martes, 16 de abril de 2013

Capitulo 8



-          Si me vas a decir “te lo advertí” te lo puedes ahorrar. Estoy demasiado furiosa y demasiado asustada como para lidiar con tu rollito de hombre impasible.
-          Cris, no soy impasible y no te voy a decir “te lo advertí”. Quería hablar a solas contigo porque esta vez no creo que Mark se haya comportado como un pequeño hooligan sin control.
-          ¿Ah no?
-          No (le dijo muy serio). He estado hablando con Mark y aunque liarse a puñetazos con un compañero jamás está justificado (Pedro se mordió lo labios era algo totalmente nuevo ponerse del lado de Mark), esta vez tenía unos motivos, ufff como decirlo, comprensibles.
-          ¿Qué quieres decir con “compresibles” le ha dejado la cara hecha un mapa a un compañero de clase, se levantó y lo atacó, hasta que el profesor de educación llegó y lo arrancó literalmente de sobre del pobre muchacho.
-          Si supieras lo que acababa de decir ese chico segundos antes de que Mark saltara sobre de él no opinarías que es tan pobrecito ese muchacho.
-          ¿no eres tú el que siempre dices que Mark tiene un problema de autocontrol?
-          Y lo tiene, no he dicho lo contrario, solo digo que esta vez hasta yo seguramente hubiera reaccionado de la misma forma.
-          ¿Y qué eso tan terrible que le dijo para que hasta el señor Martín condone el uso de la violencia a un compañero? (dijo como si Pedro la estuviera atacando. Pedro respiró hondo tocar el tema de Mark con Cris era siempre tema peliagudo. Cristina se desahogaba con él de todas las trastadas que le hacía Mark pero después esperaba que Pedro no tomara partido, y era difícil para escuchar como ese mocoso le hacía la vida imposible a la mujer que amaba y mantenerse neutral).
-          Pues, los chicos estaban jugando a un juego que hemos jugados todos a esas edad. Viene a ser el equivalente de vuestro “ ¿a quién besarías?” pero un poco más soez.
-          So, lo sé es el ¿con quien te la cascas (forma muy soez de decir “te masturbas”)? Tengo 4 hermanos mayores, por si te habías olvidado (dijo muy chulita, Pedro respiró hondo y vio claramente de donde habían sacado Mark y Bea esa actitud de sabelotodo).
-          Pues ese pobrecito chico estaba diciendo que se la cascaba pensando en tu dulce y preciosa hijita y no solo eso sino que además apostaba que seguro que era toda una guarra en la cama (Pedro no le gustaba hablar de esa forma, encontraba que no solo no era necesario, sino que perjudicaba al mensaje que se quería transmitir. Pero esta vez, decidió utilizar el mismo lenguaje que usan los chicos de hoy en día. Cristina abrió muchos los ojos, aquello la dejó en shock no concebía que alguien pudiera hablar así de su princesita? ¡Bea solo era una niña!).
-          ¿Qué DIJO QUÉ? (Cristina gritó y se pudo oír hasta en la sala de espera)
-          Shhhhh (intentando que calmarse) lo que te he dicho.
-          ¡YO CAPO A ESE PEQUEÑO CABRÓN DEGENERADO! (Cristina volvió a gritar, Silvia que estaba en la recepción haciendo como que trabajaba pero en el fondo estaba intentando oír la conversación que tenían Pedro y Cristina en su despachito se rió. El director le echó una mirada de reprobación y enseguida se puso de nuevo al trabajo).
-          ¡Cristina! Por favor, baja la voz (le suplicó Pedro).
-          ¡A mi hijo lo expulsan por defender a su hermanita y a ese imbécil no le dan ni un triste regaño! ¡Esto sí que no! Mucha moralina de aquí no queremos violencia, aquí todos los compañeros se respetan y mierdas NEWAGE de esas y después va un mocoso cagón de mierda y dice esas barbaridades de una niñita inocente ¡Y no pasa nada! (Cristina ahora no estaba enfadada estaba colérica).
-          No creo que ni el director ni Berni estuvieran al corriente, Cris.
-          ¿ah no? ¿Y eso por qué? A caso no les preguntaron a los chicos el motivo de la pelea?
-          ¿Lo hiciste tú? (Cristina enmudeció de golpe, ella también había presupuesto que todo había sido culpa de Mark. Pedro no podía culparla, él también lo hizo, no fue hasta regresar a clase y oír lo que se rumoreaba entre el alumnado que le dio cierta credibilidad al chico).
-          Haga lo que haga no lo hago nunca bien (dijo dejándose abatida sobre la silla y poniéndose a llorar)
-          Cris, no es todo culpa tuya. Mark tiene 14 en unos meses hará 15. Es más que responsable de sus propios actos. Sabe lo que hace y las consecuencias de sus acciones. Y presuponer que el sol saldrá por el este se pondrá por el oeste no es una locura es puro empirismo. Hasta el día de hoy no he visto a tu hijo haciendo nada que no fuera egoísta, inapropiado o simplemente molesto. Esto en su retorcida manera es lo primero que le veo hacer que no es para beneficio propio. Y sabes le he dado crédito no por él, sino por lo que he oído en los pasillos de la escuela.
-          Pero yo soy su madre yo debería conocerlo mejor.
-          Y lo conoces, sabes que de haber un lio lo más probable es que él lo haya causado. Pero esta vez no fue así, bueno, el chico por lo visto tiene su talón de Aquiles con Bea. Mark será como Óscar contigo. ¡Anda que no se dio de puñetazos veces por ti!
-            ¿Qué?
-          Bueno…los niños son siempre crueles.
-          ¿también dijeron esas cosas de mi?
-          No (pEro lo dijo demasiado rápido, una parte de Cristina se sentía un poco herida porque nadie la considerase masturbable, pero entonces recordó su época de escolar). Bueno, no quería
-          Tranquilo, sé cómo me llamaban en la escuela, y no creo que nadie se haga muchas pajas con alguien a quien llaman la empollona de lo sórdido.
-          Es que entonces no existía el término FREAK.
-          Gracias, Pedro, muchísimas gracias, ahora me siento mucho mejor (dijo con toneladas de sarcasmo).
-          Lo siento (dijo bajando la cabeza y poniendo morritos).
-          Jejeje no me pongas morritos, Pedro, que no está el horno para bollos (pero Pedro había logrado que se riera y se relajara un poco y eso era lo que le importaba).
-          Me temo que Óscar fue una terrible influencia para ti.
-          Lo fue. No logré quitarme ese estigma nunca. Y lo peor es que la mayoría de mujeres siguen mirándome como a un bicho raro.
-          Yo no te miro así (dijo apartándole el pelo del cuello y besándolo dulcemente).
-          Tú no eres “la mayoría de mujeres”. Y yo no he dicho nada de los hombres. fue salirme pecho y parecer que lees importará menos eso de ser una FREAK (repitió con el mismo tonillo que había utilizado Pedro)
-          Una pena que te salieran ya con 16.
-          Si (dijo con carita de pena) ¡Oye! (le dio un manotazo en el brazo) ¿cómo sabes tú a la edad en que me salió el pecho).
-          Jajaja
-          Ohhhh no eres mejor que esos chicos, señor Pedro Martín (dijo sin poder aguantarse la risa).
-          Soy un hombre, no me culpes. Un día eras mini-óscar al día siguiente pasaste a ser Angelina Jolie (Cristina sonrió al oír que Pedro la comparaba con su actriz favorita).
-          Nunca fui tan fea como Óscar ¿has visto su nariz?
-          Jajajaja ya se lo diré
-          Pobre de ti jajaja (le dijo y le mordisqueó el labio inferior, cosa que le volvía loco).
-          Ok, tu hijo está fuera esperando (dijo después de unos instantes de tonteo amoroso) ¿qué hacemos?
-          ¡Paris! (entonces cayó en la cuenta que en unas horas salía su vuelo a Paris, aquel debía ser su primer viaje en pareja. Pero con la expulsión de Mark, todo se iba a ir a la mierda).
-          Si, París, entre otras muchas cosas (también se iba al garete su plan para pedirle que se mudara con él).
-          ¡Mierda! (dijo enfadada Cristina) No puedo dejarlo solo e irme. Quizás no sea culpa suya pero es Mark…una semana entera en casa y solo…al segundo día la casa está en llamas.
-          Jajaja te diría que exageras, pero…soy de la misma opinión.
-          La idea es que se quedaran con Óscar y Elena estos días, pero estamos en las mismas, Óscar trabaja mañana y tarde y Elena trabaja hasta las tres. Por la mañana estaría solo y solo en casas de Óscar, no quiero ni pensarlo. ¡Mierda! fui una estúpida por pensar que podría hacer planes como si solo fuéramos tú y yo.
-          ¿Y porque no los dejáis con Adri?
-          ¿Con Adri? ¿con mi hermano Adri? ¿Con el mismo que su novia le dejó unos peces para que los cuidara mientras ella se fue de vacaciones y a la semana de irse se los había comido a la plancha   ¿En serio?
-          Mujer, no creo que se vaya a comer a Bea y a Mark. Además entonces tenía 17 años.
-          No pienso dejarlos con Adri. Adri no tiene ni pizca de mano con los niños. Le quiero, es mi hermano, ¿Pero una semana entera con los niños? Lo siento pero no.
-          ¿Juan?
-          Estamos en las mismas, tanto Silvia como él, los dos trabajan todo el día.
-           Y Juan es un gran “NO” ¿verdad? (Cristina lo miró muy seria) No me mires así, estoy seguro que ya ni se acuerda de la patada que le dio en todos los huevos, creo que Óscar me comentó que ya casi no le sale sangre al mear.
-          ¿Has acabado ya? (Cristina lo fulminó con la mirada)
-          ¡Diablos, Cristina! Yo soy hijo único pero tú tienes 4 hermanos ¿y me estás diciendo que no puedes dejarlo a ninguno? ¿Y porque no lo dejas con sus abuelos? Bea dice que alguna vez se quedaban en casa de los padres de Fred.
-          Mi madre (le dijo con pena)
-          Tu madre los adora y hace tiempo que no tiene ninguna crisis.
-          Pero dos adolescentes podrían bien provocarle una. Y no quiero eso. Ya me siento lo suficientemente culpable por haberme ido de la forma que me fui.
-          Tu madre hace años que superó aquello. Además ahora tu padre está jubilado ¿puede hacerse cargo de Mark? Y Bea que vaya a casa de Juan. Tus sobrinas la adoran (Cristina se quedó pensativa, realmente quería ir con Pedro de escapada romántica. Pero sentía como si no tuviera derecho a pedirle a su padre que se hiciera cargo de Marc para irse ella de vacaciones).
-          Pedro, no lo sé, no veo bien irme de vacaciones en esta situación.
-          Tenemos los pasajes, el hotel y un par de excursiones pagadas. Y con tan poco tiempo de cancelación, no nos devolverán el dinero. Además, tu padre tiene esa espinita clavada, Mark y Bea han crecido con sus abuelos paternos y a ellos solo los veían una o dos veces en vacaciones y solo un ratito, porque Fred prefería quedarse en un hotel.
-          No era Fred el que prefería quedarse en un hotel (le confesó Cristina casi en un susurro. Pedro la miró confuso, pero no dijo nada, no sabía que debía de decir. La versión que le había llegado a él era que Fred no le gustaba relacionarse con ellos y por eso se veían tan poco). La situación de mi madre siempre me superó. Creo que por eso no dude ni un segundo en salir de casa en cuanto tuve la oportunidad. Conocí a Fred, me enamoré de él y me ofrecía dejar atrás todo aquello. No lo pensé. Llamé a mis padres y por teléfono les dije que no regresaría. Tenía 18 años, no podían obligarme a regresar, después vinieron los niños y ya no se volvió a hablar del tema. Pero Pedro, cuando conocía a Fred yo ya había nuestro tierra de por medio, solo que ellos creían que era un viaje para aprender inglés. Pero cuando salí mi intención ya era la de no volver. A Fred le gustaba mi familia, era yo la que no quería venir más a menudo a España. Y él aceptó muy bien que todos pensaran que era él, el malo de la película. Pero nunca fue así.
-          No lo sabía.
-          No lo sabe nadie (dijo triste). ¿Entiendes ahora qué no me crea con el derecho de pedirles ese favor a mis padres?
-          Lo entiendo. Pero si nos vamos a quedar en tierra, será en mi casa. Ambos hemos pedido vacaciones para estar juntos ¿no? Pues estaremos juntos, no quiero separarme más de ti. Estoy cansado de levantarme cada día solo, no quiero volverlo a hacer. ¡Te amo! ¡Y soy tan egoísta o más que Mark, te quiero para mí! Estoy harto de esta situación, te quiero y me quieres, y si es así, deberíamos estar juntos. Y no estar mareando la perdiz como lo estamos haciendo.
-          Yo lo hemos hablado Pedro.
-          ¿Y? ¿esta situación ha mejorado tu relación con tus hijos? ¿no, verdad? Mark sigue siendo una pesadilla ambulante y Bea sigue encerrada en si misma. Y que tú y yo vivamos juntos o separados no va a cambiar ese hecho. Bea espera a que su padre regrese en cualquier momento y Mark odia a toda figura autoritaria porque precisamente le recuerda a su padre.
-          Tú mismo lo has dicho Bea no lo aceptará nunca.
-          ¿Y des de cuando los hijos son los que dictan lo que hay o no hay que hacer? ¿qué estamos en el mundo al revés? Cristina, eres su madre, no haces nada malo, no hacemos nada malo. Nos queremos y lo normal es que vivamos juntos. A Bea no le va a gustar, vale. Pero se acostumbrara y tendrá que aceptarlo. La vida, la mayoría de veces, es así.
-          Es muy pequeña para entender.
-          No, Cris. Tiene 12 años, Bea le gusta jugar a ser tu niñita, pero sabe muy bien que te está presionando para que dejes nuestra relación. Lo sabe muy bien, y lo hace muy bien.  Adoro a Bea, no puedo reprocharle que quiera que sus padres se quieran y vivan juntos. Pero eso ya no es posible y debe de aceptar la realidad. Y la realidad es que tú y yo somos pareja ahora. Y las parejas viven juntas (le agarró fuertemente ambas manos). Esta vez no acepto un no por respuestas, os vendréis a casa y vamos a ser una familia. Y Cristina, yo te prometo que te voy a hacer la mujer más dichosa que haya caminado por este planeta (Cristina no dijo nada solo se enjuagó las lágrimas y acto seguido le besó. Y aquel beso fue, al igual que aquel primer beso, algo inolvidable).
-          Ok, me iré a vivir contigo (dijo muy segura ahora de lo que decía. Pedro la besó apasionadamente).
-          Hablo en serio Cris, voy a vivir solo para hacerte feliz, tú eres lo que le da sentido a todo, nunca creí que podría sentir eso por nadie. No solo te amo hay algo más profundo eres la persona con la que quiero pasar cada día que me queda por vivir y si se pusiera quería estar contigo hasta el fin de los tiempos (Cristina adoraba la forma que tenía Pedro de hacerla sentir tan amada y tan apreciada. Sabía que palabra decir en cada momento, sabía que necesitaba oír, incluso cuando no quería oírlo. Ella tampoco quería vivir un minuto más sin poderlo tenerlo siempre con ella. Así que aceptó, se irían a vivir con Pedro. Aunque los niños al principio no estuvieran de acuerdo, ella sabía que con el tiempo tanto Bea como Mark verían lo maravilloso que era Pedro).
-          Yo también quiero hacerte feliz, también quiero envejecer a tu lado, también quiero acostarme y despertarme cada día a tu lado (y le besó con toda la pasión que su cuerpo agotado por todas las emociones vividas aún albergaba). Y nos vamos a ir a París y después nos iremos a vivir juntos (dijo tajante Cristina. Pedro sonreía como un bobalicón, aquello lo había soñado decir él un millón de veces, pero de los labios de Cristina sonó aún mucho mejor). Voy a llamar a mi padre.

-          Hola papá (dijo Cristina con una maleta en la mano y Pedro y Mark detrás de ella)
-          Hola princesita (y le dio un par de besos) ¿Cuándo sale vuestro vuelos?
-          De aquí a tres horas (dijo Pedro).
-          Pedro (dijo muy serio).
-          Señor Martínez (dijo un poco tenso, era extraño nunca antes el padre de Óscar le había parecido tan intimidante como entonces, y eso que incluso le había dado algún azote cuando Óscar y él eran niños).
-          Pasad no os quedéis en la puerta (les dijo a  Mark y a Pedro) Tu madre está en la terraza con las plantas (volvió a hablar dulcemente a su hija).
-          Ve a buscarla, princesa. Yo mientras pondré esto en la habitación de Adri (agarrando la maleta que sujetaba Cristina y que es e había apresurado a hacer). Dormirás en la habitación de tu tío Miguel, pero si quieres te preparo la de los peques, pero tiene literas ¿Te gustan las literas?  A tu madre le encantaban, quería que le pusiéramos literas en la suya. ¿prefieres dormir en la habitación de tu madre? (Su abuelo parloteaba un poco nervioso, ya que quería agradar en todo a su nieto. Mark lo miró con horror cuando le dijo lo de la habitación de su madre).
-          ¡No pongas esa cara, no es rosa, ni nada de eso! (dijo indignada Cristina). ¿Creí que la habitación de Miguel era ahora un estudio? (le dijo a su padre)
-          Sí, pero el sofá es sofá-cama. Y Pablo cuando se queda a dormir prefiere el despacho, dice que le hace sentir como un jefe o algo así, jajaja ese diablillo tiene cada ocurrencia. El otro día le dijo a tu madre que debía ir a esquiar con ellos. Que sino sabía esquiar no pasaba nada, que la montaría en el trineo como hacía con las mellizas. Jajaja ¿te imaginas a tu madre en trineo? Jajaja
-          ¡Qué dices. viejo loco! Mira Ricardo, si el niño dice que me lleva en trineo pues la abuela irá en trineo. Me fio más de mi nieto que de todos vosotros juntos (dijo muy convencida Eugenia, la madre de Cristina).
-          Mamá ¿pero si odias la naturaleza? jajaja Dices que te da alergia.
-          Pues me tomo unas pastillitas de esas que anuncian en la tele. Pero si al niño le hace ilusión ir a la nieve con su abuela, no pienso ser yo quien le de ese disgusto. (Cristina se sorprendió su madre jamás daba su brazo a torcer y ahí estaba dispuesta a tomarse anti-estamínicos con tal de acompañar a Pablo a la nieve).
-          Marcos, cielo (dijo Eugenia tomando a su nieto del brazo como si fueran novios. Mark puso los ojos en blanco al oír su nombre en español, pero no dijo nada). Ven que te enseñe las habitaciones y tú me dices donde prefieres dormir. No es que haya mucho donde elegir, pero mejor que en esa caja de cerillas donde vuestra madre se empecina en haceros vivir (ahora fue el turno de poner los ojos en blanco de Cristina).
-          No por mucho tiempo, señora Eugenia, en cuanto regresemos de Paris se vendrán a vivir a mi casa (Mark se giró de golpe y miró a su madre con incredulidad).
-          ¿Es eso cierto? (le preguntó el señor Ricardo a su hija).
-          Pedro lleva meses insistiendo, pero no queríamos precipitar las cosas, pero… si, nos iremos a vivir juntos (Cristina no podía mirar a la cara a su padre se moría de vergüenza. De repente el señor Ricardo se fue hacía Pedro se puso frente  afrente  a él y le dio un collejón).
-          Mira que te ha costado decidirte (y después le dio un abrazo de oso).
-          Papá déjalo que lo necesito vivo, el lleva los pasajes y las reservas
-          Jajajaja (se rieron Pedro, la señora Eugenia y el señor Ricardo)
-          Además era yo la que le costaba decidirse, si por fuera por Pedro nos hubiéramos ido a vivir juntos al segundo día de…(pero supo callarse a tiempo) de declararse.
-          Si, si declararse jajaja que te crees que tu madre se chupa el dedo jajaja
-          ¡Eugenia! (le riñó el señor Ricardo).
-          ¡Ni Eugenias, ni leches! Estos dos estaban hechos el uno para el otro, y si esta tontainas no hubiera perdido el culo por conocer mundo ya hace años que estarían casados y nosotros tendríamos a nuestros nietos correteando por casa.
-          ¡Mamá! (Cristina se dio cuenta que aquello podía herir la sensibilidad de Mark. Pero lo cierto es que Mark le importaba bien poco lo que pudieran decir la loca y el tenso, que era como Bea y él llamaba a sus abuelos cuando hablaban entre ellos).
-          Lo siento princesa, pero es cierto, vosotros estabais predestinados. ¿Te lo dije o no te lo dije, Ricardo?
-          Es cierto, me lo dijo. Y sabes que a tu madre esas cosas no le van nada. Pero cuando viniste para la boda de Juan y os sentaron en la misma mesa, tu madre me lo dijo “esos dos harían una bonita pareja, una pena que estén ya casados”.
-          ¿Estás casado? (saltó como una fiera Mark que siempre se mantenía al margen de toda conversación familiar).
-          Divorciado (le aclaró Pedro). Estuve casado pero de eso ya hace tiempo (aquello no le gustó nada a Mark, que no quería que cuando se cansara de su madre también la dejara tirada).
-          Por cierto, vi a tu exsuegra hace unos días, está gordísima (Pedro se hundió de hombros) tu eres muy pequeño (le dijo a Pedro, Mark no pudo más que reírse. Su madre le lanzó una miradita para que dejara la risita) pero la madre de Diana (la exmujer de Pedro) fue maniquí (que era como se llamaba antiguamente a las modelos).
-          Pues sería hace mucho tiempo, señora Eugenia, antes de que se inventase las pastelerías.
-          Jajajaja (se rieron todos menos Mark, que no entendía nada, y seguía dándole vueltas a eso de que Pedro fuera un hombre divorciado).
-          ¿tienes hijos? (saltó de repente Mark)
-          No ¿pero a qué vine ahora esa pregunta? (le dijo Pedro. Mark se dio cuenta que no sabía casi nada de Pedro. Y eso en parte porque rehuía de él como si fuera un apestado).
-          ¿por qué no tienes hijos?
-          ¡Mark!
-          ¿Es que no te gustan los niños?
-          Te confieso que los bebés no me entusiasman, precisamente. Lloran, hacen ruidos raros, se mean, se cagan y me da miedo cogerlos y que se me caigan. Prefiero cuando ya son más grandecitos y puedes agárralos sin miedo y si ya hablan cosas coherentes, mejor que mejor.
-          ¿entonces no querías tener hijos?
-          Ninguno de los dos estábamos mucho por la labor.
-          ¡Pero eres profesor!
-          Sí, de chicos de entre 16 y 18 años. Ya te he dicho que los niños pequeños me ponen nervioso.
-          Marcos, anda sé un buen chico, y llevas tus cosa a la habitación de Miguel (alargándole su maleta) después ya veremos en la habitación que te quedas. Y vosotros dos ¿no tenéis un vuelo que tomar? (dijo el señor Ricardo echándoles un capote ya que aquello se estaba convirtiendo en una especie de tercer grado).
-          Sí, es cierto (Cristina le dio un beso a Mark) muy bien, cariño, nos vemos en 5 días, pórtate bien con los abuelos, te quiero (y le dio otro beso. Mark no dijo nada).
-          Pórtate bien (dijo Pedro y Mark esta vez no solo no dijo nada sino que hizo como si no hubiera oído nada y entró en la antigua habitación de su tío Miguel).
-          Papá (le dijo ya en la puerta Cristina) llamaré todos los días, si pasa cualquier cosa tanto Pedro como yo llevamos el teléfono encima, no dejes que te tome mucho el pelo, Mark es de los que les das un dedo y te cogen
-          ¿La cartera?, si Miguel me contó.
-          Iba  a decir le brazo, pero sí. Siento darte tanto trabajo y así repentinamente sin avisar y después d
-          Cristina (le interrumpió su padre), no hagas esperar a Pedro, aún perderéis el avión (y  le dio un beso en la cabeza como hacía cuando era pequeña antes de acostarla). Es nuestro nieto, debiste dejárnoslo hace mucho tiempo. Todos nuestros nietos viene cada semana a vernos, antes estabais en otro país pero ya hace meses que regresasteis, y aunque a ti te de vez en cuando, a ese hijo tuyo no se le ve mucho el pelo.
-          Está en una edad difícil, no es que le vuelva loco la idea de pasar su tiempo con la familia.
-          ¡Para eso está su madre, maldita sea! Tú odiabas ir a casa de tus tías y esa nunca fue razón suficiente para que dejáramos de llevarte. Es la familia, Cristina, nos guste más o nos guste menos. Es lo que hay nos toca apechugar con ella (esto no iba para Mark sino para ella y se dio cuenta y bajó la mirada) Venga un beso (le dio un beso y un abrazo). Cuando lleguéis me llamáis, así dormiremos tranquilos tu madre y yo. Y no sufras he subido a 5 hijos, si pude contigo y con Óscar podré con ese mocoso jajaja.
-          JAJAJA De acuerdo, gracias papá (dijo una vez más, le dio un beso y se fue).
Cristina y Pedro tomaron finalmente el avión para pasar ese viaje romántico tan merecido. Aunque Cristina seguía teniendo en el estómago esa sensación de no estar haciendo lo correcto. Había una parte de ella que quería quedarse en España y quedarse con sus hijos, pero solo iban a ser unos días y realmente Pedro y ella necesitaban ese tiempo para ellos.
Mark, se comportó bastante bien con sus abuelos, teniendo en cuenta que era Mark y que aquello de mudarse para ir a vivir con Pedro le había pillado de sorpresa. Su abuelo intentaba no atosigarlo mucho pero mantenerlo ocupado, al fin y al cabo no estaba de vacaciones, sino que había sido expulsado de la escuela. Aunque en el fondo el señor Ricardo se sentía profundamente orgulloso de su nieto, pero eso no se lo diría, sabía que no debía encorajar al muchacho a solucionar las cosas con los puños. Pero si alguien volvía a hablar así de su nieta él mismo se presentaría en la escuela y le sacaría la piel a tiras al muchachito que se atreviera a decir esas cosas de una nieta suya.
Mark se pasaba las mañanas en el viejo taller de su abuelo ayudándolo a arreglar algunas cosas y haciendo la puesta a punto de otras. Mark era muy mañoso con las manos, el señor Ricardo no pudo evitar ver las similitudes con su madre y su tío Miguel. De la familia solo Miguel, cristina y él tenían cierta habilidad para arreglar aparatos y muebles. Juan era un auténtico desastre era demasiado impaciente y bruto  para arreglar nada. Óscar simple y llanamente era muy flojo y prefería llevarlo a arregla. Y Adri no estaba interesado en lo más mínimo en cualquier trabajo que no fuera intelectual. Su esposa era buena con la aguja y el hilo, pero la electricidad y las máquinas siempre le dieron reparo. Así que sin darse cuenta tanto él como Miguel se convirtieron en los “arregla-todo” de la familia. Pero ahí estaba Mark, que solo tenía que mostrarle una vez como se hacía y el chico lo pillaba al vuelo y lo hacía mejor y más rápido que él. El señor Ricardo no pudo evitar sentir el pecho henchido de orgullo al ver algunas de sus cualidades en su nieto.
Mark, no le importaba bajar al taller con su abuelo, su abuelo no era muy hablador, solo se sentaba en una silla y se ponía a trabajar, de vez en cuando le decía como hacer una u otra cosa y ya está. Ojala Pedro fuera así, Pedro insistía en que debían comunicarse. Eso era una tremenda perdida de su tiempo, él no tenía nada que hablar con pedro. Además se suponía que era el novio de su madre no él suyo, no entendía a qué narices venía esa perra de pasar tiempo todos juntos o de hablar.
Pero no todo era tan sencillo para Mark. Su abuela, que solía ser muy reservada que no se prodigaba mucho durante las reuniones familiares. Casi siempre estaba en cama con alguna de sus migrañas. Aquella semana le dio por asediarlo a preguntas y anécdotas de cuando su madre era pequeña. La señora Eugenia, lamentaba haberse perdido la infancia de sus dos nietos mayores. Y quería saber todo sobre ellos, quería recuperar de laguna manera esos 14 años. Pero a Mark, sinceramente no le interesaba un comino como era su madre con 12 o 9 o 15 años. Él no encontraba graciosa ni una de esas anécdotas, solo era un incesante bla bla bla. Así que pasado dos días de interrogatorio- momento nostalgia – interrogatorio Mark no pudo más y perdió la paciencia.
-          ¿Marcos, cielo? ¿sabes jugar al ajedrez? Tu abuelo y los pequeños (era como se referían todos a Óscar, Cristina y Adrián en contraposición a los “mayores” que eran Juan y Miguel) solían jugar las tardes que llovía como hoy. Creo que el tablero sigue estando en el segundo cajón del mueble de la entrada (miró a su marido para que le confirmara y el señor Ricardo asintió con la cabeza). Tu madre sabía jugar bastante bien, pero Adrián ganó una medalla en la escuela ¿Verdad Ricardo?(volvió a mirar a su marido para que le confirmara y el señor Ricardo volvió a asentir con la cabeza).
-          Adri era el único que lograba ganarme siempre. Con Óscar dependía de como me fuera el día, pero con Adri no había manera. Tu padre también era bueno, jugué una vez con él (dijo el señor Ricardo).
-          ¿Cuándo? (preguntó la señora Eugenia que no recordaba haber visto a su yerno jugar al ajedrez con su marido nunca).
-          Al poco de nacer Beatriz, cuando tuvieron que quitarle aquel quiste a la princesa. ¿Te acuerdas que vino aquí porque no se fiaba de los Hospitales de allá? (el matrimonio empezó a hablar entre ellos y Mark tuvo suficiente de tanto bla bla bla).
-          Me voy a la habitación.
-          Son las cuatro de la tarde Mark (dijo sorprendida su abuela que no podía creer que estuviera cansado a esa hora).
-          Gracias, abuela, sé muy bien qué hora es, tengo un reloj /dijo mostrándole el reloj que llevaba en la muñeca) Geez, oma! Neuken met de oude gekke dame! Ik ben klaar met al die vervelende chatter. Ik ben weg (Mark no pudo más y sin darse cuenta se puso de píe y se fue hacía el dormitorio mientras murmuraba entre dientes “¡Jo, abuela! Maldita vieja loca, ya estoy harto de tanto parloteo molesto, me voy”)
-          ¡Mark! (dio un palmetazo en el brazo del sofá el señor Ricardo9
-          ¿Qué? (le dijo muy gallito. Mark sabía que sus abuelos no hablaban ni una palabra de Holandés. Cundo era más pequeño había intentado enseñarle a sus tíos y a su abuelo algo de Holandés pero no con mucho éxito).
-          ¡Pídele disculpas de inmediato a tu abuela!
-          ¿Qué? (abrió mucho los ojos ¿Cómo podía haberle entendido,¿ lo había dicho en español acaso?)
-          Ya me has oído (dijo con un tono de voz aterrador, era increíble que un viejo de 70 años pudiera intimidar de esa manera). ¡Discúlpate ya! (pero Mark seguía sin saber que hacer o decir).
-          ¿por qué? (quiso sonar ofendido pero la voz le tembló)
-          Sabes muy bien porque, esa no es forma de hablarle a tu oma (Mark abrió los ojos como si se le fueran a salir de las órbitas. El señor Ricardo se hizo cruces de lo inocente que podía llegar a ser Mark. Él y su madre eran como dos gotas de agua, cuando se enfadaban ponían la misma mueca en la cara y después de insultar los dos entrecerraban los ojos y se mordían al lengua. Así que el señor Ricardo sabía perfectamente aunque no hablara ni palabra de Holandés que Mark acababa de insultar a su abuela. Oma y Opa era como Mark los llamaba hasta que cumplió los 4 años, después pasó a llamarlos abuelo y abuela).
-          No pienso disculparme (dijo plantando cara), no he dicho nada que no fuera verdad, está loca y no para de…(pero Mark no puedo acabar la frase su abuelo se puso de píe y le agarró por el cogote y se lo llevó a la habitación de Miguel, sin soltarlo lo reclinó contra en escritorio y echó una mirada rápida en busca de su vieja regla, una vez la vio, la agarró y empezó a descargar la regla en el trasero de Mark. El señor Ricardo hubiera preferido oír cualquier otra cosa antes que “loca” ya que debido a la enfermedad maniaco-depresiva de su esposa, la pobre había tenido que sentirse decir eso muchas veces, y no era cierto, ella era una mujer cabal, solo que no podía evitar hacer ciertas cosa y su pesimismo a veces la sobrepasaba, pero gracias a los medicamentos hacía décadas que estaba estable).
-          plack, plack, plack, plack, (la regla iba cayendo una y otra vez y acad golpe Mark daba un pequeño saltito, seguido de un alarido)
-          AAAAAAAAAAAAAAAH NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO NOOOOOOO AAAAAAAH PARAAAAAAAA
-          plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack.
-          NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO POR FAVOOOOOOOR, NOOOOO PARA PARA PARA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAUUUUUUU SOCORROOOOO
-          plack, plack, plack, plack, plack, plack (Al llegar a 30 reglazos, el señor Ricardo se detuvo, Mark se quedó unos segundos llorando sobre el escritorio y cuando fue a levantarse su abuelo no se lo permitió)
-          oh, no, tú no te mueves de ahí hasta que yo te diga que te muevas. Si crees que te vas a librar tan fácilmente después de insultar a sí a tu abuela es que no me conoces bien. Pero no te preocupes hoy vas a saber bien quien es tu abuelo, vas a saber bien a hablar con respeto a tus mayores (y entonces se escuchó el ruido inconfundible de un cinturón pasando rápidamente por las trabillas del pantalón. Mark, lo reconoció al instante e intentó levantarse, pero su abuelo tenía la fuerza de su peso entero aguantándolo en ese momento). Mark, déjalo, de aquí no te moverás hasta que hayas aprendido a hablar como dios manda a tu abuela. Si vuelvo a oírte llamarla así del guantazo que te daré en la boca vas a estar escupiendo sangre hasta que tengas el pelo todo blanco.
-          Lo siento abuelo, lo siento, no sé lo que me pasó, no quise llamarla (Mark notó como su abuelo hacía un poco más de presión en el agarre)…eso, no quise, fue un accidente, perdón, no lo volveré a hacer nunca, le pediré perdón a la abuela.
-          Si, le vas a pedir perdón y si no lo vas a hacer nunca más. Solo uno de mis hijos tuvo la desfachatez de llamarle eso a su madre y recibió lo mismo que vas a recibir ahora, y funcionó porqué hasta hoy no se había vuelto oír esa palabra en mi casa. NADIE ABSOLUTAMENTE NADIE, HABLA ASÍ DE MI ESPOSA. TU ABUELA NO ES UNA LOCA, NO LO ES AHORA NI LO HA SIDO NUNCA, MARK MÁS VELE QUE TE LO GRABES EN TU CABEZOTA TAN BIEN COMO TE LO VOY A GRABAR YO EN TU TRASERO (y con eso empezó a descargar en cinturón sobre las piernas de Mark, zurrando a conciencia al muchacho dejando todas sus piernas llenas de franjas coloradas de la huella que dejaba la correa en su paso) ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS, ZWASS (El señor Ricardo dejó caer 30 correazos sobre los muslos del chico). ¡Levántate! (le ordenó sin darle tiempo ni a compadecerse de su pobre trasero y piernas).
-          No Opa, por favor, no más
-          Zwass, Zwass, Zwass (fue la única respuesta. Mark enseguida se levantó, tenía la cara toda roja de llorar y estaba todo sudado y lloroso).
-          Pantalones fuera.
-          No Opa, por favor, nooooo ya me pegaste mucho, no más por favor.
-          Mark, te he dicho que fuera los pantalones, si te lo he de repetir, voy a estar dándote correazos hasta que venga tu madre a buscarte, por mulo y cabezón. A las mulas se las trata así ¿quieres que te trate como a una mula?
-          Nooooo sniff sniff (el señor Ricardo solo arqueó una ceja. Mark de inmediato se puso de píe y empezó a desabrocharse el pantalón le temblaban las manos, pero logró desabrocharlo y lo bajó hasta los tobillos).
-          Del todo (ordenó muy seco), zapatos, calcetines y calzoncillos también (mark no se atrevió ni a rechistar, solo obedeció) vale, vamos al salón.
-          ¡qué! ¡Allí está la abuela!
-          Exacto, la misma que le has faltado al respeto. Quiero que veas la cara de la mujer a la que has insultado mientras tu trasero y yo acabamos de conversar.
-          Por favor, abuelo, nooooo, castígame aquí, si quieres, pero no delante de la abuela, no desnudo.
-          De acuerdo te castigaré aquí (Mark cerró los ojos y respiró aliviado y sintió como su abuelo volvía a agarrarle del cogote y colocarlo sobre el escritorio) y después iremos al salón y te castigaré delante de tu abuela (para cuando Mark asimiló lo que acababa de decirle el señor Ricardo ya le había dado el primer reglazo) plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack, plack
-          Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah nooooooooooooooo nooooo aaaaaaaaaay ay auuuuuu
-          Plack, plack, plack, plack, plack ¿Podemos continuar ya con el castigo o no has tenido suficiente?.
-          SUFICIENTE, SUFICIENTE, No más abuelo, nooooooo.
-          Muy bien, entonces al salón contigo (Mark ya no dijo nada más simplemente se cubrió con las manos sus partes y se fue hacía el salón donde estaba su abuela llorando, no porque la hubiera insultado, como pensó él, sino porque estaba sufriendo al oírlo llorar y chillar de esa manera).
-          Mark ¿no tienes nada que decirle a tu abuela?
-          Lo siento mucho Abuela, no quise decirte eso, discúlpame, no lo volveré a decir jamás.
-          Lo sé mi cielo, no pasa nada, la abuela ya te ha perdonado ¿Ricardo? (le miró con suplica)
-          Eugenia, ya sabes que en esto es como en todo, si no se hace bien a la primera después es mucho más difícil emendar el error. Y si se puede hacer bien a la primera no hay porque repetirlo después.  (el señor Ricardo tomó una silla del salón y la puso en medio, se sentó y miró a su nieto) ¿A acaso necesitas una invitación, muchacho? (Mark lo miró con carita de perrito abandonado, pero como ya había dicho antes el señor Ricardo, había criado 5 hijos, estaba curado de espanto e inmunizado a todo tipo de tretas) Porque si te tengo que hacer llegar una invitación, no te va a gustar (fue decir eso y que Mark se colocara sobre el regazo de su abuelo. El señor Ricardo lo acabó de acomodar en su regazo) pobre de ti que cierres los ojos, quiero que mires bien a esa mujer, a tu abuela, a al que te has atrevido a insultar de esa manera en su propia casa, y quiero que la mires todo el rato ¿entendido?
-          Si (dijo muy flojito y entre sollozos).
-          Muy bien, después de esto te irás a esa esquina y te estarás allí con las manos detrás de la nuca hasta que te dé permiso para moverte, después si quieres ya puedes irte al cuarto a descansar (y con eso dejó caer la pesada mano sobre su trasero de Mark. Mark esperaba la correa, la zapatilla, la regla o incluso el cepillo, la mano de su abuelo le pilló desprevenido. Debería sentirse ultrajado por ser castigado como un nene pequeño, pero su trasero agradecía que solo fuera la mano de su abuelo la que chocara contra sus ya más que rosadas nalgas) PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS (el señor Ricardo le dio 20 palmadas, no muy fuertes, no era necesario, esa parte del castigo no era tanto causarle dolor a él sino que era para mostrarle que las palabras pueden causar dolor a la gente que más queremos).
-          AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY AUUUUUUUUUUUU NOOO, LO SIENTO OMA, LO SIENTO, AUUUUUU PERDONA, OMA, NO VOLVERÉ NUNCA MÁS A HACERTE DAÑO AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY BWUAAAAAAAAAAAAAAAA BWUUUUA.
-          Ahora a la esquina (dijo ayudándolo a levantarse y sin darle tiempo ni recuperarse. Mark que desde los 8 años no había sido castigado así en casa estuvo tentado en protestar pero no tenía ni voz para hacerlo) ¡Mark, las Manos! (le advirtió su abuelo y enseguida entrelazó los dedos y se los puso en la nuca).

El señor Ricardo le tuvo así una hora, cuando el rojizo de su trasero empezó a esclarecer decidió que ya era hora del perdón. Y le dio permiso para salir del rincón, cuando Mark salió del rincón nadie tuvo que decirle nada, corrió a los brazos de su abuela y lloró. Ella lo consoló hasta que se hubo calmado. Después su abuelo, le sonrió dulcemente y le dio una especie de brazo de machote y le dijo al oído que todo había sido perdonado hacía ya rato. Le dio un beso en la frente y de una palmadita lo mandó a hacer una pequeña siesta al dormitorio de Miguel que ahora era un despacho con sofá cama.
Ni que decir que el resto de día que estuvo Mark hasta que regresó su madre a por él, se comportó como un auténtico angelito. Y no fue tanto por miedo de enfadar al temible abuelo, sino por los remordimientos, Mark no se quitaba la cara de su abuela, y sus lágrimas. Él había visto esa mirada antes, la había visto en la cara de su hermana y de su madre el día que su padre los abandonó. Y era una mirada que no deseaba volver a ver por años que viviese, ni en la cara de su hermana, ni en al acara de su madre, ni en la cara de nadie. Pero eso jamás lo confesaría en voz alta, no quería que nadie pensara que le importaba algo alguien.

1 comentario:

  1. ...cada vez mejor Little!!
    ...este niño en verdad que se esta poniendo interesante!...me pregunto que le hace actuar como lo hace,si al fin y al cabo se ve que tiene su lado bueno aunque lo oculte,pero que llevó ha este niñito a envolverse en una coraza de indiferencia a todos lo sentimientos????
    saludos ,Marti

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