Nuevas
reglas, nuevos castigos
Capítulo
5
¡Lunes! ¡No! Odio los
lunes, odio madrugar, cuando suena el despertador lo apago y me tapo la cabeza
con la almohada. Como cada día entra Natalia a despertarme y, como cada día, le
respondo de malos modos.
Natalia: Buenos días, Adrián. Hora de levantarte,
tienes que ir al colegio.
Adrián: ¡Déjame en paz Natalia! ¿Por qué no me dejas
dormir? ¡Vete!
Natalia: Vamos Adrián, no me iré hasta que te
levantes y te metas en la ducha.
A regañadientes me levanto
y me meto en el baño. Oigo la puerta, Natalia ha salido de la habitación. Con
la ducha me despejo un poco, sé que me tengo que levantar pero no tengo buen
despertar. Preparo las cosas que tengo que llevarme y voy a desayunar. Me
encuentro con María en el comedor, que me saluda sonriendo, y con Natalia.
Natalia: Adrián, si no espabilas llegarás tarde.
¿Tienes todo lo que necesitas? Recuerda que esta tarde tienes clase de alemán
en la academia, ¿tienes los libros?
Que pesada, a primera hora
de la mañana y ya se dedica a recordarme todo lo que tengo que hacer, cómo le
gusta dar órdenes. ¡No la soporto más!
Adrián: Ya lo sé Natalia, ¡déjame en paz! Estoy
cansado de que me estés encima, ¡siempre dándome órdenes!
Natalia: Cálmate, sólo te estoy preguntando, vamos
ahora desayuna rápido, por favor.
Adrián: ¡Eres una pesada y una mandona! ¡No te
soporto! ¡Te odio! ¡Vete!
¿Cuándo ha entrado mi
padre? ¿Cómo es que aún está en casa? De repente se me seca la boca y se me
forma un nudo en el estómago.
Carlos: ¿De qué hablamos el viernes? ¿Es que no
aprendiste nada?
No me salen las palabras,
no puedo hablar.
Carlos: ¿No tienes nada que decir?
Sigo en silencio, mirando
al suelo.
Carlos: Desayuna rápido cómo te ha dicho Natalia, es
tarde y quiero que llegues puntual al colegio. Esta tarde tendremos una seria
conversación tú y yo. El chofer te llevará a la academia y después de la clase
de alemán te traerá directamente a casa, en cuanto llegues quiero que subas a
tu habitación.
Adrián: Pero papá, esta tarde había quedado con Martina para seguir trabajando
en la exposición de biología.
Carlos: Pues dile que hoy no puedes quedar porque estás castigado, ¿no me
dijiste ayer que entre el viernes y el sábado habíais adelantado bastante?
¿para cuándo es la exposición?
¿Que le diga a Martina que
estoy castigado? ¡Ni loco! No sé cómo puede ser mi amiga con las tonterías que
he hecho este curso en el colegio, ella es muy buena y responsable, sólo falta
que se entere de las tonterías que hago en casa.
Adrián: Tenemos la información y el guión pero nos
falta terminar la presentación y decidir qué parte explicamos cada uno. Tiene
que estar terminada para el próximo lunes, durante la semana haremos todas las
exposiciones.
Carlos: ¿Por qué no le dices que venga mañana por la tarde a casa, después de
tu clase de tenis, y trabajáis aquí en el proyecto?
Asiento con la cabeza, ya
veo que no cambiará de opinión. Mi padre se va. Desayuno, o, mejor dicho, lo
intento, casi no como, no tengo hambre. El chofer me lleva al colegio y llego justo
con el timbre, entro a clase.
Durante el descanso me
disculpo con Martina por no poder quedar esta tarde. Me invento una excusa para
que no sepa que mi padre me ha castigado y le ofrezco venir mañana por la tarde
a mi casa para trabajar, me dice que sí.
La mañana pasa lenta, no
puedo parar de pensar en la advertencia que mi padre me hizo el viernes sobre
cómo trato a Natalia, sé perfectamente cómo irá la conversación de esta tarde.
Nico: Adrián tío, ¿qué te pasa? Estás muy callado y medio ido, ¿volviste a
dormir tarde ayer?
No quiero dar
explicaciones, le miento.
Adrián: Sí, me acosté tarde y tengo sueño.
Después de la clase de
alemán el chofer ya me está esperando, me trae a casa y me voy directo a mi
habitación. Falta como una hora para que llegue mi padre, intento hacer los
deberes pero me cuesta concentrarme. Llaman a la puerta, es María que me
pregunta si quiero merendar. Le digo que no, no tengo hambre. Finalmente entra
mi padre y se sienta en la cama.
Carlos: Hola Adrián, ¿cómo ha ido tu día?
Carlos: ¿Mal? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
Adrián: Parece que esta mañana he ofendido a Natalia
diciéndole lo que pienso de ella y a mi padre no le ha parecido bien, quizás
hubiera preferido que le dijera una mentira.
Le respondo con toda la
ironía que soy capaz de mostrar.
Carlos: ¡Adrián! Yo más bien esperaba
arrepentimiento o una disculpa por tu parte. ¿De verdad piensas lo que dijiste?
Cambio mi tono, me ha
preguntado lo que siento y voy a ser sincero.
Adrián: En parte sí, me molesta que me esté todo el
día encima, siempre recordándome lo que debo hacer y dándome órdenes, pero no
la odio. Papá, sé que está mal lo que le he dicho, le he vuelto a faltar al
respeto, pero de verdad que no soporto que me esté vigilando todo el día,
entonces me pongo de mal humor y le hablo mal. Lo siento.
Carlos: ¿Y no será que tienes mal despertar y por
las mañanas estás de mal humor? Adrián, si Natalia está encima de ti es porque
yo se lo pido. Ella te aprecia y se preocupa por ti, si he reducido mi jornada
laboral es porque ella me hizo ver que me necesitabas. Tienes que controlar ese
mal genio, no puedes explotar de la manera que lo haces cuando alguien te lleva
la contraria, ¿sabes que a eso se le llama rabieta?
Adrián: ¿Qué? Yo no hago rabietas, no soy un crío.
Carlos: Un niño lloraría y patalearía, tú no eres un
niño, por eso explotas insultando, ofendiendo y faltando al respeto a quien
tienes delante. Adrián, por favor, intenta controlarlo, puedes hacerlo si
quieres, cuando te estés enfadando respira hondo y cuenta hasta diez para
calmarte. Le diré a Natalia que te deje un poco de espacio pero tengo que ver
que eres responsable, ¿lo harás?
Adrián: Sí, papá, lo intentaré.
Carlos: Bien, sabes que debes disculparte, ¿verdad?
Adrián: Si, papá, lo sé y lo haré, pero no me
castigues por favor.
Carlos: Supongo que cuando me has dicho que el día
te había ido mal es porque has estado pensando todo el día en el castigo.
Carlos: Vamos, terminemos con esto. Bájate los
pantalones y túmbate, quiero que hoy lo hagas tú.
Me levanto y le miro. Estoy
paralizado. Mi padre me mira, no parece enfadado, tiene una mirada comprensiva.
Carlos: Serán treinta, campeón, pero no quiero que
vuelva a pasar, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza. Mi
padre se levanta de la cama.
Carlos: Ven, dame un abrazo primero, sabes que ya te
he perdonado y que te quiero mucho, ¿verdad?
Asiento y le abrazo. Me
separo de él y vuelve a sentarse. Que me diga que me quiere me da fuerzas para
hacer lo que me pide, me bajo el pantalón y me tumbo sobre sus rodillas. Me
acaricia la espalda.
Carlos: Adrián, dime por qué te voy a castigar.
Adrián: Por faltarle al respeto a Natalia.
Para de acariciarme, me
sujeta y comienza el castigo.
PLAS, PLAS, ai,
PLAS, au, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, PLAS, au, papá
duele, PLAS, PLAS
PLAS, PLAS, ya,
PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, PLAS, ai, PLAS, PLAS, por favor, PLAS, no más, snif
Para para bajarme el boxer,
el castigo no ha terminado, las lágrimas resbalan por mis mejillas.
PLAS, PLAS, snif, PLAS, PLAS, snif, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa, PLAS, PLAS, buaaa,
buaaa
Me habla en susurros y me
acaricia. Me levanto, me subo la ropa y me abrazo a él.
Adrián: Yo también te quiero, pero no me gusta que
me castigues.
El martes por la mañana
logro levantarme antes de que venga Natalia, no quiero empezar con mal pie.
Ayer, cuando me disculpé con ella, estuvimos hablando un rato y pactamos que
ella no me estaría tan encima y que yo intentaría hacer las cosas sin que
tuviera que recordármelo, quizás consigamos que nuestra relación mejore.
Por la tarde Martina viene
a mi casa y acabamos de preparar la exposición, hemos trabajado mucho y nos ha
quedado muy bien, espero que al profesor le guste. Necesito sacar buena nota,
es una de las asignaturas que me quedaron en la preevaluación, suspendí el
parcial, y aunque la nota no era muy baja necesito una buena calificación de
este trabajo y que me vaya bien el examen trimestral para remontarla. Nos sobra
tiempo y jugamos un rato a la consola, ¡Martina es muy buena!
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