Martín caminaba vacilante por la orilla de la
playa que estaba frente a la cabaña de su padre, deseando que el tiempo
corriera de prisa y que esas mini- no sé qué que había ideado su padre acabaran
pronto. Hacía apenas un día que habían llegado y él sólo quería alzar sus
maletas y regresar a lo que quedaba de su “hogar”. Habían pasado tantas cosas
esos últimos meses que nada lo hacía sentir seguro.
Ricardo, su padre, no sabía cómo conectar con
él; a veces pensaba que su hijo lo culpaba de la muerte de su madre y otras
veces estaba seguro.
Y lo más acertado es que lo odiaría aún más
cuando le dijera lo de.... ahhh, mejor no pensar en ello ahora. Al menos se
consolaba pensando que su niño seguía con él... y que habría tiempo de reparar
los lazos. Pero cuánto dolor le causaba ver la expresión de vacío en aquellos
ojos tan azules como el cielo de aquél atardecer.
-Martín… mi pequeño Martín- Decía con
nostalgia, al ver a su hijo perdido y no atreverse a ir a su encuentro.
-No te preocupes, Ricardo. Ya verás que
Martín lo va a entender! Es un buen chico… igual a su padre!- Dijo Helena,
abrazándolo por la cintura.
-Eso espero, mi amor. Eso espero- Dijo
besándola -No sabes cuánto me costó traerlo aquí-
Y sí que había costado. Aquello fue una guerra de voluntades terrible
entre padre e hijo. Ricardo estaba perdiendo su valiosa paciencia y su hijo no
parecía ceder por nada. Y sólo accedió cuando, a las amenazas, se le sumó la
promesa de que al viaje los acompañarían Rafael y Helena.
-Si a veces pareciera que hace de todo sólo para
enfadarme- Y aprovechó que Martín estaba lejos para besarla y llevarla a
su cama.
Sentado en el lugar que siempre solían ir de picnic con sus papás, Martín
seguía con la vista clavada al infinito. El tiempo parecía detenerse para él. De
pequeño había pasado los mejores veranos en esas tierras, pero algo le decía
que éste en particular iba a ser inolvidable. Y el tiempo le daría la razón.
-Mamita, cómo te extraño!- Dijo, suspirando. Hablaba al viento, con los
ojos cerrados, recordando el rostro de su madre, imaginándola a su lado,
acariciándole la cabecita como antes. Pero al abrirlos, se vio solo en
medio de la nada y una sensación de vacío lo golpeó. Sintió un impulso de estar
con su padre, no quería estar nunca más solo, así que partió a su encuentro.
Llegó a la casa y
buscó a su papá en su despacho, pero no estaba; subió a la habitación, no se
molestó en tocar, nunca lo hacía por qué ahora sí?! Pensó. –Papi yo…- Dijo
apenas entró, pero las palabras huyeron de sus labios ante lo que vio.
Ricardo y Helena
estaban perdidos en un cálido beso, que no se percataron cuando la puerta se
abrió.
-Son unos malditos!!!-
Gritó Martín, mirándolos con odio, cuando logró salir del estado de shock.
Había deseado tanto correr a los brazos de su padre, pero lo que encontró le
destrozó el corazón
-Martín, hijo- Trató
de acercarse Ricardo.
-No
me toques! Me… me repugnas!! Me das... me das tanto asco!
-¡Martín! Sé que es
una sorpresa para ti, pero no es razón para que te pongas insolente- Amonestó
Ricardo, dando nuevamente un paso hasta el lugar en donde su niño estaba
parado.
-Una maldita mierda...
–Gritó, apartándolo de su lado- Es que acaso no tienes respeto por la memoria de
mi madre? No lleva muerta ni seis meses!!!- Decía, caminando como león
enjaulado por la habitación- Y tú?!! -Dijo señalando a Helena- Se suponía que
eras su amiga!!-
-Martín hijo, no es
lo que tú piensas- Ricardo no sabía cómo decirle que con su madre sólo vivían
juntos... que ella sabía de Helena, que si no se habían divorciado era sólo por
él... cómo explicarle a su hijo que su vida era una farsa, mantenida a punto de
esfuerzo y sufrimiento?
-Ah, no?! Y qué se
supone que es esto, eh?! Sólo te estaba consolando?! Cómo pudiste traer a tu
amante a la casa que compartimos con mi mamá?!!
-Martín, siéntate. Tenemos
que hablar- dijo controlándose para no decir ni hacer nada que no
perjudique más la relación tan frágil.
Pero el niño había
visto y oído suficiente.- No tengo nada que hablar... con ninguno de los dos!
Me dan asco!! Yo mejor me largo de aquí.
Ricardo, impactado
como estaba, dejó marchar a su hijo.-Qué haremos, Helena?-
-Creo que debemos
dejarlo tranquilo, al menos hasta que se calme y podamos hablar- Dijo ella,
intentando no mostrar cuán afectada estaba por las palabras del chico aquél al
que amaba tanto como a su Rafael.
-Qué le diremos?- Ricardo
en toda su vida jamás había estado tan perdido.
-La verdad...- Aquello sonó
más a pregunta que a una afirmación.
-Toda la verdad- Dijo
incrédulo
Helena suspiró
apesadumbrada. Toda la verdad era muy difícil de aceptar. Ella lo sabía y temía
perder el cariño de ese niño lindo al que la propia Lucía -madre de Martín y
amiga de ella- le había encomendado.
-Toda la verdad- Le
besó la frente -cuando regrese Martín hablaremos con los niños. No eres mi
amante, te sacrificaste por mí, por mi error. Sólo temo perder a Martín-
-Lo sé, cariño. Lo sé! Y no
te pido que lo hagas, yo...-
-Le contaremos todo, y si
tú fuiste capaz de perdonarme, lo hará mi hijo-
-Te amo, Ricardo!! Lo
sabes, verdad?! Te amo mucho!!
Mientras la pareja se
consolaba, el tormento de los chicos comenzaba.
Rafael había seguido a Martín.
No logró entender qué había pasado, pero él no iba a dejar solo a su amigo del
alma.
-Hey, hermano,
qué te pasa?!!- Preguntó inocentemente el chico, alcanzándolo en la sala de la
casa.
-Aléjate de mi bastardo de
mier…- Se alcanzó a contener -tú no eres mi hermano y nunca lo vas a ser!!-
Ricardo había salido de la
habitación en el instante justo para escuchar lo que sus hijos se decían-
Martín!- Exclamó, acercándose hasta ellos- Retira lo que acabas de decir y
discúlpate ahora mismo!- Le ordenó, tomándole de un brazo.
-NO ERES QUIÉN PARA DECIRME
QUÉ HACER!! Y ES LA VERDAD!! ESA RAMERA SE ACUESTA CON CUALQUIERA, POR ESO
RAFAEL NO SABE QUIÉN ES SU PADRE… Y ESA, PADRE, ES LA DEFINICIÓN DE BASTARDO!!-
Plafff
Un golpe seco y un calor
quemante en su mejilla izquierda fue todo lo que sintió el niño. Su papá
acababa de darle una cachetada.
-Hijo de puta, me has
golpeado!- Dijo, tratando de salir de la casa
-Hijo, espera! Yo... lo
lamento! De verdad, cariño…- El padre seguía torpemente a su muchacho, por el
pasillo de la casa.
-No es cierto, me has golpeado!!
Jamás me habías pegado y ahora lo haces por estos! Pues que te aproveche tu
nueva familia porque has perdido la tuya- Miró a Rafael – Felicidades, tu madre
es una zorra!!- Dijo, dándose media vuelta para no volver a verlos jamás.
-Tú no te vas a ningún
lado, jovencito. Vamos a hablar, y más te vale que vayas cambiando de actitud.
Soy tu padre, y me vas a escuchar... quieras o no.- Ricardo había tomado a su
hijo del brazo para impedirle que se fuera.
-Déjame, maldito hijo de
perra... tú... tú no eres nada mío!! Te odio.... te odiooo!!- Gritó, volcando
toda su bronca en aquellas palabras y soltándose bruscamente del agarre del
hombre. Su padre detuvo sus pasos, mirando hipnotizado cómo su único hijo se
alejaba maldiciendo y rabiando a más no poder.
-Qué esperas, Ricardo?! Ve
por tu hijo!! Está muy enojado y no sabemos de lo que es capaz!! Haz algo...
por favor!!- Suplicó Helena, observando impotente la escena desde las
escaleras. Habría querido hacer algo ella misma pero supo comprender que no
estaba en sus posibilidades detener la marcha de Martín. El chico la adoraba...
casi como a una segunda mamá, pero no después de verla en brazos de su padre.
Martín estaba fuera de sí.
Salió de la casa, decidido a cualquier cosa. Tenía la intención de meterse al
mar y no salir nunca de ahí; extrañaba a su madre, y ahora había perdido a su
padre, a su segunda madre y a su mejor amigo.
Corrió ciego por las
lágrimas, el dolor, la desesperación... todo! Quería ahogar esos sentimientos y
no le importaba si en el proceso se ahogaba él también. Prefería la muerte. Total,
nadie lo extrañaría. Nadie lo quería, y al fin y al cabo, dolía más la vida
solo que la muerte misma. Al menos así podría ver a su madre... su mamita linda!
Ricardo corrió como un loco
tras su hijo y se lanzó al agua por su bebé. Él no perdería a su hijo. Brazada
tras brazada, rogaba al cielo por que le ayudaran a encontrarlo; cuando por fin
dio con él, se asustó de verle la mirada vacía. Su hijo había dejado de luchar
contra el mar que trataba de devorárselo.
-Te tengo, mi bebito- Dijo
entre sus pensamientos y empezó la ardua tarea de sacarlos a ambos del
agua.
-Déjame… vete, papá!! Vete
con ella!! Quiero estar con mi mamá, extraño a mi mamita- Murmuró su hijito,
débilmente. -Déjame ir, por favor! No quiero sufrir más…
-No! No sufrirás más,
mi hijo! Te contaré todo, bebé! Te contaré toda la verdad- Le dijo Ricardo como
último recurso mientras luchaba con su hijo para mantenerlo a flote.
Martincito no dijo nada y
cerró los ojos, dejándose llevar por los brazos de su padre. Algo le dijo que
debía escuchar lo que papá tenía para decir, sólo esperaba no arrepentirse.
En cuanto llegaron a
la orilla -Habla- le dijo soltándose del agarre de su padre.
-Vamos a la casa. Te
vas a quitar esa ropa mojada y luego hablaremos, campeón.
Martín se mantuvo en
silencio otra vez. No tenía ganas de hablar. Pero al llegar a casa y ver a
Helena y a su hijo, le hizo hervir la sangre- Y qué esperan?!! Una invitación
para irse de casa de mi mamá?!- Dijo tomando a Rafael y arrastrándolo del lado
de su madre para sacarlo de la casa a empujones.
Eso fue todo lo que
Rafael pudo soportar y empezó a forcejear con su hermano del alma- No me
toques... suelta, o no respondo de mí.
-Que no respondes?!
El que no responde soy yo!! O sales tú y la prostituta de tu madre de mi casa,
o los saco a patadas!!
-Hijo!!!- Gritó
Ricardo, intentando evitar una pelea. Pero fue tarde. Rafael le estrelló el
puño en la cara al otro muchacho y la batalla entre los "hermanos"
dio comienzo. Ricardo y Helena miraban impotentes cómo sus chicos se golpeaban
y daban patadas, hasta que Ricardo se metió en medio de los adolescentes.
-No te metas- Le
ordenó Martín, -si no quieres que te parta la cara por...- No le salían los
insultos hacia su padre.
-Se acabó, jovencito!
Se acabó para los dos! Esto es suficiente!- Repitió el señor, pero Rafael
no pudo detener su mano y un puñetazo llegó a la cara de Ricardo.
-Lo siento, lo siento!!-
Dijo desesperado. Trató de salir corriendo de casa.
-Perdón, perdón! No quería-
Quiso excusarse al ver que su mamá se acercaba –No, mamita… fue un accidente,
mami no me pegues!!
Helena miró con una
mezcla de tristeza y enojo a su hijo. No quería hacerlo, pero se había pasado
con aquellos golpes. -Ven aquí, jovencito- Dijo mamá, atrapando a su niño por
el antebrazo y dándolo vuelta para tronar dos fuertes palmadas en la colita de
su retoño.
-No, mami, por favor!
No delante de él- Le rogaba a su mamá, Rafa sabía que a Martín no lo castigaban
así, y a él le daba mucha vergüenza que a él sí y que su ex-amigo se enterara.
Por su parte, Martín
miraba el intercambio entre madre e hijo con una sensación de extrañeza,
sintiéndose afortunado de inmediato. Y arrugó la naricita cuando escuchó cómo
sonó la mano de Helenita contra la parte trasera de Rafa.
-No más, mami, no lo
vuelvo hacer- Le rogaba. Y Helena no tenía intenciones de darle más que
esas dos palmadas. Entendía la reacción de su hijo. No la consentía, pero
entendía por qué lo hizo.
Rafael al ver que no
lo castigarían más, se soltó con cuidado de su mamá, -Me voy a mi casa, no
quiero volverlo a ver nunca más-
-Si no quieres que
vaya por el cepillo, te quedarás aquí, jovencito- Comentó Helena, bastante
seria.
-Puedes pegarme en la casa,
si quieres- Respondió saliendo. No podía soportar el dolor que estaba sintiendo.
-No le pegues, Helena. Sabes
que no fue su culpa- Dijo Ricardo
-CLARO! LO DEFIENDES PORQUE
ES EL HIJO DE TU AMANTE!!-
-Estás equivocado,
hijo. Tú empezaste todo esto y no es justo que Rafa pague por eso. -Ricardo vio
cómo los colores le cambiaban a su niño. Se puso rojo de furia.
-Es un maldito
bastardo!! Por qué lo defiendes?!!- Martín estaba desbordado. Gritaba de frustración
ya.
-Te equivocas...
Rafael no es ningún bastardo... él es... es tu hermano! Es mi hijo!!
Martín hizo algo que
jamás pensó hacer: golpeó a su padre, un seco golpe en la mejilla, que casi
hace caer al pobre de Ricardo. Helena, que estaba cerca, lo sostuvo y Martín la
empujó a ella también.
Rafael aprovechó la
distracción y salió corriendo, todo este tiempo le habían mentido.
-Helena, ve por él! No creo
que verme ahora ayude mucho, además debo castigar a Martín-
-Tú a mí no me tocas
más!-Gritó Martín hecho un huracán de rebeldía.
Por otro lado, Ricardo
no dijo nada. Se limitó a sujetar a su hijo y le dio una nalgada sobre la ropa
mojada - A tú pieza! Te duchas, y tú y yo, jovencito, tendremos una larga
conversación-
El niño se estremeció
de dolor. Nunca antes en su vida le habían dado ni un sólo chirlo y esa palmada
definitivamente le había dolido, y mucho!
-He dicho que no!
Maldito!
ZAS!! ZAS! ZAS!!
-Obedece, Martín!!
-Auuuu... deja de
hacer eso! Es muy humillante.- Se quejó el jovencito, intentando alejarse
de las manos de su padre.
Ricardo se cansó de
la actitud de su hijo, lo tomó de una oreja y lo llevó a punta de nalgadas
a su habitación. Una vez adentro, le buscó ropa, le sacó la polera mojada y lo
secó con una toalla y le puso una seca; luego, bajo las protestas y manotazos
asustados que impedían su trabajo, le sacó la bermudas, y lo dejó sobre sus
rodillas -puede que no tuviera práctica desde ese lado pero del otro, tenía un
máster!!- Una vez acomodado su hijo, le bajó el último vestigio de protección.
-Nooooooo... no te
atrevas!! Déeeejame, infeliiiiiz... mal nacidoooo!!! Suéltameee!!- Bramaba desesperado
el chico, tratando de liberarse de la prensa que ejercía su padre sobre su
cintura, moviéndose intensamente.
ZAS!! ZAS!!
ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
-Cuida el tono, Martín. No
estás en las mejores condiciones para ponerte insolente- Y el niño se mordió un
puñito con tal de no darle con el gusto a su papá de verlo llorar. Aunque, a
decir verdad, esas pocas nalgadas ya habían empezado a picar.
Ricardo le sacó la
mano de la boca y se la sujetó en la parte baja de la espalda-
ZAS!! ZAS!! ZAS!!
ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
-Mmggggg... ufff..
auuauauau... -Se quejaba despacito. -Auuu... yaaaa
-No puedes salir
corriendo como lo hiciste, Martín, ni meterte al agua de esa manera- Dijo Ricardo,
antes de dejar su mano sobre la nalga derecha del chico- ZAS!! ZAS!! ZAS!!
ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
Martín no soportó más. El
dolor en su corazón, su alma herida, su orgullo doblegado hacía que aquellos
golpes dolieran más de lo que debían doler. –Buaaaaaaaaaa……Deja, papá...
déjameee... buaaaa!!!
-No puedes
emprenderla a puñetazos! Rafael es inocente en todo esto- Dijo dándole palmadas
ahora en su nalguita izquierda- ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!! ZAS!!
-Ahhhhhh…
auauuauuuuuu... yaaaaa... Me pegas por su culpaaa... buaaaaaaa… buaaaaa
-Qué culpa tiene él,
hijo?! Qué culpa tiene tu hermano?- Dijo sobándole un poco el trasero, que
estaba seguro le debía doler horrores.
-M-m-maa-l-looo... l-lo
prefieres a éeeel...- Sollozaba desgarradoramente el muchacho, haciéndose
pequeñito.
Ricardo le terminó de
sacar el calzoncillo mojado y lo envolvió en una toalla; hizo todo eso mientras
lo acombada para dejarlo sentado en su regazo. -Todo lo he hecho por ti, Martín.
Eres mi hijo querido! Si quieres, mi sol, papá te contará todo, explicaré todo!!-
Le susurraba, besándole los cabellos húmedos, buscando consolarle.
-Martín, la
vida con tu mamá no era lo que aparentaba ser… nos queríamos, pero nunca nos
amamos y si tú quieres que yo te cuente toda la verdad, lo haré, aunque no te
guste, aunque no lo entiendas… aunque tú dejes de amarme como a tu padre,
aunque decidas que no quieras vivir más conmigo y que quieres vivir con tus
abuelos, lo aceptaré, pero con la única condición que me escuches hasta el
final- Dijo Ricardo, con los ojos rojos de tanto llorar. Sabía que perdería a
su hijo... aunque tal vez podría recuperarlo en un futuro, pero si seguía manteniendo
el secreto, lo perdería para siempre.
Martín estaba enojado,
furioso, dolido y confundido. Le dolía mucho el trasero. Por primera vez en su
vida su papá le había pegado y no era algo que quería repetir. Además, la
oferta de poder irse a vivir con sus abuelos y no tener que ver nunca más a su
padre y a su amante, era más que tentadora. Sólo debía escuchar la traición a
su madre. Y de solo pensar eso, su corazón sangrante dolía un poco más.
Ricardo, tomó a su
hijo y lo dejó apoyado contra su cuerpo. Su niño lo necesitaría, y él
definitivamente lo necesitaba más.
-Con Helena… éramos
novios desde siempre, y tu mamá era su mejor amiga. Y un día, después de una
estúpida pelea, ambos traicionamos a Helena. Fue una noche! Nada grave pasó
según nosotros. Y el día de nuestra boda, le entregaron unos analices a tu mamá,
donde nuestra vida cambió para siempre. Al saber que te estábamos esperando, no
podía casarme con Helena y la dejé en el altar. Tomé a tu madre de la mano y
nos casamos en una capilla cercana, por eso es que no hay fotos de nuestra
boda, por eso es que tuvimos que partir de cero. Al año, nos reencontramos con
Helena, nos perdónanos y sí, hijo, tuvimos una aventura, nuevamente una noche,
y Helena desapareció. Diez años después, nos encontramos cuando me
presentaron a mi nueva secretaria. Era Helena. Nos tomó de sorpresa a los dos.
Fue todo estrictamente profesional, hasta que un día tuvo que salir temprano
porque su hijo se enfermó en el colegio. Yo me ofrecí a llevarla y al verlo lo
supe: Rafael era mío. Le dije a tu madre y fuimos a verlos; ninguno necesitó el
ADN, pero lo hicimos de todos modos. Rafael no lo sabía, bueno hasta ahora. Con
tu mamá decidimos que no podíamos seguir mintiéndonos; nunca fuimos una pareja,
sí una familia, nos queríamos, no respetábamos a nuestro modo; ella
encontró el amor, Lucía iba a casa de Víctor el día del accidente… esa es
la verdad, Martín. Tus padres fuimos los mejor amigos, pero jamás fuimos
pareja, sólo queríamos lo mejor para ti, porque Martín tú siempre fuiste
lo único verdadero en nuestro matrimonio.-
Bajó la cabeza para
ver la reacción de su principito y le dolió el alma de verlo llorar como lo
hacía.
-Perdóname, hijo! Nos
equivocamos- Murmuró, pasando su pulgar por las mejillas de su chiquito para
secar las lágrimas.
-Noooo.... me
mintieron.- Lloriqueó Martincito, queriendo salirse del regazo de su papá, pero
Ricardo aferró más sus brazos alrededor de su niño para retenerlo.
-Shhhh!! Shhhh!!… Martín,
sé que no lo entiendes, pero no cambia nada lo que sentíamos por ti, hijo.
Créeme. Si pudiera hacer las cosas bien, cambiaría todo, menos el hecho de tenerte.
Eres mi hijo y eres lo único de lo que jamás me he arrepentido. –Dijo,
apretándolo con fuerza - Te amo, Tin Tín-
Martín por fin devolvió
el abrazo y dejó todo su dolor y odio fluir en lágrimas. Y lloró hasta que se
quedó dormido en el pecho de su papito, que lo mecía tiernamente entre sus
piernas. Adoraba con toda su alma a ese mocosito lindo que era su niño.
Lentamente, lo metió
a la cama, rogando que su otro hijo pudiera perdonarlo.
Cuántos errores había
cometido en su vida... Pero ésta vez trataría de hacer las cosas bien… con
ambos.
A la hora, un fuerte
golpe en la puerta despertó a Martín de su sueño. Estaba abrazado a su papá y,
con cuidado se salió de sus brazos para ir hacia la puerta.
-…no puedes obligarme
a volver!!! No quiero volver!!- Vociferaba Rafael.
-Sí puedo!! Soy tu madre
y tú eres menor de edad! Así que si no quieres que te dé unos azotes, vas
entrar a la casa, ofrecerás una disculpa y vas a escuchar lo que tenemos que
decirte…
-Yo ofrecer una
disculpa? ¿YO? SON USTEDES LOS SUCIOS QUE NOS DEBEN UNA!! POR TU CULPA MI
HERMANO ME ODIA, Y YO LOS ODIO A USTEDES!!- Le gritó llorando.
Martín, al sentir los
gritos, salió lo más rápido que pudo de la habitación, sin percatarse siquiera
de cómo estaba vestido. Por suerte, su papá le había puesto el calzoncillo
cuando estaba dormido que sino… mejor ni pensarlo… al llegar frente a su
hermano se abrazó a él. -Deja a mi hermanito en paz!- Dijo, casi en un grito.
-Me mintieron, Martín…
Nos mintieron…-
-Shhh... Lo sé,
hermanito, lo sé… Pero no te preocupes, lo solucionaremos!- Le decía,
apretándolo fuerte como su papito lo había hecho con él.
Rafael se sorbió los
mocos y trató de sonreírle -Y tú por qué estás en calzoncillos?
El chico se miró
recién dándose cuenta de su precario atuendo y el dolor en sus nalguitas se
registró en su mente, haciéndolo quejar. -Porque papá me pegó!!- Gimoteó.
-Papá te pegó?!-
Repitió, sin poder registrar en su cerebro lo que oía, y miró enojado al pobre
hombre que trató de esconderse detrás del amor de su vida. Aquellos dos
traviesos tenían la misma forma de mirar acusatoriamente.
-Por qué le pegaste a
mi hermano?- Lo encaró.
-Cariño.- Helena
decidió hablar- Él es tu padre y ama a tu hermano, tanto como a ti, y no quiere
que nada malo les suceda. Tu hermanito se pudo haber muerto hoy...- Calló,
mirando las expresiones de sus chiquitos.
-Pero pegándole no es
la mejor manera de decir “me alegro que estés vivo”, mamá- Le reclamó Rafa.
Ricardito miraba
orgulloso el trato protectorio que tenían sus niños entre ellos. Era bueno
saber que al menos la relación de cariño que se tenían desde el primer día que
se conocieron seguía intacta.
- Mi chiquito, es mi
deber castigar a tu hermanito... él estaba confundido y puso en peligro su vida,
sabes que no soy partidario de las nalgadas pero hay en ocasiones que es la
forma más efectiva de llevar el mensaje a vuestras cabecitas- Dijo besándole la
frente a sus dos hijos
-Eso quiere decir que
no nos van a pegar más?- Dijo, aprovechándose del pánico, su padre decía que no
era partidario de ellas que lo demostrara ahora, porque su mamá le había
prometido una zurra con el cepillo.
Los tres hombres
miraron expectantes a Helena. Ricardo incluso con una expresión de ruego por su
niñito, pues por lo mucho que la conocía sabía que su hijito tenía una cita
programada con el cepillo.
-Cierto que no, papá?
No nos pegarán nunca más!- Manipulo Rafaelito. Pero papá lo miró feo, dándose
cuenta de las intenciones del menor de sus bebés.
-Rafael!- Sonó la
advertencia.
Pero Rafael no
pensaba dar su brazo a torcer. –Promételo, papi-
-Jmmm... Rafael!-
Llamó la atención Helenita, intentando contener una sonrisa.- Los amamos, mi
cielo, y por eso queremos lo mejor para ustedes! Son nuestros tesoros, no lo
duden nunca, está claro?!
-Nuestros traseros si
lo dudan- Dijo Martín, dándose masajes suavecitos en la colita.
Ricardo extendió sus brazos ante el puchero de sus nenes y se vio asaltado por los bracitos de sus hijos, que lo rodearon en un abrazo aplastante, que casi se lleva su aliento. Pero eso no le importaba a Ricardo. Él era el hombre más feliz del mundo, con costillas… o sin ellas, mientras sus hijos estuvieran con él.
-Aún no te perdono...
papá... pero yo siempre te he querido como mi papá... Así que no cambia nada- Le
dio un beso en la mejilla.
-Lo siento tanto,
pequeño!!- Susurró Ricardo, abrazado a Rafael -Yo te amo más! y nunca dejarás
de tenerme... los amo mucho a los dos!
-Yo también sigo muy
enfadado con ustedes- Dijo Martín y se abrazó a la que desde hace cinco
años era su segunda madre. Ahora entendía por qué su mamita siempre se preocupó
que Helena tuviera ese papel preponderante en su vida, si desde que la conoció
hacía varios años, él sabía que podía contar con Helenita como si fuera su
propia mamá... y vaya que Helena había compensado esa confianza con creces.
-Los amamos,
jovencitos, y aunque estén enojados con nosotros, los haremos muy felices. Pero
ahora mi niñito se irá a poner pantalones para que no pesque un resfriado.
Ricardo mandó a su
niño de una palmadita a su habitación, susurrándole "te amo" y Martincito,
le sonrió y se fue a su habitación casi arrastrando a su hermano con él.
-En qué quedamos?! No- Mas- Palmadas!!- Se
quejó Rafael y corrió
con el que era su hermano desde siempre.
Helena y Ricardo se abrazaron llorando. Habían esperado tanto por éste
encuentro... pero el miedo a la reacción de sus hijos siempre los había
frenado. Así que ahora no podían más que dar gracias por el resultado. Los
chicos se fueron a la cama, no quisieron separarse así que se durmieron juntos,
como la familia que eran.
hermoso perfecto esperouna conti porfisss¡¡
ResponderBorrarJoooooooooooooooque bello, que bello, que bello!!!!.. ¿Continua verdad?..porque si no le das otro capi dejp de comer brócoli por el resto de mi vida!!!
ResponderBorrarGenial Ariane-Lady como siempre,no le podía pedi menos a dos genias como ustedes, es más, si hubiera sido una mala historia no se los perdonaría nunca porque se la calidad de escritoras que son, pero les quedó de rechupete asi que solo me resta decir: OTRA!!!..OTRAAA!!!
BELLO... con tal que no sea para alborotarlo a uno y dejarlo con ganas...y luego nada... Upsss... aun con el sentimiento de Alessandro jajajaj... Les quedo genial chicas
ResponderBorrarQue historia chicas :3
ResponderBorrarMe encantó!!
Martín me ahh me robo el corazón y todo lo que dijo a su papi muy duro pero muy desahogante
Continúen la historia porfía chicas
Son geniales
Saludos
Hermosa historia, con mi aire de brujita ya sabía que iban a co-escribir un fic estaba apunto pero apunto de decirlo a voz alta:...heyyy!! para cuando la historia...y por suerte ya publicaron :D jajaja.
ResponderBorrarTanto secreto, tanto oculto y dentro del mar de mentiras la unica verdad es que los cuatro se adoran como familia!! ahhhh me encanta esta de mis favoritas.
gran relato es la primera vez k escribo un comentario solo me queda decir k son unas GENIAS!!!!
ResponderBorrarMuy linda la historia. Les quedo lindo, felicitaciones.
ResponderBorrarLes ha quedado super super espero la continuen y saber que pasará con esta linda familia
ResponderBorrarHola, chicas.... pero qué lindas palabras!! Mil gracias!! Gracias Mousse, Cassy, Sanha, Dunkitas, Cath, Carliiii, Miranda y Fanny... qué gentiles son!! :D
ResponderBorrarLes agradezco muchísimo a todas por su lectura y sus comentarios!!! Fue muy entretenido escribir de estos chicos lindos y... todo un regocijo escribir junto a una grande como Lady!! =D Gracias a ti también Lady!
Un besote grande para todas!!
Owww, qué linda historia!!
ResponderBorrarqué... complicadas relaciones familiares! xD
voy a patearle el trasero a Ricardo, podia haber esperado un tiempo mas, por lo menos ser mas delicado para el su muejr seria amiga, pero para su hijo vivir una mentira de tantos años y querer borrarla con una explicacion de que traicionaron a HElena? jo, el duelo de su hijo era reciente si DEFINITIVAMENTE VOY A PATEARLO......... LADY ME HAS LEIDO, VOY A PATEARLO Y A HELENA TAMBIEN
ResponderBorrarJAJAJAJJA , perdon, es que lady y ariane, ustedes crean situaciones que me ahcen rabiar muchisimo y sacan lo peor de mi jajajajajja
estuvoe estresante, con mucho suspenso, intriga, pena y todo un revuelo de sentimientos esta inauguracion
espero que haya una continuacion, ambas se complementan
FELICIDADES
Hay chicas tantas emociones a ras de piel, pobre chicos tanta cosa que enfrentar así de una, que bueno que se tengan los dos.
ResponderBorrarMuchas gracias por unir sus mentes brillantez y darnos tan hermosa historia
Gloria