N/A: La historia tiene lugar en la
quinta temporada, con obvias modificaciones y cambios de poca importancia como
en la edad y los diálogos originales.
"Noches emocionantes; mañanas...
no tanto"
La mañana
iniciaba temprano, como siempre, en la primaveral Villa Chica. El sol
entró a hurtadillas a través de las cortinas y chocó ferozmente en los
párpados de Clark. Se obligó a abrir sus ojos y la vista no pudo ser más bella
para él: allí, en frente suyo, Lana yacía tranquilamente dormida. El sueño
suavizaba sus delicadas facciones y, para Clark, ella lucía como un verdadero
ángel.
Gratas imágenes
inundaron su mente con los recuerdos de la noche anterior. Al fin había tenido
su primera experiencia sexual, y qué mejor que haberla tenido con Lana. El
perder temporalmente sus poderes era una de las cosas más fantásticas que
pudieran sucederle. Como todo adolescente –incluso uno extraterrestre- Clark
había empezado a experimentar las consecuencias de la locura de hormonas en su
cuerpo, pero por sus habilidades especiales temía iniciar su vida sexual por la
sospecha de que lastimaría a su chica. Y ahora sin su súper fuerza, pudo
disfrutar de la mejor de sus noches.
Clark vio cómo
Lana abría sus ojos lentamente. Ella lo saludó con una fresca sonrisa que hizo
brillar su rostro.
–Esa fue la
mejor noche que tuve en semanas –dijo ella.
Clark le
correspondió con una sonrisa y un suspiro. Pero su expresión de felicidad plena
se desvaneció cuando escuchó el locutor en su radio despertador.
–Son las 6:30
de un nuevo día en Villa Chica –comunicaba la voz en el aparato.
–¡Oh, Dios mío!
–exclamó Lana con sus ojos abiertos como platos.
–¡Mis padres
llegarán pronto! –prosiguió Clark saltando de la cama–. Tienes que irte.
–¿En serio?
Porque pensaba que sería genial quedarme a desayunar –bromeó Lana, y ante la
expresión de pánico en los ojos de Clark, agregó riendo:– es broma, será mejor
que me vaya.
Se vistieron tan
rápida y decentemente como pudieron. Lana no tuvo tiempo de recordar en qué
lugar cayó su ropa, así que sólo se puso una camisa de franela de Clark, y él
vistió únicamente sus jeans.
Bajaron las
escaleras procurando no hacer ni el más mínimo ruido pero, una vez en el
pasillo, tropezaron con varios objetos y, cuando estaban a punto de estallar en
risas, se encontraron cara a cara con Jonathan y Martha Kent, que hablaban
tranquilos en la cocina.
–Clark –se
dispuso a saludar el mayor de los Kent, pero al ver a los dos adolescentes en
tan comprometedora situación, se interrumpió de inmediato–. ¡Qué demonios!
–Puedo
explicarlo –se apresuró a decir Clark, en vano.
–Señores Kent,
Clark y yo tomamos esta decisión juntos, así que si están enojados, debe ser
con ambos –dijo Lana dando un paso adelante.
–No estamos
enojados –repuso Martha poco segura de sus propias palabras–, es sólo que están
en… un nuevo territorio.
Jonathan miró a
su esposa y luego a Lana.
–Mira Lana
–dijo–. Agradezco tu franqueza, pero debo hablar con mi hijo. A solas.
Con el tono
severo de Jonathan, Lana supo que debía irse, así que dio una última mirada al
rostro enrojecido de Clark y se marchó por la puerta de la cocina.
Cuando la
muchacha salió, Jonathan se giró a su hijo con los ojos llenos de peligro.
–Tú. Siéntate
–ordenó acentuando cada palabra.
Clark obedeció
mientras decía:
–Antes que nada
quiero que recuerden que tengo 17 años, y he estado enamorado de Lana desde los
8, así que no es como si nos hubiéramos adelantado en algo.
Ante la defensa
de su hijo, Martha pidió:
–Por favor dime
que al menos usaron protección.
Los dos hombres
miraron con sorpresa. Las mejillas de Clark estaban más rojas que nunca.
–Sí, mamá…
–susurró escondiendo su rostro.
–¿Protección?
–repitió Jonathan enojado– ¡Esto no es sobre usar protección! No deberías hacer
ese tipo de cosas, ¡y mucho menos en mi casa!
Jonathan era un
hombre muy conservador y de fuerte sentido moral. Para él, el sexo era algo
sagrado entre esposos, no un juego para adolescentes. Sabía que gran parte de
los chicos de la edad de Clark habían iniciado su vida sexual, pero no era lo
que habría querido para su hijo.
–Como si tú y
mamá no lo hubieran hecho –reprochó el pelinegro.
–¡Clark! –regañó
su padre, y luego dijo más tranquilo:– Hay conversaciones que nunca tuve
contigo porque creí que no eran necesarias.
–Porque ustedes
piensan que no soy normal –alegó el chico.
–No, Clark –dijo
Martha–, es sólo que sin tus poderes seguramente ahora eres más… débil.
–Sea como sea,
Clark –interrumpió Jonathan–, es inaceptable que hagas esto.
–¡Ya, lo siento!
¿Bien? –dijo Clark levantando los brazos e intentando ponerse de pie, pero la
mano firme de su padre en su hombro, lo devolvió a su asiento.
–Cuida tu
tono, Clark. A tu cuarto. Ahora.
El joven suspiró
resignado y subió a su habitación.
Abajo, Jonathan
pasó una mano por su rostro tratando de canalizar su ira. Como adivinando lo
que su esposo tenía en mente, Martha llevó su vista hasta la sala adyacente,
donde estaba la repisa con el conocido cofre de cobre que guardaba el trozo de
kryptonita verde, la cual era utilizada en emergencias.
Jonathan captó
el gesto de Martha y se incorporó.
–¿Estás de
acuerdo con esto? –preguntó él.
–Sabes que nunca
estuve complemente de acuerdo con que castigues a Clark así, pero creo que es
lo mejor, o al menos lo correcto.
Jonathan
asintió. En toda su vida sólo había azotado una vez a su hijo cuando lo trajo
de regreso de Metrópolis. Sabía que la falta ahora era mucho más leve que la
anterior, pero aún así debía ser reprendido. Para esta ocasión las cosas serían
mucho más sencillas, puesto que sin sus poderes Clark era tan vulnerable como
cualquier otro chico de su edad, y no necesitaría usar la kryptonita para
hacerlo sentir débil.
-Sólo procura no
ser demasiado duro con él –pidió su esposa.
Jonathan asintió
nuevamente, caminó hasta una repisa, tomó un cepillo para el cabello y subió
las escaleras.
Arriba, Clark
esperaba sentado a su padre temiendo lo que sucedería, y cuando lo vio entrar a
su cuarto con un cepillo en su mano, supo que estaba en problemas. Agradeció
internamente que al menos esta vez no usaría el cinturón.
–Supongo que
sabes para qué vengo –inició Jonathan sentándose junto a su hijo.
–¿Quieres
pegarme? –preguntó Clark con una mueca que se parecía más a la de un niño de 7
años en lugar de un muchacho de 17.
–Quiero que
hablemos –repuso Jonathan y puso una mano sobre el hombro del chico–. A todo
padre le alegra ver que su hijo está creciendo, pero también eso lo llena de
miedo. No quiero que arruines tu vida por un momento de… calor. Y no pongas esa
cara, que no me refiero únicamente al sexo.
Clark juró en su
interior que jamás había sentido tanta vergüenza. Siempre pensó, con gran alivio,
que esas charlas no las tendría con su padre.
–Escúchame, hijo
–continuó Jonathan–. El sexo no es algo que te debas tomar a la ligera.
Requiere de responsabilidad y respeto. Y haber aprovechado nuestra ausencia
para acostarte con Lana es algo inaceptable. Ya te he dicho que las acciones
tienen consecuencias, así que…
Jonathan se puso
de pie y Clark supo lo que venía a continuación.
El menor tragó
con fuerza intentando eliminar el nudo que se formó en su garganta.
–Papá, por
favor…
–Sabes que lo
mereces, Clark.
–Pero… Aún no me
he acostumbrado a sentirme tan… humano. No lo aguantaré.
–No exageres,
Clark. Además, se supone que esto no debe ser agradable. Lo siento hijo pero va
a suceder. Ponte de pie y baja tus jeans.
Clark cerró los ojos
derramando dos lágrimas que había estado reteniendo. Se puso de pie mirando
fijamente a su padre que sostenía el cepillo y tuvo que ahogar un sollozo que
por poco logra salir.
Jonathan sintió
un hueco en su corazón al ver la miseria en el rostro de Clark, pero sabía que
debía continuar. Como en esta ocasión sus acciones no fueron tan malas como la
primera vez, Jonathan decidió que podía conservar sus bóxers y Clark agradeció
que su padre le evitara la humillación de ser azotado en su trasero desnudo.
Jonathan se sentó en la cama y estiró
una mano. Clark entendió su intención así que se puso a horcajadas sobre el
regazo de su padre. Era una posición en la que nunca había estado pese a haber
sido zurrado una vez. Era un chico muy grande y pesado, así que para quedar más
cómodo, tuvo que estirar levemente su cuerpo sobre la cama aún en el regazo de
su padre, y enterró su rostro en una de las almohadas.
El rubio se incorporó y, sin
querer alargar más el momento, bajó con fuerza el cepillo sobre los glúteos semidesnudos
de Clark.
Un “ouch” no
pudo ser ahogado completamente en la almohada y Clark tampoco pudo evitar que
su cuerpo saltara. Más de un año había pasado desde su primer azote y odiaba
tener que recordarlo tan vívidamente.
Jonathan dio
tres golpes seguidos y Clark tuvo que sacar su rostro de entre las almohadas
para tomar aire.
–Papá… por
favor… duele –dijo mordiendo su labio inferior. Le costaba manejar el ardor en
su trasero. No estaba acostumbrado a sentirse humano, ni siquiera cuando era
expuesto a Kryptonita.
Jonathan logró
ignorar las súplicas de su hijo y se mantuvo firme. Situó dos fuertes azotes
que terminaban en un sonoro "crack" que ocultaban un poco los gemidos
de su hijo.
–Papá, lo
siento, ¡pero por favor detente! –pidió Clark apretando los dientes y
aferrándose a las sábanas. Las lágrimas ahora mojaban su cama y su voz sonaba
quebrada.
Cuatro golpes cayeron justo debajo de
los glúteos, cerca de las piernas, y esta vez Clark gritó en cada uno de ellos.
–crack ¡Ay! crack ¡No,
papá! crack ¡Basta! crack ¡Lo siento, lo
siento!
Jonathan decidió
que ya casi era suficiente y dio los últimos dos golpes, más fuertes que los
anteriores.
–¡Ay! ¡No más!
–gritó nuevamente soltando un sonoro gemido.
El muchacho
sentía que su trasero ardía en llamas. No pudo contenerse más y empezó a
sollozar suavemente sobre la almohada. Sus hombros se sacudían mientras su
padre acariciaba su espalda.
–Ya, ya está.
Todo terminó –dijo dejando el cepillo a un lado–. Te daré unos minutos a solas
para que te calmes y en un rato bajas a desayunar, ¿bien?
Clark sólo
sacudió su cabeza como para decir “sí” y esperó a que su padre saliera para
incorporarse. Cuando se sentó, un siseo escapó de sus labios y de un salto se
puso de pie. Aunque aún no estaba muy de acuerdo con el motivo de la paliza,
supo que evidentemente necesitaba de más responsabilidad para enfrentar el
sexo. Ambos habían sido unos tontos al acostarse en un lugar tan… poco seguro,
y ahora que lo pensaba, no recordaba si realmente usaron protección. Pero
después de todo, ni siquiera sabía si podía embarazar a una chica terrícola.
Caminó con
torpeza al baño y bajó su ropa interior para ver las líneas rojizas que
surcaban su trasero. Probablemente no se sentaría con comodidad por un largo
tiempo.
Lavó su rostro
para borrar el rastro de lágrimas y bajó a la cocina.
–Lo
siento...–dijo a sus padres que lo esperaban en la mesa.
–Está bien hijo,
te perdonamos –respondió Martha con una sonrisa.
En ese momento,
Chloe entró de repente a la cocina con el rostro confundido.
–Ey, ¿qué pasa?
Hace un rato vi a Lana corriendo por todo el campo y usando sólo una camisa
masculina…
La rubia clavó
los ojos en Clark, que había intentado sentarse pero que al caer sobre la
silla, hizo una mueca y se paró de un salto.
Chloe vio su
rostro de vergüenza y la expresión firme de Jonathan y dedujo todo de
inmediato.
Clark enrojeció
ferozmente. Sólo esperaba que su mejor amiga no hiciera un reportaje sobre eso.
hola sol! bienvenida! he leido los dos caps y me han gustado mucho, al menos valio la pena la paliza no? je je
ResponderBorrarBIENVENIDA AMIGUITA NUEVA JJJJJ
ResponderBorrarme he liedo con deleite tus dos relatos geniales os dos, preciosos....
espero de corazon que sigas publicando para el deleite de much@s de nosotr@s que disfrutamos al maximo de esta linda pagina.
Hilas la historia con verdadero gusto y atrapas, Clark mi gran Clark el amor de mi adolescencia castigado nunca me lo hubiese imaginado en ese estado meido humano con kritonita de colores, e imagino que de mejor tno quedo el trasero jajajaja
un besote, no te pierdas guapa, sigue enviando historias si? asi simos mas y disfrutamos mucho mas noc rees'
Marambra
muy lindas tus historias espero que continues con esta serie, es de mis favoritas.
ResponderBorrargracias
Me gustaría leer el fic de cuando castigan a klarc por primera ves me encantaría y tu cap me encantooo
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