lunes, 30 de marzo de 2015

EN CASA DE HERRERO... CUCHARA DE PALO 19.



19.
 Carolina fue a la cocina  a prepararse un té, necesitaba calmarse un poco, las cosas no habían ido para nada como esperaba. Hubo un momento en que pensó que lograría que Armando hiciera lo correcto, pero fue efímero. Pero el chico era terco, y además Oliver no ayudaba lo más mínimo. Sabía que su sobrino lo hacía con buena intención, quería ayudar  a su hermano y a su padre, pero Carolina no podía evitar preocuparse por Armando. ¿No estarían haciéndole un flaco favor? ¿Y si el chico tenía realmente un problema con las pastillas? Carolina sabía que cuanto antes se cogía en esos casos era más fácil curarse.
No fue hasta que escuchó a su sobrina discutirse con Rui y con Nico que regresó al mundo real. Como siempre el mando a distancia era el objeto de la disputa. Carolina se maravillaba como un simple objeto podía maravillar tanto a sus sobrinos y a su hijo. Carolina salió de la cocina y solucionó la disputa como lo haría su cuñado “para nadie es el mando”, quitándoles el mando a distancia y guardándoselo en el bolsillo del pantalón. Por supuesto esa decisión no fue del agrado de ninguno de los tres, pero Carolina no estaba para más charlas, así que los mandó a hacer las tareas. Y cuando Célia se hizo la resabida, diciéndole que ella ya había acabado sus tareas. Ni corta ni perezosa agarró una hoja y le puso unas cuantas divisiones, para que fuera practicando. Célia estaba a punto de hacer una pataleta cuando Carolina la amenazó con no llevarla a la fiesta de cumpleaños que había aquella semana y a la que la niña llevaba casi un mes hablando. Rui Y Nico vieron que Carolina no estaba de humor, eso era lago muy raro, pero las pocas veces que había pasado, sabían que debían quitarse de por medio, así que eso hicieron y se refugiaron en su habitación. Nico a hacer las tareas de la escuela tal y como su madre había dicho y Rui se puso a leer un libro sobre experimentos de física fáciles y divertidos que parecía que le había absorbido des de la primera página.
No eran aún las siete cuando Francisco llegó a casa, tras saludar a sus hijo, fue a cambiarse y ponerse algo más cómodo, esperaba que Carolina hubiera tenido algo de suerte con su pesquisa. Pero tras saludar a Oliver y Armando y ver que estaban muy “relajados” algo le decía que no. Francisco se dio una ducha rápida, se puso ropa cómoda y picó a la puerta de la habitación de su cuñada.
-         Toc Toc soy Francisco ¿se puede?
-         Pasa (dijo Carolina, apartando el laptop. Francisco entró, cerrando la puerta tras de él y se sentó en la silla del escritorio de su cuñada).
-         Deduzco por la cara de los niños y por la tuya, que nada de nada ¿no?
-         No exactamente. Armando me ha llegado a reconocer que eran suyas, pero después se ha cerrado en banda y después ha llegado Oliver y esos dos han hecho piña contra mí.
-         Grrrr (gruñó Francisco)
-         ¿No te quejabas que esos dos nunca se iban  a llevar bien? Pues mira, ahora parecen ser uña y carne.
-         Ya estoy harto de tanta tontería, voy a ahora mismo a acabar con toda esta charada (dijo Francisco poniéndose en píe).
-         Francisco, espera un momento, quizás esta sea una de esas veces en que hay que hacer como que no vemos.
-         ¡Anfetaminas, Carolina!
-         Sí, lo sé. Pero no sé que pasó entre Oliver y Armando, pero parce que Armando le dio su palabra a Oliver que no volvería a tomarlas, y sonaba sincero. Francisco, es Armando…
-         Si el Armando que ha tomado drogas. El armando que ha dejado que su hermano se cargue las culpas. El Armando que cada día se sienta a desayunar conmigo y hace como si no hubiera roto un plato (Francisco iba alzando la voz a medida que hablaba).
-         Francisco, no digo que esté bien, pero creo que deberías dejarlo que quede entre ellos.
-         Carolina, mírame a la cara, Mírame y dime que si Marina estuviera viva, me dirías que lo dejara estar (Carolina no pudo contestarle, de haber estado viva su hermana ni se le habría pasado por la cabeza decirle cómo tratar ese asunto con sus hijos).
-         Pero no está, Francisco. Y creo que precisamente porque ya no está Marina, armando recurrió a esas pastillas, no lograba concentrarse y las tomó para seguir rindiendo como antes de que Marina muriera.
-         ¡Por supuesto! Decidió tomar esa mierda de pastillas porque seguro que eso habría hecho muy feliz a su madre (dijo Francisco apretando fuerte los músculos de la mandíbula).
-         Francisco, tranquilízate, entiendo que estés enfadado pero recuerda que es Armando de quien estamos hablando.
-         ¿Y qué quieres decir con eso?
-         Que, joder, es igualito a ti, y ahora mismo la culpa le debe de estar reconcomiendo por dentro. No puede confesarte que las pastillas que tomó eran de el, por el pacto que ha hecho con Oliver, pero pude ver que se muere por decírtelo, por hacer lo correcto.
-         ¿Su lealtad a su hermano es mayor que hacer lo que está bien? (dijo elevando ambas manos al cielo) ¿Eso es lo que me intentas decir, Carolina? Uy sí, ahora me siento mucho mejor, muchas gracias cuñadita (dijo con toneladas de sarcasmo. Carolina respiró hondo y contó hasta 10  para no mandarlo a la porra).
-         ¡Francisco que tiene 17 años! Su escala de valores no es del todo…convencional.
-         Está claro que no (dijo antes de abrir la puerta para irse directo a la habitación de los “grandullones”).
-         Francisco ¿Qué vas a hacer? (dijo sonando preocupada)
-         Acabar con toda esta pantomima, le he dado más que tiempo para recapacitar y confesar, pero está claro que no va a hacerlo.
-         Francisco…(dijo intentando que entrara en razón)
-         Ni Francisco ni nada, esta es mi casa, y no me gusta que me mientan en ella y me tomen por idiota.
-         A veces lo eres.
-         ¿Perdón? (se paró de golpe y se quedó mirando a su cuñada como hacía años que no la miraba).
-         Me has oído. No eras tú él que le dijo a mi padre que el objetivo de castigar a un hijo era para que aprendiera de su error y que no lo volviera a repetir ¿no? Pues Armando ya aprendió y no lo volverá a repetir.
-         Carolina, si hay algo que llevo años recalcando a mis hijos es que no hay lugar a las mentiras en esta familia, con Oliver he fracasado estrepitosamente, pero con Armando, Rui y Célia parece que no estoy haciéndolo tan mal. Todos saben que por muy malo que sea lo que hayan hecho siempre podrán confiar en su madre o en su padre para ayudarlos. Es más cada vez que Rui se ha metido en un lio y ha acudido a mí antes de que me enterara de otra forma le ayudado y he sido muy indulgente con el castigo, incluso perdonándoselo si procedía. Cuando Armando se dio cuenta que por si mismo no daba para mantener sus notas, debió hablar conmigo, habríamos encontrado una solución. ¿por dios? No esperaba que los niños siguieran como si nada después de la muerte de su madre. Nunca les dije nada parecido. Yo mismo me tomé una baja y todo, porque no era capaz de lidiar con todo.
-         Estás cabreado porque no acudió a ti no porque tomara anfetas.
-         Estoy cabreado por todo, porque no acudió a mí, porque acudió a las drogas, porque ahora acude a Oliver. YO soy su padre.
-         Armando es como tú, le cuesta reconocer que necesita ayuda y mucho más pedirla, es orgulloso como su padre. Francisco, te lo vuelvo a decir, estás dolido porque no acudió a ti.
-         Y yo te vuelvo a decir que sí, soy su padre y cuando vio que tenía problemas debió acudir  a mí (esto lo dijo tan alto que lo pudo oír toda la casa).

Armando y Oliver se miraron, sabían que su tía y su padre estaban discutiendo, no podía oírlos claramente pero se hacían una idea de lo que hacía que su padre y su tía mantuvieran una discusión tan acalorada.
-         ¿Qué crees que va a pasar? (le preguntó preocupado Armando a Oliver)
-         Pues en el mejor de los casos nos cae la bronca de nuestras vidas y papá va estar inaguantable durante semanas, quizás meses.
-         ¿eso es en el mejor de los casos? (dijo abriendo mucho los ojos, Armando no estaba acostumbrado a ser “el mal” hijo).
-         Sí, en el peor, nos da una soberana paliza a los dos y después a mi me pone de patitas en la calle, a ti te interna en una clínica para drogatas (dijo Oliver sin dejar de escribir mensajitos a Dani)
-         ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
-         Años de experiencia…anticiparse no sirve de nada, solo para prolongar la agonía.
-         ¿y si voy y le digo la verdad?
-         No serviría de nada, es más creo que incluso lo cabrearía aún más, si confiesas ahora parecería que lo haces para salvarte el culo.
-         Y quiero salvar mi culo
-         Jejeje (Oliver no pudo evitar reírse)
-         ¿Cómo me dejé convencer? Debí decirle a papá la verdad des de un principio.
-         Te dejaste convencer porque querías salvar tu culo de empollón y porque querías seguir ostentando el titulo de “hijo ejemplar”.
-         ¿Después de lo de la cagada del fin de semana en la playa?  (alzó una ceja Armando) Estoy seguro que Papá ya no piensa en mi como el hijo ejemplar.
-         Eres gilipollas, Armando. Podrías entrar en la embajada americana y cargarte a tropecientos mil civiles y papá seguiría pensando que eres el “buen hijo”. Y es por eso que ahora está cabreado, lo siento tío, yo llevo el estigma de que siempre piensa que le miento cuando hablo y tú llevas el estigma de que siempre espera lo mejor de ti, como sino pudieras fallar nunca.
-         Casi siempre le mientes cuando hablas, Oliver (rodó los ojos).
-         No dije que no tuviera razones para pensar así (Oliver sonrió orgulloso, cosa que solo hizo molestar más a Armando). Mira empollón, estamos en una situación peliaguda. Deja que mi experiencia te sirva de algo. En este caso lo mejor es no hacer nada. Y esperar que el chaparrón pase pronto. Pero tranquilo del asunto de mentirle asumo toda responsabilidad.
-         ¡Es que fue cosa tuya! (dijo indignado)
-         Ya, pero tu no me desmentiste.
-         Porque eres mi hermano y eso te iba a causar aún más problemas de los que ya tenías por mi culpa.
-         Espero que eso le valga a papá (dijo Oliver guardando el teléfono en el cajón de la mesita) Han cesado los gritos, empieza la función (Y ambos miraron la puerta de nuevo con pavor).


1 comentario:

  1. Oliver es tan fresco mmm me agrada!!
    Oye no es justo que ya terminarón los deberes y les pongan más grrrrr para Carolina!!!
    Que bueno que actualizaste doble porque dejaste este capi muy bueno!!!

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