martes, 31 de enero de 2017

SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ



SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ


  • Estoy muy harta ya Ismael, muy harta (dijo María mientras se deshacía de toda la ropa de la calle como si la ropa fuera algo diabólico. Ismael solo respiró hondo, rodó los ojos y puso la cara de aburrimiento de costumbre) ¿Pero es que no tienes el más mínimo amor propio? La cuarta vez que me llaman ¡La cuarta! Pero hijo, ya me harté, esta va a ser la última ¿Me he oíste?
  • Sí, mamá (dijo sonando cansado y aquello hizo que a su madre se la llevaran los demonios)
  • Vete a tu cuarto, quítate de mi vista, porque no respondo.
  • Vaaaaale (le dijo como si le estuviera dando la razón a un loco)
  • Grrrrrrrr (gruñó su madre porque su hijo parecía no tener el más mínimo remordimiento) ¡Y PONTE CON LOS DEBERES, YA! ¡Lo primero, Ismael! Los deberes ¿Me oíste? (le gritó María desquiciada)
  • Sí, mamá (le respondió ya desde su habitación, pero Ismael lo único que hizo es tumbarse en su cama y ponerse a ver la tele)
María estaba cansada ya de la nueva costumbre que había adquirido su hijo de no hacer las tareas de la escuela. Y parecía que las cosas iban cada vez de mal en peor, al principio habían sido uno o dos ejercicios a medio hacer pero el maestro se había quejado que la última semana todas las tareas estaban inacabadas y además aún le debía el trabajo del libro que les había mandado a leer ese trimestre. Ismael tenía 9 años, era demasiado pronto para empezar a tener dificultades en los estudios. Y no es que fuera tonto o que le costara más que a los demás, es que no le salía de los santos cojones hacer los deberes. Y eso era lo que le llevaba los demonios a su madre.
La primera vez que el profesor se le quejó María habló muy seriamente con su hijo, y la muy ilusa pensó que con esa charla bastaría. Pero un par de semanas después otra queja. Entonces le dio un buen rapapolvo pero tampoco pareció inmutarle gran cosa porque tan solo tres días más tarde, volvía a estar firmando una notita de su profesor. Así que decidió ponerse muy seria con el asunto y lo castigó dos semanas sin ni tele, ni Tablet ni consola. Pero aquello fue más un castigo para ella que para Ismael. Porque Ismael estuvo insoportable esas dos semanas. Y justo hacía dos días que le había levantado el castigo y el profesor la había llamado otra vez para quejarse de lo mismo. María estaba preocupada y enfadada. Enfadada porque Ismael no se la tomaba en serio ni a ella ni a la escuela. Y preocupada porque si empezaba a flojear ahora en los estudios cuando empezara el instituto no sabía lo que iba a pasar, pero nada bueno, eso seguro.
María descolgó el teléfono y llamó a su exmarido para quejarse de “su” hijo. Porque en ocasiones como esa Ismael, era “su” hijo en vez de “nuestro” hijo o “mi” hijo. Después de más de 20 minutos al teléfono Samuel le dijo lo mismo que le decía siempre “ese niño te torea, deberías darle unas buenas nalgadas y ya verías que suavecito iría. ¿a qué a mi no me torea, eh?” Y a María le fastidiaba tener que darle la arzón a su exmarido, pero esta vez la tenía. Porque Ismael sabía que mamá era la blanda y papá el serio. Y con mamá podía hacer lo que le viniera en gana pero con papá se tenía que portar bien. Y Ismael se portaba bien, o al menos lo intentaba, porque sino papá le calentaba el culete.
  • ¿Quieres que me pase esta noche? (se ofreció Samuel. Pero María no era una inepta, era capaz muy capaz de educar a su hijo sin necesidad que su exmarido fuera al rescate cada vez que el niño se ponía difícil).
  • Trabajas esta noche ¿no? (María aunque ya hacía dos años que no vivía con Samuel aún llevaba el control de los turnos de su marido)
  • Ya bueno pero puedo pasarme un momento, Dani o Susana, pueden cubrirme (dijo Samuel casualmente como si eso fuera su pan de cada día Y María odiaba esa actitud de sobrado de su ex. Ella no lo llamaba a diario, solo lo había llamado para desfogarse, no para pedir que acudiera al rescato. No había nadie a quien rescatar. Bueno quizás el trasero de Ismael).
  • Samuel, no te llamaba para pedirte que vinieras, solo para informarte de como se las gasta últimamente TU hijo. Pensé que como su padre te gustaría saberlo (dijo con malicia).
  • Claro que me gusta saber todo sobre Ismael, incluso lo malo, pero yo solo lo decía porque sé que a ti te cuesta mucho ponerte en plan ogro con él. Y yo ya estoy acostumbrado
  • No me vengas de mártir o de lo que narices pretendieras, que la que lidia a diario con él soy yo.
  • Eso tiene fácil solución María (dijo muy gallito Samuel que en momentos como aquel recordaba porque su matrimonio se fue al traste).
  • ¿ah si? Y quien cuidaría de Ismael cuando te tocara trabajar de noche, o de tarde, o como hoy con dos guardias seguidas
  • ¿Pero como narices sabes…? (Samuel emitió una especie de maldición en hebreo) bueno me pasaré mañana por la mañana para desayunar y ya hablaré yo también con Ismael.
  • Hazlo que quieras (dijo y colgó el teléfono lanzándolo de mala gana a la otra punta del sofá. Fue entonces cuando escuchó una carcajada. Era Ismael, María cerró los ojos y de verdad esperó que fueran imaginaciones suyas, pero al cabo de unos segundos volvió a oír otra carcajada. Como un toro a punto de envestir María se fue para la habitación de su hijo. Cuando entró se encontró a Ismael tirado en la cama viendo los dibujos animados. A Ismael ni le dio tiempo a apagar la tele su madre ya lo estaba agarrando por el brazo y levantándolo de la cama y plantándole unas durísimas palmadas en su pobre retaguardia)
  • Auuuuuuuuuuuuu (se quejó y puso la mano para cubrir su pobre trasero de futuras nalgadas) mamá noooooooooooooo
  • ¿Mamá no? Plass Plass ¡Mamá no! Plass Plass Ya te voy a dar yo mamá no Plass Plass hasta el moño Plass Plass me tienes, hijo Plass Plass si va a tener razón tu padre que tu no haces caso si no es a golpes Plass Plass pues nada hijo Plass Plass a golpes, será Plass Plass
  • Auuuuuuuu nooo no mamá, no para auuuuu (dijo Ismael mientras seguía moviéndose como una culebrilla para intentar zafarse de las duras palmadas de su madre).
  • Plass Plass  A partir de ahora esto Plass es precisamente lo que te espera si no me obedeces Plass Plass Plass Plass Te he dicho que te pusieras con los deberes Plass Plass Plass Plass no a ver la tele Plass Plass Deberes que debiste hacer ayer y no los hiciste a pesar de que te dije que los hicieras Plass Plass Plass Plass
  • Auuuuuuuuuuuuuuuuuu nooooooooooo auuuu lo siento, lo siento auuuuuu ya me pongo ya mamita, pero para, para auuuuuuuuuu
  • Oh si, y tanto que te vas a poner, Plass Plass Plass Plass con los de ayer Plass y con los de hoy Plass Y no más tonterías, Ismael porque ya acabaste con mi paciencia Plass Plass
  • Bwuaaaaaaaaa nooooooooooooo bwuaaaaaaaaaaaa perdón, bwuaaaaaaaaaaaa no más, mami noooooo (María lo soltó y lo miró muy sería. Ismael enseguida se llevó las manos al trasero y empezó a sobárselo entre hipos y llantos. María sabía que no había sido tan dura como lo habría sido Samuel, pero a Ismael le había quedado muy claro que con mamá tampoco se iba con tonterías) ya me pongo, ya bwuaaaaaaaaaaa.
  • Muy bien, agarra tus cuadernos de la mochila y empieza, que yo te vea (dijo cruzándose de brazos y mirándolo como si fuera un sargento del ejercito francés. Ismael obedeció aún entre sollozos y abrió su mochila y se tumbó sobre su estómago y empezó a hacer las tareas de la escuela). Voy a poner una lavadora y a recoger la ropa de ayer que ya debe estar seca. Pobre de ti que pase y no te vea haciendo los deberes, porque te vas a llevar la ración (e hizo el gesto internacional para las nalgadas) completa.
  • Si (dijo sin dejar de hacer los deberes pero poniendo morritos. A María casi se le cae el alma a los píes pero entonces recordó porque se había enfadado tanto con su hijo y se mantuvo firme).
  • Ah (dijo justo antes de salir por la puerta) he hablado con tu padre y le explicado que tu maestro volvió a quejarse de que no presentas tus tareas y ha dicho que mañana se pasará por casa para desayunar (Ismael la miró con horror).
  • Nooooo papá se enfadará conmigo (empezó a llorar)y tu ya me zurraste
  • Esta vez le diré a tu padre que YO ya te castigué, pero si vuelvo a recibir otra queja de tu maestro, después de que tu padre haya tenido unas “palabritas” contigo ten por seguro que yo también tendré unas cuantas ¿Entendiste Samuel? (la cara de pánico de Samuel respondió por él) Ahora acaba las tareas, esta noche cenaremos guisantes y nuggets (María sabía que eran una de las cenas favoritas de su hijo y las lágrimas de Ismael se detuvieron en el mismo instante que escuchó nuggets)

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