Gracias por
sus comentarios n.n Estoy muy contenta de que les esté
gustando. Por favor comenten y háganme saber su opinión :D
-No revisé nada, pero creo que deberé
hacerlo- sentenció- Roy, pásame tu mochila-
La cara de estupefacción de Roy no tenía
precio, o al menos eso pensaba Thea mientras observaba al criminal,
completamente indignado observando la expresión serena de Oliver.
-No puedes estar hablando
enserio-habló por fin- Ni siquiera me conoces y ya me estás juzgando-
Oliver exhaló pesadamente. Sabía que sí lo estaba pre juzgando y no se sentía orgulloso
de ello, pero ¿qué más se suponía que hiciera? No acababa de adoptar a
cualquier muchachito, sino a uno con un impresionante historial delictivo.
-Es lo menos que puedes hacer después
de dejarlo venir- comentó Thea de una manera no muy amigable.
-¿En serio vas a esculcar mis cosas
sólo porque ella lo dice?- inquirió el joven, frunciendo el ceño con rabia.
-Duh, soy su hermana- contestó Thea.
-Y yo soy su adoptado- replicó Roy,
quien después de meditarlo un momento dirigió una sonrisa torcida maliciosamente
a la chica- Algo me dice que dentro de poco ya no seguirás siendo la favorita,
niña- comentó de manera mordaz.
Thea, aunque sabía que el comentario
había tenido como único propósito hacerla enojar, no pudo evitar ponerse
furiosa, ¿qué se creía ese chico? No podía simplemente llegar a su casa e
insinuar que le quitaría su lugar como favorita de Oliver, ¡ese título era suyo
y de nadie más!
-¡Sueña, vago mugroso!- espetó
iracunda, pero para su coraje, Roy no le respondió más que lanzándole un beso.
-¡Suficiente!- intervino Oliver
enérgicamente, logrando así el silencio de ambos. Enseguida, extendió la mano
frente a su huésped- Roy, no quisiera tener que hacerlo- le explicó, tratando
de conservar la paciencia- pero con escuchar tu registro es suficiente para darse
cuenta de que no eres una blanca paloma-
Roy tan sólo lo siguió fulminando con
la mirada, pero guardó silencio… no lo admitiría ni bajo tortura pero en sus
adentros sabía que el tipo tenía razón.
-Vamos a sentarnos y mientras
inspecciono lo que trajiste podemos aprovechar para hablar de las reglas de
esta casa- propuso el mayor sin siquiera esforzarse en hacerlo sonar como una
oferta atractiva. No tenía caso. Por más encanto que tuviera Oliver Queen,
imponerle reglas a un adolescente no era algo que pudiese clasificarse jamás
como divertido o agradable… mucho menos si se trataba de un joven totalmente
desconocido y con fama de problemático.
Tal y como se lo esperaba, Roy no
reaccionó saltando de gusto, solo le frunció aún más el ceño y se cruzó de
brazos
-Ya no me está agradando tanto la
idea- señaló.
De acuerdo, ese era uno de los
momentos claves. Mantenerse firmes para dejar claro quien da las indicaciones y
quien las obedece (o al menos eso decía el capítulo 1 de un libro acerca de
Padres de Adolescentes que leyó en la biblioteca pública… antes de ver a la
linda bibliotecaria e ir a conversar con ella, pero en fin…). El arquero le
sostuvo la mirada y habló sin vacilación.
-Ahora soy tu tutor y parte del
trabajo es encargarme de que no acabes en prisión o muerto- explicó- Aunque
bueno, tu sabes, siempre podemos volver si tú quieres para que le digas al juez
que prefieres ir a la correccional- medio ofreció, medio comentó casualmente.
-Por favor- intervino Thea, rogando
para que el muy vago aceptara la tentadora oferta de su hermano y se marchase
directo prisión, donde seguramente pertenecía.
Ambos varones la ignoraron, demasiado
ocupados con la difícil situación. En un momento dado, Roy comenzó a desviar la
mirada con disimulo. Lentamente se quitó la mochila del hombro y con la mano
derecha se la acercó a Oliver de mala gana. Éste último la tomó, secretamente
aliviado de que su primer “acto de autoridad”, como el patético libro lo
llamaba, hubiese resultado tan relativamente bien.
-Gracias- tomó la mochila.
-De mucho- contestó el adolescente de
mala gana, aun no muy seguro de haber tomado la decisión correcta.
-¡AGH!- Thea emitió un gruñido de
exasperación pura y dio media vuelta, comenzando a subir las escaleras de dos
en dos rumbo a su alcoba. Se sentía indescriptiblemente frustrada, y muy herida
también. ¿En qué demonios pensaba Oliver? ¿Por qué no había considerado lo que
ella sentiría cuando decidió recoger al chico ese? Pero qué tonta había sido al
pensar que a Oliver le importaba y se preocupaba por ella…
Oliver escuchó el portazo y de
inmediato supo que Roy no era el único adolescente con el que debería conversar
ese día.
Hizo un gesto con la mano hacia la
sala de estar, indicándole a Roy que pasara y tomara asiento. Aquella sería una
larga plática.
.
.
-¡No!-
Oliver no le dio mucha importancia a
la negativa del adolescente y continuó inspeccionando sus pertenencias. Había
vaciado toda la mochila y la enorme bolsa en la mesa de centro de la sala,
ocupando más de la mitad de esta. Desde entonces, no se había puesto de pie ni
un segundo. Además, habían estado también estableciendo las reglas de esa casa.
Claro que no le estaba siendo tan sencillo, pues el muchacho le rechistaba casi
cada una de ellas, que si no veía razón para no usar el barandal de las
escaleras como resbaladilla, que si le parecía sospechoso no tener permitido el
acceso al estudio, que si le parecía represivo no poder expresarse con
groserías.. en fin, ¡a todo le hallaba un pero! Hasta ahora llevaban pocas
normas 100% establecidas, pero le había tomado mucho tiempo establecer cada
una.
Respecto a las pertenencias de Roy….
Bueno, al menos hasta ahora no había visto ninguna navaja o arma de fuego.
Había notado un par de botellas de alcohol envueltas en papel higiénico para
que no sonasen tanto, algunas revistas no muy decentes y un paquete de
cigarrillos, lo cual inmediatamente decomisó. Aparte de eso, todo lo demás era
casi pura ropa vieja, una cobija y algunos cuadernos, entre algunos artefactos
más, pero todos inofensivos.
-¿Por qué no?- interrogó- No veo
motivos válidos para que no asistas a la escuela, Roy- argumentó, tomando un
suéter viejo del montón de ropa y sacudiéndolo para ver si no caía nada
escondido de los bolsillos de éste.
-Ya asisto a una escuela- repuso
éste.
-¿Por qué no te creo?- preguntó escépticamente
el joven empresario, aun inspeccionando la desgastada prenda.
-Estoy diciendo la verdad- se indignó
Roy- es una escuela que está en los Glades-
-Una donde te ausentas semanas y ni
siquiera solicitan a Servicios Sociales que te busquen- medio afirmó, medio
inquirió Oliver.
-Exacto, la escuela perfecta para mí-
replicó el joven.
-No lo creo- sentenció el Arquero,
por fin dejando de lado el suéter y tomando unos jeans- Otra cosa, Roy-
El jovencito rodó los ojos. Realmente
no tenía mucho problema con todo lo que Oliver había dicho antes, ¿pero una
nueva escuela? Agh…..
-¿Qué?-
-Mande- le corrigió el tipo sin
siquiera mirarlo.
Puso los ojos en blanco, armándose de
paciencia.
-Mande-
-No estoy del todo cómodo con la idea
de que salgas solo durante la noche- soltó y los ojos de Roy se enfocaron en
Oliver cautelosamente, algo emocionado en sus adentros con la idea de gozar de
aunque fuese un poco de libertad.
-¿Significa eso que durante el día
sí?-
Sus esperanzas se derrumbaron cuando
su nuevo “tutor” soltó una sincera carcajada.
-Bueno, no, aún no. Pero por la noche
me parece una idea aun peor- le explicó, dejando de lado los jeans para ver al
adolescente.
Su mirada captó la expresión de rabia
contenida del muchacho, que daba la impresión de que explotaría en cualquier
momento y bueno, a decir verdad, Oliver no lo culpaba. Él entendía que Roy
había vivido los últimos seis años prácticamente mandándose sólo y ahora se le
estaban imponiendo aún más restricciones que a cualquier otro joven de su edad.
-Roy, debes saber que no estás aquí
de vacaciones- le aclaró seriamente, apresurándose a añadir- pero tampoco para
cumplir sentencia ni nada por el estilo-
-¿Ah, no?- le retó éste- ¿Entonces
para qué?-
-Para ser parte de ésta familia-
respondió.
Roy parpadeó una vez ante la
inesperada respuesta, pero después desvió la mirada y bufó.
-¿Sí? Pues no te veo revisando las
cosas de la “princesa”- repuso.
Oliver se pasó la mano por el rostro,
tratando de ordenar sus ideas.
-Entiende que no es lo mismo. Siendo
sinceros, nosotros apenas nos conocemos. Debido a esto y a tu… fama, voy a
tomar medidas más drásticas que las que tomaría con cualquier otro adolescente
en lo que respecta a seguridad-
Roy se indignó y le dirigió una
mirada penetrante.
-¿Y cuántos adolescentes has cuidado
por más de una hora?- le cuestionó- Y tu hermana no cuenta si tu madre estaba
en casa- se apresuró a aclarar.
-Pues- comenzó muy seguro Ollie, pero
después ya no se veía tan dispuesto a responder-… tú serás el primero, pero…-
El magnate ya no supo cómo seguir,
así que desvió la mirada algo apenado de que un mocoso de 14 años acabara de
ganarle con su argumento. Ya no le faltaba casi nada de revisar, así que tomó
el estuche de madera, pero pronto Roy se abalanzó sobre su brazo y atrapó el
estuche en ambas manos.
-¡¿Qué?!- se alarmó- ¡¿Qué pasa?!-
Pero Roy no se quitó, sino que asió
la caja con aun mayor fuerza.
-¡NO! ¡ESO NO LO TOQUES!-
Oliver, saliendo de su asombro, trató
de quitarle la caja al muchacho. Si no quería que la abriera era porque algo
peligroso había de tener.
-¿Por qué?- preguntó el mayor, sin
ceder ni un poco aunque Roy no dejase de jalar el estuche, tratando de
apoderarse de éste.
-Por favor- replicó el muchacho. Por
más fuerte que jalaba, Oliver no soltaba nada, ¡Su jodido brazo parecía de
piedra!
-Esa no es una razón válida, Roy- discutió
Oliver, dando un fuerte jalón y logrando así quitarle la caja al chico.
-¡NO!- gritó éste.
Oliver estaba dispuesto a ignorar al
crío, pero una súbita frase lo detuvo.
-¡Por favor, Oliver! ¡Es lo único que
me dio mi abuelo la última vez que lo vi!- imploró el joven con la voz casi
quebrada.
Sonaba tan desesperado que el playboy
de Star City no pudo evitar mirarlo y, en efecto, no podría lucir más sincero.
Sin embargo, se recordó, ya había engañado antes a Thea.
-¿Cómo sé que no me estás mintiendo?-
se vio obligado a preguntar.
Roy respiró profundamente, tratando
de reunir un poco de compostura antes de volver a hablar.
-No mentiría con lo de mi abuelo. Él
fue el único que desinteresadamente cuidó de mí- explicó- Y lo que está ahí-
señaló el estuche- es lo único que de verdad valoro-
Oliver se le quedó viendo como
decidiendo si creerle o no. Si lo que Roy decía era verdad, entonces Oliver no
tenía realmente ningún derecho de husmear, pero, de nuevo, ¿cómo saber si no se
trataba todo de una mentira?
-Lo juro- suplicó Roy, mandando al
diablo todo su orgullo- No tengo ni alcohol ni cigarrillos ni drogas ni nada
escondido ahí-
A pesar de todo lo que le gritaba su
buen juicio, Oliver le devolvió reaciamente el estuche, el cual Roy tomó al
instante y no lo volvió a poner en la mesa, sino que lo cargó bajo el brazo.
Oliver negó con la cabeza. Si el
escritor de ese aburrido libro de Padres y Adolescentes estuviese con ellos, le
hubiese pegado un zape con el mismo libro.
De pronto, todo el alivio que Roy
sintió al recuperar su estuche se esfumó cuando Oliver comenzó a deshacer los
pocos pares de calcetines que había llevado consigo. Eso no iba para nada
bueno…
Oliver no supo si se sintió más
estúpido, crédulo o indignado cuando varias bolsitas de plástico transparente
cayeron de uno de los calcetines a la mesa.
Se quedó observándolas como si nunca
las hubiera visto, pero lo cierto es que las conocía muy bien: Marihuana y
Cocaína, mínimo tres bolsitas de cada una. Enseguida le dirigió una mirada
asesina al joven, quien se quedó en donde estaba, no muy seguro de que hacer.
-Casi vas a la correccional- comenzó
en un tono tan serio como la muerte- ¿Qué no te das cuenta? La magnitud del
problema en el que estabas metido es muy grande-
-Yo sólo las compré- aclaró
finalmente Roy, tratando de sonar convincente- No vendo nada- le aseguró.
El repentino puño que Oliver golpeó
contra la mesa hizo palidecer un poco a Roy. La verdad es que el tipo era muy
alto y- muy a su pesar- Roy tenía que admitir que los músculos del hombre
hacían que los suyos lucieran patéticos en comparación, todo eso más la mirada
tan escalofriante que le dirigía…. Bueno, estar ahí en el lugar de Roy no era
como un paseo por el parque.
-No es el punto, Roy- le reprendió
Oliver- Estas mierdas…-
Roy se quedó aún más impresionado.
¿Acaso Oliver Queen, niño dorado de Star City, acababa de decir una mala
palabra?
-…no te van a traer nada bueno-
declaró severamente- Y donde me entere que te vuelves a involucrar con algo
así, te lo juro, Roy Harper, me vas a conocer- le amenazó, casi perdiendo la
calma. A continuación, se puso de pie y comenzó a alejarse de ahí.
Una vez que salió de su asombro, Roy
lo siguió alarmado pues se dio cuenta de que Oliver llevaba consigo las
bolsitas de plástico.
Oliver entró a una habitación y,
antes de que Roy pudiese alcanzarlo, se escuchó el ruido de un retrete al que
le jalaban la cadena.
Oh, no. No se había atrevido.
-No se permiten drogas en esta
familia- sentenció el tipo una vez que salió- ¿Está claro?-
Roy estaba que echaba humos. Tenía
los puños apretados son los brazos pegados a su costado y la mirada baja para evitar
cometer una imprudencia y matar al tipo.
“Es esto o
la correccional… esto o la correccional” repetía mentalmente, hasta que se
calmó un poco.
Oliver notó lo furioso que estaba,
pero no había manera de que aceptara drogas en su casa… bueno, quizás sí, pero
en ese caso serían de él, no del chico que acababa de adoptar. Se supone que
debía cuidarlo, no dejar que muriese de una sobredosis.
-Y aprovechando que estamos aclarando
cosas, quiero que sepas que para evitar cualquier salida furtiva durante la
noche pondré alarmas en las ventanas y puertas de la casa- le avisó, llevándolo
del hombro a la sala de estar, donde yacían sus pertenencias sobre la mesa de
centro- Por cada cosa viva que entre o salga después de las 12, sonarán algunas
sirenas que alertarán a la seguridad-
Roy rodó los ojos, frunciendo aún más
el ceño. Cada vez encontraba mayor similitud entre esa enorme casa y el
reformatorio.
De pronto, la puerta se abrió,
tomando al chico por sorpresa.
-¡Thea, Oliver!- llamó una voz que a
Roy le recordó a Cruella De Vil, la de los dálmatas- ¡Ya estoy en casa!-
Roy sintió la mano de Oliver asirse
más fuerte de su hombro, como para que no escapase o algo. La expresión de su
tutor parecía la de alguien que prevé alguna catástrofe que se avecina… algo
malo como un tsunami o un apocalipsis zombi.
Oliver, por otro lado, se sintió como
un completo idiota. Claro que sabía que en algún momento su madre tendría que
enterarse, pero el plan original no incluía la revisión de las cosas de Roy, lo
cual les había quitado mucho tiempo. Se suponía que para ese momento Roy ya
debería de estar instalado en su habitación, así él podría llevar a Moira al
despacho y explicarle todo con calma. En cambio ahora estaban ambos de pie casi
enfrente de la puerta… algo le decía que las cosas no marcharían tan bien como
esperaba.
me gusta mucho, este roy siento que va a ser cosa seria yquiero saber que guarda en ese estuche, me imagino ya algo pero me cayo para poder saber despues ^^
ResponderBorrareste Roy me gusta mucho
ResponderBorrarjajajajaja cruela de vil? ahora esa imagen no se borrara de mi mente jajajajajaja, Olliver por andar de curioso ahora se complico todo....de acuerdo, yo tambien moria por saber que había en la mochila X)
ResponderBorrarJajajajja. La abuelita???!!!..... Jajajajja
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