sábado, 31 de diciembre de 2016

Ricardo



Ricardo siempre fue uno de esos niños travieso y ocurrentes pero de los que son súper adorables. Vivía con sus papas y sus dos hermanitos menores.
Cuando entro a la secundaria se hizo amigo de un grupo de niños a los que los maestros los definirían como niños problema ya que solían ser groseros y se la pasaban jugando y haciendo desorden. Los maestros le habían comunicado a Laine y a Mateo sobre la conducta de su hijo y con quienes se había estado juntando.
Mateo ya había hablado con su hijo, quería que dejara de ver a esos niños porque la próxima vez que los viera con ellos iba a cobrar de nuevo pero esta vez con el cepillo.
Pasaron dos semanas y parecía que todo iba bien, esa tarde Ricky le había pedido permiso a su mama para ir a pasear por la colonia con su bicicleta, su mama lo dejo pero su hermanito Saúl se le había pegado al plan y no pudo hacer nada para disuadirlo.
Saúl seguía a Ricardo en su bicicleta hasta que llegaron a una casa dos cuadras de su casa.
  • No le vayas a decir a los papas que vinimos. Nos vamos a divertir.
  • ¿Y porque mis papas no quieren que nos divirtamos?
  • Porque… ¡porque son aburridos!
Ricardo entro a la casa de su amigo, sus papas no estaban en casa así que era el momento perfecto para hacer el reto, querían ver quien era capaz de saltar del techo de una pequeña casucha montado en una bicicleta, ya que no quería que les pasara nada habían conseguido un montón de protección, incluso habían llenado el piso con almohadones.
Los lugares de cómo iban a saltar ya estaban dichos y Ricardo iba a ser el tercero, pero antes debían de probar para ver si llegaba a doler algo al momento de saltar y Saúl se emocionó y se ofreció a hacerlo. Ricardo no podía creer lo que veía y escuchaba pero su hermanito ya estaba a punto de ser envuelto en protectores, se tardaron bastantito en todo eso hasta que por fin solo le faltaba ponerse el casco.
Por otro lado, Laine podría haber apostado que sus hijos no durarían ni quince minutos afuera y mucho menos en bicicletas por dos razones: en primera no les gustaba andar en bici, en segunda no eran nada deportistas y cuando sus hijos lo recordaran volverían a su casa para aventar las bicicletas por otros meses. Pero ya habían pasado veinte minutos y ellos no volvían, así que dejo a su hermana a cargo del bebe y salió a buscar a sus hijos, recorrió en círculos varias cuadras pero ya se hacía de noche y no veía muy bien, se comenzó a preocupar pero en eso vio una bicicleta igual a la de Saúl en una de las cocheras de una casa a unas cuadras de la de ella. Decidió tocar la puerta por si acaso pero nadie abrió pero se escuchaban muchos gritos, Laine se asustó y vio por la parte de atrás de la casa que estaba abierto.
No lo podía creer, Saúl estaba a punto de saltar del techo!!
  • ¡Saúl!- Grito Laine cuando Saúl ya iba cayendo, Laine vio negro, ¡su bebe se iba a matar! Pero cuando Saúl levanto los brazos en señal de que lo había logrado y que no le había dolido nada Laine fue tras sus dos hijos sosteniéndoles del brazo.
  • AU au- se quejaban los dos niños. – Mami!
  • ¡Guarden silencio! Si saben lo que les conviene. Y ustedes váyanse a su casa, ¿Quién vive aquí?
  • Yo señora. –Dijo un niño alto con el cabello despeinado, se le hacía conocido… el grupito de los niños problema, como no los reconoció antes? Mañana hablaría con el director de la escuela.
  • Dame el número de tus padres, joven.- dijo Laine con voz muy enojada y firme.
  • Están trabajando. – dijo el joven desafiante.
  • No pregunte que hacían, dije que me pasaras su número.- Después de intensas miradas, Fernando le dio el número de teléfono de su mama, pues nunca contestaba su teléfono pero por mala suerte de él no solo si contesto el teléfono, si no que ya había terminado de estacionar el carro frente a su casa.
Laine le contó lo sucedido a la mama de Fernando y ella se disculpó con ella, y se llevó a sus hijos a casa, y mientras ellos iban con sus bicicletas su mama iba a pie tratando de tranquilizarse un poco y llamándole a su marido.
Mateo no podía creer lo que le decía Laine así que dejo su trabajo en espera hasta el próximo día y salió para su casa. Los niños nada más llegar se subieron cada quien a su cuarto.
Laine llego y le contó lo sucedido a su hermana mientras preparaba la cena para el bebé y comenzaba la cena para los demás.
Mateo llego a la casa y hablo con su esposa y después fue a ver el pequeño de sus hijos quien por no tener más problemas le conto que su hermano lo había llevado a esa casa pero que no sabía nada más y que solo quería divertirse, estaba bien protegido y no le paso ni dolió nada.
Los padres le dijeron que había estado mal hacer eso y que había arriesgado su vida.
  • Por esa razón, jovencito. Estas castigado, aparte de nalgadas no puedes ver la tele el fin de semana.
  • Pero papi. No quiero PAM PAM
  • Y yo no quiero que te pongas así en peligro, eso no es diversión mi niño. y si lo vuelves a hacer le va a ir mucho peor.
  • Buu snif snif.
Mateo cargo a su hijo y lo dejo frente a él para bajarle el pantalón y el calzoncillo, después lo dejo en sus rodillas y le dio seis palmadas con la mano un poco más fuerte de lo que normalmente lo hacía y las otras seis fueron con el cepillo que trajo su mama.
El traserito del niño ya estaba rojito, Saúl lloraba. Casi nunca lo castigaban sus papas, puede decirse que es el más tranquilo de los tres hermanos y eso que el bebe tenía casi tres años, pero cuando se dejaba llevar pisaba hasta el fondo.
Mateo acomodo a su hijo en su regazo, después de subirle la ropa, sentadito para abrazarlo y besarlo. Lo consoló por unos minutos hasta que se calmó y se cambió a los brazos de su mami, Matero salió para dirigirse al cuarto de enfrente de su niño mayor.
Ricardo lo esperaba sentado en su cama con los codos en su regazo y sus manos sosteniendo su cara.
  • Papi – Ricardo hizo un puchero.
  • ¿Qué hijo?
  • No me pegues. Sniff Sniff
  • Te dije que no te quería cerca de esos muchachos, dejaste que tu hermano se arriesgara y le mentiste a tu mama de donde ibas.
  • Lo siento buaaa es que son mis amigoos!
  • Pero no son buena influencia para ti, mi niño. Mira puedes seguir siendo amigo de ellos pero no puedes arriesgar tu vida haciendo esos tipos de retos, ni ser grosero y tienes que tener buenas calificaciones. – Ricardo se quedó pensando en los términos pero se dio cuenta que tal vez seria bueno conocer a otros compañeros.
Mateo levanto a su niño e igual como lo hizo con Saúl lo puso delante de él y le bajo la ropa, lo dejo en sus rodillas y comenzó a colorear las nalguitas de Ricardo, fueron veinticinco con la mano y catorce con el cepillo. Ricardo lloro todo lo que quiso y al final se levantó, subió su ropa y abrazo a su papa.
  • Lo siento papito, no lo vuelvo a hacer.

2 comentarios:

  1. Uffff, pobre Ricardito, le tocó muy feo esta vez y Saúl también salió convidado, grr! Estuvieron muy lindos tus cortitos, me encantaron

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  2. Eeeyy yo quiero hacer eso!! jajaja y eso que le tengo miedo a las alturas!!.. pero suena súper divertido!!
    Todos tus cortos muy lindos Drea!!

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