió a marcar un número en el mismo. Elisa, que desde hacía bastante rato lo observaba un tanto mareada desde el sofá, arrugó la nariz al escuchar claramente cómo los dientes de su marido rechinaron entre ellos cuando la contestadora volvió a sonar. Su hijo Benicio, debía estar en casa hacía casi dos horas y por esos momentos, el niño ni asomaba el más chiquito de sus rizos.
-Ese mocoso me va escuchar cuando llegue!!- Expresó el abogado casi en un bramido-  Uuufff… Ni se imagina la que le espera…!!!... Pero qué se ha creído… que tú eres su empleada?!! La niñera de tu propia nieta?!! Já, pero en cuantito llegue, va a saber lo que le pasa a los mocosos irresponsables y desconsiderados… te juro que no le van a quedar ganas de faltar a sus compromisos… le voy a dar tal paliza que la próxima vez que tenga que sentarse en una confitería con los vagos de sus amigotes, tenga que llevarse un almohadón…- Gritaba furioso el hombre, sin medir el volumen de voz que estaba utilizando frente a su esposa y su pequeña nietecita Jazmín, de apenas 4 meses.
-Mi amor… por favor, debes tranquilizarte o te va a hacer mal… piensa en tu presión, Cielo…- Dijo amablemente la mujer desde su lugar, meciendo a su preciosa nietecita en sus brazos,  ya que la pequeña empezaba a inquietarse por los griteríos.- Estoy segura que Beni tiene una buena explicación para justificar su retraso, ya lo verás. Pero creo que sería buena idea que yo me fuera adelantando con la niña al pediatra, y tú más tarde nos alcanzas con Benicio, qué te parece?!!- Continuó Elisa, mientras se ponía de pie y tomaba un bolso con las cositas de la bebé, hasta que sintió el poderoso brazo de su marido deteniéndola gentilmente.
-No, Elisa. Tú no vas a ningún lado!! No te das cuenta?!!!... –Le dijo, sosteniéndola del codo- Es precisamente por eso que tú hijo no se hace responsable por su hija. Tú siempre estás apañándolo en todo, y sabes que eso me enfurece.  Si no lo dejas hacerse cargo de sus propias obligaciones, cómo esperas entonces  que sea responsable?!! Así jamás va a madurar.- Aún cuando Eduardo entendía que su hijo era todavía un adolescente, con una vida por delante, lleno de curiosidad, de ganas de vivir y divertirse, y ansioso por lograr independencia y él mismo quería que su lindo hijo disfrutara de todo lo que implica la juventud, debía ser firme y empezar a inculcarle responsabilidad y compromiso ya que, aunque fuera difícil de creer su pequeño angelito precozmente se había convertido en padre a la tierna edad de 17 años.
-Cómo quieres tú que nuestro hijo de 17 años sea responsable de una bebé, si él mismo apenas es un crío!!! Quieres que un niño cuide de otro niño?!!... Te estás escuchando o sólo sientes tu rabia susurrándote en el oído?!!- Contestó molesta la mujer, pero cuidando el volumen de su voz para no asustar a la niña que seguía en sus brazos.
Pero Eli debía admitir que su maridito tenía razón. Benicio hacía lo que quería y ella siempre lo apañaba, por eso estaban en la situación en que estaban…
Pero a pesar de que Elisa era quien siempre estaba para defenderlo, fue ella quien puso el grito en el cielo cuando descubrió que su hijo menor, su bebecito consentido,  la luz de sus ojos, estaba de novio con una joven mucho más grande que él –6 años mayor que él, para ser precisos- y casi le da un infarto cuando la noticia de que sería abuela llegó a sus oídos de la boca de una vecina conocida de la muchacha que, ni lerda ni perezosa, decidió hacer de vocera y lanzó sin paños fríos la novedad a una estupefacta señora que luego de salir de su estupor corrió a su casa para repetir la primicia a su esposo.
                            ……Grave error!!!......
Esa misma noche, Eduardo apenas escuchó que su niño llegaba a la casa, corrió hacia la puerta del frente para esperarlo. En cuanto lo vio alcanzando la entrada, lo agarró del brazo  sin decir ni una palabra y a jalones lo llevó a su habitación, dejando a Elisa con la boca abierta y paralizada en la sala de estar.
Benicio, por su parte, estaba asustado, histérico y nervioso al mismo tiempo. No sabía qué bicho le había picado a su padre ni por qué estaba actuando así. Además, qué pretendía al llevarlo a las rastras a su habitación?!!
-Papá, detente… papito, qué haces?!! Ay, detente, por favor!! Me estás lastimando el brazo… ay, papito, para ya. Por favor!! Dime qué hice?!!- Preguntaba desesperado el jovencito, queriendo apartar con sus deditos la mano de su padre que lo sostenía con una fuerza férrea,  mientras marchaba en contra de su voluntad a su alcoba en el segundo piso. Pero su padre sólo apretó más su asimiento en el brazo del muchachito, obligándolo a apresurar el paso y causando también que derramara unas cuantas lágrimas por el dolor.
-Mocoso inconsciente...- Expresó con dureza- Apenas te sabes sonar la nariz y ya te sueltas a hacer hijos por ahí!!! -Dijo, Eduardo apenas se cerró la puerta de la habitación, sentando con más fuerza de la necesaria a su hijo en la cama y acercando su cara peligrosamente a la de su niño. -Ahora mismo me vas a explicar en qué demonios estabas pensando, maldito descarado, al encamarte con una mujer mayor que tú y dejarla embarazada!!-
Benicio era un mar de lágrimas y un manojo de nervios. Hacía muy pocos días se había enterado del embarazo de Evelyn, su novia, y no sabía cómo decírselo a sus padres. Apenas supo del bebé, su primer sentimiento fue el temor!! Tenía terror de enfrentar la reacción de sus papás… y sí lo echaban de casa?!!... y si querían que Eve aborte al niño?!!! Qué haría entonces él?!! Cómo continuaría su vida de seguir su novia con el embarazo?!!… Cómo mantendría él a su bebé?!! Su vida estaba a punto de quedar en ruinas!!!!... Pero unos momentos después, cuando el temor empezó a ceder, se imaginó con su pequeño retoño en brazos dándole su mamadera, meciéndolo en las noches para que duerma y velando sus sueños para que nada lo despertara, tal y como su papito lo había hecho con él y con su hermano mayor, Leandro. Se había ilusionado tanto con esa escena que se armó de valor y decidió que encararía a sus padres, esperando la mejor respuesta de su parte, aunque muy en el fondo de su ser, él sabía que su padre apenas lo escuchara, lo asesinaría.
-Papito…- Dijo Benicio, alejando su carita de la de su padre- …déjame que te explique, papi, por favor!!-  Susurró, mientras los sollozos  se adueñaban de su voz.
-Claro que me vas a explicar… -Gritó Edú- …Ahora mismo me vas a explicar, jovencito, en qué mierd@ estabas pensando. Y quiero la VERDAD, sino las cosas serán peores para ti!!!- Exigió el señor, un poco más calmado, pero no lo suficiente como para controlar su lenguaje. Unos instantes después, tomó la silla del escritorio de su niño y la puso delante de él. Se sentó y lo miró serio, indicándole con la cabeza que iniciara su descargo.
Benicio estaba a punto de colapsar de los nervios. Su papá se veía furioso. //Oh, Dios!! De verdad, papá va a asesinarme!!// Pensó. Pero cuando el rugido de la garganta de Eduardo lo alertó de la impaciencia del hombre, suspiró hondo y empezó a hablar lo más fuerte y claro que su propia garganta le permitía.
-Papito, yo… yo… yo amo a Evelyn, papá. Y… uhmm… y ella me ama a mí //Al menos eso creo…!!//- Dijo tratando de sonar lo más razonable posible. –Nos amamos, papá… y… -Dio otro suspiro profundo para darse ánimos y continuar. Veía la cara amarga de su padre endurecerse con cada palabra que salía de sus labios y eso le hacía más difícil abrir su corazón. -… y pasó lo que tenía que pasar!!!... Pero te juro que nos resistimos muchísimo… pero el amor que nos profesamos fue más fuerte que nosotros, papito!!- Dijo, con los ojitos llenos de esperanza, quería que su padre lo comprendiera, lo abrazara y le diera su apoyo, pero Eduardo estaba lejos de entender a su nene.
 El entrecejo del abogado se ahondó profundamente y el niño ahora sí pensó que su padre lo mataría. Eduardo había sido muy serio en cuanto al tema de las novias y los amoríos, siempre recomendándole que se cuidara y que mantuviera sus pantalones en su lugar a toda costa si no quería tener SERIOS problemas con él, pero el inocente muchacho había caído rendido ante los encantos de ésta mujer, de 23 años, que estudiaba Derecho en la misma Facultad que su hermano Leandro, a quién había conocido en una de las visitas que solía hacer a la Universidad para molestar a Lean.
Apenas se conocieron, hubo química entre ellos, y la atracción nació desde el instante en que sus miradas se cruzaron. El chico había quedado impactado con la personalidad liberal y divertida de la muchacha y no perdía oportunidad para alagarla y complacerla en todo lo que ella pidiera. Y ella… qué decir!!... estaba prendada de la juvenil belleza con la que Dios había congraciado a aquél jovenzuelo, que había puesto sus inexpertos ojos en alguien como ella.
Benicio era otra persona al lado de Eve. Ella lo hacía sentir especial, mayor, seguro y confiado, pero la gran realidad era que la joven sólo se había aprovechado del niño, para disfrutar de los obsequios, de sus piropos y atenciones… y en especial de la envidia que sus amigas y compañeras de estudio sentían al verla de novia con un bomboncito tan lindo como Benicio. El chiquillo era atractivo, musculoso y atlético y, aún para su corta edad, tenía casi el mismo físico que Leandro y unos hipnotizantes ojos  celestes, tan claros como el cielo y tan puros e inocentes como su corazoncito. Evelyn se creía una “conquistadora”, una “femme fatale” y estaba encantada con la bola de comentarios que se había generado a su alrededor. Amaba ser el centro de interés, aún cuando ello significara opiniones en su contra.
Y así, sin importar comentarios curiosos ni el reproche de la gente, ellos decidieron llevar su relación al siguiente nivel una tarde en que Evelyn invitó a Benicio a su departamento. Sin embargo, entre tanta pasión, ciega y desinteresada por un lado, y posesiva e inescrupulosa, por el otro, ninguno de los dos había tenido la precaución de cuidarse ni de pensar en lo que podía pasar luego que la adrenalina drenara de sus cuerpos, sólo escuchaban el grito de sus pasiones, el latir fuerte de sus corazones y nada más que sus cuerpos expresándose el deseo de encontrarse. Pero el resultado de tanta lujuria no se hizo esperar, así que ahora les tocaba hacer frente a las consecuencias de sus actos…. Y el primero que había pedido explicaciones era papá…
-Já… qué sabes tú del amor, si apenas estás en pañales?!!- Eduardo no podía creer lo ingenuo que había sonado su hijo- Y esa… esa es una desgraciada que se aprovechó de ti… pero me va a oír, ahora mismo me va a oír esa tipa!!!!... Voy a hablar con esa mujer y después que le cante sus cuatro verdades, trataré contigo. Más te vale que no salgas de ésta habitación o estarás más complicado, muchacho. –Gritoneaba el hombre, balanceando sus dedos frente a la carita de su chiquillo.
-Papá, espera por favor!! Qué vas a hacer?!!- Preguntó el chico, preocupado por lo que su padre pudiera decirle a Evelyn- Ella es mi mujer y nos amamos, nadie se aprovechó de mí!!!  Yo ya soy grande... Además, no es ninguna tipa, su nombre es Evelyn y nos vamos a casar!!- Dijo ofendido Benicio, tomando del brazo a su padre para evitar que fuera a hablar con Eve. Pero en el instante en que las palabras escaparon de su boca, él se arrepintió de haberlas dicho. El ceño de Eduardo se había fruncido tanto que parecía tener una laaarga ceja sobre sus ojos en lugar de dos. Su papá parecía haberse  enfadado aún más –si eso era posible- y lo único que hizo fue tomar la manito que sujetaba su brazo y arrastrar nuevamente al niño hasta la cama, pero ésta vez, en lugar de sentarlo, Eduardo se acomodó en el borde del colchón y con un movimiento impecable, tuvo a su hijo boca abajo sobre su regazo.
-PAPAAAAAAÁ… QUÉ HACES?!!!... ESTÁS LOCO?!!!... SUÉLTAMEEEE!!!!
Ante esas palabras, el abogado no resistió más y empezó a descargar unas palmadas poderosas en la cola de su niño, que no daba crédito a lo que le estaba sucediendo.
A Benicio le tomó unos segundos terminar de entender que su padre lo estaba zurrando como si fuera un niñito pequeño y empezó a retorcerse en el regazo del hombre cuando los chirlos empezaron a escocer en su piel.
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
 SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Ayyyy… ayayayyyyyy!!!! Papiiiii... nooooo!!!! Auuuuchhhh!!! Aaaa-aahhh… pa-papáaaa… qué haces?!!! Yaaaaaaa… detenteeee!!!
Eduardo descargaba de dos en dos poderosos golpes en las nalgas sobre su regazo, que pronto comenzaron a desprender calor y  empezaron a enrojecerse con el avance de la paliza.
 SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-NOOO, PAPÁAAAAA!!! BASTAAAA!! DI- DIJE QUE… QUE  BA- BASTAAAAAAA!!!
-Tú no me das órdenes a mí, mocoso insolente…  te mandaste una trastada y por eso te estoy castigando… tienes que  aprender a aceptar las consecuencias de tus actos, niño!!! Así que te aguantas hasta que yo lo crea suficiente… y para eso falta un larguísimo trecho!!! -Habló enojado el señor, propinando una palmada por cada palabra que salió de su boca, provocándole un llanto desmedido a su chiquito.
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-PAPITOOOOO!!!! AUCHHH… DUE-DUELEEE… DUELEEEEE... BUAAAAAAAAAAAAA!!!... POR FAAAA- AAHHHH… POR… POR FAV-VOORR!! YA NO, PAPIII. YA NO MÁSSS!!!
-Te dije muy claramente que fueras responsable con tus pantalones, muchacho. No los pudiste mantener en su lugar y mira el regalito con que te apareces… y qué piensa hacer ahora el señor?!!! Pues, nada menos que casarse con una desconocida… una atorranta que no le importó meterse en la cama con un mocoso baboso como tú!!! Ahhh, pero se va a arrepentir por haber puesto sus ojos en  mi bebé… -Eduardo seguía imperturbable en su labor de castigador de su hijo, aún cuando sentía su propio corazón desgarrarse con los alaridos de su pequeñín. 
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Auuuchhh…!! Noo másss, no máaaass!!! M-me duel-dueleee… Buaaaaaaaaa…!!!
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
Owowowoww!!! Aughhh!!!... No sigas, papiiii!!!! Por fa-v-vo-oorr…!!! Mamaaaaaá!!!! Maaa… mma-máaaaaa!!! Mamitaaaa!!!!
Benicio estaba al límite, sabía que no podría soportar ni una más de las quemantes palmadas que le estaba proporcionando su padre. Esa paliza era la peor que podía recordar y estaba seguro que –si sobrevivía-  esa iba a ser por siempre la peor de todas!! Si bien Eduardo había sido bastante permisivo con su par de retoños, siempre estuvo allí para corregir con amor, pero también con  firmeza, cuando alguno de los dos se pasaba de la línea de los límites establecidos.
Pero ésta vez, su papá estaba azotándolo de una manera tan diferente… tan cruel… tan alienado de sus emociones… estaba enojado!!!… Sí… muy enojado!!! Y ese enojo, al igual que sus huellas digitales, estaba calcándose en las tiernas nalguitas de su pequeño.
 SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Buaaaaaaaaaaaaa….. ya n-noooo… papiiiii…. Por fa- favooorrr!!! Buaaaaaaaa!!!! Mamiiiiiiiiii…. Maa- mamitaaaa!!! M-maa-maaaaaaaá!!!! Auuuu…. Buaaaa…. Papitoooo, b-bastaaaaaa… bastaaaaaaa!!!!! Buaaaaaaaa……..
Ese llanto tan profundo fue suficiente para que su padre diera por terminada la reprimenda.
Eduardo se sentía terrible por haber hecho llorar así a su niñito de esa forma. Sentía que se le apretujaba el corazón con esos amargos sollozos, pero estaba tan enojado que ni siquiera se detuvo a consolarlo. Luego de dejarlo llorar por unos pocos minutos sobre sus rodillas, Eduardo ayudó al niño a ponerse de pie y lo guió hasta una de las esquinas de la habitación.
-Te quedarás aquí hasta que yo te diga lo contrario... –Le indicó el rincón, muy serio aún-  …Ni se te ocurra dejar esta esquina hasta que yo haya vuelto, muchachito, porque te habrás ganado unos buenos azotes!! Me has entendido?!!- Dijo con dureza el señor, antes de salir de la alcoba.
-S-siiiií, pa-papáaaa!!!- Contestó entre sorbos el pequeño hombrecito, dándose la vuelta para enfrentar la pared por el tiempo que papá decidiera.
Mientras, en la sala de estar, Elisa no dejaba de dar vueltas alrededor de los sillones, intentando decidir si debía subir y rescatar a su bebito de las manos de su padre o esperar a que Eduardo bajara. Pero cuando su angelito empezó a pedir por ella, buscando auxilio, suplicando que fuera a ayudarlo, a salvarlo del castigo de papá, su única intención fue correr a su lado, pero en el instante en que puso un pie en los escalones, un dolor en su pecho y la debilidad que se apoderó de sus piernas  impidieron que siguiera su ascenso.
Cuando al fin dejó de sentir el impacto de los chirlos  acompañados por los gritos y ruegos de su niño, se permitió relajarse un poco. Suspiró profundamente y la poca fuerza que le quedaba huyó de su cuerpo como el aire que exhaló por su nariz. Dejándose caer pesadamente sobre uno de los sillones, Elisa se cubrió el rostro con las manos y empezó a llorar. Estaba tan arrepentida de haberle contado todo a Eduardo, pero jamás pensó que su marido, con lo cariñoso y comprensivo que era con sus hijos, pudiera haber reaccionado del modo en que lo hizo. Cerró los ojos con fuerza y lo único que podía ver entre las sombras era a su bebecito, llorando desconsoladamente sobre las rodillas de Eduardo. Quiso ponerse de pie, pero sus piernas la traicionaron. Temblaban sin control, al igual que el resto de su cuerpo. Casi no podía respirar y el corazón latía aceleradamente. El estrés la estaba devastando.
En esos momentos, los pesados pasos del dueño de casa, descendiendo las escaleras atrajeron su atención. Como pudo, se levantó de su asiento y se abalanzó hacia su marido, completamente furiosa.
-Cómo pudiste?!!!! Infeliz!!!!! Desgraciadooooo!!!!!Malditoooo dementeee!!! Cómo pudiste hacerle eso a mi hijooooo!!!!- reclamaba Eli con violencia, repartiendo cachetadas y golpes con sus manos cerradas por la cara y el pecho del hombre.
-Eres un estúpido… un inconsciente… te dije… te dije que esperaras a que se explique… te lo dije!!!! Te supliqué que lo dejaras hablar primero!!!... Ahhhh… Pero no!!!! El “Señor” que defiende a ladrones y asesinos como pan de todos los días, no pudo siquiera escuchar a su propio hijo!!!! Qué clase de abogado eres, eh?!!! Acaso Benicio no tiene derecho a defenderse?!!! A explicarse?!!!... Gritó y reclamó con desdén la señora, bastante molesta para permitirle a su marido que se defienda. Él le había negado ese derecho al más pequeño de sus hijos, pues bien, ella se lo negaría al impulsivo de su marido!!. -IDIOTAAA!!!- Plaff-Una ardida bofetada trajo a Edú de regreso a la realidad.
Como podía Eduardo intentaba esquivar los puñetazos que su mujercita enojada le arrojaba a la cara. Pero Elisa era obstinada. Su amada esposa le estaba llenando las mejillas de dedos, y aquellos tortazos en el rostro ardían y mucho. Pero él, muy dentro suyo sabía que los merecía, había sido implacable con el chico y a la menor oportunidad que tuvo le dejó dibujadas en sus inocentes nalguitas, las huellas  de toda su mano abierta.
Sosteniendo ambas manos de su esposa entre las suyas para detener los impactos que querían seguir llegando a su rostro, Eduardo procedió a hablar fuerte mientras intentaba calmar los ánimos de su esposa. Le preocupaba inmensamente el semblante y color de Elisa. Ella a estas alturas, tenía la cara y los ojos rojos y los labios empezaban a teñirse de un color azulado.
-Mi amor, por favor… cálmate, si?!!... – Le dijo, abrazándola- Tienes razón, he sido muy duro con Ben, pero sí le di la oportunidad de explicarse!! Debes creerme, Cariño, por favor!!!... Cálmate, Elisa!!! Calma, mi amor!!! Puedes subir a consolarlo si quieres pero… -Y una palmada fuerte en su otra mejilla acalló toda la defensa que el gran abogado pudiera interponer.
-Claro que voy a ir a consolarlo… y en cuanto el niño se haya tranquilizado, tú y yo vamos a hablar muy seriamente de ésta locura que acabas de cometer…!!! –Concluyó Elisa dándose la vuelta para encaminarse a la habitación de Benicio.

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En el segundo piso, de cara a una de las esquinas de su cuarto, Benicio continuaba derramando lágrimas a borbotones de sus preciosos ojitos celestes. Por más que intentara, no hallaba consuelo. Estaba dolido por la reacción de su padre… Más allá de la agonía de sus posaderas, estaba el dolor profundo que sentía su corazón por las acciones de Eduardo. Su papito jamás le había dado más que dos o tres palmadas y eso hacía muchos años atrás. Él siempre les habló con paciencia porque odiaba castigarlos y por eso les daba una y otra y otra vez la oportunidad para que se explicaran, pero ésta vez no. Eduardo casi ni lo escuchó, sólo procedió al castigo… un castigo tan severo que jamás en sus tiernos años de vida había imaginado que recibiría.
Tan ensimismado estaba en su sufrimiento que no escuchó el taconeo que anunciaba la llegada de su madre ni el sonido de la puerta abriéndose.
Elisa, lentamente abrió la puerta y asomó la cabeza con timidez. Un dolor punzante atravesó su corazón al ver a su hijito ahí, tan indefenso, sollozando de cara a la pared, mientras sus hombros subían y bajaban con los sorbos.
Avanzando con rapidez hacia el muchacho, lo tomó de los antebrazos para darlo vuelta y abrazarlo. Benicio no supo en qué momento su panorama pasó de ser únicamente aquella pared de color celeste pastel a la mirada dulce y sufrida de su mamita, que lo acunó contra su pecho mientras sus brazos lo enroscaban con ternura. Elisa pasó como media hora intentando calmar al niño en sus brazos.
Benicio escondió su carita llorosa en el cuello de su mamita, mientras daba rienda suelta a sus sollozos. Un “Papá no me quiereeeeeeee…” llegó a los oídos de su madre.
-Shhh, mi amor, shhhh!!!! No digas eso, mi cielo… papá te quiere mucho, mi amor, pero está enojado!!!! Shhhh… shhhh!!! Yaaaa… yaaa, mi chiquito, yaaa!!! Cálmate cariñito, calma, mi Beni bonito!!!- Le consolaba, mimándolo en su regazo.
-Nooooooooo, buuuaaaa… pa-papá m-me o-odiaaaa!!! Buaaa… M-me… me pegóoooo mu-muchoooo!!! Sniff.. sniff!!!- Gimoteaba la criatura, sin despegar la boquita del pecho de Elisa.
-Ohhh, mi amor!!!! Tranquilízate, si??!!! Ya verás que papi hablará contigo y te pedirá disculpas…
-Aaayyy, mamitaaa… me duele m-much..choo!!! auuu… buaaaa!!! Papito no m-me va a per… a perdonar… él… él no me quiere ver más… papi no me quiereeee!!! Buaaaaaaaaa!!!!
-Claro que te amo… -La voz temblorosa de Edú atrajo la atención de su niño-  te amo más que a mi vida!!! Te amo con todas las fuerzas de mi corazón y nunca más quiero que  lo dudes siquiera, mi niñito!!! –Fue la respuesta de papá que con pasos lentos se iba acercando a la cama, donde Elisa estaba sentada con su hijito en brazos.
Eduardo había subido, arrepentido de haber castigado con tanta dureza a su pequeño, y más por haberlo dejado solito y sin consuelo. Cuando llegó, escuchó lo que Ben le decía a su esposa y él no soportó más permanecer impávido.
Cuando estuvo al frente de sus dos amores, tomó a su pequeño de la seguridad de los brazos de su madre y, con mucho cuidado, lo sentó en sus rodillas. Con toda la dulzura de la que era capaz, lo atrajo hacia sí, acurrucándolo contra su pecho.
-Te amo… te amo… te amo!!!! Eres mi bebito y te adoro, mi niño!!! Siento haber sido tan rudo contigo, hijito!!!! Podrás perdonarme algún día, mi muñequito?!!! –Le dijo Edú, con sinceridad, derramando lágrimas de arrepentimiento.
-Papito, estás llorando?!!!... Perdón, papito… perdóname, si?!!!... Papito te amo!!!! Te amo, papi!!!
-Ohhh… mi bebé!! Yo también… con todo mi ser, mi amor!!!! Lo lamento mucho, bebito!!!
-Papitooo!!!! Sniff… sniff!!! Yo… yo… quiero a mi bebé, papiiii!!!! Por favorcito, no me pidas que renuncie a él!!!! Papá, por favor!!!! No la dejes… no dejes que me lo quiteee!!!- Rogó Benicio, apretando sus bracitos alrededor del cuello de su papá, llorando más fuerte aún. Se sentía tan indefenso así.
Él estaba seguro que su padre no aceptaría el embarazo de la muchacha y lo peor de todo era que Evelyn no estaba para nada contenta con la noticia del bebé. Ella quería deshacerse del niño… “de ambos niños”, le dijo ella con crueldad!!!!
El chico estaba físicamente agotado y emocionalmente devastado y confundido. Tantas cosas vividas  en un solo día estaban haciendo estragos en su conciencia. No sabía qué esperar de sus padres, menos qué esperar de sí mismo, ni del futuro que se notaba tan distante y tan incierto. Qué iba a ser de él y de su bebé?!! Y qué pasaría con Eve?!!!...
-Shhhhhhh… basta de llanto, sí?!! Basta ya, bebé!!! Yo jamás… óyeme bien, amor, jamás de los jamases te pediría eso!!!- Contestó Eduardo, tomando la carita de su chiquito entre sus manos grandes- Jamás!!! –Repitió, llenando de besos la frente  y los cachetes del jovencito, que  se abrazó nuevamente a su papi, feliz de saberse querido y entendido al fin.
Elisa pronto se unió al abrazo de sus dos hombrecitos, cubriéndolos de besos  y caricias y Benicio, lentamente empezó a dormirse, sabía que todo estaría bien… sus papitos estaban a su lado… El nunca estaría solo!!!! Enfrentarían  juntos el futuro…
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Benicio, estacionó su motocicleta al frente de la casa y descendió lentamente. Miró la hora en su reloj y un escalofrío le recorrió por la espalda. Eran más de las siete de la tarde. Ohh, Dios, se había retrasado casi dos horas!!! Sabía que estaba en problemas, su padre le había repetido hasta el cansancio que debía estar sí o sí en casa a las 7!!! Tenía miedo de entrar, pero sabía que esa era su única opción y que era mejor que lo hiciera pronto porque si su padre salía a buscarlo, su trasero no viviría para contarlo.
Con un hondo suspiro y relamiéndose sus labios secos por enésima vez, el adolescente se abrió paso por el caminito hacia la entrada principal, pero antes de que pudiera siquiera sacar la llave de su bolsillo, su papá lo sorprendió abriendo la puerta de par en par.
Eduardo lucía bastante enojado, pero no le dijo ni una sola palabra, sólo lo fijó con una dura mirada que congeló al muchacho en sus movimientos.
-Entra!! –Dijo Eduardo al fin, pero los piecitos de Benicio no se atrevían a abandonar aquél umbral. El niño conocía muy bien esa expresión en el rostro de Edú, y sabía que nada bueno le esperaría una vez adentro.
-Dije que entres!! –Repitió el hombre, ésta vez tomando con fuerza del brazo del niño y jalándolo para meterlo a la casa.
Una vez que el chico estuvo adentro, su padre lo llevó a las rastras hasta el sillón de la sala, sin reparar en la resistencia que ponía su pequeño.
-No papá, por favor!!!! Lo lamento!!! Lo siento, lo siento, por favor!! Papito escúchame, si?!! Papiiii…!!! Noooo… no me pegues papito!!!- Iba rogando la criatura, pero Eduardo ni se inmutó, y procedió a sentarse en aquél enorme sillón de cuero negro, depositando al desobediente de su hijo sobre su regazo. En sólo cuestión de segundos el señor Robles desnudó el futuro blanco de su castigo, bajando de un solo tirón los jeans sueltos que llevaba su niño, junto con los bóxers negros, dejándolos por debajo de los muslos… Y la lluvia de azotes comenzó a caer...
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Te dije, mocoso desobediente que estuvieras a las 7, te lo dije mil veces!!!! Mil veces, muchacho irresponsable!!!- Dijo Eduardo, empezando a descargar con potencia las primeras palmadas sobre las nalguitas desprotegidas de su chiquillo.
-Auuuuuuu…. Auauauauuuu!!! Papaaaá, papiii, escucha, por favooooouuuu!!! Aaaaayyyy!!!!
-Nada!!! No hay excusas que valgan para justificar tu tardanza!!! No quisiste obedecer porque no se te dio la gana!!!-Le gritó, agregando otra tanda de nalgadas.
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Aaaaayyyy…. Noooo… Bastaaa, por favooor!! N-no máaasssssssssss!!!!! Papáaaaaa!!!!! Sniff, sniff!!! Lo sientoooooooo!!!- Ben empezó a sollozar desesperadamente.  Le dolía la colita y sabía que su papito recién estaba empezando.
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
 SWATT… .. … SWATT… .. … SWATT… .. …  SWATT…
-Tienes una hija, por Dios!!! Ya es hora de que madures, que aprendas lo que es ser responsable!!! Si lo que necesitas es un impulso que te ayude a serlo, pues no tendré problemas en dártelo. Mi cinturón y yo te enseñaremos a ser un muchacho responsable de una vez por todas!!!- Y dicho esto, Eduardo se desprendió el cinturón y lo dobló en dos en una de sus manos.
-Noooooooooo… con el cinto noooooo!!!! Papito, nooo, no máaaaaassss… buaaaaaa!!!!- Lloró con todas sus fuerzas.
-Es suficiente!!!!- Se escuchó desde el fondo de la sala, donde estaba Elisa mirando la escena. La mujer tenía a Jazmín en sus brazos, llorando con la misma intensidad que su joven padre.
-No escuchaste?!! Dije que es suficiente, Eduardo!!!! Deja a mi hijo!!!!- Repitió con seriedad a su esposo.
-Es mi hijo también!!!! Y sabes muy bien lo que me duele tener que castigarlo… pero comprende que es necesario que aprenda de una buena vez que tiene una hija que necesita que madure y sea responsable!! –Contestó enojado, Eduardo. Le molestaba que Eli lo hiciera quedar como el peor padre del mundo, pero entendía lo que pasaba por su corazón al escuchar el llanto tan sentido de su bebé. Él mismo tuvo que hacer acopio de todo el valor que le quedaba para continuar con la próxima etapa de la paliza que estaba entregando.
-Por favor, espéranos con la bebé en el auto, estaremos ahí pronto. Lo prometo, Amor. –Dijo con la voz cansada.
Elisa emitió un gruñido como respuesta. Le dolía en el alma no poder ayudar a su pequeño, pero no quiso contradecir a su marido. Así que, tomando el bolsito con las cosas de la nena, salió de la sala para ir a esperarlos en el vehículo.
-Noooooo, mamitaaaa!!!!! No te vayas mamiiiii!!!!! Buaaaaaaaaaaaaa!!!!!- Benicio estiró su manito como intentando alcanzar a su madre, pero ella continuó su camino con el corazón en la mano.
-Ahora escúchame con atención jovencito, te daré 4 cintarazos, uno por cada mes que tiene tu pequeña. Y por cada uno de ellos, tú tendrás que decir “Respetaré los compromisos referidos a mi hija”. Si no lo haces no valdrá y te habrás ganado otro azote!!! Has entendido?!!!
Y como Benicio únicamente atinó a llorar más fuerte, Edú estrelló un chirlo leve con el cinturón para que respondiera.
-Chasss…!!!!
-Dije “Has entendido?!!”- Preguntó Eduardo, rogando mentalmente que el niño contestara.
-Auuauuuauuuuauuuuuuu!!!!! S-siiii, papáaaaaaaaaa!!!!!
-Bien!!! Empecemos entonces!!!- Dijo como anticipándole que se vendría el primer azote, que no se hizo esperar.
-Chasss…!!!! –
Aquél impacto, dado con toda la fuerza del brazo de su papito, hizo brincar del dolor al pobre niño, que de inmediato llevó una manito para escudar a su castigado traserito.
-Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu… buaaaaaaaaa!!!!!!! P-pa… pap-piiiiii, du-e-l-leeeeeeeeee!!!!!!- Contestó el niño, olvidando la respuesta que su padre esperaba.
-Ese no vale!!!- Reprendió Eduardo, tomando la mano pequeña de su hijo y sosteniéndola contra la espalda de su nene.- Repite conmigo, hijo “Respetaré los compromiso referidos a mi hija…”
-Chasss…!!!!- Eduardo dejó caer pesadamente el cinturón a lo largo de las nalguitas de su niño.
-Auuu… ayyyyayyyayayyyyy!!!!!! No más, no más…!!! R-re…res- repetaréee… l-lo-s-s c-compromisos r-ref...referidos a-a m-mi hijaaaaaaa!!! Buaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
-Chasss…!!!!
-Buaaaaaaaaaaaaa… ow owowowowww!!! Res… respetaréee l-los compromisos re-refe… referidos a m-mi hi-hijaaaa!!!! Sniff… sniff!!!!
-Chasss…!!!!
-Aaaaaaaaaayyyy, auuuu… auuu!!!! Buuuuuaaaaa… Respe… res… respetaré… ahhhh… no… no puedoooo!!!!
-Vamos hijo, sólo falta uno… éste te lo voy a dejar pasar!!!!
-Chasss…!!!
-Auuuughhh… buuaaaa… sniff… sniff… Res- pe –t-ta- réeeee l-l-los compromisoooossss re- refe… auuuauauauuu… referidosss a… a… a mi hi… a mi hijaaaaaaaaaaa!!!! No más papito, por favorrrr… bastaaaaaa… bastaaaaaaaaa!!!!- Benicio colgaba pesadamente sobre las piernas de su padre. Sentía como si su traserito estaba en llamas. Su padre había sido muy estricto, y sólo se detuvo cuando estuvo seguro que la lección estuvo aprendida.
-Ya está, mi amor!!!! Ya pasó, bebé!!!! Ssshhh!!! Shhh…shhh!!! Yaaaa, chiquito!!! Ya está, ya está!!! – Consolaba Eduardo con caricias en la espalda y la nuca de su niño.
Lentamente lo puso de pie para acomodarle la ropa y, con cuidado, lo hizo sentarse en su regazo. Cuando la zona castigada hizo contacto con los muslos de su padre, el llanto se avivó aún más en el niño.
-Auuuuuuuu…. Buaaaaaa!!!! Dueleeeeeeeeee… buaaa!!!
-Sshhhh…sshhhh… ssshhh!!! Ya mi amorcito, papi te tiene, mi niño!!!! Estarás bien, hijito!!!! Shhh…- Le susurró Edú, acomodándolo en sus piernas.
-L-lo sien… to m-mu…muchoo!!! Papito, la-lam-lamentoo ha-haberme demoradoo… no m-me di cuenta  d-de la ho-horaa… sniff… sniff!!- Dijo entre sorbos e hipos el chiquillo cuando ya estaba más calmado.
-Lo sé, mi amor… lo sé!!!! Pero no quiero que se vuelva a repetir!! Entendiste, mi niño?!! Porque si hay próxima no te van a quedar ganas de sentarte por un mes, hijito!!!- Eduardo apretó sus brazos, acurrucando más a Benicio cuando los sollozos regresaron por el reto.
-Bueno, bebé… seca esas lágrimas que tenemos que ir al médico!!! El doctor Arenas pasó la cita para las 9 y 15, así que ve a lavarte la carita que se nos hace tarde!!!!
-Papito, me puedo quedar?!! Me duele mucho y no me podré sentar en el auto!!!- Dijo, rojo como un tomate y esperanzado porque su papito accediera a su pedido.
-No, mi Beni bonito!!! Jazmín es tu hijita, ella es tú responsabilidad, amor, no lo olvides!!! Nosotros te apoyamos en todo, pero tú tienes que aprender que ahora eres padre y que Jazmincita te necesita!!! Sé que es difícil, bebito, pero no estarás solito!!! Tu mami y yo siempre estaremos para ustedes…
-Lo sé, papito!!! –Contestó regalándole un beso en la mejilla.
-Bueno, ahora a lavarte esa carita… -Le ordenó papá, impulsándolo en dirección hacia el baño con una palmadita, que arrancó un gritito de su retoño.
-Auuuchh… no papito… duele!!!
-Entonces apresúrate si no quieres que mi mano te alcance!!! –Le espetó divertido el agotado padre, cuando vio que su nenito apuraba los piecitos para alejar lo más que podía su colita de las manos de su padre.
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A las 9 y cinco minutos, la familia estaba en la sala de espera, aguardando su turno para la dichosa consulta… Benicio decidió esperar de pie…

6 comentarios:

  1. tengo un par o mas de cositas para decirte:
    1-welcome welcome!! bienvenida! que genial que escribas y que interesante tu historia. mas interesante aun que sea larga, me encanta eso
    2- quien rayos eres!!! no es justo! exijo una mini biografia, quiero saber de donde eres y porq nunca te he visto por aqui,
    3- (y a esto tendras que acostumbrarte) quiero la actualizacioooon!! no vale que me dejes intrigada y no vale que dejes a medias tu historia eh!
    4- con respecto al relato, me parece muy dulce la manera en que se tratan padre e hijo., aunque fue muy malo al reaccionar de esa manera pero cual es la reaccion perfecta si tu hijo de tan solo diecisiete va a ser papá? por eso lo perdono q sino... en fin Arianne voy a seguir tu historia asi que actualizaaaa!! :D

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    1. Hoaaaaaaa!!!!

      1)-Lunita muchas gracias por tu bienvenida, qué alegría tan grande me da saber que te gusta mi historia!!!! jejeej!!! A mí también me gustan las tuyas pero sólo comenté una vez!!!!
      2)-Te cuento que soy de Argentina y sí que conozco a Facundo Arana, es uno de mis actores favoritos!!! Lo amo!!! jajjajj!!! Es tan lindo él!!!
      ....... De nuevo muchas gracias por tus palabras tan lindas y principalmente por tomarte el tiempo de leer mi historia!!!

      Creo que tienes razón de que no fue la mejor forma de reaccionar, pero como dices, se le vino el mundo encima, su hijo ni siquiera há terminado el colegio y ya es papá!!!! Qué padre puede reaccionar de lo más tranquilo?!!! jajaja

      Te mando un besote!!! No sé cuándo vuelva a actualizar pero en el momento que lo haga espero estar a la altura de tus expectativas!!!! Tú sigue así, como siempre, tienes un gran talento y tus historias son muy lindas!!! perdón por no comentarte antes!!!!
      Besos!!!! :D

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  2. Mi queridisima y distinguida amiguita del alma...

    me alegra sobremanera que te hayas animado a publicar y nos regales tan bonita e interesante historia, yo ya te lei y fu ela primera historia que lei en aquel blog misterioso, y nunca pude dejarte un mensaje porque a diferencia de este blog aquella pagina no tenia una forma de dejarte mi mensaje y ahroa l opuedo hacer, disfrute muchisimo con esta historia, volverla a leer me ha llenado de alegria por dos razones, te animaste a escribir de nuevo, y puedo ahora decirte que lo haces maravillosamente bien

    tu amiga

    marambra

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  3. Amiga linda, muchas gracias por tu apoyo!!! significa tanto para mí, sabes cuánto te admiro y tus palabras me alientan a seguir adelante!!!

    Me da un gusto enorme que disfrutaras de mi Benicio!!! y te agradezco tus gentiles cumplidos!!! Eres una grande, como escritora y como amiga!!!

    Te quiero mucho!!! Te mando un beso y un abrazo!!!! =)

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  4. Bienvenida Ariane!!!!

    Espero saber más de esta familia que si bien Benicio fue muy irresponsable al retardarse su papá fue requeteestricto el pobre chico estaba tomando gaseosa con sandwiches, mal mal no se porto.

    A ver si volvemos a coincidir en la publicación jijiji

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  5. MI MADRASTRA ME DICE MOCOSO MALCRIADO CÓMO TÉ ATREVES A EMBARAZAR A TU HERMANASTRA MAYOR DE LAS BOFETADAS Q TE VOY A DAR TE VOY A DEJAR LOS CACHETES BIEN MARCADOS Y ARDIENTES ME AGARRA A CACHETADAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF ES VIEJA PERO TIENE LAS MANOS MÁS PESADAS

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