martes, 20 de mayo de 2014

CAPÍTULO CINCO: PROBLEMAS FUERA DE RUTINA



            CAPÍTULO CINCO: PROBLEMAS FUERA DE RUTINA
Con un fuerte portazo, Harry trató de liberar parte de su ira. Sabía que su padrino y Remus podrían entrar a su habitación con un simple Alohomora, o a la manera muggle, es decir girando la perilla. Sin embargo, desde que era tan sólo un niño, una simple puerta le proporcionaba una simbólica y poderosa barrera que lo separaba del mundo. Y sentirse lejos de toda realidad era lo que ahora mismo quería.
Se tiró pesadamente en la cama sobre su espalda. Las lágrimas picaban en sus ojos y le nublaban la vista, pero su obstinación le impidió derramarlas. Aun en su soledad, trataba de mantener el control sobre sus emociones, sin importar que su garganta pidiera a gritos liberar el nudo que le dificultaba la respiración.
Esperaba que en cualquier momento Sirius o Remus, o inclusive ambos, irrumpieran en su cuarto. Para su alivio, los únicos ruidos que se escucharon en el exterior fueron los de los pasos de ambos magos marchándose por las escaleras.
Harry logró recuperar el ritmo de su respiración hasta que la humedad se alejó de sus ojos. Se sentó apoyándose en la cabecera de la cama y empezó a reflexionar sobre lo que había escuchado. Claramente, había una profecía que lo involucraba a él y a Voldemort, para variar. Pero eso no era lo que en realidad lo tenía enormemente ofendido; era el hecho de que al parecer todos sabían de la profecía y nadie se había tomado la molestia de hablarle de ella, como si el vaticinio de su probable muerte en manos de Voldemort fuera algo tan pasajero y natural.
Y peor aún: él era el elegido para acabar con el Señor Oscuro. Sirius y Remus hablaban de su entrenamiento como si tal cosa. ¿En serio estaban todos tan convencidos de que él, un simple mago de catorce años, lograría acabar con Lord Voldemort?
Harry no quería ese destino, y sin embargo todos a espaldas suyas, ya empezaban a prepararlo para ello.
*-*-*
Dos pisos más abajo, Remus y Sirius guardaban un silencio apesadumbrado.
—Sabía que debíamos decírselo antes de que se enterara… de esta forma —comentó el último Black después de un rato—. Ahora me odiará. De hecho lo hace ya…
—No llegues a esos límites, Sirius —repuso Remus.
—¿Qué no lo escuchaste? Me reprocha que no haya estado ahí para él todos estos años. Y tiene razón: si no hubiera ido por la rata, todo habría sido diferente…
—No te tortures con eso, Canuto. Harry tiene motivos para estar enfadado, pero no es rencoroso. En cuanto hablemos con él, quizá logremos que entienda nuestras razones.
—¿Crees que debería ir ya?
—No, no. Dale un rato para que enfríe su cabeza.
—Supongo… —masculló—, pero lo importante es que haya alguien a quien echarle la culpa, y yo ya elegí mi blanco: Dumbledore.
—Sirius… —rezongó el licántropo.
—¿Qué? —se encogió de hombros—, no es como si no hubiera motivos. En primer lugar, fue él quien lo privó de la verdad por más de 12 años, y fue él quien nos ordenó no decirle nada de la profecía.
—Sólo… ¿No crees que sería mejor que fuera yo quien hablara con él? —preguntó Remus.
—¿Y por qué no yo?
—Digamos que… tú como que pierdes el temperamento muy fácilmente…
—¿Disculpa?
—… le das consejos a Harry de dudosa calidad
—¡Oye…!
—… y además estás menos informado que yo sobre los hechos.
Sirius lo miró con una ceja levantada sintiéndose un poco ofendido.
—Mira, Canuto —habló Remus con tono apaciguador—. Conozco a los chicos mejor que tú, por algo soy profesor. Y aunque te moleste, también conozco mejor a Harry. Con él es suficiente de temperamentos fuertes en casa en este momento.
—Como quieras —dijo finalmente—. Después de todo, tú siempre fuiste el Lennin del grupo —añadió guiñando el ojo—, ¿entiendes? El Lennin, lo recuerdo de Estudios Muggles.
—De hecho, Sirius, es Lennon —corrigió con una sonrisa cansada.
—Da igual.
Remus soltó una risita y procedió a caminar en dirección al cuarto de Harry. Cuando estuvo frente a la puerta cerrada, llamó tres veces.
—¿Harry? ¿Podemos hablar?
Del  cuarto pareció no salir ningún ruido, pero con su oído de licántropo, Remus pudo escuchar a Harry resoplar con fastidio. Giró la perilla y entró con suaves pasos.
El muchacho estaba echado sobre la cama con los brazos cruzados en el pecho. Remus tomó una profunda respiración antes de sentarse a su lado.
—Sé que estás enojado… —inició en tono apaciguador.
—Mmhm.
—…pero ¿no crees que primero deberías escucharnos antes de sacar conclusiones apresuradas?
—A ver, veamos… —dijo Harry con sorna simulando reflexionar sobre sus ideas—, resulta que hay una profecía seguramente desde hace tiempo y sobre la cual ustedes sabían y jamás me lo dijeron; han estado haciendo planes con mi vida a mis espaldas, y además de todo quieren que me convierta en un asesino porque soy el elegido para matar a Voldemort. ¿A eso te refieres con sacar conclusiones apresuradas?
Cuando Harry terminó de hablar, el chico pareció necesitar unos segundos de descanso porque su discurso sonó atropellado. Remus esperó durante unos instantes para luego hablar con voz tranquila.
—Tienes razón en lo que dices, Harry. Sí, se hizo una profecía incluso antes de que nacieras, que decía que el elegido para derrotar a Voldemort nacería pronto de aquellos quienes lo desafiaron por tres veces. Tú y Neville Longbottom aplicaban hasta cierta parte, pero quedó claro que se trataba de ti cuando Voldemort te marcó con esa cicatriz.
Harry escuchaba atentamente pero con la cabeza gacha.
—Esa información —continuó Remus— llegó a manos de Voldemort y fue por ello que mató a Lily y a James e intentó asesinarte. Yo… yo hubiera accedido de inmediato a quedarme contigo cuando ya no tenías a nadie…
Remus escuchó que Harry resoplaba, incrédulo.
—Pero… —prosiguió, y su voz se escuchaba como si cada palabra le trajera recuerdos dolorosos, a medida que le explicaba al muchacho todo lo concerniente al hechizo de protección que tendría mientras viviera con los Dursley—. Esa protección se desvaneció en el momento en que el número 4 de Privet Drive dejó de ser tu hogar. Pero hasta entonces, Dumbledore siempre buscó tu protección.
—Ahora entiendo a qué te referías con lo de que Dumbledore es un manipulador —masculló Harry—. Me quería mantener con vida para que luego hiciera el trabajo sucio con Voldemort, ¿no es así?
—Harry… No lo veas de ese modo. Cualquiera que sea su objetivo, Dumbledore siempre te ha tenido en gran estima. De cualquier manera, yo no podía quedarme contigo; tú estarías a salvo con los Dursley y además, con mi licantropía era imposible que pudiera cuidar de ti como era debido.
Remus pasó saliva antes de hablar, esta vez con un tono más firme.
—¿Y en serio crees que todo este tiempo te hemos querido mantener a salvo por una profecía? —inquirió a modo de reprimenda— ¿No te hemos demostrado ya que significas más para nosotros que lo que diga una bola de cristal? Si queremos que te entrenes, no es porque necesitemos que “hagas el trabajo sucio”. No, Harry; buscamos que estés a salvo porque te queremos demasiado como para perderte.
Harry suspiró agotado y miró directamente a Remus a sus ojos.
—Y sobre Sirius —continuó el hombre lobo—, me parece que has sido muy injusto con él.
—¡Pero…!
—No, Harry —lo silenció levantando una mano—, eso que le dijiste fue cruel. ¿Acaso crees que Sirius prefería perder su libertad por doce años en lugar de ser libre y quedarse contigo?
Harry bajó nuevamente la mirada con expresión compungida.
—Supongo que sí me pasé un poco de la raya —murmuró cabizbajo.
—Así es, y quiero que le pidas disculpas.
—Lo haré más tarde —dijo con una mueca—. Pero no es como si ustedes no me debieran también disculpas.
—Sí, Harry. Ambos lamentamos no haberte dicho antes sobre la profecía. Sólo queríamos que no tuvieras tantas preocupaciones…
Harry bufó con fastidio.
—Como si no las hubiera tenido antes…
Remus le tomó la barbilla con suavidad en una mano y le hizo mirar a sus ojos.
—Pero ahora no estás solo —aseguró con firmeza—, ¿me entiendes?
La mirada de Harry, pintada con una ligera sonrisa, fue suficiente respuesta.
—Ahora… —prosiguió Remus— sobre desobedecernos y espiarnos…
—¡Pero creí que ya todo estaba aclarado!
—Oh, no, no —repuso Remus medio riendo—, no te quieras pasar de listo. Te dijimos que te quedaras con los Weasley e hiciste todo lo contrario. ¿Olvidaste las reglas de oro?
—Sé lo que hice —masculló—, pero tenía mis razones.
—Razones completamente comprensibles, pero incorrectas —contestó con simpleza—. Las reglas existen por una razón, Harry. Desobediencias simples pueden llevar a cosas mayores, y seguro que ya lo comprobaste en la final de Quidditch, ¿o quieres que te recuerde las consecuencias?
Harry se ruborizó. El recuerdo de la paliza que le dio Sirius no le hacía mucha gracia.
—No, gracias.
—Eso pensaba, y sin embargo —dijo Remus con severidad—, no podemos dejar las cosas así. Quiero para mañana a primera hora del día un ensayo de dos pergaminos sobre por qué es importante que obedezcas nuestras normas y qué puede pasar cuando las rompes.
Harry parpadeó. Le tomó varios segundos soltar una risita.
—Buen chiste, Remus.
—No es un chiste, Harry —repuso con tranquilidad.
—P-p-ero ¡Remus! —protestó él, incrédulo—, no estamos en Hogwarts, aquí no eres mi profesor…
—Ah… entonces ¿prefieres arreglarlo en términos de tutor? Porque, a menos de que no quieras sentarte cómodamente por varias horas, será mejor que no discutas ese asunto.
—El ensayo está perfecto.
Remus sonrió y revolvió el pelo del muchacho.
—Bien pensado. Si quieres puedes empezar a trabajar en él desde ya, te mandaré a llamar para la cena.
Y al ver que Harry asentía sin protestar, Remus salió de la habitación con expresión satisfecha.
*-*-*
Las semanas siguientes avanzaron con total normalidad. Cualquier rastro de discusión e inconformidad había desparecido, dejando alegres días repletos de magia y el ambiente hogareño que tanto anheló Sirius durante sus doce años de prisión. Había decido no reintegrarse al cuerpo de Aurores, al menos durante los veranos.
Entre tardes de Quidditch e investigación de los Horrocruxes, Sirius no pudo ver llegar el comienzo de un nuevo año en Hogwarts. No le apetecía demasiado estar solo durante tanto tiempo, con Remus y Harry en Hogwarts, pero seguramente ya encontraría qué hacer para mantenerse ocupado hasta la Navidad.
La carta llegó un mes antes del primero de septiembre a la hora del desayuno.
—Tendremos que ir a comprar tus útiles —le dijo desde la mesa. Remus ya se había marchado a Hogwarts porque ese año Dumbledore quería que el personal llegara antes que los alumnos para arreglar asuntos pendientes—. ¿Has quedado con tus amigos?
—Sí —respondió Harry—, Hermione me envió una lechuza diciendo que iría la próxima semana, y que ya había avisado a Ron.
Como acordaron, una semana después viajaron vía Flu hasta el Caldero Chorreante, tan sucio pero cálido como lo había sido desde que Sirius lo conoció.
—¡Señor Black! —saludó Tom, el cantinero—, qué placer verlo por aquí. Y a usted, señor Potter, siempre es genial tenerlo con nosotros.
—El placer es mío, Tom —contestó con su característica sonrisa y pidió dos cervezas de mantequilla.
Los murmullos no paraban alrededor de él y de Harry. En su juventud había sido el centro de atención a donde iba, pero después de tanto tiempo en la soledad, la multitud parecía sofocarlo. Sin embargo, agradecía que la atención se dirigiera hacia él de forma positiva.
Ron y Hermione llegaron al bar pocos minutos después, y los tres adolescentes se marcharon para realizar sus compras, mientras Sirius, Arthur y Amos Diggory conversaban animosamente en medio del gentío del callejón Diagon.
—¿Ya saben por qué hay tanto revuelo en Hogwarts últimamente? —preguntó Arthur con jovialidad. Los otros dos magos negaron con la cabeza—. No lo creerán: Hogwarts será sede del Torneo de los Tres Magos.
—¿En serio? —preguntó extrañado Sirius—, hace mucho que no lo hacen, creí que no lo repetirían. No después de… bueno, tantas tragedias.
—Fudge pretende aliviar tensiones con el extranjero —explicó Arthur—. Un evento así siempre es bueno para relacionarse con los magos del resto del mundo.
Sirius se despistó en medio de la conversación cuando su mirada se perdió entre las personas que caminaban cerca de allí. Cornelius Fudge caminaba rodeado de la prensa. A su lado también iba el ex ministro Bartemius Crouch. La mirada de Sirius se ensombreció; su rencor por el hombre que lo dejó en Azkaban se mantenía vivo. Pero en el rostro del sujeto, Sirius leyó mucho más…
Bartemius lucía desgastado, sus ojos parecían estar pintados de terror y hastío. El Profeta ya había dedicado a Crouch unos cuantos artículos en las últimas semanas: al parecer se encontraba enfermo y hacía pocas apariciones públicas. Según pudo escuchar Sirius de la prensa alrededor de las dos figuras públicas, el tema central era la próxima celebración del Torneo de los Tres Magos.
A Sirius, la atmósfera no le sabía bien. Sus investigaciones sobre los Horrocruxes no daban mayores resultados, y lo único que lograba tranquilizarlo un poco de que Harry estuviera lejos de su protección por tantas semanas, era que Remus se mantendría muy cerca de él como su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Sirius tenía bastante claro que Hogwarts ya no era el lugar seguro que siempre había creído…
*-*-*
Llevar a Harry al Expreso Hogwarts el primero de septiembre, significó para Sirius un torbellino de recuerdos y de sentimientos encontrados. Sabía que Harry debía estar pasando por algo parecido; después de todo, sería la primera vez que un legítimo familiar iría a despedirlo con todo el cariño que indicaban tres meses separados. Él mismo había sido marginado en su familia, porque mientras que para Regulus, su hermano, sólo había besos y abrazos en el momento de la despedida, para él todo era advertencias y reprimendas llenas de acidez.
Y sin embargo… aquello no estaba bien. A su lado debían estar James y Lily, despidiendo con él a su hijo. Todos tres merecían una familia; en aquel momento debía haber estado James, apretando los hombros de su hijo, revolcando aún más su cabello y sugiriéndole toda clase de bromas dignas de un Merodeador. Y Lily, por su parte, los reñiría y estrecharía a Harry en un sofocante abrazo que haría avergonzar al muchacho.
Y a su lado sí que había una pelirroja, una regordeta de apellido Weasley, que batallaba con dos gemelos en la perdida guerra de hacerles prometer que se comportarían.
Mas el único cabello azabache desarreglado era el de Harry, que dibujaba en sus ojos –los ojos de Lily–, la más grande de sus alegrías.
—Cuídate mucho, Harry —pidió dejando de lado los recuerdos—. Escríbeme, ¿de acuerdo?
—Por supuesto —dijo el muchacho—. ¿Nos veremos en Hogsmeade?
—Seguro, Remus me estará informando de los fines de semana en que irán.
Harry asintió con una sonrisa y Sirius lo envolvió en un abrazo estrecho. De alguna manera, sintió que aquel gesto tuvo mayor entrega que todos los demás.
Sirius vio cómo Harry abordaba el tren, y en cuanto se puso en marcha, no tuvo más remedio que agitar su mano hasta que los rostros de las decenas de estudiantes se perdían de vista.
*-*-*
La cena de bienvenida no fue en definitiva como todas las demás a las que había asistido Harry desde su llegada a Hogwarts. Fue una sorpresa para él descubrir que, no sólo había más escuelas de magia en el mundo, sino que ahora la suya sería sede de dos de ellas para el Torneo de los Tres Magos.
Por primera vez en muchos años, Hogwarts había mantenido por más de un curso a un mismo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Fue un gusto para casi todos los estudiantes ver a Remus Lupin sentado en la mesa de los profesores.
Pero lo que sí no fue en lo absoluto una sorpresa grata para él, sino todo lo contrario, fue cuando el Caliz de Fuego, que elegía a los tres magos que participarían en el torneo, lanzó el nombre del último de sus participantes. Cuando el nombre de Harry Potter resonó en la voz de Dumbledore por todo el Gran Comedor, la congoja lo sobrecogió.
No supo cómo fue que sus pasos lo llevaron hasta la mesa principal, ni tampoco tuvo conciencia del tiempo que pasó hasta que estuvo en la Sala de Trofeos rodeado por todo el cuerpo docente y los directores de Beauxbatons y Durmstrang.
La mirada de mayor inquisición se la dio Remus, que caminaba inquieto por todo el salón.
—¿Estás seguro de que no le dijiste a alguien que pusiera tu nombre en el Caliz? —preguntó nuevamente Remus, caminando esta vez hasta Harry y poniendo sus manos sobre los hombros del muchacho.
—Te lo juro, Remus —insistió Harry con su voz llena de preocupación—, no me interesaba en lo absoluto participar.
Los adultos frente a él seguían discutiendo. Cuando un silencio repentino los invadió, el siguiente en hablar fue Bartemius Crouch.
—El Caliz tiene una decisión inapelable —sentenció en tono de tragedia—. Harry Potter deberá participar.
Remus no dijo, sólo suspiró y asintió miserablemente.
Pero el que Remus no discutiera, fue lo que hizo que Harry se preocupara aún más.
*-*-*
Yyyy… ¡He vuelto! Lo sé, lo sé, merezco que me estén odiando aquellas que siguen mi historia. De veras lamento muchísimo tantos días sin actualizar y les pido disculpas. Estoy en época de parciales en la U, y me tienen loca. Además, como les comenté anteriormente, he tenido que reescribir varios capítulos que perdí cuando explotó mi laptop y ha sido bastante complicado. Mientras me despeje de tantos exámenes (rindo muchas materias), espero que me sepan disculpar si tardo para actualizar. A cambio creo que podré entregarles one shots de Harry Potter con personajes y situaciones aleatorias.
Ahora sí, un par de aclaraciones: primero que todo, frente al tema de que Remus siga de profesor… bueno, les dije que me tomaría unas libertades con el canon y según mi historia, Severus Snape no fue a la Casa de los Gritos cuando se destapó toda la verdad de Sirius Black, y aquella noche no era luna llena, por lo que Remus no se convirtió y la rata no tuvo oportunidad de huir, ni los dementores atraparon a Sirius. Pettigrew fue llevado hasta Hogwarts, contactaron al Ministro y bla bla bla… Así que Severus no tiene “excusa” para revelar la verdad sobre Remus y él sigue ejerciendo.
Segundo, sé que en ciertas escenas omito muchos detalles, pero supongo que ustedes ya conocen la historia del Caliz de Fuego y no tendría gracia volver a repetir lo que ya se hizo, así que prefiero avanzar más rápido en esas partes.
Créanme que mi historia tendrá muchos cambios con la original, por lo que espero que les gusten las sorpresas que les iré trayendo. Ah… y no se preocupen, que Harry no siempre se portará muy bien que digamos :P
 ¡Un abrazo y un beso para todas y gracias por su comprensión!
Sol.


6 comentarios:

  1. Sol!!!

    Me encanta!! lo que mas me gusta es el estilo nuevo que le das a la version que conocemos, tu sigue que esta genial estoy ansiosa por las sorpresas y por que Harry haga locuras o mejor no tan locuras...hehehe, cuidate y actualiza pronto, no es por presionar ...pero pronto!! ;D

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  2. Hola Sol como estas nena??'
    muero por saber que continuara con la historia te esta quedando genial y si porfis no te desaparezcas por muchos dias pórque te extrañamos un monton
    ah pero no te odiamos para nada ok
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  3. O.O siempre te las arreglas para dejarnos en lo más interesante

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  4. SOOOOL!!!!!!!!!!! por fis no tardes tanto en actualizar me encanta este fic de Harry el giro que le das a las cosas por fis procura escribir más seguido .... sin presiones pero ... como para cuando el próximo???

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  5. SOOOOOL ya te extrañaba y esta version de Harry, jjjjjj por favor, por favor no te tardes, sabes? es ingeniosa tu habilida para lograr el efecto que le diste, que pese a ser una lectura tan popular, leerla en version spank es fabulosa
    por favor, quiero mas travesuras jajajajajajja

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