Nuevas
reglas, nuevos castigos
Capítulo
10
En Semana Santa tenemos diez días de vacaciones,
el colegio cada año organiza para los alumnos de secundaria que quieran unos
días de convivencias, no nos acompañan los profesores sino monitores de tiempo
libre. Vamos a una casa en la montaña y pasamos cinco días haciendo muchas
actividades: juegos, talleres, música, actividades de reflexión y una ruta de
senderismo de dos días en la que dormimos al aire libre, también organizan
grupos de servicio y por turnos preparamos y recogemos la mesa de las comidas y
limpiamos los espacios comunes. Muchos de los alumnos vamos a la salida, yo he
ido cada año y me lo he pasado muy bien, este año también me he apuntado y al
final mi padre me permite ir.
El fin de semana previo a la salida estoy muy
ocupado y nervioso preparando la mochila con las cosas que tengo que llevarme,
Natalia me ayuda, por una vez ¡ya quiero que sea lunes!
Por fin ha llegado el día, nos encontramos
frente al colegio donde nos recogen dos autobuses para ir a la casa, Martina,
Nico y Shaila también vienen. En dos horas llegamos y nos distribuyen las
habitaciones, hemos hecho grupos de seis personas pues los dormitorios son
habitaciones con tres literas, chicos y chicas por separado, las chicas en el
primer piso y los chicos en el segundo.
Hacemos una primera reunión de presentación y
nos dan el horario de estos días, los grupos de servicio con las tareas que
deberemos realizar y, a grandes rasgos, la programación de actividades, el
segundo y tercer día será cuando hagamos la ruta. Al finalizar la presentación
nos separan por cursos y hacemos algunos juegos al aire libre. Después de comer
vamos al bosque para un juego de orientación, hacemos grupos de seis personas,
Martina, Shaila, Nico y yo con otros dos chicos formamos un equipo, tenemos dos
horas para descifrar las pistas y el mapa y encontrar el tesoro, trabajamos
juntos y ¡lo conseguimos! El día termina con actividades musicales y de baile y
un juego de noche por los alrededores de la casa.
Durante la excursión del segundo y el tercer día
pasamos mucho rato charlando y cantando, comemos de picnic y, por la noche,
antes de dormir, hacemos una actividad de observación de constelaciones. El
segundo día de la ruta, por la mañana llegamos a un lago con una pequeña
cascada donde podemos bañarnos, aunque el agua está muy fría, y por la tarde
regresamos a la casa. Estamos bastante cansados pero contentos, la excursión de
senderismo ha sido muy agradable.
El penúltimo día, por la mañana hacemos un
taller de construcción de casas y comederos para pájaros y dedicamos la tarde a
preparar canciones, bailes y pequeñas actuaciones para la velada de despedida
de la noche, es una actividad al aire libre, donde encendemos una fogata y lo
pasamos muy bien. Acabada la velada nos mandan a las habitaciones, es tarde y
en media hora deberíamos estar durmiendo.
Nico: ¿Dormir
ahora? No tengo nada de sueño, estoy completamente desvelado.
Héctor:
Tienes toda la razón, podemos hacernos los dormidos cuando los monitores pasen
por las habitaciones y después nos levantamos y podemos seguir hablando.
Adrián: Si
hablamos aquí nos pillaran, ¿por qué no salimos de la casa y nos vamos al
bosque?
Nico: Buena
idea, podemos salir fácilmente sin que nos vean si no hacemos ruido.
Héctor: Completamente
de acuerdo.
Sergio: ¿Qué
os parece si avisamos a las chicas?
Adrián: ¿Cómo
lo hacemos? No tenemos los móviles, no están permitidos en esta salida.
Sergio: Pues
¡como en las películas! Sé cuál es la ventana de su habitación, podemos
lanzarles alguna pequeña piedra para llamar su atención.
Héctor: No
sé si es muy buena idea, puede oírnos alguien más.
Adrián:
Por mí sí, no creo que corramos un gran riesgo.
Marcos y Juan no se apuntan pero prometen
ayudarnos y, sobre todo, guardar el secreto. Nos metemos en la cama y nos
hacemos los dormidos esperando que pasen los monitores. Oímos como uno entra a
nuestra habitación y vuelve a salir. Unos minutos más tarde nos levantamos
sigilosamente y salimos de la casa. La habitación de las chicas da a la parte
trasera, la rodeamos y buscamos algunas piedras, las lanzamos hacia la ventana
pero parece que tenemos poca puntería o, quizás, las piedras son demasiado
pequeñas para lanzarlas con suficiente fuerza. Cogemos piedras algo más grandes
y lo volvemos a intentar. De pronto oímos un fuerte ¡CRASH! seguido de un par
de gritos. Ups, parece que alguno de nosotros ¡ha tenido puntería y ha roto el
cristal! Nos miramos, no es necesario decir nada, echamos a correr hacia la
entrada de la casa y nos vamos a nuestra habitación. Sin hacer ruido nos
metemos en la cama y nos hacemos los dormidos. Pasa un rato y no viene nadie,
no se oye nada fuera, hemos oído claramente algunos gritos, espero que la
piedra no le haya dado a nadie, me sentiría mucho peor de lo que ya estoy si
hubiéramos lastimado a alguna de las chicas. Por mucho que intento dormir paso
gran parte de la noche desvelado y cuando me duermo tengo pesadillas.
Por la mañana nos despiertan con música, como
cada día. Nos levantamos, nos vestimos y vamos al comedor a desayunar. Antes de
entrar Nico y yo nos apartamos con Shaila y Martina para hablar con ellas.
Adrián:
¿Estáis todas bien?
Me miran extrañadas.
Martina:
¿Cómo? ¿De qué hablas?
Nico: Adrián
quiere saber si alguna resultó herida por la noche con la piedra.
Shaila: ¡¿Qué?!
¿Fuisteis vosotros?
Nico: Shh,
no chilles.
Shaila: Tienes
razón, no debe oírnos nadie, pero vaya susto nos disteis, ¿por qué tirasteis la
piedra?
Adrián: Con
Héctor y Sergio salimos para charlar un rato, no teníamos sueño y queríamos
aprovechar la última noche, y pensamos en avisaros por si queríais uniros,
aunque lo de lanzar piedras a la ventana para llamar vuestra atención creo que
no fue buena idea.
Shaila: No
lo fue, para nada. Aunque ninguna resultó herida no sabéis el lío que se formó.
Nos disteis un susto de muerte, algunas ya dormíamos y nos despertamos de
golpe, Mónica y yo pegamos un chillido. Una de las monitoras entró corriendo a
la habitación, no sabíamos qué había pasado hasta que encendimos la luz y vimos
la ventana rota y la piedra en el suelo. Recogimos los cristales, estuvimos
hablando un rato con los monitores y después nos dormimos otra vez, los
monitores dijeron que no había nadie fuera de la casa y que hoy averiguarían
quién había sido.
Nico: Sentimos
haberos asustado, de verdad, no era nuestra intención.
Martina: No
pasa nada, una anécdota más para contar dentro de unos años. No deben saber que
habéis sido vosotros u os la vais a cargar. Nosotras no diremos nada, ¿verdad
Shaila?
Shaila: Claro
que no, tranquilos. Ahora vamos a desayunar o llegaremos tarde.
Entramos al comedor y desayunamos como si no
hubiera pasado nada, nadie menciona el incidente. Después del desayuno nos
reúnen a todos en una sala. Uno de los monitores explica el incidente y nos
dice que la casa está muy aislada, por lo que debe de haber sido uno de los
participantes en las convivencias. Nos pide que quien haya sido lo diga, nadie
abre la boca. Entonces nos dice que se han acabado las convivencias para todos
y que vayamos a nuestras habitaciones, los monitores pasarán para hablar con
todos nosotros.
Subimos a nuestra habitación, estamos realmente
arrepentidos, seguro que por nuestras caras no tardarán en darse cuenta de que
somos los culpables.
Marcos: No
pueden castigarnos a todos, eso es injusto.
Adrián: Tienes
razón.
Miro a Nico, Héctor y Sergio.
Adrián: Chicos,
debemos confesar.
Marcos: ¿Cómo?
¿Fuisteis vosotros? No lo sabía, no digáis nada, acabarán por levantarnos el
castigo, ya lo veréis.
Nico: No,
Adrián tiene razón, no podemos estropearos el último día a todos.
Héctor:
Estoy de acuerdo.
Sergio: Vamos
a confesar.
Cuando nos dirigimos a la puerta para explicar
lo sucedido entra uno de los monitores.
Álex: Sentaos,
por favor.
Adrián: Álex,
no es necesario que suspendáis las convivencias, fuimos nosotros, Nico, Héctor,
Sergio y yo.
Álex: Está
bien, id los cuatro al comedor.
Bajamos y entramos al comedor. Unos minutos más
tarde oímos que los otros chicos salen hablando y riendo, supongo que ya les
han avisado que saben quién fue y les han levantado el castigo, entra Álex.
Todos bajamos la cabeza, ¡qué interesante que es este suelo!
Álex: Chicos,
miradme por favor. ¿Podéis contarme por qué lo hicisteis? Pensaba que las
chicas del dormitorio al que tirasteis la piedra eran vuestras amigas, no
entiendo nada.
Adrián: Y
lo son, no queríamos asustarlas ni hacerles daño y no era nuestra intención
romper el cristal.
Entre los cuatro le explicamos a Álex lo
sucedido. Álex nos dice que hemos sido unos inconscientes, que es muy peligroso
escaparnos de noche para ir al bosque y que si nos hubiera pasado algo nadie
hubiera sabido dónde buscarnos. También nos dice que no sólo los asustamos a
todos sino que podríamos haber hecho mucho daño si a alguna de las chicas les
cae la piedra en la cabeza o se le clava alguno de los cristales rotos.
Álex: ¿Cómo
no se os ocurrió que si lanzabais piedras contra un cristal se rompería?
Sergio hace una mueca con la boca.
Sergio: En
las películas nunca pasa eso. Lo siento, lo de las piedras fue idea mía.
Adrián: Y
yo tuve la idea de salir para ir al bosque.
Nico: Pero
a los cuatro nos pareció buena idea y estuvimos de acuerdo, sólo Marcos y Juan
decidieron no ir.
Álex: Tienes
razón Nico, los cuatro sois igualmente responsables de lo sucedido. Así que los
cuatro estáis castigados y no participaréis en la actividad de la mañana. Os
quiero a cada uno de pie en una esquina, mirando a la pared, hasta la hora de
comer, sin miraros ni hablar entre vosotros, quiero que reflexionéis sobre lo
sucedido. Cuando los demás regresen de la actividad haré pasar a las chicas y
quiero que les deis una buena disculpa, así que id pensando qué les vais a
decir. Además llamaremos a vuestros padres para explicarles lo sucedido pues
deben hacerse cargo del coste de la reparación de la ventana.
Cuando oigo que debemos ponernos cada uno en una
esquina mirando a la pared me sonrojo, ¡qué castigo tan infantil! No me atrevo
a mirar a mis amigos pero me parece que están tan avergonzados como yo, y
debemos disculparnos con las chicas. Aunque Nico y yo ya nos hemos disculpado
con Martina y Shaila no será lo mismo, estarán las otras chicas con las que
comparten habitación y supongo que también estará Álex. Pero lo peor de todo es
que llamaran a nuestros padres, como mínimo el mío no estará nada contento con
mi nueva metida de pata.
Las dos horas se me hacen muy largas, no solo
por el aburrimiento, los remordimientos, la vergüenza y los nervios, también
porque permanecer de pie tanto tiempo en el mismo sitio sin moverme acaba
siendo muy cansado. Algunos monitores se van turnando para vigilarnos. Se vuelve
a abrir la puerta pero esta vez se oyen varios pasos, supongo que serán las
chicas, habrán terminado la actividad de la mañana.
Álex: Chicos,
venid aquí.
Me giro, está Álex con las chicas, estoy muy
avergonzado, nos han visto castigados en un rincón cómo si fuéramos niños
pequeños.
Álex: ¿Habéis
pensado qué queréis decir?
Yo estoy mirando al suelo, y creo que no soy el
único. Hay unos minutos de silencio hasta que oigo hablar a Nico. Levanto la
cabeza.
Nico: Lo
sentimos mucho, no era nuestra intención asustaros ni haceros ningún daño.
Adrián: Sólo
queríamos charlar un rato y pensamos que quizás querríais venir, pero no había
forma de contactar con vosotras y pensamos que así llamaríamos vuestra
atención, no queríamos que el cristal se rompiera.
Sergio: Fue
una muy mala idea, ahora lo sabemos, pero ayer no lo pensamos demasiado bien.
Héctor: Queremos
que nos perdonéis, podemos hacer lo que nos digáis para compensaros el susto
que os dimos.
Martina y Shaila están sonriendo desde que Nico
ha comenzado a hablar, su sonrisa se contagia a las demás. Nos dicen que no ha
pasado nada, que aceptan nuestras disculpas y nos perdonan. Álex parece
satisfecho con nuestra disculpa. Nos dice que podemos salir, el grupo al que le
toca poner las mesas ya está entrando y en unos quince minutos nos llamarán
para comer.
Martina: ¿Cómo
han sabido que fuisteis vosotros?
Adrián: Hemos
confesado, no queríamos estropearos el último día. Lo peor es que van a avisar
a nuestros padres, no sé los demás pero el mío no estará para nada contento.
Martina: Tranquilo.
Me sonríe y me guiña el ojo. No puedo evitar
ruborizarme al mismo tiempo que le devuelvo la sonrisa.
Después de comer recogemos todas nuestras cosas
y vienen los autobuses a buscarnos. Duermo gran parte del trayecto, no he
pasado una buena noche. Cuando estamos llegando Álex nos dice que después de
coger la mochila debemos acompañarle. Lo hacemos y nos conduce al interior del
colegio, a una sala de visitas al lado del despacho del director, allí está ya
mi padre con los padres de los otros tres chicos, veo el enfado en su cara.
Álex explica todo lo ocurrido y nos pregunta si queremos añadir alguna cosa,
todos negamos con la cabeza. El director nos dice que no habrá ninguna sanción
académica pues el incidente ha pasado en horario extraescolar pero deberemos
pagar la reparación de la ventana, e insta a nuestros padres a que tomen las
medidas disciplinarias que consideren adecuadas, cuando dice esto no puedo
evitar mirar a mi padre y hacer una mueca, ¡ups! Dicho esto nos despide y
salimos del colegio. Me voy con mi padre al coche, donde nos está esperando el
chofer, y nos vamos a casa.
Carlos: Sube
a tu habitación y dúchate, necesito un tiempo para poder calmarme y hablar
contigo, ahora mismo estoy demasiado enfadado.
Tarda un buen rato en subir, le espero tumbado
en la cama, me estoy poniendo muy nervioso, ¡estoy frito! Tengo que controlar
mi boca para no empeorar la situación. Por fin oigo que abre la puerta, me
levanto y le miro.
Adrián: Papá,
lo siento mucho, de verdad, no era nuestra intención romper el cristal, no lo
pensamos bien.
Carlos: Eso
está claro, pero no es lo peor, ¿cómo se os ocurre escaparos? ¿De noche? ¿Y
pensabais ir al bosque? Es peligroso, Adrián.
Adrián: No
íbamos a escaparnos ni a adentrarnos en el bosque, sólo queríamos salir para
charlar un rato sin que nos oyeran.
Carlos: ¿No
te das cuenta de que si os llega a suceder cualquier cosa no hubiera sido fácil
localizaros?
Adrián: Ahora
sí, pero no lo pensamos.
Carlos: ¿Igual
que no pensasteis que si tiráis piedras contra un cristal se rompe? ¿Pero qué
edad se supone que tenéis? Podríais haber lastimado a las chicas que estaban en
esa habitación.
Adrián: No
lo pensamos papá, lo siento.
Mi padre se sienta en la cama.
Carlos: Ahora
las consecuencias, tu mesada se reducirá a la mitad hasta que hayas pagado el
coste del cristal y te daré cincuenta nalgadas, en tandas de cinco, después de
cada tanda debes decir “Pensaré bien las cosas antes de hacerlas”. ¿Lo has
entendido?
Adrián: Sí
papá. ¿Me perdonas?
Carlos: Claro
que te perdono, ven aquí.
Me acerco a mi padre, me atrae hacia él y me
abraza, le devuelvo el abrazo.
Carlos: Venga,
terminemos con esto cuanto antes mejor.
Me separo de mi padre, me bajo los pantalones y
me tumbo sobre sus rodillas. Se me escapa un suspiro, estoy nervioso, esta vez
no voy a pedirle que no me castigue. Me acaricia la espalda como hace siempre
antes de empezar el castigo, y me hace la misma pregunta.
Carlos: ¿Por
qué te voy a castigar?
Adrián: Por
escaparme de noche y por tirar piedras a una ventana.
Carlos: Eso
es cierto pero, sobre todo, por no pensar en las consecuencias de tus
decisiones, debes pensar las cosas antes de hacerlas.
Para de acariciarme y me sujeta, va a empezar el
castigo, respiro hondo, quiero aguantar sin quejarme ni llorar.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS
Ai, han dolido, me está pegando más fuerte que
otras veces.
Carlos: Adrián,
¿qué debes decir?
Adrián: Pensaré
bien las cosas antes de hacerlas.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS Pensaré
bien las cosas antes de hacerlas.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS Pensaré
bien las cosas antes de hacerlas.
PLAS, ai,
PLAS, PLAS, au duele, PLAS, PLAS Pensaré
bien las cosas antes de hacerlas.
Para un momento para bajarme el boxer.
PLAS, PLAS, ai,
PLAS, au papá, PLAS, PLAS, ai Pensaré
bien las cosas antes de hacerlas.
PLAS, au,
PLAS, ai, PLAS, PLAS, ya, PLAS, basta Pensaré ai bien las cosas
au antes de hacerlas.
PLAS, ai,
PLAS, papá para, PLAS, PLAS, por favor, PLAS Pensaré
bien au las cosas au antes de hacerlas.
Ya no aguanto más, las lágrimas empiezan a bajar
por mis mejillas.
PLAS, snif,
PLAS, ai, PLAS, au, au, PLAS, PLAS snif Pensaré
bien snif las cosas snif antes de hacerlas.
PLAS, PLAS, buaaa,
PLAS, PLAS, buaaa, PLAS buaaa, buaaa Pensaré
buaaa bien las cosas buaaa antes de hacerlas.
PLAS, aiii PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS
auuu Pensaré buaaa bien las cosas buaaa antes de hacerlas buaaa, buaaa, buaaa.
Sigo llorando mientras mi padre me acaricia la
espalda.
Carlos: Shhh,
ya campeón, ya pasó.
Después de un rato me levanto y me subo el
boxer, me quito los pantalones del todo, esta vez me duele mucho el trasero,
creo que el dolor tardará más de lo habitual en pasar. Mi padre tira de mí, me
abraza y me da un beso en la cabeza. Le devuelvo el abrazo.
Adrián: Lo
siento mucho papá.
Carlos: Lo
sé, pero ahora ya está, estás perdonado, ¿vale?
Seguimos abrazados un rato, me voy calmando. Mi
padre me separa y me ayuda a tumbarme en la cama, bocabajo.
Adrián: Papá,
pensaba que esta semana iba a librarme pero me equivoqué.
Mi padre levanta las cejas, preguntándome.
Adrián: ¿Sabes
que desde que decidiste pasar más tiempo conmigo y cambiar los castigos me has
pegado al menos una vez por semana? Pensaba que esta semana como estaría fuera
no tendrías motivos para castigarme.
Se le escapa una carcajada.
Adrián: ¡No
te rías, es verdad! No sé si prefería cuando casi no nos veíamos, me gusta que
ahora pasemos más tiempo juntos pero entonces tampoco dedicabas tiempo a
castigarme.
Carlos: ¿Cómo
puedes ser tan adorable e insolente a la vez?
Adrián: Adolescente
papá, ¿recuerdas?
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