Capítulo 4.
Tres meses más tarde
- ¿Así que aquí
creciste? Quickwater (dijo Antonia mirando el pueblo
desde el peñón).
- Sí,
nací, crecí y morí (dijo Sebastian mirando con tristeza hacía el pueblo)
- Yo
te veo muy bien para estar muerto jejejeje (Antonia empezó a
achuchar a Sebastian para que se le
fueran de la cabeza esos pensamientos tan melancólicos) . ¿Seguro que quieres
ir? Puedo ir yo sola
- No,
no te recibirían y además quiero ver a mi padre y a mis hermanos (dijo Sebastian forzando una sonrisa)
- Como sea (Antonia lo miró con
amor). Pero que sepas que no es necesario que vengas. Me las sé apañar muy bien
sola.
- Jajaja eso es lo que
más miedo me da (Sebastian se la subió a horcajadas y la besó
apasionadamente)
En ese momento en casa
de Max
- Zwass
- Aaaaaaaaaaaau
auuuuuuuuuuuuuuu no, no, lo siento auuuuuuuu (Max aulló dando un
botecito después de recibir aquel primer varazo).
- Zwass
no me gustan los errores pero no
tolero cuando los errores son causado por un total desinterés (Alejandro le amonestaba molesto con toda
la actitud del chico)
- Auuuuuuuuuuuu,
tío, no auu aua lo siento, lo haré bien aúuu (Max se maldijo por
haber intentado holgazanear un poco durante la tarea)
- Zwass
lo debiste hacer bien en un
principio, no después que yo te tenga que castigar zwass Max, tengo cosas más importantes que vigilar que si
estás haciendo tu trabajo o no zwass ¡Maldita sea, Max! Tú tienes cosas más importantes que
aprender que recibir este castigo zwass
- Aaaaaaaaaaaay au aua
lo siento, lo siento, ya lo acabo, ya
- Zwass
que no tenga que volver a
castigarte (dijo Alejandro
entregándole la vara a su sobrino para que la volviera a colocar en su sitio.
Marcos sonrió con malicia cuando su hermano pasó por delante de él. Max
gustosamente le habría borrado esa sonrisita de un guantazo pero de haberlo
hecho se habría llevado algo más que aquellos 7 varazos y seguramente su padre
también habría tenido algo que decir en el asunto) Marcos (Alejandro le llamó la atención al
pequeño de sus sobrinos pero sin ponerle mala cara) llevas toda la mañana enganchado a la televisión, ves
a fuera a jugar a algo o vete a tu habitación a leer un libro, se te va a secar
el cerebro con tanto dibujito japonés.
- Pero si yo no he hecho
nada, que se vaya él a la habitación…(protestó Marcos)
- Marcos apaga la tele y obedece (le dijo su padre)
- Pero no es justo, fue
Max quien se ha portado mal ¿Por qué me tenéis que castigar a mí también? (dijo poniendo morros
porque lo que estaban dando en la televisión en ese momento si que le
interesaba de verdad).
- Marcos si te tengo que volver a repetir que apagues la tele y salgas del
salón no te va a gustar como lo haga (esta vez su padre no
estaba advirtiéndole estaba amenazándolo).
- Vale, me voy a mi
habitación, pero me voy a ver la tele, no quiero leer ningún estúpido libro…ya
tengo suficiente con los que me mandan en la escuela (dijo Marcos muy digno
él y apagó de muy malos modos el televisor, arrojando el mando a distancia al
sofá con muy malas maneras. Julio tuvo suficiente, en aquellos meses Max se
veía como se esforzaba para seguir las lecciones de su tío, no era perfecto y
había días como hoy que se llevaba alguna reprimenda. Pero su hijo pequeño en
todos aquellos meses en vez de ir a mejor, había vuelto a actuar como cuando tenía
3 años, como un pequeño tirano al cual todos debían de hacer feliz).
- Recoge
el mando y ponlo en la mesita del café, que es su sitio (le ordenó Julio
con los brazos en las caderas) Estoy cansado de
repetiros una y otra vez que las cosas no se tiran así, no tenéis ningún
cuidado con ellas. El dinero no crece en los árboles, Marcos (dijo Julio
enfadado. Marcos lo miró aún enfadado porque según él estaba siendo objeto de
una terrible injusticia) Marcos, he dicho
que cojas el mando y lo pongas en su sitio (Marcos le aguantó la
mirada pero cuando su padre dio un paso adelante perdió el culo para coger el
mando y ponerlo con cuidado en su sitio. Alejandro que lo estaba mirando todo
sonrió fugazmente, era bueno saber que aquel pequeñajo aún tenía algo de
sentido de autopreservación)
- Aaaaaaaaaaaay (chilló Marcos que
aunque había intentado esquivar a su padre no había logrado regatearlo y ahora
su oreja sufría las consecuencias)Mi orejaaaaaa, aaaaaaaay, que me la
arrancas (se quejaba intentando inútilmente proteger su oreja).
- Llevas unos días muy tontos y comienzo a cansarme de todos esos desplantes.
Que andemos ahora un poco más liados con tu hermano no te da carta blanca para
comportarte como un pequeño vándalo (Marcos abrió la boca
para protestar pero su padre dio un pequeño estirón más para advertirle que si
protestaba se la ganaba)
- Auuuuuuuuuuuuu ay ay
vale, vale, lo siento, lo siento. Ya subo, ya subo, pero suelta, papá, suelta
que me arrancas la oreja auuuu
- Plass (Julio
le dio una nalgada de las duras pero solo una y le soltó la oreja. Marcos
enseguida olvidó el dolor de oreja y fue a frotarse su pobre trasero) a tu habitación y nada de tele (le dijo señalando hacía
la puerta. Marcos se fue pero mostrando su disconformidad con una evidente
mueca de fastidio. En ese momento Max regresó al salón dispuesto a aplicarse al
100x100 en la tarea que su tío le había encomendado, por muy tediosa que fuera.
Tanto Julio como Alejandro sabían que aprenderse todo aquel montón de
formulas era una tarea soporífera para un chico de su edad que hubiera
preferido estar fuera echando unas bolas con sus amigos o saliendo con alguna
chica bonita. Pero era lo que tocaba) y tú (dijo Julio a Max, apuntándolo con el dedo
índice) más vale que te apliques porque sino tu y yo,
jovencito la vamos a volver a tener (le dijo su padre muy serio y antes
de salir de allí. Max se vino a bajo, todo el mundo estaba contra él. Alejandro
le puso una mano en el hombro y le sonrió con ternura. Rara vez su tío se
mostraba tan cercano con él. Y las pocas veces que se aseguraba que no hubiera
gente que lo viera. Max le devolvió la sonrisa y tomó de nuevo aquellos
papeles. Pensó que en cuanto se los aprendiera podría salir y ver a sus amigos)
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