Gracias por
leer :)
Espero que les guste y por favor comenten, me gustaría mucho saber qué
opinan :D
Voy a
cambiar las edades de Thea y Roy para que en vez de 14 tengan 13.
-Hoy decidí que cambiaré la
decoración de mi alcoba- parloteaba la mujer, colgando su abrigo en el perchero
de la entrada- ¡Oh, Oliver!- exclamó alegremente al verlo- Cariño, no sabes
cuánto me alegra que estés aquí. Verás, ya mandé pedir unos muebles nuevos y
necesito que me ayudes a moverlos- continuaba hablando sin parar.
-¿Qué no hacen eso los de las
mudanzas?-
Esa relativamente inocente pregunta
bastó para que Moira notase por primera vez al chiquillo pelirrojo a lado de
Oliver. Lo escudriñó con la mirada, tratando de identificarlo, pero al cabo de
un rato de completo silencio se dio por vencida. Ese niño era un completo
desconocido para ella.
-Este niño, Oliver, ¿quién es?-
Oliver apenas estaba tomando aire
cuando Roy se adelantó.
-Me llamo Roy- se presentó
extendiendo la mano en son de saludo. Podían llamarle como quisieran: criminal,
vago, desecho social… pero que nadie dijera que Roy Harper no tenía modales, es
tan sólo que no los mostraba cuando no quería.
Moira le dio la mano al jovencito,
sonriendo divertida ante lo que para ella era una gracia. Roy, sin embargo, permanecía
un poco serio; aquella señora no le daba tan buena espina. No obstante, no pudo
evitar esbozar una pequeña sonrisa fugaz al ver la cara de asombro de Oliver.
Seguramente después de presenciar su reunión con Thea, su tutor lo había
tachado de majadero. Tampoco es que pudiese culparlo, pues Roy no es de los que
se mordían la lengua; si él veía una chica bonita, lo menos que podía hacer era
decírselo, ¿o no?
-Un placer, Roy- correspondió
encantada Moira- Moira Queen-
-El placer es mío- respondió él con
una sonrisa de “no rompo ni un plato”.
Oliver tan sólo lo miró con una
expresión perpleja. ¿En serio era ese chico el propietario de las drogas que
acababa de tirar por el excusado?
Moira por fin soltó la mano de Roy,
pellizcándole la mejilla con un poco más fuerza de la necesaria antes de caer
en la cuenta de algo y volver su atención a Oliver.
-¿Qué está haciendo Roy aquí? –
preguntó, pero después su expresión se tonró muy sorprendida- ¿Tú estás cuidando a Roy?- inquirió
extrañada. Oliver no cuidaba ni a las plantas porque las dejaba marchitarse.
Ahí fue cuando Oliver se puso un poco
nervioso, aunque no lo mostró. Se suponía que le diera ánimos al chico, no que
le hiciera perder seguridad.
-Algo así. Lo que pasa…-
-¿Es de un amigo tuyo?-
-Mamá…- comenzó el magnate, tan sólo
para ser interrumpido por Moira de nuevo.
-Ay, no- gimoteó- Es de Tommy,
¿cierto? Enserio, ya sabía yo que un día ese muchacho se iba a encontrar con
una… sorpresita de este tipo. Siempre ha sido… -
-¡Mamá, es mío!-explotó Oliver, no
tan consciente de lo había dicho. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que algo
inusual acababa de suceder. La mirada petrificada de Roy y su madre dejando
caer el bolso eran claramente signo de algo.
Al momento de revivir la escena en su
cabeza, pudo finalmente notar su traspié.
-Quiero decir- se apresuró- que.. yo…
lo adopté-
Bien, adiós explicación bien
formulada. Pero claro, tenía que haber salido con una respuesta tan pobre.
Oliver se dio de cabezazos contra la pared… metafóricamente hablando, por
supuesto. Lo último que le faltaba a ese día era o un viaje a la sala de
emergencias o una pared rota.
La expresión de Roy se normalizó un
poco, mientras que la de Moira terminó de desfigurarse. Palideció y cualquiera
podría haber jurado que se iba a desmayar. Lucía… bueno, encontrar el adjetivo
para describirla sería muy complicado, ¡con decir que “desahuciada se quedaba
corto! La mujer estaba horrorizada, deseando que tan sólo fuera una pesadilla o
una mala broma. ¡Sería la comidilla de la alta sociedad! Si tuviese que elegir,
en todo caso preferiría mil veces un niño bastardo que uno recogido.
Roy no se sorprendió en lo absoluto.
Oliver era un riquillo, así que ya se esperaba él que al menos alguien tuviese
una reacción parecida, al igual que Thea. Claro que con la hermana no había
sido tanto show.
-Mamá…- se atrevió Oliver- ¿estás..
bien?-
-Dios Santo- se abanicó Moira con la
mano- me falta el aire-
Roy no pudo resistirlo y puso esa
sonrisa torcida que tan bien le quedaba.
-Luces un poco mareada… abuela-
Después de eso, para Moira todo se
volvió obscuro.
.
-Está reaccionando-
¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba?
Agh… todo se veía borroso y daba tantas vueltas…
-¿Mamá?-
Era la voz de Oliver… ¡Oliver!
Abrió los ojos de golpe, sentándose
inmediatamente en lo que reconoció como el sofá de la sala. Junto a ella,
sentado en la mesita de centro, se encontraba Oliver mirándola fijamente.
-Mamá, ¿te sientes mejor?- le
preguntó su hijo, algo apenado.
Ella puso una expresión entre
destrozada y esperanzada.
-¡Hijo!- exclamó muy alegre al verlo
sólo a él, sin el niño ese- Yo sabía que todo había sido una mala broma-
Oliver se puso serio, preparándose
para lo que le iba a decir a la mujer. ¿Por qué las cosas tenían que ser tan
complicadas en esa familia?
-No era una broma-
Del rostro de Moira se borró aquella
expresión alegre, mientras miraba fijamente a su hijo.
-Oliver, no puedes andar tomando
decisiones tan poco inteligentes- le reprendió, pero entonces su expresión se
suavizó de nuevo- Pero no te preocupes, cariño, lo bueno es que ya
recapacitaste y lo devolviste-
¿Devolverlo? De acuerdo, Oliver no
sabía de dónde sacaba su madre ideas como que renunciar a la paternidad de un
niño era tan fácil como devolver una mala compra en una tienda, pero estaba muy
equivocada.
-Mamá, yo no devolví a nadie- aclaró.
En el rostro de Moira se podía notar
el conflicto interno, como si se negase a aceptar una verdad dolorosa pero al
mismo tiempo tan cierta como que el sol sale de día y la luna de noche.
-Sí, sí lo hiciste- sonrió con
nerviosismo- Mira, ya no está aquí- señaló, dejando escapar una risilla
nerviosa- Ya no está porque lo devolviste-
Oliver respiró profundamente. Nadie
le dijo que sería fácil.
-No, ya no está aquí porque pedí
pizzas individuales, le indiqué cuál sería su recámara para que comenzara a
instalarse y cuando llegó la comida les pedí a Thea y a él que por favor se
llevaran su cena a sus habitaciones- explicó pacientemente el joven, tratando
de que la negación de su madre no le afectara en lo más mínimo.
Oliver iba a necesitar toda la
paciencia del mundo si quería lograr que las cosas funcionasen en su familia.
No podían vivir así para siempre, claro, pero de ningún modo iba a “devolver” a
Roy como si fuera un objeto defectuoso… el chico era humano y tenía
sentimientos. Oliver le había convencido de que quería darle una familia a la
cual pertenecer, no podía sólo llegar de pronto y decirle que siempre no. Algo
así sería cruel, desalmado y podría marcar al chico de por vida.
Moira de pronto pareció asimilar toda
la información, escandalizándose al darse cuenta de que era real; no una broma,
no una pesadilla, sino real.
-¡NO OLIVER, NO!- bramó súbitamente-
¡Tú no puedes hacerme esto! ¡¿Qué no te importa lo que van a decir de mí?!-
.
Roy se encontraba recargado en el
marco de la puerta de “su habitación”, observando la escena con apatía. La
verdad es que ni siquiera había comenzado a acomodar sus cosas como Oliver se
lo había pedido, al fin y al cabo, seguro que después de eso ya no pasaba ni la
noche ahí. Igual no se había hecho muchas ilusiones; siendo sineros, ¿quién
querría tener en su familia a alguien tan jodido como él?... Bueno, al menos
había comido pizza.
-¿Sabes que todos esos gritos son
sobre ti, cierto?-
Aquella voz estaba cargada de
altanería y satisfacción, pero Roy no iba a dejar que eso lo molestara. En su
lugar, puso una sonrisilla tan pedante como la voz de la chica.
-¿Qué, molesta porque ya soy más
popular que tú?- le fastidió, sin siquiera dirigirle la mirada.
La expresión de Thea se desfiguró de
pronto por la rabia. Parecía lista para abalanzarse sobre él y quitarle esa
estúpida sonrisa a golpes.
-¡Tú… tú no duras en esta casa ni la
noche!- fue lo único que dijo antes de dar media vuelta y echar a andar hacia
su habitación. Pudo haberle gritado más cosas para expresarle al muy insolente
lo que en realidad pensaba de él, pero lo único que se le ocurría involucraba
groserías, y Thea Queen no se rebajaría al punto de emplear un lenguaje tan
corriente y vulgar. No, ella tenía clase.
Roy la observó alejarse y rodó los
ojos. A comparación de otras amenazas que había recibido antes, esa no era
nada.
Roy entró a la habitación, ignorando
los gritos provenientes de la sala, ahora no sólo de Moira, sino también de
Oliver. Sin pensarlo más, tomó cuidadosamente uno de los cuadernos que había
llevado consigo. Lo abrió y fue recibido con una vieja fotografía pegada en la
primera página. El joven se quedó observando con sincera nostalgia: era la
reserva.
Mientras más la veía, más tenía que
esforzarse para contener las lágrimas que amenazaban con salir a causa de los
recuerdos. La reserva era el único verdadero hogar que alguna vez había tenido.
Cuando Roy tenía aproximadamente
cuatro años, su madre lo había llevado a la reserva Navajo en Arizona. Ella
había dicho que era tan sólo para hacer una visita a un viejo amigo de su
padre, el fallecido abuelo de Roy. Al llegar, fueron directamente a la casa de
un anciano al que llamaban Brave Bow, quien por cierto fue muy amable con Roy
desde el primer momento. La madre de Roy le había dicho que fuera a jugar
afuera mientras ellos hablaban cosas de adultos y éste obedeció, aunque de vez
en cuando los veía desde lejos por la ventana y podía notar cómo Brave Bow
negaba tristemente con la cabeza en repetidas ocasiones pero no hizo nada por
detenerla cuando salió por la puerta trasera.
Brave Bow había criado a Roy como si
éste fuera sangre de su sangre. Él le había dado el cariño que su madre jamás
le ofreció, le había enseñado a respetar a los animales, equitación, arquería…
el muchacho lo consideraba su abuelo.
La vida de Roy se destrozó
completamente cuando tenía 8 años, el día en que Brave Bow murió, para ser
precisos. Éste había estado enfermo ya varios meses, según supo después Roy,
pero no había querido que el chico sufriera y prefirió no decírselo. El shock
fue tan impactante que ni siquiera tuvo la voluntad para oponerse al día
siguiente del funeral, cuando su madre llegó para llevarlo de nuevo con ella. Tres
meses después la muy cobarde finalmente hizo lo mismo que el padre de Roy había
hecho y se largó, dejando al chico a su suerte.
-¿Qué pasa, Roy?- la voz de Oliver,
quien estaba de pie frente a la puerta con una caja en las manos, lo sacó de
sus pensamientos.
Roy no se dio cuenta del momento en
que los gritos habían cesado. Hace rato ya había dejado de prestarles atención
para dedicarse a revivir el pasado, un pasado en el que había sido feliz.
-¿Qué pasa de qué?- replicó él,
cerrando el cuaderno casualmente. Lo último que quería era que Oliver
encontrase su comportamiento sospechoso y se dedicase a examinar el cuaderno
exhaustivamente.
-No has desempacado- se explicó
Oliver, extrañado de que hubiese ignorado sus indicaciones.
-No tiene sentido si me voy a ir de
todos modos- fue la sincera respuesta. No mordaz, no amarga, sino convencida.
-¿Quién dice que te vas?- preguntó
Oliver arqueando una ceja, desconcertado por la determinación del joven .
Roy lo miró al instante, confundido.
-Pues… tu madre… ella no está
precisamente contenta- articuló dificultosamente.
Oliver dejó la caja que traía con él
sobre el escritorio de la recámara y se sentó en la silla de éste.
-Pero ella no fue quien te adoptó,
sino yo- sentenció el hombre con determinación.
¿Qué? ¿Hablaba en serio?
-Pero es su casa-
-Si no le gusta buscamos otra-
replicó Oliver.
-¿Y con qué dinero, si mami te quita
la mesada?-
Roy no pretendía ser grosero, pero no
le agradaba la idea de que le hicieran promesas que después no iban a cumplir.
Oliver exhaló con cansancio, pero no
lucía molesto. Sabía que Roy tenía motivos para desconfiar.
-A pesar de lo que muchos puedan
decir- explicó- sí trabajo. Parte de las acciones de la empresa son mías y otra
parte es de Thea. Están a mi nombre porque mi padre me las heredó. No hay nada
que mi madre pueda hacer al respecto- declaró- y en caso de que lo hubiera-
sonrió levemente- estoy seguro de que nos las arreglaríamos-
Roy sintió ganas de sonreír, pero no
lo hizo. Él sabía mejor que nadie que aquello era demasiado bueno para ser
verdad… aún era muy pronto para emocionarse. En su lugar, le dedicó una mirada
agradecida.
-¿Qué hay en la caja?- preguntó unos
momentos después.
-Más pizza- respondió Oliver- supuse
que podrías tener mucha hambre después de la semana que has tenido y yo… bueno,
yo no he cenado-
Ahora sí Roy sonrió con complicidad,
tomando una rebanada.
-Ahora, ¿vas a desempacar?- preguntó,
tomando una rebanada él también.
-Pues.. yo…-
-En algún momento vas a tener que
hacerlo- le instó- … aunque bueno, tú sabes, siempre está disponible la
correccional- concluyó de buena gana, provocando que Roy dejase escapar una
efímera carcajada.
-Venga, yo te ayudo- ofreció,
poniéndose de pie y acercándose al desordenado montón de ropa que ocupaba más
de la mitad de la cama.
Roy lo dudó por un instante… ¿pero en
verdad tenía algo que perder? Además, bueno, hasta entonces Oliver no había
resultado ser tan pedante como parecía en los medios.
-Yo me pregunto- volvió a hablar su
nuevo tutor- ¿Dónde pensabas dormir con todo esto regado en más de media cama?-
Roy miró a su derecha, donde Oliver
trataba de descubrir dónde debería ir acomodada cada cosa.
-No en esta casa, ciertamente-
-Puedes ir cambiando de opinión- le
avisó el hombre, aun observando aquél lio sin mucho ánimo de comenzar a
ordenarlo.
-Supongo que sí-
Ahora Roy se permitió esbozar el
fantasma de una leve sonrisa, uniéndose a Oliver en la… fascinante tarea de
acomodar todo. Por supuesto, hubiesen terminado más rápido si no se hubiesen
estado comiendo la piza mientras lo hacían, pero bueno, era pizza.
.
.
-Sube al auto-
Oliver no estaba para nada contento;
para ser claros, estaba más que furioso.
Roy le dirigió una mirada de muerte
pero obedeció . Para él, mientras más pronto se alejaran de esa estúpida
escuela, mejor.
Oliver se quedó de pie donde estaba,
tratando de prepararse mentalmente para entrar al auto y no terminar asesinando
al chico antes de llegar a la Mansión. Era simplemente inconcebible… Roy llevaba
apenas 7 meses inscrito en aquella escuela y ya lo habían suspendido 3 veces,
ya le habían enviado 5 reportes disciplinarios y esa era la cuarta ocasión en
que llamaban a Oliver para que fuese a recogerlo.
No es que todo marchase absolutamente
mal en cuanto a la institución, algunos aspectos estaban muy bien, de hecho Roy
ya tenía un grupo de amigos con los que se juntaba en los recesos y clases
libres, incluso a veces se reunían después de clases. Era un alivio enorme
saber que no todas las relaciones del muchacho eran tan desastrosas como la que
aún llevaba con Thea. No obstante, en lo que respecta a los maestros y el resto
de la familia… bueno, Roy simplemente aun no encajaba del todo. Oliver no sabía
si era porque se le dificultara o porque ni siquiera hacía el intento, pero
cada vez acumulaba más problemas en cuanto a esos “factores”.
Quizás había sido un tanto iluso,
pero el magnate había esperado que con el paso del tiempo al menos Thea y Roy
dejasen de llevarse tan mal, sin embargo no sucedió así. Aunque a decir verdad,
si se les observaba muy atentamente se podía distinguir muy levemente menos
hostilidad que antes en el trato mutuo.
Bueno, al menos entre él y Roy las
cosas habían ido cambiando para bien… de acuerdo, de acuerdo; no habían
mejorado taaaaaantooo, pero tampoco estaban mal. La cosa con Roy era tenerle
paciencia; por ejemplo, si Oliver le algo preguntaba algo personal
directamente, lo más probable es que buscase evasivas, pero en ocasiones mientras
conversaba iba soltando de manera inconsciente pequeños detalles acerca de su
vida.
Oliver opinaba que habían
desarrollado cierta confianza. El muchacho poco a poco se había vuelto más
abierto con él. No es que no tuviesen secretos ni nada por el estilo, pero
cuando menos la presencia de ambos en la misma habitación ya no era
necesariamente un sinónimo de silencio incómodo. Por lo que Oliver se había
dado cuenta, a Roy le gustaba hablar, cuando menos con quienes estaba en buenos
términos. El crío podía durar horas enteras charlando si estaba de ánimos. Sin
embargo, en ese momento, ninguno de los dos lo estaba.
Oliver echó un último vistazo a la
escuela por encima del hombro y echó a andar hacia la puerta del conductor,
deseando que los sucesos de tan sólo hace un par de horas no hubiesen ocurrido
realmente.
Una vez dentro del coche, encendió el
motor y comenzó a conducir en completo silencio. Roy parecía cómodo así, por lo
que tampoco dijo nada. Fue cinco minutos después que tanta calma se vio perturbada
por la voz de Oliver.
-¿Me quieres explicar por qué
llamaste a tu profesor de Biología “pomposo altanero de mierda”?- inquirió.
Vaya que tendría que felicitarse. Había hablado con más calma de la que se
sentía capaz.
Roy, quien iba cruzado de brazos
viendo por la ventanilla del copiloto, no se inmutó en lo absoluto.
-Porque lo es- contestó con
sinceridad pura en la voz, sin siquiera mirar a Oliver.
Oliver apretó el agarre que tenía en
el volante para distraerse del enojo que sentía.
-Puede que sí, no lo conozco- continuó-
pero dime, ¿alguna vez ha sido él grosero contigo?-
Roy se mantuvo en silencio por unos
momentos, pero después rodó los ojos.
-No- admitió.
Genial, ahora él iba a quedar como
malcriado tan sólo porque se había atrevido a decir lo que ya todos pensaban.
Pero es que no era su culpa, él le había dicho a Oliver que no quería entrar a
esa escuela de gente prepotente. Bien, quizás se había equivocado al suponer
que la mayoría del alumnado sería como Thea, pero en cuanto a los maestros…
ninguno lo había molestado ni nada, pero vaya que había algunos arrogantísimos.
-Entonces no hay razón para que tú lo
seas con él, ¿o sí, jovencito?-
Roy resopló , pero no al final
contestó un forzado “No” antes de hacer enojar más al tipo.
A lo largo de esos 7 meses, el
muchacho había decidido que Oliver le agradaba. Aparte de Brave Bow, nunca
antes había conocido a alguien que pareciera importarle. Aunque claro, pareciera
era la palabra clave…
Oliver podía ser un buen tipo, pero
Roy siempre mantenía en mente que la razón por la cual el hombre lo había
adoptado era lástima; vio al niño de la calle a punto de ser llevado a prisión
y le dio lástima, ya después no pudo arrepentirse y por eso se lo quedó, es
decir, ¿por qué otra razón el Príncipe de Star City acogería en su casa a
alguien como él, que además de ser una carga no le traía más que problemas con
su madre y hermana?
-Estas castigado, Roy- le informó,
sin despegar la vista de la avenida.
Roy puso los ojos en blanco pero ni
se molestó en replicar, y no porque fuese difícil conseguir que Oliver cambiase
de parecer, no, sino porque de todos modos ya estaba castigado sin salir de
casa.
“Uy, pues a ver cómo me entretengo en
esa casa llena de libros, televisores, computadoras e inmensos jardines”, pensó
sarcásticamente.
-¿A dónde vamos?- preguntó al fin, ya
sin tanta bravuconería en la voz.
-A la oficina- respondió Oliver,
observando por el rabillo del ojo la mueca de martirio que ponía Roy- ¿Qué?
Justo estaba por iniciar una reunión cuando llamaron de la escuela y antes di
que no te dejé esperando en la oficina de la directora hasta que concluyese-
Estúpidas reuniones, estúpida oficina…
Había tardes en las que Oliver ni siquiera pisaría la casa hasta el anochecer
por pasar su día entero en el trabajo. De acuerdo, Roy lo entendía mejor que
nadie, uno tiene que comer, pero Oliver no lo dejaba salir si no había ningún
adulto en casa y estar sólo con Thea toda la tarde era simplemente tortura.
-Y Roy- le llamó Oliver, ya no tan
serio- Que no se repita-
Después de que Roy hacía algo que a
Oliver no le agradaba, éste solamente le diría “Que no se repita” antes de dar
por terminado el asunto. Claro, no es como que el gran Oliver Queen tuviese
tiempo de sobra como para andar tras de él, hirviendo en furia todo el tiempo…
además, mejor para él. Era mucho más fácil de ignorar un “Que no se repita” que
uno de los monólogos tan aburridos que se aventaba la directora.
Oliver entró a la oficina con Roy
arrastrando los pies tras de él. No tenía muy claro qué haría, pero algo era
seguro: no obligaría a Roy a entrar con él a la reunión. La última vez que Roy
había presenciado forzosamente alguna junta de negocios, bueno…. los que
hubiesen sido sus socios habían escuchado el alfabeto en eructos. Sin embargo,
tampoco podía dejarlo sólo afuera; dejarlo precisamente a él, sólo en un
edificio tan grande como Industrias Queen no era una idea muy inteligente.
Bendito sea el momento en que
Felicity se cruzó en su camino. Para su desgracia, Felicity también lo vio y
trató de escabullirse en dirección opuesta.
-¡Felicity!- se vio obligado a
llamarle con un tono fingidamente alegre después de haberla perseguido ya por
más de medio pasillo.
La mujer maldijo entre dientes y se
dio la vuelta forzosamente, esbozando en el proceso una plástica sonrisa en su
rostro.
-Oliver- le saludó, aun tratando de
idear una manera para escabullirse de ahí- ¿En qué puedo ayudarte-
-Bueno, ya que te ofreces…-
“Mierda” pensó Felicity. Lo que se
sacaba por abrir su bocota.
.
-Ollie, sigo opinando que esto es un
abuso de autoridad-
-¿De qué hablas?- se hizo el
inocente- Eres mi asistente ejecutiva, es obvio que prefiera que estés cerca en
caso de que necesite algo durante la reunión-
-Sí, cerca es una cosa- replicó- pero
estar sentada justo afuera de la sala de juntas con tu… con tu tu crío… Eso me
parece un poco exagerado-
-No sé a qué te refieras- fingió
Oliver, tomando su maletín y entrando a la sala de juntas muy deprisa, antes de
que nadie pudiese decirle nada.
Felicity se hundió aún más en las
sillas. Ya tendría una muy seria conversación con Oliver. En una de esas volteó
un poco hacia su derecha, tan sólo para encontrarse a Roy sonriéndole
cínicamente a un par de sillas de distancia.
-Nunca había tenido una niñera tan
sexy-
Oh, mierda…
La chica suspiró con pesadez, negando
un par de veces con la cabeza antes de hablar consigo misma.
-No me pagan lo suficiente por este
trabajo-
Hahahahaha super enserio!! Me encanto, espero muchoooo el proximo ;)
ResponderBorrarjajajajaa, amo a ese niño..... jajajj
ResponderBorrarJejeje, Roy es de los que estira y el estira la paciencia de Oliver creyendo que nunca se romperá y la verdad es que el magnate es un santos, que va, ni Gandhi le llega a los talones porque como lo he dicho antes, yo ya estaría muerta y enterrada de un ataque de cólera jajaaja
ResponderBorrarPero debo confesar que es divertido leer de las cóleras de los demás, gracias y mil gracias más, se te quiere amiga.
jajajaja que gracioso estuvo el final, bueno que digo de 5 estrellas!!!!! continua estan geniales tus historias :D
ResponderBorrarContinua. Por favor!
ResponderBorrarContinua. Por favor!
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