sábado, 19 de abril de 2014

CAPÍTULO DOS NUEVAS EXPERIENCIAS


CAPÍTULO DOS
NUEVAS EXPERIENCIAS

Sirius abrió los ojos envuelto en el pánico y se incorporó rápidamente apoyándose sobre los codos. Sentía correr el sudor por su rostro, y el viento que entraba a través de una ventana hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Le tomó varios segundos comprender que la superficie sobre la que descansaba, no era el sucio catre maltrecho de su celda en Azkabán, sino las suaves sábanas de seda de su cama en la Mansión Potter.
Las pesadillas aún no se iban desde que dejó la prisión. Sus sueños estaban inundados de oscuridad y de miedo, y no había podido tener ni una sola noche tranquila en más de tres semanas.
Por otro lado, un nuevo temor se cernía sobre él: le aterraba pensar que fracasaría en su labor como padrino de Harry. Su tarea era demasiado compleja; tendría que intentar llenar el vacío de los doce años en que su ahijado no tuvo una familia verdadera. Ser para él una imagen de confianza, respeto y amor, mientras al mismo tiempo luchaba con sus demonios internos.
Miró el reloj sobre la mesita de noche y vio que eran las 3 am; envolvió su cuerpo en una bata, tomó su varita y decidió bajar a la cocina a buscar un poco de leche. Un salto y un grito ahogado sobrevinieron cuando una silueta apareció ante él sentada en una de las sillas de la barra.
—¡Harry! —dijo con una profunda exhalación en cuanto reconoció a su ahijado—. Por poco me matas de un susto.
Encendió la luces y vio cómo las mejillas del muchacho se teñían levemente de rosa.
—Lo siento —susurró con la cabeza gacha—, ¿te desperté?
Sirius pudo notar que el tono de Harry y la mirada en sus ojos, además de rastros de sudor en su frente, le pintaban el rostro de tristeza y miedo. Se sentó en la silla junto a él y llamó con un Accio el tarro de leche y dos vasos.
—¿Quieres? —preguntó, y Harry asintió—. No me despertaste, descuida.
Tomaban la leche en silencio. La mente de Sirius entraba en un completo caos buscando la manera de llegar a su ahijado. Aun cuando él mismo seguía teniendo un comportamiento con señas adolescentes, no sabía bien cómo lidiar con uno.
—¿Te pasa algo, Harry? —habló luego de unos minutos.
Harry se encogió de hombros. Levantó su rostro y sus labios se separaron varias veces, como si quisiera decir algo, pero de ellos no salía nada.
—¿Pesadillas? —intentó Sirius.
Para su sorpresa, Harry asintió suavemente y volvió a bajar la mirada, como avergonzado.
—¿Quieres hablar de eso?
Son tonterías…
Sirius sirvió más leche en su vaso y llamó también una caja de galletas.
—¿Sabes? —dijo apostando por una nueva estrategia—, tampoco he podido dormir por mis pesadillas. Sí, así es… Es difícil acostumbrarse a despertar en una cama suave luego de doce años en Azkaban. En cada sueño, siento como si los dementores estuvieran al acecho, buscando la oportunidad perfecta para robar más de mis recuerdos felices…
Sirius terminó de hablar y su corazón permaneció encogido a la espera de que Harry dijera algo. Él sabía perfectamente lo que era no poder abrirse a nadie. También él se obligó a ser reservado en su juventud y ni siquiera con sus amigos se sentía cómodo hablando de sus sentimientos más íntimos.
—Yo… —empezó a hablar Harry—, ¿te puedo decir algo?
—Por supuesto.
—Tengo mucho miedo —dijo, y su voz sonó con muchos menos años de los que tenía—. Estoy teniendo pesadillas horribles y no las logro entender. Veo a Voldemort… o más bien lo escucho. Él está hablando con alguien que no conozco. Hablan sobre la necesidad de que yo muera. Y hay una serpiente. Y un anciano llega y… y la serpiente lo mata…
Sirius tragó saliva. Aquello no era algo que esperara.
—Sé que es tonto, pero–
—No, Harry —lo interrumpió—, esto no tiene nada de tonto. ¿Desde cuándo estás teniendo esas pesadillas?
—Desde hace una semana, creo. Y siempre es la misma, sólo que a veces siento que…
—¿Qué, Harry?
—Como… como si yo fuera la serpiente.
Sirius vio cómo Harry temblaba ligeramente al pronunciar su última frase. Pudo ver lo perturbado que lucía el chico y decidió no atormentarlo con más preguntas. En su lugar, arriesgó por poner torpemente una mano alrededor de sus hombros. Notó que Harry estaba tenso, como si le costara relajarse. Obviamente el chico no había tenido muchas muestras de afecto, pero poco a poco empezó a distenderse.
—¿Sabes? —dijo Sirius con una sonrisa—. Ayer estuve recogiendo papeles viejos del sótano y encontré un montón de fotos vergonzosas de la infancia de James, ¿te gustaría verlas?
La expresión de Harry cambió por completo.
—¡Por supuesto!
—Entonces vamos.
En la mañana, cuando Remus empezó a sospechar de los constantes ruidos procedentes del sótano, se encontró con padrino y ahijado envueltos en estruendosas risas con una imagen en sus manos del pequeño James en pañales.
*-*-*


—¿Ves, Harry? Te dije que ganaría Irlanda.
—Ya deja de presumir, Sirius.
Sirius revolvió con diversión el cabello de Harry. Idéntico al de James, sin esperanza alguna de quedar organizado.
Las tiendas de campaña se extendían numerosas por al menos medio kilómetro a las afueras del estadio de Quidditch. El partido final del mundial había acabado y Sirius, Harry, Remus, Hermione y los Weasley se dirigían a su tienda.
Un fuerte estruendo se escuchó en la distancia y un grupo de sujetos con máscaras apareció llenando todo de fuego a su paso.
Sirius agarró fuertemente a Harry del brazo.
—¡Mortífagos! —gritó Arthur.
—¡Ustedes váyanse! —dijo Remus refiriéndose a los jóvenes del grupo y sacando su varita en posición de guardia.
—¡No! —protestó Harry—, no me iré sin ustedes.
—Obedece, Harry —ordenó Sirius con firmeza—. Rápido, regresen a la entrada y vayan al traslador.
—¡Pero Sirius!
—¡Ahora, Harry!
*-*-*
Hermione y Ron arrastraron a Harry por sus brazos y salieron corriendo detrás de los gemelos Weasley y Ginny.
Apenas habiendo avanzado unos metros, Harry se liberó del agarre de sus amigos y paró en seco.
—¡No podemos irnos si ellos siguen allá!
—¡No seas tonto, Harry! —dijo Hermione—, ¡ellos sabrán qué hacer!
—¡Tenemos que esperarlos, son la única familia que tengo!
—Harry…
—No, Ron. Si quieren quédense ustedes, pero yo no los dejaré.
Y sin más, regresó obstinado con varita en mano.
En medio del tumulto, no tardó en perder su camino. A su alrededor la gente corría aterrada y el fuego crecía con rapidez.
Antes de que pudiera avanzar más, un hechizo lo golpeó de lleno y cayó inconsciente al suelo.
*-*-*
Sirius corrió con Remus y Arthur a su lado. Tercamente pensaba que por lo menos ahora había vuelto un poco de acción a su vida. Lanzaba hechizos no verbales a diestra y siniestra para contraatacar a los Mortífagos y también para ir disipando el fuego.
Había estado en la Academia de Aurores junto con James y los Longbottom antes de que… bueno, de que básicamente todo se fuera al infierno. Sus habilidades parecían no haberse extinguido.
El cuerpo de Aurores había llegado al lugar de los hechos para ofrecer protección. Después de una hora, la situación estaba controlada en manos del Lado de la Luz.
En medio de las chozas reducidas a escombro y cenizas, aparecieron dos adolescentes corriendo agitados.
—¡Hermione, Ron! —exclamó Remus— ¿¡Pero qué hacen aquí!?
Sirius vio el rastro de lágrimas en la cara de Hermione.
—¿Dónde está Harry? —preguntó presintiendo la respuesta.
—No… no lo sabemos —tartamudeó Ron—. Dijo… dijo que iría con ustedes… Tratamos de seguirlo pero perdimos su rastro. No lo hemos encontrado. Lo siento…
Sirius tomó varios intentos de respiración que terminaron por dejarlo al borde de la hiperventilación. El tiempo pareció ralentizarse y sólo pudo reaccionar cuando Remus lo agitó ligeramente.
—¡Sirius! —repitió el licántropo—. Te estoy diciendo que vayas por allá. Ve con Arthur y Hermione, yo voy con Molly y Ron. Enviamos un Patronus si lo encontramos, ¡andando!
Entre los escombros, los tres no paraban de gritar el nombre de Harry. El corazón de Sirius parecía trabajar con más de su capacidad. ¿Tan rápido fallaría como padrino?, se preguntó. Los recuerdos del fatídico 31 de octubre lo embriagaron, deseando con todas sus fuerzas que la situación no se repitiera.
Pasaron casi dos horas, que para él se sintieron como dos milenios, cuando Arthur señaló la figura de Harry que se movía entre la destrucción. En el cielo, se dibujaba una enorme nube verde en forma de serpiente y calavera: la Marca Tenebrosa.
—¡HARRY! —gritó Sirius corriendo hasta el muchacho.
Su ahijado lucía pálido en extremo. El sudor perlaba su rostro y en su mirada se plasmaba el terror.
—S-Sirius… —balbuceó en cuanto le puso ambas manos sobre sus hombros.
—Te dije que te fueras —dijo Sirius apretando los dientes con una voz mortalmente baja—. ¡Te hemos buscado por horas!
Arthur realizó el encantamiento Patronus y una comadreja plateada llamó rápidamente a Remus, Ron y Molly.
Sirius se debatía entre gritar o callar. La preocupación se había drenado por completo, dejando paso a la ira. Estaba seguro de que Harry veía la rabia que entrañaban sus ojos.
—¡Harry! —dijeron en coro Remus y compañía en cuanto llegaron.
Molly estrechó a Harry en un abrazo sofocante, y en cuanto terminó, Sirius habló con voz gélida:
—Nos vamos.
Sirius notó cómo Harry tragaba saliva sonoramente.
—Mi… mi varita —dijo su ahijado—, no la traigo conmigo…
—¡Cómo que no traes tu varita! —rugió Sirius.
—Tranquilo, Harry —se interpuso Molly, en su mejor tono sobreprotector—. Nos encontramos con el ministro Crouch. Él nos dio tu varita, mírala. La tenía su elfina doméstica, que al parecer te la quitó y conjuró la Marca.
—¿Por qué conjuraría un elfo la Marca Tenebrosa? —preguntó Remus extrañado.
Sirius realmente no parecía prestar atención a la conversación.
—Eso no importa —dijo aún con voz glacial—. Nos vamos.
Remus asintió y ambos sujetaron a Harry cada uno de una mano, para luego hacer una aparición en la sala de la Mansión Potter.
*-*-*
En cuanto llegaron, Harry miró con un ligero temor a los dos adultos frente a él.
—Eh… lo siento… —dijo agachando la cabeza. Ya se había enfrentado una vez a un regaño de Remus y no quería tenerlo de nuevo y por partida doble.
—¡Y bien que deberías sentirlo! —gruñó Sirius entre dientes—. ¿Por qué, en el nombre de Merlín, decidiste arriesgar tu vida de esa manera?
Harry realmente no sabía qué decir. ¿De verdad armarían tanto escándalo por eso?, se dijo, ¡se había enfrentado al mismísimo Lord Voldemort en tres ocasiones y salido con vida!
Se encogió de hombros.
—Harry, ya tuvimos una conversación similar —prosiguió Remus con voz cansada—. No creía que hiciera falta repetirte esto, pero sabes que tus padres hicieron un enorme sacrificio para mantenerte a salvo, ¿en serio no vas a valorar eso?
Harry sintió que eso había sido un golpe bajo. Remus sabía exactamente cómo llegar a su punto más débil.
Escuchó cómo el licántropo dejaba escapar un pesado suspiro.
—Sube a tu cuarto, Harry.
Caminó extrañado hacia su habitación. ¿Eso era todo?, se preguntó. Por la mirada de Sirius, esperaba algo así como dos horas de regaños y gritos. Pero Remus sólo lo había enviado a su habitación…
Pensó que había sido mucho más sencillo de lo que esperaba.
*-*-*
—No puedo creerlo —dijo Sirius tirándose sobre el sofá en cuanto Harry se hubo marchado—. ¿En serio no tiene el más básico sentido de supervivencia?
Se sentía miserable y enormemente decepcionado. La rabia se estaba menguando poco a poco, ayudado bastante por un té para relajarse.
—Te lo advertí, Sirius —comentó Remus, pero no con reproché, sino con tristeza—. Harry es demasiado… Gryffindor. Tiene la enorme creencia de que es su deber salvar a todos. Y no ayuda mucho el hecho de que sea El Niño Que Vivió…
—Yo- Te juro que estuve tentado de hechizarlo o… yo qué sé —masculló con una mueca—, ni siquiera yo habría hecho algo tan insensato, y eso es mucho decir.
—Tienes que subir a tratar con él —dijo Remus—, debes hacerle entender que lo que hizo fue simplemente un enorme error.
—No sé si me quede bien a mí la charla de las consecuencias y todo eso —repuso bufando.
Vio cómo Remus empezaba a agitarse.
—Sirius, no sólo puedes ir a darle una “charla de las consecuencias” —dijo muy serio—. Tienes que darle una lección. Ya le habíamos advertido sobre las dos reglas, y rompió ambas.
Sirius arrugó el entrecejo. No le gustaba a dónde estaba yendo eso…
—¿Y qué se supone que haga? —preguntó amargamente—, ¿castigarlo sin Quidditch? ¿Mandarlo a la cama dos horas antes?
Remus chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—No, Sirius. Esto tiene que ir más allá de un simple toque de queda. Sólo imagínate qué habría hecho el padre de James si alguno de ustedes hubiera hecho algo tan tonto.
Sirius se quedó frío. ¿Acaso Remus le estaba insinuando que…?
—No.
—Sirius…
—No, ¡no! Ya sé a qué te estás refiriendo y es un rotundo NO.
Se puso de pie de un salto y le dio la espalda a Remus.
—Sirius —dijo él—, si no haces algo ahora, Harry no te tomará nunca en serio.
—¡No pienso pegarle a mi ahijado! —repuso él escandalizado.
Remus rodó los ojos.
—No te estoy diciendo que lo golpees hasta dejarle moretones —explicó—. Se trata de darle una lección. Es… disciplina. Y no es como si fuera el primer chico al que le dan una zurra como castigo.
—Pero, Remus, Harry no es un niño pequeño, ya casi cumple catorce…
—Déjame recordarte, Sirius —dijo con casi diversión—, que la última vez que tú y James tuvieron un encuentro con la vara del señor Potter fue cuando tenían diecisiete…
—De hecho hubo otra paliza un año después —comentó.
—¿Ves?
Sirius suspiró con amargo.
—Remus… Quiero a Harry más que a nada en el mundo, pero no me siento capaz de dar ese… paso en nuestra relación.
Remus le puso una mano sobre su hombro.
—Lo sé, Sirius. Sin embargo, Harry necesita esa lección. Pero si de verdad no te sientes listo, yo podría hacerlo por ti.
Sirius lo consideró unos segundos. Delegando esa labor se quitaría un enorme peso de encima. Pero quizá Remus tenía razón: Harry nunca lo respetaría si no tomaba cartas en el asunto.
—No. Detesto decir esto, pero tienes razón, Lunático…
Remus sonrió comprensivamente.
—Puedes hacerlo, Canuto. Piensa en que es por su bien.
Asintió y caminó hasta las escaleras, dispuesto a hacerle frente a su ahijado.
Sus pies lo llevaron hasta la puerta de la habitación de Harry. Dudó antes de tocar tres veces.
—Adelante —escuchó que decía.
Con pasos lentos entró y cerró la puerta tras él.
Harry estaba acostado en su cama mirando el techo. En cuanto lo vio, se levantó lentamente.
Se sentó junto a él y deseó que algún tipo de magia antigua le llenara la boca de las palabras correctas.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí —respondió Harry con voz queda.
—Lamento haberme puesto así de enojado. Es sólo que no imaginas el susto que me hiciste dar.
—Lo siento, Sirius —dijo con sinceridad—. Yo sólo quería ayudar…
—Lo sé, cachorro. Pero ése es el punto: no tenías que ayudar, no sabiendo que arriesgarías así tu vida. Lunático y yo, y todas las personas que te aman, queremos que estés a salvo.
—Pero yo también quería que ustedes estuvieran a salvo —repuso él. Sirius notó que su temperamento empezaba a alterarse—. Además no me pasó nada…
—Afortunadamente. Pero pudo haberte pasado algo grave.
Sirius vio que la mandíbula del muchacho empezaba a tensarse. Aquí iba el humor adolescente…
—Mira, Sirius —dijo llenando su voz de impotencia—, entiendo eso de que me quieran proteger, pero ya he pasado por cosas mucho peores que lo de esta noche. Realmente no es para tanto…
—Lo es para mí, Harry —repuso con firmeza—. Has pasado por cosas peores, eso ya lo sé. Pero antes no estaba yo, y mientras esté y sea tu padrino, seré yo quien decida si es para tanto o no, ¿de acuerdo?
Harry respiró pesadamente y arrugó su frente.
—Bien, como quieras —dijo con altanería—, me puse en peligro, hice que se preocuparan, lo siento y todo eso, ¿de acuerdo?
El chico se dio la vuelta y se tiró sobre la cama, dándole la espalda a Sirius.
La ira que se había disipado, empezaba a surgir nuevamente.
—Ven aquí —masculló tomándolo por los hombros con fuerza y obligándolo a sentarse, y puso una mano debajo de su mandíbula para que lo mirara a los ojos—. Escúchame bien, Harry, no creas que voy a permitir que me hables de esa manera. Yo…no quiero perderte, no quiero fallarle a James ni te quiero fallar a ti, ¿puedes simplemente entender eso?
Harry bajó la mirada y se alejó de la mano de Sirius.
—Lo siento… —murmuró.
—Está bien.
—En serio, realmente lamento haberlos preocupado —dijo esta vez mirándolo a los ojos—. Entiéndeme, no estoy acostumbrado a sentirme… así de…
—¿Sí, Harry?
—Yo no estoy acostumbrado a tener una familia que me quiera…
A Sirius se le hizo un vuelco en el corazón y de inmediato empujó a Harry en un abrazo.
—Tampoco lo estoy yo, cachorro —susurró—, no desde hace mucho tiempo. Pero podemos acostumbrarnos juntos, ¿no crees?
Rompió el abrazo y lo miró fijamente a su rostro triste. Harry asintió con una ligera sonrisa.
—Y entiendes que tiene que haber consecuencias por lo que hiciste, ¿verdad?
Harry asintió de nuevo, pero borrando su sonrisa.
—Lo sé, cachorro —continuó Sirius—, tampoco a mí me agrada esto. Pero tengo que hacerlo.
—Lo entiendo…
Y con un suspiro, supo que ya era el momento. No había pensado en cómo lo haría. Llevarlo sobre sus rodillas lo incomodaba tanto como lo haría a él, pero supuso que era lo tradicional. Había estado en el extremo opuesto más veces de las que habría querido, pero jamás se imaginó en aquella posición actual.
Se movió hasta la esquina de la cama y habló con firmeza.
—Ponte de pie, Harry.
El chico se tensó de inmediato.
—Me-me vas a… —adivinó él con un ligero temblor en la voz.
—Sí, Harry, me parece que te lo has ganado.
—Pero, Sirius…
—Harry. Ya lo hablamos. Será mejor que no me obligues a hacerlo.
Harry dejó caer los hombros derrotado y se puso de pie. Tanteó con nerviosismo el cierre de sus pantalones.
—¿Tengo que… bajarlos? —preguntó enrojeciendo por completo.
—Eh… sí, sí, pero sólo tus pantalones.
Harry los desabrochó sin poder evitar el temblor en sus manos. ¿Dónde estaba el coraje Gryffindor cuando se necesitaba?, se preguntó con rabia.
Una vez el chico tuvo los jeans caídos hasta sus tobillos, Sirius tomó su mano para guiarlo hasta su regazo, dejando la parte superior de Harry cómodamente sobre la cama y la inferior estratégicamente sobre sus piernas.
Sintiendo la tensión en su espalda, le colocó una mano en los hombros para tranquilizarlo.
—Terminará antes de que lo esperes, créeme.
E intentando convencerse a sí mismo de sus propias palabras, levantó su mano y la dejó caer pesadamente sobre el trasero recubierto de su ahijado.
Harry saltó un poco por la sorpresa pero no hizo ningún sonido.
Sirius procedió a establecer un ritmo y golpeó con constancia los glúteos y muslos de Harry. En su mente llevaba la cuenta y sólo hasta el golpe número quince fue que el chico empezó a moverse y ser más vocal.
Harry jadeaba lo más silenciosamente que podía y a leguas se notaba su enorme esfuerzo por no romperse a llorar.
Sirius aumentó la fuerza y la velocidad en sus golpes, empezando a notar el calor que se irradiaba desde el trasero de Harry. Y cuando llevaba treinta golpes, decidió dar el siguiente paso de lo planeado.
Accio regla.
Una regla de madera que descansaba sobre la mesa de estudio de Harry, llegó hasta sus manos. El muchacho sobre su regazó se encogió de inmediato.
—Sirius, yo… ya fue suficiente —dijo levantando el rostro. En sus pestañas ya se acumulaban las lágrimas y había un rastro de ellas en sus mejillas—, por favor, no es necesario que me pegues con la regla…
—Harry, tengo que hacer esto —repuso con una voz suave—. Serán sólo seis, te lo prometo.
Y tomando una respiración profunda, bajó la regla con un sonoro CRACK
—¡Mphmm! —gimió Harry enterrando su rostro en la cama.
CRACK CRACK
Harry ahogó un grito entre las sábanas y movió un poco sus caderas. Sirius colocó una mano sobre su espalda para mantenerlo en posición.
Sirius apuntó entonces a los muslos del muchacho y terminó los azotes prometidos.
CRACK CRACK CRACK
Con cada uno de ellos, Harry lanzó suaves gritos que quedaron ahogados en la cama. Al terminar, sus hombros se empezaron a agitar reveladoramente.
Sirius masajeó la espalda de su ahijado mientras éste sollozaba tranquilamente. Un rato después, Harry se paró y enterró el rostro en su pecho.
—Lo siento —dijo al romper el abrazo, sorbiendo su nariz mientras limpiaba los residuos de lágrimas en sus mejillas y se subía los pantalones
—Todo está perdonado, ¿de acuerdo? —aseguró con una sonrisa—, ven aquí.
Se unieron en otro abrazo más prolongado que el anterior.
—Bien, debes estar exhausto, a dormir.
—Buenas noches, Sirius.
—Buenas noches, cachorro.
Salió del cuarto apagando la luz y cerrando la puerta tras él. Se recostó en la pared contigua y suspiró con una sonrisa dibujada en su rostro.
Comprendió que no le había fallado a su ahijado. Y jamás lo haría.


¡Hola! Muchísimas gracias por la aceptación que le dieron inicialmente a la historia, me encantaron sus comentarios. Lamento si tardé para el segundo capítulo, pero me había ido de viaje :/ Espero que les guste este capítulo que fue hecho con mucho cariño. ¿Les gustó la interacción entre Harry y Sirius? ¿Qué les gustaría ver en esta historia? Aprecio mucho sus comentarios, de nuevo gracias. Sol.

7 comentarios:

  1. Siii ahora si voy a hacer la primera en felicitarte te quedobuenisimo ya quiero maassss no seas malita ok
    Espero te haya ido bien en tu viaje
    Y no es por presumir pero cuando algo me encanta siempre quiero mas si el libro de harry potter y la orden del fenix lo lei en dos dias y eso porque tenia que trabajar sino era capaz de leerlo en un solo dia jejeje pero bueno ya me tienes atrapada con tu ficc

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  2. SOL!!!! me super encantooo!!! y te seguire pidiendo más capis de Harry me encanta, me he visto todas las pelis y leído los libros y tu fic me super mega encanta por fis no te tardes te está quedando genial sigue así.
    me gusta mucho que como manejas la relación Sirius y Harry estaré contando los días para tu próxima actualización :-)

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  3. Hola sol :)
    Espero te haya ido de maravilla en tu viaje
    Gustarme la interacción entre Harry y Sirius? No no me gusto :( me encantooo!! :D la manera en que le dice cachorro a Harry es tan :3
    Me gusto mucho el capitulo
    Actualiza pronto :D
    Saludos

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  4. Me gusta mucho la interacción, tu historia esta de mil maravillas y solo puedo pedirte mas aunque estes de viaje jaja

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  5. Un gusto volver a leerte Sol, te digo sinceramente que éste fue un gran capitulo!!!

    Con todo el respeto que se merece J.K. Rowling, siempre pensé que Harry se merecía un hogar donde se sintiera amado y protegido.

    Así que tu versión me encantó y obvio estoy a la espera de más!! Ya me imagino las aventuras que les esperan en Hogwarts!!

    Pd: Sé que no es navidad y tú no eres ni Merlín, no Santa Claus pero si de paso le regalas a Draco una niñez feliz, te querría más que Rowling!!!!!!

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  6. Esta muy buena, me gusta mucho feclicitaciones

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  7. querida SOL un placer leerte acabo de leer los dos cap de HArry y estoy muyfeliz dela nueva odisea de este niño del que mucho se ha dicho, imagine cada pedacito de lo escrito, lo ha disfrutadom ucho, por favor continualasa si?

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