(Ni tan) Corto de independencia
Fiestas
patrias
Alrededor
de la ovalada mesa de vidrio cenaban los
3 hermanos, sus esposas y sus 7 respectivos retoños.
La
conversación giraba en torno a diversos temas mientras pasaban los platos de
pozole, chiles en nogada, sopes, elotes, etc…
-
Vamos a brindar por México- propuso uno de los tíos
-
Trae el Tequila amor, y los 6 caballitos
-
No, 13 vasitos. – intervino uno de los primos - ¿o qué
pensaban dejarnos fuera?
-
Ustedes no pueden tomar alcohol
-
No, Gabriela, déjalos, trae los 13
-
Pero son niños
-
No les va a pasar nada por un vasito de tequila.
Los muchachos observaban la discusión con avidez pero
sin interferir, finalmente su causa prosperó en el improvisado consejo
familiar.
-Por México – se oyó exclamar a chicos y adultos por
igual – SALUD
Por las caras que hicieron los primos se podría
apostar sin temor a perder que de los 7 solamente uno o dos habían probado alguna
vez, incluso dos o tres se pusieron a toser por la sensación y el sabor fuerte
y amargo. Claro, pero ninguno de ellos admitiría jamás frente a sus primos que nunca
había probado, ya no digas el tequila, sino ninguna bebida alcohólica. Finalmente
sólo Rodrigo de 14 se terminó el medio vasito que les habían servido.
-
¿Trajiste cohetes?- le preguntó Juan Pablo a Rodrigo pues él
era el comisionado familiar de la pirotecnia. Digamos que era casi un piromaníaco.
-
Sí pero no podemos tronarlos aquí en el jardín, si mi papá se
entera de la cantidad que traje me mata.
Así
los chicos avisaron a sus padres que iban a dar el grito en la calle de la
residencial con los chicos de los otros vecino.
- Tengan cuidado con los cohetes
-
sí – respondieron al unísono 7 voces
Rodrigo
guió a sus primos a la parte de atrás de su camioneta, y bajaron tres cajas de cohetes
-
¿Cómo le hiciste para traer esto sin que papá se diera
cuenta? – preguntó Daniel el hermano de Rodrigo
-
Bien, escuchenme bien- dijo Rodrigo (el mayor) a todos los
primos chicos que lo miraban ansiosos – una caja es para nosotros, la otra es
para vender a los otros niños y con la última vamos a hacer nuestro castillo.
Sí! Yay! Hurra!
Y
así los primos se turnaron en vender la caja, tronar cohetes de la otra y, bajo
la dirección de Rodrigo construir el “castillo” de 206 cohetes, uno por cada
año de libertad.
Obviamente
la estructura de cohetes de los primos comenzó a atraer un gran público de los
niños de la colonia. Los primos se sentían en la euforia total, iban a ver el
espectáculo de sus vidas, pero aparte ellos serían recordados para siempre en
la colonia por ello.
Mientras
tanto en la casa la conversación
disminuía pues ya estaba prendida la televisión del comedor y el presidente de
México ya estaba entrando al palacio nacional.
Afuera
en la calle alguno de lo chicos vecinos había conseguido una campana enorme y
la estaban colgando de un poste.
Unos
minutos después :
Adentro:
los tíos y las tías observaban y conversaban en voz modulada pues el presidente
estaba recibiendo la bandera.
-
El oso más grande de un presidente mexicano probablemente fue
cuando a Vicente Fox se le olvidó la bandera – recordó uno de ellos y varios
rieron afirmativamente.
Afuera la campana ya estaba en el poste y los primos
se esforzaban por establecer el cerco de seguridad para el castillo.
Adentro ya todos miraban silenciosamente la
televisión, el presidente caminaba hacia el palco presidencial.
Afuera Rodrigo preparaba el encendedor
Adentro y Afuera
Ring Ring Ring
Las campanas sonaron
-
MEXICANOS ¡VIVAN LOS HÉROES QUE NOS DIERON PATRIA Y
LIBERTAR!... ¡VIVA MÉXICO!
Rodrigo encendió el encendedor mientras el cielo de la
capital mexicana se llenaba de color.
Y los 206 cohetes de los primos comenzaron a tronar,
para unirse al concierto del cielo capitalino.
Era un espectáculo eufórico, que asombró al mismo Rodrigo.
Se necesitaría estar ciego y sordo al mismo tiempo para no asombrarse.
Y de pronto los primos se dieron cuenta que algo no
estaba bien, muchos de sus cohetes estaban aterrizando en el jardín del vecino
de enfrente, y no había nada que hacer. Varios niños se reían, pero Rodrigo
comenzó a preocuparse.
Y en eso salió el vecino borracho y enfurecido y se
abalanzó tambaleándose sobre uno de los niños
-
¿Qué hiciste hijo? ¿Cómo se te ocurre quemar todo el jardín?
-
No papá, que no fui yo, fueron ellos, los vecinos.- dijo
preocupado señalando a los primos.
-
Señor, lo siento, de verdad, fue un error. Pero le pagamos
las reparaciones, es más aquí le doy un adelanto. – Rodrigo trató de salvar la
situación ofreciéndole al vecino el dinero de la venta de los cohetes y un poco
más que traía él. El vecino lo consideró brevemente pero negó con la cabeza y
se encaminó hacia la casa. La cara de preocupación era evidente en todos los
primos.
La
situación empeoraba pues varios niños se juntaron para ver el espectáculo, los
tres tíos salieron con el vecino.
-
Tranquilo Francisco,
estás borracho
-
Sí estoy borracho, pero ven a ver lo que tus muchachos
hicieron
En
eso se detuvieron asombrados y preocupados cuando vieron el jardín lleno de
cohetes hechos cenizas.
-
Más vale que tengas una buena explicación o coartada Rodrigo-
exclamó su papá enojado.
-
Papá es que no fuimos solo nosotros, fue una idea de todos y
entre todos quemamos los cohetes.
Su papá paseó la mirada por la escena reflexivamente,
pero se detuvo en las cajas apiladas.
-
Sí y también las cajas que desaparecieron hoy en la mañana de
la bodega llegaron volando ¿no? ¡Rodrigo Escandón, si sabes lo que te conviene
entrarás inmediatamente a la casa!
Rodrigo no lo pensó mucho, comenzó a dirigirse a la
casa rápido aunque sin correr, pues sentía las miradas de los vecinos.
-
Tu también Juan Pablo, y tu José María.
Juan
Pablo comenzó a caminar también pero José no se movió.
-
Entra inmediatamente a la casa José ¿o qué quieres que te de
la paliza aquí afuera en frente de todos?
El pobre José se quedó petrificado de vergüenza, pero
cuando vio a su papá venir hacia él echó a correr hacia la casa con su cabello
castaño revoloteando de una manera muy chistosa, y obviamente no faltaron las risas
entre los niños que observaban.
Mientras tanto el papá de Lucas y Marcos trataba de
calmar al vecino y decirle que pagarían todos los daños y arreglarían el
jardín. Y cuando logró calmarlo se dirigió hacia sus hijos
-
¿Y ustedes que esperan? Váyanse para adentro
Marcos y Lucas también se fueron a la casa, seguidos
de Gerardo y Mauricio, sus otros dos primos que también habían sido enviados a
la casa por su tío.
Una vez adentro de la casa María cuestionó a su esposo
Felipe
-
¿Qué le hiciste a José? Porque entró corriendo y se fue a
encerrar a su cuarto con lágrimas en los ojos.
-
¿Ya te contaron que hicieron María?
-
¿Qué hicieron?
-
Quemaron cientos de cohetes y el jardín del vecino
-
¿Qué? Yo mismo lo voy a matar
-
Tranquila mujer, ya voy yo a hablar con los muchachos.
Los
tíos llevaron a los primos al piso de arriba donde estaban los dormitorios y
los hicieron esperar ahí mientras discutían el castigo de sus revoltosos
muchachos.
-
Yo digo que esta vez sí se pasaron, pudieron haberse
lastimado o lastimar a alguien, y pudieron haber provocado un incendio.
-
Sí estoy de acuerdo
-
Yo creo que unos cintarazos no les caerían nada mal
-
Uno por cada año de edad creo que sería bueno para dar una
lección clara sin exagerar
Y
así se decidió el castigo y como había tres dormitorios cada uno de los padres
llevó a sus críos a una recamara y comenzó el castigo
Recamara
1:
-
José ven por favor, inclínate en la cama.
Zas.. Zas.. Zas.. Ouch Zas.. Zas.. Ay! Zas.. Para Pa! Zas.. Para por
favor Zas.. Zas.. Buaah Zas..
Los
azotes fueron rápidos pero contundentes
-Listo
hijo, espero que aprendas la lección. Tu seguridad y la de los demás es siempre
lo más importante.
Recámara
2:
-
Lucas ven por favor e inclínate en la cama
Zas.. Zas.. Zas.. Aggr Zas.. Zas.. Ay! Zas.. Zas..
Auch Zas.. Ya! Zas.. Zas.. Para! Zas.
Recámara
3:
-
Mauricio entra e inclínate ahí
Zas.. Zas.. Ouch! Zas.. Zas.. Zas.. Zas.. Ay! Zas..
Zas.. Ya! Zas.. Zas.. Para! Zas..
Y así se oyeron 10 correazos que cayeron sobre el
trasero de José María, 11 sobre el de Lucas, 11 sobre el de Mauricio, 12 sobre
el de Juan Pablo, 12 sobre el de Marcos, 13 sobre el de Gerardo y 14 sobre el
de Rodrigo. Los muchachos valientemente procuraron no llorar, pero incluso Marcos
y Gerardo tuvieron que secarse una que otra lágrima que se les escapó.
Finalmente los tíos dejaron a los siete primos y
bajaron a continuar la platica y la cena.
-
Me muero de vergüenza
por lo que me dijo papá en frente de todos- dijo el pequeño José
-
Si te sirve de consuelo creo que papá nos incluyó
implícitamente y no se necesita ser un genio para que supongan que a nosotros
nos fue igual – trató de consolarlo Rodrigo
-
Además no cualquiera recibe palizas de su papá, eso de alguna
manera te hace especial- bromeó Marcos
-
Qué tonto! – le dijo José pero no pudo evitar reír con todos
-
Por lo menos no tienes que huir del puño de tu papá borracho
como el pobre de Oscar – dijo más seriamente Gerardo
-
Supongo
-
Pues yo no sé ustedes chicos, pero a mi me encantó el
espectáculo de cohetes que hicimos, creo que hasta valió la pena la paliza –
dijo Mauricio
-
Sí quieres puedes repetir la hazaña, traigo otra caja
escondida en el maletero de la camioneta, y tenemos que deshacernos de ella
antes de que mi papá la encuentre. -le propuso Rodrigo
-
¿Es broma verdad? – le dijo un poco preocupado Juan Pablo,
mientras que Mauricio casi se pone pálido
-
Sí claro que es broma – se rió Rodrigo viendo la cara de su
hermano y de su primo.
Y
todos se rieron.
¡FELICES
FIESTAS!
Me encantó, me recuerda la broma que me hicieron mis primos, Jajajajajjaja recuerdo que ellos recibieron su merecido.
ResponderBorrarCuenta! cuenta!
BorrarJajaja recordar lo de Vicente me hizo reír mucho!!...
ResponderBorrarBueno fue justo que a todos les tocara!!...
Todo iba también hasta que fue a dar todo a la casa del vecino...
Muy buena historia, Wenseslao. La leí hace ya unos días, recién encuentro un momento para comentar.
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