jueves, 4 de marzo de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 10

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 10

 

En Semana Santa tenemos diez días de vacaciones, el colegio cada año organiza para los alumnos de secundaria que quieran unos días de convivencias, no nos acompañan los profesores sino monitores de tiempo libre. Vamos a una casa en la montaña y pasamos cinco días haciendo muchas actividades: juegos, talleres, música, actividades de reflexión y una ruta de senderismo de dos días en la que dormimos al aire libre, también organizan grupos de servicio y por turnos preparamos y recogemos la mesa de las comidas y limpiamos los espacios comunes. Muchos de los alumnos vamos a la salida, yo he ido cada año y me lo he pasado muy bien, este año también me he apuntado y al final mi padre me permite ir.

El fin de semana previo a la salida estoy muy ocupado y nervioso preparando la mochila con las cosas que tengo que llevarme, Natalia me ayuda, por una vez ¡ya quiero que sea lunes!

Por fin ha llegado el día, nos encontramos frente al colegio donde nos recogen dos autobuses para ir a la casa, Martina, Nico y Shaila también vienen. En dos horas llegamos y nos distribuyen las habitaciones, hemos hecho grupos de seis personas pues los dormitorios son habitaciones con tres literas, chicos y chicas por separado, las chicas en el primer piso y los chicos en el segundo.

Hacemos una primera reunión de presentación y nos dan el horario de estos días, los grupos de servicio con las tareas que deberemos realizar y, a grandes rasgos, la programación de actividades, el segundo y tercer día será cuando hagamos la ruta. Al finalizar la presentación nos separan por cursos y hacemos algunos juegos al aire libre. Después de comer vamos al bosque para un juego de orientación, hacemos grupos de seis personas, Martina, Shaila, Nico y yo con otros dos chicos formamos un equipo, tenemos dos horas para descifrar las pistas y el mapa y encontrar el tesoro, trabajamos juntos y ¡lo conseguimos! El día termina con actividades musicales y de baile y un juego de noche por los alrededores de la casa.

Durante la excursión del segundo y el tercer día pasamos mucho rato charlando y cantando, comemos de picnic y, por la noche, antes de dormir, hacemos una actividad de observación de constelaciones. El segundo día de la ruta, por la mañana llegamos a un lago con una pequeña cascada donde podemos bañarnos, aunque el agua está muy fría, y por la tarde regresamos a la casa. Estamos bastante cansados pero contentos, la excursión de senderismo ha sido muy agradable.

El penúltimo día, por la mañana hacemos un taller de construcción de casas y comederos para pájaros y dedicamos la tarde a preparar canciones, bailes y pequeñas actuaciones para la velada de despedida de la noche, es una actividad al aire libre, donde encendemos una fogata y lo pasamos muy bien. Acabada la velada nos mandan a las habitaciones, es tarde y en media hora deberíamos estar durmiendo.

Nico: ¿Dormir ahora? No tengo nada de sueño, estoy completamente desvelado.

Héctor: Tienes toda la razón, podemos hacernos los dormidos cuando los monitores pasen por las habitaciones y después nos levantamos y podemos seguir hablando.

Adrián: Si hablamos aquí nos pillaran, ¿por qué no salimos de la casa y nos vamos al bosque?

Nico: Buena idea, podemos salir fácilmente sin que nos vean si no hacemos ruido.

Héctor: Completamente de acuerdo.

Sergio: ¿Qué os parece si avisamos a las chicas?

Adrián: ¿Cómo lo hacemos? No tenemos los móviles, no están permitidos en esta salida.

Sergio: Pues ¡como en las películas! Sé cuál es la ventana de su habitación, podemos lanzarles alguna pequeña piedra para llamar su atención.

Héctor: No sé si es muy buena idea, puede oírnos alguien más.

Adrián: Por mí sí, no creo que corramos un gran riesgo.

Marcos y Juan no se apuntan pero prometen ayudarnos y, sobre todo, guardar el secreto. Nos metemos en la cama y nos hacemos los dormidos esperando que pasen los monitores. Oímos como uno entra a nuestra habitación y vuelve a salir. Unos minutos más tarde nos levantamos sigilosamente y salimos de la casa. La habitación de las chicas da a la parte trasera, la rodeamos y buscamos algunas piedras, las lanzamos hacia la ventana pero parece que tenemos poca puntería o, quizás, las piedras son demasiado pequeñas para lanzarlas con suficiente fuerza. Cogemos piedras algo más grandes y lo volvemos a intentar. De pronto oímos un fuerte ¡CRASH! seguido de un par de gritos. Ups, parece que alguno de nosotros ¡ha tenido puntería y ha roto el cristal! Nos miramos, no es necesario decir nada, echamos a correr hacia la entrada de la casa y nos vamos a nuestra habitación. Sin hacer ruido nos metemos en la cama y nos hacemos los dormidos. Pasa un rato y no viene nadie, no se oye nada fuera, hemos oído claramente algunos gritos, espero que la piedra no le haya dado a nadie, me sentiría mucho peor de lo que ya estoy si hubiéramos lastimado a alguna de las chicas. Por mucho que intento dormir paso gran parte de la noche desvelado y cuando me duermo tengo pesadillas.

Por la mañana nos despiertan con música, como cada día. Nos levantamos, nos vestimos y vamos al comedor a desayunar. Antes de entrar Nico y yo nos apartamos con Shaila y Martina para hablar con ellas.

Adrián: ¿Estáis todas bien?

Me miran extrañadas.

Martina: ¿Cómo? ¿De qué hablas?

Nico: Adrián quiere saber si alguna resultó herida por la noche con la piedra.

Shaila: ¡¿Qué?! ¿Fuisteis vosotros?

Nico: Shh, no chilles.

Shaila: Tienes razón, no debe oírnos nadie, pero vaya susto nos disteis, ¿por qué tirasteis la piedra?

Adrián: Con Héctor y Sergio salimos para charlar un rato, no teníamos sueño y queríamos aprovechar la última noche, y pensamos en avisaros por si queríais uniros, aunque lo de lanzar piedras a la ventana para llamar vuestra atención creo que no fue buena idea.

Shaila: No lo fue, para nada. Aunque ninguna resultó herida no sabéis el lío que se formó. Nos disteis un susto de muerte, algunas ya dormíamos y nos despertamos de golpe, Mónica y yo pegamos un chillido. Una de las monitoras entró corriendo a la habitación, no sabíamos qué había pasado hasta que encendimos la luz y vimos la ventana rota y la piedra en el suelo. Recogimos los cristales, estuvimos hablando un rato con los monitores y después nos dormimos otra vez, los monitores dijeron que no había nadie fuera de la casa y que hoy averiguarían quién había sido.

Nico: Sentimos haberos asustado, de verdad, no era nuestra intención.

Martina: No pasa nada, una anécdota más para contar dentro de unos años. No deben saber que habéis sido vosotros u os la vais a cargar. Nosotras no diremos nada, ¿verdad Shaila?

Shaila: Claro que no, tranquilos. Ahora vamos a desayunar o llegaremos tarde.

Entramos al comedor y desayunamos como si no hubiera pasado nada, nadie menciona el incidente. Después del desayuno nos reúnen a todos en una sala. Uno de los monitores explica el incidente y nos dice que la casa está muy aislada, por lo que debe de haber sido uno de los participantes en las convivencias. Nos pide que quien haya sido lo diga, nadie abre la boca. Entonces nos dice que se han acabado las convivencias para todos y que vayamos a nuestras habitaciones, los monitores pasarán para hablar con todos nosotros.

Subimos a nuestra habitación, estamos realmente arrepentidos, seguro que por nuestras caras no tardarán en darse cuenta de que somos los culpables.

Marcos: No pueden castigarnos a todos, eso es injusto.

Adrián: Tienes razón.

Miro a Nico, Héctor y Sergio.

Adrián: Chicos, debemos confesar.

Marcos: ¿Cómo? ¿Fuisteis vosotros? No lo sabía, no digáis nada, acabarán por levantarnos el castigo, ya lo veréis.

Nico: No, Adrián tiene razón, no podemos estropearos el último día a todos.

Héctor: Estoy de acuerdo.

Sergio: Vamos a confesar.

Cuando nos dirigimos a la puerta para explicar lo sucedido entra uno de los monitores.

Álex: Sentaos, por favor.

Adrián: Álex, no es necesario que suspendáis las convivencias, fuimos nosotros, Nico, Héctor, Sergio y yo.

Álex: Está bien, id los cuatro al comedor.

Bajamos y entramos al comedor. Unos minutos más tarde oímos que los otros chicos salen hablando y riendo, supongo que ya les han avisado que saben quién fue y les han levantado el castigo, entra Álex. Todos bajamos la cabeza, ¡qué interesante que es este suelo!

Álex: Chicos, miradme por favor. ¿Podéis contarme por qué lo hicisteis? Pensaba que las chicas del dormitorio al que tirasteis la piedra eran vuestras amigas, no entiendo nada.

Adrián: Y lo son, no queríamos asustarlas ni hacerles daño y no era nuestra intención romper el cristal.

Entre los cuatro le explicamos a Álex lo sucedido. Álex nos dice que hemos sido unos inconscientes, que es muy peligroso escaparnos de noche para ir al bosque y que si nos hubiera pasado algo nadie hubiera sabido dónde buscarnos. También nos dice que no sólo los asustamos a todos sino que podríamos haber hecho mucho daño si a alguna de las chicas les cae la piedra en la cabeza o se le clava alguno de los cristales rotos.

Álex: ¿Cómo no se os ocurrió que si lanzabais piedras contra un cristal se rompería?

Sergio hace una mueca con la boca.

Sergio: En las películas nunca pasa eso. Lo siento, lo de las piedras fue idea mía.

Adrián: Y yo tuve la idea de salir para ir al bosque.

Nico: Pero a los cuatro nos pareció buena idea y estuvimos de acuerdo, sólo Marcos y Juan decidieron no ir.

Álex: Tienes razón Nico, los cuatro sois igualmente responsables de lo sucedido. Así que los cuatro estáis castigados y no participaréis en la actividad de la mañana. Os quiero a cada uno de pie en una esquina, mirando a la pared, hasta la hora de comer, sin miraros ni hablar entre vosotros, quiero que reflexionéis sobre lo sucedido. Cuando los demás regresen de la actividad haré pasar a las chicas y quiero que les deis una buena disculpa, así que id pensando qué les vais a decir. Además llamaremos a vuestros padres para explicarles lo sucedido pues deben hacerse cargo del coste de la reparación de la ventana.

Cuando oigo que debemos ponernos cada uno en una esquina mirando a la pared me sonrojo, ¡qué castigo tan infantil! No me atrevo a mirar a mis amigos pero me parece que están tan avergonzados como yo, y debemos disculparnos con las chicas. Aunque Nico y yo ya nos hemos disculpado con Martina y Shaila no será lo mismo, estarán las otras chicas con las que comparten habitación y supongo que también estará Álex. Pero lo peor de todo es que llamaran a nuestros padres, como mínimo el mío no estará nada contento con mi nueva metida de pata.

Las dos horas se me hacen muy largas, no solo por el aburrimiento, los remordimientos, la vergüenza y los nervios, también porque permanecer de pie tanto tiempo en el mismo sitio sin moverme acaba siendo muy cansado. Algunos monitores se van turnando para vigilarnos. Se vuelve a abrir la puerta pero esta vez se oyen varios pasos, supongo que serán las chicas, habrán terminado la actividad de la mañana.

Álex: Chicos, venid aquí.

Me giro, está Álex con las chicas, estoy muy avergonzado, nos han visto castigados en un rincón cómo si fuéramos niños pequeños.

Álex: ¿Habéis pensado qué queréis decir?

Yo estoy mirando al suelo, y creo que no soy el único. Hay unos minutos de silencio hasta que oigo hablar a Nico. Levanto la cabeza.

Nico: Lo sentimos mucho, no era nuestra intención asustaros ni haceros ningún daño.

Adrián: Sólo queríamos charlar un rato y pensamos que quizás querríais venir, pero no había forma de contactar con vosotras y pensamos que así llamaríamos vuestra atención, no queríamos que el cristal se rompiera.

Sergio: Fue una muy mala idea, ahora lo sabemos, pero ayer no lo pensamos demasiado bien.

Héctor: Queremos que nos perdonéis, podemos hacer lo que nos digáis para compensaros el susto que os dimos.

Martina y Shaila están sonriendo desde que Nico ha comenzado a hablar, su sonrisa se contagia a las demás. Nos dicen que no ha pasado nada, que aceptan nuestras disculpas y nos perdonan. Álex parece satisfecho con nuestra disculpa. Nos dice que podemos salir, el grupo al que le toca poner las mesas ya está entrando y en unos quince minutos nos llamarán para comer.

Martina: ¿Cómo han sabido que fuisteis vosotros?

Adrián: Hemos confesado, no queríamos estropearos el último día. Lo peor es que van a avisar a nuestros padres, no sé los demás pero el mío no estará para nada contento.

Martina: Tranquilo.

Me sonríe y me guiña el ojo. No puedo evitar ruborizarme al mismo tiempo que le devuelvo la sonrisa.

Después de comer recogemos todas nuestras cosas y vienen los autobuses a buscarnos. Duermo gran parte del trayecto, no he pasado una buena noche. Cuando estamos llegando Álex nos dice que después de coger la mochila debemos acompañarle. Lo hacemos y nos conduce al interior del colegio, a una sala de visitas al lado del despacho del director, allí está ya mi padre con los padres de los otros tres chicos, veo el enfado en su cara. Álex explica todo lo ocurrido y nos pregunta si queremos añadir alguna cosa, todos negamos con la cabeza. El director nos dice que no habrá ninguna sanción académica pues el incidente ha pasado en horario extraescolar pero deberemos pagar la reparación de la ventana, e insta a nuestros padres a que tomen las medidas disciplinarias que consideren adecuadas, cuando dice esto no puedo evitar mirar a mi padre y hacer una mueca, ¡ups! Dicho esto nos despide y salimos del colegio. Me voy con mi padre al coche, donde nos está esperando el chofer, y nos vamos a casa.

Carlos: Sube a tu habitación y dúchate, necesito un tiempo para poder calmarme y hablar contigo, ahora mismo estoy demasiado enfadado.

Tarda un buen rato en subir, le espero tumbado en la cama, me estoy poniendo muy nervioso, ¡estoy frito! Tengo que controlar mi boca para no empeorar la situación. Por fin oigo que abre la puerta, me levanto y le miro.

Adrián: Papá, lo siento mucho, de verdad, no era nuestra intención romper el cristal, no lo pensamos bien.

Carlos: Eso está claro, pero no es lo peor, ¿cómo se os ocurre escaparos? ¿De noche? ¿Y pensabais ir al bosque? Es peligroso, Adrián.

Adrián: No íbamos a escaparnos ni a adentrarnos en el bosque, sólo queríamos salir para charlar un rato sin que nos oyeran.

Carlos: ¿No te das cuenta de que si os llega a suceder cualquier cosa no hubiera sido fácil localizaros?

Adrián: Ahora sí, pero no lo pensamos.

Carlos: ¿Igual que no pensasteis que si tiráis piedras contra un cristal se rompe? ¿Pero qué edad se supone que tenéis? Podríais haber lastimado a las chicas que estaban en esa habitación.

Adrián: No lo pensamos papá, lo siento.

Mi padre se sienta en la cama.

Carlos: Ahora las consecuencias, tu mesada se reducirá a la mitad hasta que hayas pagado el coste del cristal y te daré cincuenta nalgadas, en tandas de cinco, después de cada tanda debes decir “Pensaré bien las cosas antes de hacerlas”. ¿Lo has entendido?

Adrián: Sí papá. ¿Me perdonas?

Carlos: Claro que te perdono, ven aquí.

Me acerco a mi padre, me atrae hacia él y me abraza, le devuelvo el abrazo.

Carlos: Venga, terminemos con esto cuanto antes mejor.

Me separo de mi padre, me bajo los pantalones y me tumbo sobre sus rodillas. Se me escapa un suspiro, estoy nervioso, esta vez no voy a pedirle que no me castigue. Me acaricia la espalda como hace siempre antes de empezar el castigo, y me hace la misma pregunta.

Carlos: ¿Por qué te voy a castigar?

Adrián: Por escaparme de noche y por tirar piedras a una ventana.

Carlos: Eso es cierto pero, sobre todo, por no pensar en las consecuencias de tus decisiones, debes pensar las cosas antes de hacerlas.

Para de acariciarme y me sujeta, va a empezar el castigo, respiro hondo, quiero aguantar sin quejarme ni llorar.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS

Ai, han dolido, me está pegando más fuerte que otras veces.

Carlos: Adrián, ¿qué debes decir?

Adrián: Pensaré bien las cosas antes de hacerlas.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS   Pensaré bien las cosas antes de hacerlas.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS   Pensaré bien las cosas antes de hacerlas.

PLAS, ai, PLAS, PLAS, au duele, PLAS, PLAS   Pensaré bien las cosas antes de hacerlas.

Para un momento para bajarme el boxer.

PLAS, PLAS, ai, PLAS, au papá, PLAS, PLAS, ai   Pensaré bien las cosas antes de hacerlas.

PLAS, au, PLAS, ai, PLAS, PLAS, ya, PLAS, basta  Pensaré ai bien las cosas au antes de hacerlas.

PLAS, ai, PLAS, papá para, PLAS, PLAS, por favor, PLAS   Pensaré bien au las cosas au antes de hacerlas.

Ya no aguanto más, las lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas.

PLAS, snif, PLAS, ai, PLAS, au, au, PLAS, PLAS snif   Pensaré bien snif las cosas snif antes de hacerlas.

PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS buaaa, buaaa   Pensaré buaaa bien las cosas buaaa antes de hacerlas.

PLAS, aiii PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS auuu   Pensaré buaaa bien las cosas buaaa antes de hacerlas  buaaa, buaaa, buaaa.

Sigo llorando mientras mi padre me acaricia la espalda.

Carlos: Shhh, ya campeón, ya pasó.

Después de un rato me levanto y me subo el boxer, me quito los pantalones del todo, esta vez me duele mucho el trasero, creo que el dolor tardará más de lo habitual en pasar. Mi padre tira de mí, me abraza y me da un beso en la cabeza. Le devuelvo el abrazo.

Adrián: Lo siento mucho papá.

Carlos: Lo sé, pero ahora ya está, estás perdonado, ¿vale?

Seguimos abrazados un rato, me voy calmando. Mi padre me separa y me ayuda a tumbarme en la cama, bocabajo.

Adrián: Papá, pensaba que esta semana iba a librarme pero me equivoqué.

Mi padre levanta las cejas, preguntándome.

Adrián: ¿Sabes que desde que decidiste pasar más tiempo conmigo y cambiar los castigos me has pegado al menos una vez por semana? Pensaba que esta semana como estaría fuera no tendrías motivos para castigarme.

Se le escapa una carcajada.

Adrián: ¡No te rías, es verdad! No sé si prefería cuando casi no nos veíamos, me gusta que ahora pasemos más tiempo juntos pero entonces tampoco dedicabas tiempo a castigarme.

Carlos: ¿Cómo puedes ser tan adorable e insolente a la vez?

Adrián: Adolescente papá, ¿recuerdas?

 

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