Capitulo tres
El
desayuno estuvo de lo más entretenido porque los chicos, efectivamente,
decidieron comer sobre su padre, así que se turnaban para darle de comer ya que
Ricardo no alcanzaba a llegar al plato.
-Mamita,
puedo comer otro churro?- Preguntó Rafael, muy mimoso. Ya se había comido
cuatro y a él como le encantaban tanto, podría comerse una docena.
-Sólo
uno más- Le sonrió, le encantaba ver a su hijo feliz.
Y
así siguieron por media hora más, comiéndose todo lo que sus papis le ponían en
frente.
-Hey,
no se olviden de mi!- Dijo papá, al que le sonaban las tripas del hambre.
-JAJAJA!!!
No!! Tú estás castigado por pegarnos- Le gritó Rafa.
-Si
no me dan de comer, me los comeré a ustedes!!- Gritó con voz tenebrosa,
queriendo morderle las orejitas a sus niños.
-Jajajaja-
Rieron sus chicos a coro.
-Nooo....
no te comas a mis tesoros!!! -Dijo Helena, en un tono dramático.
-Ay,
mami!! Si quedamos para ti- Dijo Martin, dándole una mano para que se la “comiera”
ella.
La
dama tomó la manito ofrecida y la llenó de besos. Martín le había dicho mamá y
unas lágrimas de felicidad se derramaron por sus mejillas.
-Hey,
por qué lloras?!! Estaba muy saladito?!- Se rió.
Helena
le dedicó una gran sonrisa -Porque los amo, mi vida... y ahora que lo mencionas,
sí estás saladito, mi gordito!!- Le respondió, entregándole otro beso en esa
manito.
-Es
que no me bañé- Se rio con más ganas, recordando que no se había sacado el agua
salada luego de su zambullida al mar de ayer en la tarde. El resto de la
familia se echó a reír también y siguieron disfrutando de la deliciosa comida,
hasta que las panzas de los niños estuvieron repletas.
Después de probar todas las clases de tortas que había
en el restaurante, Helena, Ricardo y sus hijos regresaron más que contentos a
la casa.
-RAFAEL!! QUÉ SIGNIFICA ESTO?!!- Le gritó su madre al ver la escoba que tenía en casa, con la guerra de agua que desató contra su papá.
-Ay, mamita!! No me grites, que no me siento bien!...
-Qué tienes, hijo?!
-Me dueleee!!! Mamiii, me duele muchooo!!! Auuuu...
no sé qué me sucede... ayyyyyyy... Mamiii, ayudaaaa!!!
Helena no alcanzó a reaccionar.
-Vamos al hospital!!- Dijo Ricardo, tomando
en brazos a su hijo.
-Nooo, papito!! Al hospital no!! No seas malooo... Mggg…
auauauau- Decía al mismo tiempo que se quejaba. Ir al hospital, por más dolor
que sintiera, no era una opción para Rafael.
Pero papá no pensaba lo mismo, así que lo tomó en
sus brazos y lo llevó al auto.
-Helena, conduce tú, por favor!- Le fue indicando
el camino al hospital más cercano.
Al llegar, atendieron de inmediato a Rafael.
-Qué le sucede al joven?!- Preguntó la doctora en
cuanto lo tuvo tendido en su camilla.
-Me duele... me duele mucho!- Se quejó el
adolescente.
-Dile dónde te duele, mi principito, así la doctora
te puede ayudar!- Le dijo mamá, con una voz dulce que lo ayudó a calmarse un
poco, y estaba a punto de señalar su estómago, cuando Martín interrumpió la
charla, con un fuerte grito.
-AuuuU…. me duele…ay… me duele mucho- Gritó Martín
Ricardo corrió a su lado y lo sostuvo poniendo una
mano contra el pecho del niño que se doblaba de dolor.- Auuuuuu... papiiiii,
dueleeeee.... haz que pare... haz que pare, papiiii... buaaaaaa…Papi, me
duele- Gritaba con desesperación Martín, y Rafael, en ese momento, comenzó
a vomitar.
Los padres se debatían entre consolar a uno y
asistir al otro, al final, Helena agarró a su niño por los hombros; sabía que a
su bebé le daba miedo cuando vomitaba. Era esa desesperación que le provocaba
el no poder controlar su propio cuerpo y siempre terminaba sudoroso y
llorando.
La doctora los revisó y dio unas instrucciones a
las enfermeras que entraron con unos instrumentos de tortura, que ambos niños
querían evitar a toda costa!
-Pónganse boca abajo, por favor.- Les indicaron las
profesionales a los muchachos, que estaban recostado uno en cada camilla.
-NOooooo- Martín quiso salir corriendo pero su
papá fue más rápido que él y lo interceptó antes de que atravesara por la
puerta.
-Buaaaaaaaa... traidorrrrrr... sueltaaaa...
sueltaaaa... no quiero esooooo... dile que me dé gotiiiitaas... buaaaaa...
mamiiiiii, por faaaa
-Por favor, recuéstelo boca abajo- Dijo al
enfermera ya acostumbrada a estos berrinches.
-Hijito, así te vas a sentir mejor- Lo consolaba su
madre.
-Noooooo.... eso dueleee... cómo me voy a sentir
mejor de la panza si eso me hará doler el traseroooo?!!.... Mamáaa, mamiiita,
no la dejes... no la dejes. - Gritaba con la voz en cuello, aferrando sus manitos
a sus jeans para que su papá no se los bajara.
-Suficiente Martín, si no te dejas inyectar te daré
nalgadas y luego haré que te inyecten- Le ladró impotente Ricardo, sintiéndose
mal de inmediato. Él no sabía cómo reaccionar cuando su hijo estaba enfermo y
ahora tenía a los dos con dolor y no se dejaban medicar. La situación estaba
poniendo a prueba sus nervios.
-Buaaaaaaaaaaaaa... malooooo... eres malooo... y...
y ahora no te quiero.- Le contestó enojado. Martín nunca había sido un
"buen enfermo". Cuando se sentía mal, era su mamá quien lo atendía
porque Ricardo perdía la paciencia fácilmente.
-Mamiiiiiii...- Empezó a gritar el chiquillo, y
Helena se le acercó y le tomó la manito.- Aquí estoy cielito...- Pero
Martincito la esquivó y apartó.
-Quiero a mi mamiiiiiiiiii… buaaaaaaaa!!! -Todo era
muy confuso para él, en este momento las cosas estaban pasando demasiado rápido
y el sólo sabía que quería a su mamá de verdad, a su lado.
Helena al darse cuenta, sintió una mezcla de
tristeza y desesperanza. Había pensado que Martín la había aceptado, pero
claro, todo había sido demasiado pronto, pensó.
-Mamiiiiiiiiiii-
Ricardo tomó a su hijo con fuerza y le bajó el
pantalón para que lo inyectaran, mientras dirigía una mirada a Rafael –Rafita.
Hijo, ven aquí!
Rafa había aprovechado la distracción que
representó su hermanito mayor y se encaminó a la puerta, estaba a punto de
escabullirse de ahí cuando su papá lo advirtió.
-Vamos, monito... con la salud no se juega- Y nadie
supo cómo se las arregló para dejar a sus dos hijos boca abajo para ser
inyectados.
Helena les apretó las manitos a cada uno, y entre
llantos y quejidos las enfermeras lograron poner la medicación.
-Ahora les dejaremos con el suero- Dijo al
enfermara, pero los críos escondieron los bracitos lo mejor que pudieron
-Nada de suero, papito.-Dijo Martín con un puchero.
-Mi tesorito... vamos, un piquetito y cuando
termine podremos irnos a casa- Ricardo estaba desesperado por irse de allí,
odiaba los hospitales y las agujas más que sus hijos; era una tortura estar
ahí, porque sus miedos se habían multiplicado por tres: los de él y los de cada
uno de sus hijos.
Rafael no se quedaba atrás, quería poner sus
piecitos en acción y correr más rápido de lo que lo había hecho más temprano.
Pero ésta vez estaba muy débil.
Ricardo, viendo eso, le dio un besito en la cabeza
a Martin y a Rafael y les tarareó una canción para calmarlos... en eso siente
que sus fuerzas lo abandonan y siente una horrible punzada en el estomago que
lo hace doblarse en dos.
-Mggggg... auuuu...- Se quejaba, tratando de
mantenerse de pie pero aquello era imposible ya.
-Papi-
-Cariño, qué tienes?!
-Nada… estoy bien- Dijo, tratando de recomponerse
Pero otra punzada lo hizo perder los modos y gritó
más fuerte de lo que lo habían hecho sus niños. -Ahhhhhh
Una de las enfermaras fue por la doctora y la otra
aprovechó el descuido para ponerle el suero a los niños.
Aquella habitación parecía la sala de tortura de
alguna horrible película de terror por la cantidad de gritos y llantos que
salían de allí, incluso una señora se acercó a preguntar qué pasaba y la
enfermera se encogió de hombros sin darle respuesta. Al fin, la doctora llegó y
dio el diagnóstico.
-Agggggggggg- se quejaba Ricardo
-Quieto, mi amor. -Susurró Helena, haciéndole mimos
en el pelo.-Ves que no duele....- Le dijo una vez que la enfermera le retiraba
la navaja... eh... perdón, la "agujita" del glúteo.
-Esto duele como un infierno- Se quejaba.
-Lo ves, papiiii, y tú que nos traicionaste y nos
sostuviste para que nos clavaran esas cosas en nuestras colitas.-Dijeron casi a
coro los mocosos, haciendo pucheros
-Pero era necesario- Dijo... y él sólo se había
dejado picar con una aguja porque había obligado a sus hijos a hacerlo.
Unas cuantas horas más tardes, en las que la dulce
Helena se dedicó a mimar y llenar de besos a sus bebés, los cuatro regresaron a
casa.
-Voy a demandar a esa cafetería- Dijo furioso
Ricardo, una vez que estuvo en la comodidad de su habitación.
-Pero si ustedes se enfermaron por
tragones!!!- Les dijo seria la dama de la familia.
-Yo no comí tanto- Se quejó.
-Comiste de más!- Regañó ella.
-Que
no!!... Que tenía algo malo... y me pincharon por su culpa..!!.- Continuó
quejándose... La verdad, aún le dolía.
-Está
bien, niños. Por hoy les daré la razón, sólo porque están enfermitos... Ahora
bajo a prepararles un caldo de pollito así comen algo, pero no quiero que se
levanten de la cama hasta que yo regrese, sino les garantizo que serán tres
niños muy tristes.- Dijo Helena, imitando la pose y puede que hasta el
tono de un general de la armada.
-Jajaja!!!
Papá está en problemas- Se rió Rafín.
-El
mensaje va para los tres!- Agregó ella,
y se dio la vuelta saliendo lo más rápido de ahí antes de que sus amores la
descubrieran intentando contener la risa.
-Ya!
A la cama!!- Dijo Ricardo, tratando de mantener una pose seria... pero la
verdad no estaba nada molesto; tenía a sus hijos con él; uno a cada lado,
acomodados en sus brazos. Así podría estar eternamente. -Ya luego ordenamos el
desastre que dejaste, Rafael-
-Uhhhh,
papitoooo... lo puedes ordenar tú, por fis?!!- Dijo su pequeño, mirando
suplicante a papá.
-Yo?!!!...
No será descarado tu hermanito!!... Si se está pareciendo a ti- Le dijo a
Martín, sonriendo.
-Grrrr...
Eso no es cierto, papi… Yo me porto bien.- Le sacó la lengua e hizo el intento
de acurrucarse más a la par de su papito, apoyando su cabecita en el pecho de
Ricardo.
-Descarado
y adorable...- Le besó su cabecita y se las ingenió para que Martincito se
acomodara, él necesitaba a sus dos hijos cerca. Amaba a esos chicos con todo su
corazón.
Ricardito
se durmió, respirando el aroma de sus hijos... él jamás había sido un hombre
tan feliz.
Awwwww!!!! que adorables son estos chicos y jajaja tambien aguja para Ricardo bueno eso le pasa por traidor digamos que justicia divina, bravo chicas más capis!!!
ResponderBorrar:3 aww chicas les quedo hermoso el capítulo
ResponderBorrarMe encanta esta familia y mas por lo tierna que es
Ya me imagino a los niños dándole de comer a su papiro baja
Actualizen pronto chicas
Son geniales
Saludos
Perdón por la redacción es que es el autocorrector del cel ;( quise decir papito jaja :)
Borrarme encantoooooooooooooooo, por fin juntos aun con el pinchazo y el suero, a mimarlo mucho
ResponderBorrarVale que los entiendo que yo también odio, no mejor dicho, le tengo pavor a las inyecciones así que entiendo a los chicos perfectamente y desde ya les digo que me la deben por hacerles sufrir de esta manera tan cruel!! Grrrrr
ResponderBorrarBien, mientras pienso en como vengarme, les digo que me encantó el capi y que esta historia sin lugar a dudas es mis re-mega-super favorita, así que sigan escribiendo que dos genias como ustedes deberían publicar a diario!! jejejee
Estoy de acuerdo con Cassy deberian publicar a diario jajaja
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