martes, 5 de enero de 2021

Somos del mismo mundo Capítulo 9

Capítulo 9

El primer día que volví al colegio pude notar las miradas de odio que Kevin me hacía a cada rato. Algunos de los compañeros de Gabriel intentaban hablarme para que les explicara lo que había pasado, pero eso no lo iba a hacer.

 

La semana anterior había sido bastante aburrida, no pude ir a algún café internet y, por ende, no me comuniqué con Gabriel. Necesitaba hablar con él, poder hacer algo para que volviéramos a la normalidad. Esa semana acepté cargar bultos, era un trabajo horrible, me ensuciaba a cada rato y me dolía todo el cuerpo, pero si no trabajaba los padres de Gabriel me ponían de esclavo, con más tareas de las que ya de por sí tenía.

 

Cree una especie de rutina, me despertaba temprano, barría la casa como Hernán me enseñó y después la mamá de Gabriel nos servía un desayuno, a veces más o a veces menos. Después llevaba a los chicos al colegio, me iba al mercado a cargar bultos hasta que ellos salían de clases, les servía el almuerzo y volvía a trabajar… hoy era el primer día que iba a clase luego de haber sido suspendido.

 

Me sorprendió no querer volver a clase, ir al colegio me costaría casi la mitad de lo poco que ganaba. Las clases eran bastante aburridas y yo, le huía a todos los que me hablaban, venir era peor que trabajar. En el descanso nos dieron algo de la comida que había sobrado de los más pequeños, era avena con unas galletas.

 

Normalmente, no es algo que hubiera comido, pero tenía tanta hambre que incluso me pareció de lo mejor que había probado en mi vida. Kevin parecía igual de hambriento, me pregunté por primera vez sobre su situación, para mí era una especie de pandillero, pero quizás me equivoqué.

 

Hoy tenía Educación Física, era la primera vez que tendría esta clase. El profesor nos puso a correr alrededor del colegio y después empezó a decir que hiciéramos equipos para jugar fútbol. Mis clases eran diferentes, pero estas no estaban mal.

 

-Los de baloncesto vengan un momento -Dijo el profesor después de que empezara el primer partido.

 

Me fui corriendo hasta él, antes no se me había ocurrido, pero él podía llevarnos hasta mi colegio y así encontrar a Gabriel.

 

-Me llamaron del colegio de ricachones, el viernes es el partido de desempate -No me sentía tan emocionado desde hace semanas.

 

-Genial, vamos a mostrarles quien es el mejor -Dijo Kevin, también se veía feliz.

 

-Un momento, Gabriel y tu no irán al partido -¿QUÉ? -El director me contó que ambos estuvieron suspendidos por pelearse y lo que menos quiero es tener problemas.

 

-Profe no, Gabriel y yo ya somos panas -Dijo Kevin abrazándome sobreactuado.

 

-Si profe, además sin nosotros dos, van a perder -Dije, no sabía si eso era verdad, pero tenía que intentarlo.

 

En realidad, no fue muy difícil convencerlo, Kevin y yo “nos unimos” solo para poder demostrarle a los “niños ricos” que nosotros también los podemos vencer. Era algo irónico hacer eso, pero necesitaba estar en ese partido.

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Nada que Federico me contestaba, cada día me sentía más y más ansioso ¿será que si va a venir? ¿qué haremos cuando nos veamos? ¿podremos cambiar? Las clases eran normales, la vida de Federico era muy monótona y eso me aburría, tenía muchas ganas de ver a mi mamá.

 

Llevaba más o menos una semana sin prestar absolutamente nada de atención en el colegio, las notas eran pésimas e incluso me habían llamado una que otra vez la atención por no entregar los trabajos. El hermano del medio de Federico estaba desesperante, quería ir a una fiesta y su papá no le iba a dar permiso.

 

-Fede, necesito un favor -Empezó, yo sabía por dónde iba a la conversación.

 

-¿Qué? -Respondí seco.

 

-Ayúdame a salir el viernes a la fiesta por fa -Me dijo suplicando.

 

-No -La verdad es que no me importaba nada lo que hiciera el hermano, pero quería que me suplicara un poco más.

 

-Si me ayudas te doy ya -Dijo mientras se miraba los bolsillos -250 dólares.

 

Era bastante, y necesitaba efectivo porque aún no sabía bien cómo manejar las tarjetas.

 

-Trato -Dije y le quité el dinero de las manos. ¿Qué tan difícil podía ser ayudarlo a salir?

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Por fin llegó el día, todos en la familia de Gabriel estaban emocionados, al igual que los demás querían que ganáramos el juego, el papá incluso me dio dinero para comprar algo de comer y no me pidieron que fuera a trabajar.

 

Al llegar al colegio, todos estaban emocionados, estábamos con el uniforme del colegio… no había uniformes de basketball. Nos subimos en el mismo bus que me había traído hasta aquí y nos dirigimos por fin a mi colegio.

 

Sentí que el camino fue más largo que la vez pasada, se veía un cambio muy drástico de un lado al otro de la ciudad. Al llegar me bajé lo más rápido que pude e intenté buscar a Gabriel, veía que mis compañeros miraban con algo de fastidio el uniforme que traía puesto.

 

-Oye Gabriel, espera -Dijo Kevin alcanzándome. -Primero tenemos que calentar, nos dijeron que fuéramos a unas canchas que quedan hacia allá -Sabía de qué lugar hablaba, pero lo que yo quería era ver a Gabriel.

 

Resignado lo seguí, me hizo unos comentarios tontos de lo mucho que vamos a disfrutar ganar el partido. Estuvimos calentando y practicando unas dos horas antes de que al fin fuera el juego.

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El día del partido me puse un uniforme distinto, uno que solo usaban los integrantes del equipo de baloncesto. Al llegar al colegio todos me miraban con emoción, se notaba que esperaban que yo les ayudara a ganar el juego contra los nacos.

 

Pude estar en las primeras clases antes de que me llamaran para practicar, quería ir a esperar el bus donde iban a llegar a ver si estaba Federico, pero mis compañeros me arrastraron hasta el coliseo.

 

-Hoy tienen o tienen que ganar -Dijo el entrenador, esas palabras parecían motivarlos.

 

-SIIII -Gritaron a coro y se pusieron a practicar.

 

Me di cuenta que ellos practicaban de una forma muy profesional, tenían números para todas las jugadas, les gustaba decir todo por su nombre técnico y tenían claras las normas.

 

En mi colegio todo era más como saliera, y eso nos funcionaba. Federico es el capitán del equipo, juega de centro y es el que mayor control tiene del juego. El entrenador me dijo qué jugadas debía practicar antes de practicar tiros libres.

 

Si volvía a ser yo, intentaría replicar esto en mi colegio… así seríamos aún mejores. Vi a mis verdaderos compañeros entrar, y al final, entre yo o bueno, Federico junto a Kevin ¿cómo le habrá ido con mi familia? ¿estará igual de desesperado que yo por volver a la normalidad?

 

Federico se emocionó al ver a sus amigos, quiso saludarlos, pero se dio cuenta que ellos no lo conocían ni le iban a hablar…

 

-Taboo -Dijo Federico intentando que chocaran las manos, pero el tal Tabo lo miro con asco.

 

-¿Qué te pasa? Aléjate de mí naco -Dijo, creo que Federico se enojó mucho por eso y se fue con Kevin sin decir nada.

 

Nos hicieron saludarnos y yo le dije a Federico que al terminar el juego nos viéramos en el baño.

 

Él solo asintió y comenzó el partido. Yo quería jugar mal y sinceramente esperé que Federico hiciera lo mismo, pero no fue así, empezó con toda y como sabía que significaba cada número se anticipaba. Si antes les íbamos ganando, ahora los estábamos dejando como tontos.

 

No entendí por qué Federico jugaba bien, pero sus amigos estaban que me mataban. Al final del juego incluso hicieron cambio conmigo, pero mi “colegio naco” ya tenía la victoria asegurada. Quisiera haber podido celebrar con ellos, pero primero tenía que volver a ser yo.

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Por primera vez me empezó a molestar la manera en que trataban a esta gente solo por estudiar en un colegio público… todos eran tan prepotentes, y seguro no entendían nada. ¿yo soy así? Ellos apostaban en nuestra contra solo porque éramos pobres.

 

Al llegar había decidido jugar pésimo, desestabilizar a estos tipos y que el colegio ganara, pero cuando Tabo me ignoró y me miró con asco cambié de idea… quería ganar el juego para darles una lección. Gabriel, como esperaba, tuvo un pésimo partido, y fue por eso que pudimos hacer una diferencia enorme con ellos.

 

Estos chicos no jugaban con mucha técnica, pero tenían talento… y se esforzaban mucho más de lo que mis amigos lo hubieran hecho. Ganamos y yo estaba feliz, puede que haya habido un poco de trampa pues yo sabía todas sus jugadas y Gabriel no jugó, pero era la primera vez que ganar un partido se sentía realmente genial.

 

Me iba a quedar celebrando, pero recordé que  debíamos aprovechar el momento, hay que volver a la normalidad. Fui al baño y ahí estaba Gabriel, sentado sobre los lavamanos.

 

-Al fin -Dijo.

 

-¿Qué vamos a hacer? -Pregunté, él se veía más confiado que yo.

 

-Primero ten -Me pasó un celular, se lo agradecí… necesitábamos seguir en contacto.

 

-Gracias -Dije. -Ahora, ¿cómo volvemos a ser nosotros mismos?

 

-Pues si nos cambiamos con un choque volvamos  a hacer lo mismo -Su lógica tenía mucho sentido, asentí… ambos corrimos a los extraemos del baño y corrimos con todas nuestras fuerzas para volver a la normalidad.

 

PUUM

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Había dolido, abrí los ojos y de nuevo vi los nike de color rojo. Me dolía la cabeza, pero seguía siendo Federico, eso me frustró bastante… ¿qué vamos a hacer?

 

-Otra vez ustedes están peleando -Dijo el entrenador de Federico, o bueno, el mío.

 

-No entrenador, solo estábamos charlando -Dijo Federico, al entrenador le confundió la forma en que le habló, pero no dijo nada más.

 

-Fede necesito hablar contigo de algo importante -Dijo el entrenador y yo me salí mientras Federico se quedó quieto… ambos nos dimos cuenta del error.

 

-No tengo ganas de hablar -Dije saliendo, se vio algo forzado, pero no se me ocurrió nada más.

 

No pude volver a ver a Federico hasta que ya se iban a subir a la ruta, mandé a la mierda todo y salí corriendo hasta él. Al verlo me vio extrañado, pero le di un abrazo y le pasé el dinero que su hermano me había dado, seguro le serviría más a él que a mí.

 

Esa tarde por fin pudimos chatear, había sido una buena idea… empezó a pedirme consejos sobre cómo actuar y yo le pedí que me explicara todo lo de las tarjetas, teníamos que cambiar, pero primero era importante saber cómo.

 

A las 6pm llegó el papá de Federico, me sorprendió que fuera hasta donde yo estaba y me hiciera levantar:

 

-¿Por qué tus profesores me llamaron a decir que no estás haciendo nada en el colegio?

 

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