Capitulo seis
Ricardo ordenaba la casa mientras
Helena preparaba la última merienda, ya que sus hombrecitos favoritos eran unos
tragones y se excusaban en estar creciendo para pedir comida a cada rato.
-Se puede saber dónde ponen
ustedes toda esa comida?!!!- Dijo divertida la joven mamá, sirviéndoles unas
buenas porciones de panqueques a los chicos.
-Ay mamita, es que a éste paso
gasto mucha energía llorando- Respondió Rafita, haciendo un pucherito tan
gracioso que Helena no pudo evitar abrazarlo y pellizcarle las mejillas. -No es
justo. Se la pasan pegándome-
-Y tú te la pasas buscando
problemas....- Gritó papá desde la sala, donde estaba muy ocupado pasando el
plumero a los muebles.
-No estoy hablando contigo, señor
manos largas- Dijo sacándole la lengua.
Ricardo tiró el plumero en el
sillón y salió dando pasos largos hasta donde estaba su bebé. Se paró en frente
suyo y lo miró con un ceño fruncido. -A quién le habla así usted, jovencito?!!-
-A ti... no me das miedo papá- Le
sonrió y le dio un beso.
-jajajaja.... Ay, mi bebé, si yo
no quiero que me tengas miedo, sólo que me trates con respeto- Y se
inclinó para darle un beso sonoro en la frente -Estamos?!-
-Y yo que no me pegues,
¿Estamos?-
-Pórtate bien y asunto arreglado,
principito-
-Así no tiene gracia- Se quejó
con un puchero... Martín aprovechó la mini discusión para desaparecer.
-Uf, mi niño! Si eres terrible-
Dijo mamá, acercándose para darle un jaloncito de orejas que arrancó un gritito
exagerado a su hijo.
-Mi poto... mis orejas... No hay
derecho!!- Replicó, tomando un panqueque y llevándoselo a la boca.
Los padres se miraron complacidos
y Ricardo aprovechó para darle un besito a Helenita.
-Hey, que hay menores presentes-
Reclamó descaradamente Rafín.
-Menores?... dónde está tu
hermano?!- Preguntó Helena.
-Uhmm, no sé!!- Miró hacia los
lados buscando a Martín, pero al parecer no estaba en el comedor.
-Voy a verlo- Dijo Ricardo, que
en segundos estuvo frente a la habitación del mayor de sus hijos -Martín?!
Cariño, puedo pasar- Dijo después de tocar un par de veces la puerta.
Pero Martín no respondió.
Ricardo suspiró un tanto
indeciso. Martín siempre había sido muy firme en todo lo que respecta a su
intimidad. Pero como no contestaba a su llamado, decidió entrar igual.
Abrió la puerta, pero no encontró
a su hijo en la pieza. Estaba por irse cuando notó que la puerta del baño
estaba junta y como su hijo no respondía, entró.
Martín estaba de pie, mirándose
al espejo, todo sudoroso y con la cara roja.
-Martín. Hijo, qué tienes?!-
Preguntó Ricardo, preocupado.
-Papáaaa... qu-qué haces aquí?!!-
Respondió el muchachito, entre asustado y enojado.
-Qué pasa, Martín?!- Dijo
intuyendo que algo no cuadraba. Si su hijo hubiese estado enfermo, no se habría
molestado.
-Pasa que no deberías entrar así
a mi habitación- Replicó el chico, ahora sí, decididamente molesto.
-Martín. Qué carajo está
pasando?!- Dijo en un grito.
-Nada!!! Apártate, por favor!- El
niño se escabulló de las manos de su padre y salió del baño.
Ricardo lo tomó con fuerza de un
brazo -Me dices ya mismo qué está pasando, hijo.
-Ahhhh!! Déjameeee!!! Qué te
pasa?!! Suelta, papá!-
-ZAS!!
-Ahora, Martín- Exigió,
levantando la mano para dejarla caer en el trasero, de ser necesario un mayor
incentivo.
-Auuuu... Noooo... si no hice nada!!-
Gritó, intentando soltarse del agarre de papá.
-¡ZAS!!- Le pegó otro manotazo,
arrastrándolo al baño para ver qué es lo que escondía su hijo.
-Ahhhhh... Papiiiii- Se quejó
Martincito, pasándose la mano libre por la zona donde la manota de su padre
había chocado ya tres veces. -Noooo, papito, noooo...-
-No qué, Martín? Habla ahora!-
Martín ya estaba comenzando a
llorar y a Ricardo le desesperaba más esa reacción.
Qué demonios le sucedía a su
hijo?!
Lo tomó por los dos hombros y lo
zamarreó un poco –Martín, que me digas ahora- Le gritó.
-Yo...yo... no tengo nada que
decirte- Dijo al fin, liberándose de su padre para salir corriendo de la
habitación.
Ricardo corrió tras él y cuando
lo alcanzó, lo llevó de una oreja al baño. Por su cerebro pasaban mil
posibilidades, y no sabía cuál era la peor.
-Aaaaayaaaa... ayayayayyy...
yaaaa!!... Papá!! Sueltaaaaa...- Pedía el niño, queriendo aflojar la presión
que su papito ejercía en su orejita. -Buaaaaaaaa... Rafaaaaa- No supo por qué,
pero decidió que era buen momento para buscar ayuda de su hermanito.
Rafael, ni lerdo ni perezoso,
corrió como un loco por las escaleras, al rescate de su hermano... Helena no lo
había dejado ir cuando comenzó la discusión para darles privacidad, pero ahora
Martín lo estaba llamando, así que dejó a su mamá con la palabra en la boca y
corrió a rescatar a su hermano.
-Qué haces, Ricardo? Te volviste
loco?!- Le gritó, tratando de soltar a su hermano del asimiento de su padre. El
hombre aflojó la presión en el bracito que sostenía, un tanto sorprendido por
la intervención de Rafín.
Martín se aferró fuertemente a su
hermanito lo mismo que hizo Rafael, sólo que él lo hacía con la intención de
defenderlo. -No te atrevas a tocarlo- Le gruñó.
-Rafael, sal de aquí y me esperas
en tu pieza-
-NO!!! No voy a dejar que
lastimes a mi hermanito- Contestó, mirándolo con furia.
-Tesoro, jamás los dañaría...
espera en tu habitación, hijito. No le haré daño a tu hermanito
-Nooooo!!! No, Rafa... no me
dejes solo- Por mucho que Martín deseaba verse fuerte -o como él suponía que
debían ser los hermanos mayores- no podía menos que acurrucarse entre los
bracitos de su hermanito menor.
-Se sientan los dos- Ordenó
Ricardo, al ver que no conseguiría nada –Helena, ven por favor- Dijo. Ésta era
una situación que no quería enfrentar solo.
-Qué sucede, amor?! Por qué
tantos gritos?!- Preguntó Helenita, apenas entró al cuarto y vio a sus niños
con carita de espanto.
Sus hijitos se veían tan
vulnerables los dos abrazaditos.
-Es lo que intento averiguar….
¿Martín? ¿Qué estabas haciendo en el baño?- Preguntó por enésima vez, pero el
adolescente ni abrió la boca. -¿te estabas drogando?-
Martín levantó la mirada. -Claro
que no, papá!! Yo no hago eso- Le dijo ofendido.
-Ya no lo sé, Martín. Cuando vaya
al baño ¿con qué me voy a encontrar?- Le gritó.
-Qué ha sucedido, Ricardo?! Por
el amor de Dios, cuenta de una vez por qué el escándalo- Cuestionó Helena, algo
preocupada por la acusación que se le hacía a Martincito.
-Que qué pasa?!... No tengo idea
qué pasa, porque Martín pasa todo el día encerrado, porque no me contesta,
porque lo encontré como lo encontré… y porque no quiere que vaya al baño-
Ricardo estaba desesperado a esta altura, ya casi prefería que fueran drogas a
lo que se temía.
Mientras, Rafa seguía con un
brazo alrededor de los hombros de Tincho, como intentando confortarlo. Pero
cuando pasó su manito por la espalda de su hermano, sintió cómo se le notaban
las costillas. –¿Martín? – Preguntó - ¿Qué hacías, hermanito?!!-
-Nada- Dijo, haciéndose
chiquitito.
-Hermanito... dime la
verdad!- Rafael tomó el rostro de su hermano entre sus manos.
-Nada!!! Váyanse todos de mi
cuarto- Respondió, soltándose de Rafael para correr al baño a tirar la cadena.
-Jovencito, a dónde crees que
vas?- Ricardo volvía a apresarlo de la muñeca.
-Suéltame... suéltame- Se puso
alterado no quería que su papá supiera lo que había estado haciendo éste último
tiempo.
-Quieto, ya!!- Dijo papá,
inclinándolo bajo su brazo y bajándole el pantalón que traía - su hijo estaba
tan delgado que apenas sí se sostenía en sus caderas- y aplicó una buena tanta
de palmadas.
-Noooooo!!! Papá!! Qué haces?!!-
Gritó.
-Te doy unas nalgadas!!!- ¡ZASS!!
¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! -y si no quieres que te dé ahora mismo
con el cepillo, vas a decirme qué es lo que está sucediendo, hijo?!- ¡ZASS!!
¡ZASS!! ¡ZASS!!S ¡ZASS!!
-Ayyyy!!! Nada!!!... Uno no puede
ir al baño en paz en ésta casa?!-
-Muy bien... tú lo has pedido,
hijito.... Helena, alcánzame el cepillo, por favor-
-Noooooo!!! No, papi... mamá,
nooooooo!!-
-Noo, mamiiii... no se lo
traigas! Martín, diles qué estabas haciendo... no seas tonto!- Instó Rafael. Él
tenía sobrada experiencia con el cepillo y no quería que su hermanito tuviera
que pasar por eso.
-No hice nada... Naaadaaaaa!!- Y
se puso a llorar desesperanzadamente.
-Shhh!! Ya, cariño!! Shh!
Shhhh!!!... Qué sucede, pequeño?!- Consolaba papá
-No quiero!! Buaaaaaaaaa!!! No
quiero que veas- Tanto llorar, Martín se soltó de los brazos de papá y partió
al baño a vomitar.
-Buaaaaaaa... papiiiiii....
veteeee...- Gritaba entre arcadas Martín. Estaba con el cuerpo sudoroso, pero
frío y la cara pálida, lo contrario de sus mejillas, que estaban rojas y
calientes por el esfuerzo que hacía.
-Tranquilo, bebé!! Papi te tiene-
Dijo, poniéndose en cuclillas para sujetar el cuerpo de su hijo que parecía
quebrase en cualquier minuto...
Para Ricardo fue como estrellarse
contra un poste y salir disparado del asiento... su peor pesadilla se estaba
haciendo realidad...
Ése era el motivo por el que, con
su mujer, no habían dicho la verdad. En cuanto supieron de Rafael, iban a
divorciarse pero cuando Ricardo se iba a ir de casa, Martin empezó con vómitos;
el médico le diagnosticó bulimia nerviosa, por lo que decidieron dejar todo
como estaba. Al poco tiempo -y después de muchas sesiones de terapia- Martín se
recuperó, pero él le jamás superaría el ver a su hijo entubado en una cama de
hospital... sobre todo, si era por su culpa.
-Shhh.... Ya está, cielo. Respira
lentamente... así... eso es mi bebé- Susurraba Ricardo, empezando a levantar a
su hijito en brazos.
-No quiero... No quiero vete...-
Lloraba avergonzado
-Basta, hijo. No me pidas eso....
no puedo dejarte, menos si estás enfermito, tesoro-
-No te quiero aquí- Por qué su
padre no lo entendía?! Estaba avergonzado… éste era su secreto... su oscuro y
sucio secreto!!
Ricardo lo acercó a la pileta
para ayudarlo a enjuagarse la boca. Luego tomó una toalla y la empapó para pasársela
en la carita. -Lo siento, papito... snifffff- Martín se abrazó con ansias al
pecho de su padre, llorando toda su vergüenza en su camisa.
-No pasa nada, Marticito- Le besó
la frente -No pasa nada, mi sol- Dijo, mientras le caían las lagrimas por las
mejillas.
-Lloras por mi culpa.... yo soy
el- el culpa-culpable de todoooo- Sollozó amargamente.
-No, mi sol... mi vida... es mi
culpa. Debí darme cuenta antes, mi principito- Le abrazaba con fuerza... en esa
escena no se sabía quién de los dos estaba más roto.
Ricardo apretó con desesperación
el cuerpecito de su niño contra el suyo. Necesitaba saber que Martín estaba ahí
con él... vivo… respirando… no se perdonaría nunca si a su niño le sucedía
algo.
-No lo hago más... sólo no llores
papi-
-Te amo, Martín... no sabes
cuánto te amo! Por eso lloro, cariño... porque no quiero perderte!-
-Que no lo harás, papá. Te dije
que no lo haré más-
Ricardo sonrió -Eso espero,
muchachito... porque no creo que quieras recibir otra paliza como la que
recibirás en cuanto salgamos de aquí-
-No, papi... Por qué?... No es
justo-
-Lo que no es justo es que no me
hayas contado que tenías problemas, hijo. Juegas con tu salud y eso yo no lo
consiento-
-No tenía por qué contártelo...es
mi vida... y tú no tenías por qué entrar a mi pieza!! Es MÍA - Dijo enojado
Su padre no dijo nada, sólo se
limitó a arrastrarlo fuera del baño hasta su cama. -Dame el cepillo, Helena-
Dijo, extendiendo la mano.
-Ricardo? Estás seguro?- Ella
sólo quería abrazar a su pollito.
-No quiero hacerlo...- Expresó
-Pero debo-
-Ricardo no voy a dejar que le
pegues a mi hermano- Le volvió a gritar Rafael
PAFFF... La mano delicada de mamá
cayó en la nalguita de Rafín.
-Auch!!! Y eso por qué? - Se quejó indignado Rafa.
-No quiero que hables así a tu
padre, me has entendido?!- Dijo con la mano en alto, en modo amenazante.
-Yo le hablo como quiero a ese
animal- Le gritó muy enfadado -y si tú dejas que él le pegue a mi hermano, no
vas a ser más mi mamá-
-Hijo, entiende que tu padre no
lo hace porque quiera hacerle daño a tu hermano, sino porque Martín tiene que
saber que lo que hizo está muy mal... pudo poner en peligro su vida... Por eso
tu papi quiere que aprenda ésta lección- Le explicaba con paciencia, tomándole
de la mano para sacarlo de la habitación -Ven tesoro, luego puedes entrar a ver
a tu hermanito-
-Pero mi hermano no quiere que me
vaya- Se puso a llorar Rafael.
-Shhhh... Ven, amor! Vamos abajo,
sí?! Y me ayudas a preparar algo rico...-
-Para qué? Si Martin lo va a
vomitar!!- Dijo, frustrado, por no entender por qué su hermano hacía eso.
-No lo hará...- Dijo papá,
ubicando a Martín boca abajo sobre sus rodillas.
-No le pegues, papi- Corrió
Rafita a abrazar a Ricardo... -Si quieres, pégame a mi... es mi culpa... todo
es mi culpa- Dijo, creyendo que Martin vomitaba por saber que él era su
hermano.
-Nooo, Rafael, no es tu culpa!!-
Gritó Martín, dándose la vuelta para abrazar al chico.
-Basta, hijitos.- Dijo Richi,
abrazando a sus niños -Esto no es culpa de nadie -más que mía, pensó, pero
se abstuvo de decirlo en voz alta- Rafa, sal del cuarto, bebé... tu hermanito
estará bien-
-No me dejes sin hermano... y no
lo dejes sin potito, papi- Trató de sonreír.
-Sal ya, mocoso manipulador- Dijo
Ricardo, sonriéndole.
Por fin se quedaron solos -No me
pegues, papito!!- Jugó su última carta Tingo.
-Lo siento, pichoncito, pero tu
potito no tiene escapatoria... ven aquí-
-Pero despacito, papi- Dijo con
un puchero cuando se acercaba.
Ricardo apenas pudo tragar el
nudo que se formó en su garganta cuando tuvo nuevamente a su niño boca abajo.
Estaba tan delgadito que temía dañarlo con tan siquiera una palmadita.
Martín cerró los ojitos esperando
a que su padre le bajara el pantalón y dejara caer -sin piedad- el cepillo
sobre sus nalgas.
Pero si bien papá le bajó el
pijama, sorprendentemente no hizo uso del cepillo. Sólo se limitó a dar unas
palmadas algo pesadas a la colita de su niño. -PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS... nunca más, mi chiquito
PLASS PLASS
-Ayyyy…. Buaaaaaaaaaa!!! Nunca
más, papito. Lo prometo… Auuuuu… No mássss!!!! Yaaaa!!!-
-PLASSSSS!!!!- Antes de darlo vuelta, Ricardo añadió una
última palmada que fue mucho más fuerte que las otras y arrancó un alarido a su
niño-
-Auuuuuuuuuu!!! Papiiiiiii... esa
dolióooo- Gimoteó su bebé.
-Serás fresco... si debieron
doler todas!! Creo que tendré que usar el cepillo para que duela!!
-Nononononononononoooooo...
papiiii, no seas maliiito! Que me dolió mucho- Respondió con un tono infantil,
dándose la vuelta, haciéndole pucheros a su padre.
-Mi niñito...- Ricardo lo
envolvió protectoramente entre sus brazos, besándole la frente, llorando de
amargura… odiaba con toda su alma ver a su hijo así: enfermo, con ese desánimo
por la vida.
-No llores, papito! No llores,
por favor!! Es mi culpa todo esto… soy un idiota!! Yo….Auuuuu!!!
Su papá le había dado una palmada
en el muslo.
-No vuelvas a hablar así de ti
nunca más, hijo!!! – Le dijo, mirándolo serio, pero no pudo menos que sonreírle
ante la carita de asombro de Martín -Sabes que tendremos que volver al médico-
-Noooo, papiiiiii- Martín se
colgó al cuello de su padre a llorar su amargo destino. La última vez que fue
al doctor por ese motivo pasó una de las peores experiencias.
-Lo siento, pero hay que ver qué
tanto daño te hiciste, campeón- Le dijo triste... -Desde cuando, Tingo?! Si
pareces un pollito-
-No te enojes conmigo, papito
lindo- Él no quería responder. La verdad es que había perdido la cuenta del
momento en que su pesadilla recomenzó.
-No me enojo, mi vida. Sólo
necesito saber-
-Es que no sé! Creo que antes de
que viniéramos aquí- Tingo se pasó las manitos por sus ojos. Ante su padre, ese
gesto lo hizo ver como un niñito pequeño. -No sé por qué lo hago...-
-Pero ¿por qué no me dijiste, mi
príncipe?-
-Porque...- Martín se miraba los
deditos -porque no quería que te enojaras más!.... Vi cómo te pusiste la última
vez... y no quería verte enojado de nuevo...-
-No me enojo, mi rey. Debes
decirme para poder ayudarte y protegerte-
-Es que me daba vergüenza que lo
supieras... buaaaaaa... y ahora ya lo saben todoooos... Buaaaaa!!!-
-No lo saben todos, hijo, lo sabe
tu familia-
-Pero qué dirá Rafa de mí?!
Pensará que estoy loco o le daré asco, papito- Murmuró acurrucándose contra el
cuerpo tibio de su padre, se sentía débil y su calorcito lo ayudaba a sentirse
seguro.
-Tu hermano te ama mucho antes de
saber que eras su hermano, y te protegerá y apoyara… o, ya olvidaste cómo te
defendió?
-Soy un tonto-
-No, hijo. Eres humano- Le sonrió
papá
Martincito hizo una mueca y
estiró su mano para sobarse una nalguita -Y tú me pegaste como si mi colita
fuera de acero!!!- Se quejó.
-No te di ni una de las que te
mereces-
-Ay, papito. Pero sí me dolieron-
Dijo de lo más caradura.
-Cuidadito, caradura, que te doy
las que te mereces- Le despeino el cabello
-Noooo!!!- Gritó -No hace falta,
papiiii, de veras!!- Y bajó la mirada -Promete que no me dejarás en esa
clínica, papito, por favor-
-No puedo prometer eso, hijito…
pero sí que si debes quedarte, yo me quedaré contigo- Dijo el padre, destruido.
Ahora tocaba hacer las maletas.
-Todo estará bien, tesoro... papá
estará contigo! No lo dudes nunca- Le susurró al oído.
Ricardo rezaba poder volver con
su hijo a casa. Le besó la naricita y lo hizo levantar de sus piernas -Vamos
con mamita, Tingo-
-Me va a castigar también- Dijo
preocupado.
-Uhmmm... no lo sé, mi niño. Pero
sí quiero que le ofrezcas una disculpa a ella y a Rafín-
-Y por qué, papi?! Yo no les hice
nada-
-Eso piensas, hijo? Ellos te aman
tanto como yo, y se preocupan por ti... Tú crees que es justo hacerlos pasar
por esto?! Te aman, Martín. Helena te ha visto siempre como un hijo más y sabes
que Rafita te ha querido como a un hermano desde que te conoció, así que piensa
de nuevo y dime: de veras crees que ellos no sufren al ver que te haces tanto
daño?!-
-Es que no es mi culpa... yo no
quería hacerle daño nadie... y es mi vida y no me disculparé... Y tú no tenias
que saber nada!!! Eres un entrometido- No era Martín el que hablaba sino la
enfermedad, que movía los labios del jovencito sin su consentimiento.
-Basta ya, Martín... - Le dijo
Ricardo, sosteniéndole el rostro para que lo mirara a los ojos cuando hablara
–No soy un entrometido, mi niño. Soy tu padre y me preocupo mucho por ti, y por
eso lo hice... es más, esto debí hacerlo antes, mucho
antes, mi bebe y no sabes lo mucho que me arrepiento de no
haberme “entrometido” como dices tú, mucho antes, para evitarte males
mayores...pero eso ahora va a cambiar, porque no voy a permitir que sigas
haciéndote daño-
-Qué fastidio, papá!! Es un poco
de vómito... me pudo haber caído mal el almuerzo- Ahí estaba nuevamente la
negación.
-Sabes que no fue así... mírame a
los ojos y dime que tú no lo hiciste-
-No te digo nada- Dijo, parándose
con brusquedad para alejarse de su papá- Lo que pasa es que tú quieres
deshacerte de mí para quedarte con Rafael y con Helena- Le escupió con ira.
Ricardo sabía que no era su hijo
el que hablaba pero no podía evitar que las palabras le dolieran.
-Hijo, por Dios. No vuelvas a
decir semejante locura... sabes que eres parte de mi corazón... no quiero que
repitas eso nunca más, jovencito- Decía Ricardo, intentando acercarse a su
pequeño, que retrocedía un paso por cada uno que daba su padre. -Deja que te
ayudemos, Martín. Esto no es tu culpa y yo jamás te la echaría a ti. Sólo
quiero ayudarte... déjame hacerlo, por favor... deja que te ayude, mi
chiquito... te quiero tanto, tanto, tanto, Martín-
-Buaaaaaaa!!! No sé por qué digo
esas cosas, papá- Le confesó -No las siento!
-Shhh, amor, no eres tú... es la
enfermedad. Déjame que te ayude, sí, mi cielo?! Vamos al doctor-
-Pero no quiero que me dejen-
Lloró.
-Mi bebito, jamás. Nunca estarás
solo. Yo iré contigo-
-Vamos antes de que cambie de
opinión- Dijo, resignado.
Cuando salió, se encontró con que
su hermanito lo estaba esperando en la puerta y se echó a sus brazos -El papá
me quiere internar! No lo dejes- Le lloró amargamente.
Papá lo abrazó y le puso una
camperita por encima para abrigarlo, y lo llevó casi a los empujones hasta las
escaleras.
-Papi. Dónde lo llevas?- Preguntó
Rafa, asustado de que fuera verdad lo que decía Martín.
-Vamos al doctor, hijo-
-Pero vuelven ¿verdad?- Dijo
afligido.
-Sí, mi amor. Eso espero. Pero,
por las dudas, prepárame una maleta con ropa mía y de Martín, Helena. Por
favor!-
-Vamos todos!!- Dijo Helena. Ella
no dejaría a su hijito -Ricardo, sin maletas- Agregó, dándole a entender que
había que tener fe que los cuatro volverían a casa. Si no era así, pues
buscaban lo que necesitaran pero Martín necesitaba confianza.
-Mamita, no dejes que mi papi me
deje ahiiii...- Gimoteó Martín, corriendo a los brazos de su madre.
-Vamos a ir a una consulta, hijo.
Sólo a eso. Si después hay que hacer algo, lo veremos mañana… hoy sólo iremos a
la consulta- Dijo abrazándolo tiernamente.
-Me lo prometes?!- Preguntó el
niño, mirándola con ojos tristes.
-Te lo prometo, mi sol- Le besó
la frente y miró a Ricardo como diciendo: Pobre de ti que lo dejes ahí! Si
había que internar a Martin, podía esperar un día para hablarlo con él con
calma… hoy no era el momento.
-Bueno, vamos. Se hace tarde y
quiero que el doctor lo vea hoy. Ven Martín. Tranquilo, sí?! Estamos a tu lado,
mi principito.
-Vamos, hermano, yo estoy contigo-
Le sonrió Rafael y lo llevó de la mano al auto - Saldremos de ésta, hermanito-
-Espera, Rafa... hay algo que
quiero decirte- Martín Suspiró hondo, como buscando valor -Siento que esto
arruine nuestras vacaciones, hermano... te juro que no lo hice a propósito...
yo-
-No arruinaste nada, hermanito…
si no lo hice yo con todas mis escapadas- Le sonrió -Ahora iremos al médico, te
revisarán, nos darán un tratamiento y ya seguimos disfrutando-
-Eres el mejor hermanito de
todos- Le respondió Martín, dándole un abrazo rápido, antes de escuchar el
llamado insistente de su padre.
-Estoy listo, papá- Dijo más
tranquilo.
Ricardo y Helena lo tomaron de
las manitos y Rafín puso una mano en su hombro. Martín no pudo evitar
sonreírles, feliz de sentirse seguro en compañía de los suyos.
Aich, tengo un conflicto de sentimientos!! Por un lado como está enfermo quiero defenderle como Rafa.... por otro lado me da tanta rabia que se haga daño que hasta creo que fue blando!! xD
ResponderBorrarWow que capitulo!!
ResponderBorrarFue como un sube y baja de emociones :D auch! Por un segundo yo también creí que de drogas se trataba :S pobre pequeño :/ lo bueno que tiene a su familia con el y. genial la trama de la historia :)
Me encantó
Saludos
Opino igual que Dream.... la llevo barata atentar asi contra su vida.... grrrrrrr
ResponderBorrarEsa enfermedad es tan delicada de tratar... y bueno yo supongo que generalmente se les pone mas atención a las chicas con los síntomas, ya que es mas frecuente en su género, me alegra un montón que sus padres ya estén informados y sean tan comprensivos, Rafita defendiendolo es un sol pero estoy del lado de los padres ahora mas que nunca deben ser atentos, esa enfermedad requiere mucho control y supervision y por supuesto apoyo y amor filial.
ResponderBorrarMe gusto mucho chicas, como siempre.
me gusta mucho esta historia,, solo espero que no sea mui grave la enfermedad de el peque cuidenmelo mucho porfis que no quiero que esta familia se separe
ResponderBorrarestrella
Pobrecito mi pequeño, con Anorexia nerviosa, sabes? en mi pais es super raro, se ve pero mas en chicas que andan queriendo igualar a las modelos, el modelaje resulta ser una profeion muy peligrosa para algunas personas, y la verdad no deberia, despues de todo... en la variedad esta el gusto y un poco de carne nunca hace daño a nadie, yo apoyo la nutricion balanceada como medico, pero hay un tope para cada cuerpo
ResponderBorrarY mi niño hermoso con esto, espero que el calor familiar lo conforten y arropen en tan feos momentos
Me alegro que les haya gustado... a mi me encanta escribir con Ariane ya vendrán más capítulos
ResponderBorrarExcelente noticia..me encanta esta historia
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