Aunque… David tenía bien claro que ahora estaba siendo
observado con lupa y que su tío había hecho un sacrificio, tomándose ese año
sabático. Aunque él no lo había pedido, es más no le hacía ni pizca de gracia
la nueva situación. David no era un tipo social, a diferencia de Tara y Bruno,
eso de no estar en el instituto con sus compañeros no le molestaba lo más
mínimo. Lo único que le molestaba era la falta total de intimidad. Su tío le
había dejado claro que no lo iba a dejar a solas ni un segundo. Y para un chico de su edad la intimidad era
algo muy importante.
Después que Bruno tomara el autocar de la escuela y
que los demás se marcharan, se quedaron al fin a solas Moisés y David. Moisés,
con toda su buena voluntad le explicó a David cual sería la rutina a partir de
ese día en adelante. David lo escuchó atentamente, pero a medida que Moisés iba
hablando la car de David dejaba cada vez más patente su disconformidad. Moisés
sabía que David no se iba a mostrar muy complaciente pero ahora mismo ese era
la menor de sus preocupaciones. Lo importante era lograr que le chico se diera
cuenta que cortarse estaba mal y que nunca más lo hiciera. Arreglar los
problemas internos de sus sobrinos era la prioridad, aunque ellos se negaran a
reconocer que tenía problemas.
Las primeras tres horas las pasaron repasando un poco
el temario de física, que era la asignatura favorita de David, después vino el
momento que Moisés estaba temiendo, el momento de ir a l aclínica para asistir
a la primera sesión. Por supuesto David intentó razonar con su tío y hacerle
ver que no era necesario. Pero Moisés lo tenía muy claro y David ya podría ser
el mejor orador del mundo que no iba a hacerle cambiar de opinión y ese
muchacho iba a asistir a todas y cada una de las sesiones que el terapeuta
decidiera que eran necesarias.
-
David, venga deja eso, y ponte
los zapatos y el abrigo, nos vamos para
la clínica.
-
Venga tío, no es necesario,
ya me quedó claro. No voy a volver a cortarme (alzó la mano y puso dos dedos
rectos, como hacen los boys scout) palabra.
-
Perfecto (le sonrió con ternura pero
en seguida puso su mejor cara de estar hablando muy seriamente) ahora ponte los zapatos y el abrigo, nos
vamos para la clínica (repitió y se
quedó de píe ante él sin mover ni un pelo hasta que David se levantó de la
silla y fue hacia el armario de la entrada para ponerse los zapatos y el abrigo). Venga, David (lo agarró
cariñosamente por la nuca) no va a ser
tan duro como crees, solo es hablar y escuchar. No es como si te enviara a
galeras.
-
Eso lo dices porque no eres
tú el que tiene que ir (dijo entre dientes).
-
David, ya no eres un niño
pequeño, ya sabes que en esta vida tenemos que hacer cosas aunque no nos
guste. No te voy a decir que alegres esa
cara, pero esa no es la actitud correcta. Si sigues con esa actitud tardarás
más en curarte.
-
No estoy enfermo (dijo con cara de póker y
con un tono muy neutro pero Moisés se percató que su sobrino estaba apretando
fuertemente los puños para controlar sus ganas de darle un puñetazo).
-
Lo estás. Tengo un informe
médico que lo dice, y en ese informe también dicen cual es el tratamiento a
seguir para “curarte”. Y eso es lo que vas a hacer, yo te llevaré a todas las
sesiones que necesites, haremos en casa todos los ejercicios que hagan falta y
tú colaborarás, porque sé que no quieres hacer sufrir a tu familia (Moisés sabía que era bastante
ruin recurrir al alto sentido de la responsabilidad que tenía el muchacho por sus hermanos. Pero en este
caso el fin si que justificaba los medios).
¿Ha quedado claro David?
-
Si (dijo muy secamente y resopló
dejando patente su disconformidad).
-
Ok, pues eso, hablar y
escuchar, es lo único que te pido, no te cierres en banda, mente abierta y
actitud positiva (volvió a usar un tono más amable)
-
Lo que tú digas (dijo en un susurro, lo
cierto es que ni se dio cuenta que lo había dicho, se abrochó el abrigo y se
fue hacia la puerta de la calle)
-
David (le amonestó su tío al
alcanzarlo en la entrada) ya eres
grandecito, no te comportes como lo haría Fran porque entonces yo te trataré
como lo haría con Fran.
-
Jajaja ¿Me vas a castigar sin
postre?
(David se rio de lo estúpido que sonaba lo que acababa de decir, pero la risa
se le cortó enseguida al ver la cara de su tío. Era una cara que casi siempre
estaba reservada a Bruno, era la cara de “corta el rollo o te la cargas”).
-
Te recuerdo que ahora vamos a
pasar mucho tiempo juntos, de ti depende que ese tiempo sea más o menso
agradable
(era una amenaza en toda regla, David tragó saliva. Su tío jamás se ponía en
ese plan con él, le recordó tanto a su madre cuando eran pequeños y los
regañaba porque peleándose había acabado pegándose con Tara).
-
¿Me estás amenazando, Moisés? (preguntó desconfiado pero
el uso del nombre de pila dejó claro que David no iba a dejarse tratar como un
mocoso, ya era un hombre)
-
Te estoy avisando “David” (y la forma en que su tío
dijo David hizo que casi se meara en los pantalones. Después de ese “David” no
hubo más palabras entre ellos, hasta que llegaron a la sala de espera de la
clínica. Nada más llegar, David echó manos de su iphone y se puso a escuchar
música mientras ojeaba una de las revistas de la sala, agarró la única que no
era de cotilleos, era de automóviles, no es que le interesara mucho el tema,
pero era lo que había. Cuando lo llamaron, ni lo oyó, así que moisés le dio un
pequeño codazo para que atendiera) Tu
turno (le dijo echándole otra miradita de “compórtate que no estoy para tonterías”)
David (le dijo justo antes que
entrara en la sala) recuerda lo que
hemos hablado antes, mente abierta y buena predisposición (David rodó los
ojos y negó con la cabeza y entró en la sala. Moisés se moría por espiar y
saber como iba ahí dentro, pero sabía que decía dejar trabajar a los
profesionales).
La primera sesión duró 90 minutos, David se sentó con
la intención de dejar que el psiquiatra hablara todo lo que quisiera, él le
daría la razón, le diría lo que se esperaba que debiera decir y después se
iría. Esperaba que si le daba a este tipo lo que quería oír, le diera el alta
en unas semanas. Y así poder pasar página, y seguir con su vida, y hacer felices
a sus tíos, porque lo “habían curado”. Pero el doctor Julivert era un
profesional, y estaba curtido en su trabajo, David no era ni el primer ni el
último adolescente que se creía más listo que los demás y que tras una falsa
apariencia de colaboración se escondía un jovencito de lo más testarudo y cerrado.
Así que dejó que David creyera que se estaba saliendo con la suya, pero
sabía que a la larga sus palabras calarían en el muchacho. Al acabar la sesión,
Moisés insistió en hablar con el doctor para saber como había ido esa primera
sesión. El doctor Julivert muy amablemente le explicó como había ido, y que
aquello era normal, los enfermos de ese tipo de psicopatías tardan mucho en
darse cuenta que tiene un problema y que necesitan ayuda. Moisés al principio quiso darle un collejón a
su sobrino por no haberle echo caso y haberse cerrado en banda con el doctor,
pero el doctor le dijo que necesitaba ser paciente con él. Constancia, paciencia
y esperanza esa eran las claves para la
curación del muchacho. Moisés estuvo un buen rato hablando con el doctor
Julivert tenía un montón de dudas sobre
como tratar a David y hasta que no las echó todas fuera, no dejó al buen doctor
atender al siguiente paciente.
-
Entonces hay que ser
pacientes ¿No?
-
Eso mismo, señor Martinez.
Pacientes, pero contantes. Hay que dejarle claro al chico que vamos a estar a
su lado pase lo que pase, que no está solo.
-
Entendido, paciencia (se volvió a repetir par si
mismo el médico se rio al ver lo superado que estaba Moisés).
-
Yo también tengo hijos
adolescentes, sé que tienen un don para sacarnos de nuestras casillas, yo soy
psiquiatra y ya ve, en casa nadie lo diría, mis hijos logran desquiciarme día
si día también jajaja. Tranquilo, es usted un buen hombre, todo irá bien.
-
Es que con David no sé
como…cómo tratarlo, con Bruno es fácil, mano dura o se te sube a la chepa, pero
con David…es distinto él es buen chico, no quiero decir que Bruno no lo sea,
pero es que David se porta bien, saca buenas notas, ayuda en todo lo que puede
y más… sino fuera por esto, sería el hijo que todo padre quisiera tener. Bueno
si fuera un poco menso reservado también estaría bien (forzó una sonrisa).
-
Bueno, trabajaremos duro y ya
verá como esto será todo un mal recuerdo. Y señor Martinez una cosa, David,
quitando su problema con los cortes, es
un adolescente normal y corriente, no lo olvide. Intenten tratarlo como lo haría
sino fuera por su problema (Moisés lo miró con cara de no entender). Trátelo como venía haciéndolo, solo tiene que estar un poco más
atento por si ve señales de que está volviendo a cortarse, debe revisar al
menos un par de veces al día y de forma minuciosa. Se sorprendería la
imaginación que tienen estos muchachos para ocultar sus heridas (Moisés
asintió, aunque el doctor no lo hubiera dicho ya iba a hacerlo). Y no
olvide de recordarle que están
ustedes ahí para ayudarle en todo lo que
necesite.
-
Así lo haré (sonrió y el doctor le
devolvió la sonrisa).
-
Nos vemos mañana.
-
Hasta mañana
Al llegar a casa David estaba de un humor de perros,
Moisés notó el cambio en el muchacho en el mismo momento que cruzaron al puerta
por el portazo que dio el chico. Parecía como si el apacible y atento David se
hubiera esfumado y un adolescente cabreado con el mundo (un adolescente de
manual) estuviera ocupando el cuerpo de su sobrino. Moisés recordó lo que le
había dicho el doctor y se armó de paciencia. Le pasó todos los bufidos,
desplantes y comentarios sarcásticos. Moisés se dio cuenta que por alguna razón
David le estaba buscando las cosquillas, pero no le iba a seguir el juego así,
que decidió aplicar la misma técnica que aplicaba cuando Fran era un bebé y le
daban una de sus pataletas. Lo ignoró. Y parecer que surgió efecto porque al
final David se dio por rendido y abandonó toda esa actitud de rebelde sin causa.
Moisés respiró aliviado, no sabía si iba a aguantar tener a otro Bruno o a otro
Fran en casa. Dios los pillara confesados porque cuando Fran llegara a la edad de David iba a ser terrible. Fue
pensar eso y cruzar Fran y Ana María por la puerta, en medio de gritos y
sollozos.
-
¿Pero que pasa aquí? ¿A qué
viene todo este jaleo?
-
Anda contéstale a tu padre (dijo Ana María dando un
empujoncito a su hijo para que fuera hacía su padre) dile a tu padre lo que acabas de decirme a mí. A ver si con tu padre
eres tan gallito (Fran berreaba algo que ni Moisés ni David podían
entender, lo cierto es que lo más seguro es que ni el mismo Fran supiera que
estaba diciendo).
-
Fran, Fran (dijo Moisés respirando hondo) Fran, hijo, corta el llanto, no te estoy entendiendo nada. ¡Fran,
hijo, ya! Fran, por favor, para el berreo (moisés miró a su esposa que
parecía muy enfadada en busca de respuesta).
-
Que te lo diga él, anda, hace
unos minutos, no tuvo ningún problema para soltármelo delante del resto de
madres.
-
Fran que ha pasado? Deja el
llanto ya, maldita sea Fran, deja el llanto o te daré razones de verdad para
llorar (y
aquello como si de una formula mágica se tratase hizo que Fran cortara el
llanto de golpe).
-
Fue sin querer, se me escapó,
mamá no paraba de hablar y el partido está a punto de empezar (refiriéndose el partido de
futbol que televisaban esa tarde). Yo no
quise, papá, de verdad, de verdad de la buena, lo juro, fue un accidente.
-
Ya vale, ya Fran, ¿Qué fue
eso que le dijiste a tu madre? (dijo ya impaciente, pero Fran no se atrevía ni a abrir la
boca).
-
Me gritó delante de todos los
padres “mueve el culo y deja ya de chismosear, puta cotorra”. Nunca he pasado
tanta vergüenza, nunca. Oírme decir eso por un retaco de 10 años, tenías que
ver la cara con que nos miraron todos los padres. Y no me extraña, en mi vida
me he sentido más humillada, ¡Y por mi propio hijo!
-
¡QUÉ! (Moisés miró atónito a su
hijo. Fran empezó de nuevo a sollozar, sabía que no debía haberle hablado así a
su madre y sabía que su padre se iba a enfadar mucho, y por alguna razón pensó
que su padre también lo enviaría al Mauritania como hizo con Bruno, porque
había sido muy malo con su mami. Así que empezó a llorar con el corazón cogido
en un puño. En ese momento sonó el claxon del autocar de la escuela de Bruno). Quédate ahí, no te muevas ni un milímetro,
ahora mismo vamos a hablar tú y yo sobre lo de hablarle así a tu madre (le
dijo muy serio y apuntándole con el dedo acusador. Después de eso Moisés, tomó
sus llaves y salió afuera para recoger a su sobrino. Al recoger a su sobrino
uno de los tutores le entregó un sobre donde explicaba todo lo que había hecho
ese día Bruno. Moisés estaba tan furioso con Fran que ni hizo caso al sobre y
simplemente lo doblo en dos y se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón y
se despidió del tutor y del conductor de una forma muy seca pero aun educada). Vamos, Bruno, después me cuentas como te ha
ido tu primer día, ahora quiero que vayas a la cocina y no le saques el ojo de
encima a David
-
Ya, ya sé, hay que vigilar que no se haga daño
(dijo
rodando los ojos, porque no necesitaba que él le dijera que tenía que vigilar a
su hermano. David era su hermano y él lo quería de verdad, no como ellos, y
claro que iba a vigilarlo y hacer cualquier cosa para evitar que volviera a
hacerse daño. Bruno no entendía porque su hermano mayor, al cual admiraba en
secreto, podía hacerse algo así. Pero aunque no lo entendiera sabía que no
estaba bien, no había manera de que aquello estuviera bien. Así que se había
propuesto firmemente que ahora sería ÉL el que cuidara de David).
Nada más entrar Moisés mando a sus sobrinos a merendar
a la cocina, mientras Ana María, Fran y
él se fueron al salón para hablar en privado sobre hablarle así a una madre.
Mientras tanto en la cocina…
Continúala pronto me encanto y fran ahora si se metió en un buen lio
ResponderBorrarOhhh l peque que boquita mas suelta jajaja
ResponderBorrarQue ninito, mira que hablarle asi a su madre, de verdad se le cruzaron los cables....porbrecito
ResponderBorrarjajajaja pues eso y más se merece esa tia!!!
ResponderBorraroh pero pobre Fran!!! la que le espera!!
David es un buen chico!! me agrada, y Bruno también!!!