Capitulo quinto
Nada
más regresar a la escuela me quedó muy claro que el resto de curso iba a ser un
asco. Justo unos minutos antes de
llegar, mi tío Tristán me soltó la bomba, me dijo que al llegar, antes de hacer
nada lo primero que debía hacer era ir al despacho del director, porque el
director en persona quería hablar conmigo. Yo recordé la última charla que
había tenido con el director y me puse blanco como la nieve. Entonces mi tío
Tristán me tranquilizó diciendo que solo era para recordarme mi castigo.
Y
así fue, tras esperar 20 minutos en la sala de espera, la secretaria me hizo
pasar y el director muy serio pero nada enfadado me recordó mi castigo. Se me
prohibía participar en las actividades lúdicas y deportivas el resto del curso.
Todos los permisos y excursiones quedaban cancelados por el resto de curso.
Formaría parte del alumnado de servicio en todos los actos hasta final de
curso. Y todos los domingos a las siete de la mañana debía presentarme ante el
profesor en guardia para que me dieran las tareas de esa mañana. Y lo que
resultó, lo más cruel, ya no estaba en el dormitorio con mis compañeros, sino
que ahora dormiría en uno de los dormitorios individuales del ala de los
profesores hasta que me decidiera a decirle que fue lo que hice aquella noche.
Al
principio no me importó mucho, lo cierto es que tras las vacaciones de Navidad
me sentía bastante como un personaje de Dickens. El pobre huerfanito que le
tocaba vivir en un internado horrible y con una familia que lo trataba fatal.
Lo sé, muy melodramático, pero digamos que a los 11 años, yo era muy
melodramático. Ahora ya no lo soy…tanto. Me había convencido que todo el mundo
estaba en mi contra y que yo era una especie de héroe que no se iba a doblegar
a pesar de todos los reveses que me deparara el destino. Pero no contaba que
estar castigado me iba a resultar tan y tan duro. Nunca antes había estado
castigado así. Me refiero, antes iba una escuela normal, te castigaban sin
recreo, o quedándote una hora más para recoger la clase, o te hacían salir del
aula. Cómo máximo te daban una nota para que la firmara tus padres. Y en esa
escuela se hacía algo más que eso, mi trasero lo había comprobado de primera
mano, pero lo más duro aún estaba por llegar y yo aún no lo sabía. Sé que suena
extraño pero es preferible una zurra a que te separen de tus compañeros y te
quiten cualquier actividad que pueda parecer remotamente divertida. Estamos
hablando de un internado, se pasan allí las 24 horas del día los 7 días de la
semana, porque yo, por estar castigado,
no tenía permisos los fines de semana. Eso es mucho tiempo para estar
solo con tus pensamientos, y la cabeza acaba jugándote malas pasadas.
Así
que no llevaba ni tres semanas de curso cuando yo ya me sentía “muerto en
vida”. Todos mis compañeros me trataban como a un héroe, pero solo veía sus
miradas de profundo r4espeto y admiración durante las clases y mientras les
servía la comida. Porque el resto de tiempo estaba castigado. Cuando justo
hacía la tercera semana de mi castigo, me vine a bajo, estaba dispuesto a
confesar, ya no aguantaba más. Pero entonces sucedió algo que no esperaba.
Estaba
haciendo mis deberes de lengua cuando escuche un “ay ay ay ay noooo” en el
pasillo. Reconocí la voz de inmediato era mi primo Klaus. Abrí con mucho
cuidado la puerta y miré por la rejilla. Efectivamente era Klaus y tío Sigmund
lo llevaba agarrado por la oreja mientras que le iba dando correazos. Al llegar
a uno de los dormitorios, lo soltó y Klaus todo lloroso, se quedó inmóvil
sobándose oreja y culo. Tío Sigmund sacó una llave de su bolsillo abrió la
puerta y le ordenó que entrara y que se quedará allí hasta que su padre
llegara. Después cerró la puerta y se fue tan furioso que parecía que en vez de
un profesor fuera una apisonadora.
En
el ala de los profesores no habíamos muchos alumnos, seriamos unos 9 en total.
La mayoría de alumnos no pasaban allí más de 10 días, yo y otros dos alumnos
mayores y uno bastante más pequeño que nosotros, éramos los únicos que
estábamos allí como “residentes” y no como “visitantes”. Así que cada vez que
llegaba alguien nuevo era como el acontecimiento del año. Y por supuesto mi
primo hizo una entrada bastante espectacular, menudos gritos, para no
enterarse. Cuando estuve seguro que tío Sigmund se había ido, salí de mi
habitación y fui hacia la habitación de Klaus, cuando entré ya no estaba solo
había otro chico con él. Debían de conocerse porque estaban hablando casi en
susurros.
-
Ja
(dio una especie de risotada al verme entrar) ¿Qué haces aquí? (me preguntó como si no supiera que estaba
castigado, si eso era la noticia del año).
-
Eso
debería preguntar yo ¿Qué haces TÚ aquí? (no
es que Klaus me cayera especialmente mal, su hermano Theo me caía mal entonces,
pero él no. Aunque no éramos uña y carne, más bien nos ignorábamos mutuamente,
había lago en Klaus, hay algo en Klaus que te dan ganas de ser su amigo).
-
No
es asunto tuyo, enano, regresa a tu habitación
(aquella fue la primera vez que Klaus me llamó otra cosa que no fuera Hans.
Actualmente se divierte poniéndome todo tipo de motes, así es mi primito) antes que te metas en problemas de verdad.
-
¿En
problemas de verdad? ¡Ja! (dije yo con puro
sarcasmo) por si no te has dado cuenta
ya estoy en problemas de verdad, nadie aquí está TAN CASTIGADO como yo (y
el chico que estaba sentado a su lado asintió con la cabeza como dándome la
razón).
-
¿En
serio? (dijo menospreciándome) Mira, principito (otro de sus muchos
motes) he estado tantas veces en esos
zapatos que tengo ya el culo pelado. Es más esta habitación lleva mi nombre.
Mira si hasta tengo mis cosas (y me fije y era cierto había ropa en el
colgador y vi un corcho con un montón de fotos de Klaus con sus amigos).
-
¿Qué
ha pasado? (pregunté más tímidamente).
-
Resumiendo,
que soy gilipollas. Eso es lo que ha pasado, Birdseye
(mi nombre oficial en la escuela). Estaba
en el pueblo y unos capullos empezaron a meterse conmigo. Primero pasé, porqué
sé perfectamente que si me meto en problemas mi padre me muele a palos. Pero
aquellos capullos no paraban y entonces uno de ellos me arrojó toda una cerveza
a la cara. Y se montó la batalla campal. El dueño de la cafetería llamó a la
poli y han presentado cargos por vandalismo contra mí y los otros tres chicos.
-
¿Tres?
-
Sí,
tres. Tres contra uno, y aun así a mí también me han metido en el saco. A papá
no le va importar una mierda que no fuera culpa mía. Ya has visto al tío
Sigmund, no les importa (dijo llevándose las
manos a la cabeza). Si me expulsan de la
escuela, me voy directo a una escuela militar…tío, yo odio los milicos.
-
¿Por
qué te iban a expulsar? Si fue en el pueblo ¿no?
-
Porque
lo han detenido (contestó al otro chico). Estando de permiso debemos comportarnos
como buenos alumnos de la escuela, auténticos caballeros. Si hay queja de
cualquiera de los habitantes del pueblo se nos cae el pelo. Por eso a veces incluso
nos arriesgamos y pillamos el autobús para ir al pueblo de al lado (yo
tenía 11 años no tenía ni idea de lo que hacían los mayores, ni siquiera
estábamos en el mismo edificio, así que no estaba al tanto de nada de esas
cosas).
-
Pero
no fue culpa tuya (dije yo con toda la inocencia del
mundo).
-
Eso
no importa, soy un Hofner, Hans. Solo por eso ya estamos jodidos
(y me miró a los ojos, no me di cuenta que Klaus acababa de incluirme en su
círculo, solo veía la desesperación en sus ojos). Retaco, Leonard, más vale que os vayáis, aunque mi padre aún tardará un par de horas en llegar.
Estoy más que seguro que alguno de mis tíos o el director no tardarás mucho en
hacerme una “visitita” (fue decir eso y ponerse muy rígido el otro chico.
Leonard, que es como se llamaba me agarró del cogote y me sacó de allí).
-
Más
vale, que nos quitemos del medio, ya sabes que no tenemos permitido, salir de
las habitaciones, y aquí nadie va a estar de humor los próximos días, más vale
hacerse invisibles (me dijo el chico, pero yo no me
movía) Después cuando se hayan apagado
las luces, podremos volver a ver cómo está (me dijo para acabar de
convencerme. Aquel chico se veía muy legal, no entendía que podía haber hecho
para merecerse estar castigado. Pero sus palabras me convencieron y regresé a
mi dormitorio).
Una
vez regresé a mi dormitorio, mi cabeza ya no estaba ocupada en lo miserable que
era mi vida. solo hacía que pensar en tío Senta y compadecerme del pobre Klaus.
Claro que me sigo compadeciendo de mi primo, pero ahora que sé que pasó
realmente aquella tarde, puede que no sienta tanta pena. Durante mucho tiempo
yo solo tuve la versión de mi primo
Klaus. Que por ser después de Howie, el primer primo que me hablaba como un
igual y no como si fuera una molestia, pasó a ser mi primo favorito. Es más
sigue siéndolo. Pero es que Klaus mola. Y con la versión de Klaus, ´le era solo
una victima. Tres contra uno y aun así él era el que estaba en problemas. No
solo eso, había visto como tío Sigmund le pegaba, y sabía que Senta no preguntaría
agarraría a mi primo sin dejarle tiempo a ni abrir la boca y lo lincharía
a palos. Como el “defensor de los
pobres” que todos dicen que soy me sentía rabioso por tal injusticia. Creía
fervientemente que debía hacer algo. No podía permitir que castigaran a Klaus
por algo tan injusto como aquello. Así que desobedeciendo la norma de no salir
del dormitorio, salí y me fui directo hacía el despacho del director. La
secretaria ni le dio tiempo a pararme, yo era un animal desbocado, iba ciego de
justicia. Al entrar en el despacho, me encontré al director y a todos los
miembros de mi familia que estaban en la escuela, incluidos Richard y Theo.
Cosa que me dejó unos segundos descolocado, pero como he dicho iba ciego y ni
me paré a pensar. Cosa que ahora mismo
me arrepiento profundamente.
-
Me
avergüenzo de ser un Hofner. Si pudiera borrar ese feo apellido de mí, lo haría
(dije en voz alta y clara). Klaus ha sido atacado por tres impresentables y después aún ha tenido
que ser tratado como un delincuente y en vez de estar consolándolo estáis
midiendo como de larga debe de ser la soga con la que pensáis colgarlo (esa
frase tan genial, no es mía era una de las frases de mi tía Ofelia). Sois su familia, deberías estar a su lado,
pero no, vosotros solo os importa el qué dirán, me dais asco. Sois capaces de
dar la espalda a vuestra propia sangre solo por guardar las apariencias. Lo
hicisteis con mi padre y lo seguías haciendo ahora.
-
¡Hans!
(me gritó mi primo Dani mandándome a callar).
-
Nada
de Hans, Dani. Tú eres igual de despreciable que todos los demás. Capaz de
vender a tu propio primo por unas palmaditas en la espalda, eres patético
(dije con rabia). Klaus no pudo hacer
nada eran tres contra uno. Pero eso a vosotros os importa un comino. Lo único
que importa es que en el pueblo hubo problemas. Pero el que tuvo los problemas
fue Klaus, por culpa de esos tres capullos que le buscaban las cosquillas por
ser un alumno de vuestra maravillosa escuela (dije casi escupiendo las
palabras).
-
¡Ya
está bien Hans! (dijo mi tío Sigmund) No sabes de lo que estás hablando, regresa
a tu dormitorio y cálmate. Después iré a hablar contigo.
-
¡No!
No tengo nada de qué hablar con ninguno de vosotros. ¡Nada! ¡No sois nada para
mí! (y me di la vuelta dispuesto a regresar
a mi dormitorio todo lleno de rabia y frustración).
-
Señor
Hofner (dijo el director, y aunque en la sal
todos éramos Hofner supe que se dirigía a mí). Ya que se ha tomado la libertad de salir de su dormitorio y venir hasta
aquí para gritarnos, tome asiento y escuche atentamente y en silencio (esto
lo dijo con una mirada que me hizo temblar como una hoja, le hubiera contestado
algo ingenioso e hiriente pero me daba demasiado miedo, así que me senté donde
me indicó y me quedé calladito).
Una
vez sentado, todos volvieron a retomar la conversación. Resulta que no estaban
discutiendo por el castigo de Klaus, sino por las acciones que iba a tomar la
escuela contra los tres muchachos que habían atacado a Klaus. En ese momento me
sentí tan capullo que desee que la tierra me tragara. También me enteré que mi
primo Klaus montó el espectáculo en comisaría y casi agrede a un policía. Ahora
sé que ese “casi”, en verdad fue “Agredió a un policía, pero el poli no
presentó cargos.” Y los únicos cargos que había contra Klaus era por los
destrozos en la cafetería debidos a la pelea. Peor que cuando se diera la vista
quedarían más que probados que habían sido los otros 3 chicos los causantes del
alboroto, ya que había múltiples testigos. Klaus había sido mandado al ala de
los profesores porque estaba fuera de sí. Incluso le había golpeado a Dani. Que
fue el primero en llegar a comisaría, porque él también estaba en el pueblo
aquella tarde. Y Klaus no había dejado de insultar a todos los policías hasta
que llegó el director de la escuela para pagar la fianza. Nadie culpaba a Klaus
de la pelea, ni de los destrozos, por lo único que lo habían castigado fue por
toda su actitud de después. Sí, Klaus, tiene lo que vulgarmente se dice “muchos
cojones”. Además, la cerveza que le tiró a la cabeza el otro chico era su
propia cerveza, pro lo que al tener 15 años no debería estar bebiendo cervezas,
por lo que se planteaban si las cosas se ponían muy feas también en llevar a
juicio al dueño de la cafetería por vender alcohol a menores. A medida que iban
hablando yo me sentía más y más estúpido. Los había prejuzgado, y lo peor los
había prejuzgado mal. Había asumido que estaban reunidos planeando el peor
castigo para Klaus. Pero no era así, estaban reunidos decidiendo que acciones
legales tomar contar aquellos chicos y contra el dueño de la cafetería. La
reunión se acabó cuando llegó tío Senta, que nos hicieron salir a todos y se
quedó a solas son el director. Yo tenía la intención de escabullirme
disimuladamente a mi dormitorio. Pero justo cuando estaba a unos pasos de girar
al pasillo que daba a las escaleras para subir a la planta donde estaban los
dormitorios. Mi tío Sigmund me llamó. Todos estaban mirándome, todos con cara
de póker, incluso Howie me miraba con esa cara. Howie me dijo que le dolió lo
que dije, pero me entiende, sabe que lo dije porque pensaba que estaban reunidos para decidir cómo
castigar a Klaus.
-
Hans
(y me indicó con el dedo que me acercara. Yo ni me moví solo me quedé tieso
mirándolos a todos con cara de idiota ¿Qué se suponía que debía decirles?). Hans (volvió a llamarme y esta vez hizo
uno de sus movimientos de ceja famosos. Yo tragué saliva y caminé muy poco a
poco hacía él. Cuando estuve frente a frente me di cuenta lo alto y grande que
era mi tío Sigmund, parecía un gigante de esos que se comen a los niños). Ve a llamar a Klaus, dile que su padre lo
espera en el despacho del director, que no los haga esperar (dijo muy seco,
yo me sentí como un mierda. Ojala me hubiera gritado, reñido incluso dado un
tirón de orejas. Pero no hizo nada de eso, solo me habló muy calmado y muy
frío).
-
Sí,
señor (solo alcancé a decir y bajé la mirada
porque realmente estaba avergonzado por todo lo que les había dicho).
-
Espera
(dijo Dani cuando vio que me iba de nuevo), te acompaño (mientras estubimnos a la
vista del resto Dani ni abrió la boca. Pero justo al llegar a la tercera planta
me agarró por el hombro y me dio la vuelta para que lo mirara) Hans, lo que has dicho antes en el
despacho ha sido horrible, realmente horrible, ninguno de los que estaban allí
ha superado aún la muerte de tu padre. Tú no lo conociste, pero nosotros sí,
nosotros lo conocimos, era mi padrino Hans, lo adoraba con locura. Tristán
idolatraba a su hermano mayor. Mi padre y tu padre compartieron mil y una
aventuras, fueron prácticamente inseparables hasta que tu padre se separó de
Elsa. Aunque cuando tu padre murió ya habían hecho las paces. Mi padre no hay
día que no se maldiga pro todos los años que estuvieron sin hablarse. Puede que
no seamos perfectos Hans, puede que te parezcamos todos unos atajos de
estirados pero no vuelvas a echar en cara que le dieron la espalda a tu padre.
Porque es cierto, pero ellos ya se culpan cada día de sus vidas por eso, no
necesitan a nadie para que se lo recuerde.
-
Yo
no sabía que…pensé que…creía que estabais en contra d Klaus.
-
En
eso también te equivocaste, Hans. Klaus es un grano en el culo, es un bocazas,
arrogante y solo piensa en divertirse, pero es un Hofner. Y a diferencia de ti
para nosotros eso significa mucho.
-
Lo
siento (sabía perfectamente que un lo siento no
arreglaría nada, pero fue lo único que me salió).
-
Tú
padre era igual, cuando creía estar delante de una injusticia se lo llevaban
los demonios, pero tu padre tenía un poco más de cabeza, y antes de arremeter
con toda su fuerza se aseguraba que realmente se estaba cometiendo esa
injusticia y sopesaba bien todas las posibles maneras de arreglar las
injusticias y siempre escogía la menos traumática.
-
Yo
no soy mi padre (dije flojito).
-
Ni
yo el mío (dijo él sonriendo. Pero no lo entendí
entonces, tardaría bastante en entender esa frase. Pero es cierto Dani no es
Sigmund, para nada). Hans (lo miré
como si fuera la primera vez que lo viera) Mi
padre y tío Tristán lo más seguro es que estén en el salón rojo de la segunda
planta el resto de la tarde (lo miré extrañado), lo digo por si por casualidad de repente sintieras la necesidad de
disculparte.
-
Dani,
siento haberte dicho eso, antes, ya sabes lo de que eres patético. Pero…
-
Sé
lo que opináis todos de mí, Klaus se encarga de recordármelo casi a diario. Y
vale, aquí en la escuela no soy uno más de la pandilla, lo tengo muy asumido,
pero Hans tampoco soy un profesor más ¿Entiendes? (lo
cierto es que no le entendí pero le dije que si porque ya me sentía
suficientemente estúpido)
-
Sí
(Dani me sonrió). Ok, anda ve, ya voy yo
a decirle a Klaus que su padre llegó (y yo salí corriendo hacía la segunda
planta, tenía unas disculpas que dar).
Encontrar el salón rojo
no fue difícil, ya había estado allí al principio de empezar la escuela, cuando
se hace la visita guiada a todas las instalaciones. Lo que me llevo más tiempo
fue reunir el valor para entrar en él. No solo porque debía entrar para
disculparme con mis tíos, sino porque era una zona reservada a los profesores y
me daba mucho corte encontrarme alguno de mis maestros allí. Pero era estúpido
quedarse de píe frente la puerta, sobre todo porque no quería que alguien me
pillara ahí. Como si eso fuera un gran crimen o algo así. Respiré hondo y
empujé la pesada puerta de roble. Allí estaban mis tíos hablando Tristán estaba
sentado sobre una de las mesas y tío Sigmund enfrente de él de píe. Nada más
abrirse la puerta me echaron una de esas miradas que te hacen notar que estás
molestando. Así que decidí disculparme rápidamente y salir cagando leches de
allí.
-
¿Pasa algo Hans? (me preguntó Tristán con esa cara
de bonachón que siempre tiene, mientras Sigmund seguía mirándome como si
hubiera pisado la alfombra con las botas llenas de barro).
-
Solo quería disculparme, por lo que dije antes. Lo siento, me equivoqué, pensé
que estabais reunidos para
-
¿Para preparar los festejos del entierro de Klaus?
(me interrumpió Sigmund bastante molesto, yo solo bajé la cabeza y me sentí aún
peor).
-
Hans, lo que dijiste antes estuvo mal, no solo por el tono y la forma sino
porque no es cierto (dijo Tristán aún sonriéndome pero
hablaba muy en serio).
-
Lo siento (volví a disculparme).
-
Sí, ya lo has dicho (dijo Sigmund casi entre dientes). Regresa a tu dormitorio, aún estás
castigado y este no es sitio para los alumnos (dijo fulminándome con la
mirada. Tristán se dio cuenta que estaba a punto de soltar una lágrima y miró
con recriminación a tío Sigmund. Sigmund rodó los ojos y respiró hondo). Hans cuando te conté todo lo que pasó entre
tu padre y nosotros no lo hice para que me lo echaras en cara a la primera
ocasión que tuvieras. Solo pensar que podía haber estado tu abuelo en esa sala,
me pone los pelos de punta. ¿Te haces una idea de lo mucho que podrías herir a
tu abuelo? ¿De lo mucho que nos has dolido escucharte esas palabras?
-
Sigmund (le espetó Tristán).
-
No, Tristán. Tiene 11 años, no es un niño pequeño, sabe perfectamente que las
palabras pueden doler más que un bofetón. Como te dije eres mi sobrino, el hijo
de Walter, solo por eso puede estar seguro que daré todo lo que esté en mi mano
para ayudarte y hacerte la vida más fácil. Sin importar que no te gustemos o
que no quieras vivir con nosotros. Y Klaus es el hijo de Brunilda, mi
hermanita, si crees que me iba a quedar de brazos cruzados después de que lo
atacaran y lo llevaran a comisaría estás muy equivocado. Somos una familia,
Hans, Klaus es un demonio pero es mi sobrino y lo quiero. Y que alguien lo ponga en duda me disgusta
hasta puntos que ni te imaginas. Y si esa persona que lo pone en duda es
alguien de mi familia no solo me disgusta sino que me apena
(para esas alturas he de confesar que ya estaba llorando. Hubiera preferido que
Tristán me hubiera dejado ir).
-
Hans, lo que Sigmund quiere decir es que no debes precipitarte en sacar
conclusiones, no hace mucho que nos conocemos y tampoco es que hayamos pasado
tantos momentos juntos como para poder hacer esos juicios de valor. Estuvo mal,
pero Hans todos nos equivocamos, te agradezco que hayas venido a disculparte,
ha sido un gesto muy valiente de tu parte.
-
Tristán, he dicho lo que he querido decir, no pongas en mi boca palabras que no
he pronunciado (dijo Sigmund amonestando a su
propio hermano delante mío).
-
Sigmund (esta vez fue Tristán quien resopló).
-
¡Ni Sigmund, ni narices! ¿Cómo crees que habría reaccionado Walter de estar
vivo y oír a su hijo hablarnos así?
-
Walter no está, Sigmund. De estar vivo, como dices, lo más seguro es que Hans
hubiera crecido conociéndonos, y entonces seguro que no habría dicho lo que
dijo (me defendió Tristán, cosa que
agradezco. Pero también me hizo dar cuenta que yo jamás pensaba en mis padres
biológicos. De muy pequeño sí que lo hacía, pero ya hacía muchísimos años que
ni por asomo pensaba en ellos. En Ofelia mucho, pero a ellos no los conocí así
que se me hacía raro pensar en ellos. Pero mis tíos y mi abuelo pensaban
constantemente en mi padre, a veces, como entonces como si aún estuviera entre
ellos).
-
Me da igual. Esa no fue forma de hablar a sus mayores. Ni maestros, ni mucho menos familiares. Y estoy muy seguro
que su tía le enseñó muy buenos modales (ahí
dio en mi punto débil).
-
¡Lo hizo! (dije con rabia) Al igual que me enseñó que no se le da la espalda a la gente que te
importa y quieres (lo sé cuando me caliento saco auténticas perlas por la
boca. Me estaba disculpando por eso mismo y ahí estaba de nuevo echándoselo en
cara. Entonces pasó algo que no me esperaba tío Sigmund me dio un bofetón. Me
quedé helado, solo me pude llevar la mano a la mejilla).
-
Hans, mejor regresas a tu dormitorio, después, antes de acostarte ya iré a ver
cómo estás (me dijo Tristán y yo corrí como si la
vida me fuera en ello. Cuando llegué a mi dormitorio me hinché a llorar como un
bobo. Me sentía tan miserable que me dolía en el pecho en vez de en la
mejilla).
Me pasé toda la tarde
dándole vueltas a todo lo que había pasado. Tenía un montón de prejuicios
contra los Hofner, no lo entendía, porque tía Ofelia jamás me habló de ellos. Y
lo cierto es que mal, lo que se dice mal solo me había tratado la abuela. Pero
eran tan distintos a Ofelia y a mí. Nosotros siempre lo hablábamos todos, no
había secretos, todo lo que se nos pasaba por la cabeza lo compartíamos. Y
ellos tenían tantos silencios y tantas conversaciones de puro relleno que me
entraba dolor de cabeza solo estar con ellos en la misma habitación.
Y después estaba todo
lo que me había dicho tío Sigmund, sentía como si lo hubiera traicionado. Ahí
estaba yo, tirado en la cama recreándome en mi miseria cuando escuché a tío
Senta y a Klaus discutir.
-
Recoge
todas tus cosas, te vienes a casa (dijo tío Senta
muy seco).
-
Pero
estoy castigado ¿no? (estoy seguro que Klaus
estaba llorando o sino apuntito de ponerse a llorar, la voz sonaba como rota)
-
Sigo
siendo tu padre y si te digo que te vienes a casa, es que te vienes (Definitivamente
mi tío Senta sabía como decir las cosas para hacerte sentir pequeño-pequeño.
Incluso en el otro dormitorio me hizo tragar saliva a mí).
-
¿Y
el director?
-
Klaus,
no tengo mucha paciencia hoy. ¡Empieza a hacer la bolsa! (esto
lo rugió más que decirlo) Tu madre está
toda angustiada, si no ve con sus propios ojos que estás bien puede que monte
un espectáculo (Brunilda no parecía de las que montaran espectáculos, pero
sí que era una madre muy sobreprotectora con sus hijos, puede que tuviera
razón. Aún así a mí me parecía algo inconcebible ver a mi tía Brunilda fuera de
si).
-
¿Me
van a expulsar? (la voz de Klaus apenas se oía,
sino fuera porque las paredes de aquellos dormitorios eran de pladur, ni lo
habría oído)
-
No,
digas estupideces, Klaus. No te van a expulsar, tu bisabuelo fundó esta maldita
escuela, sabes muy bien que no te expulsaran (Y
ese pensamiento precisamente me había llevado a mi a estar castigado).
-
¿Estás
muy enfadado? (Esa pregunta me sorprendió, estaba
claro que tío Senta estaba iracundo. Tío Senta siempre está enfadado por todo y
aquel día sonaba más que enfadado)
-
¿Tú
que crees, hijo? (pero esta vez no sonó furioso sino
más bien sonó cansado)
-
Me
vinieron a buscar ellos, yo no quería pelea, papá. Créeme (dijo
desesperado Klaus).
-
Hijo,
no estoy enfadado por la pelea. Estoy enfadado por la escenita que montantes en
comisaría y porque no debías estar en esa terraza tomándote una cerveza en un
buen principio. Tienes 15 años, no tienes edad para tomar alcohol. Y eso ya lo
habíamos discutido tú y yo, jovencito. Pero está claro que no debí expresarme
bien (Sabía por Richard que Klaus se había
llevado una buena por “tomar prestada” una botella de vodka del mueble bar.
También sabía que le gustaba mucho la cerveza, porque siempre lograba hacerse
con alguna lata y beberla a escondidas).
-
Papá,
solo era un vaso, ni siquiera era una jarra.
-
Klaus
(lo mandó a callar)
-
Y
a penas le había dado dos tragos cuando aquellos imbéciles me la tiraron por
encima.
-
¡Klaus,
basta ya! (gritó tío Senta y oí lo que
perfectamente sería un golpe en la mesa)
Me importa un comino esos tres descerebrados, Lo único que debe preocuparte a
ti es que el alcohol no es algo para chicos de tu edad, que tus padres no te
dan permiso para tomar y que la edad legal para beber es 18.
-
Todos
los chicos toman (Hasta yo sé que eso “de todos lo
hacen” no sirve nunca para nada).
-
Mira
Klaus, esa excusa nunca ha funcionado con tu madre o conmigo. Yo no soy el
padre de esos chicos y sinceramente me importa un carajo que acaben echando el
hígado por la boca. Pero tú, jovencito, eres mi hijo, y sí que me importa lo
que te pase (Estoy seguro que eso mismo me habría
dicho tía Ofelia si me hubiera pillado bebiendo). El alcohol es terrible para la salud, maldita sea Klaus, tu tía puede
llevarte al Hospital y que veas todo el daño que le alcohol puede llegar a
hacerte.
-
No
soy un alcohólico papá, solo fue un vasito (protestó
Klaus un poco ofendido).
-
Es
que no tenías que tomar ni ese vasito, Klaus. Y Klaus, por lo que me ha contado
tu tío por teléfono, no tienes un buen
beber. Ya que nunca te había visto tan agresivo. ¡Le golpeaste a un policía! Y
ya me he enterado de todas las lindeces y estupideces que soltaste en
comisaría. Puede que no fuera justo que te llevaran allí como a un delincuente,
pero hijo, eso no te excusa para comportarte como una bestia salvaje (esa
parte es la que el muy mamonazo se le olvidó contarme antes que saliera como un
loco hacía el despacho del director y montara la escenita que monté).
-
Aquellos
tipos me atacaron, fueron a por mí, a pesar de que yo intenté ignorarlos, y el
tío del bar les dijo a los polis que aquellos tipos y yo le habíamos destrozado
el local. ¡Papá, me pusieron esposas, me metieron en un furgón de la policía
como un vulgar delincuente!
-
Lo
sé, hijo. Y el lunes el abogado emprenderá las acciones oportunas contra el
dueño de esa cafetería. Hijo, aquel policía no te había atacado para nada,
fuiste tú el que lo golpeó. ¿te haces una idea de lo grave que es golpear a una
agente de la ley? Si presenta cargos podrías acabar en un correccional.
-
No
lo pensé, solo estaba furioso, era todo super injusto, papá (realmente
Klaus sonaba muy triste y lo entiendo si me hubiera pasado a mí sería muy
frustrante ver cómo te las cargas cuando tú no has buscado bronca para nada).
-
Si
lo es. Pero eso no te excusa para recurrir a la primera de cambio a la
violencia ni a la física ni a la verbal. Hijo que ya nos conocemos tú y yo y sé
muy bien que te cuesta bien poco presentar batalla (Bueno
no es un secreto que mi primito es un poco fanfarrón y chulito, pero he de
decir que ahora ya no se mete en tantos follones como hacía antes). No es la primera pelea en al que te
metes, solo es la primera que acabas en el cuartelillo. Y sabes, esto iba a
pasar tarde o temprano. Y si sigues sin poder controlar ese mal genio tuyo,
acabarás más veces, hasta que llegue un punto que te encierren en una cárcel de
verdad ¿Eso es lo qué quieres Klaus?
-
No,
señor.
-
Pues
parece lo contrario, hijo. Estoy enfadado porque siempre estamos igual. Siempre
acabas empeorando las cosas porque no sabes controlar ese carácter tuyo. Hijo,
no es una paparruchada eso de se cazan más moscas con miel que con vinagre.
Toda la razón que pudieras tener la perdiste cuando empezaste a insultar y
golpear a los agentes en comisaría. Aquellos policías solo vieron un salvaje,
un salvaje que bien podría empezar una pelea y destrozar un local. En cambio
los otros tres tipos, los que realmente la liaron toda, esos tres quedaron como
tres angelitos gracias a tu magnifico comportamiento (aunque
me fastidie reconocerlo ahí llevaba algo de razón el tío Senta).
-
Pero
yo sé la verdad, y allí había más gente.
-
Sí,
hijo. Y doy gracias a ello. Pero imagínate que no hubiera sido así, y que solo
fuera tu palabra contra la de ellos. ¿Crees que esos polis declararían a tu
favor? ¿Crees que un juez después de leer todo lo que pasó en comisaría se
pondría de tu lado?
-
Supongo
que no.
-
En
esta vida no es suficiente ser inocente también hay que parecerlo. Por
desgracias en este mundo a veces incluso es más importante parecerlo que serlo (y
de nuevo llevaba razón).
-
¡Menuda
mierda! (Me quedé a cuadros que Klaus hablara
así delante de su padre. Todos los Hofner se esmeraban en tener muy buenos
modales, vale Klaus no mucho, pero es cierto que delante de los mayores hablaba
bastante correcto)
-
Sí,
es una mierda, hijo, pero es así. Y por eso tu madre y yo insistimos tanto en
que tus hermanos y tú os comportéis. Porque la gente le gusta quedarse con las
cosas malas y no las buenas. Así que mejor no darles muchas cosas malas a las
que agarrarse. Sobre todo cuando, como en tu caso se es un gran chico con un
gran corazón. Hijo me da rabia que precisamente tú quedes como el malo de la
película cuando sé que de mis tres hijos eres probablemente el que mayor
sentido tiene de la justicia (Vale, puede que tenga
razón. Richard es el que más se preocupa por todo. Theo es el que más vueltas
le da a las cosas. Y Klaus es el más idealista de todos, más incluso que Howie
o que Dani).
-
Supongo
que la fastidié, pero no era mi intención papá, lo juro. Yo solo…solo perdí los
nervios. No podía creerme que encima me acusaran a mí de la pelea y de todo
aquel destrozo. Me superó.
-
Lo
sé, pero ya hemos hablado de eso muchas veces hijo. No debes dejar que te
supere, debes de tener mayor control sobre tus impulsos. Sé que eres capaz si
te lo propones, ya te he visto hacerlo, así que no te pido ningún imposible
¿Verdad?
-
No,
señor.
-
Bueno,
acaba de hacer esa bolsa, quiero llegar a casa a una hora prudencial (si
salían ahora seguro que llegaban a cas sobre las once de la noche).
-
Papá…tú…tú…¿Me
vas a castigar? (entonces afiné más el oído)
-
Hijo
¿Qué te dije que haría si volvía a pillarte bebiendo?
-
Que
me darías una zurra que no olvidaría de por vida (Puedo
jurar que Klaus sonó exactamente igual de Howie cuando dijo eso).
-
Eso
dije. Y sabes que soy hombre de palabra. ¿Y qué te dije que pasaría si volvías
a meterte en una pelea?
-
¡Pero
si fueron ellos! (es verdad él no se metió, fueron
aquellos tipos que le buscaron la ruina).
-
No
me refería a esos chicos, sino a tu comportamiento con la policía.
-
Estaban
siendo injustos.
-
Sí,
ese fue su error ¿Cuál fue el tuyo, Klaus?
-
Dejar
que mi mal carácter me pudiese y montarla en la comisaría.
-
Eso
es. ¿Qué prefieres que te castigue aquí o esta noche cuando lleguemos a casa? (He
de confesar que cruzaba los dedos porque Klaus dijera en casa. Ya había oído a
tío Senta zurrar a Richard y a Klaus y no era algo agradable de oír)
-
¿Están
Richard y Theo en casa? (Klaus debió pensar
como yo)
-
Lo
están.
-
Entonces
aquí (Bueno lo entendía, pero eso no
significaba que quisiera oírlo, así que me alejé todo lo que pude de la pared y
cerré los ojos, como si con eso no fuera a pasar).
-
Hijo
el camino a casa es de tres horas en coche ¿Estás seguro?
-
No
(Pero tío Senta no le apreció tan gracioso ya que su No fue rotundo)
-
Entonces
estoy seguro.
-
En
ese caso, ya sabes lo que toca (entonces me tumbé en
la cama y puse la almohada para tapar el ruido de lo que fue una soberana
paliza).
Cuando al fin dejaron de sonar los cuerazos y
los aullidos, se hizo un silencio ensordecedor, era casi aún peor que los
lamentos. Al cabo de un rato oí la puerta cerrarse y los pasos de Senta y Klaus
alejarse. Aquella había sido una tarde de sábado horrible. Cuando al fin
empezaba a relajarme, sonó el timbre y los que estábamos castigados, debíamos
bajara cocinas para ayudar en el
servicio de la noche. Pensé que quizás algo de trabajo me haría olvidar aquel
horrible día. Pero no podía para de darle vueltas a la cabeza, demasiadas cosas
habían pasado en tan solo una horas. Lo cierto es que después de servir, me
senté en mi sitio y cené lo más rápido posible, no tenía muchas ganas de estar
allí, mientras el director, Dani, Sigmund y Tristán me miraban con cara de
decepción. Ya me sentía yo suficientemente mal no necesitaba sus feos caretos
mirándome. Debí establecer algún tipo de record, porque a pesar de haber
servido acabé la cena antes que ninguno de mis compañeros. Y en cuanto mi plato
estuvo vacío, salí como si fuera apagar
un incendio. Solo quería que acabara ese horrible día. Al llegar a mi
habitación me puse el pijama y me metí en la cama no eran aún las diez, pero de
verdad que no tenía ganas de seguir despierto.
Serían
las once menos cuarto cuando picaron a la puerta de mi dormitorio, no estaba
dormido, pero estaba ya medio atontado. Me levanté y cuando abrí la puerta me
quedé helado no esperaba ver a mi tío Sigmund. Lo primero que pensé es que iba
a zurrarme, es que Sigmund tienen pinta de ser un profesor despiadado. Bueno la
pinta y la fama. Creo que aquí lo temen más que al director. Pero eso no lo sé
porque solo da clases a los mayores, pero bueno la pinta y la fama las tiene.
- Siento
despertarte, Hans ¿Puedo pasar? (juro que hubiera
querido decirle que no, pero solo me salió un sí).
- Sí, entra
(y le abrí la puerta y dejé que pasara. Sigmund se sentó en la silla que tenía
en el escritorio y me indicó que me sentara en la cama. Cosa que hice no sin
dejar de tener cara de puro terror).
- Quería pedirte
disculpas por cómo te trate esta tarde, disculpa. Me parece que es hipócrita
enfadarme contigo por algo que yo mismo también hago. Debí serenarme ante de
decirte eso (creo que era la primera vez que un
adulto se disculpaba conmigo, fue impactante).
- No, si tenías
razón. Yo no debí soltaros eso, tú me lo dijiste en plan confidencia y a mi me
ha faltado tiempo para recriminaros, algo que en verdad ni me va ni me viene.
- No digas eso,
Hans. Claro que te afecta. Estamos hablando de tus padres, de tu familia.
- Tío, sé que
sonaré como un ingrato, pero yo no recuerdo a mis padres. Mi única familia ha
sido tía Ofelia. Y ya no está. Vale que ahora esté el abuelo…y vosotros. Pero
no sois más desconocidos que el resto de profesorado de esta escuela. No me mal
interpretes no es un reproche, es un hecho. No sé absolutamente nada de
vosotros y vosotros no sabéis nada de mí. Sí, somos familia y ahora vivo con
vosotros y todo lo que quieras pero…bueno que eso no me excusa, tienes razón no
debí entrar en el despacho del director y atacaros de esa manera, no sin saber
todos los hechos.
- Mira Hans,
realmente quiero que me veas como a tu tío. No como un familiar al que solo
conoces de vista. Es cierto que tengo un carácter…como decirlo…fuerte. No me
gusta andarme con rodeos. Soy muy directo. Demasiado, según tu tía (yo
no pude más que sonreír al oír eso, él también se relajó más). Pero si nos das una oportunidad te
demostraremos que no somos tan horribles como piensas.
- No pienso que
seáis horribles (lo cierto es que a excepción del
abuelo no me sentía muy cómodo con los Hofner).
- jajaja mientes
tan mal como tu tío.
- No creo que
Tristán mienta mucho (dije haciéndome el
listillo).
- ¿Tristán?
Jajajaja no me estires de la lengua que no quiero que en la próxima reunión
familiar desenmascares al renacuajo.
- jajajaja
renacuajo jajajaja
(mi tío Tristán mide 1.79 entendedme que me ría cuando lo llaman renacuajo.
Claro que el tío Sigmund mide 1,85, ya he dicho que es como un gigante que se
come niños para desayunar).
- Es el
renacuajo, pero pobre de tí que te oiga llamarlo así.
- Tío, ¿Estás de
broma? ¡Si me saca medio cuerpo!
- Bueno tú
crecerás aún mucho, tu tío Tristán ¿Si crece? solo será a lo ancho, jajaja.
- ¿Cómo de alto
era mi padre? (creo que esa fue una de las
primeras veces que pregunté por mi padre y fue más por saber cuanto podría
llegar a medir yo que por otra cosa).
- Era un poco
más bajo que yo, solo un par de centímetros. Más o menos como papá. Tristán ha
salido a la familia de mamá, jajajaja
- ¿entonces yo
seré tan lato como el abuelo?
- Quizás más, ya
ves Richard ya es más alto que Senta y Klaus seguro que cuando acabe este curso
ya estará más alto.
- Pero Dani, no
es más alto que tú.
- Eso solo es
porque yo soy muy alto jajaja y porque Dani no tomaba mucha leche de pequeño (ya
tardaba en echarme algo en cara, no me gusta la leche caliente, fría si que me
la tomo).¿Le dirás al abuelo lo de esta
tarde?
- No (dijo
poniéndose muy serio). Y te ruego que
delante de tu abuelo te muerdas la lengua a la hora de hacer ese tipo de
comentarios. Sé que a nadie se lo parece, pero tu abuelo es mayor ya, y ha
sufrido mucho en la vida. Solo espero que en sus últimos años, sus hijos y sus
nietos puedan darle una feliz vejez ¿Entiendes? Papá te quiere mucho, no solo
porque eres el hijo de Walter, no sé que ha visto en ti, pero lo tienes
enamorado. Y es bueno verlo así, hacía tanto que no veía a mi padre así que
pensé que nunca más lo vería feliz.
- A mi también
me gusta el abuelo.
- Lo sé, creo
que lo vuestro fue amor a primera vista jajaja. Hans, una cosa más y después ya
te dejo dormir que mañana tienes que madrugar. A diferencia de tus primos tú te
has dado cuenta muy rápido de tu “status” en esta escuela. Tus compañeros no te
ven como uno de los Hofner pero te beneficias de las ventajas de serlo...
- ¿Qué? ¡Por Si
no te has dado cuenta estoy supercastigado! (dije
indignado).
- Y estás
supercastigado porque sabías que a diferencia de tus compañeros a ti si te
pillaban no te expulsarían. Así que decidiste ser el cabeza de turco de vuestra
aventurilla (Yo lo estaba flipando ¿cómo podía
saber tanto mi tío de lo que había pasado?).
- Tus compañeros
confesaron lo sucedido hace unas
semanas. Tienes muy buenos amigos.
- ¿Pero
entonces? ¿Por qué sigo aquí?
- Porque el
director dijo que hasta que TÚ no confesaras seguirías castigado. Tus
compañeros ya confesaron, y se les ha abierto expediente, pero tú sigues en tu
silencio.
- Eso no es
justo. ¿Por qué nadie me ha dicho nada?
- Es que tus
actos no deben de depender de los actos de los demás. Es como lo de esta tarde,
Hans. No debes atacar a la gente aunque sientas que están cometiendo una gran
injusticia. Lo cierto es que ahora que me fijo tú y Klaus os parecéis más de lo
que me gustaría (dijo poniendo una mueca de
disgusto pero después me sonrió. En ese momento salté de la cama y me disponía
a ir a confesar, pero mi Sigmund me agarró por el brazo). Alto ahí. Mañana ya hablarás con el director. Pero después de tu cita
conmigo. A las siete en el hall principal.
- ¿Contigo?
- Sí, soy
profesor de esta escuela. Y según lo que tengo entendido, tu castigo dice que
te presentes ante un profesor de la escuela, no dice cual.
- Ya, pero hasta
ahora era mi tutor.
- Bueno, pues
mañana será conmigo.
- Peroooo si
mañana hablo con el director ya no estaré castigado ¿no?
- Hans, confesar
solo hará que regreses a los dormitorios. Sigues castigado al igual que tus
compañeros sin actividades extraescolares y teniendo que hacer tareas el
domingo por la mañana.
- ¿y servir en
el comedor? ¿Y los permisos de fin de semana?
- Eso deberás
preguntárselo al director.
- ¿Y qué haremos
mañana?
- Jajajaj ¿Yo? Yo no haré nada pero tú jovencito, te
aseguro que vas a sudar la gota gorda (y
con so me metió en la cama y me arropó, fue algo tan natural como si lo hubiera
hecho miles de veces. Después apagó la luz y cerró la puerta. Y me dejó allí
inmerso en mis pensamientos).
A la mañana
siguiente efectivamente, por ser mi último día de castigo, lo pasé trabajando
como una mula de carga. Realmente mi tío Sigmund puede ser muy retorcido cuando
quiere. Pero lo cierto es que no me importó mucho porque esa misma tarde
volvería al dormitorio con mis compañeros.
Haa por fin otro capítulo de esta super historia no tardes en actualizar me gusta mucho como esque Hans ve a su familia
ResponderBorrarFanny
Quiero mas, que si sigo releyéndolo se va a gastar.
ResponderBorrarExcelente Little quiero mas
ResponderBorrarSabes qeu adoro esta historia, asi que miquerid Little, es el pedido de muchas, por favor, acatualiza pronto...
ResponderBorrarY muchas gracias por la primicia en cuanto llego lo devore con hambre y sed, cada palabrita sin respirar te juro casi quedo cianótica jajajja...
Un abrazo guapa
Plisss no tardes en actualizar me encanta esta linda historia.....
ResponderBorrarohhh conti en verdad adoro a este chico en verdad lo adoro sigue asi eres una excelente escritora tanto como mi autora favorita sigue asi :D
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