Capítulo
Séptimo
Valerio
estaba en la sala de espera del hospital con su madre, esperando que en
cualquier momento, su padre apareciera con su hermanito en brazos. Sus padres y
Genève, la esposa actual de su padre, llevaban meses hablando del bebé y
al fin podría conocerlo. Valerio estaba deseando tener un hermano al cual
enseñar todo lo que sabía, y con el que jugar. Porque jugar con mamá o con papá
a veces era muy aburrido, sobre todo cuando se trataba de videojuegos. Cuando
Genève le dijo que iba a ser un niño, respiró aliviado, porque era un niño y no
una niña. Valerio no estaba dispuesto a soportar las chorradas de una
princesita rosa que seguro que sería repipi y cursi, pero su hermanito iba a
ser un chico como él y eso significaba que tendría un cómplice de juegos y
travesuras. Aunque solo fuera los fines de semana y los festivos.
- Mamá voy a por una chocolatina (dijo Valerio
devolviéndole el teléfono con el que había estado jugando a su madre).
- Cariño, espera, este no es el hospital de mamá, te
vas a perder, te acompaño (dijo Lourdes)
- Venga mamá tengo 8 años, no soy un bebé, las
máquinas están al lado del ascensor (dijo molesto Valerio).
- No vas a ir solo (Valerio le echó una miradita que
a Lourdes no le hizo ni pizca de gracia). Además me apetece un café.
- Yo te lo traigo.
- Valerio, puedes ir a mi lado o puedes ir a mi lado
agarradito de la mano ¿qué va a ser?
- Bufffff iré a tu lado (dijo muy flojito).
- Muy bien, a parte de la chocolatina quieres algo de
beber?
- Pepsi (dijo Valerio con carita de angelito)
- Prueba otra vez (sonrió Lourdes viendo que su
pequeño picaruelo no perdía la oportunidad para sacar partido).
- Zumo de manzana (dijo poniendo una mueca de
disgusto. Sabía que su madre solo le dejaba beber bebidas gaseosas en ocasiones
contadas pero no por eso dejaba de intentarlo).
- Muy bien (y Lourdes agarró el monedero del bolso y
acompañó a su hijo hacia el pasillo donde están las máquinas).
- Mamá ¿Por qué tardan tanto?
- Bueno Valerio, cada niño se toma su tiempo
para nacer.
- ¿yo tarde tanto?
- Uyyy si hijo, me puse de parto a las seis de la
mañana tu padre y yo entramos en el quirófanos sobre las diez y hasta las
cuatro de la tarde no naciste.
- ¿Tanto cuesta? Porque no la abre y se lo sacan y ya
está.
- Bueno siempre se intenta que el parto sea de la
forma más natural posible, la naturaleza es sabía, hijo (Valerio la miraba como
si no acabara de creerla del todo) y si un parto tarda tanto es por algo, y eso
de abrir y sacar muy natural no es, hijo (Lourdes le explicaba su hijo con
cariño).
- Jooo que aburrimiento entonces (Lourdes no pudo
evitar reírse de ese comentario).
- Si quieres nos vamos para casa. Cuando haya nacido
tu hermanito tu padre nos llamará y venimos ¿eh?
- Nooo, yo quiero ser el primero en verlo.
- Bueno, creo que esos serán tu padre y Genève.
- ¡Vale, pues el tercero!
- Hijo, no pasa nada por no ser el primero en verlo,
una vez nazca tu hermanito, será tu hermanito de por vida, las 24 horas del
día, los 365 días del año.
- Mamá (dijo indignado) eso ya lo sé. Pero quiero ser
el tercero.
Hacía dos días que había
nacido Carlitos y Valerio estaba super emocionado con el bebé, todo lo que
hacía era fascinante, Valerio estaba convencido que su hermano era el bebé más
listo de toda la planta. Intentaba dar explicación a todo lo que hacía el bebé.
Incluso cuando dormía imaginaba que soñaba con cosas alucinantes que después
cuando fuera niño las olvidaría. Genève y Fernando estaban muy aliviados al ver
que Valerio no solo no sentía celos por el bebé sino que encima se tomaba su
papel de hermano mayor muy en serio, ayudándolos en todo lo que le dejaban y
mostrándose muy cuidadoso y atento con todo lo que era relativo al bebé.
- Papá ¿Podré llevarlo a la escuela para que lo vean
mis amigos?
- Valerio, tu hermano no es un juguete (dijo Fernando
intentando sonar serio aunque la pregunta le hacía gracia)
- Si quieres podré ir a buscarte yo, y así de paso
paseo a Carlitos.
- ¿Seguro que queréis llamarlo Carlos? (tanteó
Valerio a su padre y a su esposa) Es que el Carlos de mi clase es un estúpido
- Valeriooo (le advirtió Fernando), sabes que ni a tu
madre ni a mi nos gusta que digas esas cosas de la gente.
- Pero es verdad, lo es.
- Valerio (esta vez el tono fue más solemne)
- Vaaaale, igualmente mi hermano es ya más listo que
él y es un millón de veces más simpático (Genève y Fernando se miraron y
sonrieron).
- Tan listo y simpático como su hermano mayor (dijo
Genève).
Ese mismo día por la tarde.
- ¿y Valerio? (preguntó Lourdes cuando entró su
exmarido en la habitación)
- Estaba con vosotras
- No, salió detrás de ti.
- No.
- Debe de estar en las máquinas (dijo molesta Lourdes
y se levantó de la silla devolviéndole el bebé a su madre). Tu hijo se cree que
todos los hospitales son iguales grrrr (dijo entre dientes. Fernando ya había
dejado de molestarse por el hecho que Valerio era solo su hijo cuando hacía
algo que le molestaba a Lourdes, cuando el niño hacía algo bueno entonces era
hijo solo de Lourdes).
- Siéntate, tengo que ir a por otra botella de agua
(dijo Fernando mirando la botella de Genève que solo le quedaba un cuarto para
acabarse).
- No te discutiré, ven aquí Carlitos (dijo volviendo
a tomar en brazos al bebé) angelito no te hagas grande nunca (le dijo al oidito
de forma muy tierna y Genève se empezó a reír)
Fernando salió de la
habitación, entendía que le niño se sintiera tan cómodo en los pasillos de un
Hospital, su madre trabajaba en uno y hasta hacía unos meses él también. Ahora
trabajaba en un par de clínicas privadas por las mañanas y por la tarde pasaba
consulta. Una de las condiciones que Genève le puso cuando decidieron ir
a buscar un hijo era es que se acabarían las guardias interminables y el
agotamiento físico y mental constante. Así que Fernando decidió que su familia
estaba por encima de su trabajo. Trabajar en la privada siempre le había echado
para atrás, pero iba a tener su segundo hijo, y no quería ser un padre ausente,
ya se había perdido demasiadas cosas de Valerio por el divorcio y por su
trabajo, no quería que pasara lo mismo con Carlitos. Genève tenía razón, podía
seguir siendo médico y ser un buen padre, solo tenía que cambiar sus
prioridades.
Cuando Fernando giró la
esquina que daba al pasillo que llevaba a lo ascensores se asustó un poco
porque estaba todo vacío, pero de repente escuchó lo que era la inconfundible
voz de su hijo. La voz venía del box de las enfermeras. Fernando rodó los ojos,
Valerio estaba en el box de enfermeras como si aquel fuera el hospital donde
trabajaba su madre. Por supuestas las enfermeras estaban encantadas con
Valerio. Valerio estaba merendado unas galletas, una gelatina y un zumo de
naranja. La típica merienda de hospital. Fernando carraspeó para llamar la
atención de las enfermeras y de su hijo y una vez Valerio se dio cuenta de la
presencia de su padre y de la característica pose de su padre con las manos en
las caderas y en ceño fruncido. Valerio se mordió el labio inferior, una
manía que hacía poco había agarrado y que ponía los pelos de punta tanto a su
madre como a su padre. Fernando muy educadamente se disculpó ante las
enfermeras y agarró por la nuca a Valerio y lo sacó del box, en cuanto giraron
la esquina y salieron de la vista de las enfermeras, Fernando se detuvo y
empezó a amonestarlo.
- Valerio, estoy muy enfadado. Tu madre te ha
repetido muchas veces que no puedes merodear por el hospital a tus
anchas.
- No estaba meroreando (protestó sin saber bien que
significaba pero seguro que quería decir que no podía ir solo), estaba con las
enfermeras.
- Se dice merodeando (le corrigió su padre) y le
dijiste a tu madre que ibas tras de mi ¿Ahora Lourdes te deja que le mientas?
- No (dijo bajando la mirada y volviéndose a morder
el labio). Pero no estaba haciendo nada malo.
- No se tarta de eso Valerio, este hospital es muy
grande y hay mucha gente, podría llevarte fácilmente.
- Ya no soy un bebé, papá, ahora soy mayor (llevaban
meses diciéndole que ahora sería el hermano mayor así que pobres que se lo
discutieran) No me dejaría agarrar (Fernando respiró hondo y contó hasta 20).
- Valerio, sé que ya no eres un bebé, pero si podrían
secuestrarme a mi que te hace pensar que a ti no? No ves las noticias, también
secuestran a adultos.
- ¡Pero tú vas solo!
- Pero con cuidado (mintió porque nunca pensaba en
eso, pero los pederastas si que le daban miedo), además no hablamos de mi,
hablamos de ti jovencito, sabes que no puedes ir a ninguna parte solo. Y mucho
menos engañar a tu madre haciéndole creer que estás conmigo (Fernando sabía que
eso era algo a lo que un hijo de padres divorciados podía jugar y tanto Lourdes
como él les aterraba que lo hiciera).
- Lo siento (dijo bajando la cabeza)
- Cuando lleguemos a la habitación te disculparás con
tu madre por desobedecerla y por engañarla ¿entendido?
- Si, señor (dijo triste).
- Anda, vamos trasto, que tu hermano estaba despierto
cuando salí.
- ¿Podré agarrarlo? (preguntó otra vez emocionado)
- Si, pero como lo hicimos ayer, tú te sientas y yo
te lo colocó en los brazos ¿eh? (y Valerio asintió feliz, Fernando le devolvió
la sonrisa y le soltó la nuca y le agarró la mano para ir hasta la habitación
de Genève)
- Hola (dijo Fernando flojito al entrar a la
habitación por si Genève o el bebé estaban dormidos, pero no lo estaban)
- Hola amor (dijo Genève sonriéndole, Carlitos estaba
aún en brazos de Lourdes).
- Lo encontré en el box de las enfermeras (le dijo a
Lourdes tomando a Carlitos y haciéndole muecas. Valerio se mantuvo
prudentemente detrás de su padre).
- ¡Cómo no! (dijo resoplando Lourdes y le indicó con
el dedo que se acercara, Valerio tragó saliva, era evidente que su madre no
estaba nada contenta con él) Valerio (dijo en un tono de advertencia al ver que
el chico no se acercaba. Valerio finalmente se acercó a su madre y en cuanto
estuvo a mano, Lourdes le agarró por la oreja y le plantó 3 palmadas en el
trasero) PLAS PLAS PLAS
- ¡AYYYYY mamá que duele! (protestó sobándose
donde le había pegado su madre)
- Tendría que darte con la zapatilla, da gracias que
estamos en el hospital y aquí no se puede hacer ruido (le dijo su madre
enfadada, pero los tres adultos sabían que era una amenaza vacía, Lourdes jamás
le pegaría con la zapatilla a Valerio, nunca pasaba de unas palmaditas de
aviso. Valerio se portaba muy bien para ser un niño de 8 años y normalmente con
los avisos bastaban para que se comportara bien). No te he dicho que no podías
ir solo por los pasillos ¿eh? (Valerio bajó la cabeza y dejó que su madre se
desfogase) ¿Y que es eso de decir que ibas con papá e irte por ahí? Jovencito
no estoy nada contenta contigo, esta semana no hay videojuegos par ti,
señorito.
- ¡QUÉ! Pero si solo ha sido un momento y estaba
justo aquí al lado (empezó a protestar)
- ¡Valerio! (fue Fernando quien intervino) No
discutas con tu madre.
- Pero (empezó de nuevo a protestar)
- Le has desobedecido y mentido, yo si fuera tú daría
gracias que solo sea una semana sin videojuegos (dijo muy serio y arqueando una
ceja. Valerio no dijo nada pero se puso de morros y se dejó caer en la silla de
brazos cruzados). Tú, señor cascarrabias (dijo sin poder evitar sonreír) ¿No
querías agarrar a tu hermanito? (de repente se le iluminó la cara y dejó de
cruzar los brazos para estirarlo para que su padre le pusiera a Carlitos en sus
brazos) con cuidado ¿eh?
- Si (dijo feliz y su padre le puso a Carlitos en sus
brazos. Lourdes aprovechó para hacerles una foto a los tres hombrecitos de la
familia).
Me encanto.
ResponderBorrarme gusto mucho leer un pedacito del pasado de Valerio en este recuerdo tan vivido del nacimiento de su hermanito
ResponderBorrarMArambra
ah que bonito que a pesar de el divorco los padres de valerio se lleven bien!!!!
ResponderBorrary valerio que lindo hermano mayor!!!!