lunes, 8 de septiembre de 2014

CAPITULO 5: HABLEMOS (segunda parte)



N/A: Lamento mucho la tardanza, sé que no soy la única que tiene la cabeza con mil cosas así que para quienes se olvidaron como iba esta historia un pequeño resumen para refrescarl@s: Adrián y Sergio son hijos de Pamela y Allan Amezaga, ambos hicieron desastres en su escuela el primero por querer plantar su rebeldía a toda costa y el segundo por autodefensa. Y en este capi se viene una parte a la confrontación de lo cometido.
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CAPITULO 5: HABLEMOS (segunda parte)

-Imagino que están muy felices por su comportamiento, verdad?
-Claro que no papá- Adrián respondió de mala gana.
-Así?- Allan dijo sarcásticamente- Y por eso salieron todo airosos de la escuela!?

Allan regañaba a sus hijos cuando ya entraban por la puerta de su casa, todo el recorrido hacia ella había sido en un constante silencio por los tres.

Tenía mucho que hablar con ellos, no estaba para nada contento por todas sus acciones y para empeorar las cosas se encontraba súper estresado y por varios motivos: el trabajo acumulado del día, hablar con los chicos, retarlos, castigarlos y hacer una decente comida saludable para luego irse a trabajar…pero eso solo lo lograría de milagro porque presentía que el solo el hablar con ellos le tomaría mucho tiempo…y en estos momentos era cuando Allan deseaba que este su esposa para ayudarle con el reto a los chicos, por alguna extraña razón ellos eran más dóciles con ella, puro buen tono y buen comportamiento, pero con él era todo reclamo y todo queja y todo mal comportamiento.

-Pues yo sí, no sé si te contó el director pero YO SOLO ME DEFENDÍ no entiendo porque estás tan enfadado conmigo, fue un accidente que el puñetazo se lo diera al director era para Jack, no para él.
-Pues si crees eso Sergio, estás muy lejos de pensar que yo voy aprobar que no tienes nada de culpa por tus acciones, ve a tu habitación y piensa en lo que hiciste, enseguida voy contigo.

Ir a la habitación a “pensar” solo podía significar una cosa: “ve a prepararte para la paliza” y eso el muchacho lo sabía muy bien, por eso no pudo evitar decir algo para que su papá cambiara de opinión.

-Pero papá, no es justo, Jack me quitó el examen para borrar mis respuestas!
-Hijo…enseguida hablaremos tu y yo…ve a tu habitación.
-Agg! Si mamá estuviera aquí no pasaría esto.

Allan cerró los ojos con fuerza mientras mentalmente contó hasta cinco, y solo cinco números, para volver abrirlos y ver lo que quería…nada…Sergio había desaparecido por las escaleras que daban a las habitaciones…el muchacho había acelerado sus pasos porque sabía que había dicho algo muy hiriente a su padre.

Pamela se había ido hace poco más de una semana a donde vivían sus padres, los chicos no conocían a sus abuelos por parte de ella, porque ella se había alejado de su familia hace poco más de 20 años. Un día sonó el teléfono y Pamela se vió sorprendida por la voz de Roberto Castelú, su padre, con nudo en la garganta le informó que su madre estaba muy mal de salud y su único deseo era poder ver otra vez a su hija y terminar la estúpida pelea que les había alejado por tanto tiempo.

Por supuesto Allan fue, como siempre, un pilar de apoyo para ella un faro en la oscuridad de sus recuerdos.

-Olvídalo, Mel, olvídalo de una vez, ve con tus padres…yo me encargare de los chicos y de todo.

Pamela habló con sus hijos, al menos lo que podía informarles, tenía que irse por un tiempo a donde sus abuelos y ellos comprendieron, aunque las dudas sobre los abuelos que nunca conocieron no salían de su cabeza, confiaban en su madre y en su padre.

Organizándose lo más pronto posible toda la familia se preparó para una estancia solo con papá, y no es que Allan fuera un gruñón, dictador, aburrido y amargado hombre que solo quería obediencia en sus hijos, pero por si las dudas Pamela llamaba cada noche para saber si la situación de la casa y sobre todo de sus hijos.

Los primeros días, claro, todo fue cooperación y armonía pero no era ni la segunda semana y los chicos ya se habían metido en problemas, por supuesto intentaron no meterse en líos pero tenían imanes a ellos.   

Allan miró a su hijo mayor y comenzó:

-En qué demonios pensabas Adrián?! Para salirte así de la escuela y de paso querer robar un auto!
-Por qué no me sorprende, siempre piensas lo peor de mí! yo NO iba a robar!
-Ah no! no niñito, tú no serás el ofendido por toda esta situación, aquí vas a responder a lo que yo pregunto, está claro que necesitas un alto en tu falta de respeto.
-Aggg! y para que voy a responder a tu pregunta si de todas formas no vas a creerme.

Allan se encontraba de pie frente a su hijo con los brazos cruzados y con el rostro reflejado de estar harto de oír las quejas de Adrián, que se encontraba de la misma forma que su padre de pie y con los brazos cruzados, con el mismo gesto de cansancio que su progenitor, los dos eran igual de tercos y definitivamente hacía falta Pamela para que la sala no se vuelva campo de batalla.

-Te sientes muy satisfecho y contento por todo el lío que ocasionaste?
-No papá- dijo sin nada de sinceridad- lo siento mucho.
-Si vas a disculparte de tan mala gana no vale la pena que lo hagas.

Adrián miro a su padre y supo que la delgada línea que lo separaba de una “tranquila” charla –como la que tenían ahora- estaba a punto de transformarse en una ruidosa, odiosa y dolorosa charla para él, sobre todo porque apreciaba el poder sentarse.


-Sabes, me gustaría mucho que pensaras antes de actuar en lugar de estar pidiendo disculpas vanas  por tu desastroso comportamiento…

Y eso solo era la puntita del iceberg del regaño que le daba su padre, Adrián llevaba casi 20 minutos escuchando un sermón largo y él enfurecía cada vez más, por dos razones: primero que se moría de hambre y aunque le duela a Allan, su madre jamás descuidaría la comida de sus hijos, segundo: en ningún momento tuvo la consideración en preguntar porque lo había hecho, de acuerdo, el chico sabía que había hecho mal pero le enfurecía que su padre no fuera capaz de por una vez pensar que había tenido sus razones para hacer lo que hizo.

-Esta mañana tuvimos una conversación seria y si no me equivoco creo haberte dejado muy claro la importancia de tu examen del día de hoy, verdad?!

-De cualquier forma encontrarías alguna razón para decirme lo mal que hago las cosas, así que para que te molestas en volver a decir lo mismo y lo mismo y lo mismo! sobre mi brillante futuro!!!

El chico dijo con amargura mientras se auto botaba en el sofá de la sala, le dolían los pies de estar parado.

-Adrián acabo de hacerte una pregunta…
-Si ya sabes la respuesta porque quieres que yo te la diga a voz alta.

Volvió a cruzarse de brazos y sentado se hundió aún más en el sofá largo de la sala, quería apoyar la espalda sobre el respaldar, estaba harto de oír tantos reclamos.

-Porque es lo mínimo que espero de ti, reconozcas que sabiendo lo mal que ibas a hacer decidiste hacerlo de todas formas y te equivocaste muchísimo! Y para variar tengo que rogar por un genuino arrepentimiento y compromiso a que te esforzarás más, eso más Adrián! Eso más!?

Allan se puso frente a Adrián con los brazos en las caderas, también estaba cansado de tratar de hablar con su hijo, o más bien, tratando de hacer que su hijo pensara y recapacitara en lo mal de sus acciones.

-Aggg! es mi vida, entiendes! y qué más da si no soy bueno en matemática, qué importa si me esfuerzo el doble! porque sin importar el resultado tu siempre estarás hostigándome con esforzarme más.
-No cambies las cosas jovencito! ni por un segundo voy a tolerar digas que te hostigo, Adrián, deja de comportarte como un niño terco y mimado que no le da la gana de razonar!, yo no te exijo nada que no sea por tu bien, sabes perfectamente que peligra tu nota en matemática y que si yo te exijo es porque sé que puedes dar más de ti.

Allan hizo levantar a su hijo del sofá, tomo su lugar en él y lo puso y sujetó bien sobre sus rodillas, mientras lo sermoneaba, el chico ya había agotado la paciencia del padre. 

-­Papá, lo siento! ya lo dije, lo siento!, jamás volveré hacer lo que hice, pensare quinientas veces antes de hacerlo, me esforzaré más!!!.

Allan rodo los ojos al oír la típica suplica de su hijo cuando sabe que  no hay vuelta atrás.

-Y piensas que al decir lo siento se puede borrar tus malas acciones? O la reprobación de tu materia? o el historial del libro de conducta en la escuela? O que estés en observación y que a la mínima desobediencia te expulsarán.

Enumerar las consecuencias de sus actos, estando en esa posición tan incómoda, hizo que Adrián se olvidara pronto de su disculpa.

-Pues no sé qué más quieres de mí, ya me disculpe, no puedo hacer nada más!

Estaba harto de discutir una y otra vez el mismo círculo vicioso de sus errores, así que dijo eso último con un tono elevado pasando cualquier raya de respeto, Allan achicó los ojos y con firmeza entrego las primeras nalgadas… de muchas en el día.

-Bueno lo que espero de ti PLAF! creo que ya lo sabes no? PLAF! responsabilidad! PLAF! jovencito, responsabilidad! PLAF! no fui bastante claro esta mañana? PLAF! PLAF! PLAF! PLAF!
-Siiiiiiiiii , sí lo fuisteeeeeee.

Allan dejó a su hijo para que se reincorporara, y él para volver a pararse y otra vez cruzar sus brazos frente suyo.

-Ya puedo irme a mi habitación?- dijo el chico poniendo ojos de corderito herido y aguantándose de dejar salir lagrimitas.
-No- Allan dijo muy serio y aún muy molesto.
-Pero papá…-Adrián se quejó inútilmente.
-Si piensas que unas cuantas nalgadas son suficientes para todo lo que ya estoy cansado de repetir has hecho, estás muy equivocado!
-Pero estoy dolorido y ni si quiera hemos comido!
-Bueno, que bien que te des cuenta de eso, porque el día de hoy además de no comprar la comida no complete mi trabajo y sabes porque niñito?
-Porque eres desorganizado?

Y nuevamente Allan puso a Adrián sobre sus rodillas.

-No. PLAF! PLAF! porque aquí PLAF! PLAF! PLAF! el niño rebelde se las dio por jugar a que puede escapar de la única responsabilidad en su vida hasta ahora PLAF! PLAF! PLAF! PLAF! ESTUDIAR!!! PLAF! PLAF! PLAF! PLAF! PLAF!   

Adrián emitió pequeñas quejas ante el sonar y dura mano de su padre contra su trasero, no quería ponerse a llorar abiertamente, aunque después de todas las emociones del día bien solo le daban ganas de suplicar perdón y llorar por ser tan descerebrado.

Dejándolo sentado en el sofá, Allan siguió con la regañina.

-Quieres que escuche las brillantes y buenas razones para lo que has hecho no?, bien, habla entonces…sabías lo importante de tu prueba de matemática, porque decidiste huir de eso escapándote haciendo todo un escándalo en la escuela y de paso arriesgar tu seguridad saltando por ese muro!
-Porque…yo…yo…no lo sé.

Allan miró reprobatoriamente a su hijo.

-Hijo, no eres un niño pequeño- ‘por no decir bebé’ pensó Allan-que hace travesuras y no sabe porque las ha hecho, eres muy consciente de tus acciones así que ya basta de ese tipo de respuestas que estoy muy harto y estoy a punto de sacarme el cinturón para que empieces a hablar.
-Porque no lo pensé bien papá, estoy muy sofocado con tus expectativas y no cumplirlas nunca.

El cinturón siempre era efectivo para doblegar la terquedad y rebeldía en su hijo, la sola mención siempre le daba resultados positivos, pero esta vez, no era la respuesta que esperaba, ésa respuesta fue un balde agua fría para Allan.

‘Mis expectativas? Ay, Adrián! Parece que cada que hablo contigo lo hago en chino mandarín! Cuándo se entró en tu cabezota que son mis expectativas! y peor! Que nunca cumples lo que “yo” espero de ti’.

Allan se puso de cuclillas para estar a la altura de su hijo que se encontraba sentado y con una mirada asustada en sus bonitos ojos claros.

-Jamás estaré de acuerdo con tus malas acciones, nunca pienses que voy a darte carta blanca a que te comportes como lo has hecho hoy, pero Adrián siempre cumples mis expectativas como hijo, siempre! No hay motivo ni razón para que pienses de esa forma.
-Papá, esperas tanto saque buenas calificaciones que siento que me asfixio.
-Bueno hijo, lo lamento, pero como padre es algo que sí te voy a exigir y lo hago por tu bien, así de simple, no hay más vueltas al asunto mi intención no es hostigarte solo que seas responsable y des todo de ti en lo que estas comprometido, la escuela es tu obligación y punto…yo no te hubiese exigido nada si ésa libreta del año pasado no hubiese llegado en rojo, verdad?

El chico suspiro largo, alguna vez su padre se equivocaría?, para él Allan era muy correcto y sí tenía todas las de exigir por sus notas.

-De verdad lo lamento mucho papá.

Adrián se colgó del cuello de su padre y Allan se tambaleó porque estaba de cuclillas en el piso, sus rodillas rápido fueron la base para que no se fuera para atrás…al fin su primogénito había entrado en razón…acarició el delgado cabello de su hijo mientras él se disculpaba sinceramente.

-Solo quería sentirme libre, y…y…todo se salió de control.
-Y vaya que sí!

Su padre lo apartó de su repentino y gigantezco abrazo para con los pulgares limpiarle las lagrimillas que le salían como cascadas pequeñas de los ojos de su hijo.

-JAMAS! Quiero que vuelvas arriesgar tanto tu vida Adrián, tienes idea de cuánto mide el muro que saltaste? O a cuanta velocidad ibas conduciendo?...y cuanta suerte tuviste de no atropellar a ese perrito en la avenida?
-Papá me asuste muchísimo! casi se me sale el corazón del susto!

Adrián volvió a colgarse del cuello de su padre mientras se encontraba sentado en el sofá de la sala.

-Seguro que sí, y si no se te grabó el susto de conducir a toda velocidad en tu cabecita estoy seguro que el cepillo te dejara un buen recordatorio en el trasero.
-Ohh noooooo papá ya entendí, no, el cepillo no.
-Entonces el cinturón.
-Está bien, está bien voy por el cepillo de mamá.

Allan vió a su hijo correr por el cepillo más rápido que cualquier atleta en competencia, sonrío porque su hijo odiaba tanto el cinturón como él cuando tenía su edad, se parecía tanto a él.

Unos minutos después Adrián ya se encontraba con el feo cepillo de su madre en manos, el momento de pagar las consecuencias había llegado.

-Acabemos con esto- Allan dirigió a su hijo hacia el comedor y lo agachó en posición para el castigo.
-Papáaa no puedes pensarlo mejor?- El chico empezó a moverse inquieto por lo que vendría- el cepillo no- puso sus manos atrás cubriendo la retaguardia del feo cepillo, por supuesto su padre se las aparto rápidamente.
-PAFFF!!! No vas a volver a escaparte de la escuela PAFFF!!! PAFFF!!! No vas arriesgar tu vida saltando de esa forma PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!! No serás tan insensato de tomar un auto que no es tuyo  PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!!  No volverás a ser irresponsable en la vía, pudiste lastimarte o lastimar a alguien conduciendo a tanta velocidad PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!! PAFFF!!! 
-Auuuuuuuuuuuuuuu!!!!! Papáaaaa yaaaaa Auuuuu Auuuuuu yaaaaaaaaa buaaaaaaa Ayyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!! No lo volveré hacer!!! buaaaaaaaaaaaa.

Lo único que repetía una y otra vez el chico era que lo sentía, y en verdad lo sentía!, como fuego bien grabado en su trasero.

-PAFFF!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Allan termino la paliza con un último cepillazo bien fuerte y bien dado, haciendo que el chico sollozara derrotado.

-Eso espero hijo, eso espero.

Lo reincorporo y le dio un abrazo mientras el niño no paraba de llorar y de dar un poco de alivio al escozor provocado por ése feo cepillo.

Luego de unos quince minutos de consuelo, Allan volvió hablar.

-Confío en ti Adrián- sujeto su cabeza con ternura- no dañes tus ojitos con más lágrimas, basta- limpió sus lágrimas con los dedos- ahora a portarse bien.

Su hijo mayor volvió abrazar a su padre y con mucha convicción le dijo que sí.

-Sí, si papá te prometo que haré mi mejor esfuerzo.

Era una escena muy tierna de padre e hijo, y hubiera continuado de no ser porque el menor de sus hijos interrumpió.

-Muero de hambreeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!

Tanto Allan como Adrián se sobresaltaron por el estrondoroso grito y reclamo de Sergio, había bajado las escaleras para hacer notar su presencia y sobre todo la de su rugiente y hambriento estómago.

-Papá ya pensé en todo y lo repase una y otra vez, luego escuché los alaridos de Adrián por su castigo, ya no me tortures más!!! tengo muchísima hambre y ya no puedo pensar en nada que no sea comida con decirte que casi me como la plastilina que encontré en uno de mis cajones!!!
-Sergio deja de ser tan exagerado! Por dios! enseguida comeremos, primero tu y yo vamos a hablar de…
-Nooooooooooo lo mismo le dijiste a él! y tardaron 45 minutos! llevo cuenta, además me siento mareado no soy consciente de lo que hago tal vez si me comí la plastilina no estando consciente de mis acciones.
-Entonces vamos al hospital a que te purguen.
-Jajajajajjajajaja.

Adrián empezó a reírse de la mini discusión que tenía su padre y su hermano, sobre todo de la cara de su hermano, ni si quiera la avecinada regañina o la posibilidad de una paliza lo distraía de la comida.

-Jajajajaa está bien jajajajjaa está bien pediremos pizza.

Allan termino cediendo porque, en verdad, la cara de su hijo menor era todo un panorama de risa, además mirando la hora, el muchacho tenía razón era muy tarde y debían estar muy hambrientos aunque el único en quejarse haya sido el menor de sus hijos.

-Yo quiero la carnívora!- grito Sergio levantando la mano.
-Y yo pido la Hawaina- dijo Adrián.
-Sí, ya sé lo que les gusta…eso sí ni una palabra a su madre… todos comimos brócoli hoy- dijo Allan guiñando un ojo a sus hijos.

Los chicos se miraron pero fue el pícaro de Sergio quien volvió a hablar.

-Y todos nos portamos bien hoy, verdad papá?  

Dijo en un tonito burlesco y levantó sus cejas en señal de complicidad.

-No te pases de listo niñito aún tenemos una charla pendiente tu y yo.

Allan dijo sonriendo mientras tapaba con su mano el auricular del teléfono, esperaba a que contestaran la llamada para pedir pizzas.

-Sip, y ya repase más de un millón de veces todo lo que paso y soy inocente, papá sabes que es cierto.
-Voy a- Allan estaba a punto de regañar a su hijo menor pero justo le atendieron la llamada-Sí, sí, hola, sí por favor tres pizzas medianas: una carnívora, otra hawaina y una combinada de ambas…sí el combo con gaseosas…no, eso es todo…
-Papáaa.
-Gracias, la dirección es…
-Papáaaa!!!!!!!!
-Un momento por favor, Sergio qué te pasa? no puedo pedir la comida si estas gimoteando tan fuerte.
-Las promociones! recuerda si compras tres combos te dan la opción de llevarte el muñequito que se lanza solo al agua.

Allan empezó a reírse por la petición insistente de su hijo, que faltaba que le jale la manga de la camisa y se ponga a zapatear como cuando era niño.

-Señor, la dirección por favor!
-jjjaaja, sí, lo siento mi niño tuvo un lapsus berrinchoso.

Sergio miró ofendido a su padre.

-Solo lo dije por si te interesaba.  

Adrián comía de una caja cereal de chocolate, reía por el espectáculo que daba su hermanito.

-Todavía quieres jugar con muñequitos de acción?
-Yo no guardo los míos en una caja para que nadie los toque que es diferente.
-Ajá.
-Oh cereal que delicioso! Dameeeeeee.
-Pareces un animalito hambriento.

El mayor, que era más alto, se subió a una silla y estiró el brazo para alejar aún más la caja de cereales del hambriento del menor.

-Eres un idiota Adrián.
-Y tú un exagerado.

Allan dejó el auricular del teléfono en el mesón de la cocina y vió a sus hijos discutir, sonriendo hizo negativas con su cabeza y dijo:

-Tenemos tiempo hasta que lleguen las pizzas, así que llamaremos a mamá para saludarla.

Los chicos dejaron de discutir, Adrián se bajó de la silla y le entregó la caja de cereales de chocolate a Sergio, él lo dejó sobre la mesa de la cocina y Allan que ya había marcado el número de larga distancia puso el altavoz.

-Hola amor como estas? tus hijos quieren saludarte.
-Mami!!!!

Los dos dijeron a coro, felices y desesperados por oír la voz de Pamela, era verdad, Allan se esforzaba mucho para cuidarlos él solo y del otro lado la  mujer estaba muy consciente de eso, una llamada que incluía “tus hijos” solo significaba que se metieron en líos y que Allan odiaba tener que lidiar solo con eso.

Y no es que a Pamela le encantaba oír lo mal que se portaban, no, era simplemente el hecho que le recordaba como era su familia y que le permitía olvidar la difícil y dolorosa situación por la que enfrentaba con sus padres, con su madre, aunque el momento tal vez sea tragar un mal rato oyendo lo mal que se portaron ella no podía dejar de pensar en lo afortunada que era al tenerlos.

-Como están mis angelitos o debería decir diablitos?


7 comentarios:

  1. Quieroo maaaaaaassssssss, ay perdon, mis deseos pudieron mas que mi educacion
    Carla Amiga ya te extraaba mucho, cuando me diste la noticia por correo y yo te conteste que si actualizabas hoy, no pense que si mandaras un capi hoy jeje
    Ya sabes lo mucho que esta loca a la distancia te quiere y te admira no?? Ya hasta te haz de cansar de leer lo mismo verdad?? Pero Y Que!!! Lo seguire diciendo porque es verdad!!!
    Esta historia me encanta!!! Como de una cancion creaste tan bella historia!!! Eres Genial!!!
    Ahora siii Quieroo maaassssss!!!!

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    1. Me alegra que te guste la historia, soy yo la agradecida que esperes cada actualización (y de eso tu no tienes permitido cansarte! hehehe) gracias por el cariño y la admiración ufff! siento que no lo merezco pero a riesgo de sonar engreída: Si hasta aquí te gusto la historia lo que se viene es mil veces mejor ;)

      De la canción puedo hablarte días porque algo más que disfruto aparte de escribir y leer es escuchar música...y cantar aunque se rompan los vidrios!!! jajajaja.

      Pronto más capis, ahora si cumpliré, si no que me crezca la nariz de pinocho.

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  2. Precioso Carla precioso, pero aun me quedo la duda, que paso con la familia de Pamela? espero que pronto nos cuentes mas


    se te extraño mucho carlita no nos abandones si?

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    1. Marambra gracias por tu coment, andaba con muchos líos personales de ahí a que despareciera un buen tiempo, a penas voy reinsertandome en la lectura y escribiendo con mucho gusto, respecto a tu duda iré esclareciendo en los capis posteriores, la vida de Pamela es otra historia pero pondré picaditas por estos lados.

      Espero leerte pronto me tienes picada con tus gemelos y con los van lauder, más con Nathan.

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  3. Buenisima historia me gusta demasiado :) esperare con ansias el proximo felicitaciones carla

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  4. Ese Sergio es peor con hambre que su padre cabreado jaja

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