lunes, 29 de agosto de 2016

Ansias de libertad



Ansias de libertad
Capítulo 1:
Principios de una tragedia
Soy Daniel Rivas y tengo 16 años, pertenezco a una familia mexicana de clase media-alta tirándole a alta y vivo con mis padres, un hermano llamado Luis de 14 años y dos perros bernés de la montaña en nuestra casa de El Pedregal.
Hasta hace poco tiempo mi vida iba si no al 100, al menos bastante bien. Yo asistía al primer año de preparatoria y mi hermano a segundo de secundaria en un prestigiado colegio católico, llevábamos buenas notas, jugábamos tenis y no solíamos meternos en problemas. Pero un maldito día todo comenzó a desmoronarse. Mi mamá descubrió que mi papá le había sido infiel, lo corrió de la casa y estaban a punto de divorciarse.
Por supuesto, yo y mi hermano no queríamos que se divorciaran. La tensión del pleito familiar escaló tanto que mi hermano y yo evitábamos la casa a toda costa y pasábamos la mayor parte del tiempo en el club o en casas de amigos. Mientras tanto mi mamá comenzó a asistir a un grupo religioso que se llamaba “los elegidos” o algo así. Y después de unas semanas le habló a mi papá para decirle que lo había perdonado, que podía regresar a la casa y que solamente le pedía una condición: que todos la acompañáramos a su nueva iglesia.
Yo y mi hermano estábamos súper emocionados de que nuestros papás no se fueran a separar, y la condición se me hacía insignificante, a final de cuentas no es que fuéramos sumamente devotos a la iglesia católica romana.
Y así ese domingo nos despertamos temprano para arreglarnos y desayunar algo. Yo y mi hermano nos vestimos como cualquier otro domingo en el que tuviéramos alguna actividad, yo con un pantalón blanco de polo y una camisa de polo bordada con franjas rojas y mi hermano un jeans y una polo azul claro tipo marinero. Mi papá por su parte se puso un traje elegante. Mi mamá se quejó de nuestro “look”, dijo que cómo era posible que fuéramos a la iglesia así pero mi papá intercedió por nosotros y le dijo que íbamos a ir vestidos como quisiéramos.
Debo admitir que al principio sentía algo de curiosidad hacia ese grupo que había salvado el matrimonio de mis padres, y estaba dispuesto a ser pragmático, pero más tarde descubrí que no estaba preparado para conocerlos.

Desde que llegamos comprendí que nunca había visto gente más rara, había muchas personas con sonrisas forzadas y supuestamente dispuestas a ayudar. La inmensa mayoría se veía de estratos sociales más bajos, y uno de ellos al ver nuestra camioneta nos asignó un lugar privilegiado en el estacionamiento. Después otros tres nos recibieron con una bienvenida y nos condujeron hacia los asientos que resultaron ser incómodas sillas plegables, por lo menos estaban acolchonadas. El culto ya había comenzado y estaban cantando canciones rarísimas en las que todos trataban de cantar con sus desafinadas voces y aplaudían. Después de esa ceremonia, un hombre con traje se paró al frente y comenzó a hablar. Y habló y habló por más de una hora, habló de todo lo malo que había en el mundo y de que todo era nuestra culpa y de que debíamos pagar por toda nuestra maldad.
Requerí hasta el último ápice de mi dominio propio para aguantar todo el sermón, y me pare varias veces al baño para relajarme un poco y estirar las piernas. A mi pobre hermano le costaba todavía más y lo vi un par de veces revisando su celular a escondidas, pero inmediatamente varios asistentes le dirigían sendas miradas de reprobación que no le quedaba de otra más que guardarlo.
Al final del sermón traté de acercarme a algunos de los chicos para platicar en lo que mi mamá le presentaba al pastor a mi papá, pero me fue imposible. Tenían una actitud soberbia y miserable al mismo tiempo, eran odiosos y dignos de conmiseración a la vez.

Pasaron algunas semanas más, en las que continuamos con nuestra rutina con el cambio de que acompañábamos a mi mamá los domingos a esos insufribles sermones, pero lo tomábamos como un sacrificio para que la familia siguiera unida. Hasta que un día sucedió lo impensable…

Era un domingo y acababa de terminar uno de los larguísimos sermones, pero mis papás nos dijeron que esperáramos porque iban a hablar con el pastor. Yo tenía que ir a un evento con una amiga por la tarde así que no podía esperarlos demasiado. Después de vernos por algunas semanas al menos dos o tres chicos se acercaban a nosotros. A mi hermano lo invitaron a jugar una especie de juego de persecución, se suponía que eran misioneros perseguidos por tribus salvajes y tenían que predicar mientras se escondían. Yo me quede observándolos hasta que otro chico comenzó a platicar conmigo.
  • Está padre tu reloj
  • Gracias
  • De nada, yo tengo tres, un timex expedition, un eco citizen y este nautica. ¿El tuyo es timex expedition, verdad?
  • Sí ¿te gustan los relojes?
  • Me encantan. Estoy ahorrando para comprarme otro. ¿Sabes? Mi sueño es tener un Rolex
  • Qué bien – le dije sobre todo para continuar con la platica y no morirme de aburrimiento. Ya me había dado cuenta que este parecía uno de los chicos con más posibilidades del grupo – mi papá tiene uno.
En eso nuestra conversación se vio interrumpida por los gritos de los niños que estaban jugando
  • Qué ahora me toca ser misionero – gritó enojado mi hermano
  • No tú no puedes ser misionero porque no eres convertido
  • ¿Y eso qué tiene que ver? Es un juego
  • Un juego serio. Si te matan los salvajes te vas al infierno porque no eres convertido
  • ¡Vete al infierno! ¿Para qué me invitan a jugar entonces? – no pude hacer nada para evitar el puñetazo que le metió a otro de los niños en la cara.
  • Oooohh- se oyó el asombro de todos
  • Ahora si te ganaste una de las buenas Luis
  • No, porque su papá no es convertido, a él no le van a pegar, en cambio a mi que ni siquiera tuve la culpa sí me van a dar una paliza- dijo el muchacho de unos 13 años entre lágrimas
En ese momento deseé estar en cualquier otro lado y me costaba trabajo comprender todo lo que decían
  • Pídele una disculpa inmediatamente Luis – le dije a mi hermano
  • ¿Por qué?
  • Hazme caso
  • Ay bueno, perdón – le dijo extendiéndole una mano al otro muchacho, pero el aludido solamente asintió levemente con una mirada perdida
  • Bueno, creo que nos vamos
  • Pero si todavía no terminan de platicar con el pastor sus papás – me dijo Josué el chico de los relojes
  • Voy a pedir un Uber
  • ¿Un qué?
  • Un taxi
  • ¿Te vas a ir en taxi, solo? – si él estaba sorprendido, yo me quede anonadado ¿de verdad le sorprendía que me fuera en taxi? Vaya gente más rara
  • Tengo 16 años y sí, me voy a ir en taxi con mi hermano, tenemos cosas que hacer.
  • Pero si hoy es domingo - ¿en qué mundo vives? Quería decirle
  • Aun así
  • Bueno, ¿nos vemos la próxima semana?
  • Creo que sí – y me despedí

Finalmente pude dejar atrás ese grupo rarísimo y oprimente, dejé a mi hermano en la casa jugando videojuegos y me fui al evento con mi amiga.

Nada pudo haberme preparado para el cambio que llegaría a mi casa ese día. Yo regresé temprano de casa de mi amiga y mis papás apenas acababa de llegar. Nos llamaron a mi y a mi hermano a una junta en la que nos contaron que los dos se habían convertido y que íbamos a formar parte del grupo. Yo no podía creerlo.
  • Además a partir de hoy las reglas de la casa cambiarán, así como muchas de nuestras costumbres.
  • ¡No, no, no! – gritó Luis – yo no quiero formar parte de ese grupo de gente rara y estúpida
  • ¡No me faltes al respeto! – le gritó mi papá. Y yo me quedé más sorprendido pues mi papá nunca había reaccionado así.
  • Solamente te está diciendo algo papá
  • Número 1, a mi nadie me falta al respeto, y número 2 la próxima vez que lo hagan recibirán un castigo conforme corresponde.  – yo no daba crédito a lo que decía mi papá
  • ¿A qué te refieres? – preguntó Luis
  • A que les voy a pegar con la vara conforme dice Proverbios
  • ¿Qué? Claro que no nos puedes pegar, además ya somos demasiado grandes para eso
  • Esto no está sujeto a discusión, ya les advertí así que deben portarse bien.
  • Te podríamos denunciar
  • ¿Para quedarte sin papá? ¿Crees que los servicios sociales te pagarán la escuela, el club y el carro? ¿O vas a conseguir un trabajo? Mientras estén en mi casa siguen las reglas y reciben el mismo trato.
Yo y mi hermano salimos enojados de la sala y nos fuimos a nuestros cuartos a tratar de pensar qué era lo que había pasado ¿Por qué había salido todo tan mal?
La semana pasó casi como cualquier otra, salvo porque mis papás fueron a una reunión el miércoles en la noche y el sábado fueron a su “jornada de educación familiar” una reunión con varios sermones acerca de la familia y un almuerzo que duró varias horas. Nos hicieron acompañarlos a la del sábado aunque nosotros estuvimos en el grupo de adolescentes. Se nos había ocurrido la grandiosa idea de llevar nuestros applewatchs para no estar tan aburridos durante los larguísimos sermones, y debo decir que nos sirvieron un poco. Los sermones del grupo de jóvenes trataban acerca de lo que supuestamente tenía que hacer un joven del grupo religioso, de que debíamos predicar y no hacer nada malo y un largo etcétera. También jugamos unos juegos de mesa religiosos que yo ni sabía que existían.
El domingo yo y mi hermano nos levantamos temprano para arreglarnos, pero cuando bajamos a desayunar mi mamá volvió a quejarse de nuestro look.
  • No puede ser que se vistan como si fueran a salir con sus amigos
  • Sí, cámbiense por algo más formal y menos llamativo – esta vez mi papá la apoyó
  • No, yo no me voy a vestir de esa forma ridícula e incómoda para ir a un sermón interminable. – le dijo mi hermano
  • ¡Más respeto Luis! .
  • De verdad Pa, déjanos ir así. Uno que otro chico va vestido más o menos como nosotros, Josué por ejemplo. – intervine yo tratando de ser diplomático
  • ¿Y te ha dicho Josué que le sucede si él desobedece una instrucción de su padre? – mi papá se estaba crispando y yo solamente negué con la cabeza.
  • Ya está el desayuno – interrumpió mi mamá
  • Se cambian después de desayunar. – yo asentí y mi hermano también
Fue entonces que se me ocurrió una idea, y se la dije a Luis
  • Hay que tardarnos mucho en desayunar y después nos ocupamos en alguna actividad visible o una llamada de teléfono y al final les decimos que se nos hizo tarde.
  • Estás seguro Dani
  • Sí Luis
Y así lo hicimos

Cuando nos subimos a la camioneta mi papá nos cuestionó
  • ¿Por qué no me hicieron caso?
  • No nos dio tiempo – los dos respondimos a la vez
  • Hablamos regresando – fue todo lo que nos dijo
Debo admitir que durante el sermón yo estuve bastante distraído pensando en qué podría pasar cuando regresáramos a la casa, de manera que se me hizo eterno pero ni cuenta me di cuando terminó.
Mis papás se fueron a hablar con el pastor así que de nuevo me quedé esperándolos en el patio de la iglesia. Noté que una de las chicas se me quedaba viendo, pero cuando le devolví la mirada se sonrojo y quitó la mirada. Era una chica guapa, bastante más que la mayoría del grupo, pero no sabía su nombre pues por políticas religiosas nos separaban mucho de las niñas. Cuando Josué se acercó a platicar conmigo hice la pregunta sin pensar mucho
  • ¿Josué, qué hacen tus papás si los desobedeces o les faltas al respeto?
  • Me dan vara ¿Qué otra cosa harían?
  • ¿Osea, te pegan, con una vara?
  • Bueno… sí – me dijo ruborizándose bastante avergonzado – es lo que hacen todos los papás de esta iglesia con sus hijos
Nos quedamos callados un rato, hasta que salieron mis papás, creo que Josué intuyó lo que me avecinaba porque me dirigió una mirada compasiva ¿Qué tan malo podía ser?

Llegamos a la casa y justo después de entrar mi papá habló
  • Súbanse a su cuarto y me esperan ahí.
Yo y Luis nos subimos a nuestros cuartos, que estaban conectados entre sí a través del baño.
Yo me senté en la cama pero podía oír a mi hermano que no paraba de caminar de un lado a otro.
  • ¿Qué nos va a hacer papá? ¿Crees que nos vaya a pegar, Dani? – me dijo bastante preocupado Luis
  • No te preocupes, yo me voy a encargar de que eso no pase Luis – le dije con una fingida confianza que no sentía.
Finalmente entró mi papá, y traía en la mano una vara pelada (sin hojas) del sauce que había enfrente de nuestra casa. En cuanto vi eso la adrenalina se disparó por mi cuerpo ¿de verdad pensaba mi papá pegarnos con eso? Si no estamos en la edad media. Mi hermano vino a mi cuarto porque mi papá lo llamó, pero cuando lo vio entró en pánico
  • No papi, por favor, no me pegues con eso, no me pegues. No me dio tiempo.
  • ¿Todavía tienes el descaro de seguir mintiendo Luis?
  • No perdón, perdóname por favor Pa, pero no me pegues.
  • Eso lo hubieras pensado antes
  • Espera papá, todo es mi culpa – intervine yo para salvar a mi hermano
  • ¿Y cómo está eso?
  • Yo fui el de la idea – por supuesto que no pensaba dejar que me pegara, pero primero tenía que salvar a Luis
  • Bueno, pues entonces te llevarás la mayor parte del castigo, pero eso no exime la responsabilidad de tu hermano. Ven Luis vamos a tu cuarto.
Y se fueron cerrando la puerta del baño que daba al cuarto de Luis detrás de ellos. Yo me quedé sentado callado.
  • Bájate el pantalón
  • No Pa por favor no, ¿cómo crees?
  • Hazme caso y no me hagas ir por ti. Desabróchate el pantalón e inclínate aquí.
Alcancé a escuchar la discusión, que duró varios minutos, finalmente se callaron y escuché como caía la hebilla del pantalón de Luis, después de unos segundos escuché el silbido de la vara y el golpe
JUAS
Aaaay!
El grito de mi hermano solamente sirvió para ponerme más nervioso
JUAS
Ouuuchh! Para por favor me estás lastimando!
  • ¡Deja de moverte Luis! – le gritó mi papá
JUAS
Ahhh Buaaaah!
JUAS
Aabuaaaaahhhh!
Mi hermano estuvo llorando un rato y finalmente mi papá entró a mi cuarto
  • ¿Qué le hiciste a mi hermano?
  • Cálmate, solamente le di una advertencia para que no vuelva a intentar mentirme o desobedecerme
  • ¿Te parece una advertencia pegarle hasta hacerlo gritar?
  • Solamente le di cuatro
  • ¿Qué te volviste loco? – le dije con el corazón latiéndome al máximo por el torrente de adrenalina que tenía
  • No, y háblame bien si no quieres recibir azotes extras por faltarme al respeto
  • Tú no me vas a pegar
  • Te tengo que corregir con la vara
  • ¡Tengo 16 años papá!
  • No importa, te comportas como un niño y tendré que castigarte como tal. Por favor bájate el pantalón e inclínate aquí en la cama.
  • Sueñas, tú no me vas a pegar y menos me voy a desvestir.
  • Hazme caso, si no va a ser peor.
  • No va a ser ni mejor ni peor, simplemente no lo voy a hacer.
  • Bueno pues tenemos toda la tarde para esperar a que obedezcas, y si es necesario toda la noche, no me importa, pero no vas a salir de este cuarto sin que te haya corregido.
Mi papá cumplió su palabra y estuvimos esperando mucho tiempo, creo que pasaron más de dos horas. Pensé en todas las opciones posibles, pero no podía denunciar a mi papá y tampoco escaparme de la casa me parecía buena idea. Espere a que mi papá se cansara y desistiera, pero tres horas después seguía igual de firme. Decidí que podía soportar los azotes una vez, con tal de continuar con mi vida de forma normal.
  • Bueno, pero no me bajo el pantalón – mi papá negó con la cabeza
Así que yo desistí, y con mucha vergüenza desabroché mi cinturón y dejé caer mi pantalón. Caminé hacia mi cama lentamente y me incliné con los brazos cruzados y la cara en una almohada sobre la cama en la posición que mi papá me dijo.
De pronto mi papá sujetó con sus piernas las mías y puso su mano izquierda sobre mi espalda apoyando algo de peso de modo que no pudiera moverme. En eso sentí sus dedos en mi cadera sujetando la banda de mis boxers y tirando hacia abajo. Mi bóxer negro cayó hasta mis tobillos dejando mi trasero totalmente descubierto.
  • ¡No! ¿Qué haces estúpido? – grité tratando de liberarme
  • ¡Cálmate! – oí que me gritó y un instante después
JUAS
Aaaaaay!
Oí el silbido de la vara instantes previos a sentir el ardor, dolor y picor de la vara. Fue el dolor más espantoso que jamás había sentido. Un ardor que quemaba y que no podías quitarte, como piquetes de abejas o avispas a lo largo de mis muslos. Recuerdo que de niño un par de veces mis padres me habían castigado con unas nalgadas sobre el pantalón, pero no se parecía ni remotamente a lo que yo estaba sufriendo.
JUAS
Aaahhhhh! Para por favor!
Traté de revolverme en la cama, con el dolor se me había olvidado totalmente la vergüenza de estar desnudo frente a mi papá. Pero por más que intenté no pude zafarme para frotarme mi ardiente trasero
JUAS
Aaaaahhhhhaah! Ya por favor papá, ya no aguantó
JUAS
Aaahhhhh! Buaaahhh! Para por favor
JUAS
Aaaahhhyyyaa! Buahaaa! Perdóname por favor, no lo vuelvo a hacer!
JUAS
Aaaagggrr! Para, porfavor, papi para!
A estas alturas ya estaba mordiendo la almohada para tratar de aguantar de alguna forma el dolor y el ardor insoportable
JUAS
Aaaaagggg! Buaaaghhhhh!
JUAS
Aaaaaaoooou! Ya no aguanto papi, por favor!
JUAS
Aaaaghhhhhh! Ya, por favor, ya!
Buaaaghhhhh!
Tardé algunos segundos en percatarme que mi papá había terminado el castigo. Yo seguía llorando como un niño y lo que hice en cuanto me soltó fue frotarme las magulladas nalgas. Tenía el trasero caliente ardiéndome y sentí las marcas como surcos que la vara había dejado a través de las nalgas y los muslos.
Mi papá se levantó y mantuvo cierta distancia en lo que me dejaba recuperar los pedazos de mi rota dignidad y trataba de ponerme el bóxer para cubrir mi maltratado trasero. Seguí frotándome mientras las lágrimas continuaban cayendo por mis mejillas. Me metí al baño y me sequé el sudor y las lágrimas de mi cara con una toalla. Después me quité la playera arrugada y me lavé la cara. Me fui a mi cuarto y me acosté boca abajo en mi cama. Me sentía apaleado, bueno es que realmente me habían dado una paliza.
  • Hijo espero que esto te sirva para que la próxima vez que quieras desobedecerme lo pienses dos veces. – la voz de mi papá me sacó de mi propia miseria. Solamente asentí con la cabeza. – está bien hijo, descansa. Y créeme, esto también me duele a mi pero lo hago por tu bien.
¿Cómo se atrevía a decir eso? Decidí ignorarlo, realmente me sentía muy cansado.
Creo que me quedé dormido un buen rato porque ya estaba oscureciendo cuando Luis me despertó.
  • Ya está la cena Dani
Yo instintivamente traté de cubrir mi trasero con la sábana para que no viera las marcas debajo de la ropa interior y en los muslos, pero él se dio cuenta porque me dijo con voz genuina de hermano preocupado
  • ¿Te dio muy duro, verdad?
  • Sí ¿a ti también no?
  • Sí aunque creo que te fue peor a ti.
  • ¿También te bajó la ropa a ti verdad?
  • Sí, me bajó el pantalón.
  • ¿También la ropa interior, no?
  • No a mi me dio sobre el bóxer ¿a ti te dio sin ropa?
  • Sí, se pasó conmigo.
  • Lo siento por ti
  • No perdóname a mí por haberte metido en este problema, tenemos que ser más cuidadosos la próxima vez
  • ¿Vienes a cenar?
  • No tengo hambre
  • ¿No será que no quieres ni verlos?
  • Pues sí, sobre todo eso
  • No te preocupes, vamos al jardín – me dijo Luis mostrándome una bolsa de papas y dos botellas de refresco.
  • Pero no voy a salir así al jardín, y ponerme un pantalón es imposible
  • Ponte un short de los que usamos para el tenis, a mi me sirvió para no tener que andar en calzones. – efectivamente mi hermano se había puesto un short de tenis y una playera sport
Seguí su consejo y fuimos al jardín, ahí nos tumbamos en el pasto, con nuestros perros bernés de la montaña de almohada y comimos (los cuatro) la bolsa de papas. Ron es el perro de Luis y Brandy es el mío, si ya sé que son nombres que dan risa.
  • Ahora si se volvieron locos nuestros papás – dijo por fin Luis
  • No y yo creo que va a ser peor, quién sabe como les lavan la cabeza en ese grupo pero basta ver a los demás para imaginar lo que nos espera
  • Tenemos que hacer algo para no acabar igual de raros que esos pobres chicos
  • Estoy de acuerdo pero hay que ser cuidadosos, no quiero volver a sufrir la vara.
  • Yo tampoco
  • Bueno hay que hacer un plan de supervivencia, y siempre contar uno con el otro, si nos mantenemos unidos será más fácil que sobrevivamos. ¿Estamos?
  • Estamos
Y chocamos las manos como sello de nuestro pacto. En eso Luis lanzó una papa hacia un lado y Brandy saltó haciéndome caer, tuve que rodar para no caer de sentón. Nos echamos a reír. Al menos nosotros cuatro queríamos ser normales y felices.

Antes de criticar:
Sé perfectamente que esta historia puede causar algo de controversia pues está escrita desde una perspectiva de spanking paternal que yace en la frontera del maltrato, y que no sigue la línea editorial de la mayoría de historias en este blog: historias felices. Pero aun así decidí escribirla, pues refleja el otro lado del castigo corporal. Lamentablemente es con esta perspectiva con la que me tocó a mi vivir en mi infancia y adolescencia temprana, la que lastima tanto el corazón y la mente como el cuerpo. Y por supuesto estoy en contra del maltrato en la vida real pero escribir esta historia es un poco como desahogarme. Sí: ahora ya pueden criticarla.
Para los que leen mis otras historias, no se preocupen, seguiré escribiendo en ellas. Les pido una disculpa por la ausencia. Pronto vendrán las actualizaciones.
Les mando un abrazo a tod@s
Wenseslao


7 comentarios:

  1. Wenseslao D, cuando se trata de imaginación o de escritura no tienes limites, admiro tu escritura, ya que de ello nace una bella historia

    ResponderBorrar
  2. Wenseslao D, cuando se trata de imaginación o de escritura no tienes limites, admiro tu escritura, ya que de ello nace una bella historia

    ResponderBorrar
  3. Este par seguro intentara de todo por salirse de esto, o mejor que sus padres salga de este grupo religioso, y de seguro se meteran en mas de un lío en el intento. :)

    ResponderBorrar
  4. ¡Hey! Me agrada que seas original en la temáticas de tus historias :D Bienvenida sea esta nueva historia! Y no te preocupes por lo que escribas, total, es tu historia y si es un desahogo para ti pues con más razón es bueno que escribas y de paso me entretienes y me desestresas :D Ya alguna vez me habían dicho que todo escritor tiene algo de si mismo en sus personajes, o saca algo de si mismo en lo que escribe, o se desahoga :) Lamento lo que te paso ¡Ojala que haya quedado atrás!
    Como siempre, mando un abrazo gigante de oso!

    ResponderBorrar
  5. Hmm, esta interesante la historia. Yo crecí en un ambiente parecido pero a la vez diferente. Mis papas no eran tan estrictos como para golpearme con una vara así, era mas como una pala, supongo o con el cinto. Unas 3 veces me dejaron un moreton, me podía sentar, pero creo que si me traumo un poco. Lamento que hayas tenido que crecer asi

    ResponderBorrar
  6. Uuuff que mal que hayan pasado por ese tipo de educación....
    Es una muy buena historia!!!

    ResponderBorrar
  7. Me llamo hardy Falero soy de Piura_Perú me gusta este tema sigan adelante Dios los bendiga 🇵🇪

    ResponderBorrar