miércoles, 25 de enero de 2017

Algo Extraordinario


Algo Extraordinario

Alex despotricaba tratando de no patear los muebles cuando le dije que no iríamos más al castillo.
– ¿Por qué? – preguntó por enésima vez.
– Ya te lo dije, al parecer los dueños regresaron – aún me empecinaba en esa idea.
– Eso no es posible – Alex gruñó ¿Por qué tenía que ser tan terco? – Según recuerdo papá dijo que esa casa estaba desierta desde que él era un niño ¡Piénsalo Ángel quien vendría a reclamar la casa precisamente ahora! – dijo continuando su pataleta.
– Quizás un pariente lejano que la heredo – dije con sarcasmo frotando mis sienes – No debería interesarnos  – puse los ojos en blanco en señal de irritación – No regresaremos allá y punto final.  Mejor almorcemos y les contaré algo extraordinario.
– No, gracias, perdí el apetito y sinceramente no creo que nada después de lo que ocurrió en esa casa sea interesante – refunfuño Alex cruzándose de brazos, Tamara nos vio con cara de impotencia, sabia cuan tercos éramos Alex y yo, ella suspiro y se fue a su cuarto.
– Continúa con esa actitud y te prometo que te arrepentirás y no me importara que luego vayas llorando con nuestro padre – le amenace susurrándole al oído cuando Tamara se perdió de vista seguro a mudarse de ropa. Alex me miro de pie a cabeza deteniéndose en mi cuello ¡Qué chico más terco! pensé.
– De acuerdo, me comportaré – desistió muy rápido, eso definitivamente era sospechoso, raras veces era obediente conmigo aunque le llevaba tres años de diferencia, él tenía 11 años y yo 14. Tamara era linda, tierna, pequeña, obediente y madura apenas con sus 6 años de edad ¿Por qué Alex no podía ser igual?
– Mmm… bien entonces ayúdame a acomodar la mesa – ordené tratando de evitar la duda en mi voz.
– Si – respondió mansamente y casi dulce, puaj… ahora estaba seguro, algo tramaba esté chico ¿Dios que será?
Almorzamos con tranquilidad, Alex y Tamara no dijeron nada, aunque me miraban constantemente.
– ¿Qué? – Pregunté molesto.
– Dijiste que nos dirías algo extraordinario – refunfuño Tamara y Alex estaba alerta aunque pretendía disimularlo, lo hacía tan mal.
– Bien – respondí algo agresivo – es solo que… - suavice mi voz, no quería confesar que temía que nuestro padre llegara y me lleve al garaje, pues ni yo mismo estaba seguro de lo que había pasado, aunque me hacia una idea pero nada encajaba, nada tenía sentido ¡rayos! No estaba seguro de que pasaría cuando él llegará, me tranquilice y decidí contarles – está mañana fui al castillo y creo que papá me vio cuando regrese – lo dije al fin y a Alex sólo se le ocurrió voltear los ojos.
– ¿No asististe a clases? Papá te castigará de nuevo – dijo Alex furioso.
– Eso no lo puedes asegurar – Yo mismo en realidad no lo sabía y quería pensar que era así – pero cuando estuve allí escuche ruidos en el castillo, eran pasos – aseguré – Así que tome todo de la caja antes de irme – estoy seguro que los dueños regresaron – Les dije señalando en dirección a mi habitación pensando en el baúl en mi cuarto donde guardaba todo lo que había robado. Eso me provoco nauseas. Había robado, y hasta ahora me daba cuenta. Sostuve mis  piernas con las manos, esperando que mis hermanos no se dieran cuenta de mi nerviosismo.
·  Eso que tienes en el cuello ¿es un collar de los que vimos verdad? – pregunto Alex ensimismado.
·  Sí – dije tratando de parecer normal.
·  Entonces qué paso – preguntó – otra vez viste esa luz ¿Verdad?, ¿Dónde, fue en esa casa o en la nuestra? – No podía creer que dedujera eso, realmente mi hermano pequeño era muy inteligente.
·  Aquí en casa,
·  ¿Cómo es qué sucedió?
·  Deja que nos lo cuente y no hagas más preguntas – le regaño Tami, Alex hizo una mueca de enfado pero igual se calló y nuevamente ambos me miraban fijamente.
·  De acuerdo – suspiré, debía decirles todo – Cuando llegue a casa guarde las cosas en el baúl y me senté en el sillón de la sala, pensé en ver algo de Tv antes de regresar al colegio por ustedes, en eso llego papá y me vio de frente, quise salir corriendo pero de repente la misma luz que vimos en el Castillo la ví en nuestra sala, y sin más aparecí en mi cuarto cerca del baúl al pie de mi cama. Espere a que papá entrará a mi cuarto y me regañara por estar en allí en vez de la escuela pero no pasó hasta lo que me pareció unos 10 min, cuando escuche la puerta abrirse, me escon… me quede quieto – corregí y me sonrojé, no quería contarles eso – y luego pasado otros 10 min y papá se fue.
·  ¿Entonces la luz apareció de la nada? Recuerda ¿No se inició en tu cuello?
·  No, no lo sé, bueno talvez. Yo solo recuerdo que estaba en la sala y luego en mi cuarto.
·  ¿Debiste hacer algo más? Recuerda por favor – Alex insistió algo desesperado.
·  Yo… - titubee, tratando de recordar – sujetaba ese muñeco de trapo y presioné el botón de PRESS, cuando vi a papá – dije de repente, pues me había olvidado completamente del muñeco, el cual yacía bajo mi cama. Alex no espero a que terminará y corrió al baúl junto con Tami. Yo les seguí pues no sabía que más hacer.
·  ¿Dónde está el muñeco?
·  Creo – espero quise decir – bajo mi cama – Dije – y los 3 fuimos hasta allá, Alex se adelantó y cogió el muñeco, y sin más lo presionó cerré los ojos esperando que la luz apareciera de nuevo, pero nada simplemente no ocurrió nada.
·  Presiona el botón tú – me dijo Alex alcanzándome el muñeco. No respondí,  no tenía intención de reproducir esa luz - Entonces alzo tú le dijo a Tamara que estaba más dispuesta que yo, presiono el botón antes que yo lo evitara. No había ocurrido nada. Y el nuevamente corrió hacía mi cuarto, abrió mi baúl, ¡Demonios, no lo había asegurado!, escogió un collar, el azul para ser precisos y se lo puso luego presiono el botón y nuevamente la luz y esta vez aparecimos en la sala. Por más que quería evitarlo no lo había logrado y pese al mal presentimiento que apretujaba en mi pecho, nos vimos nuevamente en la mesa con los platos aún llenos.
·  Esto es maravilloso – exclamo Alex – viendo los platos llenos ante la vista perpleja de Tami.
·  ¿Por qué? Si solo son fideos, Pregunto ella cogiendo un tenedor para comer los fideos.
·  No lo recuerdas ¿verdad?
·  Recordar qué – pregunto comiendo los fideos.
·  Sobre lo que nos dijo Ángel y la luz,
·  Estás loco Alex a menos que te refieras a la luz de esa casa. Y por cierto Miki pienso que debíamos ir igual. Solo para cerciorarnos de que hay alguien en esa casa y por favor ya dinos que es lo extraordinario de lo que querías contarnos.
·  Yo… - esto era extraño quise decir pero no podía con Tami mirándome, así que solo atiné a echarle miradas asesinas a Alex.
·  Él le contó todo a Tamara zarpando nuevamente su comida, yo en cambió sentía un peso en mi pecho, no podía dar un bocado más. Luego de comer todos fuimos a mi cuarto y Alex le dio a Tami, un collar uno de color rosado que a ella le encanto y Alex nuevamente presionó el botón del muñeco, nuevamente la luz y luego nos encontramos en la sala con los platos llenos.

 
·  ¿Qué te sucede? No hagas eso como si fuera un juguete.

 
·  Pero Ángel esto es un juguete – dijo todo sonrisas sosteniendo el muñeco.

 
·  Es verdad pero no pienso comer nada más – refunfuñe.

 
·  Esto es realmente extraordinario como dijo Miky, así podrimos comer el postre dos veces… - dijo Tami, y yo solo me limite a sacudir la cabeza, nada de esto podía ser bueno.
·  Bien, es genial, pero no lo repetiremos por hoy ¿está bien? – Pregunte – no es bueno hacer esto constantemente.
·  Ángel tiene razón, debemos averiguar qué es lo que dice ese libro antes de continuar – dijo con una sonrisa, mientras a mí me perturbaba a Alex le fascinaba arrastrando a Tamara en ello. Ambos observaban sus collares como lo más hermoso del mundo.
Esa tarde nos entretuvimos con las piedras de color jugando con ellas, olvidamos nuestros deberes y tareas, hasta que vimos alarmados el reloj, pasaban de las 6, papá llegaría en cualquier momento. Yo comencé a hacer la cena y mis hermanos corrieron a sus cuartos hacia sus tareas, yo en cambio no sabía lo que debía hacer de tarea, pues solo había asistido a la última clase que era de Moral y conducta, irónicamente. Suspire resignado y continué preparando al cena, arroz con verduras y chuletas. Era lo más fácil que podía hacer con el tiempo que restaba.
Cuando papá llegó mis nervios comenzaron, apenas y podía verle, pero el simplemente nos saludó y se fue a su cuarto a mudarse de ropas antes de cenar.
·  Bien, hoy tengo bastante hambre – dijo y yo aún le miraba aprehensivo, no podía olvidar sus ojos cuando me vio en la sala, realmente era mágico aquel muñeco? me pregunte algo perdido – ¡Miguel!
·  Papá… - respondí asustado.
·  Come, se enfriará tu cena – ordeno con voz apacible. Se me antojo que quería hacer las paces.
·  Si papá – respondí con demasiada alegría. El muñeco había sido lo mejor que nos había pasado hasta ahora.

2 comentarios:

  1. Hola Daniela bienvenida al blog!!
    Tu historia me gusta mucho por el toque mágico que le pones!!
    Porfis sigue actualizando y quiero saber más de esta familia...

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    1. Mil gracias por tu apoyo, de verdad me alegra, continuare sin duda...

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