Curando heridas capitulo 2

O puedo creer lo terco que es mi hijo... GRRR... Sí. Creo que eso lo sacó de mí, pero... acaso no puede darme una oportunidad?! Ya se lo he explicado muchas veces... No me fui porque quería otra familia. No me marché porque me haya cansado de ellos... si son mis hijos, por Dios del cielo! Mis hijos! Ellos son mi familia y los amo! 

Pero no podía quedarme. 

No les haría vivir aquél tormento a mi lado.

Recuerdo la noche en que tuve que armar mí maleta... Sentí... sentí que me estallaría el corazón con la sola idea de partir sin ellos; mi familia lo era todo para mí. TODO!!! Y yo no quería irme... no podía marcharme! No sin ellos... pero debía hacerlo!! No quería que me vieran así; no lo soportaría. 

Yo debía ser fuerte y salir adelante por mi niño y mi pequeña... Amanda -mi compañera del alma, mi amada esposa- los cuidaría bien; yo sabía que sí. Y así lo hizo. Mis tesoros no podían tener mejor madre y yo no podía haber elegido mejor mujer para pasar el resto de mi vida.

Fueron siete años de tratamientos agotadores, de ver médico tras médico, de perder las esperanzas, de sujetarme a la vida con el único propósito de volver a ver a mis bebés.

Cuántas veces sentí que no podría, que no saldría con vida. 

Cuántas veces me habré dormido llorando como un niño indefenso, sintiéndome solo en aquella cama de hospital?!

Cuánto extrañé las risitas de mis niños, sus travesuras, sus besos y sus abrazos... cuánto añoré su presencia!.... Cuánto los necesité!.... Cuánto luché para estar hoy aquí con ellos.... con mi JuanMi... pero él no quiere ni verme... me odia y no lo culpo... 

Debí ser sincero con él, lo sé.... pero ya es tarde para eso ahora. No hay forma de volver el tiempo atrás... y, tal vez de haberlo,  no cambiaría lo que pasó... Simplemente no sometería a mis tesoros a todo eso!

Ah...Juan Miguel... hijo mío. Cuánto te amo, mi principito... No sabes lo mucho que anhelo estrecharte en mis brazos y mecerte en mi regazo como si fueses un bebé pequeñito otra vez. Me fui por ti, hijo querido, me fui para poder estar contigo hoy... Entiéndeme, cariño, entiende por favor!- Le dije tratando de explicarle el por qué de mi partida, pero Juan Mi no me quiso escuchar...

Desde ese día, mi vida ha sido más miserable que nunca...Y sin embargo, nada me preparó para lo que vendría. Ni los años de sufrimiento y soledad, ni los más dolorosos tratamientos, fueron una décima parte de lo que sentí cuando vi a mi hijo estrellarse contra aquél árbol.

Vi pasar todo en cámara lenta; tuve que forzar a mis ojos a no salirse de sus cuencas...No!! Esto no está pasando...- Me dije- No, Dios mío! No puede morirse!! NO MI HIJO!!! NOOOOOO!!!

Me faltaron las piernas para correr a su lado... y aún así, cada paso que daba eran mil que quería retroceder... Tenía mucho miedo de lo que podía encontrar! Que tal si... si mi hijo estaba.... no puedo ni pensar en eso! Sentí que mi corazón se detendría ahí mismo si algo le hubiera ocurrido.

Cuando estuve a metros del vehículo, tomé una respiración profunda, antes de que mis pulmones colapsaran... me acerqué un poco más y pude ver a mi niño con sus ojitos cerrados y muy quieto.... mi corazón se me apretujó con la sola idea de no tenerlo más conmigo... hasta que lo vi quejarse de dolor!

Mi pequeño estaba vivo! Estaba vivo.... y eso fue suficiente para mí.

Lo saqué como pude del auto, sin saber bien qué hacer... sólo preocupado de su salud. 

Empecé a buscar lesiones peligrosas, golpes o huesos rotos, pasando suavemente mis manos por su cuerpo y me permití respirar aliviado al no encontrarlas. Entonces no pude más aguantar mis ganas de sentirlo cerca mío y envolví mis brazos a su alrededor, abrazándolo con infinita ternura, escuchándolo sollozar contra mi pecho... Yo estaba feliz de tenerlo allí conmigo! pero me sentí morir cuando mi hijo confesó que su intención había sido no sobrevivir al choque.... Dios!! Mi bebé intentó quitarse la vida!!

Un temor paralizante me recorrió el cuerpo, llevándose casi por completo mi aliento... Casi lo pierdo! Casi pierdo a mi bebé!!.... Y todo era mi culpa! Maldita sea! Soy un imbécil! Un imbécil que debía hacer algo! Mi hijo no podía pensar en quitarse la vida otra vez!! Y yo debía hacer algo en ese instante, pero qué?!! Mi niño estaba frágil... y yo temía dañarlo!!

Pero al ver que él estaba bien y saber que su intención era morir, fue lo que me sacó de mi miedo a no forzar a mi hijo a tener una relación conmigo y ser su padre.

Lo tomé con cuidado y lo llevé hasta la casa! Había algo que debía hacer y no podía esperar más! 

En cuanto estuvimos solos, lo dejé sobre mis rodillas y le di los azotes que pedía a gritos desde mi llegada, y que yo, por cobardía, no me atrevía a darle.

Sentir a mi hijo llorar era horrible y me generaba una sensación de angustia que se acrecentaba aún más al saber que yo era el causante de sus lagrimas, pero... por primera vez, me hizo sentido la frase más odiada de mis padres: "prefiero verte llorar por un dolor en el poto que muerto"

Y hoy, era justo eso lo que pasaba... Prefería tener a mi niño sollozando entre mis brazos a verlo en un cajón.

Al terminar las nalgadas, pude ver que mi hijo se libró del gran peso que cargaba en sus hombros... porque ya no existía! Me tenía a mí para llevarlo. A mi! Su padre! Para cuidarlo y amarlo como nunca dejé de hacerlo! Él podía volver a ser mi pequeño, al que yo solía cargar en los brazos... 

Y eso hice... lo sostuve contra mi pecho,besándole la frente, aspirando el perfume de sus cabellos, mientras me concentraba en escuchar los latidos de su corazoncito! Lo abracé y mecí hasta que sus lágrimas cesaron y mis miedos se acallaron... 

Al fin, la herida que yo mismo había provocado sin querer estaba empezando a sanar!