CAPÍTULO DOS
NUEVAS
EXPERIENCIAS
Sirius abrió los
ojos envuelto en el pánico y se incorporó rápidamente apoyándose sobre los
codos. Sentía correr el sudor por su rostro, y el viento que entraba a través
de una ventana hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Le tomó varios
segundos comprender que la superficie sobre la que descansaba, no era el sucio
catre maltrecho de su celda en Azkabán, sino las suaves sábanas de seda de su
cama en la Mansión Potter.
Las pesadillas
aún no se iban desde que dejó la prisión. Sus sueños estaban inundados de
oscuridad y de miedo, y no había podido tener ni una sola noche tranquila en
más de tres semanas.
Por otro lado,
un nuevo temor se cernía sobre él: le aterraba pensar que fracasaría en su
labor como padrino de Harry. Su tarea era demasiado compleja; tendría que
intentar llenar el vacío de los doce años en que su ahijado no tuvo una familia
verdadera. Ser para él una imagen de confianza, respeto y amor, mientras al
mismo tiempo luchaba con sus demonios internos.
Miró el reloj
sobre la mesita de noche y vio que eran las 3 am; envolvió su cuerpo en una
bata, tomó su varita y decidió bajar a la cocina a buscar un poco de leche. Un
salto y un grito ahogado sobrevinieron cuando una silueta apareció ante él
sentada en una de las sillas de la barra.
—¡Harry! —dijo
con una profunda exhalación en cuanto reconoció a su ahijado—. Por poco me
matas de un susto.
Encendió la
luces y vio cómo las mejillas del muchacho se teñían levemente de rosa.
—Lo siento
—susurró con la cabeza gacha—, ¿te desperté?
Sirius pudo
notar que el tono de Harry y la mirada en sus ojos, además de rastros de sudor
en su frente, le pintaban el rostro de tristeza y miedo. Se sentó en la silla
junto a él y llamó con un Accio el tarro de
leche y dos vasos.
—¿Quieres?
—preguntó, y Harry asintió—. No me despertaste, descuida.
Tomaban la leche
en silencio. La mente de Sirius entraba en un completo caos buscando la manera
de llegar a su ahijado. Aun cuando él mismo seguía teniendo un comportamiento
con señas adolescentes, no sabía bien cómo lidiar con uno.
—¿Te pasa algo,
Harry? —habló luego de unos minutos.
Harry se encogió
de hombros. Levantó su rostro y sus labios se separaron varias veces, como si
quisiera decir algo, pero de ellos no salía nada.
—¿Pesadillas?
—intentó Sirius.
Para su
sorpresa, Harry asintió suavemente y volvió a bajar la mirada, como
avergonzado.
—¿Quieres hablar
de eso?
—Son tonterías…
Sirius sirvió más leche en su vaso y
llamó también una caja de galletas.
—¿Sabes? —dijo
apostando por una nueva estrategia—, tampoco he podido dormir por mis
pesadillas. Sí, así es… Es difícil acostumbrarse a despertar en una cama suave
luego de doce años en Azkaban. En cada sueño, siento como si los dementores
estuvieran al acecho, buscando la oportunidad perfecta para robar más de mis
recuerdos felices…
Sirius terminó
de hablar y su corazón permaneció encogido a la espera de que Harry dijera
algo. Él sabía perfectamente lo que era no poder abrirse a nadie. También él se
obligó a ser reservado en su juventud y ni siquiera con sus amigos se sentía
cómodo hablando de sus sentimientos más íntimos.
—Yo… —empezó a
hablar Harry—, ¿te puedo decir algo?
—Por supuesto.
—Tengo mucho
miedo —dijo, y su voz sonó con muchos menos años de los que tenía—. Estoy
teniendo pesadillas horribles y no las logro entender. Veo a Voldemort… o más
bien lo escucho. Él está hablando con alguien que no conozco. Hablan sobre la
necesidad de que yo muera. Y hay una serpiente. Y un anciano llega y… y la
serpiente lo mata…
Sirius tragó
saliva. Aquello no era algo que esperara.
—Sé que es
tonto, pero–
—No, Harry —lo
interrumpió—, esto no tiene nada de tonto. ¿Desde cuándo estás teniendo esas
pesadillas?
—Desde hace una
semana, creo. Y siempre es la misma, sólo que a veces siento que…
—¿Qué, Harry?
—Como… como si
yo fuera la serpiente.
Sirius vio cómo
Harry temblaba ligeramente al pronunciar su última frase. Pudo ver lo
perturbado que lucía el chico y decidió no atormentarlo con más preguntas. En
su lugar, arriesgó por poner torpemente una mano alrededor de sus hombros. Notó
que Harry estaba tenso, como si le costara relajarse. Obviamente el chico no
había tenido muchas muestras de afecto, pero poco a poco empezó a distenderse.
—¿Sabes? —dijo
Sirius con una sonrisa—. Ayer estuve recogiendo papeles viejos del sótano y
encontré un montón de fotos vergonzosas de la infancia de James, ¿te gustaría
verlas?
La expresión de
Harry cambió por completo.
—¡Por supuesto!
—Entonces vamos.
En la mañana,
cuando Remus empezó a sospechar de los constantes ruidos procedentes del
sótano, se encontró con padrino y ahijado envueltos en estruendosas risas con
una imagen en sus manos del pequeño James en pañales.
*-*-*
—¿Ves, Harry? Te
dije que ganaría Irlanda.
—Ya deja de
presumir, Sirius.
Sirius revolvió
con diversión el cabello de Harry. Idéntico al de James, sin esperanza alguna
de quedar organizado.
Las tiendas de
campaña se extendían numerosas por al menos medio kilómetro a las afueras del
estadio de Quidditch. El partido final del mundial había acabado y Sirius,
Harry, Remus, Hermione y los Weasley se dirigían a su tienda.
Un fuerte estruendo
se escuchó en la distancia y un grupo de sujetos con máscaras apareció llenando
todo de fuego a su paso.
Sirius agarró
fuertemente a Harry del brazo.
—¡Mortífagos!
—gritó Arthur.
—¡Ustedes
váyanse! —dijo Remus refiriéndose a los jóvenes del grupo y sacando su varita
en posición de guardia.
—¡No! —protestó
Harry—, no me iré sin ustedes.
—Obedece, Harry
—ordenó Sirius con firmeza—. Rápido, regresen a la entrada y vayan al
traslador.
—¡Pero Sirius!
—¡Ahora, Harry!
*-*-*
Hermione y Ron
arrastraron a Harry por sus brazos y salieron corriendo detrás de los gemelos
Weasley y Ginny.
Apenas habiendo
avanzado unos metros, Harry se liberó del agarre de sus amigos y paró en seco.
—¡No podemos
irnos si ellos siguen allá!
—¡No seas tonto,
Harry! —dijo Hermione—, ¡ellos sabrán qué hacer!
—¡Tenemos que
esperarlos, son la única familia que tengo!
—Harry…
—No, Ron. Si
quieren quédense ustedes, pero yo no los dejaré.
Y sin más,
regresó obstinado con varita en mano.
En medio del
tumulto, no tardó en perder su camino. A su alrededor la gente corría aterrada
y el fuego crecía con rapidez.
Antes de que
pudiera avanzar más, un hechizo lo golpeó de lleno y cayó inconsciente al
suelo.
*-*-*
Sirius corrió
con Remus y Arthur a su lado. Tercamente pensaba que por lo menos ahora había
vuelto un poco de acción a su vida. Lanzaba hechizos no verbales a diestra y
siniestra para contraatacar a los Mortífagos y también para ir disipando el
fuego.
Había estado en
la Academia de Aurores junto con James y los Longbottom antes de que… bueno, de
que básicamente todo se fuera al infierno. Sus habilidades parecían no haberse
extinguido.
El cuerpo de
Aurores había llegado al lugar de los hechos para ofrecer protección. Después
de una hora, la situación estaba controlada en manos del Lado de la Luz.
En medio de las
chozas reducidas a escombro y cenizas, aparecieron dos adolescentes corriendo
agitados.
—¡Hermione, Ron!
—exclamó Remus— ¿¡Pero qué hacen aquí!?
Sirius vio el
rastro de lágrimas en la cara de Hermione.
—¿Dónde está
Harry? —preguntó presintiendo la respuesta.
—No… no lo
sabemos —tartamudeó Ron—. Dijo… dijo que iría con ustedes… Tratamos de seguirlo
pero perdimos su rastro. No lo hemos encontrado. Lo siento…
Sirius tomó
varios intentos de respiración que terminaron por dejarlo al borde de la
hiperventilación. El tiempo pareció ralentizarse y sólo pudo reaccionar cuando
Remus lo agitó ligeramente.
—¡Sirius!
—repitió el licántropo—. Te estoy diciendo que vayas por allá. Ve con Arthur y
Hermione, yo voy con Molly y Ron. Enviamos un Patronus si lo encontramos,
¡andando!
Entre los
escombros, los tres no paraban de gritar el nombre de Harry. El corazón de
Sirius parecía trabajar con más de su capacidad. ¿Tan rápido fallaría como
padrino?, se preguntó. Los recuerdos del fatídico 31 de octubre lo embriagaron,
deseando con todas sus fuerzas que la situación no se repitiera.
Pasaron casi dos
horas, que para él se sintieron como dos milenios, cuando Arthur señaló la
figura de Harry que se movía entre la destrucción. En el cielo, se dibujaba una
enorme nube verde en forma de serpiente y calavera: la Marca Tenebrosa.
—¡HARRY! —gritó
Sirius corriendo hasta el muchacho.
Su ahijado lucía
pálido en extremo. El sudor perlaba su rostro y en su mirada se plasmaba el
terror.
—S-Sirius…
—balbuceó en cuanto le puso ambas manos sobre sus hombros.
—Te dije que te
fueras —dijo Sirius apretando los dientes con una voz mortalmente baja—. ¡Te
hemos buscado por horas!
Arthur realizó
el encantamiento Patronus y una comadreja plateada llamó rápidamente a Remus,
Ron y Molly.
Sirius se
debatía entre gritar o callar. La preocupación se había drenado por completo,
dejando paso a la ira. Estaba seguro de que Harry veía la rabia que entrañaban
sus ojos.
—¡Harry!
—dijeron en coro Remus y compañía en cuanto llegaron.
Molly estrechó a
Harry en un abrazo sofocante, y en cuanto terminó, Sirius habló con voz gélida:
—Nos vamos.
Sirius notó cómo
Harry tragaba saliva sonoramente.
—Mi… mi varita
—dijo su ahijado—, no la traigo conmigo…
—¡Cómo que no
traes tu varita! —rugió Sirius.
—Tranquilo,
Harry —se interpuso Molly, en su mejor tono sobreprotector—. Nos encontramos
con el ministro Crouch. Él nos dio tu varita, mírala. La tenía su elfina
doméstica, que al parecer te la quitó y conjuró la Marca.
—¿Por qué conjuraría
un elfo la Marca Tenebrosa? —preguntó Remus extrañado.
Sirius realmente
no parecía prestar atención a la conversación.
—Eso no importa
—dijo aún con voz glacial—. Nos vamos.
Remus asintió y
ambos sujetaron a Harry cada uno de una mano, para luego hacer una aparición en
la sala de la Mansión Potter.
*-*-*
En cuanto
llegaron, Harry miró con un ligero temor a los dos adultos frente a él.
—Eh… lo siento…
—dijo agachando la cabeza. Ya se había enfrentado una vez a un regaño de Remus
y no quería tenerlo de nuevo y por partida doble.
—¡Y bien que
deberías sentirlo! —gruñó Sirius entre dientes—. ¿Por qué, en el nombre de
Merlín, decidiste arriesgar tu vida de esa manera?
Harry realmente
no sabía qué decir. ¿De verdad armarían tanto escándalo por eso?, se dijo, ¡se
había enfrentado al mismísimo Lord Voldemort en tres ocasiones y salido con
vida!
Se encogió de
hombros.
—Harry, ya
tuvimos una conversación similar —prosiguió Remus con voz cansada—. No creía
que hiciera falta repetirte esto, pero sabes que tus padres hicieron un enorme
sacrificio para mantenerte a salvo, ¿en serio no vas a valorar eso?
Harry sintió que
eso había sido un golpe bajo. Remus sabía exactamente cómo llegar a su punto
más débil.
Escuchó cómo el
licántropo dejaba escapar un pesado suspiro.
—Sube a tu
cuarto, Harry.
Caminó extrañado
hacia su habitación. ¿Eso era todo?, se preguntó. Por la mirada de Sirius,
esperaba algo así como dos horas de regaños y gritos. Pero Remus sólo lo había
enviado a su habitación…
Pensó que había
sido mucho más sencillo de lo que esperaba.
*-*-*
—No puedo
creerlo —dijo Sirius tirándose sobre el sofá en cuanto Harry se hubo marchado—.
¿En serio no tiene el más básico sentido de supervivencia?
Se sentía
miserable y enormemente decepcionado. La rabia se estaba menguando poco a poco,
ayudado bastante por un té para relajarse.
—Te lo advertí,
Sirius —comentó Remus, pero no con reproché, sino con tristeza—. Harry es
demasiado… Gryffindor. Tiene la enorme creencia de que es su deber salvar a
todos. Y no ayuda mucho el hecho de que sea El Niño Que Vivió…
—Yo- Te juro que
estuve tentado de hechizarlo o… yo qué sé —masculló con una mueca—, ni siquiera
yo habría hecho algo tan insensato, y eso es mucho decir.
—Tienes que
subir a tratar con él —dijo Remus—, debes hacerle entender que lo que hizo fue
simplemente un enorme error.
—No sé si me
quede bien a mí la charla de las consecuencias y todo eso —repuso bufando.
Vio cómo Remus
empezaba a agitarse.
—Sirius, no sólo
puedes ir a darle una “charla de las consecuencias” —dijo muy serio—. Tienes
que darle una lección. Ya le habíamos advertido sobre las dos reglas, y rompió
ambas.
Sirius arrugó el
entrecejo. No le gustaba a dónde estaba yendo eso…
—¿Y qué se
supone que haga? —preguntó amargamente—, ¿castigarlo sin Quidditch? ¿Mandarlo a
la cama dos horas antes?
Remus chasqueó
la lengua y negó con la cabeza.
—No, Sirius.
Esto tiene que ir más allá de un simple toque de queda. Sólo imagínate qué
habría hecho el padre de James si alguno de ustedes hubiera hecho algo tan
tonto.
Sirius se quedó
frío. ¿Acaso Remus le estaba insinuando que…?
—No.
—Sirius…
—No, ¡no! Ya sé
a qué te estás refiriendo y es un rotundo NO.
Se puso de pie
de un salto y le dio la espalda a Remus.
—Sirius —dijo
él—, si no haces algo ahora, Harry no te tomará nunca en serio.
—¡No pienso
pegarle a mi ahijado! —repuso él escandalizado.
Remus rodó los
ojos.
—No te estoy
diciendo que lo golpees hasta dejarle moretones —explicó—. Se trata de darle
una lección. Es… disciplina. Y no es como si fuera el primer chico al que le
dan una zurra como castigo.
—Pero, Remus,
Harry no es un niño pequeño, ya casi cumple catorce…
—Déjame
recordarte, Sirius —dijo con casi diversión—, que la última vez que tú y James
tuvieron un encuentro con la vara del señor Potter fue cuando tenían
diecisiete…
—De hecho hubo
otra paliza un año después —comentó.
—¿Ves?
Sirius suspiró
con amargo.
—Remus… Quiero a
Harry más que a nada en el mundo, pero no me siento capaz de dar ese… paso en
nuestra relación.
Remus le puso
una mano sobre su hombro.
—Lo sé, Sirius.
Sin embargo, Harry necesita esa lección.
Pero si de verdad no te sientes listo, yo podría hacerlo por ti.
Sirius lo
consideró unos segundos. Delegando esa labor se quitaría un enorme peso de
encima. Pero quizá Remus tenía razón: Harry nunca lo respetaría si no tomaba
cartas en el asunto.
—No. Detesto
decir esto, pero tienes razón, Lunático…
Remus sonrió
comprensivamente.
—Puedes hacerlo,
Canuto. Piensa en que es por su bien.
Asintió y caminó
hasta las escaleras, dispuesto a hacerle frente a su ahijado.
Sus pies lo
llevaron hasta la puerta de la habitación de Harry. Dudó antes de tocar tres
veces.
—Adelante
—escuchó que decía.
Con pasos lentos
entró y cerró la puerta tras él.
Harry estaba
acostado en su cama mirando el techo. En cuanto lo vio, se levantó lentamente.
Se sentó junto a
él y deseó que algún tipo de magia antigua le llenara la boca de las palabras
correctas.
—¿Estás bien?
—preguntó.
—Sí —respondió
Harry con voz queda.
—Lamento haberme
puesto así de enojado. Es sólo que no imaginas el susto que me hiciste dar.
—Lo siento,
Sirius —dijo con sinceridad—. Yo sólo quería ayudar…
—Lo sé,
cachorro. Pero ése es el punto: no tenías que ayudar, no sabiendo que
arriesgarías así tu vida. Lunático y yo, y todas las personas que te aman,
queremos que estés a salvo.
—Pero yo también
quería que ustedes estuvieran a salvo —repuso él. Sirius notó que su
temperamento empezaba a alterarse—. Además no me pasó nada…
—Afortunadamente.
Pero pudo haberte pasado algo grave.
Sirius vio que
la mandíbula del muchacho empezaba a tensarse. Aquí iba el humor adolescente…
—Mira, Sirius
—dijo llenando su voz de impotencia—, entiendo eso de que me quieran proteger,
pero ya he pasado por cosas mucho peores que lo de esta noche. Realmente no es
para tanto…
—Lo es para mí,
Harry —repuso con firmeza—. Has pasado por cosas peores, eso ya lo sé. Pero
antes no estaba yo, y mientras esté y sea tu padrino, seré yo quien decida si
es para tanto o no, ¿de acuerdo?
Harry respiró
pesadamente y arrugó su frente.
—Bien, como
quieras —dijo con altanería—, me puse en peligro, hice que se preocuparan, lo
siento y todo eso, ¿de acuerdo?
El chico se dio
la vuelta y se tiró sobre la cama, dándole la espalda a Sirius.
La ira que se
había disipado, empezaba a surgir nuevamente.
—Ven aquí
—masculló tomándolo por los hombros con fuerza y obligándolo a sentarse, y puso
una mano debajo de su mandíbula para que lo mirara a los ojos—. Escúchame bien,
Harry, no creas que voy a permitir que me hables de esa manera. Yo…no quiero
perderte, no quiero fallarle a James ni te quiero fallar a ti, ¿puedes
simplemente entender eso?
Harry bajó la
mirada y se alejó de la mano de Sirius.
—Lo siento…
—murmuró.
—Está bien.
—En serio,
realmente lamento haberlos preocupado —dijo esta vez mirándolo a los ojos—.
Entiéndeme, no estoy acostumbrado a sentirme… así de…
—¿Sí, Harry?
—Yo no estoy
acostumbrado a tener una familia que me quiera…
A Sirius se le
hizo un vuelco en el corazón y de inmediato empujó a Harry en un abrazo.
—Tampoco lo
estoy yo, cachorro —susurró—, no desde hace mucho tiempo. Pero podemos
acostumbrarnos juntos, ¿no crees?
Rompió el abrazo
y lo miró fijamente a su rostro triste. Harry asintió con una ligera sonrisa.
—Y entiendes que
tiene que haber consecuencias por lo que hiciste, ¿verdad?
Harry asintió de
nuevo, pero borrando su sonrisa.
—Lo sé, cachorro
—continuó Sirius—, tampoco a mí me agrada esto. Pero tengo que hacerlo.
—Lo entiendo…
Y con un
suspiro, supo que ya era el momento. No había pensado en cómo lo haría.
Llevarlo sobre sus rodillas lo incomodaba tanto como lo haría a él, pero supuso
que era lo tradicional. Había estado en el extremo opuesto más veces de las que
habría querido, pero jamás se imaginó en aquella posición actual.
Se movió hasta
la esquina de la cama y habló con firmeza.
—Ponte de pie,
Harry.
El chico se
tensó de inmediato.
—Me-me vas a…
—adivinó él con un ligero temblor en la voz.
—Sí, Harry, me
parece que te lo has ganado.
—Pero, Sirius…
—Harry. Ya lo
hablamos. Será mejor que no me obligues a hacerlo.
Harry dejó caer
los hombros derrotado y se puso de pie. Tanteó con nerviosismo el cierre de sus
pantalones.
—¿Tengo que…
bajarlos? —preguntó enrojeciendo por completo.
—Eh… sí, sí,
pero sólo tus pantalones.
Harry los
desabrochó sin poder evitar el temblor en sus manos. ¿Dónde estaba el coraje
Gryffindor cuando se necesitaba?, se preguntó con rabia.
Una vez el chico
tuvo los jeans caídos hasta sus tobillos, Sirius tomó su mano para guiarlo
hasta su regazo, dejando la parte superior de Harry cómodamente sobre la cama y
la inferior estratégicamente sobre sus piernas.
Sintiendo la
tensión en su espalda, le colocó una mano en los hombros para tranquilizarlo.
—Terminará antes
de que lo esperes, créeme.
E intentando
convencerse a sí mismo de sus propias palabras, levantó su mano y la dejó caer
pesadamente sobre el trasero recubierto de su ahijado.
Harry saltó un
poco por la sorpresa pero no hizo ningún sonido.
Sirius procedió
a establecer un ritmo y golpeó con constancia los glúteos y muslos de Harry. En
su mente llevaba la cuenta y sólo hasta el golpe número quince fue que el chico
empezó a moverse y ser más vocal.
Harry jadeaba lo
más silenciosamente que podía y a leguas se notaba su enorme esfuerzo por no
romperse a llorar.
Sirius aumentó
la fuerza y la velocidad en sus golpes, empezando a notar el calor que se
irradiaba desde el trasero de Harry. Y cuando llevaba treinta golpes, decidió
dar el siguiente paso de lo planeado.
—Accio regla.
Una regla de
madera que descansaba sobre la mesa de estudio de Harry, llegó hasta sus manos.
El muchacho sobre su regazó se encogió de inmediato.
—Sirius, yo… ya
fue suficiente —dijo levantando el rostro. En sus pestañas ya se acumulaban las
lágrimas y había un rastro de ellas en sus mejillas—, por favor, no es
necesario que me pegues con la regla…
—Harry, tengo
que hacer esto —repuso con una voz suave—. Serán sólo seis, te lo prometo.
Y tomando una
respiración profunda, bajó la regla con un sonoro CRACK
—¡Mphmm! —gimió
Harry enterrando su rostro en la cama.
CRACK CRACK
Harry ahogó un
grito entre las sábanas y movió un poco sus caderas. Sirius colocó una mano
sobre su espalda para mantenerlo en posición.
Sirius apuntó
entonces a los muslos del muchacho y terminó los azotes prometidos.
CRACK CRACK
CRACK
Con cada uno de
ellos, Harry lanzó suaves gritos que quedaron ahogados en la cama. Al terminar,
sus hombros se empezaron a agitar reveladoramente.
Sirius masajeó
la espalda de su ahijado mientras éste sollozaba tranquilamente. Un rato
después, Harry se paró y enterró el rostro en su pecho.
—Lo siento —dijo
al romper el abrazo, sorbiendo su nariz mientras limpiaba los residuos de
lágrimas en sus mejillas y se subía los pantalones
—Todo está
perdonado, ¿de acuerdo? —aseguró con una sonrisa—, ven aquí.
Se unieron en
otro abrazo más prolongado que el anterior.
—Bien, debes
estar exhausto, a dormir.
—Buenas noches,
Sirius.
—Buenas noches,
cachorro.
Salió del cuarto
apagando la luz y cerrando la puerta tras él. Se recostó en la pared contigua y
suspiró con una sonrisa dibujada en su rostro.
Comprendió que
no le había fallado a su ahijado. Y jamás lo haría.
¡Hola! Muchísimas gracias por la
aceptación que le dieron inicialmente a la historia, me encantaron sus
comentarios. Lamento si tardé para el segundo capítulo, pero me había ido de
viaje :/ Espero que les guste este capítulo que fue hecho con mucho cariño.
¿Les gustó la interacción entre Harry y Sirius? ¿Qué les gustaría ver en esta
historia? Aprecio mucho sus comentarios, de nuevo gracias. Sol.
Siii ahora si voy a hacer la primera en felicitarte te quedobuenisimo ya quiero maassss no seas malita ok
ResponderBorrarEspero te haya ido bien en tu viaje
Y no es por presumir pero cuando algo me encanta siempre quiero mas si el libro de harry potter y la orden del fenix lo lei en dos dias y eso porque tenia que trabajar sino era capaz de leerlo en un solo dia jejeje pero bueno ya me tienes atrapada con tu ficc
estrella
SOL!!!! me super encantooo!!! y te seguire pidiendo más capis de Harry me encanta, me he visto todas las pelis y leído los libros y tu fic me super mega encanta por fis no te tardes te está quedando genial sigue así.
ResponderBorrarme gusta mucho que como manejas la relación Sirius y Harry estaré contando los días para tu próxima actualización :-)
Hola sol :)
ResponderBorrarEspero te haya ido de maravilla en tu viaje
Gustarme la interacción entre Harry y Sirius? No no me gusto :( me encantooo!! :D la manera en que le dice cachorro a Harry es tan :3
Me gusto mucho el capitulo
Actualiza pronto :D
Saludos
Me gusta mucho la interacción, tu historia esta de mil maravillas y solo puedo pedirte mas aunque estes de viaje jaja
ResponderBorrarUn gusto volver a leerte Sol, te digo sinceramente que éste fue un gran capitulo!!!
ResponderBorrarCon todo el respeto que se merece J.K. Rowling, siempre pensé que Harry se merecía un hogar donde se sintiera amado y protegido.
Así que tu versión me encantó y obvio estoy a la espera de más!! Ya me imagino las aventuras que les esperan en Hogwarts!!
Pd: Sé que no es navidad y tú no eres ni Merlín, no Santa Claus pero si de paso le regalas a Draco una niñez feliz, te querría más que Rowling!!!!!!
Esta muy buena, me gusta mucho feclicitaciones
ResponderBorrarquerida SOL un placer leerte acabo de leer los dos cap de HArry y estoy muyfeliz dela nueva odisea de este niño del que mucho se ha dicho, imagine cada pedacito de lo escrito, lo ha disfrutadom ucho, por favor continualasa si?
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