Somos
del mismo mundo
Capítulo
4
Cuando
abrí los ojos vi que estaba rodeado de gente desconocida, eso me enojó
bastante. Lo último que recordaba era que había corrido a recibir un rebote y
después solo sentí un dolor intenso. Me alcancé a ver los pies y tenía unos
tenis extraños, no eran mis nike rojos.
-¿Dónde
está el entrenador? -Pregunté, mi voz había sonado muy diferente y eso me
inquietó más… ¿Qué putas está pasando?
-Aquí
estoy Gabriel, ese fue un buen golpe, por eso, seguro estás algo confundido
-¿Gabriel? Mi nombre es Federico, me levanté de golpe porque estaba siendo una
broma pésima. -Eyy tranquilo
-NO
ME TOQUES -Grité y me acerqué hacia mi equipo, vi a Santiago observando a
alguien más que estaba en el suelo, le puse la mano en el hombro y al voltearse
gritó:
-SUELTAME
IDIOTA -No entendía su reacción, estaba cada vez más enojado, así que continué.
-Para
ya Santiago… no es divertido, ¿quién fue el imbécil que se me tiró encima?
-Santiago abrió mucho los ojos y no dijo nada más, me ignoró.
Hasta
que al fin entendí lo que estaba pasando, me vi a mi mismo tirado en el piso
igual de desorientado que yo, pero preguntando por lo del colegio público
¿acaso yo era Gabriel ahora?
Tengo
que estar soñando, tengo que estar soñando…
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Un
niño de unos 11 años se me acercó algo asustado, me empezó a preguntar si
estaba bien. Su fijación conmigo era extraña, jamás lo había visto en mi vida y
a parte era de este colegio de niños ricos idiotas.
-Fede,
¿quieres que llame a alguien? -Me preguntó mirándome a los ojos, empecé a
asustarme al notar que nadie se estaba riendo, y que tenía un uniforme extraño.
Me
importo muy poco el dolor de cabeza, me puse de pie y no sé como no me desmayé
al verme a mi mismo de frente… tenía agua en la cara y tenía la misma cara de
pánico que supuse que yo tendría ahora.
-¿Qué
está pasando? -Me dije yo o bueno un chico que se veía exactamente igual a mí,
no entendía bien… o bueno, nada tenía sentido, yo no podía ser Federico.
-Gabriel…
relájate, deja al chico en paz -Mi entrenador le puso un brazo en el hombro y
yo seguía atónito. Tuve un ataque y salí corriendo a buscar un baño, apenas
entre y me vi al espejo entré en pánico, yo me veía exactamente como el chico
idiota rico.
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Yo,
o mejor dicho Gabriel, salió corriendo al baño, ambos nos dimos cuenta lo que
pasaba y no sabía como arreglarlo. Me senté en el piso y creo que parecí lo
bastante perturbado para que los pobretones estos me hablaran y trataran de
consolarme.
Lo
que pasó después fue muy confuso, yo seguía siendo Gabriel, me trataban como
tal y tuve que subirme en una ruta… fue algo extraño y tenía mucho miedo porque
sabía que iría a un lejos y desconocido, y después como haría para volver si
nadie me cree que yo soy Federico.
-Mejor
me bajo -Dije intentando salir de la ruta pero todos me lo impidieron.
-Gabriel,
en el colegio te daré algo para el dolor de cabeza, pero siéntate… estamos muy
lejos de la casa y no sé si sepas como devolverte. En eso tenía razón, no sé
llegar a la casa de Gabriel, pero tampoco es que quiera ir.
-Es
que me siento extraño -Dije, los demás parecían bastante comprensivos conmigo
así que mejor quedé callado esperando a ver cuándo llegábamos.
Pasaron
unos 10 minutos en el bus cuando dejé de estar ubicado, la verdad es que yo no
conozco prácticamente esta ciudad más allá de mi casa, los vecindarios de mis
amigos y la parte empresarial. A medida que el bus seguía andando me sentía más
nervioso, ¿cómo volver? ¿cómo regresar a mi cuerpo? ¿cómo continuar mi vida?
¿cómo debo ser estando en el cuerpo de Gabriel?
Bueno,
para lo último si tengo algo de idea, ser un tuki completo… los amigos de
Gabriel parecen ladrones, incluso cuando me hablan siento algo de miedo de lo
que pueden hacerme. Decidí relajarme, busqué el celular del chico a ver que,
cuando lo encontré pude ver que era algo viejo y tenía la pantalla rota.
-¿Gabriel
le duele mucho la cabeza? -Me preguntó un chico medio catire.
-Algo
-Contesté. Sonaba algo seco, pero es que ni siquiera me sé su nombre… y no he
podido entender qué putas pasa.
-Traté
de dormir -Me dijo y yo asentí, tal vez si me dormía podía volver a despertarme
y ser yo.
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-¿Fede
estás bien? -Me preguntó el entrenador del equipo de los niños ricos entrando
al baño.
-Yo
no soy Federico -Dije suponiendo que ese era el nombre del chico.
-¿Tienes
fiebre? -El tipo se me acercó y me puso la mano en la frente… fue muy extraño y
supuse que fui muy evidente porque se disculpó. -Lo siento, pero es que lo que
dices es preocupante.
-¿Dónde
están los del otro colegio? –Pregunté cambiando el tema.
-Ya
se están yendo, no te preocupes… al final quedó en empate -Y ahí sentí mucha
furia, nosotros habíamos ganado, era completamente estúpido un empate, malditos
ricos.
-Pero
notros ganamos -Dije con desprecio, el tipo me miró mal y negó con la cabeza.
-A
veces es bueno aceptar las derrotas, por eso ahora tienes que venir a todos los
entrenamientos Federico-Dijo tratándome de echar la culpa.
Yo
solo rodé los ojos y salí corriendo, seguro parezco un loco, pero tengo que
detener el bus del colegio, ¿cómo voy a volver a mi casa? No soporto a esta
gente y quiero volver a mí cuerpo.
Apenas
lo vi ya estaba saliendo del colegio, me arrodillé e incluso pensé en llorar…
solo que no me esperaba la reacción de un chico que me levanto del piso algo
indignado.
-¿Qué
putas estás haciendo? -Preguntó y no supe que responder, no podía decirle que
me llamo Gabriel sin pasar como un loco.
-Na
nada -Dije al final. Y lo ignoré, supuse que esa sería una buena reacción digna
del tal Federico.
Estaba
en un colegio gigante, sin saber dónde es mi curso, quienes son mis amigos o
cómo se supone que puedo irme a mi casa… y cuando pienso en las cosas con “mi”
me refiero a las de Federico. Me senté en un banco, nadie se me acercó, y me
puse a analizar las cosas, era algo injusto ver el contraste entre mi colegio y
este.
Todos
tenían uniformes en perfecto estado, zapatos de marca y los últimos celulares.
Yo apenas tenía dinero para comer, y eso… Caminé alrededor del colegio, hasta
que se apareció un tipo con traje detrás mío.
-Joven,
si usted quiere nos podemos ir ahora a la casa -Dijo. ¿un guardaespalda?
-¿A
qué hora salimos? -Pregunté, me refería realmente al horario del colegio, pero
no me entendió y tampoco tuve ganas de explicarlo mejor.
-Me
dijo el entrenador que tuvo un accidente, su padre autorizó a que salga
temprano, claro… solo si usted quiere -Tuve gran curiosidad por conocer la casa
de Federico así que acepté irme.
Camine
detrás del tipo hasta que llegamos a una camioneta blindada, nunca había visto
una en persona, apenas me abrió la puerta y entré, olía a nuevo, y era un carro
muy cómodo.
-¿No
va a colocar música? -Me preguntó, realmente no tenía ganas así que negué con
la cabeza y observé el camino, era un lado de la ciudad nuevo para mí.
Entramos
y vi una casa enorme, casi una mansión… con piscina, jardines y más carros. Me
bajé y fui corriendo hacia la puerta, no podía creer que si existieran casas
como las de las películas en este país.
-Buenos
días joven Federico -Dijo una señora con un uniforme, supuse que era una
empleada así que la saludé, aunque pareció algo extrañada.
-Fedeee
-Escuché una voz chillona, antes de ver al niño ese… me había seguido.
-¿Y
tú qué haces aquí? -Me pareció raro que a él le hablara más amable.
-Nana
es que Fede se pegó super duro… y quería ver que estuviera bien -Dijo al final
con algo de picardía, supuse que el niño es el hermano de Federico, tiene un
parecido a mi hermanita.
-¿Y
solo por eso viniste? -Dije tosco, pero es que la verdad su presencia arruinaba
mi plan de huir.
-¿No
te alegra? -Me preguntó con enojo falso, le hubiera seguido el juego, pero no
estoy de ánimo.
-¿Isaac
te viniste conmigo? -Preguntó el guardaespaldas algo preocupado. El niño
asintió -Ven, hay que volver al colegio, si tu papá se entera se va a enojar
mucho.
-No
gracias -Dijo el niño. Igual de fastidioso a Hernán…
-Federico
hijo -No pude hablar, porque un hombre salió de alguna parte y vino hasta mí.
-¿Papá?
-Decidí arriesgarme.
-Me
enteré que te pegaste, ¿estás bien? -asentí, el hombre estaba al frente mío
mirándome fijamente, era algo intimidante.
-Si,
señor -Respondí por inercia, pero no pareció molestarle.
-Solo
porque el golpe estuvo feo y pareces bastante confundido no te daré la paliza
que te habías ganado… pero, a la primera estupidez que hagas me quito el
cinturón y te la cobro completa -Eso había sido una amenaza bastante seria, al
principio me asusté, pero él no es mi padre.
No
dije nada, “mi papá” quería que hablara, pero no tenía muchas ganas. Solo
quería descansar, irme al cuarto de Federico y poder pensar en un buen plan,
buscar información o algo porque yo ya no puedo estar más aquí.
-¿Isaac?
-Dijo perdiendo el interés en mí, el niño casi corrió a esconderse. -Ven aquí
-Papi
-Dijo, acercándose muy lento, no entendía por qué era tan malo que el hermano
de Federico se preocupara por él y lo acompañara.
-¿Hoy
no tenías un examen de matemáticas? -Preguntó y ahí comprendí, el niño se había
escapado para no tener que hacer el examen.
-Si,
perooo estaba muy asustado por Fede… no viste lo feo que fue -Dijo, pero sonó
muy falso, y su papá también lo notó porque lo cogió del brazo.
-No
me gusta que aprendas las mañas de tus hermanos por faltar a clase Isaac. -Al
decir eso arrastró al chico hasta el sofá, se sentó y se lo puso en las
piernas.
Iba
a presenciar un castigo de un desconocido, era bastante incómodo y no sabía si
subir… tenía un instinto de hermano mayor y casi quería abogar por él, pero, no
sabía como es Federico y no quiero que crean que me volví loco.
-No
no no no papi no me pegues -Medio grito el niño algo desesperado, mientras lo
terminaba de poner en su regazo y le bajaba el pantalón hasta las rodillas.
-Te
lo ganaste y lo sabes -Dijo el señor bastante enojado.
Plas
plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas
plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas
plas plas plas plas plas plas plas plas pla plas plas plas plas plas plas plas
plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas
Había
sido duro, el chico lloraba a mares… lo que me pareció extraño fue que después
lo sentó en sus piernas y lo consoló, a mi jamás me habían consolado, me
dejaban llorando y ya está.
Me
sentí demasiado incomodo, subí a las escaleras buscando el cuarto de Federico…
no fue difícil porque tenía su nombre, entré y era impresionante, tenía muchos
videojuegos, televisor, un ipad, y dos portátiles. Si yo tuviera solo el ipad
podría hacer tantos trabajos del colegio.
Me
tiré a la cama, cogí uno de los computadores, lo prendí y me puse a buscar, el
chico no parecía tener una mala vida, pero yo no me puedo quedar aquí.
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Cuando
abrí los ojos acabábamos de llegar a una especie de colegio, pero era muy
diferente al mío… había muchos chicos para tan poco espacio, solo había una
cancha, por primera vez conocía un colegio público.
-¿Cómo
les fue? -Me preguntó una chica y como estaba de malas me desquité con ella.
-A
ti qué te importa -Dije, la chica se enojó y se fue.
Un
chico de los que habia estado en el partido se me acercó y me preguntó si me
dolía la cabeza, todos era demasiado amables conmigo lo cual era extraño.
Decidí aprovecharlo y pedirle que me acompañara a la casa, tenía que descansar
y entender en dónde estoy.
Kevin,
según entendí que se llamaba, me habló de muchas cosas, de lo estúpidos que son
los chicos de mi colegio y de que unos pobres pudieron vencerlos. Ahí entendí
un poco el odio de clase, nunca lo había sentido tan cerca, yo no tenía la
culpa de que mis padres hubieran sido responsables al tenerme y tener dinero.
Llegamos
a una casa después de caminar por un lugar que no estaba pavimentado, era algo
inclinado y parecía peligroso. Quería salir corriendo e irme a mi casa, pero no
podía, el chico timbró y una niña pequeña abrió la puerta ¿Hermana de Gabriel?
-Gabooo
-Gritó casi lanzándose encima de mí, es una niña tierna. Pero no la conozco así
que me molestó un poco su reacción.
-Hola
hermana -Dije, pero sonó fatal y muy odioso. La niña se me quedó mirando y me
hizo un puchero.
-Tu
nunca me dices así -Dijo medio dolida, pero, no sé su nombre y tampoco lo voy a
adivinar.
-Es
que se pegó muy fuerte en la cabeza -Dijo Kevin, es una buena excusa, empezaré
a usarla más seguido.
-No
sabía, ¿estás bien? -Dijo y yo asentí.
-Bueno
yo parto con dolor -Dijo el chico haciendo un chiste terrible, rodé los ojos.
Kevin no dijo nada más y salió, mientras que yo le dije a la niña esa que
quería descansar.
Era
una casa pequeña, supe de inmediato cual era el cuarto de Gabriel, incluso era
compartido… me tiré en una de las camas al azar y busqué su portátil, no había
ninguno, entre la frustración que tenía y el cansancio cerré los ojos y me
quedé dormido.
Vaya ahora van a vivir la vida uno de otro en sus propias carnes
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