Primos Lacour y su pequeño gran pasado:
Corto 1
Nota: estos pequeños cortos son para
rememorar el pasado de los chicos y chicas Lacour, y no necesariamente estarán
en orden cronológico.
María José (10 años) POV
Me
desperté de un sueño intranquilo, di vuelta en la cama enredándome en las
cobijas y traté de escuchar si alguien ya se había levantado, aunque en nuestra
enorme casa de Las Lomas era difícil saber que pasaba en toda la casa.
Después
de un rato entró mi mamá, tenía los ojos rojos de haber estado llorando aunque
se había maquillado un poco.
-Ven
tantito a la sala Majo, tenemos que avisarles algo importante a ti y a los niños
Yo
me levanté y me dirigí a la sala pequeña, ahí ya estaban Bruno y Ricardo
bostezando, los niños todavía estábamos en pijama pues era sábado en la mañana.
Unos instantes después entró mi papá cargando a Anita. Se sentó y espero tantito.
-Niños,
el abuelo… ya se fue al cielo.
Tardé
unos instantes en comprender que lo que me quería decir mi papá era que el
abuelo estaba muerto. Bueno de hecho ya se había muerto hace 3 años, oh espera…
No, no podía ser mi abuelo materno, él estaba muy bien, pero mamá había estado
llorando.
-¿Pero,
por qué?- preguntó Bruno casi más sorprendido que triste.
Un
infarto inesperado, fue tranquilo.
-No!
- sólo pude decir antes de ponerme a llorar. A Bruno también se le salían las
lágrimas.
Mis
papás trataron de consolarnos y después de un rato nos pidieron que nos
vistiéramos para el funeral.
Las
personas del servicio nos ayudaron a mi y a mis hermanos a arreglarnos para el
funeral, y cuando ya estaba lista fui hacia el cuarto de mis papás.
-Discúlpeme
señora, pero es que Ricky está imposible, se niega totalmente a ponerse la ropa.
-¿Por
qué no haces caso?- le preguntó mi mamá con voz tierna a mi hermanito
-Por
qué no me voy a poner esa espantosa ropa hoy para ir al cumpleaños de Juan
Pablo
-Entiende
que esa ropa es provisional, te puedes llevar la ropa en una maleta y cambiarte
para ir en la tarde al cumpleaños de tu amigo, pero antes tenemos que ir al
funeral del abuelito.
-No,
yo no me voy a poner esa ropa! Entendiste Rosa? No me voy a poner esa ropa! .
Esta
vez mi hermano se pasó al armar ese berrinche y tratar así a la nana.
-Basta
Ricardo- era la voz tranquila pero firme de mi papá
Lo
jaló y lo tumbó sobre sus rodillas. Ricardo comenzó a llorar y trató de zafarse
pero fue totalmente inútil, mi papá comenzó a darle palmadas sobre el pijama
Plas..
Plas.. Plas.. Plas.. Ya por favor Plas.. Plas.. Plas.. Plas.. Ya me pongo la
ropa papá buaaa!
-Ahora
obedece por favor Ricardo, y no le vuelvas a hablar así a Rosa ¿Entiendes?
Mi
hermano asintió sollozando y Rosa se lo llevó rápidamente, un poco incómoda por
presenciar el castigo
Cuando
ya íbamos en la camioneta, una Land Cruiser blindada importada de Estados
Unidos y con un Charger de escoltas armados, y nos dirigíamos a la funeraria de
Paseo de la Reforma me acerqué a Ricardo y le pregunté en el oído
-¿Por
qué te pusiste así en la casa? Tu querías mucho al abuelo.
-Lo
quiero mucho sí, y no está muerto ¿Te enteras? No está muerto!- me gritó
mientras me empujaba hacia el suelo de la camioneta
-Shhh,
¿qué pasa allá atrás? ¿Necesitas otras nalgadas para entender que hoy te tienes
que comportar Ricardo?
-No
papi
Yo
pude haberlo acusado de haberme empujado y seguro que se ganaba una tunda con
el cepillo, pero aunque ganas no me faltaban me quedé callada y traté de pensar
en la razón del comportamiento de Ricardo, probablemente trataba de no aceptar
la muerte del abuelo creyendo que eso la haría menos real, a final de cuentas
era el que más quería al abuelito.
El
funeral fue una ceremonia muy grande, asistieron cientos de personas incluyendo
al presidente de México y a los directores de las compañías más importantes
presentes en México. Pero como cualquier otra niña mis pensamientos estaban
alternados entre la tristeza de haber perdido a mi abuelo y los ratos alegres
en los que me olvidaba de eso y me ponía a jugar o a platicar con mis primos y
los otros pocos niños que habían ido.
En
un momento me acerqué a pedir un té a la barra que habían acondicionado para
los bocadillos, y recuerdo que mientras me lo preparaban dos hombres vestidos
de trajes elegantes hablaban en voz baja, uno de ellos me miró con una mirada suspicaz
y le dijo a su compañero: no sospechan nada en absoluto.
Yo
Ignoré la aburrida platica y continúe aprovechando el rato que podía estar con
mis primos.
Nunca
olvidaré el final de la ceremonia, cuando veinte relucientes camionetas
blindadas Mercedes Benz clase G (no recuerdo a mi abuelo trasladándose en otro
vehículo que no fuera ese o un helicóptero) transportaron el cuerpo de mi abuelo
al cementerio. El presidente de Mercedes Benz en Latinoamérica estuvo presente
también en la ceremonia recordando a su probablemente cliente más grande de
todo el continente.
Finalmente
enterraron a mi abuelo bajo un mausoleo qué guardaría el cuerpo de un gran hombre.
Mi abuelo era un hombre del cual estar orgulloso, un empresario que nunca
perdió la formalidad y jamás abandono su trabajo de dirigir junto con sus dos hijos
y el esposo de su hija sus más de diez megaempresas. Todavía recuerdo haber
observado el mausoleo de mármol bajo el rojizo del atardecer, mientras me
despedía de mis primos y me subía a la camioneta con mi familia. En mi mente
infantil la muerte era algo tan lejano…
Qué triste la pérdida...
ResponderBorrarQué será lo que no sospecharon?!!!!!!
Me pareció que fue muy mayor el pov para una niña de 10 años que perdió a su abuelito, pero entiendo también que es difícil ponerles una personalidad a cada personaje, más siendo tantos.
La verdad trataré de mejorar esos aspectos en mis próximos capítulos. Los últimos los escribí mientras estaba muy presionado. Trataré de darle más realismo a los personajes. Gracias por comentar, todos los comentarios inspiran a seguir. Saludos cordiales!
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