CAPÍTULO 29: MALENTENDIDOS.
El reto del año en una casa como la mía era conseguir algo de
intimidad. Mi cuarto no era sólo mío, los pasillos solían estar atestados, y
mis hermanos no pillaban el concepto de “llamar antes de entrar”. El único
lugar medianamente privado era el baño, y si me metía ahí muy a menudo tenía
que aguantar las bromas de Alejandro acerca de conseguirme una novia que me
ayudara a aliviar ciertas necesidades….
¿Dónde tenía que meterse uno para hablar por teléfono con la chica que
le gusta? Tras desesperarme un rato, me
di cuenta de que la única habitación libre era la de mi padre, así que me metí
ahí y cerré la puerta. Creo que nosotros pasábamos más tiempo en esa habitación
que el propio papá. Antes Aidan tenía un despacho, además de un dormitorio.
Luego el despacho se convirtió en el cuarto de Hannah y Alice… y en realidad su
dormitorio también, porque los enanos se
sentían más a gusto en ese cuarto que en el suyo.
Sonreí al ver las paredes
adornadas por once fotos del mismo tamaño, colocadas en fila a lo largo
de la habitación. Cada uno de mis hermanos tenía un lugar en esa pared, salvo
Michael. Tome nota mental de decirle a papá que incluyera una y dediqué unos
segundos a pensar cómo le estaría yendo a mi hermano mayor con Aidan. Luego recordé para qué había entrado en aquél
cuarto, y saqué el móvil para llamar a Agustina.
No me lo cogió. Tuve miedo de que se hubiera enfadado por la brusquedad
con la que había cortado nuestra última conversación. Vamos, que la colgué. Fue
Aidan, más bien, pero eso ella no lo sabía. Ojalá me diera la oportunidad de
explicárselo.
Decidí esperar un rato antes de volver a intentar llamarla y me dejé
caer sobre la enorme cama de papá, que en ese momento estaba más que desecha.
Me llegó un SMS y pensé que era suyo, pero no. Era de Mike.
“Ted, mi
madre dice que hoy vio a Fred en el hospital. Parece que tuvo algún tipo de
accidente”
La madre de Mike era enfermera. Creía que sus padres estaban de viaje,
y por eso no habían ido al colegio cuando el director les llamó, pero en ese
momento eso dejó de tener importancia. ¿Un accidente? Pero… si me había enviado un mensaje y no me
había dicho nada… Había creído que lo de Fred era sólo una gripe o algo de eso…
Intenté hablar con Fred, pero no me lo cogía, así que llamé a Mike y
estuve hablando con él un rato. Él no sabía mucho más. No había hablado con él,
porque tampoco le cogía el móvil. Mike parecía más preocupado que yo y al final
me contagió su preocupación. Miré el reloj. Eran las nueve y media de la noche.
Si cogía el coche en ese momento estaría en casa de Fred a las diez. No eran
horas de hacer visitas, aún en el improbable caso de que papá me hubiera
dejado.
….Hay días que se hacen eternos, y aquél sin duda lo fue, aunque creo
que papá se llevó la peor parte.
- Aidan´s POV –
No me pareció que Dylan tuviera ningún daño, y en cambio temía que Kurt
sí pudiera tenerlo, así que le cogí en brazos y le examiné bien. Mi niño
lloriqueaba un poco pero no parecía sentir un gran dolor.
- ¿Estás bien, bebé? Te caíste desde muy alto. ¿Por qué te subiste a la
lámpara, mm? ¿No te ha dicho papá muchas veces que eso no se hace, que puedes
hacerte daño?
Ahí Kurt empezó a llorar un poco más.
- Lo siento… no te enfades…
- No me enfado, bebé, pero no me ha gustado nada que me desobedezcas.
Podría haberte pasado algo muy malo… ¿te duele algo? – insistí, y él negó con
la cabeza, pero me miró con ojitos de santo, con la aparente intención de dar
ternura o penita. Consiguió las dos.
- Papá, duele – repitió Dylan. Fruncí el ceño y sin soltar a Kurt volví
a acercarme a él. Cuando a Dylan le dolía algo se enteraba hasta el vecino.
Gritaba y hacía mucho escándalo, y en cambio aquella vez parecía muy tranquilo.
Por un segundo me angustié al pensar que Michael podría haberle hecho daño al
hacerle aquella maniobra para que respirara, pero el paramédico había examinado
bien a Dylan asegurando que todo estaba bien en sus costillas.
-
¿El
costado? ¿No será flato? – pregunté, y Dylan negó con la cabeza.
Senté a Kurt en la cama y puse a Dylan a su lado.
- A ver, peques, vamos a jugar a los médicos ¿sí? – le dije, y le
levanté la camiseta otra vez y apreté un poco su costado, sabiendo que le haría
cosquillas. Dylan se rió. Reía tan poco que daban ganas de encerrar ese sonidito
en un cofre para poder disfrutar de él como bálsamo curativo. – Mmm. Yo veo que
éste paciente está muy sano. ¿Usted qué
dice, doctor Kurt?
Kurt se metió en el papel rápidamente y se estiró para coger un vasito
con un hilo, unido a otro vasito más pequeño, que a veces hacía de estetoscopio
y a veces de teléfono. Hizo como que
auscultaba a su hermano.
- Suena bien – sentenció, refiriéndose a la respiración. Asentí con
sobreactuada concentración.
- Mi diagnóstico es que claramente el paciente sufre un ataque de
mimitis. Por suerte, tenemos una medicina para eso – dije, y me acerqué a Dylan
para darle un beso. Lamentablemente él me apartó de un empujón, y yo resoplé,
resignado. Uno intentaba que no le doliera el rechazo. Me decía que no lo hacía
aposta, que era cosa del autismo, que no significaba que no me quisiera. Pero
me hubiera gustado tanto poder estrechar a mi enano cuando yo quisiera, como
hacía con sus hermanos…. – No veo que
tengas nada malo, Dy. Si te duele puede ser por agujetas, ¿mm?
- Sí, o por ser demasiado listo… - masculló Michael, desde la puerta.
Casi me había olvidado de que estaba ahí.
- ¿Cómo dices?
- Nada, nada… que no te enfades con el enano. La lámpara no parece
rota, creo que se puede volver a colocar.
- La lámpara no me importa. Kurt podría haberse hecho daño y no quiero
que lo vuelva a hacer. ¿Entendido? – pregunté, mirando al aludido, que asintió.
Mi bebé no sabía estarse quieto. De pronto estaba sentado, y al segundo
siguiente tenía que correr, saltar, escalar algo…. Daba igual si estaba enfermo
o cansado: el cansancio le duraba dos segundos y después volvía a ser un
terremoto.
- ¿Estás enfadado? – me preguntó.
- No, Kurt, ya te lo he dicho. No querías que se cayera la lámpara y no
pasa nada, pero si te voy a castigar por haberte colgado cuando sabes de sobra
que no puedes hacerlo.
Pensé que Kurt se echaría a llorar, pero se limitó a darme un abrazo.
Se lo devolví y después le sujeté bien y le di cuatro palmadas, algo subidas de
intensidad
PLAS PLAS PLAS PLAS
Esperé a ver su reacción, pero sólo noté que me abrazaba más fuerte.
- ¡Malo! – escuché, pero no fue la voz de Kurt, sino la de Dylan. Eso
me sorprendió un poco, y me asombré más cuando Dylan se fue a pasos
agigantados, mirándome de una forma en que no solía hacerlo. No sólo estaba
siendo más expresivo de lo habitual, sino que además parecía muy…enfadado. Quise seguirle, pero en ese momento Kurt,
entre mis brazos, empezó a llorar, como con efecto retardado. Le cogí en brazos
y paseé con él, como cuando era más pequeño y quería calmarle.
- Bueno, bueno, shhh. Ya está. ¿Te acordarás de no colgarte de las
lámparas, mm? Ni de las cortinas. Ni del techo. Ni de nada, ¿bueno?
Kurt asintió y restregó la carita por toda mi camiseta.
- Vamos campeón. Papá no ha sido tan malo. – me defendí. Era consciente
de que al caerse se había llevado un buen susto y confiaba en que eso sirviera
para que no lo hiciera de nuevo sin necesidad de ser muy duro con él.
Kurt tardó unos segundos en calmarse y separarse, pero no me soltó del
todo.
- Ahora besito – exigió.
- Bueno, si lo pides así… - me reí y le di un beso en la frente. –
Vamos bebé. Vamos a cenar que hoy papá tuvo un día muuuuuy largo y está
cansado.
- Harry se portó mal, ¿verdad papá?
- Esto…. Si campeón, pero eso no es asunto tuyo.
- Y Hannah también, ¿verdad papá?
- Kurt, eso no…
- Y Michael, ¿verdad papá?
- Kurt, ya vale.
No estaba enfadado. Sabía lo que Kurt estaba haciendo, me estaba
sondeando y casi adiviné la siguiente pregunta….
- Yo también he sido malo ¿verdad papa?
Le apreté más contra mi pecho y le acaricie el pelo.
- Mis bebés no son malos, son traviesos, y van aprendiendo poco a poco.
Kurt me sonrió entonces y se apoyó en mi hombro mucho más
tranquilo. Le acaricié suavemente por un
rato, y al final me di cuenta de que se había quedado dormido. Ya me había
dicho que tenía sueño. Sonreí, le metí en la cama y le di un beso. Le quité las
gafas y las dejé en su mesita, y me hubiera quedado un rato viéndole dormir de
no ser porque era más tarde que nunca y aún no habíamos cenado.
Se notaba que había hambre porque casi todos estaban concentrados
alrededor de la cocina. La mesa ya estaba casi puesta así que les pedí que se
fueran sentando.
- Harry, campeón, ve a llamar a Ted – le pedí – Ah, y te quiero. – añadí, recordando lo que había dicho sobre
“necesitar oírlo a todas horas”. Él sonrió y se puso algo rojo, y subió
corriendo a llamar a su hermano.
Le partí el pollo a los más pequeños, que no sabían cortar la carne, y
traté de hacérselo también a Michael porque tenía la mano mal, pero no me dejó.
Rodé los ojos. Empezaba a darme cuenta de que ese chico tenía la insaciable
necesidad de demostrar a todas horas que “era mayor”. Sin embargo, no lo hacía
de la misma forma que Ted y Alejandro, sino que para Michael parecía ser algo
de vida o muerte. Como si quisiera
demostrarme a mí, y a sí mismo, que era independiente. Que podía valerse
sólo. Me iba a costar un poco que
entendiera que apoyarse en la familia no reñía con ser adulto…
Cuando por fin me metí en la cama, no tardé en escuchar pasos de un
posible visitante. Aquél día era
esperable que vinieran varios de mis hijos…. Todos los que habían tenido un mal
día. Sin embargo vino alguien que no me
esperaba…. Alguien que era muy mimoso, pero no solía demostrarlo salvo cuando
estaba depre o preocupado… En mi puerta apareció Ted, y aunque no pidió dormir
conmigo, sino hablar un rato, supe que en realidad sí deseaba meterse en mi
cama.
- ¿Qué ocurre, Teddy? -
pregunté, haciéndole un hueco para que se sentara.
- Que no me llames así…. No soy un oso ¬¬
- Voy a enmarcar esa frase y a colgarla en la pared, lo dices desde los
seis años.
- Y tú sigues llamándome así. No haberme puesto un nombre tan largo y
feo, y así no tendrías que buscar diminutivos ¬¬
- ¿Has venido aquí a criticar mi gusto para elegir nombres? – inquirí.
- No – suspiró. – Es que estaba pensando en el día de hoy…
Le acaricié el rostro suavemente.
- No fue un buen inicio de semana, ¿eh?
- Pues no – concordó. Desde la noche anterior Ted había pasado por
varios malos momentos. Primero la aventura de Alejandro, luego ese matón del
colegio, después me ayudó con sus hermanos, estaba muy cansado y pasó lo de
Dylan, Michael…. Definitivamente mi hijo tenía varias razones para estar algo
desanimado, y aun así me daba la sensación de que el motivo real de que
estuviera en mi cuarto nada tenía que ver con todo aquello.
- ¿Qué ocurre, Ted? Pareces preocupado…
- Lo estoy - admitió - No es como si no tuviera motivos ¿verdad? -
preguntó, como demostrando que sus pensamientos habían estado en comunión con
los míos.
- ¿Por qué? ¿Por Dylan? ¿Por Michael?
- ¿Solucionaste las cosas con él?
- ¿Con Michael? No había nada que solucionar.
- Sé que no es asunto mío, pero se pasó... un poco.
- Necesita que le tengan un poco de paciencia. Él ha tenido una vida
diferente y ... complicada.
Ted asintió, pero seguía con la misma cara seria. No había venido allí
a hablar de Dylan, ni de Michael. Levanté suavemente su barbilla.
- ¿Qué pasa?
-
Mike dice
que Fred tuvo un accidente y estaba en el hospital.
Me sorprendí bastante, porque no me lo esperaba.
-
¿Está
bien?
-
Suponemos.
Pero no responde nuestras llamadas. Me escribió un mensaje, pero esquivó mi
pregunta sobre si está bien.
Ted tenía buenos amigos. A quien
mejor conocía era a Mike, en parte por los años, y en parte por su carácter
animado. Fred era más tímido, más políticamente correcto, y creo que yo le
intimidaba un poco. Pero era una buena persona, y eso era lo que a mí me
importaba, teniendo en cuenta que mi hijo pasaba mucho tiempo con él.
-
No será
nada, cariño. A lo mejor se hizo un esguince o algo de eso y está descansando.
Tal vez le veas mañana en clase, y sino luego le puedes ir a visitar, como él
hizo contigo.
-
Nunca
vamos a casa de Fred. Creo que a su padre no le gustan las visitas.
-
Si él no
puede salir de casa, tal vez os deje.
-
Tal vez –
respondió, y suspiró.
-
¿Qué más?
– pregunté, intuyendo que esa no era toda la historia.
-
Agustina
parece saber lo que le pasa.
-
¿Agustina?
¿Tu Agustina? – dije, tratando de
ubicarme.
-
No es
“mi” Agustina, pero sí… Parece que ellos dos se conocen, pero no sé de qué…
-
Bueno,
van al mismo colegio.
-
Nunca
habían hablado… o eso me hicieron creer….
– dijo, y noté cierto resentimiento en su voz.
-
¿Te
hicieron creer? ¿Crees que te engañaron? – pregunté, y puesto que él había
venido a mí, con confianza, decidí decir lo que estaba pensando - ¿Estás
celoso?
-
No tengo
por qué….
-
Pero lo
estás – insistí, y creo que acerté. Como toda respuesta Ted dio un botecito y
pasó de estar sentado a tumbado, con el codo apoyado sobre la cama para alzarse
un poco.
-
A lo
mejor… - accedió, y dio un bostezo – Pero también estoy preocupado por Fred.
-
Tú lo que
estás es cansado. – comenté, y abrí las
sábanas– No tienes por qué estar celoso. Eres algo así como el caballero que
rescata a la dama… Agustina tiene que tener muy buena opinión de ti, después de
que ayer la llevaras a casa.
-
¿Qué
haces? – me preguntó al ver que le arropaba.
-
Te vas a
quedar dormido.
-
Pues… me
voy a mi cuarto.
-
Qué buen
chiste. Estás muy bien donde estás.
-
Pero….
-
Ted. No
te pregunté si quieres dormir conmigo, DIJE que ibas a dormir conmigo – le
informé, en tono firme, pero sonriendo plenamente. Él también sonrió y no puso
más objeciones, señal de que efectivamente estaba mimoso. Le acaricié el pelo y
él cerró los ojos. Era imposible no estar orgulloso de alguien como Ted.
-
Ted´s POV –
Mientras iba conduciendo camino al colegio aún estaba luchando contra
la vergüenza. ¡Había dormido en el cuarto de Aidan! ¡En su cama! Harry se rió de mí por un buen rato. Me
extraño que Alejandro no se le uniera, pero estaba demasiado nervioso por su
examen. Seguro que una vez se lo quitara
de encima se uniría al club “riámonos de
Ted”. Michael directamente había pasado a llamarme “bebé”, lo cual normalmente
me habría molestado, pero decidí tomármelo como un signo de que empezábamos a
tener confianza.
-
Entonces,
¿cuándo conseguiste el coche, bebé? – me preguntó Michael en un semáforo. Nos
acompañaba al colegio aunque luego tenía que ir a la comisaría. Creo que le
gustaba acompañarnos.
-
Papá me
lo regaló al cumplir dieciséis. ¡Y deja de llamarme así!
-
Oh, papi
le regaló un coche. ¿No hubieras preferido un peluche?
-
¿Y tú no
prefieres un bozal? – contrataqué.
Sentí un golpe en el respaldo y por un segundo pensé que fue él, pero
Michael no estaba sentado detrás de mí, sino detrás de Alejandro, que iba de
copiloto. Detrás de mí estaban Cole y Kurt.
Miré por el retrovisor justo a tiempo de ver cómo Cole le daba una
colleja bastante fuerte a Kurt.
-
¡Au! ¿Qué
haces? – protestó el enano, mirándole con los ojos vidriosos.
-
¡Me diste
una patada!
-
¡Fue sin
querer! ¡Es que no quepo! ¡Michael es muy grande!
-
¿Y por
eso me das una patada?
-
¡QUE FUE
SIN QUERER! –chilló Kurt.
-
Chicos,
estoy conduciendo aquí. – intervine - No os peleéis por tonterías.
Fue como hablar en chino, porque empezaron a gritar y forcejear, y
sentí más golpes en el asiento y vi que me distraía, así que detuve el coche en
el arcén. El coche de papá, que iba detrás del mío, se detuvo también y él se
bajó a ver qué pasaba. No tuvo ni que preguntar, porque los enanos seguían
peleando.
-
¡Pero
bueno, ya basta!
-
¡Ha
empezado él!
-
Me da
igual quién empezara, Kurt. Cole, tú eres el mayor, no seas crío. Vamos,
sentados bien los dos, y nada de peleas.
-
¡Es tu
culpa, enano! – protestó Cole y le dio un empujoncito.
-
Dije que
basta. Como Ted tenga que parar otra vez alguien va a ir calentito al cole ¿eh?
Kurt miró a papá con mucha tristeza y Cole no se quedó atrás, así que
Aidan suspiró y le dio un beso a cada uno. Después volvió a su coche con los
demás, convencido de que le obedecerían.
Yo arranqué el mío, y efectivamente parecía que no iba a haber más
peleas. Pillamos algo de atasco y se nos hacía tarde. Alejandro tenía que
llegar a su examen así que pisé el acelerador cuando la carretera se
descongestionó. No me salté ningún
límite, pero en el camino hacía curvas y por ir rápido parece que Kurt se
mareó. Por segunda vez en aquél trayecto corto frené el coche y papá me imitó
segundos después.
Se acercó algo mosqueado, pensando que se habían peleado otra vez.
- ¿No os dije que…? – empezó, desde la ventanilla, pero no le dejaron
terminar.
-
Papiiii – gimoteó Kurt. – Me he mareadooooo.
Aidan le quitó el cinturón de seguridad y le sacó del coche, cogiéndole
en brazos. Marearse en el coche era una sensación de veras molesta…. El pobre
enano tenía tendencia a los mareos, igual que yo. Aidan le dio un beso en la
frente.
-
¿Tienes
ganas de devolver, cariño?
-
No séeee.
-
Bueno, no
pasa nada. A ver, vamos a sentarnos
aquí, y a tomar aire ¿si?
Yo me limité a observar mientras papá trataba de que a Kurt se le
pasara el mareo. No llevó mucho tiempo. Papá le llenó de besos antes de meterle
en el coche otra vez y ya que estaba nos dio uno a los demás, como si no fuera
a vernos en dos minutos, cuando por fin llegáramos a clase. Pensé que Michael
no se dejaría, pero me equivoqué. Ya había visto antes que por más vergüenza
que le diera, parecía amar cualquier muestra de cariño. Parecía atesorarlas
como si fuera algo que no solía tener. Incluso vi en sus ojos algo de miedo
cuando Aidan se fue, como si algo le asustara mucho. Era la mirada que ponía
Kurt antes de enfrentarse a una vacuna.
Tal vez el que necesitaba dormir en la cama de papá era él.
-
Alejandro´s POV –
“Vamos, relájate,
es un examen, no un león hambriento. A ver ¿cómo resolverías éste ejercicio?
¿No te acuerdas? ¡Estupendo! ¡Eso es una buena señal! Verás como en el examen
te viene todo.”
Esas habían sido, textualmente,
las palabras de papá al verme repasar después del desayuno. Lo había dicho
sonriendo y muy animado, intentando quitarme los nervios. De alguna forma yo
estaba seguro de que si me iba mal no me iba a castigar. No aquella vez, él me
lo había dicho. Pero… quizá por eso, o quizá porque tenía varias cagadas que
compensar… no le quería decepcionar. Quería que se sintiera orgulloso de mí,
quería llevarle por lo menos un notable…
El examen no fue mal. Lo hice en el despacho del profesor, yo sólo, y
me prometió que lo tendría al final de la mañana. No respiré tranquilo hasta
que vi aquél “ocho” escrito en rojo en la primera hoja de la prueba. Era la
nota más alta de toda mi secundaria. Quizás era estúpido sentirse tan feliz por
una sola nota, pero lo cierto es que lo estaba. Estaba muy feliz, porque no
había copiado, ni dado el cambiazo, ni nada. Había estudiado, y había sacado un
ocho. No era un idiota sin solución, después de todo.
A la hora de la salida fui a la valla donde solía quedar con mis hermanos
para esperar a papá, pero antes de llegar vi a un chico molestando a Cole. Me
acerqué sin que me vieran y pude escuchar un poco de conversación:
-
….¡por
culpa del idiota de tu hermano expulsaron al mío!
-
¡Tu
hermano es malo!
Todo el mundo estaba hablando de eso en el colegio: de cómo Jack, un
chico de último curso, había sido expulsado por llevar un puñal al colegio y
meterlo en la taquilla de Ted. Que yo
supiera papá no se lo había contado a los enanos, pero en clase debieron de
enterarse.
Por lo visto, aquél crío era el hermano de Jack. Parecía tan imbécil
como su hermano.
-
Cole, ¿te
está molestando? – pregunté, haciéndome notar.
Cole me miró como si fuera su salvador, y pude ver que estaba
intentando no llorar. Tenía la cara roja, y supuse que se había llevado un
golpe.
“No llores. Vamos enano, no
llores, que tú puedes” pensé. Se sentiría muy avergonzado si lloraba en
público por una pelea.
Me puse a su lado, y entonces Harry y Zach me vieron y avisaron a los
demás. De pronto todos mis hermanos, incluyendo los pequeños, estábamos
rodeando a Cole. También estaba Mike, el amigo de Ted, como para sustituir a
Michael.
-
¿Tú eres
Troy? – preguntó Ted, con el ceño fruncido. Examiné a mi hermano mayor con ojo
crítico. Tanto nadar le había dado unas buenas espaldas. Parecía más fuerte de
lo que yo sabía que era. – Vas a dejar
en paz a mi hermano, ¿entiendes? Porque si te metes con él, te metes con todos
nosotros. Y si tu minúsculo cerebro te permite contar, verás que sales
perdiendo.
Sé que Ted disfrutó al decir eso, lo sé. Y no es que estuviera mal,
pero es algo que normalmente habría dicho yo. Se me hizo raro que Ted, que
siempre buscaba la solución pacífica, se mostrara de pronto intimidante. A él
le pegaba más lo de dialogar, y explicarle al crío como si fuera idiota que no
puede ir por ahí abusando de la gente. Mmm. Creo que alguien había tenido un
mal día.
-
Ted´s POV –
Lo primero que hice al entrar en clase fue buscar a Fred. Sentí algo
así como alivio infinito cuando le vi sentado en su sitio de siempre. Mike
estaba a su lado, hablando con él… y también estaba Agustina. Me acerqué a
ellos y saludé con la mano antes de llegar.
-
¡Fred!
¿Cómo estás? – pregunté, pero en cuanto me acerqué un poco más, la pregunta se
hizo innecesaria. Tenía el brazo izquierdo escayolado, y un moratón bastante
cantoso en el pómulo izquierdo, que resaltaba sobre su mortal palidez. - ¿Qué
te pasó?
-
Ya sabes
que tengo dos pies izquierdos. Caí mal. Me golpeé la cara con una mesilla y me
hice una fisura en el brazo.
Si aquello me sonó a escusa pobre, porque estaba seguro de que eso del
pómulo era un puñetazo, la mueca de Agustina me reveló que ella tampoco se lo
tragaba.
-
Fred,
dime la verdad. ¿Fue el cabrón de Jack? Aún estoy a tiempo de poner una
denuncia, y si tú no quieres hacerlo al menos lograré que le empapelen por
traer armas a clase.
-
Me caí,
eso es todo. No sé qué te extraña si me estoy cayendo todo el día – se
defendió. Vale, eso era cierto, Fred era algo torpe, pero…. – No sé nada de
Jack desde la fiesta, y parece que no voy a saberlo nunca más ¿no?
Así consiguió que cambiáramos de tema y hablásemos de lo que pasó el
día anterior, pero yo no las tenía todas conmigo. La hora de Historia se pasó,
y lo hizo también la de Literatura, y cuando llegó el recreo le busqué, porque
esa clase no la teníamos juntos. Tardaba en encontrarle, así que pensé en ir a
por Agustina, ya que también tenía que hablar con ella y explicarle que yo no
la colgué. Resultó que les encontré a los dos juntos. Agustina tenía a Fred acorralado
en una esquina algo oculta, y yo me acerqué sin ser visto.
-
….¿cuánto
más pretendes mantenerlo en secreto? – decía ella.
-
¡No es
como si tú quisieras decirlo tampoco! -
respondió Fred. Hablaban con familiaridad, y en realidad era la primera
vez que veía a Fred hablar a solas con
una chica.
-
Ted no es
idiota ¿sabes? Y Mike tampoco. Acabarán por darse cuenta. Y entonces, ¿qué harás?
-
Hay
muchos colegios e institutos en éste estado. De todas formas aquí todos son
demasiado ricachones para mi gusto.
Vale, Fred no solía hablar así. Y… ¿qué carajos estaba ocultando?
-
Te
encanta estar aquí, y lo sabes. Si me
dejaras….
-
No puedo
hacer eso.
Se me detuvo el corazón ahí mismo. “Si me dejaras”. O sea que… ¿estaban
saliendo? Estaban saliendo, y lo mantenían en secreto y…y… ¿por qué? Parecía
que no querían que yo lo supiera. ¿Tal vez por no herir mis sentimientos? Pero…
¿cuánto llevaban saliendo? ¡Si hacía dos días estaba con Jack! ¿Le había estado
engañando?
Ya no estaba Jack. Agustina era libre, y aun así lo mantenían en
secreto. ¿Acaso se avergonzaba de él? ¿O él de ella? Lo primero me parecía más
probable, aunque me sintiera mal por pensar así, pero al fin y al cabo el friki
impopular era Fred.
“Dios, ¿pero qué hago pensando en
eso? ¡Agustina tiene novio, o algo así, y es uno de mis mejores amigos!” me
dije
Uno de mis mejores amigos, que sabía lo que sentía por ella, y había
sido incapaz de decirme “ey, no te ilusiones, que está conmigo”. Por primera vez experimenté un tipo de dolor
nuevo y desconocido: la traición. Y también el corazón roto, creo. No lo sé. No
me paré a analizarme. Salí de mi escondite y me encaré con ellos.
-
No, no
hace falta que nadie deje a nadie. Que seáis felices, aunque ahora habéis
conseguido que Jack me de pena. Por imbécil que sea nadie se merece unos
cuernos tan grandes. – les espeté, y salí de allí corriendo.
Les esquivé el resto del día. Aún no había decidido si estaba enfadado
con Fred, pero verle iba a doler, así que pasaría algún tiempo alejado. No
quería que se cambiara de colegio, pero si estaba dispuesto a hacerlo Agustina
tenía que ser muy importante para él.
A quien no pude esquivar fue a Mike. Creo que había hablado con ellos,
porque trató de llenarme la cabeza para que al menos les escuchara. De eso
trataba de convencerme cuando salimos de clases, y vi a mis hermanos
agrupándose en torno a un chico… que al parecer estaba molestando a Cole. Me
sumé al bulto, y me sorprendí al ver el parecido físico entre Troy y Jack. Como no, hermanos tenían que ser.
Bastaron un par de palabras para acojonar al minimatón, que se sintió
superado por la fuerza del número.
-
No, si
Cole y yo somos buenos amigos… - dijo, pasando un brazo por sus hombros, como
tratando de convencernos de lo buenos colegas que eran. Cole se deshizo de él
con desagrado, molesto por el contacto.
-
Vuela de
aquí. Vamos, humo. – le eché, y el tal Troy salió por patas. Cole me miró con
una gran sonrisa, y a Alejandro también, y luego al resto de nuestros hermanos.
-
Ya no te
molestará más – dijo Alejandro.
-
Ey,
¿puedo llamaros si alguien se mete conmigo? – intervino Mike, sonriendo, y
revolviendo el pelo de Cole con cariño. Alguna vez me había dicho “tus hermanos
son mis hermanos”, y supe que era verdad. Que podía contar con él si pasaba
algo.
-
Ya sabes
que sí – le dije. - Nos vemos mañana, Mike.
-
Espera,
Ted, aún no he terminado de…
-
De
interceder por Fred, ya lo sé. Mira, él es libre de hacer lo que quiera. Agus y
yo no somos nada, así que no puedo enojarme porque estén saliendo… ¡pero sí
porque me lo haya ocultado!
-
¡No es
como tú piensas!
-
¿Ah no?
¿No han estado saliendo mientras aún estaba con Jack? ¿No le dije a Fred que llevaba a Agustina a su
casa? ¿No pudo decirme ahí “eh, no intentes nada, que es mi chica”? ¡Y yo que
pensé que le gustaban los hombres!
-
¡Es que
le gustan los hombres! – respondió Mike, con seguridad.
-
Pues se
ve que también las mujeres – repliqué, y me di la vuelta con energía. Vi a papá
aparcando y caminé en dirección al coche, pero Mike me agarró por el brazo, y
me detuvo.
-
Estás celoso,
lo pillo, pero si no me escuchas ahora luego te vas a arrepentir mucho, y te
vas a sentir un idiota monumental.
-
¡Así me
siento ahora! ¡Un tremendo idiota del que todos se ríen! ¿Tú lo sabías? ¿Sabía
que ellos estaban saliendo?
-
¡Es que
no están saliendo, por Dios!
-
De rollo,
o como lo quieran llamar. No sabía que a Fred le iban ese tipo de relaciones,
pero se ve que hay muchas cosas que no sabía sobre Fred – respondí, con cierta
acidez.
-
¡Lo
entendiste todo mal, joder! – gritó Mike, y me zarandeó un poco. Alejandro
frunció el ceño y se acercó a nosotros.
-
Eh, Mike.
Suéltale.
-
¡Sólo
quiero que me escuche!
-
Pues él
no quiere escucharte – le aclaró mi hermano.
-
¡Pues es
imbécil!
-
No le
insultes. – ordenó Alejandro, ligeramente amenazante.
-
¡No te
metas! – replicó Mike.
-
¡Dejadlo
ya los dos! – bufé, y me solté del agarre de Mike. – Pierdes el tiempo. Me ha
dolido lo que han hecho porque han actuado a mis espaldas, y eso es de
cobardes. Pero estoy dispuesto a hablar las cosas… otro día.
-
¡Otro día
será tarde! – respondió Mike. - ¿Es que no entiendes que Fred te necesita
ahora?
-
¿Para
qué? ¿Para que le de consejos románticos? Tendrá que buscarse a otro…
-
Ted, eres
el idiota más grande que conozco, y mira que conozco muchos. – me soltó Mike… y
Alejandro le soltó un empujón. Mike se lo devolvió, y lo único que me faltaba
es que ellos dos se pusieran a pelear. Me puse en medio.
-
¡Ya vale!
Mike, si quieres saber mi opinión, creo que el idiota es Fred. No debería salir
con alguien que no le quiere lo suficiente como para tener una relación normal.
Es humillante lo de ser novios en secreto…
Justo en ese segundo, salida no sé de dónde aunque lo cierto es que
varias personas nos estaban mirando por que llamábamos un poco la atención,
intervino Agustina.
-
¿Novio de
quién? ¡Que no te enteras, subnormal! – me dijo. – Odio los celos, Ted…
-
¿Por eso
estás con él? ¿Él no es celoso? – dije con resentimiento.
-
¡Serás
tonto! ¿Con quién me fui la otra noche, con él o contigo? – preguntó.
-
¿Acaso yo
soy tu reserva, igual que Fred era tu reserva mientras estabas con Jack? –
pregunté, porque necesitaba decirlo, porque me parecía una cabronada engañar a
alguien de esa forma, porque ni Jack se merecía eso… Y Agustina me cruzó la
cara. Joder, qué fuerza. No “dolió”, pero si picó bastante. En las películas
parecía más gracioso que otra cosa, pero en ese momento me sentí bastante mal.
Noté que la había hecho daño con mis palabras, y me había prometido no
hacérselo nunca. Sus ojos me miraban furiosos y algo aguados, pero ella era fuerte,
y no iba a llorar. Eso casi me hacía sentir peor. Yo era el que había hecho que
se sintiera así, y lo cierto es que no tenía ningún derecho. Ella jamás me
había prometido nada. No éramos pareja…
Iba a disculparme por toda la escena, cuando
Alejandro se me adelantó.
-
¿Quién es
ésta puta?
Cuatro palabras. Cuatro palabras y entre ellas
la “palabra prohibida”. La palabra que significaba mucho para todas las
personas de mi casa, y la palabra que enciende a todo hombre cuando se lo laman
a “su” chica. El asunto es que Agustina no era exactamente mi chica y Alejandro
era mi hermano, así que Mike reaccionó primero. Le soltó un puñetazo a
Alejandro, aunque pude notar que no usó toda su fuerza.
-
Discúlpate
ahora mismo.
Pero el momento de las disculpas había quedado
bien atrás. Acababa de estallar la tercera guerra mundial. Alejandro se tiró al
cuello de Mike, y así mi hermano y mi mejor amigo trataron de sacarse los ojos
mutuamente. Yo intenté separar a Alejandro y Agustina hizo lo propio con Mike.
Papá corrió en nuestra dirección, y entonces, Agustina me espetó unas palabras
que me destruyeron por completo:
-
Fred y yo
vamos al mismo psicólogo. De ahí le conozco.
Aquello terminó de confirmarme que mis celos
carecían de sentido. Estaba claro que había algo que me estaba perdiendo, pero
empezaba a estar seguro de que no tenía nada que ver con una relación
romántica.
- Perdona… yo… - traté de disculparme,
mientras forcejeaba con mi hermano. Pero en ese momento llegó Aidan, y me quedé
sin saber si ella me perdonaba.
-
Aidan´s POV-
“Aidan, enhorabuena, en dos días
tu libro sale al mercado.”
Las palabras resonaron en mi cabeza todo el día. Sí, sí, enhorabuena,
pero eso significaba que iba a estar menos tiempo en casa…Los próximos días
iban a ser puro estrés para mí. Tenía que encontrar una buena niñera, porque no
podía dejar que Ted cargara con todo… Ni siquiera con la ayuda de Michael….
Fui pensando en ello todo el camino al colegio, para recogerles. Les vi
a todos con juntos. También estaba Mike y había además una chica con ellos.
Aparqué el coche y noté que la situación era tensa. Estaban peleando. La chica
abofeteó a Ted, y yo salí del coche volando…. De pronto Mike y Alejandro
estaban peleando, y Ted y la chica luchaban por separarles. Me acerqué lo más
rápido que pude.
-
¡Alejandro!
¡Mike! ¿Qué está pasando?
-
¡La ha
llamado puta! – me dijo Mike. Se soltaron y me fijé en que Mike adoptaba una
actitud protectora con la chica, de forma muy similar a como actuaría
cualquiera ante un perrito apaleado. Tal vez era la novia. Ted nunca me había
dicho si Mike salía con alguien.
-
¿Eso es
verdad, Alejandro?
-
¡Ella le
pegó a Ted! Y no sé qué más cosas le ha hecho pero me da la sensación de que es
un putón verbenero…
-
No la
insultes – intervino Ted y su hermano le miró con incredulidad – Estábamos
hablando solamente, no tenías por qué meterte…
-
¡Ella te
pegó!
-
Yo la
hice daño… Insinué, poco más o menos, lo que tú le has llamado directamente. –
respondió Ted, con esa actitud que tan bien conocía: la del más sincero arrepentimiento.
Vale, me estaba perdiendo. ¿Ted había insinuado que esa chica era una
facilota? Y Alejandro directamente le había llamado puta…. Entonces, sólo me
quedaba saber, ¿quién narices era ella? Iba a preguntarlo, pero entonces la
chica se adelantó, y estiró la mano, como para presentarse. Se la estreché.
-
Agustina
Navarro. Soy la puta que ha abofeteado a su hijo. – dijo, muy seria. – Y
volveré a hacerlo si sigue siendo igual de idiota.
Me quedé a cuadros. ¿Qué clase de presentación era esa? Aquella
declaración me desarmó por completo. ¿Qué respondes a eso? ¿Qué tenía que
decir?
Un sonido agradable y familiar me saco del apuro. Ted se empezó a reír,
sin poderlo evitar, al parecer divertido ante la pose digna de la tal Agustina,
y sus peculiares palabras. Esa era la chica que a Ted le gustaba, y por cómo la
miraba supe que no la guardaba ningún rencor por haberle pegado.
Contagiado por al risa de Ted, Mike se rió también, y hasta Agustina
sonrió un poco. Yo me mantuve serio. La chica me había caído mejor que bien.
Parecía descarada, simpática, y con carácter. Pero no podía aprobar lo que
había hecho, ni semejantes palabras.
-
No sé lo
que te ha hecho mi hijo, pero quiero escucharlo todo ahora mismo.
Pasó entonces algo curioso… La chica fiera de ojos decididos que había
estrechado mi mano se convirtió en un cervatillo asustado. Se alejó de mí… y se
escondió detrás de Ted. Su reacción llamó la atención de todos. Ella parecía
tenerme miedo.
-
Papá…sólo…
me enfadé un poco… y tal vez no elegí bien mis palabras. Ella se enfadó,
Alejandro quiso defenderme y luego Mike la defendió a ella. No ha sido nada
serio, de verdad. – dijo Ted.
-
Siento
haberte pegado, tío. – dijo Mike, dándole a Alejandro un golpecito amistoso en
el hombro - ¿Estás bien?
Alejandro asintió, y le quitó importancia con un gesto de la cabeza. Si
Mike y Agustina hubieran sido mis hijos, tal vez hubiera insistido un poco más,
pero quería irme a casa y no tenía ninguna autoridad sobre aquellos chicos. Aun
así…
-
Ya puedes
sentirlo. A golpes no se soluciona nada, y eso también va por ti – le dije a
Agustina, que se encogió más – En todo caso la bofetada se la das a éste, que
te llamó algo que no debes permitir que te llamen. – añadí, señalando a
Alejandro.
Ella no dijo nada, y se limitó a mirarme con sus enormes ojos marrón
miel. Posiblemente eran los ojos más grandes que había visto en mi vida, y eso
que había visto los de Kurt. Era preciosa. Entendía por qué Ted se había fijado
en ella.
-
No me ha
gustado nada como te has presentado, Agustina. Deberías haberte introducido
como la chica que ha logrado que Ted se
ponga traje y se eche colonia. – bromeé,
para aligerar la tensión.
-
¡Papáaa!
– protestó Ted, avergonzado a más no poder. Pero Agustina sonrió un poco y
pareció menos asustada.
-
Hazme
saber si te trata bien ¿eh? – concluí, guiñándola un ojo a modo de despedida.
Entonces ella sonrió, y escuché como Alejandro, Mike y Ted jadeaban al unísono.
Rodé los ojos. Adolescentes. Cogí a Alejandro de los hombros y le di la vuelta
para alejarnos. Llevé los labios a su oído para susurrarle – Cierra la boca,
que van a entrarte moscas. Sí, es guapa.
Y tú la llamaste prostituta.
-
Papá, lo
siento, es que…
-
Sin “es
ques”, Alejandro. A una mujer no se le
dice eso nunca.
Giré la cabeza y vi que Ted se quedaba un poco rezagado, como para
hablar con Agustina a solas, y decidí esperar, dándoles algo de intimidad,
llevándome al resto de mis hijos y a Mike conmigo.
-
Por
favor, papá, no me castigues – me suplicó – No vuelvo a hacerlo, pero no me
castigues.
Sonó algo desesperado y me partió el alma. Estaba dispuesto a dejar
pasar lo de la pelea con Mike, pero no podía hacerme el sordo ante un insulto
semejante…
-
Alejandro,
sabes de sobra que no admito las palabrotas, y mucho menos insultos como ese.
-
Por favor,
papi… Ella me perdonó…no se lo tomó tan mal, si hasta hizo una broma… La pido
perdón si quieres…. Y…y… mira, saqué un ocho en el examen. – añadió, y hurgó en
su mochila para sacar un par de hojas. Le miré fijamente a él y a sus ojos de
cordero.
-
Quiero la
disculpa del siglo – le dije, y él sonrió, y salió corriendo hacia Agustina, no
fuera a ser que yo cambiara de opinión.
-
Ted´s POV –
No sabía qué decir. Mike actuaba
muy raro, defendía a Agustina con demasiadas energías. Él no solía tener ese
tipo de reacciones nada más que cuando los matones abusaban de Fred… Observé
como papá y mis hermanos se alejaban un poco, y
traté de arreglar las cosas:
-
Agustina…
yo...
-
¿Viste
que dejé mudo a tu padre? ^^ - preguntó, como orgullosa de ello. Mientras yo la
miraba a ella, ella miraba a Aidan.
-
Sí… estoy
seguro de que no está acostumbrado a que alguien se presente así… Siento….
Siento lo que mi hermano te llamó…Y también siento… bueno, todo… Pero… pero es
que no lo entiendo. ¿Qué es lo que pasa con Fred?
-
Tiene que
decírtelo él, al igual que ya se lo ha dicho a Mike. No es mi secreto para
contarlo yo.
-
¿Secreto?
– inquirí.
-
Ahá.
Pero, por última vez, él y yo no estamos saliendo. Actualmente sólo hay un
chico que me interese.
-
Ah. –
intenté que no se notara mi decepción. ¿Cuándo había pasado a la friendzone sin enterarme? – Ya… ya veo… ¿y quién es?
-
Tú,
tontito – dijo, y se rió.
Oh. Oh. Sonreí plenamente pero antes de poder responder Alejandro se
nos acercó…
-
Yo…
esto…. Venía a decir que… que lamento lo que te dije. Parece que mi hermano y
tú os lleváis bien pero pensé… pensé que no era así…
-
¿Y llamas
puta a todas las mujeres que no se lleven bien con tu hermano?
-
Si le
hacen daño sí – replicó Alejandro. ¿Cuándo se había vuelto tan majo? ¿Desde
cuándo tenía esa actitud de “a mi hermano no le tocas”? Si al final iba a
resultar que Alejandro me quería, y todo.
-
Bueno, es
justo. – accedió Agustina, y luego sonrió, demostrando que aceptaba sus
disculpas - ¿Tú eres el que el otro día
estaba en un “lío de pelotas”? – le preguntó.
Alejandro me miró como diciendo “¿qué sabe ella?” y luego tosió, algo
incómodo.
-
Soy
Alejandro. –dijo al final.
-
Sí, eso
me había quedado claro por la forma en la que tu padre gritaba ese nombre.
Alejandro parpadeó y luego se rió.
-
Me gusta
ésta chica – me dijo.
-
Pues que
no te guste demasiado. – dijo ella - Tu
hermano por lo visto es muy celoso. Tengo que irme, Ted, pero si sabes lo que
te conviene me llamarás esta tarde. – advirtió, y se puso de puntillas para
darme un beso en la mejilla.
No sabía que ella tuviera esa personalidad tan… contundente. Me parecía
una persona más bien insegura, pero en ese momento era una apisonadora con
descaro y picardía… y la combinación me encantaba.
Mi hermano y yo volvimos junto a papá, que tenía un par de hojas en la
mano. Aidan abrazó a Alejandro con mucha fuerza, a pesar de las protestas de
éste por estar en la puerta del colegio. Creo que era una forma especial de
castigarle por su lenguaje, porque prolongó el abrazo más de lo necesario, y hasta
le dio un beso.
-
Mi nenito
– le llamó, atrapando su nariz con dos dedos.
-
¿Disfrutas
con esto? – protestó Alejandro.
-
¿Prefieres
unos azotes?
-
Tu nenito
– replicó Alejandro, restregando la cabeza contra él. Papá sonrió y le dio otro
beso, esta vez ya no por chincharle, sino con cariño.
-
Felicidades
por tu nota, campeón. Estoy muy orgulloso de ti.
Creo que en ese momento Alejandro hubiera sido capaz de morir de
felicidad.
-
Agustina´s POV. Un par de horas antes. –
“Si le tengo delante le
descuartizo, le rompo los dientes… le…le… “
“Le suplicas que no te haga
daño. Es lo que mejor sabes hacer.”
Mis pensamientos eran algo crueles, pero por desgracia, tenían bastante
razón. Respiré hondo y corrí hacia Fred, antes de que se arrepintiera de haber
quedado conmigo en el recreo.
-
¡Fred!
-
¿Qué es
lo que quieres? – me preguntó.
“Pero míralo, pobrecito. Cómo
tiene la cara….”
-
No
vuelvas a hacerme esto ¿eh? ¡Es la última vez que te niegas a responder mis
llamadas!
-
No me
apetecía hablar.
“Ya lo sé… A mí tampoco suele
apetecerme…”
Me acerqué a él y le acaricié el pómulo. Se le pondría peor. Al día
siguiente estaría casi negro y luego, paulatinamente, se volvería de un marrón
chocolate que luego se convertiría en un amarillo verdoso. Y después
desaparecería, pero el recuerdo quedaría para siempre.
-
¿Cuánto
más pretendes mantenerlo en secreto? – le pregunté.
-
¡No es
como si tú quisieras decirlo tampoco! – se defendió. Dicen que la mejor defensa
es un buen ataque, y desde luego aquello me desarmó. Tenía razón, yo era una
hipócrita. Pero… pero… ¡sus marcas eran visibles! Y su escusa había sido tan,
pero tan mala…
-
Ted no es
idiota ¿sabes? Y Mike tampoco. Acabarán por darse cuenta. Y entonces, ¿qué harás? – le pregunté. Ted ya
sospechaba. Estaba aprendiendo a leer sus ojos, y había visto que no se tragaba
lo de la caída. Ted era muy intuitivo. Eso me gustaba de él… Era la clase de
persona que yo necesitaba….De los que adivinan lo que te pasa sin que tengas
que decírselo. Eso me ayudaría mucho, dado que yo no solía contar nada…
-
Hay
muchos colegios e institutos en éste estado. De todas formas aquí todos son
demasiado ricachones para mi gusto.
Alcé una ceja. ¿En serio? ¿De verdad me iba a salir por ahí? “Si
descubren la verdad me marcho”. Ya. ¿Y de qué iba a servirle eso? Perdería una
de las pocas cosas buenas que había en su vida en ese momento: sus amigos.
-
Te
encanta estar aquí, y lo sabes. Si me
dejaras….
Si me dejara ayudarle… Si me dejara hace por él lo que nadie hacía por
mí…
-
No puedo
hacer eso.
Era cierto: él no podía hacerlo y yo tampoco. En realidad no. La gente
tiene la boca muy grande para hablar de lo que no sabe, pero hace falta algo
más que valor para denunciar a un padre.
N.A.: Estoy siendo una mala
lectora e.e Y además estoy tardando mucho
en actualizar. Es que alguien inventó un cruel instrumento de tortura llamado
universidad u.u
Excelente como siempre amiga....pobre Fred...que el padre abuse de el...GRRRRRR Alejandro me ha robado el corazón estos últimos capítulos, y que Aidan le dijera que esta orgulloso, me encanto...claro no esperaba menos de él.
ResponderBorrarMuy buen capitulo,está muy interesante y tengo mucha curiosidad,quiero saber que pasará con este pobre chico que obvio es abusado por su padre,y porfis actualiza pronto,mira que esto no puede seguir así para el pobrecito y necesita auxilio de inmediato!!!
ResponderBorrarPor otro lado muero por saber como Michael saldrá del tremendo lío en que está y además quiero saber como se las arreglará el pobre Aidan ahora que necesita niñera?!!!
Estuvo estupendo ,¡pronto,pronto mas,mas y mas!!! por faaaaaaa!!!
Saludos Marti.
Creo que Aidan tendrá nuevos hijos.
ResponderBorrarDream te luciste con el capitulo :D
ResponderBorrarEntiendo lo del instrumento de tortura :S
Aidan es tan :3 me encanta como trata a sus hijos y su relación con Alejandro mas jeje. Me encanta que haya defendido a su hermano aunque la agarro con la pobre Agus :D
:O me dejaste con ganas de saber que pasara con Fred que tiene un padre abusador u.u o pero y Agus? que tendrá?
Te quedo genial el cap. Amo a esta familia :D
Saludos
Comparto el sentimiento como es que a alguien se le ocurrió inventar la universidad!!!
ResponderBorrarPero con respecto a la historia que ya por donde viene la historia de Fred y Agus que feo lo bueno es que tienen unos super amigos como Ted y Mike y un padre sustituto y cariñoso como Aidan felicidades que ha quedado super increíble vale tanto la espera jaja.
Entiendo lo de la Uní pero no tardes please
Dream si nos vas a dar capítulos tan llenos de emoción y ternura puedes tardarte lo que quieras que la espera lo vale, amo a esos niños todos y cada uno
ResponderBorrarDream Girls…… me tienes que contar que hará Fred y Ted, yyyyyyy si Aidan sospechara algo de la mala influencia de ese poli desgraciado además quiero que Ted ya se le declare a Agustina, no puede ser que aun no lo haga
ResponderBorrarHay tu historia me trae de cabeza jajajajja