chinechito

-Mi bebito, dónde te has metido?!!- Preguntó Robert, entrando a la habitación de su pequeño cisnecito, llevando un termómetro en una de sus manos.

-No tá el chinechito aquí!- Dijo una vocecita que venía de debajo de la cama.

Robert sonrió divertido por la inocencia de su niñito. "Con que no está el cisnecito, eh?!", Pensó. 

-Ohhhhhh, qué lástima- Se lamentó el papá- y yo que le traía un regalito!- Suspiró- Bueno, se lo tendré que regalar a Tay... -Dijo papá, tratando de llamar la atención de su nene para que saliera de su escondite.

Robert observó que Derek asomó su cabecita y él entonces hizo como que se marchaba. 

-Nooo, epela papito! Chí tá el chinechito!- Contestó el bebé, gateando para salir de allí.

 -Ahhh, con que sí estabas, mi bebé.... Te estabas escondiendo de tu papito?!- Dijo Robert tomando al niño en brazos, estampando un ruidoso beso en la mejilla de su mocoso.

-jijiiji... -Se rió el cisnecito.- Y mi yegalito?!- Preguntó, mirando a los ojos a su papi.

-Ehmm, lo tengo justo en mi habitación, hijito. Te lo daré en cuanto te tome la temperatura, sí, campeón?!

-Noooo, no quelo eso!! no me guta!- Dijo,pegándole en la mano a su padre, haciendo que arrojara el termómetro.

Robert lo miró con desaprobación, pero eso en nada intimidó al pequeño cisne, que no contento con hacerle mala cara, cruzó sus bracitos sobre su pecho, en señal de firmeza absoluta.

Já, mira tú, lo que uno tiene que aguantar!! Pensó Robert, poniendo la cara más seria que la de su retoñito.

Robert bajó a Derek, dejándolo de pie frente a él. -Jovencito, si no quieres que papá se enoje y le haga PAM PAM a tu traserito, me pasarás ese termómetro ahora mismo!!- Advirtió Robert, valiéndose de su altura para verse más amenazador. No quería darle chirlos a su hijito. 

En realidad, le había sentido algo de fiebre cuando le dio un beso apenas llegó. Pero quería estar más seguro y por eso llevó el aparato con él para cerciorarse. Pero el nene odiaba el termómetro, en todas sus versiones. Simplemente no le gustaba! Por lo que, en lugar de alzarlo y dárselo a su papi en la mano, lo aventó hacia el otro lado de su camita, cayendo afortunadamente sobre uno de sus osos de peluche, que amortiguó el golpe

La cara de Robert se transformó. -Te acabas de ganar unas buenas palmadas, Derekcito!!- Sentenció el señor, y a continuación inclinó a su bebé a un lado y le dio tres palmadas, con fuerza moderada.

-Buaaaaaaa... maaaalooo!! papiito maloooo!! buaaaaaa....

-Ningún malo, bebé. Tú te lo has ganado por ser maleducado.!! Eso no se hace mi cisnecito!!

-Buaaaaa... peldóoon... No más pam pam, papitoo... Snif snif... me potaré biennn... buaaaaa- Lloró desconsolado, el futuro gran estrella, dejándose mimar por su papito.

-Ya, mi bebecito... shhhhh... ya está, ya está! No llores, corazón!! Shhh... Deja que papi te tome la temperatura, si?!!... Será un ratito... un ratito, mi bebé... shhhh.. shhh

Y asi Roberto, con una paciencia de oro, logró tomar la temperatura de su hijito.

38,5... no era mucho, pero era mejor prevenir!! Así que Robert tuvo otra pequeña batalla con su campeón, pero ésta vez sólo necesitó mostrarle su mano en forma de azote para que el chiquitito abriera la boquita y aceptara el medicamento sabor frutilla para que le bajara la fiebre.

Derekcito se durmió en los brazos de su padre, que lo pasearon de un lado al otro de su habitación, hasta que la fiebre al fin cedió.