POR LAS MAÑANAS
Primera Parte
-
No
quiero, no quiero, no quiero y no quiero
(gritaba Leandra a pleno pulmón).
-
Lea,
cielo, es el cumpleaños de la abuela, tienes que ir bonita, no querrás que los
demás piensen que eres una harapienta (Rebeca, su
madre intentaba convencerla que se pusiera el vestido que habían ido a comprar
el día anterior, porque su hija des de los 2 años había decidido que solo
vestía pantalones).
-
¡Sí,
lo quiero! ¡No pienso ponerme ese tonto vestido, no me gusta, no lo quiero! (dijo
cruzándose de brazos).
-
Lea,
cielo, tienes que ponerte el vestido, solo será para la fiesta de la abuela,
después cuando lleguemos a casa ya puedes ponerte unos pantalones y una
camiseta.
-
¡Nooooooo!
(le gritó de nuevo)
-
Lea,
hija, se me está acabando la paciencia.
-
Me
da igual. No me voy a poner ningún vestido.
-
Lea
o te pones el vestido o te lo pongo yo (dijo ya enfadada Rebeca).
-
Papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
(pego un grito Lea que casi rompe los cristales de toda la casa).
-
Muy
bien, llama a tu padre, pero no te va a decir nada distinto a lo que te he
dicho yo.
-
Papaaaaaaaaaaaaaaaa
(gritó de nuevo, y al cabo de unos minutos apareció Rafael con Marcos en los
brazos).
-
¿Aún
estáis así? (le miró con reproche Rebeca a Rafael,
al ver que el niño aún estaba en pijama) Se
supone que ya debería estar duchado.
-
Ya,
bueno, hemos tenido un pequeño problemilla con el desayuno.
-
Mami
a papi se le ha caído todo al suelo (se chivó
Marcos) patapam y después todo crack bum
bing (decía el niño moviendo muchos los brazos). Y me ha sentado en la encimera, y he desayunado en la encimera.
-
Gracias
hijo, anda que me echas un cable. A los leones me tiras tú
(le dijo Rafa riendo a su hijo). La mesa
de la cocina se ha vuelto a plegar sola, he tenido que recoger todo el
estropicio. Ahora nos íbamos a duchar cuando la niña gritó.
-
Papá,
mamá es mala (Lea se puso a hacer pucheros peor sin
llorar ya tenía 6 años y ya no lloraba por todo, ella no era como el mocoso de
su hermanito Marcos, que con 4 años aún lloraba por todo).
-
¿Ah
sí? ¿Y por qué es mala?
-
Quiere
que me ponga este horrible vestido. ¡Y yo no quiero, no me gustan los vestidos,
no quiero! (dijo muy enfadada Lea).
-
Cielo,
es el cumpleaños de la abuela, y este año la vamos a llevar a un restaurante a
comer, así que hay que ponerse guapos.
-
La
abuela dice que yo siempre soy guapa.
-
Y
lo eres, pero hay que vestirse elegantes, es un restaurante (Rafael
no había ido a un restaurante elegante con los niños nunca. Eran muy pequeños y
temía que no supieran comportarse. Pero Marcos ya tenía 4 años y por lo general
no daba problemas a la hora de comer y Lea y Rafi hacían caso, normalmente.
Rafa confiaba que supieran comportarse, así que cuando sus hermanos y su padre
dijeron lo del restaurante no puso ninguna objeción).
-
¡Pues
entonces no voy!
-
Si
no vas la abuelita se pondrá muy triste ¿Quieres que se ponga triste? (le
preguntó su madre).
-
Yo
no quiero que se ponga triste la abuelita (dijo
Marcos negando como un loco con la cabeza).
-
Lea,
mira hasta tu hermano que es más pequeño parece tener más cabeza. Anda cielo,
ponte el vestido.
-
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
(volvió a gritar y empujó a su madre
para echarla de su habitación).
-
¡Leandra
Eugenia Carreras Sastre! PLASS (Rafael dejó caer
una palmada rápida sobre el trasero de
la cría y la llamó por el nombre completo, haciendo que su hijo, que aún
sostenía en brazos, se tapara los oídos con ambas manos y pusiera cara de
terror).
-
Papá
es que no me gusta (protestó Lea poniendo la vocecita
de niñita angelical que solía poner cuando quería algo).
-
A
mí no me gustan muchas cosas y me aguanto. Si te vuelvo a ver empujando a tu
madre te daré una buena tunda, jovencita. ¿Qué es eso de levantarle la mano a
mamá? (dijo en ese tono que utilizan los
padres cuando te riñen y les queda muy poquita paciencia ya). Pídele perdón a tu madre y ponte le dichoso
vestidito. Lea, más vale que cuando salgamos tu hermano y yo del cuarto de baño
te vea con ese vestidito puesto. Porque sino te lo pondré yo mismo. Y si he de
ponértelo yo, te aseguro que habrá llanto (dijo mirándola muy serio).
-
Pero
yo no quierooooooo (protestó ya con los ojos
vidriosos, estaba a punto de llorar. Pero sus padres sabía que esas lágrimas no
eran de angustia sino de rabia).
-
Lea,
ya has oído a tu padre, te pones el vestido. Ya no tienes 2 años, hija para
este tipo de pataletas (le dijo Rebeca,
también ya muy seria, a su hija).
-
¡Sois
malos y os odio! (dijo Lea dando un pisotón en el
suelo para dejar patente su disconformidad).
-
Lea,
ponte de una vez el vestido y más vale que te empieces a portar como la niña
grande y buena que eres porque vamos a ir a un restaurante muy bonito y allí
este comportamiento no lo quieren (le dijo su
madre intentando hacerla recapacitar).
-
¡NOOOOOOOOOOO!
(un grito en toda la cara fue la única respuesta que obtuvo Rebeca de su hija. Rebeca
ya tuvo suficiente y agarró a Lea por el brazo la giró y le planto 10 palmadas
bastante duras pero nada escandaloso)
-
plass,
plass, plass, plass, plass, plass, plass, plass, plass, plass.
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
(empezó a llorar Lea)
-
Rafa,
mejor empiezas a duchar al niño, porque sino no vamos a salir de casa ni para
la hora de cenar (le dijo Rebeca sin soltar a su
hija. Rafa asintió pero antes de salir de la habitación miró a su hija).
-
Leandra,
hija, si te pones el vestido y os portas bien hoy, mañana os llevaré a tu
hermano y a ti a parque de atracciones
(Rebeca le echó una miradita a Rafa de esas que no necesitan muchas
interpretaciones. No le había hecho nada de gracia que sobornara a los niños
con lo del parque de atracciones. Los niños debía portarse bien y punto. Rafa
al ver la mirada de su esposa, decidió que era ben momento para batirse en
retirada e ir al cuarto de baño).
-
Papi
¿Es verdad? (le dijo Marcos cuando ya estuvieron
solos en el baño) ¿Si nos portamos bien,
nos llevarás mañana al parque de atracciones?
-
Sí,
hijo. Pero os tenéis que portar muy pero que muy bien ¿Entendido?
-
Siiiiiii
(dijo dando saltitos en el baño).
-
Venga
Marcos, para ya (dijo sin parar de reír). Que tenemos que ducharnos aún (dijo
quitándose la parte de arriba del pijama)
¿Necesitas ayuda o ya puedes quitarte el pijama tú solito?
-
Papá,
tengo 4 años, ya puedooooo (dijo un poco
indignado).
-
Ya,
yo lo decía porque como aún lo llevas puestos, quizás estuvieras esperando a
que papi te lo quitara (dijo riéndose un poquito
del niño. Marcos lo miró haciéndose el enfadado pero no podía ocultar que se
estaba riendo en verdad. Y sé quitó de forma muy brusca el pijama en una
milésima de segundo)
-
Ya
está ¿Ves? (dijo todo desnudito. Rafa se rio,
tenía un pequeño exhibicionista por hijo, y se acabó de desnudar él también.
Mientras se acababa de desvestir Marcos agarró todos sus muñequitos y los fue
metiendo en la bañera).
-
Marcos,
no. No nos vamos a bañar, se nos hizo tarde. Solo nos ducharemos.
-
Nooooo
(dijo poniendo pucheros) papi, dijiste
baño (protestó sintiéndose estafado).
-
Lo
sé, hijo, pero con lo del desayuno y lo de tu hermana se nos echó el tiempo
encima, y ya no da tiempo. Anda vamos a ducharnos y después nos pondremos muy
guapos para la abuela.
-
Yo
quiero bañarmeeee (dijo haciendo pucheritos).
-
Lo
sé, hijo. Esta noche nos bañamos, pero ahora toca ducha.
-
Noooooo,
malo (dijo y tal como había hecho Lea con su
madre, Marcos le dio un empujón a su padre y se cruzó de barcos poniendo cara
de malos amigos. Rafa se hizo cruces, no podía ser que esa mañana nada fuera a
salir bien. Agarró por el bracito a Marcos y le plantó 6 palmadas bien dadas,
no podía perder más tiempo y esperaba que así el niño dejara la pataleta de
ahora y se lo pensara bien en hacer otra pataleta en todo el día).PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS PLASS
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAU
BWUAAAAAAAAAAAAAAA MALOOOOOOOOOOOO MALOOOOOO BWUAAAAAAAAAAAAAA
MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA MAMIIIIII
-
Nada
de mamas, Marcos. A los papás no se les pega, ni se les empuja, ni se les
muerde, ni se les patea, ni se les grita, ni se les insulta. Ya lo sabes muy
bien, eso tú, jovencito. Y a menos que quieras que te dé otra vez, ya te estás
metiendo en la ducha ahora mismo. porque papá ya ha tenido esta mañana
suficiente de niños consentidos ¿Entendiste Marcos Uriel?
-
Sniff
sniff (el niño sollozaba y miraba a su padre
con carita de pena. Rafa rodó los ojos y se puso de rodillas y lo abrazó y lo
consoló un poquito)
-
Venga
Marcos, recuerda lo que he dicho del parque de atracciones
(el llanto cesó de golpe y Marcos sonrió de punta a punta) pero solo si os portáis bien ¿Eh?
-
Sí,
papi, ya me porto bien (y sacó todos sus
juguetes de la bañera rápidamente y buscó la aprobación en la mirada de su
padre. Rafa le sonrió cálidamente y le acarició el pelo). Papi el champú amarillo que el verde pica (le recordó Marcos, que
sabía que su padre no paraba mucha atención a ese tipo de cosas).
-
El
amarillo ¿No? (dijo agarrando el frasco de todo lo
alto de la repisa).
-
Sí
(dijo sonriendo Marcos).
-
¿Y
yo puedo usar el amarillo también? (dijo
intentando sonar serio pero no dejaba de sonreír).
-
Noooooooooo,
papi, no. Es para niños, tú no puedes, tú el verde.
-
¿Y
qué me piquen los ojos?
-
¡Sí!
Jajajaja (se reía Marcos)
-
¿Ah,
sí? Con que con esas tenemos granujilla jajaja
(dijo agarrándola su hijo de una forma
muy juguetona y metiéndolo dentro de la bañera) así que quieres que le escuezan a papi los ojos (se metió él
también en la bañera) jajajaja
-
Síiiiiiiiiii
jajajaa.
-
Ya
verás, ya verás, ahora te voy a lavar con el cepillo que pica jajaja.
-
Noooooooo
jajaja (sabiendo que su padre estaba de
broma).
-
Si,
si, con el cepillo y después te pondré el champú verde y yo me pondré el
amarillo.
-
Se
lo diré a mami jajajaa (Marcos a su corta
edad ya sabía que su padre tenía también miedo de que mami se enfadara con él).
-
Noooo
(dijo de forma muy infantil Rafa, siguiéndole el
juego a su niño).
-
Sí,
y entonces mami te dará pam pam en el culete por malo
(le dijo haciendo el gesto con la mano).
-
Mamá
os dará pam pam en el culete a los dos si no estáis duchados y listos en media
hora (dijo Rebeca desde fuera al oír toda
esas risas. Rafa puso cara de travieso y Marcos también y se rieron de nuevo).
-
Mejor
nos duchamos, que sino…ya has oído a mami (y
Marcos asintió frenéticamente llevándose ambas manos al culete. Rafa no perdió
más tiempo, no iba a tener al crio más predispuesto a tomar esa ducha en su
vida).
-
Rafi
(llamó Rebeca a su hijo mayor, que estaba en el comedor con la tele puesta y
jugando a un juego de la PSP). Rafi,
hijo, deja ese maldito juego.
-
Yo
ya estoy, mamá (dijo sin ni levantar la mirada un
mocoso de 12 años que estaba tirado en el sofá en su flamante traje azul marino).
-
¿Te
tomaste las pastillas? (le preguntó aún desde
el quicio de la puerta)
-
Siiiii
(dijo sin apartar la mirada y como si su madre fuera una mosca cojonera).
-
¿Le
diste de comer al señor Antonio (el gato que tenían)? (Rafi se quedó callado) ¿Hijo? (Rafi echó una mirada rápida a
su madre para hacer una evaluación rápida del estado de humor de su madre) ¿Rafi le diste de comer? (Rafi suspiró
hondo y le dio al pause al juego y se levantó resignado del sofá, su madre no
estaba de humor, así que le tocaba obedecer). Hijo, el señor Antonio es responsabilidad vuestra.
-
Dirás
mía, no veo que le digas nunca nada a Lea o a Marcos.
-
Tampoco
tuvieron mucho que decir cuando tu padre y tú llegasteis a casa con el gatito
¿Verdad? (Rafi puso una mueca de disgusto porque
en eso tenía razón su madre, cuando el señor Antonio llegó casa Marcos solo
tenía 18 meses y Lea 3 años. Lo cierto es que el gato fue un capricho suyo y de
su padre)
-
Igualmente,
siempre me toca a mí (refunfuñaba Rafi camino de la cocina).
-
Eso
es fácil, si tanto te molesta encargarte de él, el lunes mismo lo llevo a la
perrera municipal y…(Rafi la miró como si
su madre fuera un monstruo. Sabía que su madre era más de perros que de gatos.
Y Rafi aún no se había dado cuenta que su madre adoraba al señor Antonio tanto
como el resto de la familia, pero siempre fingía que era una carga, para que
los niños se responsabilizaran un poco del pobre animalito).
-
¡Nooooo!
Ya le doy de comer, jooo .
-
Así
me gusta, hijo (dijo con una sonrisa triunfante Rebeca). Voy a cambiarme, vigila a tu hermana ¿Vale?
-
¿Ya
se vistió? (preguntó alzando una ceja Rafi,
mientras apartaba al gato para agarrar el platito y echarle la comida).
-
Sí
(dijo sintiéndose de repente muy agotada). Solo
serán 5 minutos, Rafi. Nada de peleas ¿Vale?
-
Valeeeeeeeeeeee
(uno de los pasatiempos favoritos de Rafi era chinchar a sus hermanos pequeños.
Rafi acabó de echarle la comida al gato y se fue para la habitación de su
hermana. Al llegar vio como Lea estaba cortando con las tijeras el vestido).
-
¡Lea!
(se abalanzó sobre ella y luchó por quitarle las tijeras, la niña las tenía
bien aferradas, así que le dio un tirón de pelo para que la solteras)
-
Aaaaaaaaaaaaah
bruto, me hiciste daño, se lo diré a mamá.
-
Tú
eres idiota ¿Qué haces con las tijeras?
-
No
pienso ir con este estúpido vestido (enseñándoselo.
Rafi se mordió el labio al ver el vestido que había sido mordido por varios
sitios por las tijeritas de las manualidades de la escuela).
-
Tú
eres tonta, mamá te mata y después papá te remata.
-
Me
da igual, no pienso ponerme ningún vestido.
-
Déjame
ver, si lo puedo arreglar (dijo agarrando el
vestido. Pero Rafi no tenía ni idea de coser y aquello era insalvable).
-
Noooo
Rafi, nooo (dijo tirando del vestido porque Lea
realmente pensaba que su hermano mayor lo podía hacer todo. Incluso arreglar
ese estropicio).
-
Joooo
Lea, te has lucido, esto está para la basura.
-
Lo
sé (dijo con una sonrisita de triunfadora).
-
Sí,
tú ríe, que en cuanto lo vea mamá, estás muerta. Eres más tonta grrrr ¿Qué te
costaba ponértelo un ratito? Yo me he puesto el traje ¿Ves? ¿Crees que me
gusta? ¿Crees que es cómodo?
-
Ya
pero tú no tienes que llevar leotardos.
-
¡Y
tú no tienes que llevar corbata!
-
Zapatitos
(dijo enseñándole los pies con horror estaba acostumbrada a llevar zapatillas
deportivas).
-
Zapatos
y me aprietan (dijo enseñándole sus zapatos negros relucientes) y me aguanto. Lea, más vale que en ese armario
haya algún otro vestido, porque sino te la cargas.
-
No
lo hay (dijo muy resabida. Rafi, abrió el
armario de su hermana y empezó a mirar. No había ningún vestido, bueno habían
dos peo no eran de verano y muy informales. Rafi, miró de nuevo desesperado y
encontró una falda, agarró un jersey de lana de esos tan bonitos que le
regalaba su tía Cristina y una camisa blanca de la escuela. Como iría por
debajo no se vería el escudo).
-
Anda,
imbécil, ven que te ponga esto, a ver si cuela y mamá no dice nada
(dijo agarrándola por la muñeca de muy malas manera)
-
Rafi,
suelta, jo, suelta, no me voy a poner falda
(dijo golpeándole en el brazo para que la soltase. Rafi apretó los dientes para
hacer como que no le dolía pero Lea ya pegaba con fuerza la cabrita).
-
Lea,
estate quieta, jo, no ves que si mamá descubre lo que hiciste al vestido te
mata.
-
Me
da igual.
-
Pues
a mí, no. Porque si se cabrea, después va estar de un humor de perros y
necesito que me dé permiso para ir mañana al cine.
-
Estás
castigado, no te lo va a dar (dijo burlonamente).
-
Sí,
pero el lunes ya no lo estaré, solo es adelantar un día.
-
No
te dará permiso, papa no le dejará (Rafi planeaba
preguntárselo en algún momento en que su padre no estuviese. Cuando oyó lo del
parque de atracciones, pensó que preguntárselo mientras su padre estaba con sus
hermanos en el parque sería su mejor oportunidad).
-
Como
sea, Lea (dijo ya cansado). Ponte esto.
-
¡No!
(dijo plantándole cara)
-
Lea
yo no soy los papas, o te lo pones ya o te juro que te arreo.
-
Si
me pegas chillaré y papá te pegará a ti.
-
¡Si,
chillas, mamá y papá vendrán y verán lo que has hecho al vestido, idiota! ¡Y si crees que te van a felicitar es que
estás mal de la cabeza!
-
No
me lo pienso poner
-
Como
quieras, que conste que yo he intentado ayudarte. Pero Lea, mamá se va a poner
hecha una furia y papá…buf has roto el vestido aposta solo porque no querías
ponértelo, papá te mata.
-
Ya
te he dicho que me da igual.
-
No
te lo dará cuando papá te pegue con la pantufla
(Lea de repente lo miró horrorizada). No
me mires así, ya tienes 6 años. Yo tenía 6 cuando papá me pegó por primera vez
con la pantufla.
-
¿Qué
hiciste? (preguntó un poco asustada Lea, que no
había contemplado para nada esa posibilidad. Ella había visto alguna vez a su
padre darle algún que otro zapatillazo a su hermano y sabía que eso debía doler
horrores porque Rafi lloraba de inmediato).
-
Jugar
con la pelota dentro de casa.
-
Tú
y Marcos siempre jugáis con la pelota dentro de casa
(era cierto a sus dos hermanos les gustaba jugar a dar toques a la pelota y lo
hacían siempre).
-
No
me refiero a jugar con la pelotita de plástico en la habitación ¡Sino al balón
de cuero! Estábamos jugando a futbol en el salón con unos amigos de clase con
el balón de reglamento. Me cargué el
televisor de un balonazo. Cuando llegaron papá y mamá se pusieron como unas
fieras. Papá me llevó a su habitación me dio una buena zurra y después agarró
al zapatilla y me dio 10 zapatillazos. Y Lea, la zapatilla pica no veas.
-
Un
vestido no es una tele.
-
Si,
y yo no lo hice adrede fue un accidente. Tú lo has hecho adrede Lea, los papás
te matan, fijo. Así que deja de hacer el idiota
(Lea se quedó unos segundos pensándolo y finalmente llegó a la conclusión que
posiblemente su hermano llevara razón y se puso la falda, la camisa y el jersey
que su hermano le había dado).
-
¿Y
si preguntan?
-
Le
dices que como también va a estar la tía, que querías llevar el jersey de la
tía para que lo viera. Y reza porque funcione. Ponte el abrigo, quizás no se
den cuenta hasta que lleguemos al restaurante
(le dijo dándole el abrigo).
-
Aún,
no nos vamos Rafi.
-
Vale,
pues no salgas de aquí, hasta que nos llamen para irnos (dijo
mirando el reloj y viendo que aún faltaba una media hora para salir). Yo mantendré entretenidos a papá y a mamá
(dijo saliendo de la habitación de su hermana. Rafi al cerrar la puerta negó
con la cabeza. Quizás si que debiera dejar que sus padres le dieran una buena a
Lea, así quizás dejaría de ser tan recalcitrantemente consentida. Y en otro
momento quizás lo hiciera, pero no le convenía que su madre se pusiera de mal
humor, así que esperaba que el plan funcionase).
-
Rafi
(dijo Rebeca saliendo de su habitación acabándose de poner un pendiente) ¿Y tu hermana? ¿Ya se calmó un poco?
-
Sí
(dijo muy seco).
-
Dile
a tu padre y a tu hermano que salgan ya. Yo mientras envolveré los regalos.
-
Sí
(otra vez muy seco. Rebeca se lo quedó mirando. Pero no tenía tiempo para
averiguaciones)
-
¿Pasa
algo Rafi?
-
No
(negó con la cabeza. Su madre lo miró sin creérselo del todo). Solo que tengo que ir al baño
(llevándose la mano a la barriga).
-
Pues
dile a tu padre y a tu hermano que salgan ya y ves al baño de mi habitación ¿Ok?
-
Sí
(y salió corriendo hacia el baño para avisar a su padre así se quitaba de en
medio. Rafi sabía que su madre tenía alguna especie de super poder que le hacía
saber lo que pasaba por su cabeza en cualquier momento). ¿PAPÁ? (dijo entrando en el baño. Rafa estaba con una toalla en la
cintura, secando bien a Marcos mientras el niño jugaba a escaparse de su padre
y del monstruo marino de la toalla)
-
¿Sí?
-
Mamá
dice que os apresuréis, que se hace tarde.
-
Gracias
Rafi. Dile a tu madre que ya salimos (Rafi asintió y
se fue para su habitación) ¿Oíste
campeón? (le dijo Rafa A Marcos) se
acabó el juego, (y acabó de secarlo bien y se lo cargó en el hombro como un
saco de patatas) vamos a vestirnos.
-
Jajajaja
¿Puedo llevar la camiseta de Hulk?
-
No,
hijo, hoy vamos elegantes.
-
¿Iré
como Rafi?
-
Sí.
-
¡Bien!
(Marcos quería parecerse en todo a su hermano mayor).
-
Al
menos uno que está contento con la ropa (dijo
aliviado Rafa, que había tenido una pequeña discusión con Rafi el día anterior cuando
habían ido de compras y le había comprado el traje. Afortunadamente Rafi, no
era como Lea y no le había discutido, solo que Rafi con la cara pagaba. Rafa
ayudó a su hijo a vestirse y después se lo llevó a su cuarto para tenerlo
vigilado mientras él se vestía para salir. Al cabo de 20 minutos todos estaban listos). ¡Rebeca! (dijo gritando hasta que se
dio cuenta que estaba con Rafi en el salón esperándolos).
-
¿Qué?
¿Ya? (dijo ella alzando una ceja).
-
No
me mires así, fue culpa de la mesa de la cocina.
-
¿La
misma mesa que te dije que hay que tirar?
-
Está
bien, solo hay que arreglarla.
-
Una
mesa nueva solo cuesta 20 euros Rafa.
-
20
euros que podemos gastar en otra cosa (Marcos y Rafi
rodaron los ojos al oír como sus padres discutían por enésima vez por dinero.
No es que fueran pobres, pero es que su padre era muy agarrado).
-
Da
igual, Rafa. Si no quieres comprar una, vale. pero arreglarla entonces. No por
decir hay que arreglarla, se arregla sola. Y yo no pienso arreglarla, ya te he
dicho que compráramos otra.
-
Valeeee,
cuando regresemos, me pondré a arreglarla ¿Rafi? (Rafi
lo miró) ¿Qué ayudarás a tu padre a
arreglar esa vieja mesa? (Rafi necesitaba ganar puntos así que asintió con la
cabeza).
-
¡Yo
también papi, yo también ¡ yo te paso las herramientas, como la otra vez (dijo
Marcos muy excitado).
-
Ves,
mujer, ya tengo dos ayudantes, si va a quedar mejor que antes, ya verás (Rebeca
solo se rio, no confiaba mucho en las habilidades de ninguno de esos 3 para
arreglar anda. En esa casa cada vez que algo se estropeaba era ella quien
acababa arreglándolo).
-
¡Lea!
¡Lea! ¡Venga hija, que ya nos vamos! (gritó Rebeca.
Rafi cerró los ojos y esperó que nadie se diera cuenta).
-
Ya
vaaaaaaaaaaaaaaaa (gritó des de su habitación Lea y
se puso el abrigo, esperando que nadie se percatara del cambio de último
momento de vestuario. Cuando apareció Lea,
Rebeca respiró aliviada. Se temía que la chica se hubiera puesto unos
pantalones y unas “all star”. Pero ahí
estaban los leotardos de HelloKitty y los zapatitos de charol).
-
Rafa,
baja y ve metiendo esto, en el coche (le dio la
bolsa con los regalos de los niños y suyos para su suegra), yo le pongo el abrigo a Marcos y bajamos.
Rafi tu abrigo.
-
Siiii
(dijo agarrando el abrigo y poniéndoselo debajo del brazo). El abrigo puesto, Rafi.
-
Estaremos
dentro del coche, mamaaaaaa (protestó Rafi, pero
la mirada que le lanzó su madre, hizo que tragara saliva. Rebeca estaba ya harta
de tanta discusión por la ropa), vale
(dijo a regañadientes y se puso el
abrigo, peor no se lo abotonó, como gesto de rebeldía. Rebeca decidió que no
iba a discutir más y no le dijo nada. Acabó de abrocharle el anorak a Marcos,
agarró el bolso apagó todas las luces y salieron de casa, cerrando con llave,
como siempre, hacía de forma obsesiva)
-
Niños,
es el cumpleaños de vuestra abuela, es la primera vez que vais a ir a un
restaurante tan elegante y no quiero tener que avergonzarme porque mis hijos no
saben comportarse, porque sí que saben. Así que no quiero tonterías, os vais a
comportar lo mejor posible ¿Vale?
-
Sí,
mami, y papi nos llevará al parque de atracciones
(dijo Marcos sonriente, Rebeca respiró hondo).
-
Sí,
hijo sí. No quiere gastarse 20 euros en una mesa pero se va a gastar casi 100 en
el parque de atracciones (Rafi se rio).
-
Hijo,
lo de antes también va por ti (le dijo pero ya derrotada).
-
Mamá,
no te preocupes (dijo rodando los ojos, él no era
un bebé, sabía portarse bien cuando quería).
-
Y
sobre todo va por ti jovencita (le dijo muy seria Rebeca
a su hija, apretándole levemente la mano para reafirmar el mensaje).
-
Me
portaré bien, mamá, lo juro.
-
Bueno,
eso espero (dijo preocupada pero dando por zanjado
el tema. Al llegar al coche Mite le sacó el anorak a Marcos y lo puso en la
sillita. Cuando fue a hacer lo mismo con Lea, se percató del cambio de vestuario).
-
¡Leandra!
¿Y el vestido? (dijo enfadada. Rafa se giró para
ver y también resopló).
-
Es
que va a venir tía Cristina…y quería que viera que me pongo su jersey, y con el
vestido quedaba mal (dijo con cara de asustada como si
estuviera a punto de ponerse a llorar. Rafi lo miraba todo tan asustado como su
hermana, cruzaba los dedos porque sus padres se lo tragasen).
-
Tu
tía va a estar muy contenta, cuando te vea
(le sonrió Rebeca ya acabó de asegurar la sillita. Rafi respiró aliviado y se
subió delante con su padre).
-
Rafi,
detrás.
-
Peroooo
-
Detrás,
hijo, salimos a autopista y si le para la policía y te ven delante, nos
multaran.
-
Joooo
(dijo y se sentó detrás con sus hermanos. Al sentarse junto a Lea. Lea le dio un beso).
-
¡Vaya,
hija! Así me gusta, esta mi niña dulce y cariñosa
(dijo Rafa sonriente)
-
Rafi,
Rafi Rafi (gritó de repente Marcos)
-
¿Queeeeee?
(dijo cansado Rafi y Marcos le hizo un gesto para
que se acercara ¿Qué? (y le plantó
también un beso, pero solo porque cuando se lo había plantado Lea su padre la
había felicitado y él también quería)
-
Ala
Rafi, no te quejarás hijo, menudos hermanos tienes más cariñosos
(dijo rafa intentando aguantarse la risa pro el gesto de su Marcos).
-
Si,
guaaaau que suerte (dijo lleno de ironía. Y sus padres
no pudieron más que reírse).
-
Anda
vamos, que llegaremos tarde como siempre
(dijo Rebeca y le dio un beso en la mejilla a su marido).
Los
niños se portaron de película en la comida familiar, Rebeca y rafa pudieron
disfrutar de una buena comida en familia, y celebrar el cumpleaños de la madre
de Rafa, que estaba encantada con todos sus hijos y nietos reunidos allí. Y
sobre todos porque este año no le había tocado cocinar y limpiar cacharros ya
que habían decidido celébralo fuera.
Rafi,
vio ahí su oportunidad y le preguntó a su padre si le dejaría ir el domingo por
la mañana al cine con sus amigos, mientras él y Lea y Marcos iban al parque de
atracciones. Rafa estaba tan contento que aunque hizo que se lo pensaba, no le
costó nada acceder a la petición de su hijo. Se había pasado un mes sin salir
porque había traído un suspenso a casa, y des de entonces que no había
suspendido ningún otro control de los que había ido haciendo, así que por un
día podía perdonárselo. Rafi estaba loco de contento, porque ya había dicho que
sí que iría a sus amigos y no tendría
que darles plantón. E hizo bien, porque a
la tarde cuando regresaron a casa después de la comida familiar. Rebeca
descubrió lo que Lea había hecho al vestido y se armó la gorda. Y tal como
había pronosticado Rafi, su padre le dio una buena zurra y le arreó 6
zapatillazos a Lea por haber cortado el vestido nuevo. Aquella no fue la última
vez que Lea se discutió con sus padres por la ropa, pero sí que fue la primera
y última vez que destrozaba un vestido adrede. Marcos por su parte, no se
enteró de nada, porque al llegar del restaurante estaba tan cansado que se
quedó profundamente dormido y no se despertó hasta la hora de la merienda, en
al que se cayeron todos los platos y vasos al suelo de nuevo, porque la mesa de
la cocina seguía rota. Haciendo que Rafa, ya desquiciado, agarrara el coche y
fuera a comprar una mesita nueva del desayuno.
Genial historia, perfecta la combinacion de castigo y cariño entre padres e hijos. Y sobre todo los castigos son creibles, me encantan las historias realistas. Buen trabajo.
ResponderBorrarCreo que es una de las mejores que he leído, y coincido con Anónimo en que fue muy realista. Mis felicitaciones.
ResponderBorrarInteresante tu propuesta que puedo decir? me gusta ladinaminca familair
ResponderBorrarmarambra