PALABRA EMPEÑADA
Antes de que
algún@ de ustedes se sumerja en la aventura de esta lectura, quiero que sepan
que como co autora, disfrute enormemente de este proyecto que inicialmente
nació como una propuesta de tres capítulos, y sin embargo sobrepaso mi
expectativa inicial; no voy a decirles cuantos capítulos son, ya que los
descubrirán a medida que los vayan leyendo.
Pero debo
decirles que ha sido muy grato para mi poder crear esta pequeña obra en
conjunto con Little Hoshi, a quienes muchos conocen y supongo admiran tanto yo
lo hago, no solo como escritora sino como amiga. Para mí fue un sueño hecho
realidad, poder crear una historia de mano de tan brillante persona que como
dije admiro y quiero mucho, por la forma tan abierta de pensar y vivir la vida.
Muchas gracias
Little por concederme este capricho de chica mala, jeje; fue maravilloso y
entretenido tejer contigo estas palabras y espero no sea la última vez, fue un
sueño hecho realidad como te dije ya, porque te considero al igual que a
Dreamgirls una de mis autoras favoritas.
Lo que me lleva
a una tarea, el poder convencer en el camino a DREAM a escribir algo en
conjunto a futuro.
Espero disfruten
mucho de lo que hicimos mi buena amiga Little y yo, pensando en la diversión
mutua y del blog, agradeciendo a Lady su siempre tan amable cobertura a
nuestras locuras, sin tu Blog amiga mía, no sabría que hacer con mi tiempo
libre, jejejje
Un abrazo en la
distancia:
Marambra
Ahora si, a leer y disfrutar
PALABRA EMPEÑADA
Capítulo 1
Ya hacía cuatro meses que Bruce
se había cruzado con un pequeño ladronzuelo que intentaba robar las llantas al
batimóvil. Ese pequeño ladronzuelo era Jason y desde el mismo instante en que
se vieron hubo una especie de conexión cósmica entre ellos… ese encuentro,
en realidad, fue fuera de serie.
Aquel día Bruce había salido como
de costumbre a patrullar por la ciudad pero por alguna razón la puerta mecánica
de la baticueva no se abrió. Así que Bruce tuvo que bajar a ver el
inconveniente y aunque no tardó ni 15 segundos en darse cuenta de que era lo
que había sucedido, se demoró como 10 minutos en solucionar el problema…
alguien, demasiado ocioso, había colado chicle en el láser de la entrada por lo
que el mando a distancia no funcionaba. Esos precisos 10 minutos fueron
los que Jason aprovechó para tratar de retirar las llantas del batimóvil con un
desatornillador de puertas que quedó totalmente doblado; ¡vamos hombre! que era
el batimovil, no cualquier automóvil de por ahí
Ahora que Bruce lo recordaba, ni
se había percatado de ese detalle, simplemente se acercó al automóvil para
poder ingresar a la casa y menuda fue su sorpresa, al ver al mocoso aquel de
rodillas, con la lengua afuera, que iba de un lado a otro, mientras que con el
dorso de su mano derecha limpiaba su frente del sudor. Al parecer a Jason le
estaba costando muelas aquel trabajito. Bruce, inocentemente, creyó que el
mocoso se estaba atando las cuerdas del calzado hasta que vio la herramienta en
la mano.
Soberana estupidez, se recriminó
luego, dándose un golpecito en la frente, ¿Cómo era posible siquiera imaginar
que un niño de ese tamaño esté caminando fuera del radio de protección de su
hogar?. Además, ningún padre, en su sano juicio, llevaría a un hijo suyo
a pasear a esa hora de la noche… ERAN LAS ONCE, demasiado tarde para que un
crío esté fuera de la cama, y estuvo tentado a preguntarle dónde estaban sus
padres; pero la forma en que se movía y los gruñidos que soltaban le hicieron
desistir de la idea y prefirió observarlo un poco más, sin hacer el menor ruido
para no asustarlo y tras un breve, pero sustancial momento, decidió poner fin a
aquello. ¡¡¡VAYA!!! Era el delincuente de menor edad que atrapaba con las manos
en la masa, todo un record… ¿Cuántos años tendría?... ¿Once?, ¿Doce?... no podía
adivinarlo, aun conservaba rasgos de niño pequeño; con los incisivos
ligeramente separados y los colmillos chicos. Pero ahora mismo Bruce no
podía darse el lujo de perderse en elucubraciones sin sentido. Ya habría tiempo
para averiguarlo, ahora su prioridad era poner en resguardo la integridad de
aquel pequeño; ladronzuelo o no era un niño que corría demasiados riesgos en
una ciudad como esa y a esa hora de la noche. Así que decidió intervenir a su
modo: sentando presencia
- Y…
¿Se puede saber qué estás haciendo? –inquirió Bruce a la vez que
lo suspendía del piso y lo miraba fijamente. Fue en ese momento en que sus
ojos se cruzaron y algo sucedió. Tras un breve segundo de duda y sorpresa, el
pequeño delincuente decidió hacer frente a ese desafío
- ¿No
es obvio, pajarraco? – contestó de forma insolente, sin inmutarse
siquiera de su presencia, ni un solo sobresalto que hubiera sido lo habitual en
cualquier otra persona, pero no en Jason, que estaba más concentrado en
conservar la pose de matón a sueldo mientras arreglaba su ropa
- ¿Pajarraco?
– aquello sí que era nuevo, pensó Bruce en todos los insultos que los
malandrines le daban
- OH!!,
vamos, hombre ¡Suelta ya! Estás arrugando mi ropa y tengo una importante cita
de negocios a la que no puedo faltar – le indicó Jason, tratando de
soltarse, pero sin hacer realmente mucho esfuerzo. Si aquel
pajarraco le jalaba demasiado, se quedaba sin camisa, y era la única que
tenía en buen estado
- Sí,
me lo imagino – dijo Bruco sonriendo bajo la máscara por la insolencia
y las agallas del pequeño sinvergüenza – ¿A ver si lo adivino?... La
cita que seguro tendrá tu trasero con la mano de tu padre… ¡mínimo! – indicó
viendo con satisfacción el conflicto generado en el rostro de aquel ladronzuelo
- Pues
te equivocas, pajarraco – contestó Jason una vez readquirida la
compostura – yo, no tengo padre – declaró con una mueca
triunfal en la boca, dejando momentáneamente perplejo a su contrincante
- En
ese caso – respondió Bruce, recuperándose de la impresión, mientras lo
volteaba, atrapando su cintura y sin mayor esfuerzo, le soltó tres dolorosos
palmetazos que a Jason le picaron en lo más hondo de sus gastados
pantalones – PLAF PLAF PLAF ¡AHORA, ADENTRO! – tronó en una
orden inconfundible que ningún mafioso hubiera osado desobedecer, pero vamos,
aquel pequeño mafiosillo era otra cosa
- Auuu,
¿Qué te pasa idiota? – se frotó el trasero, sin disimulo, y sin soltar
el destornillador. ¡Pero qué tonto! pensó, si podía defenderse con eso. Un solo
plaf más y lo entornillaba, si señor
- He
dicho ¡ADENTRO! – y esta vez lo cogió de la nuca a manera de gancho y
empezó a meterlo en la casa, en ese instante Alfred apareció por la puerta al
darse cuenta que Bruce no entraba a la vivienda por alguna razón
- YO
NO VOY A NINGUNA PARTE – le espetó, obstinado, el muchacho –
FALTABA MÁS – agregó ofendido
- ¿Sucede
algo, señor? – inquirió Alfred con un levantamiento de ceja, mientras
miraba de reojo al pequeño que trataba de huir del firme agarre de Bruce, mmm
esto se ponía interesante, pensó el pequeño ladronzuelo al fijarse en ese
hombre de rostro adusto y porte elegante ¿Sería el padre del pajarraco? Se
preguntó a sí mismo. No ¿De dónde? se respondió. No le diría “señor” a su
propio hijo. Aunque estos millonarios tienen algunas cosas excéntricas para
ponerse a la moda, pensaba Jason mirándolos interactuar
- Si,
Alfred, sucede que tenemos una visita de última hora para cenar – anunció,
sacudiendo un poco a Jason para que permanezca quieto
- Estoy
seguro que a la visita le agradará muchísimo el pastel de chocolate y el helado
de vainilla – sugirió astutamente, distrayendo al crio que
automáticamente dejó de moverse como una culebrilla
- ¡Haberlo
dicho antes! – Jason le contestó a Alfred y se apresuró a
sujetarse de su brazo, como si fuera su lazarillo, dejando a Bruce con la
palabra en la boca apenas éste lo soltó de su mano – pero que conste,
he?... me quedo solo por insistencia suya – si pues, era un as con las
palabras, de eso no había la menor duda…
Y fue ese descaro, esa
bravuconería y la total ausencia de miedo al peligro que hizo que Bruce
decidiera en ese instante el futuro de aquel niño. Alguien tenía que hacerse
cargo de él, alguien que lo metiera en vereda. Alguien que le enseñe lo que un
niño debe aprender para ser un hombre de bien. Alguien que sepa pulir aquella
joya; en fin, alguien como él (si así de divinamente vanidoso)… Bruce se quedó
momentáneamente perplejo aquel día por el curso de sus pensamientos, pero no se
había equivocado, Jason era un diamante en bruto y le haría mucho bien a Dick.
Y esto porque Bruce había pensado
muchas veces que Dick echaba de menos a su hermano, si bien había
sido su figura paterna desde que sus padres murieran, Dick estaba solo en esa
gran mansión y él no quería eso para su hijo, sabía a ciencia cierta lo
que era la soledad, Bruce había crecido solo en esa misma gran
mansión y conocía de antemano lo solitario que se podía sentir uno en una casa
de esas dimensiones, con solo la compañía de tus propios pensamientos, sin
alma que haga el menor ruido. Por ejemplo, a la hora de acostarse, ¿cuántas
veces, él mismo, tras mandarlo Alfred a la cama, se habría sentado en el lecho
esperando oír algo o a alguien que viniera a por él? Pero nunca
sucedió, nunca vino nadie a echarse de menos a excepción de Alfred y eso
solo cuando estaba enfermo, porque después solo reinaba el silencio.
Así que Bruce pensó que adoptando
a Jason mataría dos pájaros de un tiro. Lo que no contaba es que en el proceso
de adopción de Jason conocería al pequeño Tim, el niño con su curiosidad casi
enfermiza le recordaba mucho a él mismo...bueno... como le gustaría haber sido
a su edad...Bruce no fue precisamente un niño dulce y de fácil trato a su
edad... a ninguna edad en realidad y de eso podían dar fe hombre y mujeres que
pasaron por su vida, en plan fríos negocios o amoríos de una sola noche…
¿Cuánto tiempo había pasado del
encuentro con aquel ladronzuelo?. Se preguntaba ahora Bruce frunciendo el ceño.
Apenas cuatro meses, cuatro meses en que su vida, de pronto, se vio
interrumpida con la presencia de aquel niño que le robó el corazón en el mismo
instante en que lo llamó PAJARRACO. Y tardó solo dos meses más, para tenerlo
consigo, a su lado y para siempre. Y no solo eso, sino que en el proceso se dejó
primero convencer por Jason y luego se dejó robar el corazón nuevamente (por
una tercera vez) al conocer a Tim. Justo en el mismo hogar de acogida al que
Bruce tuvo que devolver a Jason, al día siguiente que intentó atracar el
batimóvil con aquel desatornillador medio oxidado. El mismo destornillador que
guardaba como un tesoro en el gavetero de su escritorio. Como recordatorio de
que uno no siempre tiene llaves para abrir puertas o ventanas. Y que a veces
hay que usar otras armas para conquistar y defenderse del mundo y sus
alrededores.
Y ahora estaba, ahí, contemplando
a sus tres niños, Richard o Dick como solía llamarlo por cariño a quien adoptó
hacía ya más de 3 años. Tras la trágica muerte de sus padres y hermano. Jason,
de 12 valientes años, y el más pequeño… Tim de 10. De no haber sido por Jason
nunca hubiera adoptado a Tim, fue la condición que el niñito le puso para irse
con él.
¿Quién hubiera imaginado que un
chicle cambiaria su vida tan radicalmente? Nadie, se dijo a si mismo Bruce.
Tras una primera cena compartida en casa, vio como interactuaban Dick con Jason
y eso aceleró su decisión de adoptarlo. Después de muchos meses vio a Dick reír
a carcajadas por algo que no fuera una tonta película, sino porque conversaba
con otro niño, lo vio tan animado en la cena y en el desayuno que incluso lo
llamó papá y no “Bruce” como comúnmente lo llamaba. Y eso se sintió tan bien,
que quería fuera siempre así.
Pero por otra lado estaba la
sensación de tener la casa llena, como un verdadero hogar, la presencia de
ambos muchachos se hizo palpable. Vio a Dick correr por el patio jugando con
una pelota, saltar, revolcarse, chapotear en el agua de la fuente, en fin… lo
vio ser lo que era, un niño feliz y no unos pasos livianos caminando en pocas
direcciones, el comedor, su dormitorio, el estudio o la baticueva cuando lo
llamaba y ahí acababa el recorrido
Esa vitalidad, esa energía era lo
que necesitaba Dick, y Bruce iba a entregárselo. Le regalaría la alegría de un
hogar como en el que se crió, con hermanos para disfrutar. Por eso consultó con
sus abogados para poner en marcha la adopción de Jason, quería ponerse en
contacto de inmediato con el centro de menores de donde el pequeño había huido.
Aunque según Jason no huyó, técnicamente, salió con permiso no
confirmado. Bruce quería que su abogados contactasen con el
director o el encargado de Jason y decirle que pedía la guarda custodia desde
ese momento, y que Jason se quedaba en casa. Pero sus abogados le sugirieron
que era mejor llevarlo de regreso al centro de donde se escapó Jason y conocer
un poco más a fondo el historial de vida de aquel muchachito. En su momento
aquel consejo le causó enojo a Bruce, pero con el tiempo agradeció la oportuna
intervención. Gracias a eso, tenía a Tim a su lado. Porque fue ahí y ese día
que vio a Tim por primera vez y algo le llamó la atención… la charla de Jason
con Tim.
- ¿Lo
lograste? – preguntó el pequeño a Jason, corriendo hacia él, dando
saltos de alegría, como si fuera un canguro. Bruce creyó que Jason se
incomodaría de la presencia de un niño tan activo como aquel. Seguramente le
preguntaría sobre su frustrada huida, pero se equivocó, Jason abrió sus brazos
como un mini padre y Tim se dejó abrazar, aplastando su pequeña cara en el
pecho de Jason, quien además le besó la cabeza sin ningún reparo – ¿Lo
lograste? – le volvió a preguntar, comiendo ansias con los ojos
abiertos como luceros de lo brillantes que eran
- No,
no lo logré – contestó abatido, Bruce podría jurar que la mirada de
Jason se cargó de enorme tristeza, seguro era un plan mucho tiempo fermentado y
que ahora se vio frustrado por encontrarse con él en medio de su corta carrera
delictiva
- Otra
vez será – le contestó Tim, con una amplia sonrisa, que mostraba unos
dientes relativamente nuevos, arrugando su nariz salpicada de pequitas
marrones, con el pelo lacio despeinado que ocultaba su frente y se confundía
con sus cejas ralas
Mucho tiempo después se enteraría
de que iba aquella charla. Bruce supo la razón de esa charla justo cuando le
anunció a Jason que estaba tramitando sus papeles de adopción y que lo más
probable era que se lo llevase a casa en unos dos meses. Bruce creyó que Jason
se alegraría con la noticia, porque siempre que iba a verlo, cada día en
realidad, Jason lo recibía con verdadero beneplácito. Pero aquel día que le dio
la noticia de la adopción Jason se puso a la defensiva y se negó a recibirlo de
ahí en adelante, Bruce no entendió ese cambio repentino, hasta que la
trabajadora social le contó lo que realmente sucedía con Jason y lo mucho que
ese cambio tenía que ver con Tim.
Aquella tarde no solo Bruce sino
todo el personal se asombró de la forma tan violenta y explosiva con la cual
Jason abandonó la sala de visitas corriendo como un torbellino enojado. Al ver
correr a Jason llorando tras la visita de Bruce, la trabajadora social decidió
averiguar la razón de ese estallido… Jason no se quería irse de ahí, sin Tim…
Tim ingresó en el centro de menores cuando solo contaba con 5 años, Jason
llevaba toda su vida allí, y por alguna extraña razón Jason puso bajo su
protección a Tim. Volviéndose inseparables.
El día en que Jason escapó del
hogar, en realidad, no era escapar; huir y no volver. Sino que fue a buscar un
regalo para Tim que iba a cumplir 10 años. De eso se enteraron por la propia
boca de Tim que se negó a acostarse a dormir por esperar a su guardián. Lo que
le valió cinco manotazos en el trasero de parte de la celadora para que se
acostase de una vez por todas.
También se enteró que Tim adoraba
las historias heroicas del caballero de la noche, el anónimo héroe de la
cuidad. Así que a Jason se le ocurrió prometerle un tornillo del batimóvil.
Los servidores sociales de aquel
hogar para menores, estaban acostumbrados a que Jason se “diese su vueltita
por la ciudad” como solía decir Jason pero que a la mañana siguiente
estuviese de regreso. Jason no tenía problemas para burlar la seguridad o
traspasar la tapia saltando (sin el menor miedo a romperse el cuello) cuando no
le permitían salir por las buenas (excursiones para los chicos que se portaron
bien en la semana o que hicieron los deberes escolares sin errores o sacaron
buenas notas); los servidores sociales sabían perfectamente que Jason no
dejaría a Tim solo por mucho tiempo.
Jason, que probablemente él era
el único ser en el mundo que sabía donde vivía Batman, decidió regalar a Tim
por su decimo cumpleaños un presente de su mayor héroe, de ahí su plan de que
colocar el chicle en el láser y afanarse con el desatornillador.
Tras enterarse de eso, Bruce
exigió hablar con él y con Tim y fue cuando les prometió que no los separaría y
que se los llevaría a ambos a vivir con él como hijos suyos.
Una decisión que hasta el día de
hoy agradecía haber tomado, su hogar estaba completo, sus hijos estaban con él,
la mansión ya no era un triste mausoleo, sino un verdadero hogar.
Hay Chicas que quieren que les diga cuando vi que ustedes (mis escritoras favoritas) escribían en conjunto una historia de mi superheroe favorito casi me caí de la silla, por mi que tenga mil capítulos que creo nunca me cansaría de leer.
ResponderBorrarY curiosamente también estaba escribiendo de Jason Wayne.
Por cierto Little esperando que leas esta notita, espero con ansias que termines tu historia el pequeño Schumacher es solo un deseo.
Un abrazo y sigan escribiendo por favor
Gloria
LittleHoshi: Coescribir este fic con Marambra aparte de un placer y una diversión fue un honor. Y fue una grata sorpresa ir descubriendo a medida que pasaban los capítulos como funcionaba la mente creativa de Marambra. Disfrute escribiendo, leyendo, reescribiendo y releyendo cada capítulo y espero que alguien más disfrute de nuestro trabajo. Pero si no fuera así, tampoco sería una catástrofe porque egoístamente hablando YO si que he disfrutado de esta historia.
ResponderBorrarEn mi cel se blanco no lo puedo leer
ResponderBorrarWaooo que más puedo decir cuando se juntan dos grandes Escritoras....
ResponderBorrarEsta historia se ve que va a estar de lo mejor!! Así que aquí ya tienen a otra lectora que tampoco se va a cansar de leerlas!!