1.
Armando estaba sentado
con las manos en la cabeza repasando las últimas 48 horas, no entendía como se
podían haber torcido tanto las cosas, lo que iba a ser un fantástico fin de
semana en la playa había acabado en la peor noche de su vida. Y allí estaba él
en comisaría esperando a que su padre llegara pagara la fianza y poder salir de
allí y dejar atrás toda esa pesadilla.
Francisco llegó tres
horas más tarde a la comisaría, ser abogado le ayudaba a entender todos los
trámites y la jerga de comisaría, en cuanto todo estuvo en orden Francisco pudo
llevarse a su hijo. Los dueños de la casa en la que había irrumpido para darse
un bañito a la luz de las estrellas no iban presentar cargos y los chicos solo
se enfrentaban a un cargo de desorden público. Que al ser menores, lo más
probable se que dará en un tirón de orejas por parte del juez de instrucción.
Francisco estaba harto
de ver pasar por el juzgado a un montón de chavales por bobadas por el estilo y
siempre se decía así mismo que si fueran sus hijos esos cafres les quitarían
las ganas de hacer el idiota rápidamente. Siempre criticaba a los padres y
decía que el problema es que muchos padres preferían ceder a todos los
caprichos de sus hijos y mirar hacia otro lado cuando las cosas no salían bien a
plantarse y hacer su trabajo, educar a sus hijos. Ahora mismo todas esas
palabras se le estaban atragantando. Solo agradecía que el mocoso hubiera
cometido la estupidez en otra ciudad y no tener que pasar por el bochorno de
que sus colegas vieran pasar a su hijo ante un tribunal.
Nada más salir de la
comisaría su padre le preguntó por su hermano, se suponía que Oliver debía
vigilar a su hermano, esa fue la condición para dejarles ir al apartamento de
la playa los dos solos. Armando no tenía ni idea de donde estaba su hermano, en
algún momento de la noche se separaron, pero no recordaba ni cuando ni donde. Y
por supuesto eso no se lo iba a confesar a su padre, que se le veía un paso más
allá de estar furioso. Francisco se detuvo en seco al no recibir respuesta de
su hijo de 17 años que acaba de sacar del calabozo. Y le agarró de la oreja y
retorciéndosela volvió a repetir la pregunta ¿Dónde está Oliver?. Entre
lágrimas Armando le confesó finalmente que no lo sabía que le había perdido la
pista en algún momento de la noche. Francisco estaba a punto de sufrir un
aneurisma. Francisco le ordenó no moverse ni un milímetro, Armando no estaba
para cabrear más a su padre, así que se quedó frente a su padre y vio como su
padre sacaba su teléfono del bolsillo y llamaba a su hermano. Pero Oliver no
contestó, así que le dejó un mensaje nada agradable en el buzón de voz. Armando
rezaba porque su hermano escuchara los mensajes del buzón de voz, aunque algo
le decía que su hermano nunca lo escuchaba.
Inexplicablemente Armando
se quedó dormido en el trayecto de vuelta a casa, su padre decidió dejarlo
dormir, cuando llegaran a casa ya lo despertaría y tendrían unas “palabritas”.
Al llegar al garaje y antes de salir del coche Francisco probó una vez más a
ponerse en contacto con su hijo mayor, al no recibir respuesta una parte de él
empezó a preocuparse ¿y si algo malo le había pasado? Decidió que en cuanto
subieran a casa llamaría a los hospitales de la zona y después ya tendría esa
charla con Armando. Al llegar a casa Cecilia y Rui estaban ya despiertos viendo
la tele en el sofá. Francisco le dijo a Armando que se fuera directo al
despacho, Armando aunque se esperaba que su padre le iba a dar la bronca de su
vida, le pilló algo por sorpresa que fuera tan rápido. Nada más pisar la
puerta, lo había soltado “a mi despacho”, armando tragó saliva y arrastró los
píes hasta el despacho de su padre. Mientras Francisco buscaba a su cuñada, con
las prisas había tenido que tirar de “cuñadita” para vigilar a los peques
mientras iba a sacar a armando del calabozo. Carolina no podía estar más
divertida, en teoría ella era la oveja negra de la familia y que sus sobrinitos
se metieran en líos le hacia recordar viejos tiempos. Rui como siempre hizo
burla de su hermano al verlo pasar hacia el despacho, Armando estaba tan
nervioso que ni le contestó, cosa que extrañó a Rui y a Cecilia, su hermano
tenía que haberse metido en un lio de los gordos.
Francisco, volvió a
intentar una vez más llamar a Oliver, ahora no solo no le cogía la llamada sino
que además salía el mensaje de que el teléfono estaba apagado. Más valía que el
chico estuviera en un hospital o en la morgue porque sino él mismo lo iba
amatar en cuanto pusiera sus manos encima. Francisco llamó a los hospitales y
no habían ingresado ningún joven con la descripción de Oliver. Eso en vez
de tranquilizarlo lo preocupó aún más ¿y se había tenido un accidente y estaba
en una cuneta desangrándose? Francisco intentó apartar esa imagen de su cabeza.
Carolina vio que su cuñado estaba realmente preocupado y fue a hablar con
Armando al cabo de unos minutos salió del despacho con el teléfono de Armando y
empezó a hacer llamadas. Después de siete u ocho llamadas supieron que vieron a
Oliver marcharse con Daniela. Francisco no tardó ni un segundo en llamar a casa
de los padres de Daniela. Daniela contestó adormecida y confirmó que Oliver
estaba con ella, aunque también confirmó que Armando estaba ahí con ellos, pero
durmiendo. Cuando Oliver se puso al teléfono su padre empezó a gritarle todo
tipo de improperios. Rui y Cecilia miraban a su padre como si se hubiera vuelto
loco. Francisco le había ordenado a su hijo que regresase a casa de inmediato y
Oliver aunque mayor de edad ya, sabía que aquella no era una orden que pudiera
ignorar, así que se puso en camino. Una vez tranquilo por saber que Oliver
estaba bien (de momento) le preguntó a Carolina si se podía llevar a los
pequeños de excursión o lo que fuese que él pagaría todo, dándole la tarjeta de
crédito. Carolina no le dejó tiempo a parpadear que ya había tomado la tarjeta
y estaba diciéndoles a sus sobrinos que se pusieran los zapatos que se iban al
parque acuático. Francisco no estaba para ponerse remilgado, tenía demasiado
que hacer con sus dos hijos mayores, iba a tener las manos demasiado ocupadas para
ponerse tiquismiquis.
yo conociendote como eres Little, creo que no sera cuchara de palo sino cucharon jjjjj pobrecitos esos niñitos mmm
ResponderBorraraunque de cuantos añitos estamos hablando del mayor? no nos contaste
Me encato tu relato y en espera aun con fe en el corazon por Hans
MArambra
ay dios!! ... si hasta envío a los peques con la tia a pasar el dia..... sin testigos uuuuyyyy , muero de nervios como sera, pobres armando y oliver!!
ResponderBorrarincreíble little me encanto.... espero pronto la segunda parte si xi siiiiiii
LittleHoshi: Marambra: Francisco tiene 51 años, Oliver tiene 19, Armando 17, Rui 12 y Célia 10.
ResponderBorrarCarolina tiene 28 y dos hijos, Nico de 12 y con su exmarido a Juan de 5.
Por lo que estamos ante una gran familia con hijos de muy distintas edades, un joven adulto, un adolescente , 2 preadolescentes, una niña y un pequeñajo.
bueno, ya hace un rato que me leí éste pimer capi con el que me volviste a atrapar! jejeje... Me gustó mucho la historia! Ya me la leí enterita y sabes?! Quiero más!! :D
ResponderBorrarNo te olvides de Bruno y David!
LittleHoshi tienes un talento que atrapas de el primer instante!!!!!
ResponderBorrarWaooo voy que vuelo por leer el segundo!!!!
Lo único bueno de que me atraso es que leo varios capis de corrido!!
Ya hasta leí la información de las edaes!!!
Te queo de lujo este primer capi!!!!