domingo, 13 de marzo de 2016

Trece primos y una historia: Lacour Capítulo 9: La coronación de Kevin y ¿el robo?



Trece primos y una historia: Lacour

Capítulo 9: La coronación de Kevin y ¿el robo?
Recordatorio de edades de los primos de Miguel Ángel: Fernando de 16, Santiago de 15, Bruno de 14, Román de 14, Sofía de 13, María José de 12, Cristian de 12, Alejandro de 11, Ricardo de 10, Leonardo de 9, Ana de 8 y Andrés de 7.

Miguel Ángel POV
La administración del casino me absorbía mucho tiempo, es cierto que la idea estaba resultando, y volvíamos a tener dinero para gastar a montones, pues había sobrado algo del préstamo que había pedido para junto con el dinero del seguro crear el casino, y como el negocio estaba resultando el dinero había dejado de ser un problema. Pero sentía que mis primos se estaban desbalagando un poco. Acababa de regresar de haber dejado a los niños en la escuela, y decidí revisar la libreta de salidas para los mayores. Román y Bruno habían puesto que iban a salir “a pasear” y que regresarían “unas horas después de la escuela”. Suspiré, ese no era el acuerdo, y se merecían un castigo por no cumplir con las normas pero eran mis primos y yo no quería convertirme en un tirano.
Continué trabajando en la oficina del casino un rato, y después me puse a dirigir la preparación de una fiesta infantil. Y es que Ricardo me había pedido muchísimo que invitara a sus amigos porque había sido el cumpleaños de Kevin, uno de sus nuevos amiguitos. Mis empleados decoraron uno de los salones con ambientación medieval, e incluso mandé hacer unas espadas y escudos de madera ligera y unos cascos de plástico cubiertos de papel aluminio para que los niños jugaran a ser caballeros medievales.
Después fui a recoger a mis pequeños y a los 7 compañeros que habían invitado Ricardo y Leo. De los grandes no tenía que preocuparme mucho, Fernando se había ido a hacer un proyecto de la escuela con una compañera en la nueva Pick Up qué habíamos comprado, Santiago había ido a ver unas bicicletas de montaña con uno de sus compañeros y traía el carrito de golf, y Bruno y Román habían ido “a pasear” y traían dos de las cuatrimotos.
Lo que hice para que cupieran 15 niños en mi camioneta fue abatir todos los asientos para que quedara una plataforma enorme y que se fueran ahí todos aunque fueran algo apretados. Pero no tuve mayor problema excepto que algunos niños usaban palabras inadecuadas y tuve que pedirles que se abstuvieran de decir groserías mientras estuvieran conmigo.
Cuando el ejército bajó de mi camioneta blindada dos de mis empleados disfrazados de caballeros los recibieron a caballo y les dieron sus espadas, escudos, arcos y yelmos. Después les dijeron que pintarán en sus escudos sus emblemas y les dieron las pinturas. Así estuvieron entretenidos un rato en el patio hasta que los llamé al “banquete” de la coronación de Kevin. Y pasaron todos a la sala del banquete en la que habían bandejas de pan, salchichas ahumadas, fuentes de queso derretido, bandejas de frutas frescas y secas y refresco de uva servidos en copas de metal. Los niños estaban fascinados con su banquete medieval y la coronación de Kevin, pero yo sabía que la acción apenas iba a comenzar.
-Qué viva el rey!-gritaban los niños
Pero uno de los niños le disparó a Kevin una flecha de juguete.
-Un traidor!
-Atrápenlo, qué le corten la cabeza!-gritó Kevin
Y en eso al pobre niño le cayeron varios espadazos y tuve que intervenir para salvarlo. El pobre Sebastián se puso a llorar y yo no sabía cómo iba a explicarles a sus papás lo que había pasado.
-Basta de peleas, si van a jugar que sea en campeonatos balanceados y con moderación.
Logré consolarlo un poco y al final continuó jugando con los demás, aunque se negó a participar en el torneo de combate. Pero se animó a participar en la competencia de tiro con arco. Y se llevó el primer lugar con tiro al blanco perfecto a 30 metros y tiro libre con longitud de 80 metros. La competencia de combate la ganó Mauricio, un niño de 8 años que era hijo de una de mis empleadas, de la que había contratado aquel día en la heladería, y pues había invitado a su niño a la fiesta. Miguel peleó con bravura y logró romper 2 escudos y derribar a 3 contrincantes hasta coronarse campeón.
Después fue la premiación y los niños comieron pastel y té helado mientras les dábamos sus premios qué iban desde un castillo de Playmobil para los primeros lugares hasta un caballero de Playmobil para los que habían competido sin ganar ninguno de los tres primeros lugares.
Abrieron sus regalos y estuvieron jugando un rato en lo que llegaban sus papás por ellos.
Leo POV
La fiesta de Kevin había estado muy divertida pero yo quería seguir construyendo Paseo de la Reforma en mi cuarto así que invité a James a que viniera a jugar.
-Do you want to play Lego with me?
-Yeah, I like to play Lego.
-So, come to my room, I’m building Paseo de la Reforma Avenue.
Cuando llegamos a mi cuarto le pedí que se quitara los zapatos, pues era una regla para todos los que jugaban en mi cuarto.
-Es grandioso-me dijo cuando vio la maqueta que llevaba construyendo una semana.
Continuamos construyendo los edificios, las glorietas y hasta hicimos algunos carros para la avenida. El tiempo se fue volando.
De pronto vi que James estaba haciendo un avión.
-¿Para qué haces un avión? En Reforma no hay ningún aeropuerto.
-¿Pero pasan aviones en la ciudad, no?-me respondió con su acento gringo
-Bueno, hacia el aeropuerto sí, pero tendríamos que colgarlo.
-I have an idea- me aseguró
En eso llegó Miguel Ángel acompañado del papa de James.
-Sabía que estaban aquí, niños.
-Are we leaving now, daddy?
-Ya casi tenemos que irnos
Yo estaba pensando como colgar el avión de James, aunque se me hacía un poco desproporcionado.
-Ya nada más falta el atentado- afirmó mi amigo y yo tarde un poco en comprender sus intenciones mientras veía cómo agarraba el avión y lo ponía en posición de lanzarlo contra la Torre Latinoamericana.
-No, James please no lo hagas!
-It’s just one tower.
Pero cuando lanzó el avión, cayó la Torre Latinoamericana y derribó otras dos torres. Yo enloquecí de rabia, pues mi amigo estaba destruyendo la maqueta a la que tantas horas le había dedicado. Lo empuje hacia un lado y empecé a pegarle tan fuerte que con trabajos intentó defenderse.
Miguel Ángel POV
Tardamos un poco en reaccionar, pero rápidamente traté de separar a Leo de su amigo. Me sorprendió la forma en la que estaba peleando, pues Leo era de mis primos menos peleoneros, si hubiera dedicado el mismo empeño en la competencia de combate seguramente que se habría llevado el primer o segundo lugar. Con algo de esfuerzo logré separarlo de James y lo mantuve suspendido del suelo, pero él seguía pataleando e intentaba patearlo. Yo estaba muy apenado con el papá de James y no sabía cómo calmarlo.
-Escúchame bien, si no te calmas te voy a dar una paliza aquí en frente de tu amigo.- le susurré al oído, pero como no se calmaba le tuve que dar dos nalgadas fuertes rápidamente.
-Plas.. Plas
Solamente así se calmo, aunque se le coloreó la cara de vergüenza porque le había pegado en frente de su amigo y su papá.
-Perdón- me dirigí al papá de James- Leo no acostumbra ser así de peleonero, lo siento mucho.
-No te preocupes, perdóname tú también por el comportamiento de mi hijo. Pídele perdón a Leo por destruir su maqueta James.
-No, el me pegó, yo no lo voy a perdonar ni pedirle perdón.
-Suficiente, dijo el papá de James. Miguel Ángel, ¿tienes una regla de madera que me prestes y un cuarto? Tengo unos asuntos que arreglar con mi hijo.
Tarde unos segundos en comprender a que se refería, pero la cara roja de James me ayudó a comprenderlo.
-Cla..Claro- busqué la regla en los útiles escolares de Leo y se la di- puedes usar el cuarto de al lado. Yo también tengo asuntos que arreglar con Leo.-Y lo miré con cara de “ya sabes que va a pasar”.
Cuando James y su papá se habían encerrado en la habitación de al lado yo cerré la puerta del cuarto de Leo.
-Bájate los pantalones Leo
-Pero el empezó todo, además ya me pegaste
-Sabes que estuvo mal lo que hiciste, y lo de antes fue solamente para calmarte, sabes perfectamente que eso no fue un castigo.
Leo se tardó un poco en decidirse pero al final me obedeció de mala gana.
-Leo, las maquetas rotas se pueden arreglar en unas horas, las amistades rotas pueden tardar años sin arreglarse.
En eso comenzó a escucharse el llanto en la habitación de al lado.
Me senté en la cama, tomé la otra regla de sus útiles, lo incliné y comencé con el castigo.
Plack.. Plack.. Plack.. Plack.. Ah! Plack.. Plack..
Au!... Plack.. Plack.. Ya ! Plack.. Plack..
Leo comenzó a llorar y yo terminé el castigo.
-Espero que esto te recuerde que no debes pelear a golpes con tus amigos, ni aunque haya pasado algo como lo que pasó hoy con James.
Le sobé la espalda, lo puse de pie, le subí la ropa y le di un abrazo.
-Perdóname Miguel
-Claro que te perdono Leo. Ahora ve y pídele perdón a James qué también se lo acaban de zurrar.
Salimos del cuarto al pasillo y esperamos a que salieran James y su papá. Cuando salieron James traía los ojos rojos por el llanto y todavía le escurrían algunas lágrimas que trataba de secarse con las mangas de la camisa. Se veía que le habían pegado bastante.
-Perdóname Leo por haber destruido tu maqueta.
-No te preocupes James, luego la arreglo, perdóname por haberte pegado.
James asintió mientras trataba de respirar por su congestionada nariz.
-Bueno pues ahora dense un abrazo. ¿Son amigos no? Demuéstrenlo.-Les dije
Se abrazaron y James le preguntó a su papá si podía quedarse otro rato a arreglar la maqueta.
-Tenemos que ir al dentista, pero…
-Si quieren, puede venir mañana después del colegio
-Bueno- dijo el papá de James viendo a los dos chicos que le rogaban con los ojos- pero no quiero ningún problema. Le dejó la autorización a Miguel Ángel de castigarte si te portas mal, James.
James se ruborizó pero yo intervine.
-No te preocupes, no será necesario. Sé que se van a portar bien.
Leo y James asintieron.
Fernando POV
Ting Ting
Sonaron los mensajes de WhatsApp de Greta
“Ahora qué querrá está zorra?” pensé mientras escribía las ecuaciones que el profesor ponía en el pizarrón.
Dejé el lápiz sobre el cuaderno.
“Me valen las ecuaciones y también mi ex novia.” Pensé
Pero lo cierto es que no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Se suponía que nos amábamos, pero en cuanto aquella belleza se enteró de mi ruina cortó conmigo. Y aunque no lo hizo de una manera grosera o descarada el efecto fue el mismo, pues al alejarse de mí comprendí el mensaje muy claramente.
“Ahora qué quiere?” me dije a mi mismo
Tal vez había visto la foto de mi perfil en la que salía con mi nueva camioneta Lobo subiendo el camino de terracería hacia un imponente volcán. Tal vez José Pablo le había dicho que volvíamos a tener dinero.
Ignoré sus mensajes y dirigí la mirada a Elizabeth, la compañera con la que tenía que hacer uno de los proyectos. Era muy bonita y tenía un carácter agradable. Me encantaba su elegancia británica. Traté de recordar las normas sociales de los británicos para aquella tarde qué teníamos que hacer juntos el proyecto.
Como habíamos quedado de hacer el proyecto justo después de las clases yo me había ofrecido a llevarla a ella y a su hermanito a su casa. Todo se había acomodado porque su carro se había descompuesto y su familia podía pasar a dejarla pero no a recogerla.
“Puntualidad” me recordé
Los británicos son puntuales a morir, así que le pedí al profesor qué me dejara salir unos 15 minutos antes de que terminaran las clases.
-Te espero afuera- le susurré a Elizabeth al salir
Fui por la camioneta y la dejé estacionada frente a la salida de la escuela. Cuando todos comenzaron a salir me bajé de la camioneta y le abrí la puerta a su hermanito en la parte de atrás de la camioneta y a ella la del copiloto.
-Thank you Fer- me dijo mientras se subía
Vi como Arthur me lanzaba una mirada envenenada pero lo ignoré, me subí y comencé a manejar hacia la casa de Elizabeth.
Llegamos a la residencial que era un complejo habitacional de la empresa en la que trabajaba su papá.
Los guardias nos marcaron el alto pero inmediatamente después nos abrieron el paso.
-Te vieron guapo, a la visitas siempre las registran.- me dijo Elizabeth
El comentario me dio ánimo, tal vez tenía posibilidades.
-¿Son novios?- preguntó su hermanito Henry
-Nos reímos con una risita nerviosa.
-No, sólo compañeros de la escuela y amigos.- aclaró Elizabeth
-Pues harían buena pareja- insistió Henry en un español mucho mejor que el de su hermana. El chamaco me estaba cayendo muy bien, ya vería después la forma de premiarlo.
Tenía ganas de decirle a Elizabeth que los niños siempre dicen la verdad, pero me contuve. Los británicos son bastante reservados y quería empezar bien.
Su familia no estaba, así que Elizabeth mandó a su hermano a hacer sus tareas, el chamaco tenía más o menos la edad de Leo.
-Es que no le entiendo, y además es por culpa de estas tareas que no pude ir a la fiesta que me invitó Leo uno de mis compañeros.
Elizabeth me volteó a ver.
-Perdón, es que a veces los hermanos son un poco demandantes y a veces tengo que ayudar a Henry.
-Henry, al rato te ayudo con la tarea, OK? Es que yo tengo que hacer una también y por eso viene Fernando para ayudarme.
-¿También puede ayudarme con la mía?
-No- dijo Elizabeth algo apenada
-Sí- intervine yo- si es que tu hermana está de acuerdo yo puedo ayudarte. ¿De qué es tu tarea Henry?
-Claro que estoy de acuerdo
-De matemáticas. Multiplicaciones y divisiones, todas esas cosa dificilísimas de Matemáticas.
-Ah, sí son un poco difíciles, pero ya cuando las entiendes son fáciles y ya veras que les entenderás.- Me senté en la mesa del comedor- trae tu cuaderno y tu libro.
Estuve un rato explicándole la relación inversa entre las multiplicaciones y las divisiones, y después le ayudé con su tarea. Cuando vi que ya podía terminarla sólo me dirigí hacia Elizabeth para que continuáramos con nuestro proyecto.
-Les tienes paciencia a los niños, y sabes explicarles las cosas.- me dijo mirándome algo sorprendida
-Sí,- le dije- bueno y es que además tengo varios hermanos entonces ya me acostumbre a ayudarles y a tenerles paciencia.
-¿En serio? ¿Cuántos hermanos tienes?
Me quedé pensando antes de contestar. ¿Cómo le dices a la chica de la qué estás enamorado que tienes once hermanos?
Ella también estaba pensando y me dijo-creo que uno de tus hermanos es el compañero de mi hermano, no?- se quedó pensando un poco más.- no, tal vez me confundí es que una vez te vi hablando con él, pero él tiene otros hermanos y su papá se ve demasiado joven para ser tu papá, bueno incluso para ser su papá.
Yo sonreí
-Sí, el es mi hermano, bueno no, en realidad somos primos pero vivimos juntos después del accidente de nuestros padres. Por eso tengo once hermanos y Miguel Ángel es nuestro primo y tutor legal al mismo tiempo.
-Su cara pasó de la sorpresa a la compasión.
-Perdón, yo lo siento, no lo sabía, debe ser muy duro…
-No te preocupes, sí es duro, pero afortunadamente tenemos una maravillosa familia y nos apoyamos mutuamente.
Elizabeth seguía algo sorprendida así que continúe escribiendo el proyecto y en cuanto ella se repuso también se puso a ayudarme.
Cuando terminamos me invitó a comer algo con ellos y yo accedí. Pasamos un rato muy agradable juntos y parecía que ella también estaba contenta de estar conmigo. Finalmente nos despedimos.
-Otro día vuelves a venir- me dijo
-Cuando quieras, sólo invítame
-Gracias por ayudarnos Fer- se despidió el chamaco
-Adiós, nos vemos en la próxima clase.
De vuelta a la hacienda yo no podía contener mi emoción y felicidad, puse una canción romántica a volumen fuerte y manejé con una sonrisa de oreja a oreja.
Román POV
Era una tarde con un clima agradable, el aire soplaba con más frescura de lo normal y el sol brillaba y coloreaba el mundo alrededor. Saliendo de la escuela yo y Bruno habíamos acordado ir a la laguna a correr las cautrimotos en el prado de alrededor. Nos dirigíamos hacia allá por las calles de Antigua y pasamos por el mercado.
-Se me antoja un Nestea
-Y a mi una Coca Cola
Nos detuvimos y estacionamos nuestras cuatrimotos al lado del mercado. Era un mercado más turística que local, así que estaba en condiciones aceptables de limpieza, orden y seguridad. Compramos nuestras bebidas y caminamos un rato entre los puestos del mercado y los turistas que compraban en ellos. Al final no encontramos nada que nos interesara mucho, con excepción de un par de escorpiones disecados que Bruno dejó apartados para que pasáramos a comprarlos de regreso.
-¿Para qué quieres eso?
-¿Para qué crees?
-Supongo que querrás hacer alguna travesura con eso.
Arrancamos las escandalosas cuatrimotos y continuamos el camino hacia la laguna.
Una vez ahí estuvimos corriendo en las motos a lo largo de la orilla. Un par de personas se quejaron de que levantábamos mucha tierra, pero sus quejas quedaron ahogadas por la distancia y el escándalo cuando aceleramos hacia otro lado.
Llegó el momento de la carrera final, y marcamos la meta a unos 250 metros adelante. Yo estaba decidido a ganarle a Bruno así que me concentré hasta que un joven al qué le habíamos dado una propina nos marcó la salida. En ese momento arranqué a toda velocidad en primera, y las llantas de las cuatrimotos patinaron en la salida. Logré cambiar la velocidad en buen momento pero Bruno era un poco más hábil en ese sentido. Afortunadamente saltó con una especie de bache y el volante se le desvío hacia un pequeño montículo que había a un lado. Apenas de reojo alcancé a ver que saltaba como si fuera a salir volando, pero estaba tan decidido a ganarle que continúe acelerando hasta la meta. Cuando la atravesé apreté el freno y sentí la sensación de derrapar por uno tres o cuatro metros. Entonces voltee para atrás y afortunadamente ahí estaba mi hermano cruzando la meta y patinándose hasta quedar de lado hacia mí.
-Te pasas, pude haberme matado y tu seguiste acelerando.
-Pero tú estás vivo y yo gané, así que no te quejes.
-Pues sí ese interés tienes en mi bienestar no quiero imaginar si un día necesito ayuda y alguien o algún animal nos persigue.
-Ya Bruno, sabes que no es cierto. Eres mi hermano ¿Estás bien?
-Sí, aunque me torcí el tobillo.
Me fijé que traíamos los uniformes totalmente arruinados con la tierra y las ramitas. Seguro que Miguel Ángel nos iba a regañar.

-Vámonos ya a la casa
Pero Bruno insistió en pasar por sus escorpiones, así que nos estacionamos frente al mercado y bajamos a comprarlos. Me di cuenta que teníamos un aspecto mucho peor de cuando pasamos a apartarlos.
-Había apartado unos escorpiones disecados.- Bruno se dirigió a la persona de puesto
-Mi mamá me dijo que dos chicos muy guapos y que se veían muy ricos habían apartado unos escorpiones, pero estoy seguro que no son ustedes.
-¡¿Qué pretendes insinuar?!- tronó Bruno
Traté de calmarlo un poco, pues Bruno tenía mal genio y podía cometer alguna locura, aunque yo mismo estaba muy enojado.
Me sacudí la playera y le enseñé el escudo de la escuela.
-¿Sabes a qué escuela voy?- le dije mientras le acercaba el escudo de mi playera a la cara.
-No sé, ni me interesa, pero no creo que sean ustedes. Ustedes tienen aspecto de jornaleros con ese cabello sudado y esas ropas sucias y destruidas.
-Ja, ja, ja, JORNALEROS.-Explotó Bruno – ¡JORNALEROS TUS FAMILIARES QUÉ HAN DE HABER SIDO LOS QUE CONTRATAMOS LA SEMANA PASADA PARA LIMPIAR LAS CUADRAS DE NUESTRA HACIENDA!
Y en eso se quitó la playera, aunque yo no entendí por qué.
-Tu crees que un jornalero tendría la piel tan clara? No *****.  ¿Así te queda claro que no solamente somos ricos sino además extranjeros?
La joven que estaba en el puesto se quedó con la boca abierta y no supo que decir, mientras que Bruno se volvía a poner la playera.
-Per… perdón. Yo no sabía. Tengan los escorpiones.
Bruno los tiró al suelo y le tiró el dinero que le faltaba pagar.
-Quédate con tus escorpiones y con el dinero.
-No, por favor joven. Llévese los escorpiones y también su dinero.
-Ah, ahora crees que necesito tu dinero, no?
Traté de jalar a Bruno hacia otro lado, porque se estaba poniendo muy loco.
-Vámonos hermano, no vale la pena pelear con esta gente.
Y con trabajos y jalándolo logré convencerlo de que nos fuéramos. A veces, cuando se ponía loco hasta a mí me daba miedo, porque aparte era más fuerte que yo, aunque yo era un poco más flaco.
Ya nos íbamos cuando de pronto sentí que alguien me agarró por detrás y me puso algo metálico muy filoso en el cuello, la adrenalina se me aceleró y voltee hacia Bruno haciéndome un ligero corte en el cuello solamente para ver que a él también lo tenían encañonado. Traté de pensar con la cabeza fría porque calmarme era imposible.
-No les vamos a hacer daño, bájate de la cuatrimoto.- era la voz del delincuente.
En eso alcancé a oír a Bruno gritarle al otro asaltante
-¡No, tu no me robas la moto, yo te la regalo, idiota!
Me bajé de la moto decidido a calmar a mi hermano antes de que provocara algo peor.
Los asaltantes intentaron arrancar las motos, pero una no prendía, nos habíamos acabado la gasolina en las carreras.
Se enojaron y se dirigieron hacia nosotros.
-Den nos sus celulares, carteras, relojes y todo lo de valor que tengan. Ah, y sus playeras del colegio ese Canadiense que dicen.- lo último lo dijo con una sonrisa irónica.
Yo no podía creer que fuera en serio.
Me quité la playera y se las di junto con mis pertenencias de valor, pero Bruno solamente les dio las pertenencias y se quedó con la playera puesta.
Uno de los hombres le dio un golpe con la pistola pero Bruno se giró y logró evitar que le pegara en la cabeza y el golpe le dio en el brazo. No sé de donde saqué valor pero me puse entre el hombre y mi hermano.
-Por favor no lo golpee, ya le vamos a dar la playera- me voltee y le arranqué la playera a mi hermano y se la di a los asaltantes.
Mi hermano me reclamó, pero se calmó un poco por el golpe que le habían dado. Observamos como los asaltantes se iban y después nos acercamos a la otra moto.
-Cambia el módulo del tanque a reserva
Bruno me hizo caso y nos subimos los dos a la cuatrimoto. Logramos que arrancara y nos pusimos en camino hacia la hacienda.
-Tu gastaste más gasolina qué yo- le dije a Bruno
-Sí, pero tampoco creo que quede mucha en tu tanque, hace mucho sol, malditos sean esos rateros, nos estamos rostizando la espalda, ojalá se les quede la moto a media carretera y los atropelle un camión.
En eso estaba de acuerdo. Además no teníamos nada de dinero y nos habían quitado los celulares entonces no podíamos hablarle a Miguel Ángel.
Un poco más adelante, las desgracias aumentaron porque se le acabo la gasolina de reserva a la moto, y nos quedamos a medio camino.
-¿Y ahora que hacemos? ¿No estarás pensando que caminemos hasta la hacienda, y encima sin playera?- Bruno le soltó una patada a la llanta de la moto.
-Tengo una idea- le dije a Bruno- hay que vender la cuatrimoto y así tomamos un taxi y nos compramos unas camisetas y un poco de agua que me muero de sed.
Me acerqué a uno de los comerciantes que vendían sus productos a los lados de la calle.
-Disculpe la molestia. Verá, mi hermano y yo estamos en un problema. Esa moto es nuestra, pero se quedó sin gasolina, cuesta como unos 1500 dólares o algo así, pero yo se la vendo en solamente unos 200.
-Y ustedes porque creen que yo compró cosas robadas.
“Encima creen que somos rateros.” Pensé frustrado
Aunque la verdad es que nuestro aspecto era bastante malo. En eso oí que el comerciante al qué le había ofrecido la moto decía:
-Ayúdenme a atrapar a esas ratas.
Tardé un poco en comprender que se refería a nosotros y vi una chusma que se nos acercaba. Jalé a Bruno
-Run!  Go!
Y nos echamos a correr calle abajo tratando de perderlos metiéndonos en unos callejones. Afortunadamente para nosotros, la mayoría de los de la multitud de perseguidores estaban gordos y no podían correr, a diferencia de nosotros que estábamos acostumbrados a hacer ejercicio. Cuando los pudimos perder nos sentamos a descansar tantito en la banqueta al lado de una tiendita de abarrotes.
Seguramente se preguntarán ¿Por qué corrimos cuando pensaron que éramos ladrones, si en realidad no lo éramos? Bueno es que hemos escuchado que a los ladrones en Guatemala no los entregan a la policía, sino que los linchan.
Veíamos las botellas de agua con ansias y ganas de robarnos una, pero salió el dueño de la tienda y nos corrió de ahí.
-No quiero mendigos en mi banqueta!
Era el colmo, tenía que ser una pesadilla. ¿Cómo sería nuestro aspecto que habíamos llegado a parecer casi mendigos?
En eso se nos acercó un joven rapado y tatuado.
-Corren bien, ¿quién los perseguía, la chusma o los azules?
-La chusma
-¿Y qué se robaron? Vamos compartan
-No somos rateros!- gritó Bruno
-Shh, no seas idiota, gritar que no eres un ladrón no cambia los hechos. Pero entre compañeros nos ayudamos.
-Shut up- le dije a Bruno pues creí que teníamos una oportunidad que aprovechar.
-La moto se quedó sin gasolina- le dije al joven tatuado
-Suele pasar, pero seguramente también se llevaron las carteras.
-No, sé que somos idiotas pero apenas estamos empezando.
-Bueno, no se preocupen. ¿Tenían sed, no?- dijo sacando una botella de agua abierta.
Bruno bebió ávidamente.
-Está abierta, verdad?- me quejé yo
-Claro-el joven tatuado escupió en el suelo
Al final me convencí y bebí del agua chupada, pero con la sed que tenía me supo mejor que el agua de Noruega envasada en vidrio. Con el agua mi mente se aclaró, tenía que ser inteligente porque de eso dependía nuestro futuro más cercano.
-Tenemos que llegar a la calle de Agua y además tenemos que robar unas playeras- le dije al joven tatuado- por cierto somos Pedro y Ángel- mencioné señalando a mi hermano.
Bruno me miró con un cara como si yo fuera su peor enemigo desconocido pero yo le lancé mirada de pistola para que no dijera nada.
-No hay problema- nos dijo después de reflexionar un poco.- Por cierto yo soy el Mataextranjeros, es mi apodo porque me especializo en robar a los turistas extranjeros y matar sin excepción a los que se resisten.
Yo y Ángel nos echamos una mirada de reojo.
El “Mataextranjeros” nos llevó a una tienda de ropa, qué asaltó sin ninguna dificultad y nos entregó gorras, lentes oscuros y playeras de estampas rockeras. Salimos corriendo y cuando empezaron a perseguirnos nos guió por una serie de pasadizos secretos que había en la ciudad. Era toda una experiencia, hasta de repente me dieron ganas de volverme delincuente, pues la adrenalina y el escape eran sensaciones mucho más emocionantes que subirse a los juegos de Six Flags.
Finalmente salimos a una especie de avenida pequeña y nos vestimos cómo el nos dijo. Ahora sí que parecíamos delincuentes. Aunque yo tenía la intención de pagar todo una vez que estuviéramos a salvo en “La Inglesa”.
Nos faltaba un medio de transporte o dinero para trasladarnos. Así que se me ocurrió una idea.
-Réntame tu pistola, “Mataextranjeros”
El joven tatuado miró con desconfianza, pero finalmente aceptó y me pasó la pistola. Afortunadamente sabíamos manejarla porque los guardaespaldas que habíamos tenido en México nos enseñaron cómo se usaban. Y como no tenía la intención de matar a nadie le puse el seguro. El “Mataextranjeros nos esperó fumando en una esquina, mientras caminé con Bruno a lo largo de la calle buscando algún blanco fácil…
Santiago POV
Yo iba tranquilamente en mi carrito de golf rumbo a la hacienda, venía regresando de casa de mi amigo Karl (ya habíamos hecho las pases) porque habíamos ido a escoger unas bicicletas de montaña y después nos las llevaron a su casa. Estuvimos practicando ciclismo de montaña en nuestras nuevas bicicletas un rato, pero al final la dejé en su casa para pasar otro día por ella en la camioneta de Fernando. Y como tenía hambre me detuve en un pequeño restaurante. Después de comer algo salí y me disponía a dejar el estacionamiento cuando dos jóvenes con lentes oscuros y playeras moradas rockeras me apuntaron con una pistola.
-Danos la cartera
La voz se me hacía extrañamente familiar, pero claro, yo no conocía rateros.
Le entregué la cartera y también les ofrecí el celular, pero solamente aceptaron la cartera y se echaron a correr en dirección a otro hombre. Me pareció que le daban la pistola y parte del dinero, segundos antes de que se perdieran en un callejón. Yo me lamenté, pues en la cartera traía algunas credenciales además de unos 400 dólares y una tarjeta.
Manejé en silencio hasta la casa, seguramente qué a Miguel Ángel no le gustaría nada saber que me habían asaltado. Cuando me faltaban unas cuadras recibí la llamada de Miguel Ángel
-¿Dónde estás Santiago, estás bien?
-Sí, bueno, me acaban de asaltar pero ya casi llego ¿Por qué?
-¿Qué te acaban de qué? No! Bueno, qué bien que estás bien apúrate, es que tus hermanos no me contestan el teléfono.
-¿Quiénes?- le pregunté porque con esa información seguía igual.
-Romy y Bruno. Deja que lleguen, les voy a dar la paliza de sus vidas. Se fueron sin avisar a dónde y llevan varias horas sin responder el celular.
En eso me acordé de la voz del asaltante, no imposible, simplemente imposible. Esos dos hermanos suyos se suicidaban antes de vestirse como esos asaltantes.
Llegué a la Hacienda y Miguel Ángel me pidió que los acompañara a todos en la gran sala, así que saqué mi laptop-tablet y me puse a hacer la tarea. El ambiente se respiraba tenso, y Miguel Ángel daba vueltas por la sala con el rostro muy preocupado. Andy y Ana dibujaban unos libros para colorear en el suelo, Leo y Ricardo jugaban en silencio con sus nuevos Playmobils, Alex leía un libro viejo de la biblioteca y revisaba locaciones en un mapa mientras Cristian veía un video con los audífonos puestos, Sofía, Mary José, yo y Fernando hacíamos tareas de la escuela y de vez en cuando mirábamos a Miguel Ángel. El pobre estaba super preocupado y no paraba de ver la hora en su celular. Un par de veces trajo el cinturón de su cuarto y un par de veces lo volvió a llevar a su cuarto.
Finalmente, cuando estaba oscureciendo llegaron corriendo desde la puerta de la calle, cuando los vi el corazón me aceleró, pues a los que vi entrar fue a los que me habían asaltado, pero vi como se quitaban la gorra y los lentes oscuros antes de entrar a la casa, y vi el cabello rubio dorado de Romy y el café rojizo de Bruno. Casi me da un infarto, no entendía nada.
Cuando entraron a la sala Romy corrió a abrazar a Miguel Ángel y Bruno lo siguió. Aunque Bruno se quito rápido y se fue a sentar a uno de los sillones de piel, mientras se quitaba la playera y la tiraba al suelo, pero Romy se quedó abrazado a Miguel Ángel y vi que empezó a llorar. Aunque para mi sorpresa también me pareció que a Bruno se le escapaban unas lágrimas. Mis hermanos casi no lloraban, ni siquiera cuando los castigaban a menos que fuera muy fuerte. Pero el sentido común me regresó, seguramente eran unos hipócritas qué estaban llorando para escapar de la paliza de sus vidas, o tal vez sí les había pasado algo, pero se lo merecían por rateros.
-Mira, no se te qué les habrá pasado, pero se lo merecen por rateros.
-¿Qué dijiste?- intervino Miguel Ángel- como vuelvas a decir eso te doy una paliza aquí en frente de todos tus hermanos.
-Pero es que es cierto!- protesté
-Te lo advertí- mientras se dirigía a su cuarto por el cinturón
Pero Román lo detuvo
-Espera, tiene razón.- y sacó mi cartera y me la echó.
Yo me quedé petrificado, todavía tenía la esperanza de estar confundido, pero aquello, aquello era demasiado extraño.
Miguel Ángel puso una cara de sorpresa y confusión enorme.
-Haber, como no se aclare todo esto, más de un trasero se va a acostar ardiendo.- amenazó Miguel Ángel continuando su camino hacia el cinto de su cuarto
-Escucha- le dijo Román- no pero siéntate porque es muy largo.
Y Román y Bruno le contaron a Miguel Ángel todo lo que habían pasado de principio a fin.
-¿Y tú cómo lo sabes, Santiago?
-Porque a mi fue al que asaltaron.
-Pero ¿Por qué no le pidieron ayuda a Santiago en vez de apuntarle a la cabeza con una pistola?
-Por miedo al “Mataextranjeros”- explicó Bruno
-¿Y por qué no pidieron ayuda?
-¿Cómo mendigos? Antes me suicido- afirmó Román
Miguel Ángel se veía aliviado pero cansado y confundido. Mientras que mis hermanos ponían todo tipo de caras de sorpresa.
-¿Qué debo hacer Fernando? ¿Les debo pegar por ladrones? ¿O los debo consolar por lo que les pasó?
-A mi no me preguntes, por favor Miguel.- dijo viendo a sus dos hermanos que le imploraban misericordia con los ojos.
-Bueno, se ganaron el castigo desde que no pusieron a dónde iban, así que tengo que castigarlos, pero les prometo que no será tan duro. Niños, niñas, ya se pueden ir todos excepto Román y Bruno. Cenamos en media hora. Fernando, checa que el cocinero prepare la cena por favor.
Bruno POV
Todo había sido culpa de esa puestera, todo! La odiaba con todo mi corazón.
Miguel Ángel nos llamó a su cuarto y cerró la puerta.
-¿Quién primero?
Romy no se decidía así que le dije que yo.
-Bájate los pantalones
Le hice caso y me incline en la cama
Zas.. Zas.. Zas.. Me ardía mucho, me estaba dando muy fuerte
Zas.. Zas.. Ah… se me escapó un gemido
Zas.. Zas.. Zas.. me costaba trabajo aguantarme para no llorar
Zas.. Zas.. un par de lágrimas me corrieron por las mejillas, y yo estaba tan concentrado en no llorar que me tarde unos instantes en comprender que Miguel Ángel había terminado.
-Ya Bruno- me dijo con suavidad
Yo me levanté y me abroché el pantalón mientras Romy se bajaba el suyo y se ponía en posición de castigo
Zas.. Zas.. Zas.. Ah Zas.. Zas.. Zas..
Vi como le escurrían algunas lágrimas. Generalmente yo aguantaba más que él en los castigos.
Zas.. Zas.. Au Zas.. Zas..
Cuando Miguel Ángel terminó Romy ya estaba sollozando. Se levantó y se abrochó el pantalón. Finalmente Miguel Ángel nos abrazó a los dos
-No tienen una idea de lo preocupado que estaba por ustedes- nos dijo con los ojos llorosos- qué bueno que ya están aquí y bien. Después arreglamos todo el desastre que hicieron -  nos dijo finalmente con una sonrisa y una palmada en la espalda.

Es cierto que yo no soy muy sociable y que suelo tener mal genio, pero esa noche que cenamos toda la familia juntos me sentí muy a gusto entre mis hermanos y con Miguel Ángel qué nos quería y cuidaba como si fuéramos sus hijos y sus primos al mismo tiempo. Esa noche la calidez de la mesa familiar y la rica cena de pescado asado y ensalada de manzana, junto con jugos naturales de frutas me hizo rezar en agradecimiento antes de dormirme en mi cómoda cama y mi única almohada que me gustaba. 

6 comentarios:

  1. Empezaron jugando carreras y terminaron de delincuentes jajaja pobres pero les pasa por deslenguados y arrogantes, me gustó en este cap y en el anterior que se vio un poco más de la personalidad de cada uno en especial de Román y Bruno.

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    1. ¿Crees que haya sido por arrogantes? Yo más bien creo que fue mala suerte lo que les pasó a Romy y Bruno, jaja.
      Me complace mucho saber que te haya gustado el capítulo, gracias por comentar, me anima a seguir escribiendo las aventuras cotidianas e inusuales de esta singular gran familia.

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  2. Y muy buen detalle lo de las edades arriba ha sea que las aprenda son de mucha ayuda

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  3. Waaoo todo lo que pasó ese par!!
    Pero como asaltan al propio primo eso es ilegal!! Le hicieron pasar un susto y un mal momento!!
    Creo que Miguel Ángel es muy blando con ellos...
    Fernando me cae de lujo!!!

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