domingo, 7 de abril de 2013

Capitulo 5


Pedro se despertó sobre las siete de la mañana, era un hombre con un despertador interno a prueba de bombas. Eso si se despertó bastante adolorido. Cuando Óscar aún vivía allí había dormido más de una vez en ese sofá y no lo recordaba tan duro. ¿Quizás es que realmente se estaba haciendo viejo? Se pasó la mano por la cara, le dolía todo, era como si tuviera una horrible resaca. Vio la manta y entendió que cuando Cris llegó ya estaba dormido y lo dejó allí para no despertarlo, pero ahora deseó que lo hubiera hecho. Ese dolor de cervicales le iba a pasar factura toda la semana.
¿Y ahora qué, agarraba su cazadora y se iba sin más o esperaba a que Cristina se despertara? Sino fuera por los motivos que lo habían llevado ahí la anterior noche, lo hubiera tenido claro, la habría esperado y hubieran bajado a desayunar a la churrería de la estación. Chocolate calentito y unos buenos churros o un gofre, el desayuno de los domingos de cuando eran todos unos críos. ¿Aun estaría el mismo churrero de entonces? Cuando eran unos críos Óscar y él solían “sisarle” alguna golosina mientras estaba despistado atendiendo al otro. Pedro sonrió, de pequeños estaban hechos unos trastos. La señora Teresa la madre de los chicos, solo había tenido suerte con Juan y Adrián, porque el resto habían sido unos auténticos trastos. Y aunque Cristina no solía liarla tanto como sus hermanos aún recordaba como su hermano decía que a Cristina le costaba más ir al instituto que aún político español dimitir. En eso Mark había tenido a quien salir, pero no iba a ser él quien lo dijera.
Pedro salió a la terraza a fumarse un cigarrillo, necesitaba despejarse y temía despertar a Cristina con el ruido de la cafetera. El aire fresco de la mañana y el tabaco ayudaron a Pedro a despertarse del todo. Aquella era una bonita mañana de Domingo, hubiera estado bien sentarse allí desayunar con tranquilidad mientras se disfrutaba de un buen libro. Pero en vez de eso, estaba haciendo tiempo para que Cristina se despertara y poder conversar.
Cristina llevaba despierta 20 minutos, quería obligarse a dormir un rato más, solo había dormido unas horas y aquella iba a ser una jornada especialmente agotadora. Pero ya no podía más, además se estaba meando y tenía que ir al baño. Se levantó con sumo cuidado para no despertar a Bea y salió del dormitorio. Puedo ver que Pedro estaba fumando apoyado en la barandilla de la terraza mirando el paisaje vespertino de la ciudad, se metió en el baño. Pero decidió que también se daría una ducha, si tenía que hablar con Pedro y con Mark quería estar lo más despejada posible.

Pedro sintió la ducha y se apresuró a terminar su cigarrillo, se puso a preparar el  café, porque ya no había sentido en mantenerse silencioso. Pedro sin darse cuenta se vio preparando un desayuno de gala: panqueques, fresas, zumo de naranja y café. Realmente las mujeres pueden perder la noción del tiempo cuando se meten el cuarto de baño.

- Ummmm huele delicioso (dijo Cris al entrar en la cocina).
- Gracias, hace siglos que no como panqueques. Y vi la caja (mirando la cajita de preparado instantáneo para panqueques) que no he podido resistirme
- ¿Y el zumo de naranja y las fresas? (dijo riéndose de Pedro)
- ¡Mujer! ya que hago las cosas las hago bien ¿no? (Pedro también se rió al ver como Cris sonreía).
- Pedro (tomó la taza de café que Pedro le alargaba y dio un sorbo) Pedro ayer (respiró hondo), no sé como agradecerte todo lo que estás haciendo. Soy una cretina ayer era sábado por la noche seguro que tenías planes y…
- No tenía planes (le sonrió), y aunque los hubiera tenido, que mierda amigo sería yo si te hubiera dejado tirada. No soy padre pero no hay que serlo para imaginar lo mal que lo debiste de pasar.
- Eres amigo de mi hermano Óscar no m…
- No acabes esa frase, jovencita, a menos que quieres que te de a probar un poco de lo que le di ayer a tu hijo. Creo que he dejado más que claro que no soy solo amigo de Óscar. Somos amigos, Cris (dijo aclarándoselo, porque por lo visto lo necesitaba), y puedes contar conmigo siempre que lo necesites y cuando no también.
- Gracias, lo mismo digo, no dudes en llamarme si necesitas algo, estoy en deuda contigo.
- Ok, estás en deuda conmigo, te pediría tu primogénito pero (puso cara de circunstancias) creo que en este caso (refiriéndose a Mark)  con una cena ya haremos jajajaja
- jajaja (Cris no quería reír pero no pudo evitarlo). ¿Qué hago con él? (dijo sentándose al fin a la mesa, Pedro se sentó también y la miró sin saber que decirle).
- Cris ya te he dado mi opinión, te la hemos dado todos, pero tú eres su madre, tú eres quien decide.
- Sé lo que hay que hacer, lo sé. Pero después le miro y no puedo, no puedo, sé que vosotros solo veis a un mocoso cargante que hace y deshace a su gusto, pero yo veo a mi Mark, a mi bebé, a un niño que ha sido abandonado por su padre y que su madre se lo ha llevado a otro país apartándolo de todo lo que le hacía feliz. No puedo evitar pensar que es culpa mía que se siente tan miserable, él no es así, él es dulce, es mi niño.
- Cris, eres su madre (le dijo amarrándole las manos y hablándole con dulzura), lo quieres con locura pero ese de ayer a la noche no era tu niño, y dijiste que los dos últimos años Fred había empezado a tener problemas para controlarlo (Cris puso una mueca de disgusto, Pedro tenía razón pero eso no quitaba que Mark fuera su niño). Cristina, dejando de lado toda la parte de escaparse ¡Y eso ya es dejar mucho de lado! Te pegó. Hoy ya no se ve nada pero cuando llegué ayer noche aún tenías la mejilla roja. ¡Le pegó a su madre! Es algo más que la rebeldía típica de la edad.
- ¿y que hago? ¡Di! ¿Lo muelo a palos hasta que se convierta en el hijo que debería ser? (dijo con rabia pero no con Pedro sino con ella misma).
- ¡Cristina! (dijo en un tono que parecía bastante un regaño, a veces olvidaba que ya no estaba en el instituto tratando con sus alumnos). Nadie te está diciendo eso. Pero un poco de mano dura daño no le hará. Y si tú no te ves con corazón, te aseguro que tus hermanos no tendrán ningún problema. ¡Por favor, Cris, si no lo he tenido ni yo! AL chico hay que reconocerle su mérito, Mark logró sacar de quicio hasta a Adrián. ¡A Adrián! Creo que no lo había visto así de molesto en mi vida.
- pero yo soy su madre, no mis hermanos (dijo Cris volviendo a la conversación).
- ¿Eres capaz de entrar ahí dentro (refiriéndose a la habitación de Mark) y hacer lo que se debe de hacer? (Cristina no contestó) Pero al menos admites que se tiene que hacer ¿no?
- Sí (dijo en un susurro de voz)
- Pues si tanto lo quieres, ya sabes lo que tienes que hacer, o te tragas tu orgullo y les dejas a tus hermano encargarse de él o endureces tu corazón y lo haces tu misma. Pero de seguir así hay muchos números de que Mark acabe muy mal (Pedro se dio cuenta que a Cristina estaban a punto de saltársele las lágrimas) . Cristina, Mark solo tiene 14 años, aún estás a tiempo (dijo para consolarla un poco).
- Todo sería más fácil si Fred estuviera aquí (Cristina pensó en voz alta).
- ¡Joder Cristina! ¡Os abandonó, os dejó sin nada, solo con deudas y aún piensas en él! (Pedro dejó la taza del café con rabia sobre la mesa estaba furioso. Cristina se sorprendió de la reacción de Pedro. Sus hermanos reaccionaban así cuando mencionaba a Fred, pero no esperaba esa reacción de Pedro).
- Es el padre de mis hijos, y hasta el día que salió por la puerta fue mi pareja. No puedo hacer RESET y ya está (dijo un poco enfadada porqué todo el mundo se enfadaba con ella porque no podía olvidar a Fred y ya está. Había compartido 15 años de su vida con él, era el padre de sus hijos, había sido el amor de su vida, su compañero. Eso no era algo que se pudiera obviar así como así, pero nadie parecía entenderlo).
- Lo siento (dijo dándose cuenta que había sido un poco insensible). Pero es que te juro que si tuviera ahora mismo delante a tu “marido” dejaba a esos dos (a Bea y a Mark) huérfanos. No entiendo cómo pudo abandonarte (Pedro no se dio cuenta que había dejado de hablar de ellos tres como una familia para hablar solo de Cristina). ¡Y de la forma que lo hizo! ¡Hay que ser un auténtico capullo para dejar a una mujer como tú! (entonces se dio cuenta de que quizás había hablado de más e intento cambiar de tema rápidamente) ¿Y cómo fue con Bea? ¿Óscar me comentó que te la llevabas a montar aquí al lado, en el Parque Nacional?
- Bea adora la naturaleza y los animales (empezó a hablar pero no podía de dejar de pensar en lo que acababa de decirle Pedro), parecía otra, tenías que haberla visto llena de vitalidad. No dejó de hablar ni un minuto jajaja
- ¿En español? (dijo sorprendido Pedro que no podía imaginarse una Bea parlanchina. Cristina lo miró con ojos de pillina). Al manos habló, eso ya es un gran paso (y le sonrió dulcemente) ¿Cuándo quieres que empecemos las clases particulares? (refiriéndose a las clases extras de español que se había ofrecido a darle a su hija).
- si te parece bien mañana mismo. Y así podrías acompañarla también del cole a casa
- Pero que morro que tienes Cristina. Jajaja
- ¡Qué! (dijo fingiendo inocencia) jajaja. Es que mi jefe retuerce el hocico cada vez que me ve salir 30 minutos antes para poder recogerla de la escuela. Cuando entré ya lo hablamos, pero claro, del dicho al hecho…así que
- Tranquila mujer, hablaba en broma, iba a hacerlo igualmente, solo que esperaba poder charlar también contigo de camino a casa (Pedro no se reconocía así mismo las palabras salían de su boca sin ningún tipo de control. ¿Estaba echándole los trastos a la pequeña Cristinita? ¡Y en una situación así! Cristina se sonrojó y bajó la mirada tímidamente).
- Claro que podremos hablar, yo no he dicho que no fuera a ir a recoger a los niños más, solo que…bueno que si un día no puedo, pues que me quedo más tranquila sabiendo que los traes tú y bueno que ya no tendría que pedirle otro favor a alguno de mis hermanos (Cristina hablaba muy rápido porque se había puesto nerviosa ¿estaría Pedro interesada en ella? Aquello era imposible, seguro que solo la veía como una hermanita p algo así. Como se iba a fijar en ella con todo el lastre que llevaba encima. Pero el hecho es que los dos estaban rojos como tomates).
- ¿Y bien ya has decidido que vas a hacer con Mark? (preguntó Pedro al cabo de un buen rato tras hablar de cosas más mundanas y agradables. Pronto serían las nueve, y seguro que los niños iban a despertar en nada.)
- No voy a acudir a los chicos. Lo he estado pensando. No puedo cometer el mismo error una y otra vez. Miguel, Juan, Óscar y Adrián son sus tíos y sé que no les tiembla la mano si tienen que darle un par de azotes si se los ha bien ganado. Pero esta vez debo hacerlo yo. Al fin y al cabo yo soy su madre, no ellos (dijo un poco más convencida pero seguía sin sonar conforme) Yo soy la responsable de su educación.
- Me parece bien, Cristina (dijo agarrándole las manos para transmitirle su apoyo). Es lo mejor. Lo mejor para Mark, lo mejor para vosotros (pedro se puso de píe y se sacó la correa y se la cedió a Cristina). Me parece que la vas a necesitar (Cristina cerró los ojos, respiró hondo, se irguió y agarró la correa) ¿Quieres que me quedé por si…? (`pero pedro no pudo acabar la pregunta porque Cristina le estaba diciendo que si con la cabeza mientras que lo miraba con cara de miedo. Pedro se asombró, no podía entender cómo podía estar esa mujer tan asustada. Él único que debería tener miedo era Mark y estaba durmiendo a pierna suelta en su dormitorio) Ok, me quedo aquí en el salón, si despierta Bea (“que seguro que despertará” se dijo para sí mismo) le preparo el desayuno (dijo muy dulcemente) y practicamos algo de conversación.
- Gracias (las palabras no le salían, tenía la lengua que parecía papel de lijar. Cristina miró el cinturón que llevaba en la mano una vez más y se encaminó hacía la habitación de su hijo. Cristina picó a la puerta dos veces y llamó a su hijo, pero no obtuvo respuesta, llamó una tercera esta vez con más contundencia, pero tampoco. Cristina decidió que por su parte ya le había dado la suficiente consideración y abrió la puerta. Al entrar Mark se giró y la miró rabioso). ¿Mark?
- No te di permiso para entrar (Mark empezó muy arrogante pero al percatarse de que era lo que llevaba su madre en la mano la voz le falló).
- Mark tenemos que hablar muy seriamente de lo de ayer 8dijo sentándose en una orillita de la cama de su hijo).
- No quiero hablar contigo (dijo muy serio mientras seguía mirando por el rabillo del ojo el cinturón).
- Cómo tú quieras (Cris se acabó de convencer que debía enfrentarse  a su hijo), preferiría que lo habláramos, pero si no quieres hablar no hables. Pero vas a escucharme.
- No! Get your fucking ass out of here! (Mark, olvidó por completo lo que llevaba su madre en la mano y el motivo por el cual su madre quería hablarle y le gritó que sacara su puto culo de allí).
- ¡Se acabó Mark! Soy tu madre, no puedes hablarme así (Cristina elevó su voz para que su hijo se diera cuenta que esta vez no daría paso a tras ni apartaría la mirada).
- I hate you! It’s all your fault! Our life is a hell for you fault! Dad walked away for your fault! I HATE YOU! I HATE YOU, MOM! I WISH YOU WERE DEAD! (Mark empezó a gritarle  que la odiaba que todo era culpa de ella, que su padre se había largado por su culpa, que la odiaba y ojala estuviera muerta. Pedro estuvo a punto de ir al rescate pero entonces sintió lo que era un claro bofetón) .
- Si vuelves a hablarme de esa manera, hijo (dijo en un tono muy amenazador) te estaré dando con la zapatilla hasta que me canse y después te lavaré la boca con jabón como hacía cuando eras pequeñito (Mark se llevó la mano a la mejilla y se quedó mirando a su madre estupefacto).
- Tú no puedes (dijo muy flojito Mark que había perdido gran parte de su valentía con la bofetada).
- ¡Oh sí! Sí que puedo, hijo, y no solo puedo sino que lo haré. Ahora escucha muy atento porque no lo repetiré. Mark, Yo soy tu madre y vas a empezar a respetarme y a obedecerme porque a partir de ahora cada vez que te pases de la raya esto es lo que te va a pasar (y sin más lo tomó del brazo y tiró fuerte de él colocándoselo sobre su regazo. Como cuando era un bebé y le ponía el supositorio para bajarle la fiebre, y al igual que entonces Mark se retorció como un contorsionista de circo para evitar que su madre el bajara los pantalones y el calzoncillo).
- Nooooooooooooo! Déjame! Suelta! Nooooo! Let me go, bitch! Are you crazy?
- ZWASS ( y Cristina descargó el primer cuerazo sobre el trasero de su hijo) ¡Esa no es forma de hablarle a una madre Mark y lo sabes! A menos que después de esta zurra quieras que te de otra con la zapatilla y te bien lave la boca con jabón yo iría controlando esa boquita tuya ZWASS (Pedro respiró aliviado, Cristina parecía que le había costado pero finalmente había sabido cómo llevar la situación).
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah Nooooooooooooo
- ZWASS ZWASS ZWASS (dejó caer 3 correazos más) No me faltarás al respeto y no me desobedecerás más.
- aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarghhhhhh aaaaaaaaaaaaayyy
- ZWASS ZWASS ZWASS  (dejó caer otros 3 correazos más justo sobre el mismo sitio) No me faltarás al respeto y no me desobedecerás más.
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh no, no , please stop it, stop it nooooo aaaaaaaaaaauuuu paraaaaaa.
-ZWASS ZWASS  (dejó caer otros 2 correazos más) No me faltarás al respeto y no me desobedecerás más. ¡Quiero oírtelo decir Mark!
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaau No, no lo haré más lo juro, mamá, nunca más, pero para.
- ZWASS (dejó caer otro) ¡Dilo! Di que “no me faltarás al respeto y no me desobedecerás más” (le exigió Cristina que no quería volver a hacer algo así en su vida).
- AAAAAAAAAAAAAAAAH NO TE FALTARÉ AL RESPETO Y NO TE DESOBEDECERÁS MÁS, LO JURO, LO JURO BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
- Y eso también va por tus abuelos, tus tíos y tus maestros. No quiero ni una queja más. Te vas a empezar a comportar como dios manda. No quiero ni una mala palabra, ni un mal gesto, ni una mala respuesta más de ti  ZWASS  ZWASS porque si no hijo ZWASS esto es lo que te espera cada vez que desobedezcas, faltes al respeto o te comportes mal ¿Entendiste? ZWASS
- siiiiiiiiiiiiii bwuaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaa Me portaré bien bwuaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaa seré bueno, mamá. No volverás a tener quejas de mí. Te lo juro bwaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaa. Pero ya no más bwuaaa  (Cristina le había dado 15 chirlos con el cinturón pero él había sentido como si hubieran sido 1000 aquello ardía, dolía y picaba como una mala cosa. No podía evitar llorar como un bebé y llevarse las manos al trasero para intentar aliviar el escozor y el dolor, pero era un mero espejismo sentía como si la piel de su tarsero le hubiera estallado).
-Shhhhhh ya pasó, hijo, ya shhhhh. (Cristina no se movió, se limitó a acariciarle el pelo y esperar a que se calmara y poco a poco dejara de llorar. Ella misma había estado en el lugar de su hijo antes, jamás con el cinturón pero si con el cepillo y sabía que aquel era el momento del consuelo no del regaño. Así que como hacía su padre se quedó junto a su hijo dándole cariño, hasta que su respiración hubo vuelto a la normalidad y los sollozos hubieron acabaron).

- Hijo espero que lo que me hayas dicho sea cierto (Cristina se hubiera dejado arrancar un brazo porque así fuese)  y que  partir de ahora serás bueno y te portarás bien. Porque, hijo (se puso seria de nuevo) si alguna vez vuelves a salir de casa de noche sin permiso de la manera que saliste ayer hijo esto de hoy te va a parecer caricias. Y por mucho que me duela, si no empiezas a comportarte como es debido, yo tendré que volver a bajarte los pantalones y volver a darte unos buenos azotes hasta que al fin aprendas a comportarte.
- Nooooo (sonó como si fuera más pequeño de lo que era)
- Entonces pórtate bien, mi vida (y le dio un beso en la cabeza). Te quiero y no quiero que sufras (Cris seguía acariciando el pelo de su hijo que estaba todo sudado por la llorera), pero soy tu madre, no puedo permitir que vayas por la vida haciendo sufrir y pisoteando a los que más quieres.
- Me hiciste daño sniff sniff (dijo incorporándose al fin y subiéndose pudorosamente lo pantalones del pijama).
- Lo sé, mi cielo. Ve a ducharte, después de la ducha te sentirás mejor. ¡Ve! (dijo dulcemente) anda, no seas marranillo, Marky (dijo sonriéndole, Mark no quería sonreír pero no pudo evitarlo, eso se lo decía cuando era más pequeño y lo tenía que perseguir por toda la casa para meterlo en la bañera) date prisa, nosotros te esperamos en el salón para desayunar.
- ¿Nosotros? (dijo extrañado porque su madre había usado el masculino)
- Pedro se quedó dormido anoche en el sofá (añadió al ver la cara de su hijo porque ante todo no quería malos entendidos), nos ha preparado el desayuno (dijo atenta a la reacción de su hijo. Mark miró de nuevo el cinturón que ahora yacía sobre la cama al lado de su madre. Era un cinturón de hombre, debía de ser de Pedro. Sabía que ese hijo de puta había querido ocupar el sitio de su padre des de que lo conoció. Mark se puso tenso y apretó fuerte la mandíbula y  los puños) ¿Mark? (dijo Cristina al ver la reacción de su hijo) ¿Qué acabamos de hablar hijo? (Mark le dirigió una mirada fugaz de odio y enseguida bajó la cabeza, su madre aún tenía la correa muy a la mano).
- Me portaré bien (dijo serio pero pensó que en cuanto tuviera oportunidad se iba a vengar de ese bastardo) , voy a la ducha.
- Muy bien, mi cielo, mientras yo iré a ver qué hace tu hermana. Seguro que con todo el jaleo la despertamos (dijo negando con la cabeza mientras salía por la puerta. Mark se puso rojo como un tomate, su hermanita le habría oído llorar y berrear como un bebé, aquel desayuno iba a ser horrible) Por cierto, que no se me olvide, estás castigado dos meses. 
-¡Qué! Pero si tú, si tú ya me…ya …tu  ya me castigaste! (finalmente le salió “castigar”, dicho así no parecía tan infantil aunque el tono no era precisamente de un hombre maduro).
- Te diré lo mismo que te decía tu padre “Een straf is niet te onderhandelen. Een straf moet worden voldaan nederigheid” (“los castigos no se negocian, los castigos se cumplen con humildad” Cristina no hablaba el Holandés normalmente por que no se sentía muy cómoda hablándolo pero eso no significaba que no lo hablara y a sus hijos a veces parecía que se les olvidase) Ahora a la ducha (y le dio una palmada en el trasero)
- Aaaaaaaaaaaau, mamá ¡que duele! (protestó Mark).
- Pues entonces ya sabes, sino quieres que te duela, obedece a tu madre (dijo Pedro aguantándose la risa desde el quicio de la puerta. Mark salió corriendo hacia el cuarto de baño todo indignado).
- (esperó a oír el agua de la ducha y le dijo flojito) Cabeza-pene no te da vergüenza ¡A tu edad y picándote con un niño!
- Le has pillado tu gustillo a eso de reñir ¿eh? He de recordarte que sigo siendo mayor que tú, señorita.  Y que me debes un respeto. ¿Qué es eso de llamarme cabeza-pene? ¡A qué tendré que ser yo quien te lave la boca con jabón, jovencita! Jajaja (dijo sermoneándola haciéndose el profesor con Cristina).
- Jajaja Pobre de ti, tú pruébalo y aún te llevarás un buen mordisco jajaja (dijo Cristina toda gallita, se había pasado su infancia metiéndose con los amigos de sus hermanos, sobre todo de Óscar y de Adrián. Pero como Adrián no solía traer a sus amigos a casa, los amigos de Óscar eran los que recordaba mejor Cristina. Y recordaba a Pedro como uno de esos molestos amigos de Óscar que se pasaban la vida dándole órdenes o chinchándola).
- Uummmm quizás incluso te guste (dijo Pedro con voz seductora y mirada lasciva. Cristina se puso todo roja no esperaba esa contestación del amigo de su hermano. Pedro nada más decirla deseó que la tierra le tragase. Pero que hacía insinuándose a la hermanita de su mejor amigo. ¿Pero qué demonios le pasaba? ¿Por qué des de que se había levantado no hacía otra cosa que coquetear con Cristina?).
- ¡Pedro! (dijo flojito y aún muerta de vergüenza pero le había gustado y esa sonrisita y el brillo en sus ojos la delataban).
- ¿Qué? Estoy muy rico (dijo Pedro que al ver aquella mirada de Cristina fue como si le dieran alas) y tú también tienes pinta de estar muy rica (casi le susurró mientras se iba acercando poco a poco).
- Pedro (fue lo único que pudo decir, pero no se apartó ni un milímetro .Cristina no sabía qué diablos estaba pasando con ella. ¿Qué demonios hacía ahí coqueteando con el mejor amigo de su hermano justo después de haber atizado a su hijo?)
- Muy rica (repitió y la besó, fue un besó largo, muy largo intenso pero sin resultar lascivo, había un equilibrio entre ternura y pasión. Un beso perfecto. Cuando se separaron los dos se quedaron mirándose fijamente ninguno de los dos podían creerse lo que acababa de suceder. Y ninguno de los dos podía creerse que probablemente aquel beso había sido el mejor beso de sus vidas).
- ¿Bea? (de repente cayó Cristina aterrizando al mundo real de golpe)
- En el comedor viendo los dibujos (dijo Pedro que no sabía que decir o que hacer. Entonces Cristina se percató del ruido del televisor y asintió).
- ¿Qué fue eso? (le preguntó Cristina a Pedro)
- Yo diría que eso fue un beso, Cris (dijo con sarcasmo).
- De eso ya me di cuenta, Pedro (le contestó con el mismo sarcasmo) Me refiero a ¿Por qué me besaste?
- ¿Tanto te extraña que alguien quiera besarte, o lo que te choca es que yo quiera besarte?
- Eres el mejor amigo de Óscar.
- Lo sé, y a Óscar no lo besaría así
- jeje (se le escapó la risa y le dio un manotazo en el brazo) ¡bobo!
- Ha sido el mejor beso de mi vida (dijo apartándole un mechón tras la oreja y volviendo a acercarse).
- ¿Estás loco? Mark está en la ducha y Bea en el salón  viendo la (pero no acabó la frase, Pedro le agarró por la barbilla y la levantó un poco y volvió  a besarla. Esta vez el beso no fue tan largo pero hubo más pasión).
- Creo que sí, Cristina, creo que estoy loco (le dijo al oído el susurro de la voz de Pedro le puso la piel de gallina, Cristina se estaba excitando de solo sentir el aliento de Pedro en su cuello). Creo que me has vuelto total e irremediablemente loco. Loco por ti (Cristina se mordió el labio para ahogar un gemido. Aquello excitó aún más a Pedro que estaba ya totalmente fuera de si, estaba salido como no lo había estado en años, es decir, no es que estuviera salido, estaba caliente, no sabía bien-bien lo que era, pero no podía controlarse más, necesitaba volver  a oler la piel de Cristina y a saborear sus labios. Era como si volviera a tener quince años y sus hormonas decidieran por él. Y entonces vino el tercer beso, que no fue tierno, fue pura pasión y lujuria, pero para sorpresa de Pedro fue Cristina quien tomó la iniciativa esa vez. Y fue Cristina la que dejó patente la pasión animal que deseaba desatarse, llevaba muchos meses des de la última vez que había tenido ese tipo de intimidad con un hombre y su cuerpo respondía solo a cada estímulo).
- Yo también me debo de haber vuelto loca (dijo sobrexcitada. En ese momento sonó el teléfono del salón).
- Mom  (gritó Bea) Phone! Moooom
- Ya vaaaaaaaaaaaa (y Cristina salió corriendo, aquella era su oportunidad para enfriar su cabecita que estaba por culpa de Pedro más que recalentada. Pedro se quedó en el pasillo parado mirando al hueco donde segundos antes estaba Cristina intentando asimilar lo que acababa de pasar).

La ducha efectivamente le hizo sentir mejor, al desnudarse no pudo evitar mirar el reflejo de su trasero en el espejo del baño, se veía claras las franjas rojas que había dejado el cinturón. Aunque Cris estaba convencida que aquella había sido la primera vez que a Mark le habían zurrado con un cinturón, Mark reconocía bien las marcas. Desde que un par de años atrás, las cosas con su padre empezaron a torcerse cada vez más, que había tenido el “placer” de conocer los efectos del cinturón en la delicada píel de su trasero. Su padre había utilizado alguna que otra vez el cinturón cuando él se había puesto especialmente terco. Aunque debía de reconocer que no era lo habitual su padre era más de la usar solo su mano o zapatilla y para los casos más graves, estaba la maldita vara de abedul del bisabuelo Arjen.  Y después de aquella charla con su madre Mark daba gracias que aquella maldita cosa se hubiera quedado en Holanda. Realmente era horrible, el cinturón le había dolido horrores pero nada que ver con la vara. Un solo varazo bien podría arrancarte las lágrimas hasta al más bravo de los soldados. Su padre jamás le dio más de diez, pero eso era porque uno ya era más que suficiente para hacerle arrepentir de todas sus fechorías y hacerle jurar el mejor de los comportamientos. Ni siquiera aquella vez que lo expulsaron de la escuela dos semanas por pintarle en el coche frases obscenas a una profesora.
No echaba de menos a su padre, a veces se sentía culpable porque veía que su hermana y su madre si que lo echaban mucho de menos. O al menos su madre lo había echado de menos hasta entonces. Mark a pesar de lo que dijeran sus notas, no era idiota y sabía que ese maestrillo de tres al cuarto iba detrás de su madre. Y que su madre era ahora una presa fácil para que  cualquier capullo se aprovecharan de ella solo sabiendo que ella necesitaba sentirse decir que era una gran mujer.
Otra razón por la que Mark no echaba de menos a su padre, era porque él si se había despedido de él. El día en que Fred los abandonó, Mark fingió ir a la escuela, pero no fue. En vez de eso se quedó en casa jugando con la videoconsola mientras bebía y se fumaba los cigarrillos que de vez en cuando le sisaba a su madre. Era algo que había descubierto recientemente, los profesores no solían llamar a casa si faltaba los lunes. Era cómo si sus profesores pensaran que ningún niño pudiera hacer campana los lunes.  Y después el tonto era él, se merecían que los engañase.
Sobre las once llegó su padre. Mark corrió a bajar el volumen del televisor e intentó no hacer el menor ruido. Su padre se debía de haber olvidado algún documento y debía haber regresado a por él, no le llevaría mucho y él podría continuar con su “día de vacaciones”. No era lo habitual su padre solía tener mucho cuidado con sus cosa, pero era humano y si aquella mañana se había puesto un poco más nervioso por una discusión con alguno de sus hijos  o con su mujer podía írsele un poco la cabeza y olvidársele algo. Y aquella mañana su padre había discutido con Bea y con él porque no les daba permiso para ir a un concierto. Pero Fred no se marchó enseguida, Mark empezó a oír ruidos, golpes de cosas cayéndose, traqueteo de muebles. Así que no lo aguantó más y salió a ver qué pasaba. No esperaba encontrarse a su padre haciendo las maletas y desmontando el despacho en búsqueda de algo. Por supuesto Fred tampoco esperaba encontrarse a su hijo allí. Después de la que venía siendo últimamente la típica recriminación por parte de Fred a Mark por volver a saltarse la escuela. Ya saben: Gritos, insultos, amenazas, recriminaciones, promesas, charlas, malas caras, castigos y si Mark no entraba en razón acababa cayendo siempre alguna que otra palmada bien dada.  Aquel día, Mark no defraudó y Fred tuvo que darle una buena dosis de mano dura paterna pero como siempre después Mark volvía  a ser el angelito que solía ser y prometía ser el mejor hijo de la historia. Tras consolarlo Fred tomó a su hijo y lo sentó con cuidado en sus rodillas, como hacía casi una década que no hacía y le dijo que esa vez realmente debía cumplir su promesa, porque él ya no estaría allí para asegurarse que seguía le buen camino y que su madre ya tenía suficiente con lo que él le estaba haciendo (y que no se merecía) para también tener que lidiar con toda esa mierda de tener que enderezar a un mal hijo.  Mark quedó en shock, no pudo a penas reaccionar, cuando al fin salió de esa especie de trance le exigió que le dijera que era lo que pasaba a donde iba. Pero Fred solo acabó de hacer las maletas y cuando llegó la furgoneta del aeropuerto le dio un beso y le dijo que cuidara de su hermana y de su madre y se despidió con un “te quiero Mark, tú y Bea sois lo único bueno que he hecho en esta vida, lamento no haber estado a la altura”.
Mark odiaba aquel tipo que había llamado toda su vida papá, ahora lo odiaba con toda su alma. Su padre siempre se las había dado de hombre correcto, justo y honrado.  Siempre le había exigido mucho más que los padres de sus amigos exigieran a sus amigos ¿y para qué? Para que al final resultara ser un fraude, un traidor,  un cobarde y el mayor de los hipócritas. Mark había derramado un montón de lágrimas por culpa de ese hombre, llegó a creer que jamás cumpliría las expectativas que su padre tenía de él. No importaba lo que se esforzara nunca parecía suficiente. Él no era lo suficientemente bueno para su padre. Y fue precisamente por eso, porque se cansó de esforzarse y que aún le exigiera más, que decidió dejar de hacerlo, Mark un día dejó de esforzarse. Decidió que si hiciera lo que hiciera nunca estaría suficientemente bien lo mejor era no agotarse más y tomarse la vida alegremente. Pero aún y así Mark en el fondo no había podido dejar de sentirse mal, de sentir como si ya no le estuviera fallando sino que le estuviera traicionando. Mark sentía una gran rabia porque al final resultó que fue su padre que los había fallado y traicionado y no él. Tantas broncas, tantas lágrimas tantos remordimientos y todo para nada. Mark se sentía profundamente traicionado y engañado, estaba herido en lo más profundo de su ser. Pero era demasiado orgulloso para reconocer que su padre había tenido ese efecto tan demoledor en él. Simplemente prefería pensar que todos los adultos eran igual que su padre y que ninguno de ellos merecían la pena. Y qué él había descubierto su juego y que no iba  a dejarse engañar nunca más. Mark estaba resuelto a esperar a cumplir los 18 años, regresaría a Holanda y haría su vida sin dar explicaciones a nadie y sobre todo sin dar lecciones de moralidad a nadie. 

2 comentarios:

  1. ...como siempre un trabajo IMPECABLE,cada vez mejor,gracias Little Hoshi,...extrañaba el estilo "tan" especial y tan característico de tus creaciones,espero y sigas enviando capítulos de esta historia que se viene con fuerza incrustándose en nuestras mentes y corazones

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  2. simplemente precioso

    Marambra

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