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Semejante amenaza sonó como un
incentivo irrechazable, así que un lloroso Ángel caminó cabizbajo hacia su
padre, que se encontraba disuasoriamente sentado en la cama. El cuerpo le pedía
que se alejara de allí, pero Ángel se forzó a dar pasitos cortos, hasta salvar
toda la distancia que le separaba de su verdugo.
Pocas veces había visto a su padre
tan enfadado, y nunca contra él. Se suponía que era el bueno de la familia. A
veces se metía en problemas por su fuerte carácter, o por pelearse con sus
hermanos, pero intuía que aquella vez estaba en un lío más gordo que cuando
respondía mal a su madre o daba un coscorrón a su hermano pequeño.
Cuando estuvo lo bastante cerca, su
padre le bajó la ropa. Antes de tener tiempo de protestar, sintió como tiraban
de él y se dejó colocar en las rodillas de su padre.
SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
-
Papi, lo siento…
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT
-
Lo siento papi, ya no más… LO SIENTO.
-
¡No me importa, Ángel! Si me dices que vas a casa de
un amigo, SÓLO PUEDES ESTAR EN CASA DE ESE AMIGO, y no donde se te antoje. Podía
haberte pasado algo. Tienes diez años. No tienes edad para estar solo por ahí en un sitio que
no conoces, ni mucho menos puedes mentirme para ir allí. Así que siéntelo, llora,
y patalea, que me da igual. No vas a volver a hacerme esto.
Ángel
sollozó con fuerza. Su padre sonaba furioso, y mucho. No
sabía que era peor: el dolor de su trasero castigado, o la dureza en la voz de
la persona a la que más quería y admiraba.
SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
-
¿Cuántas te di Ángel?
-
¿Qué?
-
Que cuántos azotes te he dado.
-
No….snif…..no lo sé.
-
Treinta. Como los minutos que me he pasado buscándote cuando
la madre de Miguel me dijo que no
estabas en su casa.
Aunque Ángel escuchó las palabras de
su padre, había otro sonido que le preocupaba más, y al que prestó más
atención: su padre había cogido el cinturón que previamente se había quitado, y
apartado temporalmente. Ángel había tenido la esperanza de que no legara a
usarlo. Nunca le había pegado con otra cosa que no fuera su mano. Tenía que
doler horriblemente. Se asustó.
-
Te daré tres con el cinturón. Tres, como las semanas que vas
a estar castigado. Si esto se repite, volveremos a tener esta conversación,
pero será el cinturón el que hable por mí.
Ángel escuchó su sentencia, y antes
de poder asimilarla…
ZAS
-
¡Aaaw!
ZAS
-
Ooow. Papá, no lo haré nunca más pero ya no me pegues. Ya no…
- suplicó Ángel. Esos dos cintazos le habían dolido como nada antes.
Pese a su pose, su padre no lo estaba
pasando mucho mejor que él, así que el último azote con el cinturón fue
realmente flojo, aunque Ángel gritó de todas maneras. Luego se desplomó, roto
en llanto, sin atender a las palabras de consuelo que su padre había comenzado
a susurrar.
Ángel tenía un padre estricto, pero
comprensivo, así que entendió perfectamente lo que necesitaba. Papá le sentó en
su regazo y le estrechó contra su pecho hasta que dejó de llorar. Dos cosas
tenía claras: Ángel no iba a volver a hacer algo como eso nunca, y él no iba a
volver a usar el cinturón.
Ay mi vida, pobre Angelito, me le fue muy mal con el padre!!! Buaaaaa, pobrecito!!! Pero fue poquito el tiempo que estuvo desaparecido, snif snif!! Ese papá sí que es estricto!!
ResponderBorrarFue un hermoso relato DreamGirl!!! jeje... Son muy bonitos tus cortos, lo mismo que tus historias, y espero que te sigas animando a más!!! =D
Un beso!!
Camila
LittleHoshi: Muy bueno, sí señora. Sentí lástima tanto por el padre (por la angustía de no saber donde estab su hijo) como por el hijo (por razones evidentes).
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