CAPÍTULO 16: SECRETOS
Advertencia: este
capítulo puede ser algo fuerte. Contiene referencias a abusos de menores. Lee
bajo tu propia responsabilidad (tampoco es algo excesivo)
Héctor descansaba con la cabeza apoyada en las manos y una expresión de completo abatimiento. María pululaba a su alrededor haciendo cosas en la cocina, observándole discretamente esperando a que se decidiera a compartir sus preocupaciones.
-
No lo
entiendo, María, de verdad que no.
-
¿El qué
no entiende?
-
Su
reacción. La de los dos, pero sobretodo la de la niña. He sido mucho más que
blando. Mis padres eran bastante más duros conmigo a su edad, y aun así yo
jamás lloré de esa manera.
María le miró, otorgándole toda su atención.
-
Son dos
niños muy especiales. Han sufrido mucho y usted les ha regañado ya muchas veces
desde que están aquí.
-
¿Osea que
es mi culpa? ¿Lo estoy haciendo mal y por eso Clitzia ha llorado así? - preguntó, algo desesperado. Necesitaba saber
por qué era, para poder hacer algo.
-
No. Lo
está haciendo lo mejor que puede. Esa niña… tal vez debería subir a hablar con
ella.
Héctor suspiró, y asintió. Ya había pasado un rato desde que la había
dejado durmiendo, agotada después de llorar hasta el punto de asustarle. Tenía
que subir a ver cómo estaba y a hablar de lo que había pasado.
Cuando se asomó al cuarto de la niña, vio que Tizziano estaba allí
también, dormido junto a ella. No había querido dejarla sola. Héctor admiró una vez más el cariño que se
tenían los dos hermanos.
Se planteó si debía despertarles. Aún no habían comido, así que se
tenían que levantar… Se acercó y rozó el brazo de Clitzia con delicadeza, para
no sobresaltarla. El que se sobresaltó fue él, sin embargo, cuando vio una
sombra al otro lado de la cama. Al principio pensó que era un reflejo, pero
luego vio que se trataba de algo corpóreo. Una sombra con figura femenina.
La sombra acarició el rostro de Clitzia y luego se deslizó hacia Héctor
con un movimiento muy rápido, provocando que se cayera al suelo. Héctor creyó
escuchar una risa y se asustó mucho, convencido de que acababa de presenciar
algo sobrenatural. Se quedó allí sentado, respirando con dificultad durante un
rato, y finalmente se autoconvenció de que se lo había imaginado. Se levantó, y
despertó a los niños tal y como había planeado.
-
Calabacita…
despierta, pequeña. Tiz, despierta tú también.
Clitzia abrió los ojos tratando de enfocar. Los tenía rojos y algo
hinchados a causa del fuerte llanto. Héctor se sentó en la cama mientras
Tizziano refunfuñaba y se giraba para volver a dormir.
-
Clitzia…
¿podemos hablar de lo que ha pasado antes?
La niña se incorporó un poco, pero no respondió.
-
Pequeña…
yo no pretendía hacerte daño. Y estoy seguro de que no te lo hice, así que no
sé por qué has llorado así… Tal vez…mmm…tal vez…¿alguien te ha hecho daño
alguna vez?
Clitzia encogió las piernas, se las abrazó, y asintió con movimientos
lentos. Héctor contuvo el aire, entre sorprendido e indignado.
-
¿Qué
pasó, Clitzia? Cuéntamelo, por favor. Necesito saberlo. Quiero ayudarte.
La niña se miró las manos, dubitativa. Parecía mucho más calmada que
antes de dormir un rato, y Héctor pensó que iban a poder tener una conversación
en condiciones.
-
Él me
pegaba si no le dejaba entrar dentro de mí – murmuró.
Héctor sintió que la sangre le hervía, y que en ese momento podía
destrozar a una persona con sus propias manos. ¿Alguien había violado a una
niña de doce años? ¿Por qué había gente tan enferma en el mundo? No se atrevió
a pedirle a la niña que especificara a qué se refería, pero le pareció que la
idea quedaba bastante clara.
La levantó de la cama y la abrazó con fuerza.
-
Jamás
volverán a hacerte eso. Nunca, nunca.
Besó su frente y apretó el abrazo de forma posesiva. En poco tiempo,
esa niña se había convertido en alguien muy importante para él.
-
No me
pegaba como lo hiciste tú, pero me asusté – confesó Clitzia.
-
Mi vida,
eso fue un castigo, y no…nada más lejos de….jamás haría…no te preocupes, que no
lo volveré a hacer.
Ahora su reacción le parecía algo más lógica, puesto que era evidente
que la niña tenía un trauma por los abusos que había sufrido. Se preguntó dónde
estaba su madre cuando la hicieron eso. ¿Tal vez fue después de que muriera? Si
era así, era muy reciente.
Tizziano terminó por despertarse del todo, al oírles a hablar. Soltó un
ruidoso bostezo y les miró con curiosidad, al verles abrazados. Había estado demasiado dormido para enterarse
de la conversación.
-
¡Yo
también quiero! –se quejó, y se hizo un hueco al lado de su hermana. Héctor
sonrió, porque le fuera tomando confianza y le incluyó en el abrazo.
-
¿Quién
tiene hambre? Creo que María hizo algo muy rico.
-
¡Yo, yo,
yo, yo! - exclamó Tizziano.
-
Yo… un
poquito. – dijo Clitzia.
Héctor sonrió, y les acompañó escaleras abajo, pensando en el futuro, y
en cómo podía ayudarles. Él se ocuparía de que nada lastimara a esos niños de
nuevo. Aunque su mente se inquietó un poco con el recuerdo de aquella extraña
sombra. Si aquello era real, no sabía cómo iba a protegerles de eso.
Muy interesante, entretenida y el enfoque sobre natural siempre cae bien.no tardes en actualizar porfa
ResponderBorrarEso es crueldad, quiero más... Es muy interesante, quiero saber que espíritu atormentará a Hector, por fis, por fis.
ResponderBorrarpor fin actualizaste pero me dejaste con ganas de mas!!!!!!
ResponderBorrarespero prontisimo mas actualizaciones dream bonita ^^
Cuánto sufrimiento el de estos pequeños! Gracias al cielo por la llegada de Héctor!! Espero que él pueda borrar de a poco todos esos tormentos que padecieron siendo tan chicos.... Me encanta esta historia! Es muy linda.
ResponderBorrarOh pobre princesita ah sufrido mucho!!!
ResponderBorrarDream me eh quedado intrigada con esa sombra!!
continua porfis..