VIII.
Casa, Nuestra Casa
Tener de vuelta a los niños en casa
fue más que un alivio. Senti que me devolvieron la vida al tenerlos junto a mí.
Fue aun de mayor alivio tener por los siguientes dos días a Melissa en casa.
Daniel se apegaba a mí a cada instante,
como si tuviera temor de que si no me miraba iba a desaparecer. No me dejaba ni
siquiera ir al baño, ya que prefería quedarse afuera de la puerta hasta que
saliera.
Con Lautaro parecía que nada había
sucedido, jugaba todo el tiempo que podía, pero le encantaba estar con Melissa,
aun mas cuando mi hermana empezó a hornear galletas y descubrió que tenía a un
buen comensal.
Mi batalla más grande, sin embargo,
era con Logan que se la pasaba rehuyéndome todo el tiempo. El problema en si no
era que me rehuyera, pero que empezaba a pasar de mí.
Al día siguiente de la llegada de los
niños no lo había notado hasta la hora de la cena. Melissa había hecho la
dichosa sopa nutritiva de la que tanto había estado hablando desde su llegada.
Daniel, quien no se había despegado de
mí en todo el día, estaba al fin sentado en la mesa hablando felizmente con
Michael mientras me dejaba poner la mesa sin temor a tropezarme con él.
"Lautaro, hijo, deja de jugar y
ven a comer." Llame al niño una vez listos para empezar a comer, buscando
a Logan con la mirada mientras que Lautaro dejaba su oso sobre el sofá corrió a
la mesa. Subí a la segunda planta a buscar al niño, pero me encontré que no
había absolutamente nadie. Un tanto confundido, volví a bajar hacia la cocina
donde todos estaban a la mesa.
"Donde está tu hermano?"
Viendo al mayor de los niños presentes, dirigí mi pregunta a él, pero Lautaro
simplemente se encogió de hombros, observando todo lo que había sobre la mesa
con curiosidad.
"Vi a Logan salir al patio,"
Me dijo Michael, ayudando a Melissa a servir la comida.
Asentí, dejando a los niños en sus
manos y salí al patio. "Logan!" Llame, buscándolo por todo el lugar.
La temperatura había bajado, y viendo que solo tenía una camiseta me empezaba a
dar mucho frio.
"Logan!" Llame nuevamente,
mi poca paciencia agotándose un poco. Camine alrededor del lugar, asegurándote
que la piscina tuviera su protector perfectamente puesto. Después de dar vuelta
a todo el lugar entre nuevamente.
"¿Y el niño?" Pregunto
Melissa, haciendo que todos giraran al verme.
"No lo sé." Le dije,
encogiéndome de hombros y despeinando el cabello de Lautaro que me miraba
expectante, mientras que Daniel se levantaba de su silla para pegarse a mi
lado, jalando de mi camisa para que le tomara en brazos. "Iré a
buscarlo," les dije, tomando a Daniel solo para volver a sentarlo en su
silla, "Empiecen a comer sin nosotros."
"¡Yo quiero ir!" Dicto
Daniel, parándose en su silla y tratando de guindarse en mi cuello.
"Quédate comiendo, ¿sí?" Le
pedí, tomándolo en brazos y tratando de sentarlo.
"Vamos, cariño," le dijo
Melissa, "Mira que está muy rica la sopa."
"¡¡Nooo!!" Gimoteo Daniel,
aferrándose a mí, "¡Paaapiiiii!!"
La palabra me hablando, no podía decir
que no cuando me la decía, y creo que tanto Michael como Melissa supieron, ya
que mi hermana me trato de ayudar. "Pero corazón, papi va ir a buscar a tu
hermano."
Al parecer las palabras conciliadoras
de mi hermana fueron una amenaza inminente a los oídos de mi niño, que, al
sentir sus manos por su espalda pego un alarido tan espeluznante que me hizo
dar un brinco digno de un gato.
Por un segundo pensé en llevarlo
conmigo, pero pude ver como empezaba a nevar. Lo último que quería era que
Daniel se enfermera o que Logan siguiera afuera con este clima. No podía poner
el capricho de uno de mis niños por sobre la salud del otro.
Sin mediar palabra, simplemente
suspire y tratando de no usar demasiada fuerza le entregue el niño a Melissa.
Inmediatamente Daniel empezó a
patalear y a gritar, llamándome una y otra vez y empujando con sus puños a
Melissa, quien trataba de calmarlo lo más posible.
Haciéndome de oídos sordos, camine a
la puerta principal y tome mi abrigo, sintiendo un poco de enojo al ver el
abrigo que le había comprado a Logan guindado allí.
Molesto, tomé la prenda aquella y salí
al patio frontal, buscando al niño con mi mirada sabiendo desde ya que no lo
iba a encontrar. "LOGAN!" Grite, esperando que el niño se
materializara frente mío.
Sabiendo que eso no pasaría, deje mi
propiedad y empecé la búsqueda. Primero fui a la que hasta hace poco había sido
su casa, pero no encontré nada. Pasaron alrededor de diez minutos y la nieve
cada vez caía con mayor fuerza, haciendo que de enojo pasara a preocuparme.
Busqué mi móvil para darme cuenta que lo había dejado en casa, así que decidí
buscar un poco más.
Los diez minutos se convirtieron en
veinte, y mientras me auto insultaba por no llevar mi teléfono, decidí regresar
a casa y dar aviso a las autoridades. Definitivamente necesitaba poner las
reglas en claro, siendo la primera de estas que nadie sale de casa sin permiso.
Justo cuando estaba por regresar
divise a lo lejos como venía caminando tranquilamente el niño. Traía los brazos
dentro de su camiseta y era evidente tenia frio. Vamos, estábamos bajo cero y
lo único que lo protegía del frio era una estúpida camiseta.
"¡Logan!" Corrí hacia él,
sintiendo todo el alivio al verlo bien. Tenía sus mejillas y nariz rojas por el
frio, pero sabía estaba bien. "¡Por Dios, niño!" Le dije, mientras
abría su abrigo y le ayudaba a ponérselo, regañándolo por estar fuera con ese
clima. "¡¿Se puede saber qué haces afuera?!" Le grite sin poder
contenerme.
"Solo quería salir un rato."
Me dijo, dejándose poner el gorro que traía el abrigo.
"Y no pensaste en pedir
permiso?" Le pregunte molesto, tomándolo del brazo y encaminándolo a casa.
"No puedes simplemente irte así por así."
"Siempre lo he hecho." Me
dijo molesto, tratando de soltar su brazo.
"Pues no más." Dicte,
apresurando los pasos de ambos viendo como empezaba a nevar aún más. "Cualquier
cosa pudo pasarte, y tu bien gracias aquí afuera sin abrigo como si fuera pleno
verano."
Logan no dijo nada, aunque trataba de
zafar mi agarre a su brazo de vez en cuando. Ya cansado de tanto jaloneo, le
tome del bicep con una mano y con la otra le tome por el cuello por sobre el
abrigo, apretando mi agarre para llegar lo más pronto a casa.
En cuanto la casa estuvo frente
nuestro, Logan finalmente soltó su agarre y salió corriendo hacia ella,
azotando la puerta al entrar. Mi preocupación y alivio paso a enojo ante esto y
le seguí dispuesto a darle su buen castigo, pero me encontré con Melissa
esperándome.
"Gabriel, escúchame, por
favor." Abogo, apenas dejándome que me quitara mi abrigo, "Dale
tiempo...no digo que lo que hizo estaba bien, pero...vamos...que está chiquito
todavía."
"Si Marcos hiciera lo mismo, o
Maia que tiene casi su edad, ¿me estás diciendo se lo dejarías pasar?"
Pregunte molesto.
"No es lo mismo." Me dijo
decidida, "Ninguno de mis hijos ha pasado por lo que estos niños han
pasado."
Vi la lógica en sus palabras, y aunque
todo en mi me decía que no la escuchara, otra pequeña parte me decía tenía
razón. "Bien...iré a verlo dentro de un rato."
Cuando subí esa noche, Logan ya se
había puesto su pijama y fingía dormir. Le deje un vaso con leche junto su
mesa, diciéndole que si tenía hambre podía buscarme y lo deje estar, no sin
antes darle un beso en la sien.
Mi hermana y su esposo regresaron a su
casa ese sábado por la mañana, dejándome solo con los niños nuevamente...y
varias cortinas puestas en todas mis ventanas y una cocina bien abastecida.
Dejé a Lautaro y Daniel viendo una
película y viendo que Logan rehusaba bajar a estar con nosotros decidí ir a
buscarlo. Lo encontré sentado sobre su cama, tratando de esconder su oso de
peluche cuando me vio entrar. "Tenemos que hablar." Le dije en tono
conciliador.
"¿De qué?" Me pregunto,
viéndome un tanto dudoso.
"Logan...no puedes simplemente
irte de casa sin pedir permiso."
"Siempre lo he hecho." Me
dijo, encogiéndose de hombros.
"Pero no es correcto...peor ahora
en pleno invierno."
"Ya no hay nieve...toda se
derritió."
"Si, pero sabes que en cualquier
momento baja la temperatura y podemos tener una tormenta."
"Solo es de buscar refugio y
ya."
Su actitud me molestaba sobremanera,
era como si yo fuera poco inteligente y no me diera cuenta que los problemas
reales que presentaba se podían solucionar con ideas poco realistas.
"¡Basta, Logan!" Termine por
perder la paciencia. "Escúchame bien, vuelves a salir de casa sin permiso
y te vas a encontrar con una buena zurra."
"¡Eso no es justo!"
"¡No me importa!" le grite
de vuelta, cruzándome de brazos y viéndolo fijamente, "No tienes permiso
para salir de esta casa, ni tampoco tienes permiso para azotar puertas en mi
casa."
"Claro...tu casa." Me dijo molesto,
frunciendo el ceño.
"Pero ya estuvo bueno,
¡caramba!" Grite, dándole un manotazo a la baranda de madera de su cama.
"¡Me cansaste, Logan! ¡Deja de discutir conmigo por todo! ¡No soy tu
enemigo, pero tampoco te las voy a dejar pasar todas!"
Mi respuesta fue una mirada asesina, y
tuve que tragarme las palabras que mi madre siempre me decía. "Te quedas
aquí hasta la hora de la comida." Con eso, me di la vuelta y salí de la
habitación aquella, conteniéndome por no dar yo mismo un portazo.
Baje y me senté a ver la película con
los niños, acomodando a Daniel que se hacía espacio para sentarse en mi regazo
y dejando que Lautaro se acomodara a mi costado, ignorando al monstruo verde de
un ojo gritar al ver una niña humana. Sea como sea, no tenía paz sabiendo que
hacía falta uno de los tres niños...por muy testarudo que este fuese.
Cuando por fin termino la película, me
levante y deje a los niños jugando con unos carritos que mi hermana y cuñado
habían obsequiado. Al parecer, les traían regalos a los tres en una de sus
tantas maletas. Me dirigí a hacer un almuerzo rápido y, una vez listo le ordené
a los niños se lavarán las manos para ir por Logan.
Subí rogando al cielo que se
encontrara de buena actitud...y sobre todo que se encontrara. Entre a la
habitación y me encontré con su peluche a medio suelo. Evidentemente lo había
tirado en enojo, mientras que el seguía en la cama de arriba. "Vamos, ya
está lista la comida." Le dije a modo de saludo, recogiendo el animal de
felpa aquel y poniéndolo sobre la mesa.
"No tengo hambre."
Suspire, este niño realmente la venia
buscando. "Anoche no cenaste y hoy apenas tocaste tu desayuno."
"No me gusta la avena." Me
dijo, sin darme la mirada ya que se encontraba acostado viendo la pared.
"Logan...vamos."
"¡Que no!" Me grito, sentándose
en su cama y viéndome con enojo.
"No te estoy preguntando,
niño." Le dije molesto, caminando hasta su cama con brazos en jarra.
"Tus hermanos nos esperan, así que caminando."
"¡Pues que esperen!" Me
grito de vuelta, "¡Que no tengo hambre y no voy a comer!"
"¡Pero ya estuvo bueno!"
Grite, para luego respirar profundo y tratar de calmarme, "Voy a bajar con
tus hermanos y tienes cinco minutos para lavarte las manos y
acompañarnos."
No le deje replicar, ya que me di la
vuelta y salí dejando la puerta abierta.
"¡Papi, esta bien rico!"
Diez minutos después le sonreía a Daniel que tenía toda la carita embarrada de
salsa mientras se comía su emparedado, tomando los trocitos de manzana que le
había servido y comiéndolos feliz, mientras que Lautaro me pedía un segundo
emparedado.
Logan había bajado, pero rehusaba
tocar su comida, a pesar de que sabia la manzana era una de sus frutas
favoritas.
"Me alegra que les guste."
Les dije a los dos menores, sirviéndole a Lautaro mientras observaba a Logan.
"¿Y tu?" Le dije finalmente, tratando de usar un tono alegre y
amigable, "¿No lo vas a probar? Al menos come la mitad."
"No quiero." Respondió
tajante, empujando su plato.
"Eshta 'ico!" Dijo Daniel,
su boquita llena de comida mientras trataba de convencer a su hermano mayor.
"Sin hablar, hijo. Mastica y
traga primero." Le dije un tanto divertido, empujando el plato del más
grande hacia el suavemente.
"¡Yo me lo puedo comer por
ti!" Le dijo Lautaro, a pesar que su plato estaba lleno. "No es bueno
botar la comida."
"Creo que primero te comes lo
tuyo y ya después, si todavía tienes hambre, vemos por más." Le dije
tranquilamente, "Mientras tanto, deja que tu hermano coma."
"Por mi te lo puedes
hartar." Le dijo Logan, empujando su plato hacia Lautaro mientras me
miraba con desafío. "No quiero."
"Tienes que comer, Logan."
Le dije, tomando su plato y poniéndolo frente a él. No me parecía saludable que
no probara bocado en todo el día. "Aunque sea la fruta, pero no puedes
estar asi."
Nunca me imaginé que Logan haría lo
siguiente, aunque tal vez fue por ingenuo. Era una típica acción juvenil e
infantil. Tomando el plato, Logan lo lanzo hacia mí. Apenas tuve tiempo para
agacharme mientras que la comida volaba por sobre la mesa y mi cabeza.
Cerré los ojos al escuchar el plato
quebrarse, y me apunté mentalmente en comprar esos típicos platos plásticos que
todos los padres terminan comprando y no los de vidrio.
"¡PUES COMETELA TU!" Me
grito al mismo tiempo que volaba el plato por sobre mí.
No podía creer lo que había pasado. En
realidad, debí haberlo visto venir, pero me sorprendía sobremanera.
"Lo botaste..." Gimoteo
Lautaro, viendo el sándwich en medio de todo el vidrio con tristeza. "¡Tan
rico que estaba y no lo tuvimos que sacar de la basura!"
Las palabras del niño me sacaron de mi
asombro, recordándome por un minuto las penurias que habían tenido que
pasar...pero tampoco estaba dispuesto a permitirles esto.
"Terminen de comer y no se
levanten." Les ordene a los más pequeños, que andaban en calcetines por la
casa y podían lastimarse. "Tu. Vamos." Le dije, tomando a Logan de un
brazo para luego fijarme que el también andaba en calcetines.
"No quiero." Me dijo bajito,
tratando de zafar mi agarre de él, mientras se aferraba al asiento de su silla
con sus manos.
No estaba dispuesto a pelear más, así
que simplemente le tome por debajo de las axilas y le eleve en brazos, haciendo
que el niño empezara con su rabieta. "¡NOO! ¡BAJAME! ¡BAJAAAAMEEEEE!"
"BASTA!" Le advertí, dejando
caer una sola nalgada sobre su pantalón de pijama y saliendo de la cocina. Una
vez subí a la segunda planta decidí llevarlo a mi habitación y dejarlo sobre el
suelo. Al sentir sus pies sobre la fría madera, trato de correr a la puerta,
pero, tomándolo del brazo, le gire y le propine dos nalgadas algo subiditas de
tono.
"¡AY!" Se quejó a la
segunda, saltando un poquito y tratando de taparse con su mano allí donde le
había pegado.
Estaba más que molesto con su actitud,
pero supe debía calmarme antes. Recordaba lo que mi madre siempre le decía a mi
hermana, nunca castigues molesta, siempre espera a que pase tu ira.
Viendo la esquina solitaria de mi
habitación, encaminé al niño hacia ella y le puse nariz a la pared. "Te
vas a-" Empecé, pero Logan trato de girarse para salir de allí.
Nuevamente, le tomé, le di otra nalgada y le puse nariz contra la pared.
"Te vas a quedar aquí," le dije en tono serio, "voy a bajar a
ver que tus hermanos no se hieran y luego vamos a hablar."
"No quiero." Me dijo
molesto, aunque podía escuchar como su voz se quebraba tratando de no llorar.
"Ni modo," Le respondí,
"Eso debiste pensarlo antes de hacer semejante pataleta." Con esas
palabras le solté y caminé a la entrada. Creí que obedecería, pero para mi
sorpresa, Logan se giró y trato de correr a la puerta. Lo pude tomar de la
camisa y, una vez pude agarrar su brazo a pesar de lo mucho que se movía, le
volví a propinar otra nalgada antes de dejarlo viendo a la pared.
"¡No es juuuuusstooooo!"
Lloriqueo, zapateando un poco y cruzándose de brazos.
"¿Te vas a quedar aquí?"
"¡NO!"
"Bien, pues las veces que te
salgas, las veces que te regreso."
Logan pateo un poco la pared en
frustración y, viendo que no hacia nada, se volvió a girar para caminar a la
puerta. Igual que las veces anteriores, le tomé por el brazo antes de que diera
dos pasos y, girándole, le di otra nalgada para ponerle en la esquina.
"¡AAAY!" Grito, molesto y
tapándose con sus manos. "¡Deja de hacer eso que duele!"
"Pues deja de salirte de la
esquina." Ante mi respuesta, se giró nuevamente para que volviéramos a lo
de antes. Nuevamente, le tome del brazo, le gire, le di una nalgada un poco más
fuerte que las anteriores y puse su naricita contra la pared.
"¡AAAY!" Grito, a pesar de
que había tratado de protegerse con sus manos, "¡Ya! ¡Me quedo! ¡ME
QUEEEDOOO!"
No dije nada, simplemente observé como
pegaba su rostro a la pared y se ponía a llorar. Me sentí realmente mal, pero
sabía se lo había buscado.
Encontré a Lautaro y Daniel sentados
donde los había dejado, viendo hacia la entrada con cara de preocupados.
"¿Que pasa?" Les pregunte, levantando primero a Lautaro y luego a
Daniel para llevarlos a la sala lejos del vidrio.
"Papi...¿le pegaste a mi
hermanito?" Me pregunto Daniel, viéndome con ojos acusadores.
"A ver, campeón. ¿Qué pasa cuando
tú te portas mal?" Le pregunte, sentándome en el sofá y poniéndolos a
ambos frente a mí.
"Me das en mis pompitas." Me
dijo tranquilamente, a pesar de que eso solo había pasado una vez.
"¿A mí también?" Pregunto
Lautaro, cubriéndose su retaguardia a pesar de que no estaba en problemas.
"¿Lo he hecho antes?" Le
pregunte con una sonrisa, quitando el cabello de su frente mientras el asentía.
"Bien, pues lo mismo es con
Logan. ¿Es bueno gritar y tirar la comida?"
"¡Noooo!" Dijeron los dos a
coro, negando con sus cabezas.
"Pues, allí lo tienen. Pero no se
preocupen, voy a hablar con él y todo va a estar bien."
Lautaro asintió mientras que Daniel
apoyaba sus manos sobre una de mis rodillas para verme seriamente. "¡Pero
le tienes que abrazar mucho, mucho, muchooo!" Me advirtió, para luego
mover su dedito para que me acercara a él, "Una vez me dijo que como él ya
es grande nadie lo quiere abrazar...y que por eso es bueno que yo sea
chiquito."
Mi corazón se quebró ante esto. Pero
que iba a ser grande esa cosita que tenía en la esquina, si más parecía un
cachorro asustado. Y allí fue que caí en cuenta. Logan más que enojado, estaba
asustado. Sonriendo, tomé a Daniel en brazos y le di un gran beso sobre su
coronilla, para luego jalar a Lautaro hacia mí y hacer lo mismo.
"Son los mejores hermanos,"
Les dije a ambos, "Pero por ahora...porque no juegan un poco más,
¿sí?" Aunque no me gustaba que vieran tanta televisión, la encendí y,
buscando otra película infantil subí el volumen un poco para que no escucharan.
Al entrar en mi recamara me encontré
con Logan llorando, aunque podía ver como trataba de no hacerlo. Cerrando la
puerta, suspire y camine hacia donde él estaba. A pesar de la mirada de odio
que me dio, simplemente le abrace.
A diferencia de Lautaro y Daniel que
parecían derretirse, Logan parecía una tabla de madera. No me abrazo ni hizo
nada, y aunque su reacción me dolió un poco, me dije a mi mismo que tal vez era
normal.
"¿Ya más tranquilo?" Le
pregunte, separándolo de mi un poco.
"No." Me dijo simplemente,
aunque era evidente ya estaba tranquilo.
A pesar de la situación, le di una
sonrisa triste y, tomándole de la mano muy a su evidente pesar, caminé con el
hacia mi cama. Una vez allí, me senté y le puse entre mis piernas, poniendo mis
manos sobre sus caderas para evitar que saliera corriendo o se alejara.
"Necesitamos hablar."
"¡Dijiste que no nos ibas a
golpear!" Me acuso, antes de que pudiera continuar, grandes lagrimones
cayendo por sus mejillas.
"Y nunca lo voy a hacer, pero eso
tampoco significa que nunca te vaya a dar las nalgadas que te mereces." Le
dije, soltándole un par de palmaditas en sus nalguitas.
"¡No hagas eso!" Me dijo
molesto, "¡No me gusta!"
"¿Y crees que a mí me gusta que
me grites?" Le pregunte, "¿Que me faltes el respeto, que te pongas en
peligro, o que tires las cosas?"
"Me pegas por venganza."
Suspire, tratando de mantener la mente
fría y recordando que su agresión no era más que una fachada ante el temor.
"No, te castigo para que aprendas cómo comportarte." Le dije
sencillamente.
"¡Yo sé cómo comportarme!"
Levante una ceja ante esto, observándole
un momento antes de hablar. "Haber, Logan. Dime una cosa... ¿hiciste algo
malo allá abajo?" El niño me fulmino ante mi pregunta, viéndome fijamente
y con ojos acuosos. "Contesta, niño. ¿Hiciste algo malo?"
Logan simplemente bajo la mirada,
viendo sus pies con repentino interés. "No quería comer."
"Muy bien. No querías
comer." Repetí, como si eso fuera una gran solución al problema. "¿Te
sientes mal?" Sabía que no era eso, pero ya que el quería irse por ese
camino, lo haríamos así. "Porque si es así te puedo tomar la
temperatura...después de todo tengo el termómetro rectal de cuando
enfermaron." Mentí, esa cosa la bote el mismo día que me toco
usarlo...cosa que jamás confesaría ante nadie.
Las mejillas de Logan se tiñeron de
rojo ante mis palabras, sus ojos se agrandaron y solo negó con la cabeza.
"No..."
"¿No, no me siento mal, o no, no
me siento bien?" Insistí, viéndolo seriamente.
"No me siento mal." Me dijo
bajito.
"Bien. Me alegro." Le dije
sinceramente, ya que lo último que quería era que enfermera. "No puedes
estar sin comer. Y sé que algo de hambre has de tener."
"Pero...¡no quieeerooo!"
Gimoteo, dejando escapar un par de lágrimas más.
"¿Porque no?"
"Porque...¡porque no!"
"Esa no es una respuesta
aceptable."
"¡Nooo! ¡Gaabrieeel!" Se
quejo, usando mi nombre de pila, "¡No es justo! ¡No es juuustooo!"
Lloro, lagrimas saliendo de sus mejías. "¡Tú te vas a ir, nos vas a dejar
botados! ¡Y después me va a dar mucha hambre y voy a estar acostumbrado a
comer! ¡Y no vas a estar allí y nos vas a dejar otra vez y...y...y....no
quieeerooo!"
Apenas termino de hablar lo atrape en
un fuerte abrazo, besando su cabello y susurrándole de todo para que se
calmara, prometiendo a él y a mí que haría todo lo posible porque nunca se
alejaran de mi lado.
Le mecí como si de un niño pequeño se
tratara, sentándolo en mis piernas mientras le prometía que nadie lo alejaría
de mi nuevamente, y cumpliría mi promesa aun así terminara preso.
Pasaron los minutos y logre que Logan
se calmara, aferrado a mí y terminando de llorar. "¿Me vas a pegar?"
Sus palabras me sorprendieron, ya que llevábamos varios minutos en silencio,
con el todavía sentado en mi regazo y mis brazos rodeándole mientras le mecía
suavemente.
Me debatí por un momento en que sería
lo correcto. Su reacción había sido por temor...pero había sido algo incorrecto
también. Suspire ante mi decisión, rogando que fuera la correcta.
"No." Le dije, separándole un poco de mi para limpiarle las mejillas.
"No te voy a pegar, pero sí que te voy a castigar."
Me vio un poco confundido ante esto, a
lo que le explique un poco más. "Entiendo cómo te sentías, Logan, pero
escúchame bien. No voy a volver a dejar que se los lleven, ¿me escuchas? Aunque
tenga que irme a otro país con ustedes y dejar todo atrás, ustedes se quedan conmigo."
"¿Para siempre?" Pregunto
suavecito, con temor.
"Bueno...hasta que sean adultos y
decidan si quieren seguir conmigo o ir a la universidad, casarse...hacer sus
propias vidas." Le explique con una sonrisa. A pesar de que pronto
cumpliría catorce años, en muchos sentidos era todavía un niño pequeño.
"Ahora, no voy a dejar tampoco que hagan lo que quieran. Creo que no
necesitas una regla para saber que la comida no se tira...o que no me puedes
aventar un plato de comida solo porque sí."
Sus mejillas se tiñeron de rojo
nuevamente mientras susurraba un suave perdón. "Por esto te voy a
castigar." Y sin más, le levanté un poco y le puse sobre mis rodillas,
apoyando su cuerpo sobre mi cama, mientras que sus piernas caían al otro lado,
sin alcanzar el suelo.
Una vez así, me debatí si bajar su
pantalón. Le había dado unas buenas nalgadas antes y lo último que quería era
pasarme, así que decidí sería lo mejor y le baje el pantalón dejándole en un
calzoncillo con pequeñas caricaturas por doquier. Nuevamente me encontré en la
encrucijada de bajarlos o dejarlos.
"Nooo..." Se quejó el niño,
llevando su mano para atrás tratando de cubrirse y protegerse. "¡No lo
vuelvo a hacer!" Prometió, retorciéndose un poco y tratando de levantarse
de donde le había puesto.
Bien, esto iba para largo, además de
que ya le había dado unas cuantas nalgadas minutos antes. Lo último que quería
era dejar algún cardenal, así que tome el elástico de aquella prenda y la baje
hasta las rodillas, lo que hizo que empezara a patalear y a lloriquear aún más.
No había más que hablar por los
momentos, así que simplemente deje que mi mano hiciera su trabajo. El niño se
retorcía una y otra vez, al principio en silencio absoluto, pero a medida que
su colita tomaba color empezaba a quejarse.
Me detuve cuando vi que sus nalguitas
ya estaban bastante coloridas, incluso la parte superior de sus muslos y el
pegué de estos dos. Posé mi mano sobre su traserito, sintiendo el calor emanar
de este. Sabia le dolía; incluso mi mano me dolía.
Empecé a sobar su espalda con mi otra
mano mientras le sobaba un poco allí donde le había pegado, mientras que ahora
solo me debatía con que hacer. Quería abrazarle a mí, pero temía que se
distanciara como lo había hecho aquella primera vez. Aunque aquella vez había
sido totalmente erróneo de mi parte.
El niño lloraba abiertamente, como lo
había estado haciendo desde hace ya varios minutos. Esnifaba entre hipidos
mientras que con su manito libre se sobaba los ojitos.
Me dolía verlo así, tan vulnerable y
triste. Le pare entre mis piernas y le ayude a subir su calzoncillo, mientras
él se restregaba sus ojitos viéndose más pequeño que sus trece años.
Una vez tenía su ropa interior puesta
le atraje hacia mí, con un poco de temor que se alejaría de mi o me rechazaría.
Pero ninguno de mis temores se hizo realidad; escondió su rostro en mi pecho y
pude sentir como se aferraba con sus puños a mi camiseta.
Le apreté más contra mí, ubicando su
adolorido traserito entre mis piernas donde le había acomodado.
"Ya...shhh...ya, campeón...shhh..." Parecía que mi abrazo empeoraba
su estado, haciéndolo llorar más sentidamente, mientras con mi voz trataba de
calmarlo diciéndole todo lo que podía para calmarle.
Le sobaba su espalda, su cabello y
allí donde le había castigado, dándole besitos en su cabecita y meciéndole como
si de un bebe se tratara. Pasaron unos cuantos minutos, pero finalmente dejo de
llorar. Lo único que escuchaba eran los hipidos del niño, que se movía un poco
de vez en vez. Una vez sentí que soltó su agarre de mi camisa, afloje mi
abrazo, aunque seguía con mis brazos alrededor del niño hasta que se separó un
poco de mí, viéndome con ojitos acuosos, pero con una tranquilidad que no había
visto desde que Diana se los había llevado.
"¿Ya más tranquilo?" le
pregunte con una sonrisa triste, limpiándole las pocas lagrimas que todavía
caían de sus ojitos.
"Me duele." Me dijo con un
lindo puchero, llevándose una mano atrás para sobarse.
"Si, campeón. Esa es la idea del
castigo." Le dije un tanto divertido, haciendo su cabello sudado para
atrás. "Creo que alguien necesita un baño."
El negó y se inclinó para esconder su
carita en mi pecho, "Tengo hambre."
No pude evitar soltar una pequeña risa
ante esto, y simplemente le tome suavemente y me pare con el aun en brazos,
acomodándole de forma en que parecía un monito prensado tanto a mi cintura con
sus piernas y a mi cuello con sus brazos. "Bien, pues comemos y luego un
baño."
"¡Mis pantalones!" Exclamo,
señalando con su dedo a donde habían ido a caer la parte inferior de su pijama
entre tanto pataleo.
No pude evitar otra sonrisa ante esto,
dándole un beso en su frente a medida caminábamos rumbo a la cocina.
"Tranquilo, campeón. No los necesitas por ahora."
Mientras Logan comía su almuerzo me
dedique a limpiar el plato quebrado. Al terminar, el niño simplemente se aferró
a mi nuevamente, recordándome a Daniel.
Le abrace nuevamente, mientras le
convencía que debía tomarse una ducha. Al final le convencí y le dejé en el
baño.
El resto de la tarde fue tranquila,
empezaba una tormenta de nieve así que nos quedamos dentro en casa mientras yo
trataba de enseñarles a jugar UNO y otros juegos de mesa que mi hermana nos
había llevado.
Mientras les observaba reírse,
molestarse unos a otros y unirse para hacerme perder en los juegos, no pude
dejar de dar gracias de tenerlos en mi casa...en su casa.
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