Capítulo cuarto
Tras un largo viaje
de coche con malas caras y con Carlitos gritando e intentando jugar a lucha
libre con Valerio en el asiento de atrás, Fernando dio gracias al llegar al
apartamento que tenía reservado a píe de pistas, se iba a tomar una larga ducha
y después irían a cenar algo típico en alguno de los restaurantes restaurante del complejo y mañana a primera
hora irían a esquiar. Al entrar al apartamento ya hubo la primera señal de que
Valerio no iba a poner las cosas fáciles. Valerio se negó a compartir
habitación con su hermano. El apartamento tenía tres habitaciones, y ese no era
el problema, el problema es que Carlitos quería dormir con Valerio, porque
sería como si estuvieran de acampada. Valerio no fue cruel con Carlitos, pero
no estaba dispuesto a dormir con un niño, él no era un niño y Carlitos era un
encanto pero al cabo de unas horas se hacía pesado. Así que con el tiempo que
iban a pasar juntos en las pistas y después en las comidas y cenas, Valerio
creía que cumplía y de sobras con su labor de hermano mayor. Sorprendentemente
Fernando no discutió, le dijo que podía dormir en al otra habitación, Carlitos
se enfadó un poco pero en cuanto su padre le dijo que por ser vacaciones de
Navidad podría acostarse a las once se le pasó todo el disgusto. Valerio dijo
que estaba mareado del coche y que prefería quedarse en el apartamento, pero no
coló, ya que en ningún momento del viaje el niño pareció estar indispuesto y
tanto Genève como Fernando sabían que estaba fingiendo. Valerio finalmente fue
a cenar con su familia pero durante toda la cena puso mala cara. Fernando
estaba haciendo un esfuerzo titánico por no estrangular a su hijo mayor, no
entendía porque ahora por ser mayor le tenía que aguantar esas payasadas. A
Fernando le llevaba los demonios que hacía dos o tres años si Valerio se
hubiera comportado así y le hubiera dado unos buenos azotes nadie le hubiera
dicho nada. Pero ahora que el mocoso había cumplido 15 años, por lo visto
estaba bien que se comportara como un hooligan. Fernando le había prometido a
su esposa que tendría paciencia con Valerio y estaba dispuesto a cumplir con su
palabra, aunque le saliera una úlcera en el proceso. Así que ignoró las malas
cars y malos modos de Valerio, al fin y al cabo, Valerio solo parecía ser borde
con él, con los demás se estaba comportando bastante bien.
Nada
más regresar al apartamento, y como Genève y Fernando se habían esperado,
Valerio se encerró en su cuarto. Carlitos, Fernando y Genève vieron juntos una
película en el sofá con la chimenea iluminando el salón y unas buenas tazas de
chocolate caliente para hacer más ambiente navideño. Fernando estaba feliz,
pero lo hubiera estado más si Valerio hubiera estado en ese sofá con ellos.
A la
mañana siguiente cuando Fernando y Genève de despertaron Valerio ya estaba
vestido y estaba viendo unos dibujos con Carlitos en el sofá. Fernando no pudo
evitar sonreír y olvidando el enfado de los últimos días, empezó a bromear con
sus hijos. La reacción De Valerio fue inmediata, se levantó y salió del
apartamento. Diciendo que se iba a echar unas pistas antes que se llenara de
familias, que cuando llegaran le hicieran un toque. A Fernando no le dio tiempo
ni de reaccionar. Fue Carlitos el que lo hizo, soltando un “ala que borde”,
cosa que hizo que su madre le echara una miradita para que cerrar la boca.
Genève sabía que su hijo empezara a imitar la actitud de su hermano mayor (como
todo lo que hacía) ahí iba arder Troya. Una cosa es esos desplantes de un
adolescentes y otra de un niño de siete años, además Fernando no iba cuando se
trataba de Carlitos no iba con píes de plomo. Carlitos sabía que su padre lo
quería incondicionalmente y su padre siempre estaba ahí para él, en cambio con
Valerio podía haber demasiados malentendidos, y Fernando siempre iba con
cuidado con lo que decía y como lo decía, para que el chico no se sintiera
excluido y se sintiera como uno más de la familia. Valerio era muy consciente
de eso, y normalmente se aprovechaba de ello, no era idiota, pero alguna vez
precisamente ese trato especial le había hecho sentirse como que no acababa de
formar parte de esa familia. También sabía que su padre era más duro con
Carlitos que con él cuando tenía la edad del criajo, por eso siempre intentaba
cubrir a su hermano cuando veía que se las iba a cargar por alguna tontería
como no recoger los juguetes o hacer sus
tareas. Es más Carlitos adoraba a su hermano no solo porque era mayor y hacía
cosas supergyuays y sabía un montón de cosas chulísimas, también lo adoraba
porque ninguno de los hermanos de sus amigos les “ayudaban” con los deberes.
Carlitos era listo pero vago, y Valerio sabía que el niño se llevaba tantas
reprimendas no porque no fuera bien en los estudios sino porque se le olvidaba
entregar/hacer sus tareas aunque fuera sencillas o divertidas. Valerio veía a su hermanito como un mocoso con principios
y aunque sabía que no debía hacerlo admiraba a su hermanito precisamente por
eso.
Sobre
las diez se reunieron todos y Valerio y Carlitos estuvieron esquiando juntos y
se les veía pasarlo muy bien, Fernando veía que Lourdes y su esposa llevaban
razón no había que presionar al chico. Valerio era un buen chico, solo que
estaba pasando por la adolescencia y esa no es la mejor etapa si le
preguntas aun padre. A la hora de comer
Valerio aún estaba enfurruñado pero se le veía más relajado, Fernando sabía que
en cuanto le diera la tabla de snowboard a su hijo se le olvidaría todo el
berrinche. Así que Fernando también se relajó y empezó a disfrutar de las
vacaciones en familia. Y fue al relajarse Fernando que todo empezó a ir mejor,
aquella noche al regresar de cenar se la pasaron los 4 en el salón viendo
películas de acción, no era lo típico de Navidad pero si que era su costumbre.
Aquellas Navidades iban a verse todas las de Fast & Furious.
Al día
siguiente era el día de Navidad, y ese día solo esquiaban un par de horas,
después solían adornar el apartamento mientras Genève y Fernando iban en busca
de un par de pavos rellenos ya hechos que solo necesitaran de emplatar y de
paso, solían comprar dulces de todo tipo y el pastel más fabuloso que
encontraban. Además se les solía unir sus tíos y primos y era todo muy
divertido. Sobre todo porque los hijos de sus tíos eran casi todos de la misma
edad de Valerio y había bastante complicidad entre ellos. Dani, el hijo de su
tía Gladis, iba a la misma clase que Valerio y solían andar siempre juntos.
Fernando llamó a su ex para decirle que todo iba bien y que Valerio seguía
vivo, Valerio aprovecho par felicitarle la Navidad. Su madre sonrió al oír a su
hijo que sonaba más alegre, era tozudo ese hijo suyo, pero no podía evitar
disfrutar de la Navidad por mucho que se empecinara en ello, esas también eran
las fiestas favoritas de Valerio.
Después
que sus tíos y sus primos se fueran, Carlitos y Valerio empezaron, con el
también tradicional, Karaoke navideño, era algo que ambos les daba mucha
vergüenza pero llevaban años haciendo, desde que Carlitos aprendió a cantar en
la guardería. Esos dos seleccionaban unas cuantas canciones y las cantaban
coreografía payasa incluida. Los dos se lo pasaban muy bien haciendo el payaso,
incluso se disfrazaban, y sus padres se lo pasaban en grande viéndolos
pasándolo tan bien. La guinda de la noche fue cuando Carlitos se quedó dormido
viendo la película y su madre lo llevó a su cuarto a dormir, Fernando aprovechó
para entregarle la tabla a su hijo. Valerio, casi despierta a su hermano de los
gritos y saltos que daba. Realmente aquel era el mejor regalo que podía haber
imaginado. Valerio se abrazó a su padre, Fernando no recordaba ya la última vez
que su hijo lo había abrazado. Casi le saltan las lágrimas. Aquellas si que
iban a ser unas buenas navidades, posiblemente las últimas, en las que sus
hijos jugaran e hicieran tantas cosas juntos. Valerio estaba haciéndose mayor y
sabía que lo que había pasado esas navidades de no preferir pasarlas con sus
amigos a con su familia cada vez pasaría más. También se daba cuenta que la
diferencia de edad entre sus hijos cada vez era más patente, Carlitos era solo
un niño y Valerio se estaba haciendo un hombre delante de sus narices sin que
él pudiera hacer nada. Aunque solo tuviera 15 años, y esas Navidades hubiera
protagonizado una pataleta de manual, era imposible no darse cuenta, las cosas
estaban cambiando.
El día
siguiente fue una locura, con la apertura de los regalos, el estreno de la
tabla de Valerio y todas los detallitos que Genève de había esmerado en
preparar y en el más absoluto secreto y que fueron descubriéndose a lo largo
del día. Valerio había olvidado por completo a sus amigos, Fernando el enfado
con su hijo y Carlitos el no dormir con su hermano. Todos disfrutaban de estar
juntos y felices en Navidad. Fernando y Genève sabían que ese sería uno de esos
momentos que se recuerdan toda la vida. El resto de días fueron igual de
estupendos, solo una par de cosillas pero era lo normal cuando se va con niños.
Todo iba a las mil maravillas hasta que Carlitos decidió que para parecerse más
a su hermano debía empezar a vestir como él y tras ponerse los mismo pantalones
que Valerio y el suéter más parecido que encontró, corrió a la habitación de su
hermano para agarrar uno de sus gorros de lana. Todos los de Carlitos tenían
una borla, y eso no era de chicos guays, los chicos guays como Valerio llevaban Gorros chulos. Cualquiera que haya sido hermano pequeño
sabrá, que es imposible entrar en la habitación de un hermano mayor sin
fisgonear un poco. Y Valerio ya estaba con su padre en la pista así que podía
fisgonear a sus anchas. Al principio solo quería ver los gorros, pero pronto
miró el reloj, los comics, los juegos que tenía en la videoconsola y fue
entonces cuando Carlitos hizo el descubrimiento. Valerio aparte de juegos de
motos, coches, pistolas y plataformas tenía juegos de chicas desnudas. Carlitos
tenía siete años, sabía perfectamente que era eso, eso era porno, sabía lo que
era en la teoría, jamás había visto uno, oído hablar hasta la saciedad, pero
verlo no, él sería le primero de su clase que viera uno, estaba deseando llegar
al cole y explicárselo a sus amigos. Carlitos no se sentía excitado de ninguna
manera con aquel juego, es más solo lo estaba mirando en plan curiosidad, pero
sabía que estaba haciendo algo oscuro, secreto, prohibido y de mayores.
Carlitos iba detrás de usar la tabla de Valerio
y ahora sabía algo oscuro de su hermano, oscuro pero guay, así que en cuanto
tuvo la oportunidad le dejó caer que sabía lo de los videojuegos guarros de su
videoconsola. Valerio se quedó más blanco que la nieve que estaban pisando. Una
cosa es que él viera porno, que no tenía muy claro que opinión tendría su padre
sobre eso, y otra distinta que le enseñara porno a su hermano de siete años. No
es que él le hubiera dado al niño el juego, pero si que no debió dejar la
videoconsola a mano si tenía esos juegos dentro. Estaba seguro que Genève iba a
odiarlo, Carlitos era su pequeñín, sino soportaba cuando se le escapaba algún
reniego delante de él, ya ni te cuento de podrirle el seso con porno a esa
edad. Carlitos lo veía todo divertido, para él no había malicia más la de saber
un secreto de su hermano, eso lo hacía más cercano a él y para él era genial.
Además quería tanto probar esa tabla de snowboard que esa información le venía
como anillo al dedo. Valerio no sabía que hacer, no sabía si Carlitos lo delataría,
no sabía si cuando su padre se enterara lo mataría, no sabía si Genève le
prohibiría ver más a su hermano. Valerio empezó a ponerse en los peores
escenarios olvidando por completo el ahora y el ahí. Así que sin darse cuenta,
le había dejado la tabla a Carlitos y le estaba enseñando a usarla, después de
la preocupación y el enfado inicial, Valerio y Carlitos disfrutaron de la
tabla, era divertido lo patoso que era Carlitos y el ahínco que le ponía a
dominar la tabla, a pesar que pesaba demasiado para él.
Cuando
Fernando y Genève vieron a Carlitos sobre la tabla, bajaron a prisa donde
estaban sus hijos, que cualquiera que los hubiera visto, pensaría que eran dos
locos haciendo carreas en medio de unas pistas casi abarrotadas. La primera
reacción de Genève fue la esperada, se sacó los esquís fue hacía Carlitos lo
agarró del brazo y aún subido en la tabla le dio 10 palmadas bien duras (aunque
gracias a la ropa de esquí no fueron tan terribles) y empezar a reñirle a todo volumen, que milagro fue que no hubiera
una avalancha. Por su parte Fernando, fue directo hacia Valerio y empezó a
recriminarlo lo irresponsable que había sido por dejar a su hermanito de siete
años una tabla de snowboard. Él se la había comprado porque ya tenía 15 años y
esas tablas están pensadas para 14 años en adelante, y eso era por algo. Lo
cierto es que llevaba años intentando convencer a su padre que le dejara hacer
snowboard, y no fue hasta ese año que finalmente su padre accedió. La había
cagado, pero a Carlitos no le había pasado nada, él había estado el arto a su
lado cuidando que no se hiciera daño. Eso no le sirvió de mucho a Fernando que
le recordó que como podía hacer de maestro si hasta aquellas navidades jamás
había subido a una tabla. Lo cierto es que si que había subido, pero sin
permiso y no era cuestión de decírselo, ya estaba en demasiados líos. En ese momento Genève dijo que se había
acabado la esquiada, que se volvían todos para casa. Y fue al decir eso que
Carlitos empezó con el mayor berrinche que Valerio recordaba haberle visto a su
hermano des de que dejara párvulos. Todo el mundo los estaban mirando, Valerio
quería morirse de l avergüenza, estaban protagonizando esa típica escena de
supermercado, donde uno piensa que “niños más mal educados” y que “malos padres”.
Carlitos llorando y gritando y su padre también gritándole a él. Mientras
Genève no soltaba a Carlitos y de vez en cuando le daba alguna palmada, para
que parase ya de una vez. Todo aquel escándalo acabó cuando de la boca del
enano salió la palabra “porno”. Una palabra mágica, porque de en medio de tanto
griterío, llanto y aspavientos se escuchó tan nítida que parecía que hasta
estaba iluminada con luces de neón. La cara de Fernando y Genève se
transformaron, no había gritos, no había palmadas, no había nada, solo esas
miradas de terror e incredulidad. Antes que Valerio pudiera abrir la boca
Fernando les mandó marchar delante de él, como había dicho Genève se había
acabado la esquiada.
En el
coche Carlitos en voz baja se disculpó varias veces con su hermano, no lo había
soltado para chivarse de él, simplemente se le escapó su madre le estaba
zurrando delante de toda esa gente y su padre estaba apuntito de hacer lo mismo
con Valerio y él sabía que Valerio ya era muy mayor para que lo tratasen así
por lo que intentó que su padre no estuviera enfadado con él, porque no había
sido idea de Valerio. Y de no haberle dicho que sabía lo de sus “jueguecitos”
de la videoconsola Valerio no le habría dejado subir a la tabla. Valerio estaba enfadado con Carlitos por bocazas
pero estaba más preocupado por la reacción de Genève y de su padre que enfadado
con el retaco.
- ¿Dónde está ese porno? (dijo Fernando
nada más poner el píe en el apartamento) ¡Tráelo! (le ordenó a Carlitos.
Carlitos miró a Valerio y al ver que Valerio asentía con la cabeza corrió a la
habitación de Valerio. Genève se recriminó porque sabía que le niño había
estado esa mañana en la habitación de su hermano y ni se había preocupado en
averiguar que hacía allí. Valerio era un adolescente y había reclamado una
habitación para él solo, estaba claro que había cosas que quería que quedasen
en privado, y esa por supuesto es la típica. Genève respiró hondo, las cosas
tenían que cambiar Carlitos debía aprender a respetar la privacidad de su hermano
y sus cosas. Y Genève debía empezar a pensar en Valerio como un chico y no como
un niño).
- Solo lo vi, no he jugado (mintió
Carlitos entregándoselo a su padre).
- Ya hablaremos después de agarrar cosas
que no son tuyas (le dijo muy serio a su hijo), ve a tu cuarto (cuando Valerio
se quedó a solas con su padre y Genève empezó a sentir pánico).
- Quiero dejar una cosa clara, esto no
tiene que ver con lo que ha encontrado tu hermano en tu videoconsola, esto
tiene que ver con dejar a tu hermano de 9 años subirse sobre una tabla,
sabiendo lo peligroso que es y que no te hemos dejado a ti subirte en una hasta
estas navidades. Me importa muy poco que tu hermano se pusiera pesado o te
diera pena o te hiciera chantaje, lo que me cabrea de verdad Valerio es que tu
eres su hermano mayor y debes de tener cuidado de él ¡No enseñarle a romperse
el cuello! (Fernando fue levando la voz a medida que iba hablando)
- No estábamos haciendo el cafre, papá,
solo le enseñaba a deslizarse, no se ha movido ni medio metro. No le iba a
dejar…(empezó a excusarse Valerio)
- ¡Valerio, tu hermano no debía subirse
y punto! ¡Tiene solo siete años! Sabes, en urgencias estoy cansado de oír eso de “no pensé que pudiera pasar”, “íbamos con
cuidado”, “no parecía peligroso”. Tienes ya 15 años, deberías tener más cabeza,
¡Maldita sea! (Valerio tenía lágrimas en los ojos él no pretendía poner en
peligro a su hermano y como lo decía su padre parecía que le hubiera dado una
pistola llena de balas para que jugara con ella a la ruleta rusa). No sé que
demonios pasa contigo últimamente, hijo, pero no me gusta nada.
- Valerio, estoy muy decepcionada
contigo. Confiaba en ti para cuidar de Carlitos (dijo Genève, no lo dijo
enfadada, lo dijo triste y Valerio se sintió fatal, porque Genève no era su
madre y no tenía porque quererlo ni siquiera porque caerle bien, pero ella
siempre había sido muy buena con él y sabía que si la fastidiaba con Genève su
cariño no era incondicional como el de sus padres).
- Lo siento, de verdad que fui muy
cuidadoso.
-
Oh, si, se os veía muy cuidadosos (dijo Fernando nada contento) Ve a tu
cuarto y me esperas, cuando haya acabado con tu hermano ya te arreglaré a ti.
- Papaaaaaaaa (protestó Valerio y
Fernando alzó una ceja y le apuntó hacía su cuarto). No es justo. Yo ni quería
venir a esta estúpida esquiada.
- ¡Valerio! Estoy ya muy cabreado
contigo y tu hermano, por tu propio bien no lo empeores (Valerio le echó una
mirada de puro odio pero sabía que tenía todas las de perder así que se fue
hacía su cuarto como su padre le había dicho).
Fernando miró a su
esposa buscando algo de paz entre tanto estrés. Pero Genève
parecía tan molesta como él, aunque eso sí ella estaba más calmada.
Fernando se dejó caer en el sofá y se llevó ambas manos a la cabeza. Estaba
acostumbrado a lidiar con Carlitos, incluso en un par de ocasiones había tenido
que meter a Valerio en vereda, ¿Pero los
dos a la vez? En momentos así le gustaría liarse la manta a la cabeza y dejarlo pasar, pero no podía
hacer eso, él era el padre. Genève miró
a su marido y sabía perfectamente que era lo que le pasaba por la cabeza a su
marido. Genève no tenía problemas con
castigar a su hijo, aunque en ocasiones como esa en la que el niño se había
ganado más que unas cuantas palmadas en culete se encargaba su marido. No era
algo que hubieran acordado, pero si que era cierto que Carlitos parecía tomarse
más enserio las amenazas de su padre. Genève
se oreció a encargarse ella de Carlitos mientras él se encargaba de
Valerio. Fernando se lo agradeció pero ya le había dicho a Carlitos que iba a
ir él, así que ya no se iba a echar
atrás. Genève y Fernando se
levantaron del sofá y fueron a la habitación e su hijo, Carlitos estaba tumbado
en la cama llorando desconsoladamente. Aquello le molestaba bastante a Fernando
pero comprendía que Carlitos era aún un niño y tenía esas cosas.
-
Carlitos (dijo su padre para
que se diera la vuelta)
-
Bwuaaa (se giró) no me
pegues, por fa por fa bwuaaaaaaaa promete que no volveré a portar me mal nunca
más snif snif
-
Carlitos, hijo (dijo Genève)
¿No es eso lo que dices siempre cuando tu padre o yo te vamos a castigar?
-
Bwuaaaaaaaa pero esta vez es
verdad, lo juro snif snif
-
Hijo, hoy te has superado.
Nunca antes había estado tan decepcionada con tu comportamiento.
-
Bwuaaaaaaa lo siento mami lo
siento de verdad ( y se levantó de la cama y se abrazó a la cintura de su
madre. Genève le acarició el pelo mientras el niño la abrazaba), lo siento,
snif snif, no quería portarme mal.
-
Pero lo has hecho. Te has
portado muy mal. Entraste en la habitación de tu hermano y agarraste sus cosas
sin permiso, le hiciste chantaje y te subiste en la tabla esa sabiendo que no
te dejamos subirte porque aún eres muy pequeño y es peligroso.
-
Pero no pasó nadaaaaaaa
(Carlitos tenía una carita de pena que podría haber derretido el corazón del
mismísimo Hitler).
-
¿Te parece poco
desobedecernos, ponerte en peligro, chantajear a tu hermano y trastear en las
cosas de él? (dijo su madre más seria esta vez) afortunadamente ninguno de los
dos se ha hecho daño, pero fácilmente podía haber pasado.
-
Carlos (su padre dijo muy
serio pero no parecía ya enfadado). Somos una familia, Valerio es tu hermano, y
hoy te has portado muy mal con él, y le debes una disculpa, esta noche en la
cena espero oír una buena disculpa ¿entendido?
-
Sí, papi snif snif (dijo
sorbiéndose los mocos), ¿crees que Valerio me perdonará? Yo no quiero que no me
quiera.
-
Bueno, tú hermano no es un
santo y él sabe que todos nos equivocamos, pero no pasa nada porque nos
queremos y no hay nada que no podamos perdonarnos. Pero aún así, si está
molesto contigo un para de días (Fernando sabía que Valerio no estaba para nada
molesto con su hermano, pero el pequeñajo debía aprender que con sus actos podía herir los sentimientos de la gente y
debía de ser más cuidadoso). Ahora hablemos de tu castigo (dijo sentándose en
la cama que hacía unos segundos había dejado libre su hijo)
-
Papi nooo, por fa (no dijo,
escondiéndose tras su madre, pero Genève
se apartó y le dio un empujoncito para que fuera hacía donde estaba su
padre) por favor papá (dijo cubriéndose el trasero con ambas manos). no lo hice
queriendo bwuaaaa (volvió el llanto).
-
Carlos (dijo agarrándolo del
brazo en cuanto lo tuvo a tiro), quizás no lo hicieras queriendo, pero sabía lo
que hacías y que estaba mal (Fernando empezó a desabrochar el pantalón del
chico. Carlitos entró en pánico e intentaba evitar que su padre le quitara el
pantalón con todas sus fuerzas, pero solo logró que su padre le diera tres
fuerte palmadas en las manso para que se estuviese quieto) PLASS PLASS PLASS Ya
está bien Carlos, tú solito te has buscado esto (y al fin logró desabrochar el
pantalón y bajarlo).
-
Nooooo , nooo, te odio,
nooooo (empezó a gritar)
-
PLASS (otra palmada más cayó
sobre el trasero de Carlitos) ¡Ya está bien Carlos! Te voy a quitar los
calzoncillos y colocar sobre las rodillas y te voy a dar una buena azotaina,
porque hijo, con todas las trastadas que has hecho hoy te las has bien ganado
(dijo firme Fernando, pero Carlitos estaba en plena pataleta y no colaboraba)
-
¡Carlos Fernando Carmona!
(gritó Genève ) Ya está bien, no tienes tres años, para ya con esa rabieta, o
después de que papá te castigue te pasarás la tarde enterita sentado copiando
“me comportaré como un niño de mi edad y no haré escenitas” (pero Carlitos
estaba en plena pataleta y no escuchaba).
-
PLASS PLASS PLASS PLASS
(cuatro palmadas más cayeron, haciendo que el llanto se cortara de golpe,
Fernando aprovechó para bajarle los calzoncillos y colocarlo sobre sus
rodillas) Carlitos hacer chantaje está muy mal, los chantajistas son gente
despreciable, y ninguno de mis hijos es así PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS
-
AAAAAAAAAAAAAAAAAAU
AHHHHHHHHHHHHHHH BWUAAAAAAAAAAAAAAAA NO
PAPI NOOOO NO DUELEEEE
-
PLASS PLASS PLASS PLASS ¿Vas
a volver a hacer chantaje a tu hermano o a otra persona?
-
Noooo nunca nunca bwuaaa
(juraba Carlitos entre llantos)
-
El Snowboard es para chicos
de más de 14 años, se necesita más fuerza de la que tiene un mocoso de 9 años
para poder dominar la tabla. Ya te lo dijimos cuando le dimo la tabal a tu
hermano y nos preguntaste si podías subirte tu también. PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS PLASS
-
Auuuuu ayyy papi, por fa no,
más, duele auuu bwuaaaa malooooo
-
De malo nada Carlitos, él
único que ha sido malo aquí eres tú, niñito. PLASS ¿Cuándo mamá o papá te dicen
que no puedes hacer algo, qué haces? (el niño lloraba y se retorcía, Carlitos
siempre era muy melodramático, no importara que fuera una zurra o quedarse sin
postre) PLASS PLASS PLASS Carlos (le llamó la atención) ¿Cuándo mamá o papá te
dicen que no puedes hacer algo, qué tienes que hacer tú?
-
Bwuaaaaaaaaaaa obedecer
bwuaaaaaaaaaaa
-
PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS eso es a papa y a mama siempre se les
obedece.
-
Lo haré, lo haré siempre,
haré todo lo que me digáis, pero para bwuaaa bwuaaa
-
Carlitos, yo decido cuando
parar y aún queda una cosita que tratar.
-
Noooooo bwuaaaaaaaaaaaaaaaaa
no Bwuaaaaaaaaaaa
-
Sabes que no puedes entrar
en las habitaciones de los demás sin su permiso y mucho menos trastear en sus
cosas. Eso está muy mal.
-
Pero mamá y tu siemrpe
entráis en la mía y tocáis mis cosas bwuaaaaaaaaaaaaaaaa (su madre tuvo que
hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada)
-
Carlitos, yo entró para
colocarte las cosas, no para buscar algo con lo que hacerte chantaje (dijo su
madre).
-
No fue así…yo solo quería
ver a que jugaba Valerio.
-
Si quieres saberlo se lo
preguntas, pero no entras en su cuarto para cotillear en sus cosas PLASS PLASS.
Y una cosita, hijo, tu madre y yo somos los padres aquí, y todo lo vuestro lo
hemos pagado nosotros así que es nuestro, PLASS PLASS PLASS señorito no eres
tonto y lo sabes así que no te pases de listo PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS
-
Aaaaaaaaaaaaaaah
bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaa auuuu lo sientoooooo bwuaaaaaaaaaa
-
PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
PLASS PLASS PLASS ¿Vas a volver a cotillear en las cosas de tu hermano sin su
permiso? PLASS
-
Nooooooooooooo lo juro, lo
juro bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
-
Eso espero, porque si
vuelves a invadir la privacidad de tu hermano o hacerle chantaje (Fernando daba
por sentado que eso de desobedecerlos era una batalla perdida con los
hijos) esta zurra te va a parecer
caricias comparado con lo que te daré.
-
Noooo papi noooo
bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
-
Ya, ya está, venga Carlitos,
no fue para tanto
-
Siiiii bwuaaaaaaaaaaa si que
fue, me duele el culete, me duele mucho bwuaaaaaaaaaaaaaa (Genève rodó los
ojos, el trasero estaba rosadito pero su marido siempre hacía más ruido que
otra cosa, afortunadamente Carlitos era fácil de impresionar).
-
Venga, Carlitos, hijo, ya
está, ya (le decía mientras lo abrazaba y le acariciaba dulcemente el pelo) no
me gusta tener que castigarte y sé que a ti te gusta menos que te haga pam-pam
(dijo como cuando Carlitos era más pequeño, Carlitos medio sonrío al oírselo
decir a su padre) por eso hijo tienes que ser menos impulsivo, ya tienes 9
años, hijo, no eres un bebé, sabes diferenciar entre lo que está bien y lo que
está mal. Por eso nos da tanto coraje a tu madre y a mi que hagas esas cosas,
porque sabes que está mal (le decía en un tono más dulce).
-
Papá te juro que a partir de
ahora no haré nada que sepa que está mal (Fernando sonrió feliz, aunque sabía
que no era una promesa que tomarse muy en serio).
-
Ese es mi chico (dijo y le
subió los calzoncillos y le ayudó a ponerse el pantalón, Carlitos, sabía que
con eso su padre daba por zanjado el castigo).
-
Mami quiero galletas! Me
duele el culete y tu dices que los dulces curan (dijo con malicia Carlitos, sus
padres no pudieron más que reírse).
-
No hay galletas, ese culete
se tendrá que curar solo (dijo su madre sonriendo)
-
Jooooo ( y puso morros).
-
No seas sinvergüenza jajaja
(dijo su padre haciéndole cosquillas. Cuando el niño al fin se rindió. Fernando
miró a su mujer y se volvió a poner serio, aquel día apestaba)
-
PAPI (Carlitos llamó a su
padre cuando vio que su padre salía de la habitación, sabía que ahora el turno
de Valerio y Carlitos no podía evitar sentirse culpable porque fue él que le
había “obligado” a su hermano a enseñarle hacer snowboard y ahora se las iba a
cargar por su culpa) no pegues a Valerio, fue culpa mía, él no quería, yo le
obligué (Genève no podía sentirse más
orgullosa de su hijo)
-
Hijo, es muy bonito que te
preocupes así de tu hermano, pero Valerio tiene 15 años y es tu hermano mayor
sabe que no hay excusa para desobedecernos y para ponerte en peligro.
-
Papiiiii Valerio fue con
mucho cuidado, no se separó de mi lado en todo…(empezó a explicarle Carlitos
pero su padre se puso el dedo en la boca como las enfermeras en los hospitales
cuando mandan a callar)
-
Carlitos, ya está bien, tu
hermano no es distinto y al igual que tu cuando se porta mal papá le tiene que
castigar (le aclaró su madre, Carlitos puso pucheritos y carita de perrito
adorable, pero Fernando ya estaba vacunado contra esas tretas). Anda
gorrinillo, vamos a la bañera contigo
que esta mañana no te duchaste, no creas que no me di cuenta (y Genève lo
empujó cariñosamente hacía el cuarto de baño que había a final del pasillo).
Pobre Carlitos pero por travieso la cobro.
ResponderBorrarValerio no tuvo la culpa.... que tiene 15años... y cuida al renacuajo demasiado bien....Ojala Valerio se haya fugado ... y Fernando encuentre el cuarto vacio....
ResponderBorrarYo también confio en la inocencia de Valerio!!
ResponderBorrarEse Caritos me recuerda tanto a alguién, grrr lastime que este no la pague así!!
pero me gusta mucho tus historias